sábado, 20 de julio de 2013

UN COCHE FANTASMA QUE PUDE VER A TIEMPO

Es 12 de junio de 2013, miércoles. Poco después de las 11 de la mañana, un día agradable y soleado, sin lluvia y asfalto seco en la A-8 sentido Bilbao, por donde voy circulando en una recta larga con tres carriles y por el izquierdo. El tráfico es fluido, con unos pocos coches diseminados en los carriles derecho y central (más en este último), circulan lentos, la zona está limitada a 80 km/h y voy a 100 (el próximo radar aún está lejos). Hay una excelente visibilidad y detrás no hay nadie a la vista en este carril de más a la izquierda, tampoco en los otros está circulando nadie más rápido que yo en estos momentos, lo que he de tener en cuenta, pues en ese caso, debo prever que en breve estará en mi trayectoria y buscar hueco en el carril central para que me adelante sin molestarle lo más mínimo. 

Una mañana muy tranquila y con buen tiempo.
Fuente: Google Maps
Delante va un coche rojo algo lejano y al que no pienso adelantar, pues no recorto distancia con él, luego va igual que yo o algo más rápido, de modo que en cuanto acabe de adelantar haré dos cambios de carril y volveré al de más a la derecha. Pero antes, y en muy poco tiempo, mi distancia con él se acorta de forma notable; freno suave, atrás libre, miro hacia adelante y no veo nada que lo justifique, tampoco hay ningún indicio de avería -pero podría no apreciarlo desde fuera-; también cabe la posibilidad de que sobre el asfalto hubiese algún objeto, claro que en este caso, ese coche rojo podía cambiar de carril perfectamente sin disminuir nada (o muy poco) su velocidad. 

Pasan unos instantes más y veo claramente que está frenando, he bajado velocidad y detrás sigo sin nadie a vista, también pienso en la posibilidad de pasar por la derecha, pero veo que los coches a los que había adelantado están a punto de rebasarme a mí, así que freno fuerte (un instante que puedo mirar el velocímetro leo 40, y bajando); quizá tenga que detenerme, pienso, y con el fin de evitarlo, llego a valorar la posibilidad  de pasarle entre el guardarraíl de la mediana y él; demasiado arriesgado, de haber espacio suficiente entraría con calzador. 

El coche rojo (un Opel Astra primera generación) se pone un poco en diagonal, como si empezase a derrapar; pero no, no es eso, es que empieza a girar las ruedas a la derecha. Como estoy cerca, puedo ver que su conductor y único ocupante -hombre de mediana edad-, gira la cabeza exageradamente a la derecha (no lleva reposacabezas), y entonces me doy cuenta: el muy insensato, está mirando y esperando a ver cuándo pasan los coches a los que yo había adelantado y que ahora me adelantan a mí por la derecha (que por cierto, van a “piñón fijo” y si de algo se percatan, desde luego siguen como si nada), con el ya inequívoco propósito de cruzar los dos carriles que tiene a su derecha prácticamente en perpendicular para tomar la salida cuyo vértice casi está en línea con él. ¡Impresionante! Jamás en mi vida había visto una cosa así. Nunca, nunca, había visto una cosa así.

Aproximadamente, a la altura de la furgoneta de la izquierda, es cuando veo que
el Opel Astra disminuye notablemente su velocidad. Fuente: Google Maps.
De vez en cuando, bastante excepcionalmente -por fortuna-, me he encontrado y me encuentro con algún conductor que sale casi directo desde el carril de más a la izquierda. Pero van más rápido que todos los demás, empiezan claramente más atrás y las trayectorias no pueden coincidir por la diferencia de velocidad, además de ser más o menos progresivas y dibujar una curva. Pero lo de cruzar perpendicular y a cámara lenta... En los días de mi vida vi cosa igual. Gracias a Dios, seguía sin tener a nadie detrás, así que recuperé velocidad lo antes que pude en el carril izquierdo y luego fui cambiando hasta el derecho.  

Como seguramente ya habrán imaginado, si hubiese tenido un coche detrás de mí, aunque llevase una distancia de seguridad más que correcta, difícilmente, su conductor hubiese podido evitar el alcance conmigo y el Astra rojo hubiese seguido su inverosímil trayectoria desapareciendo de la escena “del crimen”, tranquilamente. De ahí que al vehículo cuyo conductor provoca un accidente sin verse implicado en él, le denomine “el coche fantasma”. No sé, qué porcentaje de accidentes provocan este “tipo” de coches, pero hace muchos años que sé que existen, y estoy convencido, de que en no pocos accidentes en los que se ven implicados camiones y autobuses han estado presentes, los vehículos pesados tienen muy limitada su capacidad de maniobra en situaciones críticas.

¿Conducir sin miedo? Seguramente también se lo preguntarán. Pues , porque entre otras cosas, evitar esa emoción nos ayudará mucho. El miedo puede llevarnos a cimentar una actitud fatalista, o a que dejemos de conducir. Y reconozco que, en el caso descrito, he tenido como aliada una porción de buena suerte. Pero también es cierto, que aprender, saber y entrenar ha evitado que en un primer momento diese un volantazo que me garantizase el accidente al cien por cien, también hubiese podido detenerme por completo sin chocar con el “coche fantasma”; aunque hubiese tenido a otro vehículo detrás, cabe la posibilidad de que también hubiese podido detenerse, o incluso esquivarme, o sólo rozarnos si yo me pego al guardarraíl de la mediana... Hay algunas opciones más, que encomendarse a la buena suerte. Si hubiese sentido miedo, habría actuado presa del pánico, alocada y desproporcionadamente, con torpeza, sin observar, sin valorar las posibilidades... Salir con bien del problema hubiese sido, sin duda, una pura y total cuestión de buena suerte; y mucha, muchísima buena suerte, de la que volvería a depender en la próxima ocasión. El “gordo de la lotería” solamente toca a muy pocos y menos aún a una misma persona más de una vez en la misma vida. Esto lo sabemos todos.

A la altura del coche del carril izquierdo, fue donde el Astra rojo comenzó a girar
 para seguir la trayectoria de la línea hacia el carril de salida... Prefiero abstenerme de añadir adjetivos.
Foto: Google Maps
Este incidente, también me lleva a que tengamos muy en cuenta estas consideraciones:

  • Muchas personas conducen repitiendo una y otra vez los mismos recorridos, lo que puede hacer que se lleguen a sentir especialmente confiadas y bajen la guardia. Manténganla alta, siempre. Sin importar lo bien que conozcan su ruta, las circunstancias de la misma cambian constantemente y muy rápido.

  • Es muy común -se ve muy bien en las clases prácticas en la autoescuela y sigue pasando incluso mucho tiempo después de dejarla- que realmente estemos viendo una situación potencial y claramente peligrosa ante la que no actuamos a tiempo porque sencillamente nos resulta increíble. “Parece que está casi quieto... !Está, casi quieto. Actúa!”  Por poner un ejemplo.

  • Cuando adelanto, aunque sea en autopista, casi nunca lo hago detrás de otro que también adelante; y nunca me mantengo como segundo coche en paralelo con el adelantado. Cuanto menos dependamos de lo que puedan hacer otros, más seguridad.

  • Las opciones de salir con bien de una situación crítica aumentan exponencialmente en proporción a lo que afinemos y anticipemos nuestra “visión de la jugada”, como dirían los aficionados al fútbol.  

Es prácticamente seguro que la señora María Seguí no leerá este blog jamás, ni ninguna otra persona responsable de tráfico. Pero, el océano de Internet tiene orillas en todas partes y, ¿quién sabe? Así que lanzo mi botella con mensaje igualmente: ¿Cuándo se hará una verdadera investigación de accidentes en España? Otra cuestión: Hay decenas de miles de cámaras de tráfico en nuestras calles y carreteras, sería muy fácil identificar con ellas a los conductores de “coches fantasmas” y evitar que paguen tantos justos por pecadores, ¿no creen? 

Esteban

16 comentarios:

  1. Hola Esteban:
    Creo que es muy razonable que un principiante sienta cierto miedo, o respeto, pero es mejor centrarse racionalmente en las cualidades que nos harán progresar y aumentar la seguridad que no ir pensando cosas terribles.
    Me sorprende que dicho incidente ocurriera en miércoles porque en general, al menos por donde yo vivo, la circulación es mucho más normal y previsible entre semana. En fin de semana hay más peligro. De todas maneras, el carril izquierdo me parece una fuente de riesgo: en tu caso, una ratonera. Sin ir a casos extremos, creo que para garantizar la seguridad, el central tendría que ir más rápido que el derecho y el izquierdo más rápido que los dos. Pero no es siempre así. Ayer el izquierdo iba más lento que el central...
    Ahora pongamos un caso más usual: vas por la derecha, marca 120 pero como hay camiones tendrías que pasarte al central para ir más rápido pero... dicho carril consiste en una fila de coches que van más lentos o más que el derecho...el de la izquierda va algo más rápido, pero una vez te metas allí ya no sabes cuándo sales (recordemos que el izquierdo es una fila de coches) y cuando salgas tendrás que ser muy cuidadoso que no aparezca alguien proveniente del derecho...porque hay gente adelantando por la derecha, haciendo zig-zag y cosas así. Bueno, abusando otra vez: ¿un consejo para esto?
    Saludos!

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    1. Hola Elisa:

      En cuanto a las diferencias que se observan en el tráfico entre días laborables y fines de semana, puentes y vacaciones, aquí sucede lo mismo; supongo que es algo más o menos universal, aunque seguro que en los países en los que la gente se toma las cosas con más seriedad, las diferencias serán bastante sutiles.

      La situación para la que me pides consejo, entiendo que se trata de tráfico denso, aunque la velocidad no sea muy baja -pero sí estable- ni se produzcan detenciones. Normalmente, en esos casos yo utilizo carril derecho y central, el izquierdo no me gusta nada cuando tiene tráfico, siempre te encuentras con alguien que viene “empujando” por más claro que esté que por mucho que se empeñe no se puede ir rápido. Y, por supuesto, me lo tomo con mucha tranquilidad y paciencia (sin bajar nada la guardia), es más, salvo que vea un motivo claro que lo justifique, no dejo el carril derecho, es el más fácil y cómodo. Seguro que lo sabes, pero por si acaso... cuando hay tráfico denso, no se considera adelantamiento el hecho de que una fila de vehículos circule más rápido que otra, sin importar de cuál se trate; pero cuidado porque esto puede ser un arma de dos filos, es un tanto subjetivo cuando el tráfico es denso o no, y nuestro criterio puede ser diferente al de algún policía que esté por allí, ojo, que además ahora están a la que salta.

      Sobre el primer párrafo, básicamente y en sentido literal, estoy de acuerdo; pero, ¿lo entenderé bien? No estoy del todo seguro. Aunque de una cosa sí lo estoy: no veo “abuso”, por Dios.

      ¡Saludos!

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    2. El carril derecho tiene ventajas más que claras. Y aunque se pierdan 2 minutos en un trayecto de media hora, pues cuando el tráfico es denso resulta mil veces más cómodo y tranquilo limitarse a ir por él y adelantar por el central cuando se puede. El izquierdo sólo lo veo útil en caso de tráfico fluido, cuando puedes volver rápido y sabes perfectamente quién te podrás encontrar, no cuando si te metes allí tardas un rato a poder 'volver' y quedas entonces a merced de los demás, encajonado entre el de delante (que puede frenar), el de detrás (que puede ir a tropecientos), la fila de al lado (sin agujeros) y la mediana.
      Nunca entendí si el fin de semana el tráfico es diferente porque conduce gente que no lo hace normalmente...o es que la gente tiene mentalidad de 'fin de semana'...
      Supongo que el primer párrafo lo entiendes bien, porque el sentido... pues es el literal.
      Gracias por los consejos!

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    3. ¡De nada!
      Perfecto razonamiento. ¿Cómo es posible que haya tantos conductores con decenas de miles de kilómetros a sus espaldas y no se den cuenta de lo que tú percibes con un puñado de ellos? O ninguno.
      Mañana te cuento mi "teoría" sobre los fines de semana.
      Gràcies i bona nit!

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  2. Una vez en la A8 me encontre un coche parado y en perpendicular, dos carriles y justo pude entrar en la mediana y el.

    Llame a la ertzaintza y cuando me preguntaron que si habia visto algun posible motivo para que estuviera asi les dije que como si hubiera venido en sentido contrario y se ha puesto a dar la vuelta. El conductor plenamente consciente y no parecia desmayado o cosas por el estilo.

    Mientras solo les preocupe multar por velocidad con radares que buscan el despiste de multarte porque te has pasado 15 km/h no iremos a ningun lado.

    La seguridad vial es otra cosa que el simple hecho de que por cada muerto lo unico que les preocupe es que es alguien con el que no podran recaudar mas.

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    1. ¡Bienvenido, Álvaro! Muchas gracias por tu visita y por tu comentario.

      Me alegro mucho de que no te haya pasado nada malo en el incidente del que hablas, ¡menos mal! Y la hipótesis más probable es la que apuntas, desde luego.

      Salvo excepciones, yo también estoy muy harto de los controles de velocidad. Es más, creo que no deberían existir límites genéricos de velocidad, al menos en autopistas y autovías, sería suficiente con límites específicos y el resto utilizar señales de velocidad máxima aconsejable; bien utilizados y en algunos lugares, también podrían funcionar bien los límites variables pero en general no me gustan y desconfío mucho del uso que se podría hacer de ellos. Desde luego, desde que se inventaron los detectores de velocidad, la administración sólo ha visto en ellos una excelente herramienta para aumentar sus ingresos, esto salta a la vista y creo que no admite discusión. Por supuesto, también sería necesario elevar el nivel de conducción haciendo una sustancial revisión de la forma en que se accede al permiso de conducir, pero por más que digan, los hechos son muy tozudos y a ningún gobierno, de ningún tipo ni color le importa un comino la seguridad vial y menos todavía la educación.

      A pesar de lo dicho, tus últimas líneas me han parecido francamente duras, y aunque pensándolo bien y por desgracia, quizá no andes muy descaminado, no me atrevo a suscribirlas. Quiero pensar que no llegan a tanto, no pueden ir tan lejos, Álvaro.

      He intentado enlazar tu nombre con el link que me envías, pero no lo logré, así que lo pongo aquí porque me parece muy, muy interesante.

      http://portalvasco.com/blog/?p=1297

      Gracias de nuevo, un abrazo.

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  3. Para Elisa (1)
    De lunes a viernes, un porcentaje bastante alto de conductores son profesionales, también hay un grupo significativo que lo son de hecho porque utilizan automóviles para trabajar a diario, aunque su labor nada tenga que ver con el hecho de conducir en sí, como pueden ser viajantes o comerciales de mil actividades, personas que reparan máquinas muy diversas, fontaneros, albañiles, etcétera. Luego están quienes utilizan el coche para ir y volver de su lugar de trabajo, llevar a sus hijos a la escuela y otras personas que de modo más ocasional y por diversas razones también van en coche o en moto. La mayoría van solos en el vehículo o llevan como pasajeros a compañeros de trabajo. Esto hace que el tráfico se mueva de un modo, en mi opinión, bastante lógico, previsible y civilizado, bien adaptado a las circunstancias de cada lugar y razonablemente seguro.

    Los fines de semana disminuye muy notablemente el uso profesional (de hecho o de “derecho”, digamos) de los automóviles, y aparecen en el tráfico personas que conducen sólo en esos días y ni siquiera todos: los “domingueros”, dicho sea sin ánimo peyorativo alguno. Y hay otro grupo que se incorpora al tráfico: los jóvenes, generalmente con muy poca experiencia (que en sí misma no tiene porqué generar problemas). Naturalmente, también están muchos de los conductores que conducen regularmente entre semana; pero ahora no van solos, aquí, y en el uso que se haga del coche en estos días, es donde creo que está la mayor fuente de problemas.

    Hay tres grupos de pasajeros con gran influencia en el comportamiento del conductor: Amigos, novios y familia. Llevo ya bastantes años observando que los jóvenes, cuando deciden ir de fiesta, generalmente, no llevan el coche (al menos en ciudades con buen servicio de transporte público, otra cosa es en pueblos y en verano), en ese sentido ganan claramente en responsabilidad a muchos de sus padres y a los de mi quinta, que vamos muchas menos veces de fiesta, pero rara vez se renuncia al coche y a beber, y es muy habitual oír cosas como “nosotros sabemos beber, es a lo largo de una dilatada cena...” y tonterías varias por el estilo.

    Siempre he contado en clase que yo tuve mucha suerte de no tener novia cuando empecé a conducir; aproximadamente, mis primeros 25.000 km los hice prácticamente solo... porque empecé a trabajar con una furgoneta muy poco después de obtener el permiso de conducir. Y no se trata de misoginia, claro, simplemente es obvio que llevar como acompañante a la persona que creemos que es el amor de nuestra vida puede distraer mucho en la realización de una tarea que requiere de toda nuestra atención, y en la que además estamos empezando. Que los acompañantes sean del mismo sexo disminuye el riesgo anterior, algo, pero no lo elimina; y en este sentido tenemos más peligro los hombres dada nuestra natural tendencia a aceptar desafíos, lanzar retos y hacer exhibiciones, tendencia más fuerte de jóvenes, pero que no pocas veces apenas pierde intensidad a lo largo de la vida. Siempre he insistido y lo sigo haciendo, en que es muy importante conducir solos nada más tener el carnet, durante un tiempo, y hacernos inmunes a influencias y distracciones por más naturales e inocentes que sean. Además, eso permite reconocer nuestro límites de forma mucho más nítida.

    La familia. Una vez leí que la familia es la fuente más potente de neurosis que existe. Un conductor profesional, generalmente, comete más errores cuando va con su familia que cuando va solo. Y sí, seguramente asumirá menos riesgos; pero comete más errores que, normalmente, anulan la ventaja de la premisa anterior. La mayoría de los pasajeros no conductores ven en el coche una prolongación del salón de su casa, y sin pretenderlo distraen a quien conduce. Ante algún imperativo “¡es que no me escuchas!” en tono elevado que he oído algunas veces, he respondido “¿Quieres que te mate?” Santo remedio.

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  4. Para Elisa (y 2).
    Luego, los fines de semana, en su comienzo provocan una cierta euforia y pasado medio domingo depresión. Ni siempre ni a todo el mundo, claro, pero ninguna de esas emociones ayuda a conducir bien, precisamente. Así pues, en estos días tan anhelados por la mayoría, el tráfico resulta muy heterogéneo, mucho menos lógico y previsible, y lleno de factores de distorsión que lo hacen más peligroso. Pero se puede compensar: los conductores profesionales que sigan haciéndolo como el resto de la semana; y los no profesionales imaginándose que lo son y retándose a sí mismos a conducir lo más perfectamente posible sin andar explorando límites.

    Bueno Elisa, esto sólo es un pequeño borrador, porque daría para un ensayo en toda regla muy interesante. Ah, y tampoco conviene olvidar que cada individuo o sociedad conduce como vive, y en general, desafortunadamente, se vive bastante mal. Y, como a buen seguro sabes, no estoy hablando de dinero, aunque a veces también influye por defecto y por exceso.

    ¡Saludos!

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    1. Pues realmente das un abanico amplio de razones, en algunas de las cuales ni había pensado.
      Como sabes que me gusta mucho debatir y 'poner el dedo en la llaga', pues lo siguiente: entre semana, la gente conduce para ir de A a B. A muchos de los que conducen entre semana conducir no les va ni les viene, no sienten emoción ni gusto especial en ello. Los que disfrutan al volante...¿no salen más a 'disfrutar' en fin de semana? Y en cambio, la rutina y aburrimiento de entre semana resulta más segura... ¿Paradójico? Bueno.. es sólo para debatir!
      Saludos!

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    2. Buena apreciación, Elisa.
      Creo que la mayoría de esas personas que utilizan el coche casi como un electrodoméstico más con el único fin de ir de A a B, pertenecen al grupo de los que van en coche al trabajo, bien por pura comodidad o porque no tienen otra alternativa (en Bilbao el metro, entre semana, funciona de 6 a 23; muchas personas a las 6 deben estar en sus empresa y otras a las 23 aún no han salido de ellas, así que...). Esto no impide que conozca a algunos conductores profesionales a los que, curiosamente, no les gusta conducir.

      Los que disfrutan al volante (disfrutamos, mejor dicho), me parece que somos minoría, y aunque salgan los fines de semana no pueden influir significativamente en mejorar la media del nivel de seguridad. Y por otra parte, parece que somos una especie en extinción. Aunque este grupo creo que tiene buena representación entre los que van en moto. No sé muy bien como lo llevan "los moteros", pero en coche cada vez da más pereza salir "a disfrutar" de la conducción, es agotador (y peligroso, por la atención que sustrae a lo importante) tener que estar tan pendientes de tanto posible radar, y por supuesto, no estoy pensando en ir en plan de "carreras", ni mucho menos. Yo he comprobado miles de veces (incluso dando clase) que ante un límite de 50, por ejemplo, igual pasas a 80, pero en el lugar concreto en el que realmente es necesario disminuir la velocidad, estás a 50, o menos, automáticamente, pero como en ese espacio te coloquen un radar que no has visto te han fastidiado.

      Supongo que en Cataluña ocurrirá algo muy parecido a Euskadi, en el sentido de que al tener policía autonómica, hay una intensa vigilancia de las carreteras, con fines básicamente racaudatorios, claro. Comparado con lo que se ve en otras provincias con respecto a la Guardia Civil de Tráfico, sus homólogos de aquí están en huelga de celo. Nos tienen asfixiados. ¿Ocurre lo mismo ahí? Y otra cosa (algún día escribiré una entrada sobre ello), en Euskadi, se dio una situación única en España en un periodo corto de tiempo (quizá 2 ó 3 años) muy a finales de los 70 y comienzos de los 80. Debido al riesgo que suponía el terrorismo para las patrullas de tráfico de la Guardia Civil (muy vulnerables a un atentado por la naturaleza de su trabajo) y a que la policía autonómica aún no estaba operativa ni desplegada, prácticamente, en ese tiempo desaparecieron de la mayor parte de estas carreteras. Curiosamente, el índice de accidentes y de cumplimiento de las normas se mantuvo perfectamente estable. Si no fuese por por la desgraciada circunstancia que llevó a esto, hasta lo hubiese considerado un acontecimiento feliz.

      Vale, es solo debatir; pero es fructífero, todos aprendemos de todos. Además, esto último que has dicho me trae un recuerdo y algo tiene que ver. Verás, de los 6 a los 25 años viví en Gijón, puedo decir que me crié y crecí en puerto de mar, pero fui testigo algunas veces de cómo algunas personas jóvenes y adultas vieron por primera vez la mar en "El Muro" de la playa de San Lorenzo (algo tan natural para mí), y me llamaba poderosamente la atención el gusto, admiración, alegría y asombro que les producía; hasta el punto, de que me hacía volver la vista a la mar y escudriñarla en busca de una nueva mirada o sensación, y eso que siempre la gocé. Esa búsqueda aún la sigo haciendo y me regala nuevos placeres cada vez que la contemplo. Me voy a bañar en sueños.

      Bona nit!!!

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    3. En general, cuando una actividad 'para nuestro bien' se lleva a extremos, resulta contraproducente. Fíjate en la entrevista, muy interesante, sobre el exceso de atención médica que apareció en 'La Contra' de La Vanguardia.
      http://www.lavanguardia.com/lacontra/20130207/54365145790/la-contra-juan-gervas.html
      Aquí, en relación a lo que dices, pusieron lo de la velocidad variable y sí, a veces resulta un tanto contraproducente (por los frenazos repentinos que hace el tráfico cuando se llega cerca del radar).
      Pero no sé si hace falta agobiarse por estos temas. Yo, pobre inexperta, nunca me he preocupado demasiado de mirar el velocímetro. Dicho aparato está en el centro del salpicadero (no delante de mi volante), con lo cual mirarlo me supone girar la vista deliberadamente, cosa que no acostumbro a hacer. En general, me dejo llevar 'por el flujo', obviamente no 'corro' (eso está fuera del alcance de mis capacidades y de mi coche), y haciendo así pienso que si llega una multa, pues mala suerte, no voy a estar agobiándome que si ahora 5km/h arriba o abajo. Y, será casualidad o suerte o lo que sea, pero afortunadamente hasta ahora nunca he tenido una multa con el coche. Pero preferiría (infinitamente) tener una multa que no hacerle daño a alguien por conducir más pendiente de las multas que del tráfico. Saludos!

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    4. Me ha gustado mucho la entrevista que citas, ¡gracias!
      El "pobre inexperta" con el que te calificas, yo no te lo aplicaría, sabes más que muchos supuestos "expertos" que te aventajarán en decenas de miles de kilómetros recorridos, pero no en nivel de consciencia, ni en ganas de aprender, ni en decisión de mejorar (que son los aspectos claves y verdaderamente importantes).

      El velocímetro de tu coche no está en el mejor lugar posible, desde luego, y comparto totalmente que antes prefiero una multa que hacer daño a nadie, pero hay que evitar aquellas. Yo memorizo la posición de la aguja para los límites más comunes (50, 80, 90, 100 y 120), así gano en rapidez de percepción y evito leer cifras. Mantenerse en "el flujo" del tráfico, está bien, supone ir de forma coordinada con el resto; pero yo busco mi ritmo natural de marcha -siempre que puedo- porque supone un equilibrio perfecto entre un nivel de atención ideal o dormirme. En recorridos cortos, me da igual mantenerme dentro de los los límites legales o incluso por debajo, pero en los medianamente largos o más, ir por debajo de mi ritmo supone prestar la máxima atención a mantenerme despierto (literalmente); y superarlo, demasiada atención, aumentando el cansancio y la fatiga.

      He conducido mucho, supero los 3 millones de kilómetros, luego, lógicamente y salvo condiciones muy difíciles, mi ritmo de marcha supera ampliamente los límites genéricos. Y no es una cuestión de mérito propio, de presunción ni chulería; es una consecuencia puramente natural a la que te lleva la práctica, de modo que no hay más remedio que prestar atención a los radares o te abrasan a multas. Y no hay derecho. Es injusto. Por cierto, ya que sale el tema, aprovecho para confesarte una cosa: me molesta mucho, pero mucho, leer a tantos supuestos expertos en temas de seguridad vial que afirman (implícita o explícitamente) respetar las normas escrupulosamente, porque una de dos: o de expertos no tienen nada, o mienten como bellacos.

      Estoy completamente seguro, Elisa, que ahora mismo, tu nivel de conducción te permite superar algunos límites sin ningún riesgo propio ni ajeno; y tenderás a ampliar esos límites de un modo perfectamente natural, sin forzar nada (lo contrario sí entraña riesgo), de modo que no queda más remedio que prestar atención a los radares. Y agobia. Y no están colocados por ni para nuestra seguridad (aunque alguno que otro en según qué sitios puede venir muy bien), no; existen porque siempre que se imponga una norma contra natura, se vigile y se cobre por su incumplimiento, los señores feudales de turno verán aumentar sus arcas fácil y notablemente.

      A veces (a mí me ocurrió en dos ocasiones), dando clase de coche te sorprende un radar y te llega la correspondiente denuncia. Y muchas veces, tienes que avisar a tu alumno para que frene si no queremos que nos multen, y estoy hablando de clases y alumnos perfectamente "normales", sin que se dé ninguna condición especial. Así que...

      Bona nit, saludos!!!

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    5. Es que, como se desprende de la entrevista, esas áreas profesionales que en principio están para nuestro bien (tráfico, medicamentos,...) son también una fuente lucrativa importante, con lo que se pervierte su funcionamiento, y ya no sabes si están del lado de la gente o de la recaudación.
      Sobre lo del equilibrio y dormirse me comentaron hace poco (no sé si se podrá encontrar por Internet) que en un zona de los EEUU (creo que en una zona de California) tenían un limite de velocidad de unos 80km/h, que cambiaron a 110Km/h... para evitar accidentes! La gente se les dormía y se accidentaba más a 80Km/h. Saludos!

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    6. Es verdad, se empiezan a mezclar muchas cosas -más malas que buenas- y al final nos dan un veneno con etiqueta de medicamento.

      Sobre lo del equilibrio, dormirse, ritmo de marcha de cada cual... hay un ejemplo muy claro, que sirve para todo: Un mecanógrafo bien entrenado que dé 300 pulsaciones por minuto, si se le obliga a dar 100, cometerá muchos más errores. Las políticas de seguridad vial, van cada vez más rápido y directas al absurdo de hacer torpes a los conductores expertos, sin lograr lo contrario. Es más, los domingueros (por decirlo así), se reafirman en su ignorancia: ¿A quién obligan a....? Pues claro, nosotros somos los que lo hacemos bien. En fin, el mundo al revés, la tiranía del mediocre se potencia para todo. No se estimula a superar el listón, se baja o se quita.

      Había oído lo de EE.UU. (¡gracias!), también que hace pocos años algunos estados han subido los límites de velocidad, que, al menos en uno (ahora no recuerdo el nombre) en autopistas han eliminado el límite genérico (como en Alemania). Y otra cosa muy interesante y más vieja: Hace años, ante la presión de ciertos grupos que insistían en bajar y bajar los límites de velocidad, se hicieron estudios que demostraban empíricamente, que por debajo de cierta cifra, la economía se colapsaba; no la recuerdo con precisión, pero andaba alrededor de los 90 Km/h.

      ¡Saludos!

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  5. Se me quedaron algunas cosas en el tintero:

    El 'exceso de celo' con lo de las señales me recuerda mucho al exceso de tratamientos médicos. En realidad, dicho exceso no contribuye al bienestar de la sociedad, pero de alguna manera se ha conseguido que si no se cumplen los 'dictámentes' uno es un mal padre/madre.

    Así, enfermedades como la varicela, ahora se presentan como 'potencialmente peligrosas', y se ha implementado la vacunación contra el papiloma. Y si no sigues esta línea, pues es como si quizás no fueras un padre/madre correcto. Y en la carretera, pues la señalización -cuya función principal és evitar que gastes muchas energías entendiéndola y ofrecer seguridad- es muchas veces algo así como un campo de minas lleno de radares. Nunca entenderé por qué algunos de los tramos (impecables) por los que paso normalmente tienen limitación variable de 100 cuando tramos de otras autovías (especialmente esas que eran nacionales pero que desdoblaron) mucho peores no tienen estos límites. Y claro, si te pasas, pues también te sientes como un mal padre/madre, y desde luego es difícil -aunque si se hace bien instructivo- justificar a los niños o mucho peor, adolescentes, los km/h de más y de menos a la vez se transmite el respeto básico a las normas, sin el cual desde luego no podríamos vivir. Saludos!

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    1. Buen ejemplo el de la sanidad, pero qué difícil valorar en este campo, la mayoría no tenemos conocimiento ni formación en él. Yo viví una situación similar a la que cuentas de poder llegar a sentirme como dices: "un mal padre/madre", pero al revés, cuando lo de la gripe aviar, respecto a si animar o no a mi madre para que se vacunase. De entrada me parecía un cuento y una estafa a nivel planetario impresionante, pero, te queda la duda, menos mal que tuve suerte: fui a preguntarle al médico de mi madre, un señor mayor muy majo de la vieja escuela, y me dijo: "¿Tu madre quiere vacunarse?" No, respondí "Pues déjala que sea feliz", y añadió: "Mira, aquí dicen que nos van a vacunar a todos, pero te aseguro que yo no me vacuno ni aunque me despidan". Me convenció totalmente y me dejó muy tranquilo.

      También has puesto un buen ejemplo con lo de los límites de velocidad. Esas carreteras desdobladas y convertidas en autovías de forma tan chapucera son fuente de muchos problemas. Con los límites de velocidad también hay muchas incongruencias y contradicciones clarísimas: límite de 40 poco antes de una curva, el mismo para un coche que para un autobús, es irracional, o uno pasa lento o el otro demasiado rápido. En bici puedes rebasar el límite en bajadas (no me parece mal), ¿pero los demás, qué? Y hay muchos más ejemplos del absurdo.

      Y hablando de ejemplos, es un serio problema con nuestros hijos decir una cosa y hacer la contraria. Pero, creo que se puede solucionar con tiempo, diálogo y humildad. Creo que la contradicción es inherente a la condición humana, sin embargo, podemos hacernos escuchar (no será muy difícil, si hacemos lo mismo con ellos), entonces podremos explicar nuestras razones cuando hacemos algo "mal" adrede y disculparnos cuando sea por error mostrando un sincero propósito de enmienda. Digo yo. Y sí, las normas son necesarias aunque viviésemos solos en una isla desierta.

      ¡Saludos y perdón por el retraso!

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