ANÉCDOTAS DEL VIAJE
No preciso de fundados motivos para hacer un viaje. En realidad, no me hace falta ninguno porque me gusta viajar y mi medio preferido para hacerlo es el automóvil, coche o moto, pero en automóvil.
La semana anterior a la del 26 de noviembre, el señor Manuel (titular de las autoescuelas KM 1 y MADRID, de Salamanca) me había llamado para hacerme un importante pedido de libros para sus autoescuelas y para mostrarlos en un stand que iba a poner en la feria de coches que se celebraba en Salamanca ese fin de semana. Precisamente por esto (los libros ya se los había enviado por una empresa de mensajería) y porque yo solo disponía de un día para poder estar allí, decidí hacer el viaje de ida y vuelta desde Gijón ese último sábado de noviembre, en principio, el día de más afluencia de público.
Poco antes de las nueve de la mañana ya estaba con rumbo sur. Hacía un día espléndido y había poquísimo tráfico. Desde Benavente hay dos opciones para llegar a Salamanca: continuar por autovía hacia Tordesillas -se da un pequeño rodeo que, sin embargo, ahorra algo de tiempo-, o continuar por Zamora. Opté por esta posibilidad que conlleva ir durante 71,4 km por la N - 630, carretera convencional con un carril por sentido, testigo de mi tercer viaje largo conduciendo un viejo Simca 1000 desde Gijón a Morón de la Frontera (Sevilla), a tres paradas, 14 ó 16 horas de viaje y, por supuesto, sin un solo kilómetro de autovía.
Llegué a Salamanca a eso de las 13 h., buen número, en serio. La exposición era en las afueras de la ciudad, al lado del hotel Doña Brígida. Normalmente viajo sin GPS -ni lo tengo- y no me importa perderme, normalmente. Llegué a un punto, en el que estaba convencido de que el hotel debería estar muy próximo, pero no lo veía, así que pregunté a un hombre que pasaba por allí; este señor me dijo que, dado dónde estaba, lo más fácil era continuar recto aunque la pequeña carretera en la que me encontraba perdería su asfalto pero que el tramo de tierra por el que continuaba estaba bien y era corto y me dejaba al lado del hotel. Todo fue cierto, desde luego, pero me encontré con dos pequeños tramos encharcados de unos 7 metros de largo cada uno que me dejaron las salpicaduras de barro que pueden verse en la foto del coche.
Todas las personas que conocí en el stand de la Autoescuela KM 1 me dispensaron un buen trato: cordial, amable y cercano. La primera que conocí fue el señor Matías, con quien compartí mesa y mantel, buena comida y agradable charla; más tarde, a mi colega Manuel, con quien no pude conversar tanto como me hubiera gustado -había que atender al público, claro- pero me causó muy buena impresión, parece un hombre bueno, desprendido, generoso e infatigable trabajador. La idea del stand me pareció muy buena, pero mucho más lo activo y vivo que lo mostraba. Cualquier visitante podía participar en un sorteo, ver una presentación, hacer algún test, examinar el abundante material pedagógico expuesto, probar a andar sobre una línea con unas gafas con lentes distorsionadas que simula ver como si se hubiese superado la tasa máxima permitida de alcohol o se hubiesen tomado otras drogas... Desde luego, felicito a Manuel y a todo su equipo por el buen trabajo que les he visto hacer, para todos ellos, mis mejores deseos.
Entre el material pedagógico que tenía expuesto Manuel, disfruté con una preciosa maqueta que, aún siendo un clásico en muchas autoescuelas de España, a pesar de su antigüedad, sigue estando perfectamente vigente y continúa siendo de gran utilidad para toda aquella persona que, al menos, desee comprender los fundamentos básicos de la mecánica de un automóvil. También llamaron mi atención dos libros: Vivencias de Tráfico, el que más, y Era mediodía... de H. R. Cabrera sobre la historia de D. Demetrio Gómez Planche alma del Museo de Historia de la Automoción de Salamanca (MHAS) que, incomprensiblemente, todavía no conozco pero forma parte de mis propósitos hacerle una detenida visita el próximo año.
Tuve la suerte de que esa tarde pasara por el stand D. Valentín Martín Llamas, autor de Vivencias de Tráfico, conoce a Manuel y a Matías y éste me lo presentó. Hablamos, intercambiamos libros y dedicatorias y, por mi parte, me quedé con las ganas de retomar la conversación, algún día, con tiempo y sin prisas en una terraza de la Plaza Mayor de Salamanca, por ejemplo. Valentín, tiene una basta experiencia profesional de vida en la carretera como miembro de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil que le da una perspectiva diferente de la mía del mismo fenómeno pero, sin duda, complementaria.
Comencé a leer su libro al día siguiente y me costó dejarlo para atender a otras cosas que imperativamente requerían mi atención. Ayer lo acabé, fui leyéndolo a salto de mata y en cuanto pueda haré una lectura calma y seguida, a ser posible, toda seguida. Pero estoy en condiciones de recomendarlo muy vivamente a toda persona que conduzca o piense en hacerlo y, cómo no, a todos sus compañeros; aportará un plus de profesionalidad y saber hacer a su formación, nada desdeñable. Su lectura me arrancó carcajadas por momentos y me sumía en la tristeza en otros, mas de todos se aprende y por partida doble: de los hechos relatados en sí y de las acertadas reflexiones que los mismos provocan en el autor y que éste tan bien transmite haciéndonos partícipes de ellos y logrando una decidida implicación del lector en mejorar su tarea de conducir con el fin de reducir al mínimo la posibilidad de sufrir, o hacer sufrir a causa de un accidente.
He de hacer una entrada sobre policía y tráfico, creo que no es prioritario, pero la haré. Puesto que ha salido el tema adelantaré una cosa, como pasajero y conductor he observado durante toda mi vida el trabajo de la Guardia Civil de Tráfico y, salvo excepciones de las que he sido testigo, relativas a dar mal ejemplo como conductores, en todo lo demás puedo asegurar que es admirable. Así lo he transmitido siempre a mis alumnos en las clases teóricas, seguro que muchos se acuerdan. Que cumplan con su deber, no evita que sigan siendo acreedores de nuestra gratitud. Aquí va la mía.
Dije que había presentaciones. En el stand. Durante buena parte de la tarde se proyectaron vídeos de tráfico, varios y en sesión continua. Los había ingleses, de la DGT, de países del este... Pero todos eran trágicos, todos mostraban la acción inmediata anterior a la tragedia y las consecuencias inmediatamente posteriores a la misma. A mí no me gustan estos vídeos, nada. ¿Quizá a alguien le sea útil? Tal vez, pero lo dudo mucho. Procuraba no mirar, pero resultaba difícil, me decía: “Esteban, estás curado de espantos, has visto unas cuantas veces esas cosas en vivo y en directo, te has manchado ropa y manos de sangre en más de una ocasión intentando averiguar si alguien estaba vivo o muerto...” Mas parece darse una curiosa paradoja: que la ficción es más real, a pesar de que la realidad la supere. No sé, pero no me gustan estos vídeos. Durante unos minutos, observé que estaban viéndolos dos niños (7 u 8 años) y les invité a que no lo hicieran aunque parecía no ser necesario dado el inequívoco modo en que expresaban su horror y desagrado, pero seguían embelesados. Se fueron y volvieron varias veces hasta que, al final, parece que buscaron a sus padres y estos se fueron con ellos a casa.
Llegó precozmente la noche como corresponde a esta época junto con el frío y la niebla que también se esperaban, y las 9 de la noche, hora de cerrar. Un rato antes ya estaba todo muy tranquilo, tiempo en el que tomé una Coca Cola y un pintxo con Manuel y Matías, pensaba hacer una parada en el camino y si hacía falta ya volvería a picar algo. Nos despedimos. Me encontraba bien, despejado, sin cansancio, sin sueño, fresco... En ningún momento se me pasó por la cabeza el reprocharme: mejor me quedaba aquí a dormir... O cosas por el estilo, nada. Tampoco tuve ninguna mala sensación, a veces las he tenido, antes y durante un viaje; y desde hace bastantes años cuando me pasa eso, si es antes, pospongo el viaje, horas o días, según; si es durante y de día, paro, descanso bastante tiempo, cambio de ruta... si es de noche, busco donde dormir. Esta vez, ¡nada! No percibí el más mínimo indicio que predijese nada malo.
No pasaban muchos minutos de las nueve cuando me puse en camino. Había niebla densa y me costó un poco encontrar la ruta hacia el norte, pero suponía que a medida que me alejase de Salamanca se iría despejando. Así fue, 30 ó 40 minutos después había un cielo cuajado de estrellas como hacía años que no veía, de modo que, si antes, en principio, había pensado en hacer la vuelta por Tordesillas (todo autovía y autopista) al ver el espectáculo que se abría ante mí, no dudé en volver de Zamora a Benavente por la N - 630, pues al ser carretera convencional, seguro que en ella encontraba algún camino de tierra o apartadero grande donde poder colocar el coche y contemplar ese maravilloso cielo tranquilamente y seguro, como suelo hacer siempre que los dioses me han regalado esa visión.
Esperé a dejar Zamora unos cuantos kilómetros atrás para que la contaminación lumínica de esa ciudad no molestase mi esperada contemplación y empecé a poner atención para distinguir algún buen sitio donde estacionar completamente fuera y lo más alejado posible de calzada y arcén, por supuesto, por el lado derecho. Estaba en estas cuando me di cuenta de que se acercaba un coche por detrás, no muy rápido, pero se puso muy cerca, observé que había dejado pasar dos buenas oportunidades de adelantar y seguía demasiado cerca, así que puse toda mi atención en perderle cuanto antes, en cuanto avisté una señal de fin de prohibido adelantar y llegado casi a su altura había una recta larga y vacía, puse el intermitente de la derecha, me acerqué un poco más hacia ese lado levanté el pie del acelerador y para acabar antes y que el perseguidor no tuviese ninguna duda, acaricié el freno lo justo para que se encendieran las luces rojas, me adelantó y a los pocos segundos desaparecieron las suyas en la noche.
Poco después encontré un sitio, me metí y ya lejos de la carretera y de zona de paso alguna paré, apagué luces y motor, bajé del coche y me dispuse a contemplar aquella fantástica noche. ¿Noche? No, aquel, para mí, simple mortal, enorme trozo de Universo que en 360º desde la línea del horizonte y hasta la vertical estaba preñado de luces de infinitos tamaños y colores con la Vía Láctea perfectamente definida... Me dispuse a sentir eternidad en el falso espacio que ocupan... No sé, un buen puñado de minutos y sentí, como el poeta que escribe del ciprés de Silos: “Qué ansiedades sentí de diluirme y ascender...”
No tenía prisa, pero tampoco debería llegar muy tarde a Gijón así que satisfecho con el goce del hermosísimo cielo que tuve la suerte de disfrutar, me dirigí al coche, y lo puse en marcha para volver a la carretera, al acercarme a ella había un STOP, si no lo hubiese debería actuar exactamente igual, claro. Tenía que entrar en la carretera haciendo un cambio de dirección a la derecha y en estos casos conviene tener muy en cuenta el hacer la detención antes de que el morro del coche entre en el arcén, puede circular alguien en él (peatones, ciclistas, ciclomotores, tractores, otro loco que también quiera ver las estrellas...) si desde esa posición se ve lo bastante de ambos sentidos podemos continuar en ella hasta decidir entrar en la carretera, si no, comprobados ambos sentidos del arcén situar el morro en él para ganar visibilidad. Naturalmente, hay que extremar el cuidado con los vehículos que circulen por el carril que queremos ocupar y estar seguros de entrar en él sin molestar absolutamente a nadie; pero, además, hay que asegurarse que del otro sentido no venga nadie por nuestro carril. Por ejemplo, alguien adelantando. ¡Mucho cuidado con esta posibilidad! Si sucede, los dos conductores se sentirán muy sorprendidos y poco pueden hacer por evitar el accidente.
Con o sin señal, hacer STOP con respecto a arcén y calzada comprobando siempre ambos sentidos. (Foto de Google Maps) |
Esto es algo en lo que pocas veces se piensa, ¡OJO! Si además es de noche, es imposible ver dónde está exactamente situado el vehículo que circula en sentido contrario hasta que no esté muy cerca, demasiado. ¿Lo mejor? Asegurarse de que no hay nadie circulando en ningún sentido y entonces se puede entrar en la otra vía... Muchas personas rellenarían los puntos suspensivos con la palabra: tranquilamente. ¡Error! Se debe entrar ágil y en cuanto el coche y las ruedas estén alineados con la vía ganar velocidad lo más rápido posible hasta alcanzar un ritmo de marcha lógico y previsible para todos los demás. En la vía de la que estoy hablando y en las circunstancias que describo, alrededor de 80 km/h. El, “no viene nadie”, solo sirve para el instante en que se mira, en el inmediatamente siguiente puede ser una negación absolutamente falsa.
Procedí tal como acabo de describir, había recorrido ya unos cuantos kilómetros, me acercaba a Villaveza del Agua, provincia de Zamora, cuando... Ya saben.
Esteban
P. D.: He conducido durante algo más de tres millones de kilómetros, es la primera vez que choco con un jabalí y la segunda que uno se cruza en mi camino. La primera vez, el animal no detuvo su marcha en ningún momento, corría; yo frené muy fuerte y evitamos coincidir. No son datos para hacer una estadística seria, desde luego. Pero sirven para darme y dar fundados ánimos. ¿No creen?
Querido amigo Esteban:
ResponderEliminarHace ya 4 meses que termino la feria de Muestras de Gijón, y hace ya 4 meses de aquel libro dedicado que me regalaste. Ya lo he leído en 2 ocasiones, y consultado en otras muchas. También lo ha leído mi padre,y se ha sorprendido de cosas que no sabia. Te escribo aquí, pues no tengo otro medio para contactar contigo, para desearte felices fiestas, y un prospero año 2012. También te quería mostrar una serie de vídeos divulgativos sobre mecánica que Ford edito en 1993, yo los he visto todos y he comprendido la inmensa mayoría de los conceptos que enseñan (salvo el funcionamiento del diferencial, y el de las cajas de cambio...), desconozco hasta que punto de mecánica del automóvil se necesita conocer para aprobar el teórico, pero seguro que con lo explicado en estos documentales es suficiente. ( http://www.youtube.com/playlist?list=PLF1C3030F9075B4E8 ). Me gustaría contar con, al menos, una dirección de e-Mail para dirigirme a ti fuera de este blog, que por cierto esta muy trabajado. En fin, feliz navidad, prospero año nuevo. Y que cuando puedas veas estos documentales que te digo y me comentes que tal.
Atte. Santiago Taibo
Querido Santiago:
ResponderEliminarAgradezco y me alegra mucho el tratamiento y afecto que me das y te correspondo totalmente. También yo tenía ganas de ponerme en contacto contigo por un medio más directo, para ello se me ocurren dos cosas: Que me llames a este teléfono 633 388 053 (aparece en la Web), si no contesto, por favor, deja mensaje de voz y te llamaré en cuanto pueda; o que tu me envíes un teléfono o e-mail para ponerme en contacto contigo, no lo publicaré.
Al resto de las cuestiones te contestaré con más calma mañana o pasado aquí.
Muchas gracias por lo que me dices, espero poder reiterártelas personalmente dentro de no muchos días. Un abrazo para vos y feliz Navidad para ti y los tuyos.
Esteban
Querido Santiago:
ResponderEliminarDisculpa el retraso, por favor. Quiero agradecerte el enlace que me enviaste para ver los vídeos de Ford. Hasta ahora, sólo pude ver una pequeña parte de tres de esos vídeos, esperaba poder verlos con detalle y completos todos ellos pero aún no me ha sido posible hacerlo, sin embargo, lo poco que vi me gustó y, desde luego, los veré todos enteros de aquí a pocos días.
Para aprobar el examen teórico para el permiso B (el de coche), desafortunadamente, no es necesario saber nada de mecánica; en realidad, no es necesario saber casi nada de nada, basta con entrenar haciendo tests, si uno sólo tiene por objetivo superar esa prueba; afortunadamente, sé y me consta que no es tu caso, lo cual me alegra mucho.
Hoy por hoy, y desde hace unos pocos años (2005 - 2006), se puede aprobar el examen teórico sin saber y así lo hacen la mayoría de las personas. Esto ocurre por dos razones: 1ª) La DGT bajó de un modo tan escandaloso como irresponsable e increíble el listón para pasar ese examen. 2ª) Una empresa preparó un programa informático ad hoc con el que cuentan prácticamente todas las autoescuelas de España. Resultado: “Teórica exprés”. Por supuesto, si se quiere conducir con unos mínimos de seguridad es imperativo aprender normas y señales (las reglas del juego), algunos conceptos de seguridad vial (un mínimo de cultura automovilística) y mecánica. Mecánica, no para poder arreglar nuestro coche, menos aún para trabajar en un taller; mecánica, para conocer y comprender los principios básicos de funcionamiento del vehículo que se pretende manejar, con eso basta.
Probablemente, Santiago, para cuando leas estas líneas la caja de cambios y el diferencial no guarden para ti ningún secreto, en todo caso, intentar desvelártelos aquí sería muy largo mas te puedo adelantar que observar y sentir cómo funciona el cambio de marchas en una bicicleta ayuda muchísimo. En todo caso, sabes que puedes ponerte en contacto directo conmigo cuando quieras y hablar y aprender de vos, para mí es un placer.
Hasta pronto, espero. Un abrazo.
Esteban
Me gusta tu propuesta. Te conocí vía los premios 20 blogs y aquí estoy,
ResponderEliminarleyendo tus textos. Suerte con eso. Yo compito en el rubro humor. Saludos
desde Argentina y feliz 2012.
Hola Cecilá:
ResponderEliminarMuchas gracias por tu visita y por leerme. Creo que tu blog es el que aparece cuando se pincha en tu nombre aquí, si me he equivocado, por favor, corrígeme cuando puedas y lo rectificaré de inmediato.
Tan solo he podido mirar muy brevemente tu trabajo, pero volveré a hacerlo en estos días con calma. Creo que me gustará y lo disfrutaré.
Feliz 2012 también para vos y un saludo muy cordial.