martes, 24 de marzo de 2015

DÍAS DE RADIO, ENERO 2015 (3) -AMAXOFOBIA O MIEDO A CONDUCIR-

CHARLAS CON JOSÉ ÁNGEL EN OYE RADIO BASAURI

CHARLA DEL DÍA 21-1-2015.


  • Dos de cada seis personas que logran el carnet sienten miedo a ponerse al volante. 
  • La DGT rebaja el margen de error de sus radares fijos y móviles sin previo aviso. 
  • La asociación Mutua Motera ha anunciado una campaña de denuncia de radares ilegales y peligrosos. 
  • La DGT quiere limitar la velocidad del peatón y el Consejo de Estado... 
  • Los fabricantes apuestan por vehículos de bajo precio o low cost. 


MIEDO A CONDUCIR O AMAXOFOBIA

Tengo la impresión de que el miedo a conducir y la amaxofobia se han puesto de moda, que existe hasta un cierto reconocimiento social y una empatía del grupo hacia el individuo que admite albergar este temor, otra cosa muy diferente es cuando estamos en nuestro pequeño círculo de familiares, amigos y compañeros; me temo que en esto, como en tantas otras cosas, existe una diferencia notable entre la actitud social -generalmente impuesta por los medios- y la real. Un ejemplo muy claro es lo que a nivel general se piensa sobre el racismo: somos una sociedad plural, igualitaria, etcétera; y otra muy diferente lo que se puede escuchar sobre el tema en la barra de cualquier bar cuando surge el tema, hasta da la impresión de que uno se ha trasladado en el tiempo a la década de los cincuenta y se encuentra en alguna pequeña localidad de la América profunda.


Luego si se sabe qué ocurre,
si se sabe qué hacer...
¡El miedo se supera!

Fuente: Linkedin

También me sorprende mucho que el miedo a conducir se considere algo reciente y novedoso cuando en realidad es algo muy viejo que ocurre desde que se inventó el automóvil; es más, cuando el caballo era el único vehículo terrestre del que disponían unos pocos, seguro que también había personas que tenían miedo a montar en él. Lo mismo ocurre con cualquier medio de locomoción y con mil cosas más, actuales o pretéritas.



Generalmente, el miedo a conducir esconde una especie de trauma que surge cuando choca la idea con la que una persona llega a la autoescuela y la realidad que en ella se encuentra. Esa idea dominante consiste en pensar que el paso por la autoescuela es un puro trámite, un mero imperativo legal necesario para obtener el permiso de conducir. Muchas personas piensan que, o ya saben conducir o ya aprenderán después, a lo sumo creen que si algo les han de enseñar en la autoescuela son “cuatro trucos” útiles para superar la prueba de circulación en el “circuito” de examen.



La realidad es bien distinta, para empezar el mencionado “circuito” no existe, solamente hay lugares más o menos probables por los que puede transcurrir la prueba, incluso aunque siempre fuesen los mismos, es bastante frecuente que en un momento dado un alumno gire a la derecha cuando el examinador le indicó hacerlo a la izquierda, por ejemplo, con lo cual ya se estaría fuera del “circuito” y la persona que examina tendrá que improvisar por dónde ir para llegar al punto de destino. Ese error del alumno, por supuesto, no supone ninguna penalización, siempre y cuando la maniobra equivocada esté bien ejecutada y no cometa ninguna infracción al hacerla. 



El alumno, generalmente, se da cuenta del engaño que ha sufrido por parte de su círculo social (padres incluidos) y de la sociedad en general, cuando comienza con las clases prácticas. Descubre por sí mismo, que llevar el coche en línea recta no es algo tan obvio como pensaba, que graduar la velocidad con precisión y suavidad casi constantemente tampoco lo es, que cambiar de marcha es una cruz y que además debe observar permanentemente, anticiparse lo más posible al trazado de la vía y sus circunstancias, etcétera. 


La mente sembrada de prejuicios ciega nuestros ojos.

También se da cuenta de lo absurdo que resulta lo que le han contado durante toda su vida, eso que tantos resumen como “en la autoescuela se conduce de una forma pero luego tú haces lo que te dé la gana, como todo el mundo”; cuando la realidad es que las normas son las mismas siempre y para todos y los coches funcionan de una determinada manera, también para todos. ¿Dónde está pues, la diferencia entre esa supuesta ficción de las clases prácticas y la realidad? Los alumnos se dan cuenta de que no existe, o a lo sumo, consiste en una mera cuestión de matices y en la soltura que da una buena experiencia cimentada, en todo caso, en la misma base por más que tomen la apariencia de realidades distintas.



Sin embargo, pese a todo lo dicho, el paso por la autoescuela es breve, y resulta difícil asumir la realidad de que resulta necesario aprender a conducir en contra de la tan arraigada idea de “aprender a aprobar”, así que, muy frecuentemente, se aferran a esta idea y desechan andar el buen camino que cualquier profesor que se precie les debe mostrar. Por tanto, la mayoría persiste en el error, y les viene a suceder lo mismo que a los niños cuando se precipitan al andar: consiguen hacerlo a duras penas, con tropezones constantes y caídas frecuentes. Lo que en la autoescuela se traduce por más clases, más exámenes y más suspensos. Todo un calvario, que mina la propia autoestima haciendo que quien la sufre hasta se sienta estigmatizado albergando, larvado y al acecho, el miedo a conducir. ¿Cómo no van a tener pánico después, cuando logrado el carnet se pongan solos al volante de un coche?



Hay un pequeño porcentaje de conductores noveles que con mucha determinación, disponiendo de coche propio (o prestado, pero que pueden utilizar con plena libertad), aplicándose ellos mismos disciplina y método, seleccionando lo que escuchan a unos y otros se convierten en autodidactas, superan sus temores y logran conducir bien, sentirse seguros y disfrutar conduciendo. Otro porcentaje, aún más pequeño, logra ayuda de amigos y parientes que les enseñan bien y alcanzan los mismos fines que los anteriores. Pero la mayoría, si conducen, lo hacen de forma muy limitada, sueñan con tener un coche  “seguro”, no disfrutan nunca de la tarea y, en realidad, vienen a jugar a la ruleta rusa consigo mismos, sus pasajeros y el resto de usuarios de la vía. 

Los ojos bien abiertos, preparada y resuelta.
Siempre admiré a esta mujer, Michèle Mouton.
Fuente: Internet
Se suele dar por hecho que, quien está aprendiendo en la autoescuela, normalmente lo hace mal, pero lo que casi nadie percibe es que no pocas personas, después, siguen haciéndolo igual de mal o peor. De ahí, que algunos tipos de accidentes (en la próxima entrada podrán ver dos ejemplos), sorprendan tanto a quienes nunca han ocupado el asiento delantero derecho de un coche de escuela. Asiento ocupado por una figura clave en todo este proceso: el profesor.

Los profesores de autoescuela, en un porcentaje que me atrevería a sostener que es mayoritario, dejándose llevar por el muy cuestionable principio de que “el cliente siempre tiene razón”, o por intereses económicos a corto plazo, o porque en realidad no les gusta enseñar, o porque atendieron a esos falsos cantos de sirena de que esta es una profesión bien remunerada... A veces, incluso a buena fe, caen en la tentación de empeñarse en dar al alumno lo que supuestamente pide: “aprender justo lo que se necesita para aprobar”. Y lo que todavía es peor: aplican esa máxima con todos los alumnos, incluso con los que de verdad quieren aprender desde un principio, y a quienes desconciertan totalmente. Bien, quiero dejar claro, que la mencionada pretensión es un imposible porque:

Si se aprende, se sabe.
Si se sabe, se puede hacer bien.
Si se hace bien, se aprueba.

Llegar al final de ese silogismo sin aprender, disculpen que me repita: es imposible. Sin embargo hay algunas excepciones, suelen darse en hombres jóvenes que tienen... una cierta experiencia (sin que necesariamente hayan conducido antes), que “se les da bien”, que tienen determinación, muchas ganas de conducir, se han pensado conductores desde siempre, siempre observan cómo conduce quien les lleve, en ocasiones tienen práctica en el manejo de otros vehículos como bicicletas, ciclomotores, vehículos agrícolas... Estos chavales pueden aprender con un profesor que centra su labor en el examen... ¡Porque aprenden solos! Son completamente autodidactas y muy prácticos, seleccionan lo que el profesor les transmite quedándose sólo con lo que les puede ser útil, y ya está. Pero de estos casos hay muy pocos, cada vez menos. Lamentablemente, tienden a desaparecer.

Es fácil identificar a un profesor que sólo piensa en aprobar y deja de lado la verdadera enseñanza: Desde el comienzo de las clases prácticas, sus argumentos para hacer las cosas de una determinada manera y no de otra, siempre comenzarán o terminarán con estas tres palabras: “en el examen...” Y qué quieren que les diga, hay una más que notable diferencia entre decirle a un alumno que debe detenerse en un “stop” porque de lo contrario suspende; a decirle que cumplir con esa detención obligatoria, incluso en una vía urbana, bien puede librarle de que le lleve por delante un autobús que pese 22.000 kg y circule a “sólo” 45 km/h, o de arroyar él a un ciclista, a alguien que va en moto... También suelen mostrar, entre otras cosas, una diferencia notable entre cómo conducen estos profesores y cómo dicen que se debe hacer.

¡Podemos sobrevolar los miedos!
A todo este panorama habría que añadir el miedo que transmiten, casi permanentemente, instituciones y medios de comunicación; esa especie de “partes de guerra” que dan tras cada fin de semana estos últimos, generan más problemas que soluciones; y ya puestos, no entiendo porqué no nos cuentan las causas de muerte de todos los que fallecen, por lo menos nos darían una perspectiva mucho más real. 

También quiero dejar muy claro que este problema del miedo a conducir (se le denomine o no amaxofobia), tiene solución. Sin duda. Cuesta un dinero, lleva su tiempo, requiere una importante inversión de trabajo y esfuerzo (*), pero, si verdaderamente se quiere, se logra. Y lo que no es menos importante: ya durante el intento se disfruta; además, dura para siempre, y como con cualquier conocimiento, una vez adquirido, nadie nos lo podrá arrebatar nunca. Por supuesto, también nos lleva a adentrarnos en un camino de conductores seguros que nunca más se desandará reduciendo la posibilidad de accidente al mínimo posible. Un servidor lleva trabajando en ello más años de los que quisiera, y sigo. Pueden ponerse en contacto conmigo cuando quieran.

Para terminar, quiero resaltar, que la amaxofobia no está contemplada en el DSM-5 (**) como fobia específica, sino general; y, como todas las fobias, su superación pasa necesariamente por la exposición directa a la situación que nos infunde el miedo, pero eso sí, de un modo controlado, gradual y seguro.

Esteban

* Sobre trabajo y esfuerzo les recomiendo encarecidamente este artículo escrito por Elisa Alós: EL PLAER DE L'ESFORÇELes gustará, y tiene traductor.

** El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (en inglés Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, DSM) de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA) contiene una clasificación de los trastornos mentales y proporciona descripciones claras de las categorías diagnósticas, con el fin de que los clínicos e investigadores de las ciencias de la salud puedan diagnosticar, estudiar, intercambiar información y tratar los distintos trastornos mentales.
La edición vigente es la quinta, DSM-5, publicada el 18 de mayo de 2013. Pueden consultarla aquí si lo desean.

Etiquetas: miedo a conducir, amaxofobia, autoescuelas, carnet. 

8 comentarios:

  1. Hola Esteban: ¡Muchas gracias por el link a mi blog!

    Lamentablemente, como tú dices, tenemos un concepto muy equivocado y poco realista de los que es aprender a conducir, y pagamos el alto precio de ello.
    Y desde luego, nunca recomendaría conducir esporádicamente por más 'seguro' que sea el coche. Para hacer algo bien y seguro se necesita rutina y horas. Nunca entenderé esa costumbre tan arraigada de que conduce el hombre pero su mujer es algo así como la 'conductora suplente'.. de manera que quien no tiene ni práctica ni rutina se ve obligada a conducir 'de sopetón' cuando menos se lo espera.¡Saludos!

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    1. ¡De nada, Elisa! Supongo que estarás de acuerdo en que era muy oportuno, además, esa idea de presentar el esfuerzo y las recompensas que siempre conlleva, independientemente del resultado, como un derecho me parece muy buena y bastante reveladora.
      También es cierto que aún está muy arraigada la idea de tener un conductor “suplente” sin apenas práctica. Es algo que carece totalmente de sentido, y de cuando en cuando, todavía lo oigo, en ese caso siempre digo que para emergencias está el 112, siendo mucho más eficaz y rápido; y si la necesidad de sustituir a un conductor no es por algún asusto grave, siempre está la posibilidad de parar, descansar, hacer noche, llamar a un taxi...
      ¡Saludos!

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    2. Gracias, Esteban. Para mí es muy importante el esfuerzo, creo que la voluntad y la disciplina son las mejores herramientas de que disponemos para conducir nuestras vidas.
      Saludos!

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    3. De nada, Elisa. Así es. ¡Saludos!

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  2. ¡Hola, Esteban!!!

    Paso un momento a leerte y estoy talmente de acuerdo con todo que expones en este precioso espacio de aprendizaje.

    Estoy de descanso por un tiempo, pero hago una escapada de cuando en vez para leer y saludar a mis bloggs amigos.

    Un abrazo y feliz Semana Santa y Pascua de Resurrección.

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    1. ¡Muchas gracias, Marina!
      Descansa y disfruta que bien lo mereces.
      Un abrazo y feliz semana.

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  3. Bueno me fui a lo de Elisa y tiene una letra muy pequñita apenas pude leer unas cuantos renglones, pero creo que es muy interesante, sobre medicamentos que pueden envenenarnos, y alimentación. Si he leído bien...

    Enhorabuena. Y un beso.

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    1. Pues yo no encontré lo que dices en el blog de Elisa, estaré atento porque seguro que es interesante. Gracias.
      Un abrazo.

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