martes, 26 de julio de 2016

LAS AUTOESCUELAS Y EL PERMISO POR PUNTOS (1)

AUTOESCUELAS 

No tengo intención de contar la historia de las escuelas de conducción en España, sin embargo creo que es necesario hacer un breve repaso de la misma si de verdad queremos llegar a la raíz de por qué la mayoría de los propietarios de autoescuelas (titulares, se dice en nuestro gremio) y muchos de sus profesores se convirtieron en firmes defensores del permiso por puntos. 

En 1912 se fundó la Autoescuela Barcelona en Bilbao.
En segundo plano se ve la base del monumento al Sagrado Corazón.
Fuente: Autoescuela Barcelona de Bilbao.

El automóvil nace a finales del siglo XIX, llega a España en 1900 y muy pocos años después (1906) abre en Barcelona la primera “Escuela de Chauffeurs”, posteriormente y en el mismo año se crea otra escuela en Madrid. El nuevo invento comienza una rápida e imparable andadura que se extiende por todo el mundo, lo cual es perfectamente lógico ya que da respuesta a una necesidad vital, ancestral y universal del ser humano: disponer de un medio de locomoción autónomo y propio que le permita moverse con libertad a una velocidad notablemente mayor de la que puede lograr con su cuerpo

El automóvil se expande con sobresaliente éxito, pero tiene un serio inconveniente: es muy caro. Tanto, que sólo la clase dirigente y política y el estado pueden acceder a él, para el resto es inaccesible, pero queda adherido a sus deseos y a sus sueños.

Casi toda la primera mitad del siglo XX, España vive convulsa y empobrecida, oscura, aislada, analfabeta y bruta, sin que nos falte siquiera una cainita guerra de por medio, de la cual aún quedan supervivientes. A finales de la década de los cincuenta, y contando con la ayuda de Estados Unidos a modo de motor de arranque, España comienza su despegue económico. Y, sí, la ayuda será interesada, como la que también prestó al resto de Europa, pero no por ello dejó de ser francamente útil a toda la mitad occidental de este continente, logrando, entre otras cosas, que aquí empezase a florecer una incipiente clase media que, por fin, podía acceder al automóvil; y en la década de los sesenta y setenta también la clase obrera. 

Desde sus comienzos, alrededor del automóvil surgen oficios y negocios, algunos tan evidentes como mecánicos y talleres; fábricas, seguros, distribuidores y vendedores de combustibles y un largo etcétera que, incluye, cómo no, las autoescuelas; que surgen (ya desde el principio) como una necesidad real y lógica, de forma perfectamente natural. Los seres humanos necesitamos aprenderlo todo, en este caso, a manejar la máquina, a cuidar de ella y aprender también a movernos de forma civilizada y razonablemente segura por los distintos caminos, en los que no estaremos solos, precisamente. Otra cosa es quién se encargue de enseñarnos. ¿Empresas privadas, el estado, ambos de forma mixta? Pero eso es otra cuestión, a la que, a mi modesto entender, he dado respuesta en mi segundo libro: CARNET DE CONDUCIR (HISTORIA PERSONAL Y PROYECTO PÚBLICO). También pueden ver aquí la forma que considero ideal para aprender a conducir.

Por ahora, sólo está disponible
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Por estos lares, y entre otras cosas porque la iniciativa privada suele tener reflejos mucho más vivos que la pública, de la formación de los conductores se encargaron las autoescuelas, la gran mayoría pequeñas empresas. Hay excepciones, prácticamente anecdóticas: aprendizaje por libre, y escuelas de automovilismo de la Policía y del Ejército. 

Imagínense cualquier autoescuela de España en 1960. Había muy pocas, y ante ellas un mercado potencial enorme. Como en otros muchos sectores, cuando una persona logra introducirse en ellos y ve un pastel tan grande para tan pocos comensales, es muy fácil que se vea fuertemente tentada a intentar mantener ese estado de cosas el mayor tiempo posible. 

A diferencia de otros gremios, en este se trabaja codo con codo con la administración; con el tiempo surgen intereses mutuos, un profesor puede tener especial empeño en que le apruebe un alumno en concreto alguna que otra vez, y un funcionario examinador y el mismo jefe provincial también tienen hijos, cónyuges, amigos... seguro que ya saben por dónde voy. En ocasiones, algunos colegas y algunos funcionarios se hacen favores de, por decirlo suavemente, dudosa legalidad. En ocasiones, nunca lo he visto pero sí he tenido noticia fidedigna de ello, hay dinero de por medio. Si todo esto puede asomar a nivel puramente particular, creando una asociación de autoescuelas a nivel provincial, y ya no digamos estatal, se forma un grupo de presión que puede obtener importantes beneficios, se permite a los asociados que mantienen la agrupación que den algún bocado al pastel y las mejores y más grandes porciones se las reserva la junta directiva, cuyos miembros, no lo olvidemos, también son propietarios de autoescuelas. Bien, pues básicamente, esto es CNAE (Confederación Nacional de Autoescuelas), cuenta con, lo que podríamos denominar delegaciones en todas las provincias o asociaciones adscritas a ella, en Vizcaya es APAVI (Asociación Provincial de Autoescuelas de Vizcaya), de este modo, CNAE engloba aproximadamente al 90% de las autoescuelas de España. Un dato sumamente significativo del que nunca formé parte.

Un veterano coche de escuela
con el que me encontré en Retro Clásica (Bilbao).
La Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE) siempre tuvo como fin absolutamente prioritario mantener lo más cerrado posible el mercado de las escuelas de conductores. No me gusta ser desagradable ni pretendo molestar a nadie, pero permítanme, por favor, un ejemplo grosero porque es muy claro: CNAE ha trabajado constantemente  por mantener lo más cerrado posible un coto privado de caza, donde los cazados son los potenciales alumnos (casi toda la población) y los cazadores los titulares de autoescuelas. Para ello ha ejercido un doble control sobre él de hecho y de derecho en constante persecución de dos fines: que ninguna persona tenga otra salida para obtener su permiso de conducir; y mantener un férreo control, no ya sólo sobre las autoescuelas que quieren ofrecer sus servicios a aquellos, sino también sobre el acceso a la profesión. 

En este, insisto, permanente y prioritario afán, CENAE, curiosamente, siempre contó con ayuda de todos los actores implicados: los potenciales alumnos porque siempre han tenido y tienen la posibilidad de aprender por libre (cosa que sólo hace una muy reducida minoría); los titulares de autoescuelas de forma abrumadoramente mayoritaria porque están convencidos de que mejor se mantienen bajo el cielo protector de CENAE aunque apenas o nunca lo toquen con las yemas de sus dedos; y los profesores que trabajan por cuenta ajena que, de poder elegir, muchos prefieren ejercer en una escuela asociada porque intuyen que así tendrán mayor estabilidad laboral, serán empresas más fuertes con menor riesgo de quiebra, etcétera. Y lo cierto es que todos tienen su parte de razón. 

Era 1986 y D. José Luis Martín Palacín estaba al frente de la DGT cuando
esta organizó el primer congreso de autoescuelas abierto a todos.
Una magnífica idea muy bien acogida por muchos compañeros.
Estuve allí, tengo muy buen recuerdo de aquella iniciativa, y lamento mucho
que nunca más se volviese a repetir, lo que debería haberse hecho cada 2 ó 3 años.
Fuente: HISTORIAS DE LAS AUTOESCUELAS.
Con este poder tan sólidamente cimentado, CNAE se convirtió hace ya bastantes décadas en un poderoso lobby a cuya influencia fueron, por lo menos, significativamente permeables las personas que han ido ocupando los más altos cargos de la DGT, sus entidades homólogas de Euskadi y Cataluña (únicas comunidades autónomas con competencias de tráfico, aunque no todas) y hasta la cúpula del propio Ministerio del Interior pasando, naturalmente, por todas las jefaturas provinciales de tráfico. 

Por toda esta estructura de verdadero poder fáctico, CENAE se ha movido como pez en el agua haciendo y deshaciendo a su antojo, motivada por los intereses personales de sus dirigentes, más teóricamente que otra cosa por los de sus asociados y aún mucho más en teoría por los de la sociedad en general, invocando para ello, cómo no, la mejora de la seguridad vial a través de sus decisiones y propuestas. Siendo esto último, claro está, una simple pero necesaria justificación. 

Este grupo de presión ha tenido y tiene poder suficiente como para vetar a ciertos profesores de modo que no consigan trabajo en ninguna autoescuela asociada de ningún rincón de España (puede haber excepciones), ha firmado convenios colectivos sin ninguna resistencia, ha redactado reglamentos de autoescuela que eran aprobados en Consejo de Ministros sin modificaciones relevantes, ha pactado con las diferentes jefaturas los días en que sus funcionarios no prestarían servicio de exámenes en razón de vacaciones de verano o Navidad incumpliendo el calendario laboral, han logrado retrasar durante meses la concesión de licencias de apertura de escuelas que cumplían todos los requisitos legales... y todo esto no es ni la punta del iceberg. Si contase con detalle todo lo que sé y he visto sobre esto podría escribir un libro con cientos de páginas, o varios, pero creo que es suficiente para que puedan hacerse una idea. 

No se busca el rebaño porque garantice más hierba, sino por miedo a estar fuera.
El miedo sustenta al poder.
Fuente: www.elsiglodetorreon.com.mx
Como es lógico, CNAE nunca hubiese logrado su poder sin contar con la necesaria colaboración de ciertos funcionarios y políticos ni sin el sustento de las autoescuelas asociadas. No obstante, su hegemonía se vio seriamente amenazada, al menos que yo sepa, en dos ocasiones:

La primera, cuando tras conseguir el PSOE la mayoría absoluta en las elecciones de 1982 el nuevo gobierno pone al frente de la DGT a don José Luis Martín Palacín que, entre otras cosas, había sido concejal por el Partido Comunista en el Ayuntamiento de Madrid. Este señor marcaría un antes y un después en la historia de la DGT tomando, de cara a las escuelas de conductores, dos decisiones cruciales: hacer mucho más fácil la creación de nuevas autoescuelas por medio de un reglamento que eliminaba muchos de los absurdos requisitos anteriores y hacerse cargo de los cursos de formación para profesores y directores, hasta entonces en manos de CNAE. Esta le declaró la guerra, y el señor Palacín no estuvo más que una legislatura en la DGT, a pesar de que el PSOE repitió mayoría absoluta en 1986. Estos hechos, lamentablemente, hablan por sí solos del poder de CNAE.

Me pregunto si fuera del rebaño hay lobos de verdad, si son tan fieros como dicen,
si uno no puede disfrazarse también de lobo, si no podemos ser amigos o simplemente
respetarnos, por lo menos. Me pregunto si será tan cierto que, caso
de tener que luchar sea imposible vencer; y, aun así,
¿no es mejor morir libre que vivir sometido?
Fuente: www.ecoticias.com
La segunda seria amenaza a la influencia política de esta asociación vino de la Unión Europea con la Ley Ómnibus (2009) que, básicamente, pretende facilitar la creación de nuevas empresas y la libre competencia. Esta ley, obligó a modificar el Reglamento de Autoescuelas simplificando aun mucho más los requisitos para poder abrir una. Claro que para entonces, el permiso por puntos ya contaba tres años de edad. En un par de días, si Dios quiere, y por no hacer esta entrada excesivamente larga, les seguiré contando cómo veo y vivo este interesante asunto. Gracias.

8 comentarios:

  1. Un poco de todo:
    historia, psicología, pedagogía, ecología, política, filosofía... y por supuesto una buena dosis de Educación Vial.
    ¡Hasta la próxima!

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    1. Caramba, Manuel, pues muchas gracias por hacerme caer en la cuenta de que había pulsado tantas teclas. No se podrá disfrutar de ninguna melodía (soy muy malo para la música) pero, al menos, espero haber arrojado un poco de luz sobre el dichoso carnet por puntos que tantos han loado injustificadamente como si de un milagro se tratase. Bueno, en realidad sí: casi milagro económico para unos pocos.
      Hasta cuando quieras, amigo.
      Un abrazo.

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  2. Pues cada uno a vigilar por su porción de pastel, en lugar de pensar en sociedad... No iremos a ninguna parte si no elevamos un poco nuestras miras. Saludos!

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    1. Así es, Elisa. Mientras no levantemos todos la mirada en una misma dirección como tan claramente nos enseña “El Principito” sólo iremos camino de desaparecer como sociedad humana para convertirnos en un dócil rebaño esquizofrénico: ovejas con respecto a los pastores, lobos entre nosotros.
      ¡Saludos!


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  3. ¡Pensar, Esteban, que durante tantos siglos el mundo vivía sin automóviles y era feliz!

    Excelente reseña histórica.

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    1. Estimado tocayo, pienso que el mundo -en general- nunca ha sido feliz. Fíjate, hace años que celebro, moderadamente y no sin amargura, pertenecer (muy probablemente) a la única generación que en España no ha pasado una guerra, por ahora.
      Hablando de automóviles, qué pocas veces nos hablan de sus ventajas y de las muchas vidas que también ha salvado este invento. ¿Te imaginas cómo viviríamos si nos los quitaran? Al menos que me dejen la bici, necesito algo con qué moverme más rápido que mis piernas.
      Un abrazo.

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  4. Tu blog es un punto de ecuentro para todos los comductores
    Saludos

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    1. Muchas gracias por tus alentadoras palabras, amigo. Me seguiré esforzando en que así sea.
      Un abrazo.

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