jueves, 7 de noviembre de 2013

AXAdriveday. UN GUIÑO DE LA VIDA (1)

El AXAdriveday, ha sido lo más parecido a vivir un cuento de hadas que me haya sucedido nunca; un pasar al otro lado del espejo como en el famoso cuento de Lewis Carroll (matemático, por cierto); un guiño que me hizo la vida, como dice Sabina en una de sus canciones. Y cuando la vida me guiña un ojo, cómo no, me dejo seducir.

Foto de la bandeja, fuente: www.portobello-vintage.com
El pasado 4 de octubre, viernes, a las dos en punto de la tarde me llega un correo por el que me invitan... al evento que ya conocen, dado que han descubierto este blog y consideran adecuado que alguien acuda en nombre del mismo al citado acontecimiento. Ese alguien es un servidor, aquí no hay nadie más. Y, naturalmente, tan sorprendido como agradecido, digo que sí. Pero en realidad no me lo podía creer, no porque no me inspirase confianza el señor Fabio Palumbo (firmante del correo en nombre da la empresa DIGITAL BROTHERHOOD, ubicada en París y responsable de organizar el evento de AXA) y al que antes de contestar ya me había llamado por teléfono, sino porque me parecía increíble en sí mismo. 
Aeropuerto de Bilbao (BIO)
En ese avión llegué al otro lado del espejo.
Vino pronto a mi cabeza, que hacía tan sólo diez días que había publicado la primera entrega sobre conducción nocturna y había puesto como foto de portada una vista aérea de París casi de noche. Es una foto que me gustó mucho, la encontré enseguida y ya no miré más. ¡Qué casualidad! Y siendo ya de noche, tuve una vista muy similar cuando el avión de Air France despegaba rumbo a Bilbao. Hacia el lado del espejo que más habito.

El aterrizaje en París fue mucho más hermoso de como se aprecia aquí.
A este lado de la luna reflectante que mis sentidos dicen que es la realidad (creo que me llevan engañando toda la vida miserablemente), empezó todo. El avión hacia París despega de Bilbao el martes (29) a las 15:30. Al joven que ocupa el asiento contiguo al mío le pregunto si va a un asunto de AXA, me dice que sí. Bien, ya conocemos mutuamente a alguien; cuando salimos de la terminal del aeropuerto Charles de Gaulle nos encontramos con tres hombres más que viajaban en el mismo avión, más tarde apareció otra compañera de viaje y otra chica, también española, pero residente en Berlín, de donde venía.

Ya en el barco.
La Torre Eiffel queda un poco más atrás y a la derecha pero muy cerca.
Sabíamos que desde el aeropuerto nos llevarían hasta un muelle del Sena en coche y viajamos los siete en una van de Mercedes que tenía seis asientos en la parte trasera enfrentados tres a tres. Nunca había viajado así en coche, y me gustó, fue cómodo para hablar entre nosotros, aunque a los que iban sentados en sentido contrario a la marcha decían que no les hacía mucha gracia esa posición.

Torre Eiffel desde la cubierta de popa.
Llegamos al barco, atracado muy cerca de la Torre Eiffel, donde estaba previsto hacer la presentación de la aplicación AXA Drive y de otra más: AXA Contigo. El barco era como una especie de gabarra, pero de lujo, con techo, toda acristalada y una pequeña cubierta a popa; era elegante, acogedora y cálida. En ella nos dieron las acreditaciones, charlamos unos con otros, tuvo lugar la presentación (estaban disponibles auriculares para traducción simultánea, menos mal) y cenamos a base de cazuelitas, dos platos más serios de pescado o carne y postres. Se podía repetir si se quería, y todo estaba muy rico, incluido el champán y el vino. Durante el lunch, el barco zarpó e hizo un pequeño crucero por el Sena. La Torre Eiffel estaba iluminada y omnipresente, resultaba difícil dejar de contemplarla.

Notre Dame
Al rededor de las 11 de la noche el barco atracó en un punto de la otra margen donde nos esperaba un autobús que nos llevaría al château (a unos 50 km al este -y un poco al sur- de París) donde íbamos a dormir. Hacía frío, pero el cielo estaba más despejado que el que dejamos en Bilbao e iba aclarándose a medida que pasaban las horas. Dormimos poco, pero en un lugar privilegiado del que al día siguiente, después de desayunar y siendo poco más de las ocho de la mañana, partíamos en autobús hacia el circuito. El paisaje me recordaba el norte de Castilla y el campo estaba cubierto de escarcha.

Despedida del château, lástima que se pudo disfrutar tan poco.
Llegados al circuito (a unos 85 km al este de París), bajo un precioso cielo azul y un día soleado, nos recibieron con otro desayuno. Después, paso por el vestuario donde nos facilitaron unos buzos de piloto -no eran ignífugos, ni falta que hacía, pero están muy bien-, nos los regalaron, aquí lo tengo, como prueba fehaciente de que no fue un sueño, y nos dividieron en dos grupos. A mí me tocó en el dos, con nueve compañeros más.

Llegada al circuito.
Desayunados por segunda vez y vestidos de piloto -el hábito no hace al monje, pero a veces ayuda un poco-, briefing. Los responsables del circuito, mediante una presentación y charla, nos dan una serie de consejos en cuanto a posición de conducción, cómo acelerar, frenar, tomar curvas, cambiar de marchas, comportamiento de seguridad para adelantamientos, velocidad muy baja en la zona dónde se cogiesen los coches, etcétera. En realidad, nada que no supiésemos la mayoría de los presentes, pero que nunca está de más recordar.

Excelente sorpresa en el briefing.
Todos creíamos que el paso por el circuito era con el único fin de probar la aplicación, no sé porqué, yo me había imaginado que lo haríamos con algunos Peugeot o Citroën de gama media, 308 o C4, a lo sumo C5 o 508. Pero no, los coches para hacer la prueba serían GT, como decían ellos, pero en realidad, tampoco; se trataba de auténticos superdeportivos: Ferrari 430, Lomborghini Gallardo, Audi R8 y Porsche GT3, nada menos. Esto sí fue una auténtica sorpresa que nos iluminó la cara a todos, o casi. Y digo casi, porque del grupo invitado desde España (creo que 20 personas); más o menos, la mitad lo fueron por su relación con la informática y las aplicaciones, y el resto por nuestra vinculación con el automóvil. Entre los informáticos, había algunos que no tenían permiso de conducir y otros que habían conducido muy poco o llevaban mucho tiempo sin hacerlo. Por supuesto, yo estaba encantadísimo, otra cosa que no me podía creer y que en absoluto esperaba. Pero esa no era la única actividad, había cuatro más previstas. El primer grupo comenzó con la guinda del pastel; el nuestro, afortunadamente, la degustó al final. 

Después de habernos hablado del Ferrari y compañía...
Esto parecía una broma de mal gusto, pero no, fue divertido y pedagógico.
Primera actividad.
Con una especie de tractor muy pequeño se hacía un slalom entre conos, un cambio de sentido delimitado también por conos, slalom en sentido contrario, otro cambio de sentido y parar. Sobre hierba. Pero antes había que andar unos 10 m, llenar un vaso de agua en un bidón situado a mitad de este espacio y subirse al pequeño tractor con él en una mano. Al bajar, se vertía el agua que quedase en una cubo situado en el suelo y al lado del punto de salida y meta, el equipo (nos dividieron en dos grupos de cinco personas) que más agua tuviese al final, ganaba. Ganó el otro, por poco, pero fue muy divertido.

Estas son las gafas que simulan estar
bajo los efectos de unas tasas de alcohol de 0'8 y 1'5.
Pero el alcohol NO sólo afecta a la vista, conviene tenerlo muy en cuenta. 
Esta prueba se repitió tres veces, la primera normal, la segunda con unas gafas que simulan ver como si uno estuviese bajo los efectos del alcohol con una tasa de 0’8 y la tercera como si la tasa fuese de 1’5. En esta última, resultaba francamente difícil cualquier movimiento y hasta acertar a meter el vaso en el bidón. Estas gafas las había probado en una ocasión pero andando unos 5 m sobre una línea pintada. Aquí, fue mucho más difícil,  revelador e instructivo, además, debía de hacerse todo lo más rápido posible y por relevos. Mi mayor preocupación llegó a ser no caerme al suelo al montar en el tractor. Hubo suerte.

Segunda actividad.
En una especie de cuadrado acotado, conducir con los ojos vendados un Honda Accord automático siendo guiados por las indicaciones de un compañero, o compañera, que también iban en el coche. Se hacía otro slalom, cambio de sentido y vuelta, teniendo que parar el coche en un espacio cuadrado delimitado con cuatro conos.

Una sensación muy extraña no exenta de angustia.
Sabíamos que el entorno era absolutamente seguro, que además iba un instructor a la derecha (que no decía nada) y el compañero que guiaba detrás, que bastaba con tocar el acelerador a punta de gas... pero daba cosa. En el momento previo a ponerse en marcha,  al colocarse el antifaz... entraba una cierta angustia, y, en mi caso, después de girar la dirección a tope siguiendo las indicaciones de mi compañera, comenzaba a deshacer el giro antes de que me lo dijese sorprendiéndome cuando me corregía, vamos, como si pudiera ver, comprobase que ella se equivocaba y no le hiciese caso. Y no, me guió muy bien; mejor que yo a ella, parece mentira. Un curioso experimento, esto de probar a conducir en ausencia del sentido dominante.

Tercera actividad.
Ya en el circuito de verdad, nos esperaban dos Honda Civic Type R (201 CV) en los que iríamos de pasajeros de dos en dos y cuyos pilotos hacían una exhibición de conducción muy deportiva simulando estar en carrera entre ellos y, a mi parecer, exagerando la brusquedad en aras del espectáculo. Bien, para mí a secas, porque desde luego me hubiese gustado más conducir el Civic aunque no fuese a ritmo de carrera.


Puesto que a veces hay sorpresas, dejo este enlace aquí.

Por cierto, aquí había que llevar casco (además integral), cosa que en principio me parecía innecesaria pero que me salvó de tres o cuatro coscorrones al golpearme con la cabeza contra el pilar “C”, seguido de la puerta trasera, lugar que me tocó ocupar y desde el que intentaba grabar.

En ese colín tan aéreo se iba de pasajero. Las mujeres, todas.

Cuarta actividad.
Recorrido por el circuito en moto conducida por un piloto. Decliné la invitación y admiré el valor de ese hombre, porque si el acompañante entra en pánico en un momento dado, no sé qué recursos podría emplear para evitar la caída. 

A impregnar el aire de adrenalina.
Quiero destacar una cosa que me llamó la atención: Fuimos varios los hombres que no hicimos el “paseo” en moto. Las mujeres, lo hicieron todas, y con las que puede hablar, ninguna se arrepentía, además se les notaba en la cara. Otra cosa curiosa.

Un detalle muy curioso del circuito. Me gustó.
Y llegó la hora de comer. Muy pronto para el habitual horario español pero con un sabroso postre en el circuito, guinda incluida: Ferrari 430, Lomborghini Gallardo, Audi R8 y Posche GT3. ¡Y se podía elegir! ¿Adivinan por cuál me decidí? Pueden hacer sus apuestas, pronto lo sabrán.

Esteban

NOTA: AXA y Ponle Freno lanzan la aplicación oficial de la V carrera popular para salvar vidas, que se celebrará en Madrid el próximo 1 de diciembre.  “Corremos juntos”, gratuita y disponible para iOS y Android, permite a sus usuarios participar desde cualquier punto del mundo y, además, por cada kilómetro realizado, AXA donará un euro destinado a medidas para las víctimas de accidentes de tráfico.

Código QR para descargar la aplicación, aquí.

También la pueden descargar aquí

  
+info sobre la carrera, aquí.

8 comentarios:

  1. Muy bueno lo de la máquina cortacésped!

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    1. Moltes gràcies por recordarme el nombre de esa máquina, ya me estaba dando miedo de haberme quedado anclado en la época de las guadañas. También sucede que como hay tanta variedad de segadoras...
      Efectivamente, es un ejercicio que parece una tontería pero tiene bastante sustancia; más con la prueba de las gafas.
      ¡Saludos!

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  2. Anda que no disfrutaste ni nada, pero... ¿por cuál te decidiste al final? Un fuerte abrazo y buen fin de semana amigo.

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    1. Sí que lo disfruté, Pepe. Y siento que te alegras por ello y te lo agradezco mucho. Es un actitud muy noble.
      Me sabe mal no contestar a tu pregunta, pondría la mano en el fuego porque no te molesta, pero... me parece que implícitamente digo que lo haré en la próxima entrada; si Dios quiere, para el domingo estará puesta, ¿esperas un poco, por favor? Además, mira, te propongo que intentes adivinarlo, yo haré lo mismo con respecto a ti.
      Voy a ver tu último artículo ahora mismo, el título me impresionó.
      Gracias por tus deseos, amigo, te digo lo mismo. Un fuerte abrazo.

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  3. Felicidades Esteban, te diría que vaya suerte, pero supongo que en la vida casi nada se alcanza solo con suerte, sino con trabajo, y responsabilidad. Y tu blog es eso fruto del trabajo que le dedicas y tu responsabilidad en el enfoque de los temas.
    Dicho esto... vaya morro, menudo evento. Yo como tengo poquita idea de conducir y prácticamente ninguna idea de coches, he consultado en casa acerca de tu última pregunta, cuál fue tu elección, pero hay diversidad de opiniones, entre el Porche y el Ferrari, en mi casa nadie ha elegido el Lamborghini, así que yo creo que elegiste ese, por llevar la contraria.
    En fin felicidades de nuevo y leeré la continuación.
    Besos

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    1. ¡Muchas gracias, Asun! Sobre la suerte... Algo hará, y quizá lo haya hecho. Dice Woody Allen que en la vida todo es cuestión de perseverar, y un poco de buena suerte. Creo que tiene razón. Hay gente que se desloma a trabajar, lo hace muy bien y, sin embargo y por desgracia, pasan toda su vida en la miseria. Otros en cambio, no hacen nada, nada especial y todo les viene de cara. Todos conocemos ejemplos de ambos extremos, ¿verdad?

      No importa tener idea de coches, a veces vas por la calle y ves pasar uno que te hace volver la cabeza, a todo el mundo. A mí me han dicho muchas veces que para qué leo pruebas de coches que jamás me voy a comprar. Es más, seguramente no los compraría ni aunque fuese rico. Pero también me gustan “Las Meninas” de Velázquez y ni en sueños se me pasa por la cabeza comprarme el cuadro. Y como eso millones de cosas, un arcoíris, mismamente... No entiendo por qué, admirar, ha de ser sinónimo de ganas de poseer.

      Me alegro que en casa hayáis especulado sobre los coches, es un divertimento como otro cualquiera. A ver si me invitan a otro acontecimiento y me dejan estar dando vueltas en un circuito hasta que me maree. Pero no me quejo, estuvo muy bien y estoy muy agradecido, que conste.

      Gracias de nuevo, un abrazo.

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  4. Enhorabuena!!! muchas felicidades!!! cariñossssssss

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    1. Gracias, María Elena. ¡Muchas gracias! Es un gusto compartir alegría, demasiadas penas hay ya.
      Un abrazo.

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