No me pregunten por qué, no sabría qué decir, pero siempre me gustó el número ocho. Es como si el infinito se pusiera en pie saliendo del letargo invernal en este tercer mes del año -¿medio infinito, tal vez?- e iniciase un camino sin retorno ni meta siguiendo el camino que la cálida luz hace notar cuando llena el claro del bosque de nubes que el viento, aún frío, trae y lleva.
Fuente: tn.com.ar |
Hoy se me antoja que las nubes son persianas de prejuicios y los rayos del sol pensamientos puros, asépticos, libres de toda contaminación de culturas, costumbres y miedos. Miedo al extraño, al raro, al diferente, al extranjero... a la mujer. ¿Será ese miedo el que lleve a querer dominarla porque tema que si no sea ella quien domine? ¿Será el miedo, en realidad, la raíz o una de las raíces del mal?
Leí una vez: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?” Seguramente amar, desprendido y sin reservas, amar la vida y cuanto me rodea, aun reconociéndome absolutamente vulnerable. Y, sí, claro, de ese modo puedo sufrir daño, dolor y muerte; pero, si no lo hago, ¿no seré yo mismo quien me esté matando? Creo que sí, que es de ese modo en el me convierto en un imán de enfermedades y accidentes.
En clase de Religión, en la catequesis, en el colegio y en la iglesia nos decían una y otra vez que tenemos un alma inmortal y que es infinita. Puede que suceda que al intentar comprender e imaginar esto sin lograrlo nos pongamos barreras, límites, fronteras y en estos espacios que acotamos crezcan los temores como las malas hierbas. Puede que por eso nos hagamos tanto daño, porque vivimos enfrentados a nuestra propia naturaleza. Puede que por eso sea necesaria la fe.
Aprovechen, hay estrellas para todos, ¡pidan un deseo! Fuente: Internet |
Si quitamos las barreras, si dejamos de ponerlas; si miramos todos juntos, mujeres y hombres, en una noche cálida y serena la incomprensible magnitud del universo; si la reconocemos en nosotros mismos, seguramente dejemos de hacernos daño y seguramente todos nuestros miedos se vuelvan al infierno del que vinieron como si de un agujero negro se tratase y un día, tal que hoy, pasará a ser una anécdota en la historia. Podemos mirar todos juntos, sin trabas, al universo.
Esteban
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Etiquetas: Mujer, Día internacional de la Mujer, Día de la Mujer Trabajadora, infinito, estrellas, universo, miedo.
Que maravilla de texto
ResponderEliminarTu sensibilidad con las letras
me encanta
Un texto infinito
desde el alma de un hombre
que no le tiene miedo a vivir los mpomentos y a hablarlos
un abrazo y hermosa soepresa hoy me has dado
¡Muchas gracias, maestra!
EliminarTengo mis miedos, pero lucho porque no me atenacen ni suelten la bestia que llevo dentro; llevo toda mi vida con esa pelea, no la ganaré por KO, pero sí espero ganarla a los puntos. Tampoco veo otro modo de llegar al corazón de nadie, verlo, sentirlo, disfrutarlo, aprender de cómo administra y expresa sus emociones, comprobar cómo se acompasan los latidos... si no es abriendo antes el mío.
Un fuerte abrazo.
Preciosísima entrada! Muchas gracias por compartirla!
ResponderEliminarMoltes gràcies, Elisa!
EliminarMe alegran tus palabras como la luz que me llega cada mañana de tu tierra.
Un abrazo, amiga.
Si de verdad somos polvo de estrellas, mirándolas como dices nos sentiremos irremediablemente unidos hombres y mujeres sin temor ni miedo alguno. Algún día lo conseguiremos. Gracias por tus palabras. Saludos.
ResponderEliminar¡Sí, lo conseguiremos! Estoy plenamente convencido de que estamos llamados a trascender nuestra parte animal y todas sus servidumbres, incluido el poderoso instinto de supervivencia porque, entre otras cosas, ya no sea necesario.
EliminarNada me emociona, admira y sobrecoge más que contemplar un cielo estrellado. Para mí es el mejor espectáculo del mundo.
Gracias a ti, Mara. ¡Saludos!
A veces podemos viajar,solo con la imaginación,solo hace falta un poco de fantasia
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Efectivamente, Juan. La imaginación es una perfecta aliada para muchas cosas.
EliminarUn fuerte abrazo.
¡Bravo, bravo! Esteban. Un aplauso prolongado. Tu entrada se llama prosa y es preciosa. Se te da fenomenal.
ResponderEliminarUn abrazo y buenas noches.
¡Muchas gracias, Marina!
EliminarTú sí que eres fenomenal, y escribes como los ángeles.
Pero lo que más admiro es lo buena persona que eres.
Un abrazo.