lunes, 31 de agosto de 2015

LOS PELIGROS DEL SILENCIO

Dicen que cuando perdemos la función de alguno de nuestros sentidos los demás se agudizan. Excepto el sentido común, por lo que parece. En nuestras ciudades, en lenta progresión, cada vez tenemos más ocasiones de encontrarnos con coches que no hacen ningún ruido, me refiero (como sin duda ya suponen) a los que llevan motor eléctrico y a los híbridos que suman al propulsor de los primeros un motor de gasolina o diésel, motores convencionales estos pero ya bastante silencios de por sí (sobre todo los de gasolina, mayoritarios en este caso) y en cortos trayectos hasta totalmente, porque ni funcionan, ya que es sólo el motor eléctrico el que impulsa el coche.

Fuente: www,elmundo.es
Pero los seres humanos seguimos aferrados a viejas costumbres y cruzando de oído, bueno, quizá usted no, pero yo mismo aún me sorprendo alguna vez acercándome hasta el borde de la calzada sin haber mirado todavía; hasta en mitad de la calle hay casos en los que, si antes no oigo, no miro. 

Quizá no tengamos ningún pariente o amigo, ningún familiar, compañero o vecino que tenga un coche eléctrico y eso nos induce a olvidarnos de su existencia, pero poco a poco cada vez se ven más. La mayoría de los que yo veo son de instituciones o empresas públicas, aún no conozco a nadie que tenga un vehículo así para uso estrictamente particular, pero habrá algún caso. Con los híbridos sí que ya hay conductores que los usan sin motivo de trabajo, conozco algunos, incluida una exalumna; y muchos taxistas. 

Hace ya unos años que vengo avisando a parientes y amigos, sobre todo a los mayores, de que nunca ha sido tan importante como ahora hacer lo que todos sabemos antes de cruzar la calle: mirar bien antes y durante. Aunque lo hagamos por un paso de peatones o con un semáforo en verde. ¡Miremos! Es acostumbrarse, enseguida se crea el hábito, pero hay que hacer el esfuerzo, que además viene con una clara y muy buena recompensa: reducir el riesgo de atropello muy notablemente.

Son muchos los peatones que arriesgan demasiado.
Fuente: www.lne.es
También es importante tener en cuenta el silencio con el que se mueven muchos coches cuando pasamos entre dos que están estacionados en línea y cuando andamos en paralelo con los que están en batería, especialmente en los aparcamientos de los centros comerciales.

Naturalmente, a los conductores de los mencionados vehículos se les añade un trabajo extra en forma de mayor atención y cuidado que, normalmente asumirán y realizarán bien, entre otras cosas porque, hoy por hoy, la mayoría de dichos conductores son profesionales. Pero humanos, no lo olvidemos, y por muy bien que conduzcan y más empeño que pongan en la faena, son tan incapaces de hacer milagros como nosotros. Un coche necesita de unos metros para detenerse y más veces de las que parece, un atropello sólo puede evitarlo el peatón.



Un pésimo tramo de carril bici en El Muelle (Gijón), peligroso en sí mismo y por 
la gran afluencia de peatones y vehículos que transitan por él.
La señal (que está al lado) es casi invisible para todos por lo alta que está.
                                                               
Peatón, que para más inri, va frecuentemente utilizando auriculares, más veces aún el teléfono, otras son ancianos, muchas veces con niños a su cargo, una mezcla explosiva. Seguramente ya se habrán dado cuenta de lo muy vulnerables que somos -en todos los sentidos- cuando usamos los teléfonos andando por la calle. Debemos tener mucho cuidado y esforzarnos en agudizar al máximo ese sentido común del que tan carentes solemos ver casi siempre a los demás.

Debí de haber escrito antes sobre este asunto, mea culpa, porque lo conozco desde hace muchos años ya que en muchas naves industriales se utilizan hace tiempo máquinas que se mueven con motores eléctricos y hasta he conducido alguna. En fin, nunca es tarde. Espero.

Sobre los coches eléctricos también he leído hace tiempo que si algunos modelos vendrían dotados de sistemas que generan un ruido artificial con el fin de paliar estos problemas. Supongo que habrá alguno en el mercado, quizá hasta lo hagan obligatorio las mentes que dicen que gobiernan, pero desde luego no deja de parecerme una lamentable paradoja eliminar una clara y beneficiosa ventaja. Porque una cosa es utilizar la bocina para advertir de un posible y concreto riesgo y otra hacerlo a discreción por un simplón decreto. Y porque seamos tan necios de seguir cruzando de oído, todo hay que decirlo.


                         
La foto de la izquierda contrasta con la anterior por lo bien hecho que está el carril, 
y también es en Gijón. Por cierto, que tengan un día como indica la marquesina.

La foto de la derecha, más que un carril bici, muestra una autopista para bicicletas, 
ese tramo está a la altura de Gallarta, pueblo natal de Dolores Ibárruri (La Pasionaria).
Fuente de esta foto: www.bizkaia.net


Hay otros vehículos con larga historia que tampoco hacen ruido: las bicicletas. Y es demasiado habitual ver a peatones cruzando sus exclusivos carriles e incluso andando por ellos despreocupadamente, lo que detesto casi tanto como encontrarme con ciclistas por la acera; claro que, cuando el carril para bicis sólo está pintado en la acera, pedir a nuestros mayores que se den cuenta del peligro de andar por él o cruzarlo sin mirar, me parece que es demasiado pedir. Pero les conviene hacerlo, por la cuenta que les trae. 

Me consta que en algunas ciudades se está incrementando mucho el uso de la bicicleta, y creo que irá a más. Elisa Alòs, puntual comentarista de este blog (moltes gràcies, Elisa!) y a la que muchos de ustedes ya conocen, me lo confirmaba hace poco con respecto a Barcelona; hace unos días, vi en las noticias que en esa misma cuidad, entre otras, también aumenta mucho el número de varios inventos movidos por motores eléctricos: patinetes y demás, en muchos casos de alquiler y utilizados por turistas, a los que generalmente y en principio, se les presupone poco cuidado. Y no quiero olvidarme de las bicis eléctricas a las que auguro una franca expansión (otra cosa es lo que dure), y las motos, que todavía no he visto ninguna por la calle pero también parece que tendrán éxito. 
Bici de montaña con motor eléctrico, me tienta muchísimo.
Las descubría hace poco, y algunas alcanzan los 45 km/h
¡Una maravilla!
Fuente: www.mx.all.biz
En fin, comencé sin pretenderlo invitándoles a dar un paseo andando y ahora ya estamos conduciendo. Cómo pueden ver, esos recorridos urbanos tan conocidos se están tornando cada vez más emocionantes, de modo que tendremos que aumentar notablemente nuestra atención, concentración, esfuerzo, vigilancia y ganas de conducir bien circulando por ciudad. Es el único modo que conozco de mantener el peligro a raya. 

Por cierto, sin duda se habrán dado cuenta de las analogías que hay entre bicis y coches eléctricos ¿sabían que es obligatorio que las primeras lleven timbre? Y lo confieso: no llevo timbre en la bici; desde que creía que ya no era niño y que eso ya era sólo cosa de críos, o de mujeres, otra confesión. Pero lo he echado de menos en bastantes ocasiones, porque cuando voy por un conocido carril bici denominado por estos lares como bidegorri (camino rojo), andar a gritos con los peatones para avisarles me da no sé qué... y siempre resulta incómodo. He de hacerme con un timbre.

Esteban

P. S.: Les invito a que disfruten de esta preciosa canción del gran Atahualpa Yupanqui, me parece que viene bien al hilo del tema y me llegó desde el recuerdo al leer el comentario de RECOMENZAR. Se la dejo aquí.




martes, 25 de agosto de 2015

¿CLASES PRÁCTICAS DE CONDUCIR "ONLINE"?

Sí, es posible. Siempre que la persona que las recibe o solicita tenga permiso de conducir en vigor, de lo contrario en España sería delito y en prácticamente cualquier país del mundo, al menos, una infracción administrativa. 

¡Me encanta esta imagen!
Siempre me resultó asombroso y envidiable la fiereza y el valor
con que un animal se enfrenta a otro mucho más grande que le amenaza.
Fuente: www.slidesharecdn.com
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Desde hace unos tres años acá, primero de forma muy esporádica que se fue haciendo poco a poco más intensa, siempre de un modo espontáneo y gratuito, varias personas de distintos lugares del mundo se pusieron en contacto conmigo para preguntarme sobre diversas cuestiones más o menos concretas relativas a la conducción de un automóvil.

La respuesta a estas inquietudes daba lugar a nuevas preguntas y problemas y a buscar por mi parte soluciones a las mismas teniendo muy en cuenta las particularidades de cada conductor y de cada lugar, concretando cada vez más tanto las cuestiones planteadas como la respuesta a las mismas. 

Al final yo proponía un plan de acción con diversas etapas que acordaba con mi alumno en la distancia (sólo físicamente) manteniéndome este puntualmente al corriente de sus progresos o de los nuevos problemas que aparecían y aparecen a veces y poniéndonos ambos a la faena, una vez más, en la forma de resolverlos. 

Este proceso se repite cuantas veces sea necesario hasta que el alumno comprueba por sí mismo y satisfactoriamente que ha solucionado sus dificultades y que ya tiene y sabe utilizar las claves y herramientas necesarias para darles respuesta, sin mi ayuda, a las que aparezcan posteriormente. 

Ahora algo nuevo: también "online".
Para entonces -si no antes-, sin tan siquiera pretenderlo, sin intención previa alguna, automáticamente y de un modo natural, la persona en cuestión comenzará a disfrutar conduciendo. Esta satisfacción hará las veces de un segundo y poderoso motor de su motivación logrando avances significativamente importantes y rápidos. Esta satisfacción es un magnífico propulsor cuyo combustible no se acaba nunca y se abastece de nuevo con cada logro por pequeño que parezca. 


Resumiendo y brevemente
  • Entre alumno y profesor debe establecerse una comunicación fluida, sincera y franca. Si queremos aprender a conducir o ampliar limitaciones del tipo y por la razón que sean, lo primero es construir un puente entre las mentes de alumno y profesor que asegure un doble sentido de circulación.
  • El alumno expone sus problemas, inquietudes y deseos; con su permiso, el profesor indaga en ellos para buscar juntos sus raíces. Una vez localizadas, ambos concretan el método para extraer las raíces de los primeros y plantar en su lugar las de las soluciones.
  • Alumno y profesor trazan un plan. Partiendo del que sería ideal, se ajusta a las circunstancias concretas del alumno y este se pone a trabajar con él tal como se había acordado.
  • El alumno comunica al profesor avances y dificultades y este reajusta el plan cuanto sea necesario. Continúan así sucesivamente hasta lograr los fines perseguidos, aplicando siempre método y ejercicios de común acuerdo. 
¿Para qué se puede aplicar todo esto? 

Se puede aplicar en cualquier aspecto de la conducción sobre el que una persona tenga necesidad o deseo de mejorar. Se tenga miedo o no, hayan sufrido accidentes y sustos o no. Partiendo siempre de la base de que sin verdadero deseo ninguna necesidad se podrá satisfacer.


Porque simplemente se quieran detectar costumbres potencialmente peligrosas, malos hábitos, vicios... como quieran llamarlo. Detrás de muchos accidentes está como detonador un gesto simple mil veces repetido que durante mucho tiempo sólo provocó algún susto o las protestas de otros conductores y de algunos pasajeros.

También puede ser de aplicación cuando se está en la autoescuela porque es bastante habitual que surjan dificultadas que pueden enquistarse fácilmente dando lugar a que el alumno acabe dando más clases de las que serían necesarias, suspendiendo exámenes reiteradamente, renovando expedientes y creando un trauma en su aprendizaje que puede dar por fruto el miedo a conducir o amaxofobia, o por lo menos, a conducir después con disgusto y procurando hacerlo lo menos posible, tornando lo que debería ser un camino de expresión de libertad en una especie de condena a trabajos forzados. Sin entrar ahora en detalles sobre este punto, puedo asegurar que la solución a este importante problema pasa porque el alumno pare y encuentre a alguien que le escuche y proponga soluciones. Un servidor puede hacer eso, escuchando también al profesor (si lo desea) y trabajar los tres juntos un tiempo, puede ser muy útil. Evitar traumas en la autoescuela y lograr un buen aprendizaje en la misma es fundamental para el futuro del alumno. Puede ser vital. 

Otra aplicación de mi trabajo es tratar la amaxofobia o el miedo a conducir, lo que inexorablemente pasa por una exposición a las situaciones que generan el temor de forma progresiva y segura conduciendo en su coche y sola por vía pública la persona que la padece. Pero antes debe ir acompañada por alguien que conozca bien mi oficio, he comprobado que en más casos de los que parece ese acompañamiento, clases o sesiones, como cada cual guste en llamarlo, puede ser virtual. O trabajando a tres bandas -si me permiten la expresión- como comenté en el punto anterior.

Fuente: Linkedin
Naturalmente, el método a emplear -afinando al máximo el ajuste a las circunstancias de cada persona- y yo mismo, claro, tenemos nuestras limitaciones. Estoy muy atento a detectarlas -igual que cuando conduzco- y en cuanto aparecen en el horizonte, advierto sobre ellas y busco otras soluciones. Por ejemplo: una persona puede tener carnet y disponer de un coche con toda libertad, pero pierde la trayectoria, le resulta muy difícil graduar la velocidad, comete serios y frecuentes errores al utilizar el cambio de marchas, se ve obligada a mirar la palanca de los intermitentes para actuar sobre ellos y un largo posible etcétera. En ese caso, desde luego y por razones de seguridad evidentes, debe ir antes a una autoescuela para dar clases en un coche con doble mando antes de conducir el suyo; por supuesto, según dónde viva y si tengo conocimiento, puedo recomendarle una o varias autoescuelas o profesores concretos donde poder hacerlo con plenas garantías. 

Recuerden que la eficacia en el aprendizaje es sinónimo de economía, mucho más que una baja cifra en el precio, sin ninguna duda. Y la seguridad presente y futura el factor número uno a tener siempre en cuenta.

Herramientas

El libro que tengo publicado (Conducir sin miedo) y, si Dios quiere, otro que próximamente verá la luz, es un buen pilar donde apoyarse antes, durante y después de obtener cualquier permiso de conducir; se tenga miedo o no.

Este blog, en el que usted me honra poniendo su atención, es otro pilar importante y complementario del anterior. En la columna de la derecha (pasar a versión web si utilizan móviles o celulares) tienen un buscador en una ventana en la que pueden escribir las palabras que quieran y encontrar cuanto dije al respecto de forma directa y rápida. Por supuesto, siempre que quieran dirigirse a mí por el medio que sea agradeceré el tuteo. En las entradas utilizo el tratamiento de usted porque me consta que este blog se lee bastante fuera de España e ignoro el tratamiento que impera en muchos países. 

Internet, actualmente casi todo el mundo dispone de acceso a este maravilloso medio que tiene un amplio abanico de uso para comunicarnos de inmediato de muchas formas y de un modo prácticamente gratuito. Hasta ahora, he empleado con diferentes personas Skype, fotos, vídeos, correo electrónico, webcams de tráfico, Google Maps... y cualquier otra cosa que me sugieran o se me ocurra que pueda ser útil y asequible. 

Antes de este título obtuve otro con el mismo fin en 1977,
en Oviedo, expedido por la DGT y denominado:
Profesor de Escuelas Particulares de Conductores
Algunas personas, y con razón, me han preguntado por él.
Por eso lo pongo aquí
Experiencia, como conductor y como profesor. En este oficio ambas facetas son muy importantes, y en mi opinión, si me apuran, la primera es condición imprescindible para la segunda. La experiencia no va necesariamente unida a la edad, aunque en condiciones similares un veterano tiene clara ventaja. Me explico: conozco el caso de un compañero que supera los sesenta años y sólo ha hecho dos viajes largos en su vida: uno a Barcelona y otro a Madrid, por supuesto de día; el resto de su vida apenas ha conducido y tiene un coche en buen estado (faltaría más) que dejó de fabricarse en los años ochenta, ¿ustedes enviarían a su hijo a aprender a conducir con él? Yo tampoco, ni “a sacar el carnet” tan siquiera. Es raro, la verdad, pero hay casos semejantes. 

Por el contrario hay profesores y profesoras jóvenes que tiene amplia y buena experiencia como conductores. Sin embargo, como dije antes, en condiciones comparables, los veteranos contamos con ventaja por la forma tan diferente de acceder a la profesión, en teoría mejor y más completa actualmente, pero también mucho más dogmática y afín a las consignas dictadas por las autoridades de tráfico, demasiadas veces contradictorias, falsas e inculcando el miedo. 

Otra ventaja del profesor veterano es que ha conducido automóviles mucho más difíciles de manejar que los actuales por carreteras mucho peores y en circunstancias más complicadas, dadas las dos condiciones mencionadas. 

Una buena experiencia como conductor y profesor, es un factor clave que ningún título puede acreditar, pero bastante fácil de detectar si escuchamos con atención. Un profesor joven sólo puede compensarlo con entusiasmo y gusto por la tarea, con amor al automóvil, su mundo y todo lo bueno que representa y con muchas ganas de aprender; cosas que un veterano debe mantener vivas así pasen mil años, desde luego, de lo contrario de poco le servirá el tiempo dedicado a tan hermoso oficio. 

"Estar conectados" tiene sus ventajas: aunque no me vea estoy ahí.
El coche de la foto es un precioso Jaguar E-Type de la
Colección Miguel de la Vía
Ganas de enseñar y de aprender. El profesor debe tener ambas, al alumno le basta con la segunda, pues sin querer, con ella enseñará. ¿Dije ganas? No, es más que eso: ¡hay que tener hambre! Sentir necesidad y deseo de saciarla, llenando este de ilusión y paciencia. Paciencia por parte de ambos actores, al profesor se la supone, pero el alumno la necesita para con sus propios errores y para que estos nunca le lleven al desánimo. Del error se aprende y de eso se trata. 

Entusiasmo, imaginación y deseo no conocen edad, alumno y profesor deben mirar en la misma dirección (Saint-Exupéry), invertir esfuerzo y trabajo generosamente en un mismo objetivo mirando a los ojos a la dificultad y al miedo, remangarse la camisa y apretar los dientes con la sonrisa bien marcada en los labios conjugando el verbo poder en presente y futuro, en singular y en plural. Sin rendirse nunca. 

Me ha parecido conveniente explicarles hoy esta nueva faceta de mi trabajo que afloró sin intento (como diría Rubén Darío) superando la fase de prototipo, rodaje y pruebas satisfactoriamente. Si a alguno de ustedes o a alguna persona que conozcan les puedo ser útil, aquí me tienen. Puedo ayudar y lo haré con mucho gusto. ¡Gracias por su atención y paciencia!

Esteban

INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

P. D.: Lamento mucho la muerte del piloto, el dolor de su esposa y sus heridas. Al mismo tiempo me quito el sombrero ante la hazaña de esa mujer, vaya mi profundo respeto y admiración para ella junto al deseo de que se recupere sin secuelas. Pueden ver aquí porqué digo esto. 


lunes, 17 de agosto de 2015

CÓMO ATRAPAR LAS DICHOSAS GAFAS

Sí, esas en las que están pensando, esas tan carísimas -según la DGT-, esas que, según afirma el citado organismo en recientes mensajes, nos harán verlo todo negro eternamente sólo con el intento de alcanzarlas. Pero tampoco nos dan otra opción, porque si no las ponemos, nuestro futuro paisaje inmediato puede ser el mismo y en él no veremos ninguna luz al final del túnel sino una luz cegadora justo antes de entrar en él.

¡Pero sí que hay solución! Fácil, al alcance de todos, tan sencilla que ni se me había ocurrido escribir sobre ello, aunque seguramente convenga hacerlo, sobre todo desde que la DGT ha emitido tan sobrecogedor y terrorífico anuncio. Parece que actúan a modo de una supuesta y perversa empresa farmacéutica: propagan la infección y ni venden ni dan el antibiótico. Y lo que es peor, se guardan la vacuna, la prevención, la evitación del riesgo. Y la tienen, en sus manos, una trinidad perfecta: educación, formación y evaluación. Con plenas competencias. No hay excusas, damas y caballeros de la Dirección General de Tráfico, y me refiero a sus máximos responsables, claro está.

Me niego a propagar el miedo como hace la DGT,
por eso no pongo el vídeo al que pertenece esta foto.
Fuente: www.warrenfilms.es
Pero sí que podemos llegar a esas gafas sin correr ningún riesgo evitando deslumbramientos y reflejos, llevando los ojos más descansados, conduciendo con menos fatiga y sin angustia. Parece que las autoridades de tráfico que padecemos pretenden que vayamos sentados al volante como seres sin vida, sin movernos, absolutamente quietos, rígidos, almidonados... cualquier día nos contarán que ni pestañeemos, porque en ese tiempo recorreremos no sé cuántos metros a ciegas y nunca más volveremos a ver ni sentir nada. No puedo evitar, cuando veo y escucho estas últimas campañas de Tráfico, que lleguen desde mi recuerdo aquellos conocidos versos: “Amarrado al duro banco/De una galera turquesa...” de Luis de Góngora. Les dejo el poema completo aquí

¿Así quieren que vayamos conduciendo, inmovilizados por las cadenas de miedo e imágenes de horror que fijan en nuestras retinas impidiendo que veamos la carretera? Suelten lastre, tiren por la borda la publicidad negativa, límpiense los ojos, apoyen bien su espalda en el asiento, levanten algo cabeza y vista. ¡Vean! Y actúen en consecuencia, neutralicen el miedo que el Gobierno nos inculca tan persistentemente, así: observen dónde están y lo que les rodea, sean previsores, anticípense, defiendan su territorio: posición y velocidad; pero sin fiereza ni agresividad, incluso cediendo a veces momentáneamente con una pequeña variación de velocidad, ¿para qué arriesgar? 

Les dije que les diría qué hacer para coger las gafas, voy con ello: imagine que sus ojos son una magnífica cámara de vídeo que, además, puede hacer fotos a la vez que graba y que ambos tipos de imágenes pasan por un procesador maravilloso (su cerebro). Piense que está en una carretera -del tipo que sea- cuando vea un tramo recto sin nadie a la vista delante ni detrás (o lejos y a velocidades constantes), haga una foto, decida con qué mano es más fácil llegar a las gafas, haga que su cerebro ordene a la mano que queda en el volante que mantenga la trayectoria para el tramo de la foto que acaba de hacer, al mismo tiempo que el mismo órgano manda al pie derecho mantener la velocidad, o bajarla ligeramente, tome las gafas; ya están en su mano, compruebe que las circunstancias siguen ausentes de posibles problemas y ponga las gafas. Ya está. Recupere velocidad, si es necesario y se puede, y siga en ruta. 

Conviene aprovechar muy bien los huecos para colocar objetos.
Fuente: www.km77.com
Si las circunstancias hubiesen cambiado, respecto a la foto fija, cuando ya tiene las lentes en su mano, puede esperar a ponérselas; puede volver con la mano que las sujeta y sin soltarlas al volante; puede, también, si es necesario, soltarlas entre sus piernas en la banqueta del asiento, trabajar bien con ambas manos en el volante y hacer una nueva foto fija cuando sea posible repitiendo el proceso para llevar las gafas a su cara. Es decir, se puede hacer en distintos tiempos si es necesario, y no tienen porqué ser dos, pueden ser más.

Este proceso es el que vengo haciendo desde hace muchos años cuando necesito hacerme con algún objeto que llevo en el coche (o manipular la radio) mientras voy conduciendo, como un chicle, una galleta, un trozo de chocolate, una manzana, la botella de agua (lo más frecuente), un pañuelo, etcétera. Les puedo asegurar que nunca me he llevado un susto por esto. También es cierto, que nunca arriesgué en este sentido y que, prácticamente desde que empecé a conducir, me he esforzado en controlar el instinto de coger algo como si estuviese en casa. Me doy tiempo y espero el momento oportuno, también creo que haber andado en bici antes de conducir automóviles me resultó muy útil para esto, entre otras cosas.

Tampoco me apuro por coger algo que se me haya caído, aunque fuese a consecuencia de un frenazo. En estos casos, si se me caen las gafas de marras, por ejemplo, en la zona del suelo de mi asiento, sin quitar la vista de la carretera las echo hacia atrás con el pie izquierdo para que no se metan en la zona de los pedales, cuando pueda, pase el tiempo que pase, estiro el brazo y las cojo sin dejar de mirar la calzada. Si caen en la zona del suelo del asiento derecho, ni me preocupo, ni siquiera miro; el único inconveniente es que para recuperar algo que llevase en el asiento derecho y se ha caído por un frenazo, o bien lo dejo o hago una parada en cuanto pueda, aunque hay veces que puede ser fácil llegar al objeto y recuperarlo siguiendo el proceso que comenté antes. Pero tengo que estar seguro de que puedo hacerlo con facilidad, sin ninguna duda, de lo contrario, ya pararé... 

La clave radica en ser perfectamente conscientes de la importancia de mantener la vista en la carretera durante todo el tiempo que conducimos, si la apartamos por unos instantes, “hacer la foto” una vez seleccionado perfectamente el momento adecuado para ello.

Hasta esas pequeñas cosas que llevamos en los bolsillos
pueden hacernos daño. Cuídense de ellas.
Fuente: Instituto de Seguridad y Educación Vial
Todo esto es más fácil de lo que parece, después de todo, en casa tampoco siempre nos dejamos llevar por el instinto, todos hemos preparado mil veces objetos para tener a nuestro alcance mientras leemos, estudiamos, hablamos por teléfono, vemos la televisión... y los cogemos muchas veces sin quitar la vista del libro o de lo que sea.

En el coche es fundamental preparar nuestra impedimenta siguiendo el sabio y viejo consejo de “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”. Todo ordenado y preparado par poder hacernos con lo necesario sin apartar nada los ojos del camino. Yo suelo comprobarlo de forma automática antes de iniciar la marcha, sólo es cuestión de crear un hábito. Claro que nadie es perfecto y a veces nos equivocamos, o estamos con la mente en otra parte, o lo que sea. Sin embargo, será raro que nos ocurra si estamos habituados, y es más fácil que el error surja en vías urbanas, pero también es mucho más fácil solucionarlo: basta con esperar la detención en un semáforo o parar un instante en cualquier hueco libre que encontremos. También es fácil solucionar estos problemas si alguien nos acompaña: le pedimos ayuda. 

En la autoescuela se deben aprender estas cosas, lo considero muy importante porque es seguro que cuando los alumnos conduzcan solos, ya con su carnet, realizarán todas estas acciones que vengo comentando, y más, en algunas ocasiones. De modo que algunos colegas, entre los que me cuento, invitamos al alumno a que tomen un caramelo, saquen un cigarrillo de la cajetilla y lo enciendan (si es que fuman), etcétera. Y, cómo no, hay que invitarles -a veces ni hace falta- a que usen su teléfono en cualquiera de sus funciones. Siempre es muy revelador para ellos. Viven y ven al momento las posibles consecuencias que tendrían esas acciones si fuesen sin un profesor al lado y sin doble mando. Este es un aspecto que me parece muy importante para tener en cuenta cuando se elige autoescuela y profesor. Quiero aclarar que, en este aspecto y en España, que un alumno haga alguna de estas cosas no supone ninguna responsabilidad para él con un coche de autoescuela (o autorizado a enseñar por libre) y si no tiene permiso de conducir, porque el conductor legal (a todos los efectos) del vehículo de escuela es la persona autorizada para ir al cargo del doble mando. No sé si en otros países este importante detalle es igual.

A la hora de elegir autoescuela y profesor conviene valorar detalles
en los que no se suele reparar.
El carnet es lo de menos, lo importante es aprender.
Y aprovechar para probar y experimentar.
Lo importante, es el tiempo después del carnet.
Fuente: www.lavanguardia.com

Tres últimas observaciones: 
  1. Estas cosas pueden entrenarse también con el coche parado, no es lo mismo que en la autoescuela, pero ayuda más de lo que parece. 
  2. Las campañas de concienciación negativas afectan también a nuestros pasajeros, conviene tenerlo en cuenta y suele olvidarse, no sería raro, que como consecuencia de esta influencia algún pasajero asuste al conductor que quiere echar un trago de agua (y lo hace bien), por ejemplo, al poner aquel el grito en el cielo escandalizado. Así pues, ante la duda, mejor les avisamos. 
  3. Como en los últimos años se han dado bastantes denuncias subjetivas por parte de algunos agentes de tráfico, en base a una norma general (muy general) que nos obliga, como es lógico, a mantener siempre y en todo momento la debida atención al conducir, personalmente, vaya solo o acompañado, antes de beber un poco de agua, además de hacerlo en situaciones tranquilas y sin ninguna posibilidad de riesgo, miro a ver si tengo algún guardia a la vista, no vaya a ser que se exceda en su celo y me denuncie.


jueves, 13 de agosto de 2015

¿TRES COSAS QUE NUNCA DEBES HACER CON EL EMBRAGUE?

“Tres cosas que nunca debes hacer con el embrague” es el título de un artículo de la revista Auto Bild con el que me encontré hoy en el blog de Asextra (Asociación de Examinadores de Tráfico y que les aconsejo leer para entender mejor esta breve entrada haciendo click en cualquiera de los nombres mencionados. Imaginando que ya lo han hecho, paso a razonar mi desacuerdo con el primero de dichos puntos con el fin de que nadie se llame a engaño.

Ay, ese pedal de la izquierda...
Y cuánto ayuda el conocimiento de las cosas
a utilizarlas bien y aprender más rápido.
Respecto a los puntos 2 y 3 totalmente de acuerdo; respecto a un detalle del encabezamiento del artículo y el punto 1, no.

El artículo comienza afirmando: “Aprobados por la autoescuela”. El único organismo que tiene competencias para aprobar o no un examen de conducir es la DGT que, formando parte del organigrama del Ministerio del Interior, lo hace a través de sus jefaturas provinciales. 

En el punto 1 se afirma: “muchos profesores de autoescuela aconsejan mantener el embrague engranado mientras esperas a que el semáforo pase de rojo a verde. Lo hacen porque así es más fácil arrancar y hay menos posibilidades de que se cale en pleno examen.” 

Es cierto que muchas veces se indica a los alumnos que mientras están detenidos en un semáforo esperen con el pedal del embrague pisado a fondo y la primera velocidad engranada (el embrague no se engrana, sólo se conecta o se desconecta), pero no por las razones citadas, que repito y rebato:


a) “así es más fácil arrancar”. Esto nada tiene que ver con la facilidad del arranque, en realidad maniobra denominada como iniciar la marcha. 

b) “hay menos posibilidades de que se cale en pleno examen”. Tampoco es cierto, porque esto nada tiene que ver para calar o no el motor.

La única razón por la que muchos profesores de formación vial indicamos al alumno (tampoco siempre ni a todos) que mantenga el pedal del embrague pisado a fondo con la primera velocidad engranada es para ganar tiempo al reiniciar la marcha cuando el semáforo cambie a luz verde, porque de lo contrario, en bastantes ocasiones el semáforo volvería a ponerse en rojo sin habernos movido y, naturalmente, debemos procurar entorpecer lo menos posible al resto de usuarios de la vía. 

¿Inconvenientes? A lo sumo se daña antes el cojinete de empuje (comúnmente llamado “collarín”), sin que esto suponga, excepciones a parte, tener que cambiar el mecanismo de embrague antes de acabar la vida útil del coche que, con un uso intenso y duro del mismo, suele rondar los 300.000 km en un tiempo aproximado de unos cuatro años.

Por supuesto, esta recomendación (como todas las demás) debe ser convenientemente explicada, razonada y demostrada por el profesor con el fin de que el alumno pueda decidir por sí mismo con pleno conocimiento de causa y con criterio propio cuando ya tenga su permiso de conducir y realice esta actividad solo. 

Hasta en un coche de escuela, este mecanismo puede durar su vida útil.
Fuente: www.desguacesvehiculos.es
Curiosamente, la mencionada y conocida revista -un medio especializado en el mundo del automóvil, por cierto- omite información sobre un extendido e inadecuado uso del embrague que da lugar a un desgaste prematuro de su mecanismo y a posibles averías en él que hasta pueden contagiar a la caja de cambios. Escribí sobre esta mala costumbre -vídeo incluido- hará poco más de año y medio, pueden verlo aquí

Con su permiso, y una vez más, me tomo la libertad de recomendarles que sean prudentes y cautos antes de aplicar, ya no sólo muchos de los consejos que sobre automóviles se publican en Internet, también lo que dice la prensa escrita especializada y clubs de automovilistas, ente otros. Y no lo digo sólo por el mencionado artículo porque, desafortunadamente, no es un hecho aislado. 

Ustedes disfrútenlas, pero eviten que su espíritu crítico y su independencia de criterio se tomen vacaciones.