martes, 28 de octubre de 2014

YA TENGO EL CARNET. ¿Y AHORA QUÉ? (3)

Mi tintero es un frasco que nunca está vacío ni limpio, por no hablar de los borrones que a veces caen en tanto la pluma vuela hasta el papel. Rescato uno de ellos en el aire para exponer aquí la idea que gestaba y que tenía por destino la anterior entrada.

Extraña colocación de la "L" en el exterior de la luneta trasera.
Será raro que dure mucho tiempo ahí, pero como el vidrio está muy tintado...
Fuente: www.carandriverthef1.com
Es justo reconocer que para un conductor veterano es harto difícil viajar como pasajero-instructor de alguien que recién comienza a conducir, lo cual en absoluto justifica la perniciosa influencia que generalmente ejercen sobre este y sobre la que ya hablé. Sin embargo hay también un nada despreciable número de personas que no pretenden dar ninguna lección, que pueden ser conductores o no, que actúan a buena fe, pero, a quienes les resulta casi imposible evitar manifestar -de algún modo- un cierto temor ante el conductor novel que les lleva como pasajeros.

Por muy grande que sea un automóvil su habitáculo siempre es muy pequeño como para que su conductor no perciba la inseguridad que algún acompañante siente, aunque este no diga una sola palabra, además, casi siempre son gente de confianza que se conocen mutuamente desde hace años, cuando no de toda la vida. Todo esto acaba por crear una cadena de malas sensaciones que circulan en doble sentido y se alimentan mutuamente: el conductor se da cuenta del disgusto del pasajero aunque este haga esfuerzos por disimularlo, lo que a su vez hará que cometa más errores, lo que lleva al acompañante a expresar más su incomodidad... Una buena razón para conducir solos un tiempo, ¿no les parece?

Siempre he contado a mis alumnos que yo tuve mucha suerte cuando empecé a conducir, entre otras cosas, porque no tenía novia. Y no, no es que interprete el Génesis de un modo simplista y vea en la mujer un vehículo del mal que nos conducirá a ambos fuera del paraíso. Siempre me he sentido muy consciente de que, como todos, vengo de mujer; y mujeres han sido, por abrumadora mayoría, las primeras personas que me amaron y amé: madre, abuela, tías y hermana; y entre todas ellas un hombre: mi padre. No obstante, es bastante evidente que una novia o una mujer que nos gusta, acompañando a un joven y novato conductor es un factor de distracción por más que ella adopte un papel de pasajera distante y fría, e incluso anime al conductor a que se centre en su tarea. Quizá generalice mucho, habrá excepciones, se podrá controlar en más casos de los que imagino... Sé, que cualquiera puede ir completamente distraído yendo solo, bien, pero creo que debo advertir del riesgo para compensarlo o evitarlo y, que en general, es una razón más para conducir solos un tiempo, ¿no creen?

Aunque estas emociones se vivan antes o después, no es fácil
abstraerse de ellas en tanto se conduce. Pero debemos hacerlo.
Fuente: pennspeakradio.com
Y están los amigos. Personalmente tampoco tuve problemas, porque como les dije en una entrada anterior, empecé a conducir manejando una furgoneta con la que trabajaba como “mozo de almacén y repartidor”, haciendo básicamente la segunda función y solo; de modo que para cuando tuve oportunidad de llevar amigos y amigas en mi coche, ya habían pasado unos años; a excepción del de moto, tenía todos los permisos, ya trabajaba en una autoescuela, había acumulado bastante experiencia y, lógicamente, ni nadie ni yo mismo, veíamos necesidad de que demostrase nada. Pero en otros aspectos he vivido en carne propia, y sufrido física y literalmente, la primitiva costumbre de aceptar retos estúpidos que a veces pueden costar muy caros, por ejemplo, con la bici: ¿A ver quién baja esa cuesta sin frenar? La bajé, cómo no. Sin tocar los frenos, sí, pero la subí muy dolorido, medio arrastrastras con la bici, como un nazareno y llevándome un montón de piedritas del camino incrustadas por buena parte de mi cuerpo. Gracias a Dios no tropecé con nada y no rompí ni una uña, pero el arrastrón fue de órdago. Otro motivo más para conducir solos un tiempo.

Los hombres tenemos una fuerte tendencia a exhibirnos asumiendo retos absurdos, las mujeres también, desde luego, pero es raro que conlleven riesgos tan explícitos, es algo mucho más sutil. Nosotros, ni siquiera necesitamos de apuestas ni de retos, por más que llevemos amigas y amigos que no nos tienten lo más mínimo, es bastante probable que queramos dejar patente lo bien que conducimos, -que se enteren estos de lo mucho que controlo, van a “flipar” en colores-. Y sí, “fliparán” en cuantos colores tiene el arcoíris y sus posibles combinaciones, pero de pánico, al ver la inconsciencia del conductor, comprobar que su instinto de supervivencia no está a bordo y que maneja con un absoluto desprecio a la integridad física propia y ajena. Con lo bien que irían sus pasajeros si en cada frenada el coche no da un solo cabeceo, si cambia de marcha sin que se note, lleva una trayectoria precisa y una velocidad adecuada anticipándose holgadamente a cualquier riesgo potencial, etcétera. Entre otras muchas cosas, hay algo muy bien repartido entre mujeres y hombres: el miedo a lo que los demás piensen de nosotros, lo que suele llevar a conducir por encima de las posibilidades de uno haciendo lo que no se sabe, ni se ha aprendido ni entrenado; esto, es una causa bastante frecuente de suspenso en los exámenes. Sumo así dos razones más para conducir solos un tiempo, y creo que ya he citado las más importantes. 

Desde luego, jamás debe hacerse algo semejante con el coche en movimiento.
Fuente: gaats.wordpress.com
De cuánto tiempo estoy hablando no lo sé, es muy variable, depende de cuánto y cómo se practique, pero creo que la medida la conoceremos con poco margen de error cuanto más conscientes seamos de la responsabilidad que entraña llevar a alguien con nosotros en el coche y de tener muy bien definidas nuestras limitaciones. A medida que una persona va practicando con una cierta regularidad, método y disciplina, avanzando de menor a mayor dificultad sin mayores sobresaltos, con esfuerzo y trabajo, dándose cuenta, conscientemente y disfrutando con sus aparentemente pequeños logros y cada vez más del hecho en sí de conducir, llega un momento en que se reconoce de un modo más que razonablemente objetivo como una conductora o conductor que ha llegado a la mayoría de edad.

En ese aprendizaje conviene intercalar algunos pequeños viajes, el primero claramente corto de unos 50 km (sólo ida), se puede repetir, luego hacer otro algo más largo y llegar a uno de unos 100 km (sólo ida); hacerlos de día, planificando la ruta, sin prisa, pensando que se puede parar a descansar, si hace falta, o desistir a mitad de camino, por ejemplo. Pero es un hito importante que hace mucha ilusión y resulta muy motivador, saber que uno ha llegado solo y de forma autónoma a... donde sea, produce una gran satisfacción.

No quiero dar por finalizada esta parte sin antes contarles que, desde hace muchos años, hay una pregunta que planteo a mis alumnos: ¿Habéis tenido algún trato profesional con la policía? Excepto en contadas ocasiones la respuesta siempre ha sido y es negativa, entonces suelo decir que a partir de que uno empieza a conducir comienzan a aumentar considerablemente las posibilidades de tener ese tipo de trato con policías, seguros, abogados, juzgados y servicios de emergencia. La relación con todos estos profesionales no tiene porque ser traumática siempre, pero es seguro que si manejamos un automóvil tarde o temprano acabará deteniéndonos la policía, aunque sólo sea como consecuencia de un rutinario control de documentación, alcohol u otras drogas (aquí pueden ver algo sobre esto).

Control rutinario de policía, algunas veces a todos nos paran.
Fuente: www.diarioinformacion.com
Con seguros, abogados y juzgados, puede ser simplemente porque se ha producido un pequeño accidente con leves consecuencias materiales en forma de un pequeño golpe. Pero todos sabemos, todos (permítanme que lo repita), que en ocasiones, desgraciadamente, puede ser por estar implicados en un accidente más serio. Evitar esa posibilidad en términos absolutos es imposible, para todos; pero reducir al mínimo esa probabilidad está al alcance de todos. ¡Es imperativo intentarlo en cada segundo que conducimos! Este es el fin último de "Conducir sin miedo", en libro, blog, audios, vídeos y cuantos medios estén a mi alcance y se me ocurran; a esto he dedicado mi vida y en este camino seguiré. Por favor, ayúdenme, solo nada o muy poco puedo; comiencen por ustedes mismos, amplíenlo a parientes y amigos y hagamos entre todos un sencillo ejercicio de matemáticas reduciendo la posibilidad de accidente a su mínima expresión. ¡Gracias!

Esteban

27 comentarios:

  1. Como siempre y aunque valga la redundancias, tengo que expresarme en el mismo sentido, que no es otro que felicitarte por la extraordinaria labor que realizas a través de tu magnífico blog, por el que tengo una alta valoración, como una gran estima hacia su autor.

    Un fuerte abrazo, amigo Esteban y espero que hasta muy pronto.

    Enhorabuena..........

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    1. Pues rechinará un poco, sonará artificial... y lo que se quiera, amigo Andrés, pero es la verdad: esa admiración y estima son recíprocas. Me gusta contemplar tus fotografías, apoyarme cómodo en el respaldo de la silla y andar los caminos cuyas puertas me abren. Son muy evocadoras.
      Hasta pronto. Un fuerte abrazo y feliz sueño.

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  2. Muchas gracias, Andrés. Creo que la gratitud siempre debe ser explícita y anoche no lo hice así. Mis disculpas.
    Buen día y un abrazo, amigo.

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  3. Estimado Esteban: Con tu habitual sentido común te has cargado de un plumazo la moda que aboga por la 'conducción acompañada'. Yo también abogo por comenzar conduciendo solo.
    Tal y como describes, el acompañante va a tender a 'desconfiar' del novel. Pero es que además muchas veces esta desconfianza supera lo racionalmente lógico y se enraiza en prejuicios tan sutiles como enraizados y poderosos. Ser el pequeño de la familia, ser mujer, ser 'un empollón' son condiciones que nos alejan de reconocer en el conductor al 'capitán' del coche, generando dentro del coche esta atmosfera tan nociva que lleva a cometer errores que le acaban confirmando al novel que su acompañante tiene razón en desconfiar de él. Y aquí se dejan las llaves, y se pasa a engrosar la larga lista de personas con carnet que no conducen.
    Y aquí diré un apunte: aún hoy en día hay gente a la que no me gustaría llevar en el coche. ¡Saludos!

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    1. Moltes gràcies, estimada Elisa!
      Pues, ¿quieres creer que no me he dado cuenta de lo del “plumazo” hasta que me lo has dicho? Una vez más das en el clavo, y hasta literalmente, porque algunas entradas las escribo a mano y con pluma, y esta fue una de ellas.
      Estoy totalmente de acuerdo en que en bastantes ocasiones el acompañante desconfía del novel por puros prejuicios y sin razón alguna, enraizados en aspectos como los que citas, o en que simplemente no lo hace como él, reconociendo su forma de hacerlo como la única correcta. Además, partiendo de una base común, cada persona desarrolla su propio estilo para conducir, que con el tiempo se va subdividiendo en múltiples estilos. No siempre se conduce de la misma forma.
      Me ha gustado mucho la frase: “reconocer en el conductor al 'capitán'” Es muy precisa y así debe ser exactamente; y es muy importante que el conductor novel asuma ese papel a plena consciencia; ese hecho, en sí mismo, es un significativo extra en la mejora de la actitud. Viene a ser un poco aquello de que “el hábito no hace al monje”, cierto, pero algo ayuda.
      Quizá te resulte extraño, pero puedo asegurarte que a mí me pasa lo mismo con el hecho al que haces referencia en tu apunte. Hay personas... “tóxicas” (como se dice ahora), o que tienen “mal ángel” (como dicen los andaluces, me encanta la expresión), y que lo son hasta tomando un café tranquilamente en una terraza, en ese caso, normalmente, el hígado puede procesar esas toxinas, conduciendo no siempre. Y es un peligro.
      ¡Saludos!

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    2. ... Decías en un post anterior sobre los miedos de los noveles. Perdona que no cayera entonces en la cuenta pero hay un miedo más, que a mí me parece el más lógico: el miedo a no entender las señales y liarla por ello. ¿Cómo lo ves? ¿Realmente crees posible que alguien, por liarse con las señales, pueda provocar una situación de riesgo?
      ¡Saludos!

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    3. Sin duda, Elisa, así es. Paradójicamente, es muy fácil liarse con las señales de orientación en este país. Y estoy totalmente convencido de que provoca accidentes, de estos no he sido testigo, o al menos no he podido saberlo; pero de situaciones de peligro provocadas por esto, sí, y muchas. Es algo que me joroba muchísimo, por decirlo muy suavemente, un inaceptable surrealismo persistente año tras año, se podría escribir un libro sólo con esto, te lo aseguro, y tengo mil anécdotas propias y ajenas; también te puedo asegurar que antes de los 80, y hasta comienzos de esa década, las señales de orientación eran menos, más lógicas y estaban mejor colocadas, de entonces acá es un desastre; y para más “inri”, esto sucede en un país cuya primera industria es el turismo. Hablando de esto, y no sólo pensando en los extranjeros, por muy políticamente incorrecto que sea y con todo mi respeto por las lenguas de España (oficiales o no), pienso que las señales de orientación deberían estar sólo en castellano; en Francia también hay varias lenguas y no recuerdo haber visto señales más que en francés, y por cierto, nunca me he perdido en tierras galas, ni en el Reino Unido, aquí sí, incontables veces, de modo que para no jugármela, hace muchos años que decidí que no me importa perderme, y según lugares y horas, me aseguro de llevar combustible de sobra por si surgen “excursiones extras”.

      Pero no sólo hay problemas con las señales de orientación, las otras, en sí mismas, no suelen darlos, pero en bastantes ocasiones hay demasiadas en muy poco espacio saturándonos de información muy difícil de procesar incluso a 80 km/h e incluso bastante menos. Esto sucede en muchísimas vías urbanas, parecen pensar en los ayuntamientos que como se va despacio da igual, pero a parte de que “lento o rápido” es algo muy relativo (como bien sabes), se diría que no se dan cuenta de que estas calzadas son cruzadas por infinidad de peatones y el riesgo de atropello evidente y elevado si se distrae al conductor... Otro ejemplo de señales agrupadas creando peligro son las que encontramos en carriles de deceleración cortos o con curvas muy cerradas y extrañas; ahí siempre recomiendo (es lo que yo hago) no fijarse en ellas y asegurarse de frenar mucho y bien en el tramo recto anterior a la entrada de la curva, centrando nuestra atención en anticiparnos al máximo al trazado de la misma y no tener riesgo de alcance con quien nos siga.

      A esto hay que sumar, que la mayoría de los ayuntamientos han complicado artificialmente la circulación dentro de poblado y alrededores de forma extraordinaria. Y otro último apunte, desde que la DGT en 2006-2007 facilitó tantísimo los exámenes teóricos generando la “teórica exprés”, son muchas las personas que ignoran el significado de señales de tráfico muy básicas, al margen de las de orientación. Ah, tampoco quiero dejar en el tintero que detrás de algunos casos (pienso que bastantes) de conductores “kamikazes” están problemas con señales de orientación.
      ¡Saludos!

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    4. Pues mira, Esteban, justo dos días después de preguntarte sobre este tema me crucé, llegando a mi casa, con un novel que iba en contradirección. ¿Cómo llegó hasta allá? Mi teoría es que salió de un aparcamiento público a una vía de dos carriles y supuso que era de dos sentidos cuando era de un sólo sentido. No sé (nunca he aparcado allí) si es que al salir no está claro el sentido de la calle o es que, como dices, hemos perdido la capacidad de buscar pistas y orientarnos.
      Tal y como dices el problema es mayor en ciudad. En carretera puedes perderte, pero básicamente siempre puedes optar por seguir recto, y nadie ha provocado un accidente por seguir recto. En ciudad es diferente: ante una confusión estás vendido y hay mucha gente alrededor a la que puedes hacer daño. Si pasas cada día por el mismo sitio conoces los 'puntos negros', pero los que pasan por allí por casualidad, pues no. La señalización tendría que ser extremadamente clara y simplificada.. y anticipada, de manera que una persona 'normal' pudiera circular sin necesitar GPS ni googles maps. Y por supuesto, sin árboles tapándola.
      Sobre los carriles de deceleración lo entiendo perfectamente porque casi cada día tomo una salida de una carretera (de 80) que está en ángulo recto sin carril de deceleración y con señal de 40, después de unos árboles que casi no la dejan ver. Tampoco he entendido nunca la lógica de semejante trazado y obviamente lo importante es asegurarse que trailer que puedes llevar detrás no te embista.
      Yo pasé la teórica exprés... consistente en aprender la iluminación de los autobuses y los camiones... ¡Saludos!

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    5. Desde luego es muy probable que tu teoría sea cierta, Elisa. A mí me pasó unas cuantas veces que al salir de un parking por una calle distinta de la de entrada tuve que parar, observar y pensar si esa calle era de uno o dos sentidos, con lo fácil y barato que sería poner una señal con una o dos flechas enfrente. En fin. Y sí, la señalización no debería ofrecer lugar a dudas ni a confusiones nunca, es algo imperdonable, que también en carretera provoca accidentes con velocidades medias y mínimas notablemente más altas, porque aunque sigas recto, en cuanto entra la duda de si vas bien o no el pensamiento se hincha como un globo intentando confirmar o descartar el error, y en cómo demonios corregirlo caso de que se produzca, aumentando la preocupación en cada segundo recorrido, alimentada, generalmente, por los pasajeros generando discusiones muy desagradables en muchas ocasiones. Aun yendo solos o con acompañantes que se porten muy bien y hasta ayuden eficazmente, queda tomar la decisión de dónde y cómo hacer un cambio de sentido, lo que en carretera convencional no es nada fácil, por partida doble: elección del lugar y ejecución de la maniobra. Todo ello, lleva no pocas veces a tomar decisiones precipitadas y en el momento y lugar más inapropiado. Incluso corregido el rumbo, es muy fácil seguir ruta “rumiando” el cabreo, desconfiando ante cada nueva señal e intersección... Hay que mantener la cabeza muy fría para evitar variaciones de velocidad que no vienen a cuento y pérdidas de trayectoria que hacen creer que acabamos de salir de una bodega riojana. Pero es difícil. Mira, suele haber un momento en que casi todos los alumnos me hacen esta pregunta:
      -¿Pero tú qué quieres, que haga como la madre Teresa de Calcuta?
      -No, quiero más; esa actitud en el corazón, y la frialdad de un asesino profesional (de los de película) en la mente.
      Saludos i bona nit!

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    6. Tienes mucha razón y en la carretera hay que desarrollar mucha cabeza fría. De todos modos yo creo que en el próximo coche que tenga voy a optar, si puedo, por un navegador con voz, ya incorporado (nada de cables ni soportes). Es muy tranquilizador saber que ese trasto nos va a indicar el camino, con suficiente anticipación, y que podremos seguir mirando las señales para 'confirmar', pero no para buscar como locos.
      Más de una vez he parado en cualquier gasolinera, con la simple intención de resetear. A veces hasta he preguntado al personal de la gasolinera cómo llegar a donde quería. Saludos de nuevo!

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    7. Buena idea, Elisa. Cuando pueda yo haré lo mismo, y también prefiero que los accesorios vengan incorporados en el coche desde fábrica, las opciones de concesionario tampoco me gustan.
      Yo he perdido la cuenta hace mucho tiempo de las veces que he parado como tu mencionas; gasolineras, bares de carretera, personal de cabinas de peaje, taxistas, guardias... Y, mira, una vez en Barcelona y en pleno atasco en la Ronda de Dalt un paisano tuyo además de indicarnos verbalmente nos regaló un callejero de tu ciudad, pero de los buenos, con un considerable grosor y toda la ciudad “troceada” a una escala muy cómoda. Nunca me pasó nada igual, lo guardo con cariño.
      Bona nit! Saludos!

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    8. ¡Me alegro mucho que tuvieras esta grata experiencia en uno de nuestros clásicos atascos en la Ronda de Dalt! ¡Saludos!

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    9. Pues sí, fue una bienvenida estupenda. ¡Para que luego digan!
      ¡Saludos!

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  4. ¡Hola, Esteban!!!

    Que lectura más agradable la de hoy, he disfrutado un montón con tus letras y ese toque de humor y amor... entre otros magníficos consejos de maestro con gran sabiduría que abraza esta entrada y, contagia al lector con un especial encanto.

    Me has sacado una sonrisa grande, cuando hablas de tu bicicleta corriendo cuesta abajo sin frenar. Pobre cuerpecito incrustado de arenas.... Gracia a Dios que puedes contarlo. Pues algún otro, con menos delito, no puede. Son aventuras que hicimos cuando fuimos jóvenes casi todos/as, pues yo también me cuento puesto que hice mis pinitos. Igual que un perico.

    Ha sido un inmenso placer pasearme por tus estupendas letras, aprendiendo y recordando...
    Te dejo mi felicitación mi gratitud y mi estima, por tu buen hacer y tu cercanía.
    Besos azules en vuelo.

    Se muy muy feliz.

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    1. ¡Hola Marina!
      Tienes mucha razón cuando dices que algún otro con menos delito no puede contarlo. Me doy cuenta, me parece injusto, lo siento en el alma y no entiendo por qué suceden estas cosas; he tenido una gran suerte en bastantes ocasiones y doy gracias a Dios por ello.
      Me alegra mucho saber que te gusta lo que escribo, me da mucho ánimo, ¿sabes? Porque, además, no eres conductora ni piensas serlo ni falta que te hace (digo yo); ¿o sí? Claro que sí, Marina, eres conductora, veterana y magnífica; estoy seguro de que has manejado situaciones mucho más difíciles que llevar un vehículo por la peor de las carreteras. ¡Te felicito! Y cuentas con mi admiración, por supuesto.
      Muchas gracias por tratarme tan bien y por la gran estima en que me tienes. Espero no defraudarte nunca.
      Como dicen al otro lado de la oceánica orilla en la que vives “¡ojalá que te vaya bonito!”. Me gusta mucho esa expresión.
      Un fuerte abrazo.

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  5. Importante lo de los amigos Esteban, y lo de la novia, que no había caído en la cuenta. Son aspectos que no consideramos pero con los que hay que contar. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
    @Pepe_Lasala

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    1. Ya es miércoles, amigo, el tiempo pasa volando... Pues sí, los pasajeros suelen ser un factor de distorsión que absorben nuestra atención muy fácilmente. Feliz resto de semana, Pepe.
      Un fuerte abrazo.

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  6. Hola Esteban, vine corriendo en bici, para desearte un bonito y feliz fin de semana. Un beso en vuelo.

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    1. Muchísimas gracias por ese viaje en bici para traerme tan buen deseo, Marina. Y me alegró mucho comprobar que venías con casco y chaleco, protegiéndote y haciéndote ver.
      Yo ahora no voy en bici porque lleva todo el día lloviendo y con tormentas, con rayos y truenos, pero vuelo por encima de ellas con un fuerte abrazo para vos. ¡Buena noche!

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  7. Me encantó tu exposición de hoy sobre un tema en el que no se me había ocurrido pensar nunca y lo has desarrollado con tu maestría propia, Esteban, en una lectura amena y ágil. Siempre he admirado la naturalidad con que te expresás en un tema que tiene poco de literario pero que se convierte en eso mismo cuando surge de tu pluma :)

    Un fuerte abrazo y cariños porteños.

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    1. Te agradezco muchísimo las alentadoras y significativas palabras que me dedicas, Liliana. Son una maravillosa y cálida luz en este oscuro otoño, que, por cierto, es la estación que menos me gusta. Me dan mucha envidia las aves que emigran al sur en esta época y vuelven al norte en verano, aunque la luz de esta estación es preciosa, desde luego.
      Un fuerte abrazo.

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  8. Acabo de ver tu comentario! Quise hablarte, te llamé a los números que tienes aquí a la derecha, pero me dice la operadora que no pertenecen a ningún teléfono. A mí ya me parecía que no están correctos pues son muchos números y los teléfonos tienen 9 nada más. Bien es que quería aprender a conducir sin miedo contigo. Es broma, quería hablarte sobre el comentario. Pero entraré en cuanto pueda, aquí, ahora me voy a la cama, estos día son ajetreados. Buenas noches y mil gracias.
    Un beso azul en vuelo.

    (Recibido el 1-11-2014 a las 23:38, pero lo vi hoy)

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    1. Marina, Marina... Has tenido un maravilloso detalle conmigo que no olvidaré nunca, querida amiga. ¡Gracias!
      Buena noche y un cálido abrazo de amigo y hermano.

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  9. Hola Esteban.
    Al principio... la soledad. Incluso al conducir. Es mejor, siempre es mejor.
    Sorprende la ductilidad al tratar un tema que generalmente uno creo no puede ser motivador. Sugerencia, si puedes y tienes tiempo, podrías incursionar en otros sentires. Tienes todo para ello.
    Felicitaciones.
    Saludos.

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    1. Hola Alicia:
      ¡Bienvenida! Me has traído un presente extraordinario que te agradezco con toda mi alma. Me alegra mucho que compartas esa necesidad de asumir la soledad... ante tantas cosas. Y tu sugerencia... es un tesoro, que espero poder invertir en “incursión por otros sentires”, una hermosa forma de decirlo. Espero que Dios me dé suficientes días y salud para intentarlo.
      ¡Muchas gracias y buena noche!
      Saludos.

      P. D.: No he visto tu nombre enlazado a otro blog, pero si lo tienes, me lo haces saber y me permites, lo haré con mucho gusto.

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  10. yo ando con la fiaca de escribir
    y tu con las ganas
    jaja
    interesante tu texto
    Aprendi a manejar en mis 25
    En USA fue facil
    mi marido fue mi maestro
    Lo hice en la nieve del norte
    y ahora me atrevo....
    ja
    me deleitan tus escritos donde unes tus momentos con tus letras y nos invades siempre con cosas nuevas
    Por ahi dicen que es mejor tener muchos comienzos que finales
    y creo que con esto de los blogs lo estamos haciendo
    mil besos

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    1. Bueno, supongo que influye que has cambiado de rutina unas semanas, que cada día, o casi, surge algún imprevisto... imagino que no será fácil tampoco abstraerse del ambiente y el clima de Miami, por la imagen que yo tengo parece que no invita mucho a escribir. No sé, pero es igual, qué más da... vos retomarás las ganas, estoy seguro.
      Así que aprendiste a conducir con nieve... ¡Brava moza!
      Agradezco mucho los ojos con que miras mi labor, amiga. ¡Mucho!
      Sí, con los blogs siempre estamos empezando y nunca acabamos de hacerlo.
      Cuídate mucho. Un fuerte abrazo.

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