Cuando una persona trabaja con mi libro al mismo tiempo que está en la autoescuela, puede ocurrir que surja alguna contradicción entre lo que dice su profesor y lo que yo sostengo. Lo mejor es que la aclare cuanto antes hablando con él, o con ella. Lo más probable, será que la discrepancia sea más aparente que real, o, muy circunstancial -para un lugar o situación muy concreto-. También es posible, por supuesto, que mi colega aporte algo en lo que yo no haya reparado nunca, algo de lo que no me he dado cuenta o, simplemente, no sepa; en ese caso, agradecería mucho que esa persona me lo haga saber. No lo sé todo y quiero seguir aprendiendo siempre.
Sentados lado a lado, con un alumno, solía decirle que desde mi cerebro construyo un puente hacia el suyo por el que hago transitar mi conocimiento y experiencia para conducir bien y seguro. Mas, aunque este sea, necesariamente, el sentido principal de circulación, el puente debe tener también sentido contrario; a mí ha de llegarme lo que el alumno me transmite, discrepancias y correcciones -que a veces las hay- inclusive. Y, desde luego, en ningún caso, ni profesor ni alumno deben construir la pared de un frontón con piedra blindada al otro lado del puente.
Cuando una persona trabaja con mi libro pero ya tiene permiso de conducir y conduce muy poco, nada, muy limitadamente, lleva años en alguna de estas situaciones, o muy poco tiempo, pero se siente abocada a ellas... Si tiene Conducir sin miedo porque desea llevar un coche con frecuencia, soltura y seguridad, todo lo dicho para quien está sin permiso aún y en la autoescuela es perfectamente válido. Mas, no está en la autoescuela, luego la pregunta suele ser: ¿Debería volver?
Probablemente, pero no necesariamente siempre. Lo más eficaz y económico, sin duda, es trabajar con el libro siguiendo las pautas que di antes, de forma que no solamente se tenga un conocimiento intelectual del mismo, sino, además, profundo. Para que uno sea objetivamente consciente de que sabe cuanto necesita saber, sin ninguna duda. Si me pongo a cocinar, saber una receta, no es condición suficiente pero sí imprescindible; porque hay que hacer el plato y, al menos, debe ser comestible. Y eso que, cocinando me puedo permitir consultar el libro; conduciendo, no. Por la misma razón, es imprescindible ponerse al día de normas y señales, si es necesario.
Bien, sabemos lo que hay que hacer, queremos hacerlo... ¡Vamos allá! Conocimiento, decisión y acción.
Imaginar es gratis. |
Si esta persona, que ya tiene permiso de conducir, puede disponer de un coche y se siente con ánimo y decidida a poner en práctica lo aprendido en Conducir sin miedo es conveniente que busque un lugar lo más parecido posible a un circuito cerrado, un lugar que bien podría ser un estacionamiento al aire libre en horas y días en los que apenas se utilice y pueda así sentirse segura de que, aún cuando cometa algún error, nada malo podrá pasarle a nadie. Hasta ese lugar, y quizá también para el regreso desde el mismo, podría ser aconsejable y necesario que otra persona conduzca el coche, en este caso, creo que es conveniente que quien preste la ayuda, esté al corriente de lo que la persona que la precisa hace y quiere hacer y del libro que utiliza, con el fin de unificar criterios, evitar perversiones y discusiones estériles.
Lo dicho, se puede repetir cuantas veces sea necesario, por supuesto; no obstante, es muy importante que la persona que quiere empezar a conducir lo haga sola lo antes posible. Y que se lo ponga fácil. Buscar horas, lugares, recorridos en los que a priori la persona en cuestión se sienta segura y capaz. Luego, poco a poco, se van ampliando límites; sin, pausa, pero sin prisa. Siempre ayuda saber que, si queremos o lo necesitamos, siempre, podemos encontrar un lugar seguro donde parar y pedir ayuda. O descansar, o consultar el libro... Nada estorba llevarlo en el coche.
Si lo comentado no da el resultado apetecido, o no se puede hacer, siempre está ahí la posibilidad de acudir a una autoescuela. En este caso, es conveniente, antes de dar ninguna clase de coche, hablar con el profesor con el que vamos a ir y explicar la situación en la que nos encontramos, también es importante que percibamos una impresión positiva por parte del profesor. Por grande que sea un coche, el espacio que dos personas comparten en los asientos delanteros, es muy pequeño; y por poco tiempo que se pase en ellos -en un coche de escuela-, muy intenso.
Tengo permiso para conducir camiones y autobuses, mas hace bastantes años que no manejo estos vehículos. Tengo también amigos que los conducen y, sé por ellos y por lo que leo, lo mucho que han cambiado con respecto a los que yo conocí. De modo, que si quisiera o tuviera que volver a conducirlos, sin duda, acudiría a alguna a autoescuela a dar algunas clases.
También considero imprescindible, tal como expongo en el libro que, en cuanto una persona se desenvuelva un poco con un turismo y pueda, haga un curso de perfeccionamiento de conducción en un circuito. No se arrepentirá, pues ayuda mucho a ganar seguridad y a perder miedos. Con todo, también me parece imprescindible perseverar siempre en mentalizarnos, e imaginarnos conduciendo.