Cuando es densa y el viento está en calma, la visibilidad es casi nula. Conducir en esas condiciones resulta sumamente difícil y agotador.
Hay dos cosas que me gustaría evitar siempre cuando conduzco: Hacerlo con sueño, en primer lugar; y hacerlo con niebla. La nieve, el hielo, la lluvia... Sólo implican invertir más esfuerzo y trabajo, básicamente.
Preciosa foto de un mar de nubes. Fuente: www.atrio.org |
De las dos principales e indeseables situaciones citadas, el sueño, se puede afirmar que es opcional, pues salvo excepciones debidas a alguna enfermedad, malestar físico súbito, algún tipo de intoxicación, efectos secundarios desconocidos de algunos medicamentos (producen sueño los que se utilizan para las alergias y para combatir síntomas de resfriados, entre otros muchos, por ejemplo) y tomar determinadas drogas -alcohol incluido-, uno puede decidir parar y dormir.
Cuando estamos próximos a llegar a destino es especialmente fácil caer en la fortísima tentación de esforzarnos en aguantar -cómo no voy a poder si estoy a media hora de casa-. Pues NO, a veces NO se puede. Un microsueño inferior a dos segundos es más que suficiente para despertar en un hospital o en otro mundo. Lo he repetido miles y miles de veces, hay que ser conscientes del valor de un segundo porque a “tan sólo 80 km/h”, recorremos 22 metros, ¡22 m! Torcidos, se nos acaba cualquier calzada por muchos carriles que tenga.
Si decidimos parar para dormir en el coche es necesario asegurarse de que lo hacemos en un lugar situado completamente fuera de la vía (calzada y arcén); en un área de descanso, de servicio, gasolinera, población... En un hotel, hostal o pensión podemos descansar, sin duda, más cómodos, más seguros y mejor. Hospedarnos por una noche o parte de ella puede ser la mejor inversión de nuestra vida; estoy totalmente convencido de que gracias a haber tomado esa decisión en algunas ocasiones, aún estoy en el mundo de los vivos. En viajes largos, e incluso medianamente largos, siempre es conveniente llevar algún dinero extra por si surge algún imprevisto. Poder pagar una habitación a tiempo puede salvarnos la vida.
Dormir en el coche es una opción, desde luego, pero por muy bien estacionado que esté (respecto al tráfico), hasta donde nosotros hemos llegado con él siempre es posible que lleguen otras personas y... sólo Dios sabe qué intenciones tienen o qué se les ocurre. Es peligroso y en absoluto aconsejable.
La niebla, sin embargo, no es opcional. Normalmente poco o nada podemos decidir respecto a ella. ¿Qué hacer si la encontramos en un tramo de nuestro recorrido y es densa y estable? Si es que no las llevábamos ya encendidas, conectar las luces de posición y de corto alcance o cruce, la luz antiniebla trasera (debemos tenerla, es obligatoria) y la luz antiniebla delantera, si la llevamos.
Generalmente, en España, casi todas las carreteras tienen marcados los bordes de la calzada con línea blanca continua, haya arcenes o no. Si, generalmente, el borde derecho de la calzada (esté pintado o no siempre existe) es “el norte”, la referencia que debemos seguir para situar nuestro coche en la calzada, en caso de niebla densa, aún cobra mucha más importancia guiarnos por él. Esto no quiere decir que tengamos que ir pegados a ese borde derecho, sino que, con respecto a él, decidimos una determinada separación. En caso de niebla densa, prefiero ir casi en el centro del carril, significando el “casi” estar un poco más cerca del borde derecho que del izquierdo del carril con el fin de evitar al máximo la posibilidad de un choque frontal y también la de tropezar con posibles vehículos que se hayan detenido en el arcén. En carretera abierta y en las circunstancias mencionadas es muy improbable que haya peatones, ciclistas o ciclomotores por los arcenes pero, cuidado, no es imposible. Cuando la carretera es estrecha y no hay arcenes me ciño más a la derecha, por lo del choque frontal.
Los haces de luz corta y larga alumbran más hacia la derecha que hacia la izquierda (excepto en los automóviles que se fabrican para países en los que se circula por la izquierda: UK, Japón...). Con niebla densa la luz larga es totalmente desaconsejable porque su haz es más estrecho y va más alto (por eso alumbra más lejos) y nos producirá un efecto de autodeslumbramiento ya que al ir más concentrada la luz se refleja prácticamente toda en las pequeñas gotas de agua en suspensión que tiene la niebla. No obstante, yo la utilizo en forma de destellos de un modo aleatorio -si no conozco la carretera- y no tan a la buena de Dios cuando sí la conozco, porque cabe la posibilidad de que “al otro lado”, alguien a quien aún no puedo ver sepa de mi presencia un poco antes, también puede ser reflejada en alguna señal y gracias a esto la veremos antes, además puede servirnos de excelente referencia para saber con más precisión dónde estamos situados. Las gotas de agua en suspensión hacen un efecto de espejo, pero no son un espejo, algo de luz sí pasa entre las gotas.
El haz de luz de los focos antiniebla delanteros es muy plano, va más bajo y, por lo tanto, adquiere forma de abanico; esto a su vez, hace que alumbre menos metros por delante del coche de como lo hace la luz corta, pero le permite penetrar bastante bien en la niebla: Más que nada, permite ver mejor los bordes del carril. Desde luego, no son ninguna maravilla, pero sí que suponen una ayuda significativa que, en condiciones tan difíciles, se aprecia y agradece. La mayoría de los coches vienen con estas luces de serie (no son obligatorias) pero he apreciado diferencias importantes en cuanto a su eficacia de unos coches con respecto a otros, lo que me lleva a pensar que a los fabricantes parece no importarles mucho este asunto y que los ponen más como objeto decorativo que otra cosa. Por cierto, la luz delantera de niebla ni molesta ni es deslumbrante cuando nos cruzamos con otro coche que las lleva encendidas sin razón alguna; también me da la impresión de que algunos conductores las utilizan con fines de pura ostentación, cosa muy curiosa que no ocurría cuando hace años eran muy pocos los coches que disponían de estas luces. La antiniebla trasera sí que molesta cuando no es necesaria, de ahí que sólo deba utilizarse en casos de niebla densa, nubes densas de polvo y humo, lluvia fuerte y nevada intensa.
Cuando hay niebla, esa infinidad de pequeñísimas gotas de agua que convive en ella también hace que se moje la calzada, parabrisas, espejos, que baje la temperatura y que se empañen los cristales. En mayor o menor medida ocurren todas estas cosas, lo que nos obliga a utilizar frecuentemente muchos mandos: limpiaparabrisas, sistema antivaho, conectar y desconectar luces según nos vamos encontrando con capas de niebla densa, poco densa, brilla el sol, luego sólo llueve, vuelta a la niebla... Es decir, que hay que remangarse y ponerse a la tarea con ganas, hay mucha faena.
Tampoco está de más utilizar la bocina de modo similar a como dije antes para la luz larga, un tanto al azar -si desconocemos la ruta- y con más detalle en el caso contrario. Ya que el sentido dominante (la vista) lo tenemos tan reducido, quizá podamos compensar algo con el del oído. En niebla densa, y siempre que conducir se vuelve francamente difícil, apago la radio -si es que la llevaba conectada- y pido silencio a quienes me acompañen; además, y aunque haga frío, suelo abrir un poco la ventanilla; por lo dicho: ya que no nos vemos a ver si nos oímos. Hacer esto, que puede resultar tan primitivo y que a tantos alumnos les hizo dudar de dónde se habían metido cuando se lo contaba y todavía me conocían poco, estoy seguro que me ha librado de convertirme en un homicida en serie pues cuando iba con un camión por carreteras de la provincia de Sevilla en otoño e invierno no era nada raro que en el valle del Guadalquivir hubiese una niebla bastante densa que me impedía ver a grupos de jornaleros que iban a trabajar al campo en motos y ciclomotores viejos, en mal estado, con unas luces que apenas se veían (los que las tenían), sin casco -por supuesto- y en grupo; vamos, en pelotón, ocupando todo el arcén (cuando lo había) y hasta medio carril de su sentido. Sólo llevar la ventanilla abierta me permitía saber de su presencia antes de poder verles gracias al ruido tan fuerte y molesto que hacían aquellas “motillos”. Fue a finales de los setenta, era muy angustioso, pero a Dios gracias nunca tropezamos ni supe de ningún accidente con ellos. ¡El Ángel de la Guarda existe!
Conducir con niebla hace que aparezcan antes fatiga y sueño, también puede generar una sensación de misterio, magia y hasta de miedo que puede afectar al ánimo negativamente, ¡cuidado! Sólo es un fenómeno metereológico, a veces imprevisible; otras no. Por más que se oiga decir que “el hombre del tiempo” no acierta ni una, no es cierto. Sí que aciertan, y mucho. Así que antes de emprender un viaje si consultamos el parte del “tiempo” podemos saber en qué zonas habrá niebla. Durante el otoño e invierno es frecuente en los valles de los grandes ríos: Ebro, Duero, Tajo, Guadalquivir... En zonas de montaña puede aparecer en cualquier época del año y aparecer y desaparecer repetidamente muy rápido.
Catadióptricos en el suelo y en los bordes, "ojos de gato": Excelente relación precio/eficacia, y qué poco se usan. Delante tengo un camión. Tramo recién estrenado entre Llanes y San Roque del Acebal. |
He dejado el tema de la velocidad hasta el final porque es harto espinoso, por supuesto, hay que disminuirla, más, cuanto menos se vea, pero lamento mucho no poder decir cuánto. Es imposible. Siempre decía a los alumnos lo mismo que yo hago: hay que ir despacio, incluso muy despacio a veces, pero a medida que nos vamos haciendo a circular en la niebla conviene estar muy atentos a aumentar la velocidad cuanto podamos. Si es algo más alta de la cuenta, podemos chocar con cualquiera que vaya más lento y lo veamos prácticamente de forma súbita; pero si se circula excesivamente lento para eliminar el problema anterior, puede que nos alcance alguien. En estos casos yo procuro conducir bien mentalizado de que en cualquier momento quizá tenga que hacer una frenada de emergencia, también paso muchas veces el pie derecho al pedal del freno, aunque no lo pise, hago pequeñas variaciones de velocidad, pruebo: aquí algo más, allá algo menos... En todo caso, la velocidad media será bastante inferior a la normal y las puntas también, luego en caso de accidente, y si se viese éste inminente e inevitable, con frenar muy fuerte en ese poquísimo tiempo que tendremos, difícilmente nos ocurrirá nada grave; es más, hay bastantes posibilidades de salir ilesos, aunque el coche acabe en el desguace. Si conducimos un coche de este siglo, vamos bien sentados, con cinturones puestos... la máquina nos protege y ayuda mucho. Siento no poder decir más, pero si olvido algo importante lo pondré y avisaré.
Autopistas y autovías, generalmente las carreteras más seguras, dejan de serlo en caso de niebla densa. En estas carreteras hay demasiados conductores que circulan con niebla igual que si no la hubiese, velocidades medias demasiado elevadas que hacen bastante probable que se produzcan graves accidentes en cadena. He sido testigo en varias ocasiones de como algunos coches “fantasma” (porque no los veía pero sí sentía el zumbido que dejaban al pasar) me adelantaban bajando de Vitoria a Bilbao por autopista a una velocidad inequívocamente inadecuada; en esos casos siempre iba por el carril derecho y no me salía de él, pero daban miedo y yo gracias a Dios de que ellos irían por el carril central o izquierdo (hay tres). Después de “ver” eso en varias ocasiones, decidí que con niebla más o menos densa, salvo que sepa que será un tramo corto, salgo de la autopista en cuanto pueda y voy por la carretera convencional; normalmente, en éstas, la mayoría tienen bastante más cuidado, parece que de alguna manera la posibilidad de choque frontal está mucho más presente en la mente de casi todos.
Una última cuestión, he oído muchas veces que si estando conduciendo con niebla, nos encontramos con otro delante, es mejor tomarle como guía y seguirle. No me gusta, no tengo ninguna garantía de que la persona que conduce el vehículo que me precede lo haga mejor que yo, o conozca la zona mejor que yo. Inspira más confianza si quien va delante es un camión o un autobús, pero, aún así, no me gusta. Siempre hay una primera vez para todos, ¿cómo puedo saber si el profesional que maneja ese automóvil lo es verdaderamente? Igual empezó con ese trabajo hace un par de días. Lo dicho, no me gusta, no lo hago. Prefiero seguir mi instinto y esa especie de sexto sentido que se va desarrollando a medida que uno practica una tarea (conducir, o cualquier otra) con una actitud consciente, con la humildad de que nunca se sabe todo pero con un afán constante de perfeccionamiento y de superación.
¡F E L I Z 2013!
Me gusta la terminación de este número. ¡Ojalá les vaya bonito!
Esteban
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Etiquetas: niebla, sueño, condiciones metereológicas adversas, conducir de noche, deslumbramientos, luces antiniebla, velocidad, bocina, claxon, ráfagas, destellos, autopistas y autovías: mayor riesgo.