lunes, 30 de junio de 2014

TERCER ANIVERSARIO


Este osado e imperfecto modo que tenemos los humanos de medir el tiempo forma ya una trinidad de años para este blog. Un trípode ya proporciona un equilibrio mínimamente estable en este fugaz y fluido espacio, tan pequeño y tan vivo, en este lugar de una nueva galaxia en el que habito y desde el que sigo lanzando fósforos encendidos con el fin de poner un grano de arena en iluminar la negrura del asfalto para evitar al máximo lo malo que en él podamos encontrar y disfrutar de transitarlo.

Es cierto que la primera idea que alumbró este blog fue utilizarlo para promocionar y vender el libro, sigue siendo un objetivo, pero no es el único. Ya en la primera entrada percibí que este espacio tomaba vida propia y nacía independiente y libre, esta sensación se fue asentando a lo largo de estos tres años hasta el punto de que si el libro no necesitase al blog, seguiría habitando este último.

El libro es como un adulto, ha de hacer su vida y está formado, aunque aún precise de ayuda para impulsar su andadura, para no detenerse. Pero está hecho. Este sitio sin embargo, viene a ser como un libro abierto en el más amplio sentido de la palabra. Y crece, se nutre y enriquece con las perspectivas, puntos de vista y opiniones que algunas de sus lectoras van dejando en él, no es un vano halago, basta con mirar los comentarios para comprobarlo. Los agradezco enormemente por sí mismos y porque en uno u otro aspecto nos sirven a todos. Gracias por vuestra atención y el tiempo que os tomáis para escribirlos. Gracias a cuantos leéis este libro abierto que espero os sea útil en alguna medida y os sirváis de él.

¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!


Es hora de celebrar, ¡esta va por ustedes!

También es tiempo de recordar, ir a la fuente tomar impulso y seguir adelante. Aquí pueden ver aquella primera entrada de hace tan sólo tres años.

Esteban

domingo, 29 de junio de 2014

DÍAS DE RADIO, JUNIO 2014 (y 2)

CHARLAS CON JOSÉ ÁNGEL EN OYE RADIO BASAURI

CHARLA DEL DÍA 18-6-2014.
Se inventa en Valencia un sistema que, entre asiento y cinturón, detecta si un conductor se duerme. Trece millones de automovilistas (¡13!) utilizan el teléfono móvil mientras conducen. La DGT alerta sobre el alto porcentaje de personas que conducen bajo la influencia del alcohol y otras drogas. Nuevos límites de velocidad para después del verano; en la misma noticia se afirma que el 25 % de las muertes por accidentes de tráfico suceden en vías urbanas. Y hablando del rey de Roma... accidente en Basauri. Aumentan las multas de tráfico en Euskadi por no utilizar las sillas infantiles.

 
Conducir y utilizar el teléfono móvil al mismo tiempo son tareas incompatibles, creo que esto es algo tan evidente que no admite discusión. No obstante, si alguien tiene alguna duda, puede demostrárselo a sí mismo de un modo completamente seguro haciendo una prueba en un coche de autoescuela en circuito cerrado, con media clase basta y sobra para esta prueba y el tiempo y dinero que pueda invertir en ella sería un precio puramente simbólico si verdaderamente aprende la lección.


Es el lugar más seguro para llevar el teléfono, y en silencio, "ojos que no ven..."
pues con los oídos pasa igual, además, cada vez son más grandes.
Por cierto, dentro de una de esas botas iría muy bien protegido.
Fuente: shop.porsche.com
En España, hoy por hoy, es legal hablar por teléfono y conducir utilizando el sistema de “manos libres”, pero también se perturba seriamente la tarea de conducir. Que algo no esté prohibido no significa que tengamos que hacerlo, y esto también lo digo para aquellos países en los que se permite el uso del teléfono con o sin “manos libres”. Disminuir nuestra dependencia con el uso de estos aparatos entiendo que ya es una cuestión prioritaria de salud pública, hasta puede provocar la muerte propia y ajena; una forma drástica, pero totalmente efectiva, de evitar caer en la tentación es dejar el teléfono en el maletero. Anímense a hacerlo, a pocas veces que realicen esta acción sentirán menos ansiedad y agradecerán con alegría la sensación de libertad que disfrutarán.

La DGT alerta sobre el alto porcentaje de personas que conducen bajo la influencia del alcohol y otras drogas. Este es otro grave problema de salud pública, aunque mucho más viejo, tanto como el mundo, prácticamente, pero en las últimas décadas se hace un consumo derrochador y masivo que afecta en todos los ámbitos de la vida de un modo extremadamente negativo. No sé que solución puede haber, desde luego, pero es imperativo que toda la sociedad se ponga a la faena porque los políticos actúan con una pasividad que raya en la complicidad. Es necesario que todos abramos los ojos y nos demos cuenta, que disociemos de una vez por todas diversión y drogas.

Nuevos límites de velocidad. Anunciados para después del verano, merecen una entrada o más, desde luego. Por más vueltas que dé al asunto, no acabo de entender la necesidad de estos cambios; salvo, como una maniobra de confusión (esto es indudable que se va a lograr) con el fin de que nos resulte mucho más difícil saber cuándo vamos bien o no y lograr así una máxima eficacia económica en la utilización de los radares.

Esta noticia añade un dato importante: ese 25 % de fallecidos en vía urbana. Precisamente, donde las velocidades medias y máximas, en términos absolutos, son más bajas. Hace muchos años, que en la modestísima medida en que me puedo y se me ocurre hacerme oír, vengo afirmando que las vías de poblado son muy peligrosas porque es donde el tráfico se desarrolla de forma más anárquica, no hay más que salir a la calle y abrir los ojos para comprobar la cantidad de infracciones que se comenten y el desprecio a los demás con el que actúan muchos conductores, verdadera raíz de los males del tráfico, y no es la única.

Accidente de Basauri. Aquí aflora otra raíz, o raíces: indolencia, falta de conocimiento, despreocupación por saber lo que se lleva entre manos, exceso de confianza, esa fe ciega que nos han inculcado en que si uno va “despacio” no pasa nada malo... Nada de esto lo puedo aplicar con rigor al accidente en concreto, también puede ser que el conductor del coche sufriese un repentino y grave problema de salud que le hiciese perder el control, por supuesto. Y en realidad no sé qué pasó, pero todo lo dicho antes son las causas más probables en este tipo de accidentes, que no son tan raros, por cierto. Y lo que sí les puedo asegurar, es que a muy baja velocidad y en primera cualquier coche puede hacer eso. Naturalmente, también se puede afirmar, que si las consecuencias no son mucho más graves y numerosas, sólo es por una cuestión de puro azar.


Insisto: esto es posible a muy baja velocidad y en primera.
Fuente: www.blogseitb.com
Sistemas de retención infantil. Pues habrán aumentado las multas, porque se habrá intensificado la vigilancia de un modo notable, pero en lo que yo puedo ver, el uso de los dispositivos de seguridad para los niños tiene un empleo masivo, es muy raro ver lo contrario.

CHARLA DEL DÍA 25-6-2014.
Empezamos comentando brevemente mi asistencia a la entrega de los Premios Bizkaired en la Torre Iberdrola de Bilbao y al evento de Mazda, también en Bilbao. Un hombre conduce ebrio y en sentido contrario en el puente de Rontegi, importante y elevado paso de autopista por encima de la ría. El conductor de un camión es detenido por dar marcha atrás en autopista poco antes de llegar al túnel de Guadarrama porque no cabía. Un emprendedor vasco ofrece el mayor catálogo on line del mundo de llantas (¡bien!). Piden 20 años de cárcel a un hombre por matar a otro durante una discusión de tráfico en Figueres. Llama un oyente para decirnos que en una rotonda de Murcia han puesto un avisador de presencia de ciclistas en la misma (eskerrik asko, Txiru!). Multado con cien euros por llevar la música muy alta. La Mesa Nacional de la Bicicleta pide que los ciclistas puedan circular por las zonas peatonales, y más cosas. Se prevé que circulen tres millones trescientos mil vehículos por las carreteras vascas de junio a septiembre. Un municipio de Canarias pinta los pasos de peatones con los colores de la bandera gay. Evento Mazda, cámara de visión trasera funcionando y algunas fotos.

 
Conductor de camión dando marcha atrás en la autopista. En la noticia que se puede ver abriendo el primer enlace sobre ella hay un comentario con el que estoy completamente de acuerdo: el aviso físico de control de gálibo debería estar colocado antes de la salida. Hace tiempo que no paso por ese sitio, pero he visto no pocas veces bastantes lugares en los que los conductores de camiones pueden tener problemas de ese tipo. 

Antes de ir a la emisora no había visto el vídeo, y en ella no me di cuenta de que en esa situación sólo caben dos opciones: la que decidió tomar el chófer del camión (ilegal) y la que apunté en la radio, detenerse lo más cerca posible del borde derecho, señalizar el obstáculo que supone ese vehículo, pedir ayuda y esperar, todo esto completamente legal. Pero, curiosamente, la primera opción es la de ejecución más rápida y de menor exposición al riesgo; la segunda tiene menor riesgo pero este se mantendrá durante bastante mas tiempo, y cuando lleguen los agentes de la Guardia Civil de Tráfico tendrán que ayudarle a hacer lo mismo que hizo por su cuenta, claro que previamente avisarán a los vehículos que se aproximen unas cuantas decenas de metros antes, en principio y en teoría es más seguro, pero no es tan fácil valorar si es mejor exponerse a un riesgo bajo durante bastante tiempo o lo contrario. Para mí, lo peor que hizo ese conductor fue ejecutar mal la maniobra de marcha atrás cruzando el camión, o igual lo hizo adrede por algún detalle que se me escapa... 

El segundo enlace que he dejado sobre esta noticia lo hice porque en ella puede verse el vídeo de la maniobra, todo lo demás no me gusta nada, es tendenciosa, insultante y hace juicios de valor totalmente improcedentes, ese conductor no es ningún “kamikaze”.

Discusión de tráfico. Este es un asunto muy peligroso en el que debemos esforzarnos al máximo en mantenerlo dentro de límites civilizados, si es que no lo podemos evitar. O irnos. Abierta la caja de los truenos es muy difícil cerrarla sin que nos queme un rayo de un modo u otro. Reconozco, que en un momento dado, a todas y a todos no pueden llevar los demonios (como decía mi abuela), tanto si somos conductores como peatones, pero a parte de que nunca sabemos con quién tratamos ni las armas de que puede disponer y estar dispuesto a utilizar (lo digo literalmente), en una pelea siempre perdemos. Si la pelea, en sí misma, nos sale bien seguramente seremos denunciados y detenidos; y al revés también perdemos porque sufriremos alguna lesión en nuestro cuerpo y otra más grave en nuestro amor propio.


Fuente: akifrases.com
Hace poco conocí a una compañera de oficio que, entre otras cosas, me comentó que cuando algún cafre la increpa le suele responder con su mejor sonrisa y, como si de nada se enterase, le dedica “que tengas un buen día”. Asegura que le funciona muy bien y me lo creo, el otro se queda desconcertado. Además hace honor a la autoescuela que dirige y a su nombre (Autoescuela ZEN) y a la filosofía que aplica en su trabajo. Personalmente, en general, yo me hago el tonto, no me resulta difícil y me funciona, pero tengo intención de probar lo que me contó mi colega llegado el caso.

La Mesa Nacional de la Bicicleta -no todos los ciclistas- ha pedido formalmente al Gobierno poder circular por zonas peatonales, en algunos casos por sentido contrario, pasar algunos semáforos en rojo como si estuviesen en ámbar intermitente... Y creo que nada más, que no es poco. 

Estas pretensiones me parecen un despropósito que además les hacen un flaco favor a sus propios intereses, viene a ser lo de la ley del embudo. Y estas cosas salen en todos los medios, da la impresión de que todos los ciclistas piensan igual (lo que me consta que no es cierto), favorecen que conductores y peatones hagan frente común... La impresión que me da es que algunos ciclistas actúan y se manifiestan de un modo bastante fanático, lo cual no puede generar más que rechazo. Parece que quieren utilizar la bicicleta como más les convenga sin tener en cuenta los intereses de los demás. 

En el fondo, pienso que subyace un ánimo de ponérselo fácil para evitar enfrentar el esfuerzo y trabajo que supone andar de un modo coordinado y fluido con los demás vehículos por las calzadas. Es como pedir carriles limitados a 30 km/h en todas las vías urbanas (lo olvidé antes), pues hombre, esto supone que a nada que coincidan automóviles y ciclistas siempre irán todos juntos; yo en bici no quiero ir así, no me inspira ninguna seguridad. 


¡Me gustó esta foto!
Fuente: www.tunebikes.es
Durante una década, aproximadamente, utilicé la bici como medio de transporte en Gijón, entonces rondaba los 300.000 habitantes (no estaba mal), no existían los carriles bici, ni las calles peatonales, nunca iba por la acera; eso sí, en los semáforos en rojo sólo me detenía si veía riesgo de que me atropellasen, nada más, y en los stops igual. Pero nunca tuve un sólo percance, ni una caída, ni una mala palabra, un bocinazo... Claro que andaba muy ágil, muy vivo y atento, y me coordinaba con los coches a base de mucho esfuerzo y anticipación aprovechando la mejor visibilidad que tenía por llevar los ojos a bastante más altura que los de los demás conductores. Naturalmente, si hubiese querido ir relajado, tranquilo, mirando las nubes, las fachadas de las casas... Me gustaría que todos los demás se parasen (o casi) y que además cuidasen de mí, pero esto no es razonable, por Dios. Es más, en aquel tiempo a los pocos que nos movíamos así ni se nos pasaban por la cabeza esas pretensiones. 

Obligar o prohibir, el pan nuestro de cada día en este país; enterrar en vida a la vida con hojas del BOE. Triste destino.
Esteban

viernes, 27 de junio de 2014

DÍAS DE RADIO, JUNIO 2014 (1)

CHARLAS CON JOSÉ ÁNGEL EN OYE RADIO BASAURI

CHARLA DEL DÍA 4-6-2014.
Un magistrado del Tribunal Constitucional circula en moto, sin casco y ebrio; presenta su dimisión de inmediato, pero... Una edil de Alcalá de Henares protagonista de un incidente de tráfico en el que da positivo en alcoholemia. En el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo se presenta un guante inalámbrico que facilita la conducción a personas discapacitadas. Matricular el coche uno mismo ahorra dinero. Interesante propuesta para compartir plazas de aparcamiento privadas en Bilbao. Otro estudio más sobre “¿cuántos conductores pasarían de nuevo el examen del carnet?...” ¿Es que no se les ocurren estudios más importantes que hacer? Es un tema reiterado y demagógico cuyo resultado se sabe de antemano. Hablamos algo más sobre el cambio automático y la muy interesante opción de obtener el permiso de conducir con este tipo de transmisión.

Es escandaloso el número de políticos y altos cargos de todo tipo de administraciones públicas españolas implicados como autores de graves infracciones y delitos de tráfico. La tendencia es al alza y parece imparable, a los últimos casos -mencionados más arriba- hay que sumar un accidente sin víctimas en el que estaba implicado uno de los hijos del actual ministro de Justicia y ante el que reaccionó dándose a la fuga, según parece.

Los “padres de la patria”, también deben dar ejemplo en estos aspectos, lo contrario les da una pésima imagen, y todos los partidos políticos deberían cuidarlos mucho, porque es fácil razonar que, si algunos de sus miembros son capaces de cometer estos errores en vías públicas, a la vista de todos y respecto a cosas de las que todos tenemos bastante conocimiento, ¿qué harán con las cosas que no vemos e ignoramos?

Lo único bueno que deduzco de estas noticias es que los diferentes tipos de policía que actúan en estos sucesos no parece que otorguen ningún trato de favor a sus protagonistas, lo cual, por más que sea algo natural y lógico, siempre es de agradecer.


Una buena idea y una buena noticia.
Fuente: www.abc.es
El guante inalámbrico presentado en el famoso hospital de Toledo es un avance muy significativo para facilitar la tarea de conducir a personas con graves problemas de movilidad. Es una buena noticia.



Por si en algunos dispositivos no se ve el vídeo, dejo aquí enlace.

¿Aprobaría el examen de conducir de nuevo? Pues ni lo sé ni me importa, francamente; y no es que quiera hacer con esto una loa a la ignorancia, Dios me libre, pero es que estoy muy harto de estudios sin sentido cuyos resultados se saben de antemano. Señores de Direct Seguros y responsables del estudio de marras: ¿Aprobarían ustedes alguno de los exámenes que superaron en su carrera, así, en frío, a bote pronto? Pues eso. Sin embargo, me tomo la libertad de sugerirles que podrían hacer un trabajo de campo extenso y serio desde el asiento trasero de un coche de autoescuela mientras se imparten clases prácticas, incluyendo algunos exámenes. ¿Se atreverían siquiera a ocupar ese asiento?

Lo dicho anteriormente no impide que ustedes, un servidor y todos cuantos conducimos nos esforcemos en estar al día de normas, señales, vehículos, técnica... Cualquier autoescuela atendería con gusto una consulta que alguien le pudiera hacer, jefaturas de tráfico, policías municipales, talleres, servicios de atención al cliente e información de fabricantes... Internet, hasta huelga mencionarlo. Siempre puede haber excepciones y negativas pero, normalmente, si uno busca encuentra. Es necesario conocer la máquina que manejamos, ¡vamos dentro! Y las reglas del juego, al menos y en profundidad las que resultan necesarias para conducir. Es necesario, repito, porque vamos dentro de esa máquina y con las personas que más queremos; podemos hacernos daño y causarlo en menos de un parpadeo. También a personas desconocidas, por supuesto, que, naturalmente, tienen el mismo derecho que nosotros a que se respete su integridad física escrupulosamente, es más, no se merecen ni un susto. Debemos estar preparados para conducir bien, siempre, y mejorar cada día.

Las normas, señales, vehículos, técnica... Aunque en una parte mucho menor también son de interés para quienes no conducen nunca, por ejemplo: A un peatón le interesa saber que la luz blanca en la parte trasera de un vehículo indica que se mueve o moverá de inmediato hacia atrás, cuando oye un pitido, lo mismo pero el vehículo será más grande; que hay muchas situaciones en las que un conductor es imposible que le vea; que la Física no hace milagros y la tecnología tampoco; que hay coches que se mueven sin hacer ningún ruido, híbridos (en ocasiones) y eléctricos... Estas cosas son más que importantes para la seguridad de un peatón, pueden ser vitales.

Cambio automático. Me consta que muchas personas no lo saben pero es una opción muy a tener en cuenta aprender a conducir con un coche dotado de cambio automático. Sin ninguna duda, supone un ahorro notable en clases, dinero, disgustos... Y una notable ganancia de seguridad cuando ya tenemos el carnet y empezamos a conducir solos.

CHARLA DEL DÍA 11-6-2014.
Fallece un peatón en Mallabia atropellado por un ciclista. Detenido tras avisar a otros conductores de un control de velocidad mediante WhatsApp. Una oyente nos cuenta que la han denunciado y puesto una multa de 200 € por no llevar el encendido de corto alcance o cruce cuando circulaba por su carril habiendo uno de sentido contrario al habitual al lado, también dice que no había señales sobre utilización de luces. Aumenta el número de fallecidos en accidentes de tráfico respecto al año pasado. La Universidad Politécnica de Valencia desarrolla un sistema de visión artificial que aumenta la seguridad de los autobuses en maniobras. Compartir coche a través de ciertas plataformas de Internet puede no ser legal y, como viene siendo práctica generalizada y habitual -desgraciadamente- por parte del Gobierno, el Ministerio de Fomento dice una cosa hoy y otra mañana. Acabamos con una rápida visita a este blog.

Accidente de Mallabia. Muy lamentable, dada la irreversible y trágica consecuencia que tuvo. Es mucho más probable que un ciclista sea víctima que “verdugo”, desde luego; pero es indudable que en la medida que aumente el uso de la bicicleta también crecerá la posibilidad de que se repitan hechos semejantes. Me molesta sobremanera la imagen que nos llega a través de los medios de comunicación, apoyada casi siempre por entidades oficiales, en la que nos pintan el andar en bici como algo lleno de ventajas, festivo, lúdico... como un talismán para un mundo feliz y, como es tan bueno para todo y para todos... hasta parece que estén a punto de obligarnos a utilizarla. 

Esta es la sensación que percibo con disgusto y tristeza, y no pasa una semana sin que surjan noticias que confirman mis molestias y temores. Me dan mucho miedo las actitudes intolerantes, las de quienes desean ejercer su derecho restringiendo los de otros. Me da miedo la fe del nuevo converso, es muy peligrosa.

Detenido tras avisar a otros conductores de un control de velocidad. Es evidente que utilizar el teléfono móvil es incompatible con la tarea de conducir, aunque se emplee “manos libres” y por muy legal que sea; el problema no está en tener el móvil en la mano sino en la atención que debemos prestar a lo que nos dicen y a lo que decimos; y si leemos o escribimos mensajes... ¡Es tan obvio y grave el riesgo! 

Claro que si es otra persona, que viaja en el coche y no conduce, la que envía los mensajes, ¿qué tiene de malo que avise a otros de la situación de un radar? Y, detener a alguien por hacerlo y además acusarle de “delito de revelación de secreto”... Esto es un esperpéntico acto de tiranía para defender el atraco que supone el radar, se mire como se mire. 

Me consta que a muchas personas no les escandalizan estas y otras muchas situaciones injustas y de abusos que se dan en el tráfico, incluso no son pocas las que las aplauden; pero no les quepa ninguna duda de que esta misma actitud se empleará para otras muchas cosas que les harán sentirse víctimas, sólo es cuestión de tiempo.

Una oyente, que sé que puedo citar y de la que todos podemos ser clientes (no se arrepentirán), Calzados Luzar Basauri-Ana, nos escribe para comentar que hace unos días le pusieron una multa de 200 € por no utilizar el alumbrado de corto alcance o cruce cuando, circulando en su carril, se encontró con uno habilitado para el sentido contrario contiguo al suyo. Ella no sabía que debía de utilizar esas luces en ese caso y tampoco había señal que lo indicase, suele haberla, pero aunque no esté señalizada esa obligación la tenemos igual porque está impuesta por norma. Lo siento, Ana, de verdad, porque me parece injusto y muy caro para una infracción ausente de todo peligro, pero es legal. Para aclarar el asunto dejo las siguientes imágenes:

CARRIL DEL SENTIDO CONTRARIO AL HABITUAL
Entiendo que es del que estamos hablando, Ana llevaría el coche verde.
Luces, como se ven. Límites de velocidad, para carril contrario y contiguo,
entre 60 y 80 km/h, salvo señales con cifras inferiores.
Fuente: www.mbfaq.com
CARRIL ADICIONAL
Luces y límites de velocidad para todos, entre 60-80,
salvo señales que indiquen cifras inferiores.
Fuente: www.fundacioncnse.org
CARRIL REVERSIBLE
Tiene carácter permanente y se delimita con línea discontinua doble,
marca vial exclusiva para estos carriles, también suelen tener pintada
 flecha doble y semáforos de carril. Luces, sólo obligatorias en el reversible;
velocidad, la genérica de la vía o la que indiquen las señales.
Fuente: www.colotest.com
Este tipo de circulación que se emplea para facilitar la fluidez del tráfico cuando este tiene mucha más intensidad en un sentido que en otro, ya sea de forma habitual a ciertas horas  en las vías principales de entrada y salida de grandes ciudades (carriles reversibles con carácter permanente); o de un modo excepcional por el mismo motivo o por obras (carriles del sentido contrario al habitual o adicionales), hay muchos conductores que no lo han visto nunca y, aunque se hayan aprendido las normas que regulan este tipo de circulación en su paso por la autoescuela, también es bastante probable que no las recuerden o vagamente; de ahí que se suelan emplear señales indicando la utilización de las luces y los límites de velocidad que conllevan, mas no siempre se hace, lo que puede dar lugar a denuncias y multas como ha ocurrido en este caso.

Esteban

viernes, 20 de junio de 2014

ASÍ APRENDÍ A CONDUCIR (5)

PRIMERA ETAPA, DE 0 A 12 AÑOS (y 4)
EL HERMANO ESTEBAN Y EL BUEN EJEMPLO

- ¿Cómo te llamas?
- Esteban.
- Pues o cambias de nombre o cambias de vida.

Este breve diálogo se repitió varias veces cuando conocí al hermano Esteban. Este hombre era el conductor del autobús que nos llevaba al colegio, a sus imperativas condiciones yo respondía poniéndome a la defensiva y dispuesto al ataque, que esperaba después de su segunda frase. Apretaba los dientes, bajaba la cabeza, seguía mirándole a los ojos (como los toros antes de embestir) al tiempo que murmuraba para mis adentros: “pues ni cambio de nombre ni cambio de vida”. Cuando el hermano Esteban, alguna vez, insistía en su última frase, con toda la determinación de que era capaz y el mismo gesto, se lo decía; entonces él soltaba una tranquilizadora y desconcertante carcajada que remataba con un “venga sube”. 

Si este autobús no es igual a "La Pota", se le parece mucho.
Pero sin asientos en el techo. ¡Qué envidia me daban!
Fuente: www.solofotosantiguas.com
He de reconocer, que gracias a aquella supuesta elección que me imponía pensé, no pocas veces, que quizá fuese posible cambiar de vida y no estuviese nada mal, esa capacidad de decisión me gustaba; ahora, dejar de llamarme Esteban lo tenía descartado, siempre me gustó mi nombre. Además, pensar, por sí solo, ayuda a desarrollar el cerebro y a que nuestras neuronas establezcan más conexiones entre sí, digo yo; perdón, no, esto no es cosa mía, lo he leído. También me agradó mucho comprobar que estaba dispuesto a todo con tal de no ceder a una imposición arbitraria y caprichosa. Todo esto ocurría con 9 años a las 8 de la mañana, todavía de noche, en un otoño, cómo no, pasado por agua y frío en casi todos sus días. Pues empezaba bien, mi curso de Ingreso a Bachiller.

Mi tocayo, el chófer de aquel autobús propiedad del colegio que quedaba un tanto lejos de mi casa (cerca de la plaza de toros y la cochera de los tranvías) era vasco, muy buena persona, resolutivo, un auténtico hombre de acción que no dudaba en remangarse la sotana, desabrocharse los botones y subirse las mangas (gracias a él descubrí el misterio de qué llevaban los curas debajo de la sotana) cuando jugaba con nosotros al fútbol o al frontón, o le veíamos enredando en el motor, cosa que me quedaba contemplando cuanto podía yo solo, maravillado y con enormes ganas de poder hacer lo mismo algún día. Y lo hice. Debo decir, que al hermano Esteban le veía más con uniforme de militar, como un sargento de la Legión peleando en mil batallas, siempre en primera línea de fuego, con nobleza, inteligencia, bravura y tratando a los prisioneros como un caballero, y como caballeros, porque, por supuesto, siempre vencía. Esto lo fui imaginando cuando lo fui conociendo en el transcurso del largo recorrido que hacíamos por Gijón antes de llegar al aula o a casa.

Apostaría algo bueno a que ese hombre es el hermano Esteban
Fuente: recuerdogijon.blogspot.com.es
El autobús tenía nombre propio: “La Pota”, así lo llamábamos todos. Sé que esta palabra es un tanto escatológica porque en casi toda España es sinónimo de vómito, pero no en Asturias, allí se denomina “pota” a la cazuela que se utiliza para cocinar, vamos, una olla. Supongo, que como era muy común utilizar las cocinas de carbón por aquellos años y las potas solían dejarse en ellas largo tiempo mientras se hacía la comida con su tapa medio puesta, siempre llegaba un momento en que esta se movía por efecto del vapor (principio de funcionamiento de la máquina de vapor, madre de los actuales motores), el ruido que eso hacía, unido al gorgoteo del alimento cocinado semejaba, más o menos, el del motor de aquel antiguo autobús.

El autobús era viejo pero hermoso y, en lo que yo podía apreciar, se cuidaba y mantenía en muy buen estado. Desde luego me gustaba más que cualquier autobús moderno de entonces y tenía una particularidad de la que estaba totalmente enamorado. Verán, el motor estaba en la parte delantera y se accedía a él desde el interior, estaba cubierto por una voluminosa tapa de unos 50 cm de altura forrada de skay guateado; en su parte superior tenía un borde metálico a modo de barandilla que permitía utilizarla como bandeja para llevar... yo imaginaba un montón de mapas para viajar por el mundo y algunos libros. Esa disposición mecánica permitía tener un asiento semejante al del conductor en la parte derecha, ¡un asiento solo! Ir en él, era como ir de “segundo” en un avión.

Les presento al Biscúter.
Naturalmente, había peleas por ocupar aquel asiento, carreras y empujones por llegar el primero a él, no lo logré muchas veces pero no dejaba de intentarlo nunca, cuando tenía que ir más atrás miraba lleno de incomprensión y asombro cómo el hermano Esteban movía aquella larguísima y retorcida palanca de cambios a la que tenía que llegar echando el brazo derecho hacia atrás, sin poder mirarla, para luego quedar en la misma aparente posición vibrando y moviéndose. Años después tuve ocasión de conducir un autobús así, y para mi sorpresa, hasta lo hice bien.

Llegó un feliz día en el que aquel chófer, que cada vez me iba generando más admiración, cuando me vio subir al autobús, le dijo al compañero que ya estaba en ese preciado asiento que se levantase y me dejase el sitio. A partir de entonces, me reservó siempre ese lugar para mí, lo que me hizo muy feliz y le agradeceré siempre. 

Por eso traigo aquí esta historia, pues hay veces en la vida, en que sólo por la actitud que uno muestra alguien que puede, la observa y aprecia nos abre las puertas de aquello que tantas ganas tenemos de aprender, conocer y saber. Se abre la muralla que nos da acceso a un lugar al que de verdad queremos ir; un noble y legítimo deseo constantemente perseguido sin rendirse nunca, aprovechando cada oportunidad, es nuestro visado. Y no fue una excepción, cosas semejantes me ocurrieron algunas veces más, y tampoco creo que fuesen casualidades. Aquí es donde quería llegar, esto es lo que puede ser útil para algunas personas y en cualquier aspecto de la vida.

Un auténtico haiga.
El privilegio de ir en aquel asiento, por sí solo, no me seducía lo más mínimo, tenía más inconvenientes que ventajas: estaba solo. No podía jugar con mis amigos, ni repasar una lección, ni los deberes; suscitaba envidias, burlas... esto era en realidad lo que me hacía darme cuenta de la deferencia que me había sido otorgada. Yo lo que de verdad quería era aprender a conducir, daba igual cuántos años tuviese que esperar para hacerlo. Me gustaban los coches en sí mismos, a mis compañeros sólo les interesaba el símbolo de estatus que significaban y poco más, a mí tanto medaba un haiga que un Biscúter, que fuesen caros o baratos, viejos o nuevos, todos tenían algo que me gustaba, todos tenían el mismo fin: llevarnos por tierra a cualquier lugar del mundo de forma autónoma con independencia y libertad, sin estar pendientes de a qué hora sale un tren o un autobús a según qué lugar, si es que estos vehículos llegan a él. El automóvil sustituye perfectamente al caballo y libera a este precioso animal de una pesada carga que ha tenido que soportar durante siglos, siempre pensé que tenía que ser una desgracia nacer caballo, no me gustaría nada tener que llevar a alguien encima a donde esa persona quisiera.

Se aprende mucho más de lo que parece sólo fijándonos, prestando atención, haciendo como una esponja; se perciben sensaciones, se sienten los distintos ruidos del motor, cómo cambian cada vez que se mueve la palanca, las aceleraciones, frenadas, las distintas fuerzas que actúan sobre nuestro cuerpo, cómo conductor y máquina funcionan como un todo coordinados entre los demás vehículos y con el trazado del camino... Se aprende sin darnos cuenta y a pesar de no entender las explicaciones que nos den, pero se van rumiando, y un día, de pronto, se hace digestivo ese alimento y extraemos sus nutrientes: comprendemos. Las piezas del rompecabezas enlazan de pronto en cascada y, aunque nunca lo acabaremos, habremos avanzado mucho en ese afán asentando profundamente algunos conceptos que recordaremos siempre sin ningún esfuerzo. Claro que hace falta un buen maestro, y el hermano Esteban lo era. Nunca le vi cometer un solo error. 

Se ve el freno de mano bien tensado, están actuando.
Pero todos los días se ven miles de hechos semejantes.
Así mismo, resulta tan común como peligroso el gesto de esa mujer,

la distraída pasividad de ese hombre ajeno a todo cuidado...
¡Y transportan a sus hijos!
Fuente: siempremujer.com
Hablando de maestros, cuando se tienen hijos, lo queramos o no ejercemos esa función. Es muy importante que nos vean conducir bien, por la seguridad del momento presente y futuro. Rumiar malas hierbas provoca accidentes, ¿cuántos de ellos son flores del mal de viejas semillas?

viernes, 13 de junio de 2014

ASÍ APRENDÍ A CONDUCIR (4)

PRIMERA ETAPA, DE 0 A 12 AÑOS (3)
BICI Y ACCIDENTE

Esta va por ti, Carlos Cummins. Congratulations!

Antes de irnos a vivir a Gijón y todavía en mi primer lustro de vida, además de utilizar los simuladores de los que hablé en el capítulo anterior, empecé a conducir (una vez más sin darme cuenta) un triciclo del que tengo vaga memoria; recuerdo que tenía un pequeño cajón de madera detrás del sillín donde alguna vez llevaba la merienda en alguno de los pocos recorridos que hice con él. Mi madre no me dejaba utilizarlo en casa, ni me apetecía, había muy poco espacio para correr, y a la calle no me dejaba salir mucho, a parte de casi siempre llovía. 

Otros tiempos pero eterna actitud.
Fuente: Internet. Siento haber perdido el enlace, pero está muy claro,
esta foto es de Volkswagen.
Del triciclo pasé a una Vespa, bueno, era una pequeña bicicleta carrozada en aluminio como si fuese esa popular moto, tenía la ventaja de que gracias a esa especie de disfraz las pequeñas ruedas traseras adosadas apenas se veían. La “Vespa” me la trajo mi madre de Madrid a donde fue acompañando a una amiga a la que allí operó un neurocirujano de la cabeza, y quedó bien, gracias a Dios. No me llevaron en ese viaje, pero aprendí algo de él que no olvidé nunca.

Imagínense, en la segunda mitad de los años cincuenta, ir en coche desde un pequeño valle minero de Asturias a Madrid, casi una odisea. Para pasar a tierras de León fueron por el puerto de Tarna, aún hoy, esa zona y otras muchas de Asturias es territorio vaquero, literalmente, porque las vacas que tanto me gustan y a las que tanto tengo que agradecer, campan a sus anchas por prados y calzada. Cuando pasaban el puerto, mi madre llevaba su ventanilla bajada y en uno de los momentos en los que el conductor se detuvo esperando a que se apartasen las vacas, una de ellas, se acercó a la ventanilla del lado en el que iba mi madre, metió parte de su cabeza por ella, sacó la lengua y le lamió la cara. 

Yo apostaría a que fue un gesto de cariño, un beso de despedida, pero es el día de hoy que a mi madre se le retuerce el cuerpo al acordarse mientras los demás nos reímos a carcajadas. Desde entonces mi madre no abre la ventanilla de un coche ni aunque se asfixie, a lo sumo un par de dedos; tampoco yo soy amigo de llevar ventanillas abiertas, y nunca cuando hay animales sueltos en la calzada o muy próximos. Hay cosas que con la intención basta, si alguna vaca quiere demostrarme su cariño, se lo agradezco mucho y correspondo al mismo, pero con un gesto es suficiente. Ese tipo de amores es mejor que sean platónicos, ¿no creen?

Enseguida es tiempo de vacaciones,
si viajan por el Cantábrico, fuera de las rutas principales,
es fácil encontrase con una imagen similar. Cuidado.
Fuente: www.lesescuelesdecollia.com
Aún vivíamos en El Entrego, cuando mis padres me llevaron a una boda a la que fueron invitados y que se celebraba en Gijón, cerca del velódromo de Las Mestas que, junto con el de Anoeta, en San Sebastián, fue muy famoso durante muchos años; en él viví el mayor hito de mi historia deportiva: gané una carrera ciclista, pueden ver aquí (debajo de la foto de las sandalias) esa pequeña historia llena de cal y arena.

Acabada la celebración, un día frío en el que llovió sin parar (como casi siempre), nos metimos en el 4/4 para volver a casa; la calle en la que estaba el coche no tenía salida y al final de su corto recorrido había un poste en medio de la calzada alrededor del cual mi padre dio media vuelta, pero patinó ya casi al final de la maniobra y el coche deslizó de medio lado hasta tropezar la rueda trasera derecha con el bordillo -bastante alto- de la acera, donde se quedó quieto. Naturalmente no había cinturones y yo iba atrás, suelto, seguramente enfadado -porque no me dejaban ir delante- y de rodillas en el asiento mirando por la pequeña ventana posterior como gesto para ignorar a mis padres, así solía ir. El caso es que caí dentro del coche y me hice una pequeña herida en una rodilla; unos señores que vivían muy cerca salieron a prestar ayuda e insistieron para que pasásemos a su casa donde la mujer me curó la herida y nos preparó café. Nunca olvidé ese gesto, fue muy generoso y, aunque pueda parecer innecesario -el accidente no tuvo transcendencia, a Dios gracias-, entrar en aquella casa fue como encontrar un oasis después de la súbita violencia desatada instantes antes, que disipó también el enfado de mi padre. ¿Cuántas veces reprimimos pequeños gestos porque consideramos que no sirven para nada? Es un error que procuro evitar, y me tomo la libertad de invitarles a que piensen en ello, a veces podemos hacer mucho bien con un mínimo esfuerzo.

En Asturias no hay reses bravas, pero algunas lo parecen.
Cuidado también con esto.
Fuente: m.forocoches.com
Fue también en ese tiempo cuando por primera vez, que yo recuerde, hizo su aparición en mi vida el concepto, la idea... el misterio de la muerte. Mi padre tenía un chófer con el que compartía la conducción del camión, Antonio. Era un hombre joven, moreno, alto, delgado y con bigote al que le tenía, quizá un interesado cariño porque con frecuencia me daba una vuelta en el camión. Siempre que estaba en casa de Güeli andaba muy pendiente de que parase por allí a ver si podía darme una de esas vueltas, cortas, pero que tanto me gustaban, y fue estando en aquella casa y modestísima fonda de Xixún cuando un día oí a otros chóferes que Antonio se había quedado dormido y se había matado, que cayó por un pequeño barranco, chocó contra un árbol y quedó aprisionado entre el volante y el respaldo del asiento, también les oí decir -como otras veces- que había que saltar del camión, y otros contestaban que si te quedas dormido cómo vas a saltar... No me atreví a preguntar nada y seguí esperando a que llegase Antonio en cualquier momento, pero los días pasaban y no aparecían ni él ni el camión, así que un día pregunté a mi madre:

-matóse fiu-
-bueno, ¿pero cuándo vuelve?-
-nunca, matóse; probín con lo buenu que era, y tan joven... Pasói algo con el camión y murió-  

Yo no entendía a mi madre, qué más da que se muera, cuando se le pase la muerte volverá, de modo que seguí esperando, volví a preguntar en alguna que otra ocasión repitiéndose de nuevo el diálogo anterior, pero eso de la muerte... ya se me quedó rondando por la cabeza, y sigue.

Continuaron pasando los días y yo empecé a intentar averiguar qué era eso de la muerte, descubrí que por la radio cantaban algunos hombres que mi madre y mis tías lamentaban que estuviesen muertos, más confusión: ¿cómo iban a estar muertos si yo mismo les oía cantar por la radio? También pensaba, que si era verdad lo que decían mi madre y mis tías, si unos muertos pueden cantar... otros podrán conducir; luego Antonio vendría en cuanto se le pasase la muerte; al mismo tiempo hacía más preguntas, más discusiones... Y ninguna respuesta. Pero yo esperaba. Mi abuela materna no decía nada al respecto, ni me atrevía a preguntarle, eso que la adoraba y adoro y me sentía muy querido por ella, y por todas, la verdad, pero Güeli era un ser absolutamente especial.

Reales o imaginarios, siempre he jugado con coches y aviones.
Fuente: Internet. Perdí el enlace, lo siento.
Cuando llovía, casi siempre, la mayor parte del tiempo estaba en casa y seguía a mi abuela como si fuese una prolongación de su cuerpo agarrado muchas veces a su falda, sin rechazarme nunca ni percibir el más mínimo gesto de que la molestase; la veía cocinar, lavar en un pequeño arroyo que pasaba por detrás de la casa, sacar agua del pozo, cortar leña para la estufa de hierro con la que una vez casi me parto la mandíbula (por velocidad inadecuada y excesiva, aún tengo la cicatriz en el mentón, “cazu” en asturiano), alimentar de carbón la cocina... De vez en cuando mataba una gallina y era testigo de toda la preparación hasta que estaba en la mesa lista para comer, entonces sí aprendí que eso de la muerte era algo irreversible porque ya cuando la estaba preparando me di cuenta de que difícilmente aquella gallina podría volver en unos días a correr por el prado; no, no podía ser, eso era imposible, una vez que le cortaba la cabeza... adiós para siempre; no veía a nadie, ni animales ni personas, andar por ahí sin cabeza. También me di cuenta, de que había oído muchas veces que a mi abuelo lo habían matado y nunca le había visto, ¿entonces? Antonio no volvería y dejé de esperar, me enseñó mi madre que podía rezar por él, y lo hice, sin saber por qué ni para qué, pero al hacerlo recordaba las veces que me había llevado en el camión, lo feliz que me hizo sentir, y, de un modo natural y automático me di cuenta de que cuando rezaba por Antonio me sentía profundamente agradecido, mucho más que cuando le decía “gracias” después de bajarme del camión. Quizá no fuese tan interesado el cariño que me inspiraba.

Para mí, esto es lo peor que nos puede pasar mientras conducimos.
Fuente: www.fierrosclasicos.com
Como ven, el que les acabo de contar fue el primer accidente de tráfico que apareció en mi vida, y con él, una importante lección que nunca olvidé: No te puedes dormir al volante, Esteban, no te da tiempo ni a saltar, si te duermes... ¡vas a matáte! Más adelante supe que lo peor no es eso, es que también se puede matar a alguien más.

No recuerdo exactamente qué edad tendría, seis o siete años, aproximadamente, cuando me llegó mi primera bicicleta; roja, preciosa, de hombre (menos mal, esto era muy importante), marca “BH”. Sólo tenía un pequeño y humillante defecto: las pequeñas ruedas atornilladas al eje de la rueda trasera para no caerme mientras aprendía a andar. Y también me caía, salvo que fuese muy despacio, no le veía ninguna utilidad a esa “solución”. Pero bueno, eso no duró mucho tiempo, porque ese primer año, en Asturias, apenas pude utilizar la bici pero al final del verano pasamos unas semanas en un pueblo de León, pequeño, tranquilo, llano, con grandes espacios abiertos, con sol (casi siempre, por fin) y muchos caminos de tierra perfectos para andar en bici. Allí, un señor anónimo y de forma espontánea, me enseñó a andar en bicicleta; fue en una sola lección -un poco larga, la verdad- y todavía guardo la sensación de libertad tan grande que tuve cuando después de haberme insistido unas cuantas veces que dejase de mirar la rueda delantera y levantase la vista, por fin, me di cuenta, lo hice, y como por arte de magia comencé a andar sin caerme. Le estoy muy agradecido a aquel hombre y lamento no habérselo dicho más que aquel día. La bicicleta me dio una sensación de libertad e independencia extraordinarias; después de levantarme, asearme y desayunar cogía la bici y, sólo volvía a la casa en la que estábamos a la hora de comer, merendar y cenar, hora que indicaba con increíble precisión mi reloj biológico.

La bici y yo éramos más grandes, pero así me enseñaron.
Fuente: www.sportlife.es
Aquel pueblo de León es La Virgen del Camino, y en él había un aeródromo militar, ¡lo tenía todo! Para mí era perfecto. En ese pueblo de caro recuerdo, otros hombres (¡gracias!) me enseñaron a arreglar los pinchazos y siempre llevaba conmigo parches, herramientas, pegamento, lija y un trapo; y a veces hasta la merienda para no tener que ir tanto a casa. También aprendí, esto por mi cuenta, que conste, a montar y desmotar en marcha de la bici, a andar con ella metido dentro del cuadro y a llevar a mi hermana de paseo para mostrarle todos los sitios hermosos que descubría sentada de lado en la barra y protegida por mis brazos, me encantaba hacer esto. A finales de septiembre o primeros de octubre podíamos ver desde la era las montañas de Asturias, ya con algo de nieve.

En Gijón mi madre apenas me dejaba utilizar la bici, era lógico, resultaba muy peligroso, pero con nueve años, alguna que otra vez, y dada mi perseverancia, me dejaba ir con un amigo que parecía inspirarle más confianza que yo. Con diez años, hice mi primera excursión en un pequeño grupo a cuyo cargo iba un cura del colegio (el padre Ruiz, nuestro profesor), vasco, excelente persona, nos quería, le queríamos y nos enseñaba muy bien, entre otras cosas a jugar al frontón, me gustaba mucho. Con él fuimos, como primera excursión, al cementerio de Gijón un espléndido día de primavera, y nos habló de la muerte, no recuerdo lo que nos dijo, sólo tengo una vaga sensación, tampoco nos desveló su misterio, pero creo que fue desde entonces que la percibo con serena alegría, profundo respeto, gratitud por la vida, y sin miedo.

Esteban

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