“Ni tu madre jugaría contigo al parchís si no sabes las reglas de ese juego”. Esto lo he dicho muchas veces a muchos alumnos al descubrir en las clases prácticas el escaso conocimiento que tenían de normas y señales, también invité a muchos a que suspendiesen las clases de coche un tiempo en tanto se las aprendían. Es muy caro y muy poco eficaz aprender la teórica en las clases de coche, no tiene sentido.
Para aliviar un poco la cainita tragedia, mi tía Mª Teresa Flórez Blanco -con quien tanto quería- hizo este parchís en plena Guerra Civil Española (1936 - 1939) |
Cuando les hacia dicha invitación, me contestaban que tenían aprobada la teórica -cosa que de sobra sabía- y entonces les respondía que con eso, evidentemente, no basta. Hay que saber qué hacer, para poder actuar. Es como cocinar, no es suficiente con aprobar un examen sobre varias recetas de cocina desmenuzadas y descontextualizadas en preguntas tipo test que se contestan correctamente porque las repiten hasta la saciedad tanto examinador (DGT) como alumno, no; hay que cocinarlas y, al menos, deben ser comestibles. Por cierto, nunca fue tan fácil aprobar el examen teórico del permiso de conducir como desde que el Sr. Pere Navarro está al frente de la DGT; en una futura entrada hablaré más ampliamente de este aspecto.
Es un hecho que una persona no participaría, ni entre parientes ni amigos, en un juego de mesa cuyas reglas ignora o sólo conoce muy superficialmente. Y eso que no está en riesgo alguno la integridad física de nadie. Sin embargo, en la carretera, a sabiendas de que peligran vidas y haciendas -porque todo el mundo lo sabe-, propias y ajenas, la mayoría pretende conducir sin aprenderlas y las pocas que sabe, ignorarlas. ¡Es increíble! Y esto parte de la premisa del autoengaño que la mayoría practica: el accidente es una cuestión de suerte.
Pues hombre, si uno acude a la autoescuela y no quiere aprender y en las clases prácticas se ve como un sufrido Pinocho y a quien le enseña como a un perverso Pepito Grillo, está comprando un buen puñado de boletos -y antes de empezar- para que en la lotería le toque el accidente.
Casa de Juntas, Gernika |
Por supuesto que no es imposible sufrir un accidente por muy bien que se conduzca, pero aquél será más improbable cuanto mejor se realice esta tarea. Esto, que resulta obviamente indiscutible, casi nadie lo admite cuando se hace referencia al automóvil privado. Sin embargo, nadie querría ir de pasajero en un avión a sabiendas de que el piloto -por mucho título que tenga- hace mal su trabajo. En este caso, nadie dice: Bah, qué más da, si total es una cuestión de suerte. ¿Por qué tan diferente actitud? Porque en este caso la responsabilidad es de otro; y en el caso de manejar nuestro coche, nuestra. Y son muchas las personas que evitan hacer la importante inversión de esfuerzo, trabajo y tiempo que conlleva conducir bien, ¡y lo saben! Pero eligen engañarse con el azar y la suerte. E insisto, eligen; y el que busca encuentra.
Tengo mis dudas de que siempre que se busca algo bueno se encuentre, pero no albergo ninguna, de que cuando se busca algo malo -aunque sea por omisión y más o menos conscientemente- se tope uno con ello.
Esteban
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