domingo, 10 de noviembre de 2013

AXAdriveday. UN GUIÑO DE LA VIDA (y 2)

Cualquiera de los cuatro coches hubiese sido una magnífica elección y, qué duda cabe, de que lo ideal hubiera sido probarlos todos. Con mucho gusto hubiera firmado eso como única actividad, y si fuese durante una semana entera, mejor que mejor; lo que no quita, que tal como transcurrieron las cosas fue un extraordinario regalo. A veces, casi sería preferible no tener que elegir, así desaparece cualquier responsabilidad y uno puede quejarse a gusto sin ningún problema de conciencia. La elección entre cuatro exige desechar tres, y surge la duda. 

Lomborghini Gallardo y Audi R8, postre preparado.
Foto cedida por AXA.
El Lomborghini me resultaba muy atractivo, mucho más “en persona” que en las fotos, especialmente por dentro, aquí, para mi gusto, ganaba a los otros tres ampliamente. El Porsche, por dentro era igual que todos los Porsche y mucho más visto, conocido y cercano, casi un coche normal y hasta con aire de antiguo comparado con sus oponentes; pero era el GT3 RS, un auténtico coche de carreras, por otra parte -aunque no pude comprobarlo por mí mismo- decían que tenía cambio manual, lo que lo hacía muy tentador para ver hasta qué punto ir vestido de piloto, “hace al monje”. Pero eran cinco vueltas, utilizar mínimamente bien el cambio de marchas, hacer punta tacón y doble embrague, algunas veces al menos, aunque sea innecesario parece que te lo pide el cuerpo, al precio de perder atención en otras cosas, eficacia y sensaciones que sería una lástima desaprovechar.

Los mismos en vista trasera.
El Audi R8 es un coche excelente sin ninguna duda, más redondo, mejor, completo y sensato (dentro de lo que cabe) que los otros, pero lo siento, fue el primero que descarté, hasta el punto de que olvidé citarlo en la entrada anterior y casi me ocurre lo mismo en esta. Y lo hice sólo por una razón: Ferrari, Porsche, Lomborghini (menos, pero también) están en otra dimensión, son atemporales, han hecho historia. El Audi R8, no, y dudo mucho que entre en el Olimpo de los automóviles. El Ferrari me resultaba más bonito viéndolo a cierta distancia en movimiento por el circuito que parado y de cerca. Tiene un motor V8 central, y nunca había conducido un coche con ese tipo de motor ni en esa disposición. Todo lo anterior me vino a la cabeza, pero lo empujó rápido este pensamiento: “Esta va por ti, Jonathan”. Y elegí el Ferrari.
La guinda del pastel
Gracias, Pablo Ibáñez ("Circula seguro"). Si no es por ti,
me quedo sin foto de este momento histórico.
Cuando mi hijo Jonathan vino a buscarme al aeropuerto no se lo podía creer -yo tampoco, cuando mañana me despierte me va a parecer que todo ha sido un sueño-, le dije. Pero sí, he conducido un Ferrari 430, rojo -como debe ser-, durante algo más de 8 km dando cinco vueltas en un circuito. ¿A cuánto lo puse? La velocidad indicada más alta que vi, las pocas veces que pude mirar los relojes, fue de 120 Km/h. Un tanto decepcionante, así, en términos absolutos, pero se alcanzaban en un espacio muy corto.

En marcha.
Nos acompañaba un instructor que venía a hacer las veces de guardaespaldas del coche y de nosotros. Los espejos estaban todos orientados para él, aún así, por el exterior izquierdo algo podía ver, por los demás nada. Se hace muy raro conducir sin utilizar espejos, se te va la vista, a pesar de que estés advertido, y giraba la cabeza instintivamente en cada trazada. En el circuito rodábamos cinco coches al mismo tiempo (había dos Lomborghini), llegado el caso, si un coche iba a ser adelantado, el instructor a bordo daba antes el visto bueno encendiendo las luces de emergencia. También había que llevar casco, esta vez abierto; y una vez más, pensé que para qué, pero antes de sentarme -tan cerca del suelo- tuve una respuesta, me di con la cabeza en el marco del techo.

Otra vista del F 430
No sé cómo me hubiese sentido entre el tráfico, más que nada por la posición tan baja,
 pero el coche en sí, transmite una sensación de seguridad enorme, como nunca había sentido.
Una vez dentro me sentí cómodo, ajusté asiento -con supervisión-, el instructor insistió en que el pie izquierdo estuviese bien apoyado en su sitio; esto es importante, pues es previsible que la mayoría estuviésemos acostumbrados a coches con cambio manual y pedal de embrague y el F430, los Lomborghini y el Audi tenían cambio secuencial con levas en el volante y sin pedal de embrague, y claro, si uno se deja llevar por la costumbre y busca la forma de pisar el embrague, se puede encontrar con el freno y  crear un problema. Aunque me parece que eso no es muy fácil que ocurra, más cuando los cambios de marchas se hacen con las levas situadas tras el volante y ni siquiera hay palanca en la consola central. 

El otro Lomborghini Gallardo, tenían motores V10
Creo que el cambio de manual a automático es mucho más fácil que al revés; cuando he conducido coches automáticos unos días y luego paso al manual, lo más que me ha ocurrido alguna vez es que me sorprende el pie izquierdo iniciando el camino para buscar el embrague, pero sólo un instante, enseguida te das cuenta; es peor cuando vas a detenerte, frenas, frenas, frenas... y no te acuerdas de pisar embrague hasta que el motor avisa de que se va a calar, pero en todo caso es un periodo de adaptación muy corto.


Vídeo cedido por AXA. Por si acaso, dejo el enlace directo para ver el vídeo en YouTube aquí.

Hablando de adaptación, me hubiese gustado disponer de más tiempo para hacerme bien con la perspectiva de conducir tan bajo. Iba cómodo, pero se me hacía bastante raro, más de lo que creía. La dirección me gustó mucho, más bien tirando a dura en comparación a lo excesivamente asistida que la suelen llevar ahora la mayoría de los coches normales. La suspensión era dura, como era de esperar, y eso que el asfalto estaba impecable, pero no me resultó molesta. Freno y acelerador se graduaban muy bien y fácilmente, si bien es verdad que no tuve ocasión de pisarlos sin piedad en ningún momento ni a ninguna velocidad; el cambio de marchas funcionaba muy bien y muy rápido. Y poco más les puedo contar. El ruido del motor embriaga, sobre todo en retención, después de frenar y volviendo a acelerar a la salida de una curva.

Porsche GT3 RS
Un auténtico coche de carreras. La verdad es que me quedé con ganas,
pero todo nunca puede ser.
El contacto con el Ferrari fue un auténtico placer, sustentado en hechos, pero sin embargo, resultó más subjetivo que objetivo. No te quedas con hambre pero sí con ganas de más, porque es algo así como si a uno le invitan a comer un plato exquisitamente condimentado con una materia prima carísima que nunca compraríamos, servida en plato de postre. Se disfruta, se goza y se agradece (totalmente), por supuesto, pero me hubiese comido dos platos grandes bien colmados cuando no la fuente entera.

Llanta muy racing del Porsche
Esto me lleva a pensar que, en mi opinión, no merece la pena acudir a un circuito a probar coches de este tipo. Alguna vez he visto publicidad en este sentido y creo que los precios andaban entre unos 300 a 500 euros y, no estoy seguro, pero creo recordar que dando menos vueltas. Son coches que tienen casi 500 CV para unos 1.700 kg, la inmensa mayoría de los mortales nos quedamos muy lejos de poder extraer la auténtica esencia de estas máquinas. Pienso que es mejor destinar ese dinero a realizar algún curso de perfeccionamiento en circuito con coches normales. Es más pedagógico, útil y, creo que objetivamente hasta más divertido. Estos cursos son muy recomendables, sin embargo, hay que ser cautos, porque últimamente algunos de ellos se inclinan mucho más hacia la vertiente lúdica en detrimento de la pedagógica, cuando ésta, ya es divertida en sí misma. Pueden leer una experiencia al respecto aquí.

Alerón regulable.
En teoría, el paso por el circuito, tenía por finalidad probar la aplicación AXA Drive, y la probamos, siendo específica para ese día. Funcionó bien, midiendo con mucho detalle aceleraciones, frenadas y giros, pude observar que en la toma de cada curva ofrecía información muy detallada de la utilización del volante. Pero me hubiese gustado hacer otra prueba, por lo menos, para observar la diferencia entre lo que la aplicación reflejase de una conducción “normal” a otra en la que nos empeñásemos en afinar. No sé cuántos de ustedes se habrán animado ya a utilizar esta aplicación, pero me he dado cuenta, de que “Conducir sin miedo” se complementa perfectamente con ella, no es gratis, pero sí muy asequible. Y ambas ganan utilidad con el tiempo.

Ríanse a gusto. Así me quedaron lo pelos con los dichosos cascos.
Pero eso sí, la cabeza libre de chinchones.
Es difícil, para nuestro fuero interno, dejar de ver a los instructores como un poco aguafiestas. Sin embargo, no me atrevo a valorar su trabajo, no sé nada de su  experiencia, de los sustos, accidentes, incidentes o demás contratiempos que hayan podido vivir y determinen su forma de actuar. Hay cosas que saltan a la vista, ellos no saben con quién tratan, no se pueden permitir que nadie sufra un rasguño ni que un coche se dañe, como ya dije, andan alrededor de los 500 CV de potencia y se pueden desbocar muy fácilmente, cuestan alrededor de 200.000 euros... Han de ser imperativamente conservadores. 

Au revoir et merci beaucoup.
Los instructores me parecieron serios y eficientes. Desde luego cuentan con todo mi respeto y admiro su labor, porque aunque sea en circuito, van sin doble mando, y con esos coches, pueden pasar cosas extremadamente rápido que una vez que suceden es imposible corregir, no queda más opción que actuar con mucha prevención antes de que pueda darse la posibilidad de perder el control. A ellos, a las compañías Digital Brotherhood, AXA y cuantas empresas y personas han hecho posible este paso al otro lado del espejo, muchas gracias. Ha sido un placer y un honor. El placer intento transmitirlo, con mucho menos talento del que me gustaría, pero no sin esfuerzo; el honor, queridos lectores, sí puedo darlo y lo doy. Es suyo.

Esteban
P. D.: 
Es sólo curiosidad, pero, de estar en mi lugar, ¿qué coche hubiesen elegido ustedes? ¿Les importaría decírmelo? ¡Gracias!

11 comentarios:

  1. Para PEPE LASALA
    Lo he publicado el domingo, no hice trampa, pero en los últimos minutos del día, lo siento. Pues... no sé si me equivocaré, pero apostaría a que vos hubieras elegido el mismo coche que yo. Ya me lo confirmarás cuando puedas.
    Un fuerte abrazo, amigo.

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  2. Hola, Esteban.

    Menuda experiencia.
    Yo hubiera elegido un citröen Saxo, que es el único que sé conducir... Sencilla que es una.

    Besos y peínate.

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    1. Hola Towanda:

      Siempre me alegra verte por aquí, además me has hecho reír y, como algunas veces, tus relatos me ponen los pelos de punta, deduzco que además de sencilla eres equilibrada. Muy bien.

      Ahora, con lo del coche has hecho trampa, eh. Eso no vale, si conduces un Saxo puedes conducir cualquier otro, no te quepa duda, aunque tenga 500 CV siempre se puede ir todo lo despacio que uno quiera, lo contrario sólo está al alcance de muy pocas personas y sólo en circuito, claro.

      Ya sé que la vida está “mu achuchá” pero, cuando pienses cambiar de coche, por favor, pregúntame, no te arrepentirás.

      Lo de mis pelos no tiene arreglo, y mira que me molesta estar despeinado, pero como se salgan de sitio no vuelven a él salvo que me lave la cabeza y me vuelva a peinar. Tampoco me gusta andar con un peine en la cartera (siempre me pareció muy hortera) pero daría igual, si no hago lo dicho. Ahora me estoy dando cuenta de que no sé cómo pude pasar el control de seguridad sin problemas, aunque hubo una chica que me miraba un poco raro... Hubo suerte.

      Muchas gracias y un abrazo.

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    1. ¡Eso sí que son agallas! El más difícil de conducir, sin duda. Para que luego se diga. Me alegro de haberme equivocado (una vez más), pensé que te decidirías por el Audi.
      ¡Bravo, Elisa! ¡Saludos!

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  4. Esteban, por un momento creía que elegirías el Lamborgini, porque era el que decía yo. El caso es que se te ve muy bien en el Ferrari. Y no me extraña que te pareciera que todo había sido un sueño, es que experiencias así no pasan todos los días.
    Sobre tus pelos de punta, al menos tenías un motivo, yo suelo llevarlos así, y no conduzco ni llevo cascos... cuestión de cabezas...
    Bueno felicidades y que sigan invitándote a muchos eventos así.

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    1. Fue como un sueño, sí. Y además totalmente inesperado, un verdadero regalo. Oxígeno para la esperanza; porque, a todos nos ocurren a veces cosas terribles de súbito, ¿verdad? Y cuando alguien pretende (esto también nos pasa) que no seamos ingenuos por esperar algo bueno que anhelamos, yo siempre argumento, que si de repente suceden cosas malas, en buena lógica, también puede darse lo contrario. ¡He aquí una prueba!

      El "Lambo" (como se dice en el mundillo) fue el coche con más éxito, de hecho había dos. Tiene un diseño espectacular y futurista, y para mí, el mejor interior.

      Volviendo a lo de antes, seguramente la conoces, pero la dejo igual, es una cita de la escritora mexicana Ángeles Mastretta que me gusta mucho, escribo de memoria, pero más o menos es así: "Ojalá disfrutes todo lo bueno que aún no te ha sucedido". Así sea, Asun, para vos y para todos.

      Muchas gracias y un abrazo.

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  5. La verdad es que son una maravilla Esteban. Con lo que han dicho hoy en la Tele de los cohes de más de 10 años... a lo mejor me miro uno de estos, jejeje. Por cierto, al final sacarán una gomina para el pelo con la que no haga falta casco. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana amigo.

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    1. No imagino lo de la gomina protectora pero, quién sabe. Desde luego es una buena idea que nunca se me hubiese ocurrido.
      Gracias por tu buen deseo, amigo. Espero que también sean así para vos los próximos días.
      Un fuerte abrazo.

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  6. Wow que carros!!!!!!!!!!!!!!!!!!! un abrazo

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    1. Muy expresiva, Mery. Muy bien.
      Pues donde yo vivo, estos carros difícilmente se ven más de media docena al año, seguro que en Miami se pueden ver todos los días.
      Muchas gracias por tu visita. Un abrazo.

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