sábado, 24 de septiembre de 2011

APROVECHAR EL LIBRO (1ª parte de 2)

He escrito dos entradas que titulé, “Aprovechar la autoescuela...” (en el aula y en el coche), con la intención de animar a quien esté o tenga que pasar por estos centros a que obtenga de ellos el mejor y mayor partido posible, pues he sido testigo -no pocas veces- de como se infrautilizan los recursos que, generalmente, las escuelas de conducción y las personas que en ellas trabajan, poseen. Y es una lástima, dada la importante inversión de esfuerzo, dinero y tiempo que, generalmente, el alumno debe de hacer. Por no hablar de las repercusiones que puede tener el desaprovechamiento de la autoescuela en las graves consecuencias que pueden derivarse del hecho de conducir un automóvil en un futuro muy, muy próximo.

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Sé, que casi todo el mundo opina que sufrir un accidente sólo es una cuestión de mala suerte. Como suspender el examen, ¿verdad? Sin embargo, casi todo el mundo, si piensa un poco, se da cuenta de que la mala suerte tiene una influencia ínfima en que se produzca un accidente o en que se suspenda un examen, ¿verdad?
Conducir sin miedo, generalmente, exige menos tiempo y esfuerzo que la preparación que requiere el aprendizaje en la autoescuela y, la inversión económica es, por supuesto, muy inferior. En términos absolutos, sin duda, y en términos relativos creo que también; además, es perfectamente asequible para, prácticamente, todo el mundo. Mas, no por ello deja de ser una pena que no se le exprima todo su jugo hasta impregnar nuestra sangre y neuronas con él.
Dicho esto, pasaré a continuación a exponer algunas ideas para la utilización del citado libro, como... a modo de “prospecto” para la “vacuna” que pretende ser Conducir sin miedo para los accidentes de tráfico.
Estas ideas, las trasmitía verbalmente a los alumnos cuando compraban el libro en la autoescuela o yo se lo prestaba. A quienes lo compraron durante la Feria de Muestras de Asturias celebrada en Gijón el pasado mes de agosto, también; pero no a todas. Así que, a estas y a cualquier otra persona que haya tropezado con mi libro va lo siguiente, por si de este modo le es más útil y práctico.
Conducir sin miedo puede leerse de principio a fin como se hace normalmente con cualquier libro, y quizá sea lo más recomendable para una primera lectura. Para entrar en ambiente. Después, se puede mirar el índice y elegir uno  o varios capítulos, según el orden en que despierten nuestra atención. 

Lo más importante es tener en cuenta que para que este manual resulte verdaderamente útil, habrá que tenerlo como libro de cabecera una temporada, unas cuantas semanas, algunos meses, tal vez. Trabajar con él de forma regular, aunque no sea mucho tiempo seguido el que se pueda dedicar a su lectura, que sea un tiempo en el que nuestra atención esté volcada en él, libre la mente de otras preocupaciones, haciendo un paréntesis en ellas. Como se debe hacer cuando se conduce.
Hay que hacer de uno su contenido, hay que hacerlo propio e imaginarse en la acción.
Nunca está de más tener papel y lápiz a mano, garabatear el libro sin piedad, cerrar los ojos y estirar un poco brazos y piernas para vernos conduciendo en una carretera infernal o paradisíaca usando el libro como volante. Leer con música... he oído y leído bastante a cerca de lo mucho que ayuda Mozart, no sé, y lo suelo utilizar; me gusta y me hace sentir a gusto. También ayuda mucho -he leído sobre ello y lo practico desde hace muchos años- leer algo que nos interesa mucho, o, incluso se nos hace muy difícil de entender, inmediatamente antes de entregarnos al sueño. 
En mis tiempos de estudiante, me ocurrió algunas veces que después de haberme dormido obsesionado con la solución de algún problema de matemáticas, nada más despertar, tenía en mente la solución, como por arte de magia; me levantaba rápido a escribirla, sin tan siquiera echarme agua en la cara, y cuando iba a clase, ¡voilá! Estaba bien. 
En las recomendaciones para el examen que daba a mis alumnos en fotocopias y que están recogidas en el libro, al dárselas, les decía que las leyeran, al menos, por la noche -como ya dije-, nada más levantarse por la mañana y antes y después de la clase práctica. Eso, por lo menos, además, la sobredosis carece de cualquier efecto negativo.

Esteban


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