¿QUÉ SUPUSO EL PERMISO POR PUNTOS PARA LAS AUTOESCUELAS?
Fundamentalmente, la consecución de un sueño largamente gestado: vender dos veces, o más. En la entrada anterior les pedí que se imaginaran en 1960, ahora les invito a situarse unos 40 años después, en los alrededores del año 2000. Han cambiado muchas cosas; salvo los jóvenes, ya casi todo el mundo tiene carnet de conducir, y aquellos son bastante menos numerosos que 20 o 30 años atrás, sin embargo hay muchas más autoescuelas, bastantes más profesores y en constante incremento... la tarta es más pequeña y somos más comensales.
El automóvil es un sueño hecho realidad que expresa independencia y libertad. Algo que el poder siempre interpreta como una peligrosa amenaza. |
La situación queda compensada en parte por la llegada de emigrantes, pero su flujo no será constante, a los de algunos países hermanos de América se les convalida su permiso, otros no tienen reparo en conducir sin carnet. En aquel mercado que parecía infinito se empiezan a vislumbrar límites, y las autoescuelas, normalmente sólo venden una vez.
Si se pudiese encontrar una fórmula para que los conductores vuelvan a la autoescuela obligatoriamente cada cierto tiempo... al renovar su carnet cada diez años, por ejemplo. ¿Pero qué político se atrevería con algo así? Hay elecciones cada cuatro años, ¿cómo no recordar a quien nos obligó a volver a la autoescuela? No, esto es inviable; pero, ¿y eso del carnet por puntos? En otros países de Europa existe.
A ver, déjeme que lo piense un poco... si se da un saldo de puntos inicial, aparentemente alto, y tras varias denuncias por infracciones graves se van restando hasta que queden muy pocos o ninguno, casi todo el mundo verá con buenos ojos que esas personas vuelvan a la autoescuela y paguen con su dinero el precio del curso, incluso que hagan un examen cuando los han perdido todos, si además es algo “oficial”, el precio puede ser fijo y elimino problemas de competencia en este aspecto, también puede ser relativamente alto (nadie lo verá mal, de hecho será parte del castigo), si además limito de algún modo el número de autoescuelas que puedan optar a impartir los cursos casi nos ponemos en los felices sesenta; ¿y el curso teórico, práctico o ambas cosas? Teórico, se limitan gastos. Y podemos invitar a otros actores: psicólogos y asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico. Que vean qué majos somos, oiga. Se ganará algo menos, pero tendremos un buen respaldo ampliando el espectro social de participación, y las asociaciones de víctimas están muy activas en los medios y todo el mundo las respeta.
Ahora quieren que nos movamos juntos y lentos, como en los autos de choque. Distraídos, para caer más fácilmente en sus trampas. Nada les importa si hay más accidentes, ya moldearán las estadísticas a su conveniencia. Fuente: Unsplash | Free High Resolution Photos |
Es perfecto, ¿verdad? El político no sólo no arriesgará votos, probablemente los sume; y por la cuenta que le trae, ya se encargará de transmitir los datos estadísticos adecuados (sean ciertos o no) y de pagar con dinero público cuantos “estudios” sean necesarios y cuyas conclusiones son “sugeridas” de antemano, y asunto resuelto. ¿Qué pensará el público de todo esto? Pues le encantará, porque si después de tener 12 o 15 puntos alguien es tan torpe, incívico, salvaje o delincuente como para perderlos y verse obligado a hacer un curso...
- Pues mira, oye, se lo ha ganado a pulso; y suerte que tiene, porque si de mí dependiese, le confiscaba el coche, le metía tres años en la cárcel y no le dejaba volver a conducir en la vida.
- No se pueden permitir esas locuras que se ven en la carretera, ¡qué los saquen de ella!
- Yo, de verdad te digo, te lo juro por lo que más quieras: veinte años conduciendo (20, que se dice pronto) y nunca me han puesto una multa y jamás he tenido un accidente.
¿Cuántas veces no han oído estos breves monólogos? Cuántas veces, si sigue atento a la escucha, asiente de vez en cuando, sonríe y muestra que comparte ese discurso, si además existe una cierta confianza y le da tiempo... cuántas veces su interlocutor no acaba soltando algo así como...
- Bueno, una vez sí que me pusieron una multa pero aquel guardia era un... (rellene los puntos suspensivos con el insulto que prefiera, siempre lo hay).
- No tenía razón, mira que se lo dije, pero, ya sabes, es mi palabra contra la suya, ¡a ver quién le baja del burro!
- Bueno, y una vez también me dieron un golpe, de chapa solamente, pero no fue culpa mía, eh; y menos mal que anduve vivo y esquivé un poco, porque si me da de lleno me mata aquel desgraciado.
¿Cuántas veces no ha escuchado cosas como estas o muy parecidas? Somos muy puñeteros, permítanme la expresión. Puñeteramente imbéciles. Nuestros políticos lo saben, se aprovechan de ello y estimulan que sigamos así porque de este modo somos mucho más fáciles de manipular.
El Gran Hermano en España empezó su labor en las carreteras, incrementa y extiende su presencia, pero tenga por seguro que irá mucho más allá. Fuente: revista DGT. |
UNA REUNIÓN MUY REVELADORA EN BILBAO
Sería el año 2004 o 2005 cuando la Asociación Provincial de Autoescuelas de Vizcaya (APAVI) y adscrita a CNAE, invita a todas las autoescuelas no asociadas de la provincia (seríamos una decena, aproximadamente) y a un buen número de las asociadas a una reunión en su sede de Bilbao. La normativa del permiso por puntos ya estaba prácticamente definida y el que más o el que menos bastante al tanto de la misma y de su pronta entrada en vigor.
La primera noticia que tuve del carnet por puntos me vino del Reino Unido allá por la década de los ochenta, y también que los camioneros británicos hicieron una huelga bastante seria para evitar su implantación. No lo consiguieron, pero al menos lo intentaron; aquí, nadie hicimos nada, a pesar de ser evidente que los conductores profesionales somos los más amenazados por este tipo de normas, por más que a muchas personas les sorprenda, sin embargo es un hecho que cuantos más kilómetros se hagan más posibilidades hay de ser denunciados por alguna infracción y de perder puntos.
- Ah, ¿pero cometes infracciones?
- Pues sí, y más de las que te imaginas me han salvado la vida. Aparte de que también me equivoco, claro.
- Ah, no, yo voy siempre legal, no quiero que me multen.
- Yo tampoco, pero, ¿siempre cumples con todas las normas y señales?
- Claro.
- Pues perdona, pero no me lo creo. Vamos, nunca he conocido a nadie que siempre respete todas las normas; ni en referencia al tráfico ni en ninguna otra cosa que le afecte en su actividad diaria. Hombre, si conducir -o lo que sea- se hace muy pocas veces... pues igual sí, pero si no es imposible.
Por supuesto, los conductores profesionales cometemos infracciones; en general y en términos relativos muy pocas, pero en términos absolutos bastantes más que un conductor ocasional o, que aunque conduzca todos los días siempre hace el mismo recorrido de ida y vuelta al trabajo. Así que, cuando en aquella reunión nos hablaron del permiso por puntos y todas las supuestas ventajas que para nosotros iba a suponer, especialmente si los no asociados, por fin, decidíamos formar parte de APAVI (verdadero motivo de la reunión), un servidor, no vio ventajas por ninguna parte y así lo hice saber en cuanto tuve ocasión. Me miraron todos como si fuese un marciano, cosa a la que por cierto ya estaba acostumbrado, me solía pasar en todas las reuniones las convocase o no APAVI.
Cuántos kilómetros cantando con Paco Ibáñez... Qué lo disfruten.
Fuente: https://youtu.be/ZN1TGK5FAas
Cuando ya conté lo del Reino Unido y, que para empezar, nosotros seríamos los primeros perjudicados, unos cuantos compañeros coincidían conmigo, pero argumentaban que deberíamos tener más cuidado (no sin razón), y, que aparte de eso, todo lo demás eran ventajas: Por fin, personas con permiso volverían a la autoescuela. Sí, ¿pero con qué actitud? En general muy negativa: irían obligados y la mayoría sintiéndose víctimas de una injusticia o de una pésima mala suerte cuando no de ambas cosas. Mal comienzo para impartir ningún curso, en un principio no resulta nada atrayente trabajar así, a mí no. Además, también quedó claro todo lo siguiente:
- Cualquier autoescuela no podría ofrecer los cursos.
- Las que sí pudieran, tendrían que tener acceso e instalaciones aptas para personas discapacitadas, cosa que la inmensa mayoría no teníamos, luego habría que hacer obras.
- Había que contar con un psicólogo, ¿y qué hacíamos? ¿Un contrato por horas, mercantil...? En todo caso, había que pagarle su trabajo, claro.
- Tanto el psicólogo como el profesor, necesitaban hacer un curso de formadores (unos 900 euros cuesta ahora), como si no fuese suficiente para ambos con estudiar el programa.
- También había que comprar el material didáctico correspondiente.
- En ocasiones, también habría que contar con una persona que fuese víctima de algún accidente de tráfico y perteneciese a alguna asociación de ese tipo; no tienen ánimo de lucro, pero tampoco estaba nada claro si habría que hacer alguna donación.
Seguro que me dejo cosas en el tintero, además escribo de memoria y sin documentarme por falta de tiempo, pero sin duda, el asunto empezaba a quedar absurda e innecesariamente restringido, y aún quedaba el mayor despropósito de todos: aun cumpliendo todos los requisitos ninguna autoescuela podría impartir los cursos libremente sino enmarcada dentro de alguna asociación que licitase la oportuna concesión administrativa, concesión a la que también podían optar otras empresas, otras asociaciones, clubs de automovilistas...
Para mí, esta fue la gota que colmó el vaso. Seré muy corto de entendimiento, pero no me cabe en la cabeza que el Estado confíe a las autoescuelas la formación de conductores, que disponga de un reglamento para ordenar su funcionamiento, que supervise nuestra labor con inspecciones regularmente y, oficiosamente, también con los exámenes (una vez por semana, normalmente), que nos obligue a firmar un contrato con el alumno (me parece bien) con cláusulas regladas y modelo publicado en el BOE, también es cierto que existe la posibilidad de pactar y añadir otras condiciones libremente entre el alumno y la escuela, que facilite que se hagan públicos los porcentajes de aptos y no aptos de cada escuela sin tener en cuenta (por lo menos) los datos geográficos, sociológicos y económicos de la población o el barrio en la que está ubicada, no se pueden comparar resultados de aptos entre una escuela de Madrid y otra de Soria, por ejemplo; además, ¿por qué no publican también los resultados de las calificaciones de sus funcionarios examinadores, y las de los profesores de instituto, etcétera? Que nos exijan todo esto para poder enseñar a conducir y luego aparten de un plumazo al 96% de las autoescuelas de los cursos de recuperación de puntos es injusto y absolutamente ilógico, tanto para escuelas como para alumnos, pues a estos también se les priva del derecho de ir a donde quieran.
Fuente: es.123rf.com |
Los cursos para recuperar los puntos deberían impartirlos exclusivamente las autoescuelas, y con toda libertad. Nadie más. Por la sencilla razón de que nadie está tan cualificado para esta tarea. El sistema de concesiones aquí no tiene sentido, salvo, claro está, como caldo de cultivo de comportamientos corruptos; y desde luego no fue casualidad que naciera así. Otra posibilidad, más teórica que práctica, es que lo hiciese la DGT directamente a través de sus funcionarios examinadores en las distintas jefaturas provinciales, otra cosa sería explicar cómo es que confían en las autoescuelas para enseñar a conducir a una persona que parte de cero, y luego, esa misma persona no puede recuperar puntos en esa misma autoescuela si lo necesita y desea.
Ya expliqué en la entrada anterior porqué el permiso por puntos no me gusta y, en mi opinión, dicha normativa debería ser derogada. Pero seguramente esto no ocurrirá en mucho tiempo. Hace bastantes semanas que tenía en mente escribir sobre esto porque nunca le había dedicado una entrada, y por aquello de la cifra tan redonda del décimo aniversario, aunque sí expuse mi parecer sobre este asunto en diversos foros, algunos medios de comunicación y aquí mismo en algunos comentarios.
Hace apenas unos días, todos los medios hicieron público el escándalo surgido en la DGT a raíz de una conversación entre la señora Carrera, subdirectora en dicha entidad (ya cesada) y el señor Baez, actual presidente de CNAE. Comportamientos de este tipo con estos u otros protagonistas son muy viejos, y prácticamente, todos los de mi oficio y todos los funcionarios de tráfico lo sabemos. No tengo intención de entrar al trapo en este asunto, porque no es nada nuevo, porque, ya no es sólo que se viese venir, es que nació así, el permiso por puntos llevaba el gen de la corrupción antes de ver la luz; sin embargo, durante toda una década todo fueron alabanzas, vítores y aplausos, sin apenas voces discrepantes. Ahora, de repente, sólo se escucha rasgar de vestiduras haciendo que me duelan los oídos. Detesto formar parte de una turba de linchamiento, es ruin, miserable y cobarde. Me niego.
Y el señor Baez será lo que se quiera, pero es indudable que jamás hubiese podido hacer lo que hizo sin contar con el apoyo casi unánime de las autoescuelas de toda España y de los distintos gobiernos de la DGT. Ya saben que sostengo que el permiso por puntos fue gestado como un negocio, y agradeceré que se haga justicia, naturalmente, pero esta no se dará mientras no se revise atentamente la gestión de Pere Navarro (dos legislaturas al frente de la DGT) y la del responsable de la increíble Cátedra de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia (Luis Montoro) y el INTRAS, instituto de investigación de tránsito íntimamente ligado a ambos
Cuando antes les hablé de la reunión de Bilbao, olvidé decirles que llegué a pensar -visto que estarían los cursos de recuperación de puntos en manos de una minoría de autoescuelas- que sería el suicidio de CNAE. En buena lógica, digo yo, la mayoría de las autoescuelas excluidas (más o menos un 96%) del nuevo mercado creado dejarían de pertenecer a CNAE y esta organización acabaría desapareciendo. Pues no, incomprensiblemente no ocurrió nada de esto. ¿Ustedes lo entienden? Yo tampoco, ni así viva mil años.
Esteban
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ y AQUÍ.
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Etiquetas: autoescuelas, permiso por puntos, carnet por puntos, CNAE, APAVI, DGT.