Veo de un tiempo a esta parte, y cada vez con mayor frecuencia, que muchos ciclistas se acercan a un paso de peatones a lomos de su montura, circulando previamente por una acera, y con la intención de cruzar a la del otro lado, con la aparente idea (dada su actitud) de pretender que los conductores de los automóviles que en ese momento van por la calzada les cedan el paso.
Pues bien, en este caso, el ciclista NO tiene preferencia. Salvo, que desmonte de su vehículo y cruce andando llevando su bici de la mano.
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Estos conductores (montado en bici el ciclista lo es) NO tienen preferencia. Llegan a este punto muy rápido desde otro que está fuera del campo visual del conductor de cualquier automóvil. Fuente: El Correo |
Naturalmente, los conductores de automóviles quieren evitar el atropello, y muchos, en este afán, acaban cediéndoles el paso, lo cual en absoluto indica que el ciclista tenga preferencia, lo que puede generar en este la falsa creencia de que tiene derecho a cruzar y reafirmarle en su acción, que repetirá, muy probablemente, una y otra vez aumentando en cada una de estas ocasiones la posibilidad de sufrir un grave accidente.
A mi modesto entender, este es un claro ejemplo de la indeseable perversión a que nos puede conducir un acto de buena fe. “De buenas intenciones está el infierno lleno”, dice el refranero. Cuidado, pues. Mucho cuidado.
Por otra parte, ¿qué hace una persona circulando en bici por la acera? Cuando esta parte de la vía pública está sólo destinada a los peatones, a no ser que dentro de ella exista un espacio específico para ir en bicicleta.
Veo muchas veces lo que acabo de contar, y disculpen que me repita, pero me llega al alma cuando esa actitud que describo la protagonizan padres que acompañan a sus hijos también en bicicletas, algo bastante habitual en los fines de semana con buen tiempo.
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Esta ciclista SÍ tiene preferencia (ahora es peatona), y entra de lleno en el campo visual de quien conduce un automóvil. Fuente: http://bicicletasciudadesviajes.blogspot.com.es/ |
La velocidad de paso de un ciclista, aunque vaya despacio, es muy superior a la de una persona andando. Por esta razón, es muy fácil que el conductor de una bicicleta quede fuera del campo visual de quien maneja un turismo, por ejemplo, haciendo también muy fácil que este le atropelle cuando le pueda ver, porque, sencillamente, ya sea imposible la detención.
Permitan que les pida un favor, bueno, dos: si andan en bici, sean conscientes de este peligro y actúen en consecuencia; hagan que cuantos ciclista conozcan, lo sepan. ¡Muchas gracias!
Esteban
P. D.: