martes, 28 de abril de 2015

LOBOS SOLITARIOS

A imagen y semejanza de como indico en el título, trabajamos cuantos nos dedicamos a enseñar a conducir, de ahí que tengamos tan poco conocimiento unos y otros de cómo desarrollamos nuestra labor. Y esta es, básicamente, la razón que responde a la acertada observación que Elisa Alòs -habitual comentarista de este blog y a quien nunca agradeceré lo bastante su atención, colaboración y diligencia- hace en la entrada que aquí pueden ver, cuyos comentarios les invito a leer y, cómo no, a enriquecer con sus opiniones.

¿Será este el niño que llevo dentro?
Fuente: fotosmundo.net
Dice Elisa en su comentario: “Cuando comencé a leerte  hace unos años no te veía tan crítico con tu profesión”. Y es verdad, no lo era. Pero mi percepción ha ido cambiando y mi crítica se agudiza, gracias a ustedes, o al menos a muchos de ustedes. ¿Por qué? Antes de responder, quiero aclarar que, desde luego, podía haber contestado a Elisa a renglón seguido de su comentario, y en ello estaba hasta que me llegó la idea de hacerlo en una entrada aparte  -porque será mejor, pensé, sin identificar bien el motivo-. Luego me di cuenta, de que cuanto digo a continuación bien puede ser útil a muchas personas que estén pensando en ir a una autoescuela o ya estén en ella. De ahí esta entrada, pues creo que será más visible que un comentario en el post.

Aunque cueste creerlo, lo cierto es que no sabía que hubiese tantos motivos para ser crítico con mi oficio hasta que comencé con el blog. Nuestro trabajo es muy solitario, absorbente, con jornadas casi interminables y con un pedal de embrague muy duro para desconectarse de él. 

Cada cual va con su alumno en su coche, entre compañeros sólo intercambiamos breves comentarios en las citas de examen en tanto llega el examinador -muy poca cosa, porque lo prioritario es atender a los alumnos-, muy de cuando en cuando y con más tiempo, en alguna reunión; dos o tres veces al año en alguna cena o comida con algunos colegas y amigos, estas últimas siempre con los más afines, claro... Y nada más. Realmente, es muy difícil saber cómo trabajamos unos y otros mutuamente, hasta el punto, que el titular de una autoescuela puede contratar a un profesor con buenos indicios de que comparten la misma idea de enseñar y, sin embargo, trabajar este de un modo muy diferente al esperado sin que el primero pueda darse cuenta hasta pasados bastantes meses echando por tierra una buena y justa reputación largamente gestada. 

No me cuesta nada identificarme con esta imagen,
y el aullido no es una queja, por supuesto.
Fuente: carinteriordesign.net
A raíz de empezar con el blog, poco a poco y cada vez más, hay personas que se ponen en contacto conmigo y me cuentan su experiencia presente o pasada en la autoescuela y así es como empiezo a darme cuenta de tantas actitudes absolutamente impresentables bien repartidas por toda nuestra geografía que me llenan de estupor, rabia, vergüenza... hasta ira, francamente. Hay cosas que nunca me hubiese ni imaginado por tan estúpidas, groseras y peligrosas. Luego nos quejamos de que tenemos mala fama, de que la sociedad no reconoce nuestra labor... ¡Cómo no! 

Descarto que quienes me cuentan tales historias mientan, no veo razón para ello; casi todas me las hacen llegar de forma privada, casi nunca dan nombres de empresas ni personas, simplemente parece que les inspiro confianza (¡gracias!) y se desahogan, o me piden consejo o datos para cambiar de autoescuela, casi siempre con miedo a posibles represalias hasta por parte de los examinadores, cosa que, en este sentido y en ningún otro he apreciado nunca que hiciesen, ni veo motivo alguno para ello.

Cabe pensar, claro, que aunque una persona no tenga ninguna intención de engañar, quizá inconscientemente proyecte sus propias frustraciones en la persona del profesor, no sé, habrá algún caso, supongo, pero creo que son los menos o poco significativos, ya que, por otra parte, estas comunicaciones no se limitan a un solo correo o llamada de teléfono y ya está, sino que da lugar a una cierta correspondencia en la que, además de  intentar ayudar en la búsqueda de soluciones, suelen quedar patentes hechos muy claros.

Creo que es necesario recorrer caminos en soledad, ayuda a ser más conscientes,
templa carácter y espíritu, y también es ocasión de profundas alegrías.
Fuente: www.femautotalleres.com
Por si fuera poco, en las redes sociales me encuentro sin querer con no pocos colegas que vierten en ellas auténticas y peligrosas tonterías y se quedan tan anchos, además de ser muchas veces fervientes y hasta fanáticos defensores de los dogmas de la DGT y de muchas asociaciones con tan poco conocimiento como famoso nombre. Podían limitarse a nadar a favor de la corriente si en ello tienen algún interés o amordazan su espíritu crítico, o por ambas cosas; pero no, defienden a capa y espada las posturas oficiales hasta cuando carecen totalmente de base jurídica que ni contempla el BOE y contradicen inequívocamente la realidad y lógica de la carretera.

Como colectivo (como se dice ahora), todavía no he encontrado una asociación que me convenza, ni de profesores ni de autoescuelas. Básicamente, que yo sepa, enarbolando la bandera de la seguridad vial, con más o menos descaro, todas se afanan en arrimar el ascua a su sardina buscando aumentar sus beneficios, cosa que no me parece mal en sí misma, siempre que se haga sin engaños y honestamente. Ahora mismo, por ejemplo, y de un tiempo acá, hay bastantes profesores que pretenden que se pase por la autoescuela cada vez que se renueve el permiso de conducir, obligatoriamente, claro. Pretensiones de ese tipo minan totalmente mi fe en el “colectivo”, y, por supuesto, no nos reconcilian con la sociedad. 

Jugaba tan mal al fútbol que casi siempre me ponían de portero, pero
curiosamente fue en ese puesto donde viví el primer momento de gloria de mi vida.
Fuente: desmotivaciones.es
Bien saben que soy un firme defensor de la formación continua, para todo, pero esa semilla debemos sembrarla nosotros en los alumnos cuando pasan por la autoescuela y estamos en estrecho contacto con ellos; a veces se pudrirá, pero es seguro que otras dará fruto, sin dejar de mencionar que algunos alumnos ya la tienen, doy fe. Para antes de que se malogren, siempre hemos conocido el teléfono, el correo postal... ahora también Internet, como vehículos para hacer llegar el agua que las riegue y los nutrientes que la alimenten. Luego sólo es necesario que cada ex-alumno la ilumine con la luz de su entendimiento y se haga la fotosíntesis, a partir de ahí la alimentarán ellos mismos. Siempre.
                                                                                                                                                         Esteban

P. D.: Ya ves, Elisa, después de más de tres décadas en el oficio estoy conociendo cosas del mismo que, salvo muy contadas excepciones, ignoraba por completo.

jueves, 23 de abril de 2015

SANT JORDI 2015

Fuente: perso.wanadoo.es
He recorrido la Mancha muchas veces con rumbo norte o sur en todas las horas del día y en todas las estaciones, he gozado de la visión de sus cielos cuajados de estrellas con frío y con calor, he dormido parte de sus noches en trenes, camiones y coches, al pie de la carretera o en algún hostal, guarda mi memoria luces, paisajes, nubes, sonidos de vientos y silencios y olor a sur; frío que llena el cuerpo de temblores, calor en el que florecen espejismos; he visto llover horizontalmente en plena descarga de un frente frío del oeste y he sentido levitar el alma en inmensas calles de nubes cuando hubo pasado aquel. También me sorprendieron, claro, severas tormentas de granizo en pleno mes de agosto. Creo que he aprehendido, sin intentarlo siquiera, la esencia de esa meseta con loca vocación de infinito. 

Fuente: desmotivaciones.es
Descubrí, por tierras del caballero de la triste figura, que el mayor miedo que sentí y el peligro más grande que me acechó, anclaban sus raíces en mí mismo, precisamente, por valorar sobremanera mi capacidad de resistencia al peor enemigo al que puede enfrentarse un conductor: el sueño. Nunca podemos vencerle cuando ataca con decisión. A modo del legendario hidalgo, esa lucha me trajo sueños, visiones, pesadillas, taquicardias y una lluvia fría de axilas a cintura; poco, muy poco faltó para botarme de mi montura o perecer en ella.

Los libros pueden traernos perfumes y los pétalos contar historias,
sólo es necesario abrir los poros del alma.
Leí Don Quijote de la Mancha entero de niño y de joven, lo disfruté desde el primer momento y lo volví a leer parcialmente unas cuantas veces después. Nada puedo decir mejor -que más quisiera- que lo que ayer mismo leí en este artículo del escritor Juan Manuel de Prada; y cómo no, también les invito a leer el discurso de Juan Goytisolo en la entrega del Premio Cervantes que se le hizo hoy mismo. De este autor dejo al final un poema que me gusta mucho, por más que revuelva entrañas y, desgraciadamente, sea tan actual.

Es literalmente cierto que brindará por ustedes esta noche.
Por lo demás, a veces me parece que la mente consciente es así como una playa en la que la madre mar nos deja ideas, y no todas las olas son propulsadas con la misma fuerza. Hoy me llegó con más energía la sombra del universal loco manchego, sombra que desde niño recorre mi corazón hasta que se canse de latir. Esta noche brindaré con savia de la meseta sur por don Miguel, Goytisolo y por ustedes, con toda mi gratitud.

¡Disfruten el Día del Libro con una buena lectura que les lleve a ganar un palmo de libertad!

En este mismo instante...

En este mismo instante 
hay un hombre que sufre, 
un hombre torturado 
tan sólo por amar 
la libertad. Ignoro 
dónde vive, qué lengua 
habla, de qué color 
tiene la piel, cómo 
se llama, pero 
en este mismo instante, 
cuando tus ojos leen 
mi pequeño poema, 
ese hombre existe, grita, 
se puede oír su llanto 
de animal acosado, 
mientras muerde sus labios 
para no denunciar 
a los amigos. ¿Oyes? 
Un hombre solo 
grita maniatado, existe 
en algún sitio. ¿He dicho solo? 
¿No sientes, como yo, 
el dolor de su cuerpo 
repetido en el tuyo? 
¿No te mana la sangre 
bajo los golpes ciegos? 
Nadie está solo. Ahora, 
en este mismo instante, 
también a ti y a mí 
nos tienen maniatados.

martes, 21 de abril de 2015

APRENDER A CONDUCIR, APUNTES DE UN IDEAL. (y 3)

EXÁMENES

Sin cambiar la legislación actual, cuando un alumno cumpliese los 18 años podría ir a la autoescuela que él elija y prepararse para superar las pruebas teórica y práctica, cosa que, salvo muy raras excepciones, le costará muy poco tiempo y dinero puesto que ya ha aprendido a conducir y tendrá un conocimiento muy bueno, amplio, razonado y profundo del bagaje teórico que precisa para ello.

Nunca he tenido ocasión de trabajar en una pista de este tipo,
pero desde luego me encantaría.
Fuente: Google Maps
Lo ideal, sin embargo, sería modificar la normativa existente -tampoco es tan difícil- y establecer dos exámenes. 

Primer examen.
  • Teórico. Reducir materia y profundizar en ella, asegurándose de que se sabe lo verdaderamente importante.
  • Práctico. Es fundamental volver al examen de maniobras en pista cerrada, incluyendo frenadas de emergencia, y donde el alumno vaya solo en el coche. En carretera, dejar las últimas modificaciones sobre documentación y comprobación de niveles y neumáticos para el examen en pista, y también en ella, realizar un cambio de rueda. Además, eliminaría la denominada conducción autónoma (dando una referencia, el alumno elige la ruta durante los primeros diez minutos), así como la puesta en práctica de la conducción eficiente, pues para conductores que empiezan es peligrosa.
  • Funcionarios examinadores. Es demasiado habitual que entre el examinador y el profesor exista una notable diferencia en sus niveles de conducción, es necesario subir el nivel del primero, la DGT debe formarles mucho mejor, es inadmisible que un examinador sea un conductor mediocre, deben tener un profundo conocimiento de la carretera, por más que los exámenes transcurran en su mayor parte por ciudad y alrededores, en estas vías, es frecuente cometer “pequeños” errores que pasen desapercibidos o apenas se valoren como importantes, pero que en vía interurbana marcan la diferencia entre sufrir o causar un accidente grave o no.

¡A Dios gracias, señores!
(Lo siento, no me resistía a contestar el slogan)
Lo que quería resaltar, es que así deberían ser los coches de autoescuela desde hace
muchos años. Vaya por delante mi mea culpa, pero es imperdonable que en mi oficio
nunca hayamos presionado lo más mínimo para que los fabricantes hagan coches con
doble mando completo y un pedalier ergonómico, condición que en absoluto cumplen
ni han cumplido nunca, y que con el paso del tiempo provoca lesiones.
Segundo examen. 
La idea fundamental de esta prueba la explica muy bien don Arturo de Andrés en el prólogo que tuvo la deferencia de escribir para mi libro (Conducir sin miedo) y que le hace acreedor de mi gratitud para siempre. Así pues, copio una parte a continuación:

¿Cómo intentar combinar las posturas de profesor y alumno? A mi modo de ver, no hay más que una forma: escalonando la verificación de la aptitud mediante un doble examen. El primero, más o menos como ahora, comprobando tanto los conocimientos teóricos como un nivel práctico mínimo para soltar al novato en el torrente, o más bien caos, circulatorio. El segundo al cabo de uno o dos años (lo ideal sería por kilometraje, pero esto no es controlable), para comprobar, por una parte, la auténtica capacidad de dominio y manejo del coche en circuito cerrado (no hacen falta, en absoluto y que quede bien claro, habilidades de piloto de competición) y, por otra, la desenvoltura en tráfico real, en un coche sin señalización externa, al que todo el mundo le hace más o menos hueco. Y entonces, y sólo entonces, una vez superados ambos exámenes, se podría quitar la “L”.

Naturalmente, esto exigiría un segundo tipo de autoescuela o, más bien, la reconversión parcial de buena parte de las existentes; se trataría de darle un alcance masivo a lo que hoy en día llevan a cabo las ya numerosas escuelas de perfeccionamiento de conducción -no los cursillos de cara a la competición, esto es cuestión aparte- que, apoyadas por diversas instituciones (Automóviles Club en particular) existen en prácticamente todos los circuitos españoles. Evidentemente, esto no se improvisa en un par de años, pero parece ser que el doble examen es algo que cada vez se contempla más en toda Europa como el camino a seguir.

En el contexto en el que don Arturo escribió los párrafos precedentes, no se contemplaba la posibilidad que vengo exponiendo en esta entrada y las dos anteriores sobre ofrecer un aprendizaje continuado desde la escuela, lo que en un primer momento, puede que lo haga parecer innecesario; sin embargo la idea la sigo considerando buena y conveniente también en el supuesto que planteo, porque, como vengo diciendo a muchos padres siempre que tengo ocasión y a raíz de que uno de sus hijos acaba de obtener el permiso de conducir: por favor, ahora no le perviertas.

Creo que mi sueño daría fruto mucho antes. Partiendo de los 18 años,
en cinco se notarían claramente y en diez serían nítidos.
El riesgo de actuar de un modo diferente a lo que se ha aprendido y entrenado, aun llevando con esa tarea toda una vida, cuando se conduce solo y con libertad sin un profesor al lado, es posible que aumente considerablemente, pero no hay forma de saberlo de antemano y ese riesgo puede ser muy alto. Por tanto, creo que vale la pena reducirlo cuanto sea posible; un segundo examen, pasados dos años desde que se superó el primero, por ejemplo, si se conduce de un modo más o menos regular durante ese periodo, bien puede evitar que se arraiguen malos hábitos por la motivación que genere superar esa última prueba. Y que asiente los buenos, de un modo prácticamente definitivo, en la mayoría de los casos.

FINANCIACIÓN

Bueno, tenía que llegar. Aquí sí que tengo que agarrar al toro por los cuernos porque es el aspecto que menos me gusta, y con diferencia. Pero es necesario, muy a pesar de esa persistente y falsa corriente que circula por ahí de unos cuantos años acá según la cual hay cosas gratis. Otra mentira más de tantas que pululan como nunca había visto antes llenando de tentaciones y espejismos un auténtico desierto de modo que parezca una selva tropical. Pero no, es todo arena hasta donde nos alcanza la vista y en 360º, con suerte, disfrutaremos de algún oasis. Nada más. En esta vida no hay nada gratis por más que algunas cosas no las paguemos con dinero, y suelen ser las más caras.

Aquí y ahora, tan sólo haré una estimación del precio que podría tener este tipo de enseñanza. Como todos sabemos, la parte del león se la lleva la utilización de coche y profesor de autoescuela durante las clases prácticas en vía pública y, tal como he dicho, la máxima intensidad de esta fase sería entre los 15 y los 18 años. Imaginando que se diesen 4 clases de coche de una hora cada dos semanas durante ocho meses a un precio de 40 euros cada una y durante tres años, obtenemos un total de 7.680 euros. A esta última cifra habría que sumar la enseñanza teórica y en pista, los campamentos de verano y las clases prácticas entre los 18 y los 20 años, en total, a grosso modo, nos pondríamos alrededor de los 30.000 euros para un periodo que se extiende desde los 5 hasta los 20 años, lo que supone 166’66 euros mensuales por alumno; 125, si lo vamos metiendo en una hucha en cuanto nace un niño.

Contrariamente a lo que suele parecer, este tipo de accidentes
no suele tener como raíz el alcohol ni ninguna otra droga,
sino una manifiesta impericia e intolerable ignorancia.
Fuente: blogs.20minutos.es
En España, seguramente nadie objetase nada si esta inversión la hace el Estado. Pero yo pienso que los padres deberían pagar entre el cero y el cien por cien de este precio en función de sus posibilidades económicas objetivas y en justa proporción con las mismas. Claro que, entre otros, se daría el caso de que una familia que disponga de abundantes recursos prefiriese que su hijo obtuviese el carnet como ahora pagando 1.000 euros a una autoescuela, gastar 25.000 en un coche y, “ya aprenderá”, por ejemplo. Combinaciones de este tipo puede haber muchas, el problema sería cómo evitarlas, pues prohibir u obligar no me gusta nada salvo que sea estrictamente necesario. Es preferible incentivar y motivar; exponer, explicar y mostrar; convencer a vencer. En todo caso estoy seguro que se puede dar con una solución, y se me ocurre de inmediato un incentivo con la bajada del precio de los seguros que, en buena lógica, debiera darse al reducir notablemente el riesgo de accidente entre los conductores jóvenes. 

Esta importante y reveladora cita es un regalo más de don Arturo de Andrés.
¡Gracias maestro!
Es indudable la importancia de una formación amplia y profunda para nuestros jóvenes de cara a enfrentar la andadura de su camino en esta vida. Casi todo el mundo está de acuerdo con este axioma y bastantes padres hacen ejemplares sacrificios para lograrlo, sin embargo, de poco o nada sirve tanto esfuerzo por parte de todos si luego permitimos que conduzcan con una formación muy deficiente arriesgando sobremanera vidas y haciendas, propias y ajenas, con terribles consecuencias por todos conocidas. Me llevó su tiempo darme cuenta, pero ahora estoy convencido de que este país y nuestra sociedad pueden hacer esta vital inversión que, sin duda, dará beneficios con creces a medio y largo plazo, algunos hasta cuantificables en euros; los más preciados, en salud, vida y desarrollo de actitudes que serán de utilidad en cualquier ámbito de la actividad humana.

¿Qué opinan ustedes? ¿Votarían afirmativamente esta propuesta en un referéndum? 

Esteban

lunes, 20 de abril de 2015

APRENDER A CONDUCIR, APUNTES DE UN IDEAL. (2)

PERSONAL DOCENTE

Sin olvidar el valor del esfuerzo ni hurtar
su satisfacción, debe mantenerse el componente
lúdico y disfrutar aprendiendo a cualquier edad.
Fuente: www.manualidadesinfantiles.org
Durante la enseñanza primaria, pienso que es mejor que sean los profesores que ya realizan esa labor los que se responsabilicen de la introducción de los niños en el aprendizaje de la conducción, pero en su última fase creo que ya sería conveniente que también participasen profesores de autoescuela, y quizá en todas fuese necesario nuestro trabajo, sobre todo para diseñar circuitos en los patios de las escuelas, ayudar a los profesores de primaria, asesorarles, acompañarles también en rutas en bicicleta por la ciudad, en los campamentos de verano y ayudando a esos mismos profesores a sumergirse en el mundo del automóvil, la carretera y el tráfico. También podríamos ser útiles presentando juegos, películas, demostraciones, vídeos... Sobre sistemas de seguridad específicos para niños, buenos y malos ejemplos sobre manejo de vehículos y comportamiento como peatones enseñándoles a protegerse y, de vez en cuando, haciéndolo también con sus padres. En pocas palabras, el profesor de autoescuela ocuparía un segundo plano en el aspecto pedagógico, siendo más que nada un colaborador necesario.

Durante la enseñanza secundaria y la formación profesional, se cambiarían los papeles anteriormente mencionados, especialmente cuando a los 15 años los alumnos comiencen con las clases prácticas tanto en circuito cerrado como en vía pública. En esta fase, creo que sería muy interesante que los profesores de instituto también participasen con sus alumnos como compañeros de los mismos aprendiendo o perfeccionando su forma de conducir e incrementando su propia experiencia, y se puede introducir un nuevo papel: el de funcionario examinador, que representarían unos y otros indistinta y regularmente, sobre todo en la última fase, distinguiendo entre calificaciones objetivas y subjetivas.

Como mencioné en la entrada anterior, seguiría siendo conveniente que todos los alumnos se involucren también actuando como policías, víctimas, abogados, jueces, fiscales, acusados, testigos... Que se representen juicios sobre accidentes de tráfico imaginarios o reales con el fin de ser lo más conscientes posible de qué responsabilidades les puede exigir la sociedad en muy poco tiempo al cumplir la mayoría de edad. Mi padre expresaba esta idea muy bien con una frase que considero muy reveladora y que siempre me impresionó, también por la injusticia que muchas veces conlleva, es esta: “Hay errores en la vida que se pagan como crímenes”. 

Desde hace ya unos cuantos años, en nuestra sociedad, ha nacido una corriente que infantiliza a la juventud engañándoles miserablemente; es frecuente que hasta los medios de comunicación supuestamente más serios denominen como “niña” o “niño” a una persona que está en algún proceso grave en calidad de víctima o imputada en algún delito aunque le falten unos pocos meses para cumplir los treinta años. ¡Y es mentira! Con 18 años, hoy por hoy y en este país se tiene mayoría de edad y se es adulto, con todo lo que esto conlleva.

Hoy mismo, buscando imágenes, me encontré con este enlace que
me sorprendió muy gratamente. Les invito a que lo abran.
Fuente: www.pequesymas.com
Mis alumnos solían quedarse siempre pensativos y serios cuando les explicaba que una vez tuviesen el carnet, si por algún error o infracción causaban daños a personas o a bienes, les iban a tratar igual que a mí, por más que comenzasen a conducir ese mismo día. La razón es que legislación y sociedad dan por hecho que si uno tiene permiso para conducir un automóvil sabe hacerlo.

Enseñanza universitaria. Al comienzo de esta etapa o en sus inicios, la mayoría de los jóvenes ya tendrían permiso de conducir y una experiencia considerable acumulada en las etapas anteriores que sólo sería necesario ponerla en práctica y ampliarla conduciendo solos. 

Disponer de coche propio mientras se estudia una carrera es algo que pocas personas se pueden permitir, y me parece muy cuestionable su necesidad y hasta su oportunidad; por otro lado, utilizar el que suele haber en casa, generalmente, aún es más difícil y menos recomendable. Sin embargo es necesario practicar si queremos conductores bien formados desde el principio, luego es bastante más difícil, aunque en absoluto imposible, por supuesto.

En todas las etapas de la enseñanza reglada se pueden incorporar trabajos
basados en juegos y creativos, hacer concursos, competiciones, inventos...
Fuente: elperiodicodelaenergia.com
Este problema se puede paliar en buena parte -quizá hasta totalmente- continuando con el aprendizaje de la etapa anterior pero reduciendo su intensidad con el fin de lograr un buen equilibrio entre eficacia y economía. Pienso que se podrían aprovechar muy bien las tres épocas de vacaciones: Navidad, Semana Santa y verano, con campamentos en circuito en esta última estación y con los que ya se habría empezado en etapas anteriores. Además, para los alumnos que conduzcan solos con sus propios coches o el de sus familias, se puede ofrecer una tutoría permanente para consultas, dudas, asesoramiento de todo tipo, hacer un mínimo seguimiento y, sobre todo, ayudar en caso de denuncias por infracciones, delitos relacionados con el uso del automóvil y posibles accidentes.

Las prácticas con estos estudiantes, ya con carnet, se pueden hacer en coches de autoescuela sin señalizar y que pasen desapercibidos para los demás conductores; tampoco me parece un imposible que alguna empresa de alquiler de coches ofreciese sus servicios a precios moderados con el fin de que estos estudiantes pudiesen practicar sin necesidad de comprar un coche y utilizarlos en algunos de sus viajes. Naturalmente, también veo aquí muy interesante la participación de profesores y padres en las prácticas de los alumnos.

Cada mes, o cada dos como mucho, se pueden hacer charlas, realizar talleres, ofrecer orientación laboral en el complejo mundo del automóvil que precisa de especialistas de todo tipo, motivar estudios e investigaciones sobre el mismo... Evitar, en suma, perder vínculos con un mundo en el que todos estamos inmersos directa o indirectamente, lo queramos o no, durante todas nuestras vidas y del que, de un modo u otro todos nos beneficiamos conduzcamos o no.

Profesores de autoescuela. Como pueden ver, considero imprescindible la presencia de profesores de autoescuela a lo largo de todo el aprendizaje de la conducción desde niños hasta llegar a adultos, por la sencilla razón de que en ningún otro oficio se conoce tan bien carretera y tráfico y las aptitudes y actitudes con las que las personas responden a ese medio y circunstancias a los mandos de un automóvil, siendo bastante frecuente hasta ahora que muchos conductores manejen el vehículo y se desenvuelvan en el tráfico con el mismo nivel alcanzado en la autoescuela, cuando no inferior, de ahí tantos accidentes que parecen increíbles. 

En este oficio la veteranía es un grado, pero esta no depende de la edad, sino
de la pasión, ilusión y ganas de aprender que se ponga en la tarea.
Por la seguridad de todos, en primer lugar, es imprescindible
aprender mucho y rápido de los alumnos.
Fuente: www.northshoredrivingschool.com.au
Naturalmente, sólo tener el título de profesor de autoescuela o de formación vial, como se dice ahora, no sería suficiente para impartir estas clases y cursos, sería necesaria también una cierta experiencia y un verdadero conocimiento de la carretera. Es imprescindible establecer unos requisitos mínimos pues hay demasiados compañeros que además de conocer muy poco y superficialmente la carretera no hacen más que repetir (hasta literalmente en muchos casos) lo que dicen los funcionarios examinadores y las consignas oficiales de la DGT, entidad, que como todos sabemos, está demasiado politizada, lo que la lleva con frecuencia a tomar decisiones contradictorias, alejadas de la realidad, fieles a inconfesables intereses políticos y carentes muchas veces de criterio independiente y técnico. Una verdadera lástima, porque en materia educativa la DGT tiene competencias plenas actualmente, este organismo define los requisitos exigibles en los exámenes y dispone de recursos que deberían ser mucho mejor utilizados. También es cierto, que la contaminación de intereses políticos afecta a todos los servicios que el Estado presta, enseñanza y sanidad incluidas, y sería sumamente importante evitar el contacto con la misma para evitar que sea una fuente de problemas. Este extremo es más difícil que la propia financiación.

Autoescuelas. La posibilidad de establecer esta colaboración entre estos centros, por un lado y escuelas, institutos y universidades por otro, debería estar abierta a todas ellas sin ninguna excepción; incluso se puede abrir el abanico a profesores de autoescuela que no formen parte de ninguna cuando no sea necesario dar clases prácticas en vía pública (para cumplir con la legislación actual). En cuanto a requisitos, con tal de que su personal docente cumpla con los establecidos a los que hice mención en el párrafo anterior, bastaría con que se ajustasen al programa que se defina y hacer un contrato por curso académico y centro, estableciendo el modo de supervisar su cumplimiento y sanciones claramente disuasorias.

En muchos de estos centros es preciso un cambio de mentalidad importante,
pero tendrían una fuerte motivación: abre mercado, horizontes... Y lo más importante:
se libera la presión de dinero y tempo de la que es tan difícil abstraerse.
Fuente: www.portalcoches.net
Es imperativo establecer normas sencillas y claras que eviten o, al menos, hagan muy difícil que aflore cualquier tipo de corrupción, como conceder estos servicios en exclusiva a determinadas autoescuelas o asociaciones evitando, ente otras cosas, lo que ahora sucede con el permiso por puntos por muy legal que sea. Tanto empresas (autoescuelas) como profesores, deben entender perfectamente que ni las primeras tendrán jamás ninguna exclusividad, ni los segundos se convertirán automáticamente en funcionarios por ejercer esta labor.

Esteban

lunes, 13 de abril de 2015

APRENDER A CONDUCIR, APUNTES DE UN IDEAL. (1)

Hace muchos años que pienso, y lo he revisado muchas veces, que lo ideal para aprender a conducir es hacerlo de forma continuada en escuelas, institutos y universidades. Creo que unos programas bien definidos y adaptados a las distintas etapas de niños, adolescentes y jóvenes, combinando siempre teórica y práctica darían como fruto generaciones de conductores muy bien formados que, además, les permitirían aplicar automáticamente las aptitudes y actitudes desarrolladas durante su práctica a cualquier ámbito de sus vidas. Comenzar a aprender a conducir a los 18 años -o poco antes, en el mejor de los casos- muchas veces es demasiado tarde.

Si ante hechos que suceden en menos de un segundo
logramos mantener estas y otras virtudes,
con menor esfuerzo lo haremos disponiendo de más tiempo.
Fuente: grupopradinazgo.com
Es importante tener presente que un buen conductor, necesariamente, desarrolla sentido de la responsabilidad, practica valores como la tolerancia y la solidaridad, ejercita su paciencia, su capacidad de atención, observación y concentración, espíritu de superación, trabajo, esfuerzo, resistencia a la fatiga en el desarrollo continuado de una labor, gusto por la misma, satisfacción por hacerla bien (los resultados se perciben de inmediato); pone a punto y afina el instinto de supervivencia respetando más salud y vida. Aprende a asumir riesgos sopesadamente, a tener preparados mecanismos de respuesta ante situaciones de emergencia que pueden ser muy graves y actuar en ellas con eficacia y calma, extraer sólo lo útil del pasado y olvidar el resto para aplicarlo en un presente casi inexistente porque se transforma en segundos en futuro. Un buen conductor toma gusto y cuidado por el detalle, ve cómo gestos aparentemente insignificantes pueden desembocar en consecuencias buenas o indeseables. Se aprende un lenguaje no verbal basado en la coreografía del movimiento de los demás vehículos y de los peatones, se entrena constantemente en la toma de decisiones en fracciones de segundo, desarrolla su psicomotricidad, iniciativa y capacidad de improvisación; se da cuenta, que en cada recorrido que realice con un automóvil, por corto que sea, siempre se aprende algo, si se va lo bastante atento, de uno mismo y de los demás y que esta capacidad enriquece más el tesoro de su experiencia que una larga cuenta de kilómetros y viajes. 

Conducir bien disminuye enormemente el riesgo de accidente y ayuda a vivir mejor.

Conducir bien, templa y forja carácter. Vehículos y tráfico, creo que son elementos pedagógicos nada despreciables. Cuanto he dicho en el segundo párrafo, y alguna cosa más que probablemente haya dejado en el tintero, en mayor o menor medida está latente o despierto en todas las personas, conduzcan o no, pero en la misma medida lo he visto brotar y comenzar a crecer en muchos de mis alumnos comprobando que se daban cuenta y eran más conscientes de su potencial sintiéndose agradablemente sorprendidos por ello.

También se pueden utilizar los patios de recreo
para hacer juegos y deportes con vehículos.
Fuente: schoolhousevideos.com
Conducir bien, permite disfrutar de un modo muy seguro de la realización de un sueño atávico del ser humano desde que reconocemos su existencia como tal sobre la faz de la Tierra: ampliar la muy limitada capacidad de movimiento de nuestro cuerpo de forma autónoma. Lo que lleva a desarrollar nuestro sentido de libertad e independencia personal, a viajar y a moverse por el mundo conociendo otros paisajes y gentes. Amplia horizontes. Pienso que aquí está la raíz de que tantos gobiernos de todo el mundo amplíen leyes represivas con respecto al uso del automóvil -que tanto nos estimulan a comprar- y que, sin embargo, realicen tan miserable inversión en enseñarnos a hacer un buen uso del mismo. Un plan perfecto para asegurar la comisión de infracciones, pero ese es otro tema.

ENSEÑANZA PRIMARIA

Entre tres y cinco años se puede comenzar a enseñar a los niños algunos aspectos del fenómeno del tráfico, en el que, inevitablemente, se verán inmersos toda su vida de diversos modos. Más o menos, en ese rango de edad, la mayoría de los niños comienzan a tener un limitado acceso a vehículos propios: triciclos, bicicletas y hasta pequeñas motos o coches movidos a pedales o con motor eléctrico.

Un ejemplo perfecto de economía y eficacia en una escuela sueca, ¡en 1943!
Hasta 1969 en Suecia se conducía por la izquierda.
Fuente: Internet
La mayoría de las escuelas disponen de un patio de recreo donde se pueden preparar distintos tipos de circuitos urbanos, interurbanos, de habilidad, de carreras... Los niños pueden intercambiar distintos papeles: peatones, conductores (en ocasiones todos con el mismo tipo de vehículo, en otras no), policías, jueces, abogados, fiscales, conductores profesionales, trabajadores de reparación y mantenimiento de vías públicas; mecánicos que, en la medida de sus posibilidades, se responsabilicen del cuidado de las máquinas.

Los patios pueden utilizarse también los fines de semana, y algunos de estos días realizar excursiones en grupo por carriles para bicicletas de las localidades en las que vivan. En la preparación de estas salidas podrían participar todos, o formar equipos con ese fin que se alternen la tarea; todo, como una iniciación al viaje que además les permita conocer mejor su ciudad.

En la última etapa de esta fase sería conveniente que entrasen en contacto con los karts, tanto de pedales -con estos se puede empezar antes- como de motor, puesto que ellos han crecido, en todos los sentidos, las prestaciones de los vehículos también deben aumentar, y, al menos, aunque espaciado en el tiempo pero de un modo regular, comenzar a manejar coches de verdad, de autoescuela, con doble mando y profesor a su cargo, en principio, sólo en circuito cerrado, aunque no descartaría completamente la posibilidad de hacerlo también en vía pública a modo de introducción. En todo caso, desde el comienzo de la enseñanza y hasta la obtención del permiso de conducir, mantendría la bicicleta como vehículo base y constante.

Hay karts de pedales hasta para adultos.
Fuente: impressivemagazini.com
Todo esto, se puede complementar con algunas visitas a museos de automóviles, fabricantes de coches, talleres, circuitos, carreras, exposiciones de automóviles de todo tipo, etcétera. En esta etapa también se podría comenzar a utilizar simuladores de conducción, pero no me parece imprescindible y encarecería el precio, mejor en la siguiente.

ENSEÑANZA SECUNDARIA Y FORMACIÓN PROFESIONAL

Aunque también en la anterior es posible, en esta etapa se puede establecer una mayor y más sólida relación entre distintos aspectos del automóvil y las distintas asignaturas propias de la misma. Todos sabemos, por ejemplo, de la íntima relación que existe entre las asignaturas de Matemáticas, Física y Química, y vehículos de motor. Pero no sólo de ciencia vive el hombre, también el mundo del automóvil tiene su espacio en arte, literatura, historia, cine y otras áreas. Sin duda, el mundo sería muy diferente de como lo conocemos si no existiera este invento.

La estructura que planteo para la enseñanza primaria es perfectamente válida en esta y, como ya han visto se basa en cuatro pilares: enseñar regularmente, enseñar sistemáticamente, enseñar teoría y práctica. Tan solo hay que aumentar el caudal de conocimiento a transmitir, emplear más los karts de motor, incrementar el uso de la bicicleta y las excursiones con ella, comenzar a trabajar con simuladores de conducción y, como máximo con 15 años, empezar a trabajar con coches de autoescuela tanto en circuito cerrado como en vía pública. En estas, ya se pueden plantear viajes en toda regla de corta y media distancia. En circuito cerrado, una vez por año entre los 15 y los 18, al menos se pueden practicar los que ahora se suelen denominar cursos de perfeccionamiento básico pero que incluyen prácticas de frenadas de emergencia en seco y mojado con y sin esquiva.

A esta edad, aproximadamente, ya se puede practicar
en ocasiones con coches de verdad.
Fuente: www.jose-vasconcelos.edu.mx
En principio, un alumno con 16 años estaría bastante mejor preparado para conducir solo que los que actualmente obtienen el carnet con 18 años o más; sin embargo, legalmente no podría hacerlo y me parece bien, pero cuenta con la ventaja de disponer de dos años de prácticas en carretera para acumular experiencia del modo más seguro posible: con un coche con doble mando y un profesor al lado practicando en todo tipo de circunstancias, viajes nocturnos incluidos. Dos años parecen mucho tiempo, pero el alumno no sólo está aprendiendo a conducir y las prácticas en vía pública tampoco se harían todos los días sino cada dos semanas, por ejemplo. 

Cumplidos los 18 años o un poco antes, cada alumno podría acudir a la autoescuela que desee para obtener su permiso de conducir, y ahora sí que, prácticamente, sería un puro trámite porque ya sabe conducir de verdad.

ENSEÑANZA UNIVERSITARIA

Para los jóvenes que lleguen a la universidad, normalmente ya con su permiso de conducir y habiendo pasado las etapas anteriores, se puede disponer de algunas clases teóricas, entrenamiento con simuladores, y reducir las prácticas con los coches de autoescuela a la realización de algunos viajes largos, y en circuito cerrado hacer cursos de perfeccionamiento más avanzados, uno por año sería suficiente.

Aprender a conducir es duro muchas veces,
pero siempre puede ser muy satisfactorio y agradable.
Fuente: www.lavozdigital.es
En esta última etapa, algunos alumnos conducirían por su cuenta y no estaría mal que dispusieran de un tutor para cuando lo necesiten, también se pueden preparar cursos ad hoc en casos de accidentes o infracciones graves.

CAMPAMENTOS DE VERANO

En las tres etapas y en cada curso, pienso que sería muy interesante realizar campamentos de verano, de al menos una semana, en un circuito, habilitando en el mismo aseos, cocina, comedor y zona para dormir, lo que podría hacerse en tiendas de campaña. Algo así como los cursos de “inmersión lingüística” pero con otro objeto.

NOTA

Aún me falta hablar sobre personal docente financiación y exámenes, pero las ideas básicas y más importantes, las ventajas obtenidas si se llevasen a cabo, tanto para el individuo como para la sociedad, creo que están recogidas aquí. Cuentan con la ventaja añadida de que para realizarlas no se precisa de cambios legislativos, al menos en cuanto a lo que respecta a la Ley de Tráfico y sus reglamentos; aunque pueda sonar un tanto extraño, lo cierto es que una persona no puede ir ni a examen de teórica sin haber cumplido 18 años, pero no hay establecida ninguna edad para aprender a conducir, basta con que su estatura le permita manejar los mandos del coche y lo haga con uno de autoescuela y con un profesor, o por libre con un coche particular pero también con doble mando y una persona que se responsabilice del mismo. Sin embargo, sí será necesario hacer algunos cambios, quizá solamente administrativos, para enseñar a conducir en escuelas, institutos y universidades; las competencias en materia educativa corresponden a las comunidades autónomas, pero, financiación a parte, debería ser muy factible. Además, que yo sepa, la primera que se animase a ello sería pionera en el mundo.

Esteban

Enlaces relacionados: ASÍ APREDÍ A CONDUCIR (6)

martes, 7 de abril de 2015

¿QUÉ PUEDE HACER LA DGT?

Considero totalmente injusto que la Dirección General de Tráfico (DGT) sea blanco de todas las miradas y receptora del ruido de tantos rasgándose las vestiduras, mientras apuntan sus dedos índices en inequívoco gesto acusador por acción u omisión hacia esta entidad y a su máxima representante, actualmente, la señora doña María Seguí que, miren por dónde -y sin tener el gusto de conocerla personalmente-, me inspira simpatía. 

Agente a pie de carretera en servicio de vigilancia.
Fuente: www.riberaexpress.es
Las mencionadas acusaciones son lanzadas con presteza en cuanto los medios de comunicación publican un número de accidentes de tráfico superior al de un mismo periodo del año anterior, o cualquier otro. Los partidos políticos exigen su comparecencia en el Congreso para que explique los motivos y comunique soluciones. Hace tan sólo unas semanas, la señora Seguí fue objeto de mofa y burlas por explicar, entre otras cosas, que el aumento en el número de accidentes en lo que llevamos de año con respecto al anterior estaba relacionado con la recuperación económica que, según el Gobierno, comenzamos a disfrutar.

Sobre lo último tengo muy serias dudas, sobre lo primero no; porque puedo observar que el nivel de tráfico ha aumentado algo y, si la drástica disminución de accidentes fue debida en su mayor parte a la crisis y la disminución tan notable de vehículos que ello supuso, es perfectamente lógico que cuando aumente un poco el número de automóviles en circulación aumentarán los accidentes. Desde luego, la medida estrella del anterior director: el carnet por puntos, no ha hecho que conduzcamos mejor, si acaso más temerosos y cabreados, lo que añade un factor de riesgo más en la carretera.

Pero no es sobre esto de lo que quería hablar hoy, sino de los límites de las competencias de la DGT, de ahí la pregunta del título. De las matriculaciones de vehículos, registro de los mismos y de conductores, permisos de conducir y exámenes, hoy por hoy, la DGT tiene competencias en toda España. Dejando a parte los exámenes, todo lo dicho nada influye en la seguridad de las carreteras. La vigilancia y control de las mismas sí que tiene influencia en la seguridad, pero en estos aspectos las competencias se limitan a vías interurbanas de las que quedan excluidas las comunidades del País Vasco y Cataluña por tener competencias propias en ellas sus respectivos gobiernos; esto casi todo el mundo lo sabe, también que en España hay más de 8.000 municipios y, que salvo excepciones, es responsabilidad de los distintos gobiernos locales la vigilancia y control de sus vías urbanas, cosa que, muy curiosamente, siempre olvidan quienes tanto exigen a la DGT. 

Fuente: asextra.blogspot.com.es
Precisamente, es en las vías urbanas y sus alrededores donde la mayoría de los conductores más utilizan sus coches; donde más se confían y vician -también peatones y ciclistas-, y donde más heterogénea es la vigilancia y control por parte de las distintas policías locales, a su vez, dependientes de sus respectivos municipios dando lugar a una disparidad de criterios abrumadoramente caótica. Sin duda exagero, pero me resulta inevitable ver un cierto paralelismo entre la circulación en poblado y la historia de Sodoma y Gomorra.

Son muchas las personas que adquieren y arraigan pésimos hábitos conduciendo en las localidades donde residen. En ellas, las velocidades media y máxima son muy inferiores a las que se llevan en carretera, pero los vicios siguen siendo los mismos, la despreocupación con la que se conduce y la falta de cuidado, educación y respeto también. El cambio más significativo que observo en este amplio grupo de conductores es que manejan más temerosos por el simple hecho de estar fuera de su zona de confort y por el miedo que les inspira ser sancionados con más dureza por un tipo de policía con el que menos veces tratan: la Guardia Civil de Tráfico, generalmente. Pero muy pocos piensan que sus enquistadas malas costumbres, en carretera, pueden suponer un accidente muy grave con mucha más probabilidad del que tendría lugar en la localidad en donde viven. 

Los conductores de los que hablo, carecen de la costumbre de moverse a las  velocidades propias de carretera (aun respetando los límites), valoran mal las distancias y velocidades de los demás, se anticipan muy poco, o como en ciudad, y como en estos lugares, mantienen similares distancias de seguridad. Pondré algunos ejemplos muy significativos:
  • Falta de respeto por las líneas continuas, lo que en carretera puede costar muy caro. 
  • "Stops" y "cedas el paso". Se tienden a hacer como en ciudad (costumbre obliga), mirando sin detenerse (en el primer caso es obligatorio siempre), y actuando de un modo muy optimista en cuanto a la proximidad y velocidad de los vehículos que están a la vista.
  • Frenan tarde y poco, con lo que en muchos lugares: curvas, cambios de rasante, intersecciones y travesías, por citar los más habituales, adoptan una velocidad inadecuada por más que eviten sobrepasar las limitaciones.

No son tan raros, ni mucho menos, los accidentes graves y muy graves en poblado.
Dejando a un lado la formación, los ayuntamientos, en general, actúan de un modo muy irresponsable en el cumplimiento de su deber de vigilancia y control del tráfico que, básicamente, limitan a observar las normas de paradas y estacionamientos. ¡Y nadie les pide cuentas! Máxime cuando en las vías de poblado, los accidentes de gravedad, son más habituales de lo que se suele pensar, especialmente, cuando en ellos están implicados peatones y conductores de vehículos de dos ruedas.

Cuando los medios de comunicación informan del número de accidentes y de víctimas por accidentes de tráfico, deberían decir también los que se dan en vías urbanas. En todas y sistemáticamente. Tal y como lo vienen haciendo hasta ahora, dicha información la considero injusta e interesadamente sesgada.

Antes dejé al margen los exámenes, materia en la que la DGT tiene plenas competencias, solamente con subir el nivel de exigencia de los mismos y volver a realizar pruebas en circuito cerrado añadiendo frenadas de emergencia, el nivel de conducción sería sensiblemente más alto y mejor. Curiosamente, esto nunca se lo echa nadie en cara a la mencionada entidad. ¿Ustedes tampoco?

Esteban