martes, 22 de mayo de 2012

HÁGASE UN FAVOR, ¡PARE!

En lo que llevamos de este mes de mayo, ha habido cuatro accidentes de tráfico en Vizcaya entre bici y coche, resultando: en el primer accidente, ciclista herido; en el segundo, ciclista herido y conductor de turismo que se da a la fuga; en el tercero, ciclista muerto; en el cuarto, ciclista gravemente herido y conductor de turismo que también se da a la fuga. 

Podemos imaginar que es nuestra
conciencia y cumplir su orden.

Negar el auxilio a cualquier persona que lo pueda precisar, en cualquier circunstancia, salvo que suponga riesgo para la integridad física propia o de terceros, es un delito. En esta entrada, quiero hablar del elevado riesgo que corremos todos de convertirnos en delincuentes por un hecho semejante al mencionado a pesar de lo que nos escandaliza. El pasado miércoles, José Ángel y yo hablamos en la radio de ello, pero creo que el asunto es lo bastante importante como para extenderme más en él de lo que permite el tiempo de la radio.

Siempre que nos disponemos a realizar un recorrido en coche, sin importar lo corto o largo que sea, tenemos en mente la ruta por la que iremos y, por supuesto, sabemos de dónde salimos y a donde vamos. Tenemos un mapa del camino, por el que andaremos con más o menos precisión, en nuestra cabeza y del que seremos más o menos conscientes en función de lo conocido que nos resulte el territorio por el que nos moveremos y la frecuencia con la que hacemos el desplazamiento; también nos daremos un tiempo estimado para hacerlo y, casi siempre y casi todos, somos perfectamente conscientes de que quizá tardemos algo más en hacer el recorrido que pretendemos debido a incidencias  en el tráfico que nos son my conocidas: atascos y encontrarnos con demasiados semáforos en rojo, fundamentalmente.

También conviene evitar ser prisionero de nuestros prejuicios.
El automóvil nos permite una libertad de movimientos como ninguna otra máquina hasta ahora. Podemos tenerlo muy cerca de donde estemos y mientras no haya mar de por medio sin puentes ni túneles el mundo está a nuestro alcance. ¡De ahí su magia! Podemos modificar horas, rutas y destinos en cualquier momento. Barcos, coches y aviones permiten cumplir un sueño atávico del ser humano: libertad e independencia para moverse. Cómo no enamorarme de estos vehículos, muy especialmente, de los dos últimos.
La libertad, conlleva responsabilidad; moverse implica un riesgo, incluso andando. Manejar cualquier máquina exige conocimiento y práctica. Desde hace ya unos cuantos años acá, las carreteras han mejorado tanto que hacen muy fácil el transitar por ellas; los automóviles, son máquinas muy fiables que muy pocas veces se averían; el fenómeno del tráfico, está plenamente integrado en nuestras vidas; prácticamente, todos los seguros incluyen asistencia en viaje y casi todo el mundo conduce con un teléfono móvil a mano. Casi nadie piensa en algo más que lo mencionado dos párrafos más arriba, casi nadie piensa siquiera que se puede pinchar un neumático en cualquier momento, hasta el punto, de que muchas personas reconocen no saber cómo cambiar una rueda. Casi todo el mundo piensa (¿piensa?) que los accidentes son cosa de otros... Casi todo el mundo, es un delincuente en potencia porque, muy probablemente, continúe su camino aunque alguien que se encuentra en él precise de su ayuda.

Sí, da miedo parar. Pero es fácil vencerlo si nos imaginamos como víctimas.
Foto tomada del sitio: www.taringa.net/posts/paranormal
Si vamos andando por la calle y vemos a una persona tirada en el suelo de una acera, aunque en un primer momento sigamos nuestro paso, miremos de reojo, pensemos -rápidamente- que es un mendigo que está “tan a gusto”, que hay más gente, que, si nos detenemos, retrasaremos nuestras tareas, citas... igual, ni las podemos hacer, que en cualquier momento pasará la policía y ya se encargarán ellos, que etcétera, etcétera. Pero si nos surge un instante de duda cuestionando nuestra actitud, volveremos la cabeza y veremos a la persona aún tendida muy cerca, seguramente, entonces, haremos algo por ella. Si vamos conduciendo, y la duda nos hace mirar atrás por el retrovisor, ya no vemos nada, o muy mal, pequeño, lejano, inexistente. Si la conciencia nos interroga un poco, le diremos que era cualquier objeto no identificado que se ha caído de un camión, o un perro o animal salvaje muerto, una ilusión óptica... Y en cada segundo nos alejamos decenas de metros de la persona que puede necesitar de nuestra ayuda; y puede ser vital para ella. Pero... ¡que no había nada, hombre!
Parece que la energía cinética del vehículo induce inercia en nuestro cerebro y atrofia nuestros sentidos. Personalmente, si acto seguido de hacer un viaje largo me meto en la cama, al cerrar los ojos, sigo conduciendo y cuando me duermo, también en sueños; me ha pasado muchas veces, sobre todo, cuando la última parte del viaje conlleva algunas horas nocturnas, y más, cuanto más difícil me haya resultado el mismo. ¡Se hace difícil parar!

Moverse, actuar, es vida; la muerte
la quietud absoluta.
Se hace difícil parar, y más si es de noche y en carretera abierta y no conocemos la ruta ni el destino. Se hace difícil parar,  por evitar contemplar la posibilidad de sufrir, causar o ser testigos de un accidente antes y mientras conducimos en nuestra imaginación. Sí pensamos en parar para repostar o tomar un café, pero pocas veces, muy pocas y muy pocas personas, piensan en algo más. Es imprescindible que imaginemos, sentados en el sofá de nuestra casa, por ejemplo, y muchas veces, que vamos conduciendo y vemos que alguien está tirado en la carretera porque ha sufrido un accidente, también cuando vamos conduciendo. También si alguien choca con nosotros o nosotros con otro. Si revienta o pincha una rueda, si se enciende alguna luz roja en el salpicadero, si la temperatura del agua (o líquido refrigerante) alcanza valores superiores a los normales... Es imprescindible imaginarnos todas esas situaciones, “vernos” en ellas con los ojos de nuestra imaginación y ejecutando las decisiones adecuadas a las mismas inmediatamente después. ¡Parar! Ante la más mínima duda de si sería necesario hacerlo. De este modo, y creo que sólo de este modo, estaremos seguros de evitar darnos a la fuga en situaciones de ese tipo. La imaginación es un espléndido simulador y utilizarlo es gratis. 
Voto porque no, pero, en realidad, es muy fácil pensar que podemos ser nosotros, cualquier día, quienes podemos necesitar de ayuda. En realidad, resulta fácil hacernos el favor al que aludo en el título, ¿no les parece?
Esteban

7 comentarios:

  1. Hola Esteban:
    Lo de las bicis y darse a la fuga me ha dejado consternada. Yo tuve una vez un accidente con un coche yendo en bici. El pobre hombre paró
    inmediatamente y bajó del coche muy asustado, como creo que es la reacción normal que tendría cualquiera. Yo tampoco le tiré la culpa porque las infraestructuras y señales son claramente insuficientes en muchos puntos (y en ese en concreto). Pero ¿cómo me hubiera sentido si se hubiera ido dejándome tirada??
    Capítulo aparte merece la regulación del tráfico en bici en este país.
    ¿Cuántos muertos más tiene que haber? Aquí en Barcelona hay carriles bici que parecen diseñados por el enemigo. Me niego a meterme en algunos de ellos, por más que lleve muchos km de bici a mi espalda.
    Sobre lo de saber cómo parar... pues vendría muy bien que nos enseñaras qué tener en cuenta en esos casos. ¿Cómo parar correctamente en medio de una carretera sin poner a nadie en peligro? Porque eso no lo hemos hecho nunca 'en prácticas'.

    Gracias! Un saludo!

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    1. Hola Elisa:
      Quiero darte las gracias por estar tan atenta y pedirte disculpas porque... te contestaré mañana, seguramente por la tarde o noche. Espero que el accidente del que hablas apenas te causase daño y ninguna lesión importante. Gràcies! ¡Saludos!

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    2. Buenas tardes, Elisa:

      Pues sí, estas malas noticias dejan mala sensación. Pero bueno, nos puede ocurrir andando, en bici, en coche... muchas veces también actúa correctamente quien produce un accidente, como en el caso que cuentas. Otras, se portan muy bien al principio y después no quieren saber nada -me pasó una vez, confié y luego nada pude hacer-, otras veces es al revés. Creo que la personalidad, carácter... del ser humano tiene más facetas que los ojos de una mosca. Puede sorprendernos cualquiera -para bien o para mal-, pero cuidado, también podemos sorprendernos de nosotros mismos. Ahí apunto con esta entrada, es mucho más fácil de lo que parece que cualquiera “decida” seguir su marcha estando implicado en un accidente, puede depender de muchas circunstancias. El hombre que citas, por ejemplo, tal vez, en carretera abierta, de noche, no se detenga; básicamente porque apenas si percibe que ha habido un accidente. Imagino que aquel ocurrió en vía urbana, de día, velocidad media del turismo muy baja... Creo que la clave para evitar actuar como un desalmado es mentalizarnos previamente. Aún a velocidades moderadas, en un coche todo pasa muy rápido, la percepción de la realidad se puede alterar mucho. Siempre invité a mis alumnos, entre otras cosas, a que pensaran bien en algo tan sencillo como esto: a 80 km/h, en un segundo, recorres 22 metros. Y lo repetía, a modo de breve mantra que les llevase a una reflexión profunda.

      Sobre cómo parar... haré una entrada, porque no había reparado en ello pero no es fácil. ¡Gracias por la idea! Te puedo adelantar, que con mucha decisión y esta es previa a la ejecución; hay personas que pueden realizar maniobras difíciles con gran destreza, pero no lo hacen porque no lo deciden. Sin poner a nadie en peligro es imposible, pero como en una pelea, lo primero es cubrirse uno, avisar del riesgo y pedir ayuda. Aunque ahora tenemos herramientas que pueden alterar algo las cosas, en más de una ocasión he hablado con un operador del 112 antes de detenerme.

      Respecto a la regulación del tráfico ciclista, imagino que te refieres, más que nada, a la señalización e infraestructura, a cómo se meten con calzador carriles bici en lugares y de forma que suponen un evidente riesgo, tal cómo dices. Sí, yo también los veo, y pienso que es por decisiones políticas tomadas con una frivolidad e irresponsabilidad que espanta. En cuanto a los artículos que dedica a ello la Ley de Tráfico, creo que salvo algún que otro matiz, están bien. Me parece que no son necesarias más normas, si acaso estudiar seriamente, cómo reducir y simplificar. Si es posible estaría bien, y mantenerlas estables, asegurar su conocimiento por parte de todos, motivar su cumplimiento... ¿Estoy hablando de educación? Si es lo que menos le importa al poder legislativo, en toda su variedad de escalas. ¡Qué pena!

      ¡Muchas gracias! ¡Saludos!

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    3. Gracias Esteban por tu respuesta y espero el post sobre cómo parar!!
      Yo he tenido dos averías: la primera fue el intermitente derecho, la segunda el embrague desgastado. En las dos ocasiones fue llegando a casa y pude ir directa al taller. Pero...¿qué hacer si aparece un testigo en el salpicadero en un momento 'peor'?
      Las normas para las bicis me parecen bien... siempre que haya las infraestructuras adecuadas. Como conductora: ¿cómo circular correctamente en una carretera de curvas viradas, sin arcén y con un ciclista delante?
      Creo, sinceramente, que esto es como la cuadratura del círculo: no se pueden mantener, en este caso ya la vez, la seguridad de todos y la fluidez. Y esto lo saben bien en otros países donde las sendas ciclabes transcurren segregadas del tráfico motorizado, para el bien y la tranquilidad de todos.
      Hace pocos meses tuve el placer de circular en bici por Vancouver. Me sorprendió sentirme mucho más segura en una ciudad completamente desconocida que en la mía propia, que conozco como la palma de la mano.

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    4. Respecto a la pregunta sobre el ciclista... Pues, en tanto no sea posible adelantarle, con mucha paciencia y respetando escrupulosamente su derecho. En primera, si hace falta e incluso pisando suavemente el freno, por supuesto sin acosarle -estoy seguro de que tú no lo haces- y, aunque ninguna norma lo diga, yo me impongo -y lo mismo les pedía a mis alumnos- que manteniendo una distancia de seguridad mayor de la que realmente requiere la velocidad a la que circulen ambos vehículos- por la sencilla razón de que, junto con ciclomotores y motos, por definición, tienen un equilibrio inestable, en cualquier momento se pueden caer y no quiero pasarles por encima si eso ocurriese. Por otra parte, es muy curioso cómo, en general, se modifica la actitud de un conductor en función de qué vehículo tengan delante: típica carretera de montaña en subida, casi todos los conductores actúan de forma mucho más resignada y paciente detrás de un camión que detrás de un ciclista aunque ambos les obliguen a ir igual de lentos. Me da que es un gesto atávico que tiene que ver con lo de la ley del más fuerte.

      Segregar el tráfico motorizado del resto, es lo ideal, estoy de acuerdo. Pero creo que tiene mal encaje en la mayoría de las ciudades de Europa y en las de España en particular. No conozco América y eso que me atrae muchísimo desde siempre, desde Alaska a la Tierra del Fuego pero, claro, he visto muchas películas y sé algo de ese gran continente en el que hay dos países -Estados Unidos y Canadá- que, prácticamente, se han formado y crecido a la par que el automóvil; son estados enormes, jóvenes, ricos... además, Canadá (qué envidia) tiene una densidad de población muy baja, no me extraña que te encontraras a gusto. Yo he conocido aquí a unos cuantos estadounidenses que, para mi sorpresa, afirmaban que se conducía claramente mejor en España e Italia que en EE. UU. Decían que allí conducían peor porque era mucho más fácil, no me parece mal argumento. Estuve una vez en Ámsterdam unos pocos días (sin coche) y me sorprendió muchísimo el paradójico ordenado caos con que circulaban, y muy ágiles, turismos, motos, muchísimas bicicletas, tranvías... ¡todos, compartiendo la misma calzada! Y, para mi sorpresa, sin presenciar el más mínimo incidente, ni un ligerísimo toque aparcando. Me dejó impresionado a la par que daba un poco de miedo. No sé, seré muy pesado, pero cada vez me parece más determinante las distintas mentalidades que tenemos entre unas partes y otras del mundo, más también creo que todos las podemos trabajar y hacer una especie de ensalada tomando lo mejor de cada parte a modo de como actúa la genética en la reproducción de las especies, no sé... Ah, y algo tan elemental como educación y respeto, claro, profundamente sentido y vivido. Cuando oigo hablar de “educación vial” siempre pienso que sobra la segunda palabra, basta con la primera.

      ¡Un saludo!

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    5. Sí, el tema de los EEUU me lo ha dicho exactamente igual a como explicas un amigo nuestro que lleva un tiempo viviendo allí.
      Pero si algo envidio a muchos países, y no sólo en el ámbito de la circulación, es el respeto a las normas, al bien social. Y no me refiero a ser un 'cabeza cuadrada', sino a pensar en términos de sociedad. Es un aspecto de sus vidas que creo les facilita enormemente la existencia y les permite progresar como colectivo. Lo contrario a la picaresca, que permite un beneficio inmediato pero que es un auténtico lastre social.
      Saludos!

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    6. Reitero mis disculpas por el retraso y agradezco tu comentario del que comparto totalmente tu parecer. Esto de mantener actitudes del siglo XV, y seguro que entones no era nada nuevo, es una auténtica vergüenza nacional que, como bien dices, lastra nuestro avance como sociedad en todos los sentidos. Recuerdo que de niño, me llamaba poderosamente la atención cuando en la escuela, en clase de geografía y cantando, aprendíamos los límites de este país: “España limita al norte con el mar Cantábrico y los Montes Pirineos que nos separan de Francia...” Separan; me molestaba la expresión, te lo aseguro, sentía que se cerraba una puerta imposible de franquear; así que desde la playa de Gijón miraba a la mar y mi vista se iba hacia el oeste, por ahí no hay montes y llego a América, seguro. En mi infancia asocié rápidamente que los montes separan y la mar une. En fin, me tiro de la lengua yo solo y luego...

      Bona nit! ¡Saludos!

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