EXÁMENES
Sin cambiar la legislación actual, cuando un alumno cumpliese los 18 años podría ir a la autoescuela que él elija y prepararse para superar las pruebas teórica y práctica, cosa que, salvo muy raras excepciones, le costará muy poco tiempo y dinero puesto que ya ha aprendido a conducir y tendrá un conocimiento muy bueno, amplio, razonado y profundo del bagaje teórico que precisa para ello.
Nunca he tenido ocasión de trabajar en una pista de este tipo, pero desde luego me encantaría. Fuente: Google Maps |
Lo ideal, sin embargo, sería modificar la normativa existente -tampoco es tan difícil- y establecer dos exámenes.
Primer examen.
- Teórico. Reducir materia y profundizar en ella, asegurándose de que se sabe lo verdaderamente importante.
- Práctico. Es fundamental volver al examen de maniobras en pista cerrada, incluyendo frenadas de emergencia, y donde el alumno vaya solo en el coche. En carretera, dejar las últimas modificaciones sobre documentación y comprobación de niveles y neumáticos para el examen en pista, y también en ella, realizar un cambio de rueda. Además, eliminaría la denominada conducción autónoma (dando una referencia, el alumno elige la ruta durante los primeros diez minutos), así como la puesta en práctica de la conducción eficiente, pues para conductores que empiezan es peligrosa.
- Funcionarios examinadores. Es demasiado habitual que entre el examinador y el profesor exista una notable diferencia en sus niveles de conducción, es necesario subir el nivel del primero, la DGT debe formarles mucho mejor, es inadmisible que un examinador sea un conductor mediocre, deben tener un profundo conocimiento de la carretera, por más que los exámenes transcurran en su mayor parte por ciudad y alrededores, en estas vías, es frecuente cometer “pequeños” errores que pasen desapercibidos o apenas se valoren como importantes, pero que en vía interurbana marcan la diferencia entre sufrir o causar un accidente grave o no.
Segundo examen.
La idea fundamental de esta prueba la explica muy bien don Arturo de Andrés en el prólogo que tuvo la deferencia de escribir para mi libro (Conducir sin miedo) y que le hace acreedor de mi gratitud para siempre. Así pues, copio una parte a continuación:
¿Cómo intentar combinar las posturas de profesor y alumno? A mi modo de ver, no hay más que una forma: escalonando la verificación de la aptitud mediante un doble examen. El primero, más o menos como ahora, comprobando tanto los conocimientos teóricos como un nivel práctico mínimo para soltar al novato en el torrente, o más bien caos, circulatorio. El segundo al cabo de uno o dos años (lo ideal sería por kilometraje, pero esto no es controlable), para comprobar, por una parte, la auténtica capacidad de dominio y manejo del coche en circuito cerrado (no hacen falta, en absoluto y que quede bien claro, habilidades de piloto de competición) y, por otra, la desenvoltura en tráfico real, en un coche sin señalización externa, al que todo el mundo le hace más o menos hueco. Y entonces, y sólo entonces, una vez superados ambos exámenes, se podría quitar la “L”.
Naturalmente, esto exigiría un segundo tipo de autoescuela o, más bien, la reconversión parcial de buena parte de las existentes; se trataría de darle un alcance masivo a lo que hoy en día llevan a cabo las ya numerosas escuelas de perfeccionamiento de conducción -no los cursillos de cara a la competición, esto es cuestión aparte- que, apoyadas por diversas instituciones (Automóviles Club en particular) existen en prácticamente todos los circuitos españoles. Evidentemente, esto no se improvisa en un par de años, pero parece ser que el doble examen es algo que cada vez se contempla más en toda Europa como el camino a seguir.
En el contexto en el que don Arturo escribió los párrafos precedentes, no se contemplaba la posibilidad que vengo exponiendo en esta entrada y las dos anteriores sobre ofrecer un aprendizaje continuado desde la escuela, lo que en un primer momento, puede que lo haga parecer innecesario; sin embargo la idea la sigo considerando buena y conveniente también en el supuesto que planteo, porque, como vengo diciendo a muchos padres siempre que tengo ocasión y a raíz de que uno de sus hijos acaba de obtener el permiso de conducir: por favor, ahora no le perviertas.
Creo que mi sueño daría fruto mucho antes. Partiendo de los 18 años, en cinco se notarían claramente y en diez serían nítidos. |
El riesgo de actuar de un modo diferente a lo que se ha aprendido y entrenado, aun llevando con esa tarea toda una vida, cuando se conduce solo y con libertad sin un profesor al lado, es posible que aumente considerablemente, pero no hay forma de saberlo de antemano y ese riesgo puede ser muy alto. Por tanto, creo que vale la pena reducirlo cuanto sea posible; un segundo examen, pasados dos años desde que se superó el primero, por ejemplo, si se conduce de un modo más o menos regular durante ese periodo, bien puede evitar que se arraiguen malos hábitos por la motivación que genere superar esa última prueba. Y que asiente los buenos, de un modo prácticamente definitivo, en la mayoría de los casos.
FINANCIACIÓN
Bueno, tenía que llegar. Aquí sí que tengo que agarrar al toro por los cuernos porque es el aspecto que menos me gusta, y con diferencia. Pero es necesario, muy a pesar de esa persistente y falsa corriente que circula por ahí de unos cuantos años acá según la cual hay cosas gratis. Otra mentira más de tantas que pululan como nunca había visto antes llenando de tentaciones y espejismos un auténtico desierto de modo que parezca una selva tropical. Pero no, es todo arena hasta donde nos alcanza la vista y en 360º, con suerte, disfrutaremos de algún oasis. Nada más. En esta vida no hay nada gratis por más que algunas cosas no las paguemos con dinero, y suelen ser las más caras.
Aquí y ahora, tan sólo haré una estimación del precio que podría tener este tipo de enseñanza. Como todos sabemos, la parte del león se la lleva la utilización de coche y profesor de autoescuela durante las clases prácticas en vía pública y, tal como he dicho, la máxima intensidad de esta fase sería entre los 15 y los 18 años. Imaginando que se diesen 4 clases de coche de una hora cada dos semanas durante ocho meses a un precio de 40 euros cada una y durante tres años, obtenemos un total de 7.680 euros. A esta última cifra habría que sumar la enseñanza teórica y en pista, los campamentos de verano y las clases prácticas entre los 18 y los 20 años, en total, a grosso modo, nos pondríamos alrededor de los 30.000 euros para un periodo que se extiende desde los 5 hasta los 20 años, lo que supone 166’66 euros mensuales por alumno; 125, si lo vamos metiendo en una hucha en cuanto nace un niño.
En España, seguramente nadie objetase nada si esta inversión la hace el Estado. Pero yo pienso que los padres deberían pagar entre el cero y el cien por cien de este precio en función de sus posibilidades económicas objetivas y en justa proporción con las mismas. Claro que, entre otros, se daría el caso de que una familia que disponga de abundantes recursos prefiriese que su hijo obtuviese el carnet como ahora pagando 1.000 euros a una autoescuela, gastar 25.000 en un coche y, “ya aprenderá”, por ejemplo. Combinaciones de este tipo puede haber muchas, el problema sería cómo evitarlas, pues prohibir u obligar no me gusta nada salvo que sea estrictamente necesario. Es preferible incentivar y motivar; exponer, explicar y mostrar; convencer a vencer. En todo caso estoy seguro que se puede dar con una solución, y se me ocurre de inmediato un incentivo con la bajada del precio de los seguros que, en buena lógica, debiera darse al reducir notablemente el riesgo de accidente entre los conductores jóvenes.
Esta importante y reveladora cita es un regalo más de don Arturo de Andrés. ¡Gracias maestro! |
Es indudable la importancia de una formación amplia y profunda para nuestros jóvenes de cara a enfrentar la andadura de su camino en esta vida. Casi todo el mundo está de acuerdo con este axioma y bastantes padres hacen ejemplares sacrificios para lograrlo, sin embargo, de poco o nada sirve tanto esfuerzo por parte de todos si luego permitimos que conduzcan con una formación muy deficiente arriesgando sobremanera vidas y haciendas, propias y ajenas, con terribles consecuencias por todos conocidas. Me llevó su tiempo darme cuenta, pero ahora estoy convencido de que este país y nuestra sociedad pueden hacer esta vital inversión que, sin duda, dará beneficios con creces a medio y largo plazo, algunos hasta cuantificables en euros; los más preciados, en salud, vida y desarrollo de actitudes que serán de utilidad en cualquier ámbito de la actividad humana.
¿Qué opinan ustedes? ¿Votarían afirmativamente esta propuesta en un referéndum?
Esteban
Hola Esteban. Por problemas técnicos escribo en anónimo. Discrepo en el ultimo punto. La gente no quiere formación. Quiere un titulo. Y hay que comenzar a entender que dar un titulo a alguien sin buena formación va en detrimento de todas las facetas de la sociedad. Y la carretera no es ninguna excepción.
ResponderEliminarEs verdad, tienes razón. Pero estoy convencido de que se puede cambiar esa tendencia en base a demostraciones, en la autoescuela se ve que prácticamente todos los alumnos cuando están en el coche y surge algún riesgo inminente de accidente, cuando cualquiera de mis colegas y yo mismo les sacamos las castañas del fuego mientras ellos tienen el corazón en un puño... ¡Se dan cuenta! Es muy obvio. También es cierto que luego acaba la clase y vuelven al mundo que les bombardea con mentiras y es fácil que les alcance otra vez, como en toda su vida anterior, la metralla de la falsedad en su voluntad y en su ánimo. Llegan tarde a la autoescuela y pasan poco tiempo en ella, si el contacto comenzara antes sería mucho más fácil que se impregnaran con una buena actitud, creo yo. Claro que después de estos sustos hay que dedicar unos cuantos minutos analizándolos a coche parado, en cuanto sea posible, y hay muchos compañeros que no sólo no hacen esto, sino que además y sobre la marcha, quitan hierro al asunto cuando no cargan con la responsabilidad “al otro”, al destino, a la suerte, a los nervios... Lo que sea, con tal de trabajar menos y malogrando una oportunidad preciosa de aprender que, cuando se aprovecha bien, siempre supone un importante paso adelante. Es más fácil engañar que convencer, ya sabes.
Eliminar¡Saludos!
Hola Esteban: Cuando comencé a leerte hace unos años no te veía tan crítico con tu propia profesión.
EliminarSea como sea sólo hay una solución a todo este embrollo: cambiar el sistema de examen. Primero prueba objetiva en circuito, y luego prueba de circulación previa explicación clara de qué se evaluará. El dia que el examen mejore, mejorará el aprendizaje. Es aquello de 'dime cómo evalúas y te diré qué aprenden'. Saludos!
Buena y acertada observación, Elisa. Prácticamente tengo finalizada la respuesta, pero si no te importa, ¿me das permiso para hacerlo en una entrada en la que copie tu comentario íntegro? No sé muy bien por qué, pero se me ha pasado por la cabeza que sería mejor hacerlo de este modo. Gràcies!
EliminarTotalmente de acuerdo con lo que dices respecto al examen, sin embargo, el Gobierno prefiere invertir 1.400.000 euros (que se dice pronto) en hacer cuñas de radio en la Cadena SER, para “sensibilizarnos”, dicen.
Por cierto la frase entrecomillada: 'dime cómo evalúas y te diré qué aprenden'. ¿Tiene autor? Para citarlo cuando la utilice. Gràcies de nuevo!
¡Saludos!
... Pues no sé si tiene autor pero es una frase muy conocida.
EliminarNo sabía lo del dinero en anuncios de sensibilización. Pero bueno, Esteban, tenemos lo que nos merecemos. ¡Saludos!
El concepto lo conocía pero esa frase tan sintetizada y clara no.
EliminarTe dejo enlace de la noticia que te mencioné:
http://www.negocios.com/noticias/embolsa-14-millones-campana-publicitaria-dgt-21042015-1145
En cuanto a lo de merecer... será, será, pero es que da tanta rabia.
¡Saludos!
En fin. Pues sí, Esteban, lo que nos merecemos. Somos incapaces de ponernos de acuerdo. Cada uno tira para sí y los propios intereses. Somos ácratas y cainitas y no tenemos miras ni de futuro ni de sociedad ¿Cómo vamos a tirar así un país? Saludos!
EliminarTienes razón, Elisa. Tienes razón. Mas creo que aún hay espacio para la esperanza, hay muchas personas que hacen cosas buenas porque de lo contrario todo sería mucho peor.
EliminarSaludos i bona nit!
El problema Esteban es que a nosotros ya nos acusan de que no queremos enviar a los alumnos a examen mucho antes y claro, luego se ve que la principal causa de accidentes es la falta de información por encima de las drogas y te echas abajo
ResponderEliminarEs verdad, tienes razón. Quien más quien menos, ahora pretende ir a examen como mucho con veinte clases aunque no sea capaz de llevar el coche en recta ni 100 m seguidos sin ir haciendo eses (lo he vivido, y vosotros seguro que también). Te queda la esperanza de que cuando suspendan y repasen el examen con calma igual corrigen y se puede trabajar bien, pero no, increíblemente prefieren pagar renovaciones a dar clases entrando en una peligrosa dinámica similar a la del ludópata que juega porque necesita dinero. Es muy difícil luchar contra esto, por no decir que imposible. Es un fiel reflejo de la sociedad en que vivimos y en la que parecen prevalecen los principios de “tengo derecho a todo, quiero que mis deseos se cumplan de inmediato y no admito un ‘no’ por respuesta”. Así vivimos y así nos va, compañeros.
EliminarUn placer comentar con vosotros y gracias por darme la oportunidad de hacerlo.
¡Saludos cordiales!