jueves, 31 de julio de 2014

DÍAS DE RADIO, JULIO 2014 (y 2)

CHARLAS CON JOSÉ ÁNGEL EN OYE RADIO BASAURI

CHARLA DEL DÍA 16-7-2014.
Colisión múltiple en Derio con graves consecuencias. Tres ciclistas como víctimas de dos accidentes en una misma mañana. Otro cargo público relevante que da positivo en alcohol tras un accidente. ¿Y van?... Cómo enfriar el coche sin utilizar el aire acondicionado, o usándolo algo menos y ahorrando un poco de combustible. Un ciclista es indemnizado tras un accidente por el Gobierno de Navarra; al hilo de esta noticia comentamos sobre el accidente de Contador en el Tour. Hablamos sobre la celebración de San Cristóbal que publico en el blog. Se presenta balance sobre el carnet por puntos. Por primera vez se realizarán exámenes teóricos para obtener el permiso de conducir en México D. F. ¿Por primera vez? Conviene leer los comentarios a tan llamativa noticia. Imaginativa propuesta de un oyente sobre las rotondas.


Colisión múltiple.
Las noticias sobre accidentes nunca están tan completas como a mí me gustaría, esta tampoco, sin embargo, ofrece información bastante significativa que induce a pensar seriamente en la importancia de la elección del coche que se compra, cosa que muy pocas veces se suele hacer a pesar de tener una trascendencia que puede resultar vital.


Buen ejemplo de cómo se va transformando la energía
en trabajo de deformación y disipándose tras un impacto lateral.
Fuente: www.elperiodicodelmotor.com
En este accidente hay cinco coches implicados: Un Volvo, un BMW, un Ford Focus, un Citroën Xsara y un Ford Escort. La persona fallecida iba en el Xsara, el menos seguro de todos con diferencia; la persona herida en el Escort, el segundo menos seguro; las personas que resultaron ilesas viajaban en los otros tres, en principio bastante más seguros que los dos últimos, a pesar de que no se especifican los modelos concretos que corresponden al Volvo y al BMW, y el Focus, a pesar de pertenecer a una marca que no goza del prestigio de la sueca y de la alemana, es un coche de diseño bastante más moderno que su viejo hermano y el francés, absorbe y reparte bastante bien la energía siendo notablemente más seguro. 

De acuerdo, a veces la economía pone límites insalvables; pero he conocido y conozco muchos casos de personas que se podrían gastar entre unos 2.000 y 4.000 euros más y hacer con ello una excelente apuesta por su seguridad y la de su familia. Todos conocemos, por ejemplo, la extendida idea de que un conductor novel es mejor que compre un coche viejo porque, aunque pudiese pagar el nuevo, esos pequeños y numerosos “toques” que tantos suponen que se va a dar (lo cual sucede mucho menos de lo que se cree), serían un dolor en un coche nuevo, sin querer darse cuenta, y esto lo recalco: SIN QUERER DARSE CUENTA, de que algo más que un simple “toque”, en el viejo, seguramente le hará daño, quizá hasta irreparable. Quien comienza a manejar una máquina, sea la que sea, más si con ello la integridad física propia y ajena está en riesgo, conviene que utilice la más segura posible, al menos en términos relativos.


Entrando, supongo, a México D. F.
Fuente: www.20minutos.com.mx
Exámenes para conducir en México D. F.
La noticia llama la atención y sorprende por esto lares, aunque conviene leer los comentarios que han dejado algunos lectores a la misma. Hablar extensamente sobre ella creo que daría para escribir uno o varios libros. Ante esta noticia, aquí en la vieja y, para mí, decadente Europa, incluso en un país hermano como este y compartiendo tantos defectos y virtudes, en un primer momento tenemos tendencia a rasgarnos las vestiduras escandalizados, actitud que me parece sumamente hipócrita porque, en realidad, un porcentaje muy alto de personas, aquí y en todo el mundo, están convencidas de que nacemos sabiendo conducir, actitud tan irracional como extremadamente peligrosa y muy difícil de erradicar.

CHARLA DEL DÍA 23-7-2014.
Mueren ocho personas en un accidente en la provincia de Alicante. Muere el actor Álex Angulo en un accidente de tráfico en La Rioja. Curioso “estudio” de una compañía de seguros afirmando que se reducirían un 22 % el número de fallecidos en accidentes de tráfico si todos los coches incorporasen los últimos avances en seguridad. Otro "estudio", más curioso aún por las, aparentemente, interesadas conclusiones a las que llega y, encima, participando el RACE y hasta la propia DGT en él. Pésimo ejemplo en materia de tráfico de las autoridades vascas, y esto no es ni la punta del iceberg. Y ahora un informe, con más sombras que luces, sobre formación de conductores y exámenes.


¿Más avances, menos fallecidos?
Parece que sí, pero no estoy tan seguro; al menos no siempre ni sistemáticamente. Los seres humanos en nuestra infinita estupidez somos muy capaces de volver loco a un pequeño “cerebro” electrónico. Por otra parte, me parece muy preocupante que sea necesario crear hardware y software para sustituir acciones elementales propias de nuestro instinto de supervivencia. También creo que por ese camino, es posible que acabemos asumiendo riesgos que no seamos capaces de controlar en otras actividades que carezcan de avances similares; no me siento muy seguro, pero la noticia que pueden ver aquí, se me antoja que tiene que ver bastante con este letargo en el que estamos cayendo. Para acabar con el comentario sobre esta información ya solo diré que me encantaría probar todos estos sistemas de seguridad durante una clase práctica en vía pública y en condiciones algo más que medianamente difíciles.


Fuente: akifrases.com
¿Ahora el 45 % de los accidentes se debe al cansancio?
Eso dice otro “estudio” que propone como soluciones:

  • Descanso previo al viaje. Obvio.
  • Paradas cada dos horas. Hombre, esto dependerá mucho de según quién, cómo y cuándo.
  • Hidratarse mediante bebidas refrescantes y de alto contenido en azúcar.

El último punto me llega al alma, porque según dice la noticia, el estudio “Un refresco, tu mejor combustible” es un proyecto de la Asociación de Bebidas Refrescantes (Anfabra). Supongo que esta asociación tendrá por miembros a fabricantes o distribuidores de ese tipo de bebidas, o ambos, digo yo. Y la conclusión a la que llegan no puede ser más descaradamente interesada. Que una empresa o empresas privadas lo hagan, me parece mal; que el RACE aparezca en él, peor; y que la DGT también esté metida en el asunto, un escándalo. Un verdadero y vergonzoso escándalo. Y creo que no hay nada más que decir, es todo muy elocuente.


Fuente: www.frasesgo.com
Otro estudio: “De la teoría a la práctica.”
Publiqué un comentario sobre él que pueden ver aquí.

CHARLA DEL DÍA 30-7-2014.
Conduce con 14 años y le enseña su hermano con 18. Se entrega, y es condenado, el joven que se grabó conduciendo desde el asiento derecho. Manipulaban los cuentakilómetros de los coches de un modo profesional y han sido detenidas por ello 27 personas. Se estima que algo más de un millón y medio de conductores sufrirán alguna avería en ruta este verano. Un oyente llama para advertir sobre la conveniencia de tener un seguro de asistencia en viaje desde el kilómetro cero (bien, es lo ideal). Una oyente pregunta sobre unos ruidos que aparecen cuando frena (muy difícil poder ayudar sin estar en el coche). Breve vistazo al blog para comentar un poco sobre Rayos y presbicia.

Aprender a conducir con parientes y amigos.
Pésima inversión en tiempo y dinero con mucho riesgo de sufrir y causar consecuencias graves, y hasta irreversibles, en todos los aspectos: legales y de salud. Son acciones que, a veces, pueden resultar muy tentadoras, no lo niego, pero carecen de todo sentido, y más, cuando en España se puede aprender a conducir por libre y realizar el examen oficial de este modo, tampoco conviene olvidar que se puede aprender mucho más de lo que se suele pensar viendo conducir a otros y observando carreteras y tráfico, todo ello yendo como pasajero. 

NUNCA debemos estar en una posición tan expuesta,
por más solos que nos podamos sentir.
Fuente: autorecambius.com
Averías.
Nunca se está libre, ni conduciendo el coche más caro del mundo recién estrenado. Luego es fundamental que tengamos esta posibilidad en mente, que la hayamos entrenado muchas veces con nuestra imaginación y, que cuando se dé, actuemos en consecuencia con un objetivo básico: protegernos. Y a nuestros pasajeros; de este modo también evitamos al máximo el riesgo de accidente para el resto de usuarios de la vía. Tienen más información aquí sobre este asunto, les puede ser útil.

La mayoría de los problemas y accidentes que ocurren por estar detenidos en situación de avería tienen su raíz en dejar que nuestra mente esté en tiempo pasado o futuro, pero completamente ausente del presente. Se divaga de un modo abstracto en el problema sin trabajar en las soluciones.

Esteban

martes, 29 de julio de 2014

DÍAS DE RADIO, JULIO 2014 (1)

CHARLAS CON JOSÉ ÁNGEL EN OYE RADIO BASAURI

CHARLA DEL DÍA 2-7-2014.
Un oyente y activo participante en las mañanas de Oye Radio me felicita por el tercer aniversario de este blog. ¡Muchas gracias, Mejías! Según parece, muchos conductores no saben cuántos puntos tienen en su carnet ni cómo averiguarlo. Otro oyente llama para preguntar cómo circular en las rotondas; no me extraña. Aumenta notablemente la edad de los coches en circulación, tampoco me extraña. Euskadi y Cataluña son las comunidades autónomas con más radares de toda España, tanto en términos relativos como absolutos. Una mujer da a luz en un coche camino del hospital, no ocurre todos los días pero ha sucedido muchas veces, en este caso la diferencia es que se fotografió el momento.



Carnet por puntos. ¿Cómo está nuestro saldo? 
Parece que una mayoría de los conductores lo ignora. En principio, no me parece nada preocupante, pues parto de la base de que se supone que conocemos y respetamos las normas y señales de tráfico (al menos las que en el día a día necesitamos para movernos en la carretera), y que decidimos cumplir con ellas (generalmente) porque estamos convencidos de que son un factor de seguridad que redunda en nuestro propio beneficio y en el de los demás. Esto debería ser así, incuestionablemente. Si por algún error (nadie es perfecto) o porque en alguna excepcional ocasión decidimos incumplir algún precepto, un policía nos ve cometiendo una infracción y nos denuncia, caso de que esa infracción conlleve pérdida de puntos además de la sanción económica, nos lo van a comunicar, y por escrito. A partir de ahí, tendremos tiempo para valorar si nos conviene hacer algún curso de recuperación parcial de puntos o es suficiente con dejar pasar el tiempo y recuperarlos automáticamente si no se vuelve a cometer otra infracción de esa índole. De todos modos, si alguien quiere consultar su saldo de puntos puede hacerlo aquí.


Rotondas. 
Creo que sobre este asunto ya dije cuanto tenía que decir, lo cual no significa crítica alguna respecto a la pregunta del oyente, que conste. Más bien al contrario, me parece oportuna y la agradezco, máxime, cuando como él mismo afirma y en absoluto pongo en duda, en la autoescuela le enseñaron a hacerlo de un modo muy distinto al que luego ha visto. 



Probablemente, esta no sea la última vez que diga algo sobre las rotondas, me temo que por una cosa u otra cualquier día tendré que volver sobre este asunto. Y siempre que sea por un motivo como el de hoy, lo haré con mucho gusto. Lo que llevo muy mal, cada vez peor, es estar tropezándome con colegas que sostienen que en una rotonda con más de un carril se ha de circular siempre por el de más a la derecha, se vaya a donde se vaya. En esto soy intransigente, lo siento; y lo soy, porque independientemente del criterio de Tráfico para los exámenes, el profesor tiene una responsabilidad directa con el alumno que va mucho más allá de aquellos. Inculcar “siempre por la derecha” es exponer al alumno a situaciones de peligro nada despreciables cuando conduzca sin doble mando. 

Imagínense una rotonda, aun en plena vía urbana, en la que el conductor de un autobús se dispone a abandonarla pero resulta engañado por alguien que la rodea por el carril exterior, y cuando el primero cree que va a salir, el segundo sigue de frente, no puede evitarlo y choca con él; bien, pues aunque el autobús circule a 20 km/h es muy posible que los ocupantes del turismo sufran daños corporales importantes, el golpe lo recibe en un lateral con una esquina del autobús que pesa, fácilmente, 22.000 kg o más. Lleva mucha energía. Tengo colegas que exclaman “bueno, pero la culpa no es suya”; bueno, pues a mí no me sirve de consuelo, y seguro que a ustedes tampoco.

Si por la razón que sea alguno de ustedes entra en una discusión de este tipo con algún profesor de autoescuela le sugiero que le haga dos preguntas:

  1. ¿Qué artículo dice que está prohibido salir de una rotonda por un carril que no sea el derecho?
  2. ¿Qué artículo prohíbe hacer un cambio de carril cuando hay más de uno en el mismo sentido, están delimitados por líneas discontinuas y no se molesta lo más mínimo a ningún vehículo?

Desde siempre y hasta hoy, la respuesta a esas dos preguntas es: ninguno. Ah, y no admitan como prueba un manual de autoescuela, que muestren o citen el BOE, sólo eso.

Enlaces sobre rotondas: Aquí, aquíaquí.

Euskadi, Cataluña y radares. 
Este es un asunto muy significativo y curioso, pero por más tentador que me resulte dejaré ahora al margen toda implicación política, que bien daría para un ensayo. Lo que no puedo, sin embargo es dejar pasar la oportunidad de decir algo, también, muy “políticamente incorrecto”, y es que, algún día, se probará que esto de limitar y controlar estrictamente la velocidad, ha generado muchos más inconvenientes que ventajas. Y pondré sólo un ejemplo: hacernos ir como rebaños de ovejas, supone que ante cualquier fenómeno que provoque una distorsión en el el movimiento del grupo (pongamos que un tramo con niebla densa), hará que el número de vehículos implicados, si se produce un accidente, se cuenten por decenas.


CHARLA DEL DÍA 9-7-2014.
Algunos jueces invalidan como prueba las fotos que automáticamente captan algunos semáforos cuando alguien se los pasa en rojo. La mayoría de los conductores de más de 64 años sufre alguna patología de riesgo. Campaña sobre prevención de accidentes de la DGT para este verano. Dramático accidente en Estados Unidos donde queda patente lo poco que nos separa de la tragedia. San Cristóbal en Repélega, Portugalete.

   
Semáforos con cámaras. 
No me gustan. Prefiero un guardia. Es más, estoy convencido de que en vías de poblado, unas cuantas patrullas de policía destinadas, fundamentalmente, a labores de tráfico, andando y separados (juntos se distraen) harían elevar significativamente el nivel de muchos conductores. En mi opinión, también sería muy conveniente hacer una profunda reestructuración de las policías municipales de modo que no dependiesen de los respectivos ayuntamientos sino de un ente estatal. Cuanto más pequeña es una población, más tiende la policía local a actuar como una guardia pretoriana al servicio de intereses políticos del pequeño gobierno de turno e impropios de su natural labor.

Cruce de Alameda de Urquijo con Sabino Arana, Bilbao.
Fuente: www.foroswebgratis.com
Accidente de Estados Unidos. 
Este es un trágico y perfecto ejemplo de lo poco concienciadas que están la mayoría de las personas de que conducir requiere una atención total y permanente a esa labor. Sin embargo, hemos visto hasta la saciedad en miles de películas que una persona conduce al mismo tiempo que desarrolla otras actividades, y en la publicidad, y en los folletos de muchos coches, y en la realidad. Me da igual en qué lugar se haya producido el accidente, esa actitud es, por desgracia, universal. Casi todo el mundo cree, que conducir es “coser y cantar”, tal como muy bien refleja esa impensable última foto. ¿Impensable? Ese es el problema, al menos, una de sus principales raíces: NO pensar. ¿No les parece?

Esteban

jueves, 24 de julio de 2014

RAYOS Y PRESBICIA

El pasado sábado me ocurrió algo que no me había pasado nunca. Creo que debo contarlo aquí a modo de aviso para navegantes, más teniendo en cuenta que es tiempo de viajes, estamos en verano, muchas personas disfrutan de vacaciones y en muchos lugares de España son frecuentes las tormentas, generalmente por la tarde.

Viajaba de Portugalete a Gijón. Entre una cosa y otra, revisar el coche, repostar... Salí al final de la tarde y, como era de esperar, comenzó a llegar la noche poco antes de hacer la mitad del recorrido, momento en el que pude ver claramente cómo entraba un frente frío del noroeste. La temperatura era muy agradable (21-22º C), por cierto, los termómetros de los coches suelen indicar la temperatura del aire exterior con mucha precisión, y, esta, aun cuando algo más tarde ya estaba el frente encima, de 17º C no bajó.

No fue tan fuerte, sólo era un rayo. Quizá fue que apareció justo en el punto
al que mis ojos miraron un instante cuando por ese mismo tiempo, tan breve,
el fuego del cielo se llevó la noche.
Fuente: es.gde-fon.com
Paré, más o menos, a mitad de camino a tomar un café, en Casar de Periedo, concretamente, lugar que tiene un curioso nombre que me resulta fácil de recordar. Casi siempre aprovecho las pausas en el camino para oler paisajes y recrear la vista en ellos, que en este caso regalaba una exuberante vegetación llena de todos los verdes.

Reanudé el viaje poco tiempo después, ya de noche. En esa zona la autopista tiene tres carriles, no había ningún otro coche a la vista, iba mirando lejos, por el carril derecho, a 120 km/h, escuchando las noticias en la radio... Y de pronto, iluminó la oscuridad un rayo que me dejó completamente deslumbrado. Estaba en una abierta curva a la izquierda y en ligera pendiente ascendente, el rayo apareció entre las nubes a una cierta distancia, sin oír el trueno. Por un instante cerré los ojos y tuve la extraña sensación de que aquella luz cegadora se me había quedado impresa en ambas retinas, de tal forma que cuando los abrí veía lo mismo: el rayo. 

Como dije al principio, nunca me había pasado nada igual; ni tampoco lo había oído. Fue muy rápido, y en cuanto pude ver, comprobé que seguía en el carril derecho, menos mal. Apagué la radio -tengo entendido que mantenerla conectada con una tormenta encima la puede estropear- y poco después cayó una tromba de agua y granizo que, afortunadamente, sólo duró unos minutos, pero esto fue lo de menos, basta con bajar la velocidad suavemente, encender las luces de niebla delanteras y traseras, activar el sistema que evita que se empañen los cristales, esforzarse más y asunto arreglado. Pero ese excepcional deslumbramiento me dejó una sensación de vulnerabilidad tremenda. La verdad es que me impresionó mucho. 

Se parecía más a este,
pero con mucha más potencia de fuego de la que sugiere la foto.
Fuente: eltamiz.com
He vivido tormentas muy fuertes en la montaña y en la carretera, sobre todo por tierras de Aragón y un par de ellas muy memorables en la provincia de Córdoba, pero nunca se me quedó un rayo grabado en ambas retinas; hasta me dio sensación de dolor y de ver mis ojos desde fuera con el rayo puesto en ellos. Y no, no soy especialmente sensible al deslumbramiento, de hecho, con respecto a las luces de los demás, y excepto cuando empecé a conducir, sólo me generan una ligera molestia que compenso mirando más cerca y más hacia la derecha; también se suele disminuir la velocidad levemente porque sin darnos cuenta levantamos el pie, y conscientemente, a veces, conviene frenar suave.

Contrariamente a lo que afirma el conocido refrán, sí podemos escarmentar en cabeza ajena, y viene muy bien, doy fe porque lo he hecho siempre, especialmente en temas relacionados con la carretera o con situaciones potencialmente peligrosas por otros motivos. Podemos hacer nuestras las experiencias de otros, naturalmente no es lo mismo que vivirlas, pero, al menos, el factor sorpresa disminuye mucho y sus negativas consecuencias, cuando no desaparecen, también. Tener guardadas experiencias de otras personas que han sido escuchadas o leídas con atención hace que formen parte de la nuestra, es como un injerto, y ayuda sobremanera si la situación se da, mucho más de lo que parece.

Sentí los ojos como si fuesen el soporte de la grabación del rayo anterior,
pero con mucha más luz.
Fuente: codbarperu.blogspot.com
Lo que les he contado ha sido toda una novedosa experiencia para mí en la que, a Dios gracias, no hubo que lamentar consecuencias. Tuve la suerte de estar solo en un terreno fácil y muy conocido, no necesité bajar la velocidad más que hasta 80 km/h, esta decisión siempre es difícil porque, en principio, parece que disminuir la velocidad drásticamente es muy seguro, pero en realidad, quien así lo hace actúa por propia comodidad, porque es presa del pánico, porque su nivel como conductor deja mucho que desear, porque no se da cuenta de que disminuir en exceso la velocidad aumenta en proporción geométrica el riesgo de alcance. Es necesario disminuir la velocidad en estos casos, claro, pero lo menos posible, y para ello hay que esforzarse mucho pues la clave es lograr estos tres objetivos:
  1. Que nuestra velocidad sea tal que evite perder el control del vehículo.
  2. Que si nos encontramos con alguien excesivamente lento podamos verle a tiempo e igualar su velocidad sin problemas, caso de no poder adelantarle.
  3. Que si alguien aparece detrás de nosotros a mayor velocidad la diferencia no sea muy alta y pueda hacer lo dicho en el punto anterior.
De hecho, en el caso que acabo de contar y sin terminar el pequeño diluvio de agua y granizo me encontré con un coche que dudo mucho que pasase de 50 km/h; imagino que la persona que lo conducía pensaría que era lo mejor, sin embargo iba por el carril central, lo que era mucho más peligroso que ir a una velocidad mayor. ¿Acaso esa persona no sabe que existen los camiones y que ninguno, ni en esas circunstancias, va a ir como a 50? En cuanto le vi puse el pie derecho sobre el freno, sin pisarlo, me di tiempo para mirar bien, hice dos cambios de carril muy progresivos y le adelanté acelerando, para luego volver otra vez al carril derecho. Además de estar prohibido (aunque muchos no se lo crean) adelantar por la derecha, lo más tentador, es también lo más peligroso: porque a ese temeroso conductor se le puede ocurrir moverse hacia la derecha cuando estoy en paralelo con él, y seguro, seguro, que no mira siquiera.

Cuando hay tormenta, una calzada, en muy pocos minutos,
puede ponerse así, o peor.
Fuente: rpmrevista.com
Presbicia. Hablando de conducción nocturna y ojos, voy a aprovechar para comentar algo muy habitual y por lo que prácticamente todos pasamos o pasaremos. La presbicia, comúnmente conocida como “vista cansada”, suele aparecer poco después de los cuarenta años (quizá antes en las nuevas generaciones), como todos sabemos, afortunadamente, no tiene mayores consecuencias y es fácilmente soportable. Lo primero que notaremos tras el volante es que veremos mal el cuadro de instrumentos y los símbolos de los mandos, pero esto se compensa fácilmente utilizando lentes bifocales, progresivas, con cirugía... o memorizando todos los mandos que sean de posible utilización con el coche en marcha, después de todo, es como se debe hacer siempre: actuar sobre ellos sin apartar la vista del camino. Pero existe otro inconveniente que no tiene corrección posible (que yo sepa) que conviene saber, porque es un poco limitante, y que resulta bastante desconocido: Los ojos necesitan un poco más de tiempo para enfocar un objeto. Conduciendo, tenemos que cambiar el enfoque de unos objetos a otros con mucha frecuencia, estos, están colocados en lugares y a distancias muy diferentes, y sólo un instante, porque se mueven.   

Esta es una imagen que creo que sirve como soporte para muchas reflexiones.
Sin salirnos de la presbicia... sí es una solución, pero,
 paradójicamente, tan cierta como irreal.
Fuente: www.todoopticas.com
A pesar de que soy miope y que con este defecto visual la presbicia avanza más lenta y progresivamente, personalmente lo noto, más, en la medida en que empeoran las condiciones de luz, y sobre todo en situaciones de tráfico difíciles en las que se conduce muy ágil, con variaciones de velocidad y trayectoria importantes en las que hay que hacer unas cuantas observaciones muy rápidas a distintos objetos situados a distancias dispares. Pero tiene fácil arreglo: evito las situaciones de ese tipo y ya está. Conducir, entre otras muchas ventajas tiene una muy importante: Normalmente, el grado de dificultad de la tarea lo puede elegir el conductor. ¿Por qué ponernos problemas que no estemos seguros de resolver?

Una sociedad como la actual, que adora la juventud, es una sociedad suicida.
Fuente: www.revistadominical.com.ve
Una buena y larga experiencia como conductor siempre sirve de gran ayuda, quizá más en este caso, y compensa muy sobradamente las progresivas limitaciones que nuestro paso por la vida nos va imponiendo; naturalmente no hablo de enfermedades, cosa de lo que nunca estamos libres por más jóvenes que seamos. Desde siempre, y últimamente más, se ha hablado de que si las personas mayores deben conducir o no, imponerles alguna restricción, pasar exámenes... Tengo comprobado muchas veces, que si una persona mantiene un razonable grado de salud puede conducir hasta siendo anciana sin ningún problema, bastará con bajar el listón sin que eso signifique crear molestias y peligro a los demás. El problema con muchas personas mayores, no es que lo sean, sino que su nivel de conducción siempre estuvo en el límite de lo mínimo exigible cuando no por debajo. Si luego aparecen ciertas limitaciones, por leves que sean, entonces su nivel descenderá a niveles escandalosamente peligrosos. Una razón más, para aprender y entrenar cuanto sea posible en edades más propicias.

Esteban

viernes, 18 de julio de 2014

ASÍ APRENDÍ A CONDUCIR (6)

SEGUNDA ETAPA, DE 12 A 18 AÑOS (1)
PARQUE INFANTIL DE TRÁFICO DE GIJÓN

No recuerdo con detalle a qué edad comencé a leer periódicos, a parte de algunos viejos ABC que había en casa de la época en que se celebró el famoso juicio de Núremberg (Nürnberg) y que leía y releía ya a edad muy temprana con auténtica fascinación porque relataban las crónicas de aquel suceso en las mismas fechas en las que ocurrió.

Lo que es seguro es que antes de los doce leía cualquier diario que cayese en mis manos hasta por el canto, y fue, poco antes o después de cumplir esa edad, cuando en uno de los periódicos que se editaban en Gijón encontré una noticia que llenó de súbita ilusión mi vida por entonces. Anunciaba El Comercio que se creaba el Parque Infantil de Tráfico y que se ubicaba -valga la redundancia- en el parque de Isabel la Católica.

Un rincón del parque de
Isabel la Católica
No sé cuantas veces leí la noticia, pero cuando me sentí seguro de lo que contaba se la mostré a mi madre con el dedo índice de mi mano derecha pegado a ella y le dije “mamá, mamá; mira, mira... ¡Aquí tengo que ir yo! Mi madre no mostró mayor entusiasmo y enseguida me quiso hacer ver los inconvenientes: Está lejos (cierto); hay que ir andando (cierto); no va a dar tiempo, hay que ir al colegio, hacer los deberes... En otoño e invierno se hace de noche muy pronto, “tu solu no vas a ir, cuando llegue el verano ya iremos algún día”. 

Como pueden imaginar, ninguno de sus argumentos me parecía insalvable, y eso de “algún día, cuando llegue el buen tiempu”. Eso era absolutamente inaceptable para mí. Así, que aquel mismo día y con mucha determinación, mientras ametrallaba la noticia con el índice le dije muy serio y muy claro: “Yo voy a ir ahí”. Entonces mi madre cedió, supongo que se dio cuenta de que no me podía frenar, que iría con ella o sin ella, incluso al precio de escaparme de casa si hiciera falta, además, y ríanse cuanto quieran, con aquella edad yo ya me consideraba un hombre, pequeño, sin pelos (bueno, algunos sí), sin barba... Pero un hombre. Hasta el punto que cuando alguien de mucha confianza saltaba con ese tópico de “cuando vayas a la mili te harán un hombre”, yo replicaba que no quería ir a la mili (aunque sí al ejército, quería ser piloto de caza, pero eso es otra cosa), y, por supuesto, ya era un hombre.

La noticia contaba que podía inscribirse cualquier niño que estuviese en la edad requerida (lo estaba); que se aprenderían normas y señales, la denominación de “seguridad vial” ni se empleaba ni falta que hacía; que se practicaría con bicicletas, karts de pedales y ¡karts de motor! También quise entender, más tarde me di cuenta que mal, que para ser admitido había que superar un examen de normas y señales de circulación.

¿Cómo se aprendía eso? En la escuela no se enseñaba nada de esas cosas, pero me di cuenta de que la vecina de enfrente se había sacado el carnet de conducir hacía poco, y era amiga de mi madre, sus hijos y nosotros también... De modo que la solución que vi fue que aquella vecina me dejase el libro de la autoescuela, pero yo no me atrevía a pedírselo y tuve que insistirle a mi madre para que lo hiciese ella por mí; le daba armas a mi madre, que nunca utilizó, y en pocos días ya tuve el ansiado libro en mis manos. Intenté hacer alianzas con los hijos de mi vecina, si los dos mayores se animaban a ir, resultaría más fácil y cómodo para todos, pero, para mi sorpresa, no mostraron ningún interés. Tampoco importaba, ya tenía el libro y mi madre se había rendido a la evidencia.

Como bien imaginarán, aquel libro me lo leí y estudié de cabo a rabo un montón de veces en muy poco tiempo, y cuando me sentí preparado para el examen le dije a mi madre que ya podíamos ir al parque. En pocos días estábamos mi madre, mi hermana y un servidor camino del parque.

Parque Infantil de Tráfico de Gijón.
Un detalle, en la actualidad.
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

El parque de Isabel la Católica es grande y hermoso, muy vistoso y de estilo francés, según dicen. Está en el mismo sitio que entonces, pero en esos tiempos, aquello eran las afueras de Gijón por el este. Cuando llegamos quedé deslumbrado, era un trozo de paraíso, mucho mejor de lo que había imaginado. Tenía calles, semáforos con luces de verdad, casitas pequeñas como si fuese un pueblo con ayuntamiento y todo, iglesia con torre y reloj, escuela, un hórreo, algunas casas más, ¡una glorieta!... Había también esa especie de peanas (a escala) que se situaban en medio de un cruce y donde los guardias urbanos se subían para regular la circulación desde allí. Era una preciosidad.

Naturalmente, también había una cochera, un pequeño taller y el aula. Todo  ello en el mismo pequeño edificio semicircular lleno de amplios ventanales en la zona del arco que miraba a la pista, rectangular, y en el centro de uno de sus extremos más largos. Allí encontramos a un policía municipal que era el responsable de, en realidad, aquella escuela de conducción infantil; vestía con uniforme y nos atendió muy amable y cordialmente. Nos enseñó el parque, nos explicó cómo funcionaba -se podía ir siempre que se quisiera (¡bien!)-, los ojos se me iban a los karts de motor como un potente imán, ¡eran nuevos, todo era nuevo! Entre semana, media pista sería para las autoescuelas (una señal del destino) pero los fines de semana la teníamos entera, los jueves por la mañana se utilizaría exclusivamente para realizar las pruebas de maniobras para los permisos de conducir.

Parque Infantil de Tráfico de Gijón hacia 1967
Una excelente escuela para aprender a conducir.
Fuente: todocoleccion.net
El aula era semejante al de una autoescuela, en ella, y aquel mismo día, el policía nos propuso a mi madre y a mí hacerme una informal prueba oral para poder hacerse una idea del conocimiento que podía tener sobre normas y señales. Dudo mucho que alguna vez me presentase a un examen con tanto entusiasmo y tanta seguridad como en aquella ocasión. Acierto la primera pregunta, la segunda, la tercera... El policía hizo una pausa, se manifestó sorprendido y, creo que por pura curiosidad, pasó a hacerme dos o tres preguntas más difíciles sobre la maqueta, cuya respuesta exigía aplicar el conocimiento de la norma. También las contesté correctamente, y se sorprendió mucho, entonces le preguntó a mi madre si ella o su marido me habían enseñado y al contarle ella cómo había estudiado, su asombro ya era máximo; pero el mío también, aunque lo guardaba celosamente, porque no entendía nada. Más tarde me di cuenta de que, claro, los demás me veían como un niño, y sólo yo, me consideraba un hombre. Digamos que dije adiós a mi infancia un poco antes de tiempo. 

Comencé a ir a aquella escuela de conductores alevines con regularidad, fines de semana incluidos y, normalmente, solo. En poco tiempo ya éramos un grupo de niños y una niña, lo cual a todos nos sorprendía -la verdad sea dicha-, pero se ganó nuestro respeto muy rápido, era buena, manejaba bien todos los vehículos y se sabía la teórica casi tan bien como yo, cosa en la que era el primero de la clase, por más que pueda resultar feo decirlo, pero, qué demonios, es cierto. También había dos o tres chavales que serían un par de años mayores que nosotros, aproximadamente, y como bien saben, en esa etapa de la vida dos o tres años de diferencia se notan mucho. Con estos chicos tratábamos poco, siempre sin problemas, pero guardo la impresión de que muy sutilmente nos marginábamos unos a otros; algunas veces compartían actividades con nosotros, pero las más se dedicaban a la reparación y mantenimiento de los vehículos: bicicletas, karts de pedales y karts de motor. Yo les veía como mecánicos, y respecto a los karts de motor, les atribuía unos amplísimos conocimientos de mecánica, cosa que envidiaba, pues de esa materia lo ignoraba casi todo, y teníamos la vaga impresión de que eran huérfanos, autores de pequeños delitos... O algo así, y que estaban allí practicando y aprendiendo para luego empezar a trabajar en algún taller en poco tiempo; mas nunca pude saber si esto era cierto o meras especulaciones nuestras. En todo caso, la relación entre todos fue siempre muy correcta y nunca hubo conflictos.

Policía municipal dirigiendo la circulación.
Fuente: www.aqueltorremolinos.com
El policía municipal que mencioné antes, nos tenía a todos a su cargo. Este hombre, que nos parecía claramente mayor que nuestros padres, casi un abuelo, vestía siempre con su uniforme (mucho más elegante que los actuales), no era ni bajo ni alto, y tenía el pelo completamente blanco. Su forma de ser y actuar, no sólo me hizo mantener la buena impresión que me causó el primer día que le conocí, sino que se acrecentó notablemente. Era una bellísima persona. Nos enseñó con disciplina, rigor, cariño y seriedad no exenta de buen humor, y supo hacer una mezcla perfecta con estos ingredientes; era un hombre justo en el más amplio y mejor sentido de la palabra, ninguno discutimos nunca su autoridad ni sus decisiones; ni después de reprendernos hablamos nunca mal de él, ni a sus espaldas. Tenía auctoritas, algo muy poco común. Porque la verdadera autoridad no se impone ni se esgrime como una amenaza, se gana a pulso y la dan, automáticamente, quienes han de ser tutelados por ella. Tuve la suerte de conocer esa, por desgracia, rara virtud en otras personas: mi abuela materna la primera, el hermano Esteban, en algunos profesores, algunos mandos del ejército, algunos médicos (de ellos dos mujeres), un practicante, alguna enfermera, algún pastor que conocí en el monte, algunos montañeros, algún mecánico, algún jefe, algún colega... Y seguro que mi flaca memoria olvida otros, aunque nunca el corazón, porque la esencia captada de lo bueno, en él queda para siempre. A todos ellos les estoy enormemente agradecido, fue una gran fortuna que mi camino se hubiese cruzado con el suyo en algún momento de mi vida.

Aprendiendo a conducir en una escuela de Suecia en 1943
Un perfecto ejemplo de economía y eficacia;
de previsión y de sembrar buena semilla para evitar cosechar lo indeseable.
Se puede observar que en aquel tiempo, en Suecia se conducía por la izquierda.
Fuente: Internet
En aquella escuela, se alternaban las clases teóricas con las prácticas. Para las primeras existía una motivación muy poderosa: quien no aprendiese bien la teórica no podría conducir los karts de motor; como pueden suponer, por lo que ya les dije, un servidor estuvo en el primer grupo que los utilizó. En las clases prácticas, cada uno de nosotros se alternaba por turnos en los papeles de peatón, conductor y guardia de tráfico, dirigiendo también la circulación, en la que intervenían mezclados todos los vehículos disponibles, aunque los karts con motor no siempre, pues los de pedales resultaban ser un estorbo para el movimiento de aquellos, sobre todo entre semana, en que la pista se reducía a la mitad porque la otra parte se destinaba a las prácticas de los automóviles de autoescuela. Pero los fines de semana hasta se podían hacer adelantamientos en las dos rectas principales. ¿Se imaginan hacer hoy un uso semejante de un parque infantil de tráfico? Seguro que tendría que acabar dimitiendo hasta el alcalde.

Ser testigos de cómo trabajaban alumnos y profesores (entonces en Gijón se les denominaba “monitores”) con los coches de autoescuela era también una fuente de aprendizaje nada despreciable, y de motivación, pues ante aquellos “mayores” que nos parecían tan incomprensiblemente torpes nos hacía bastante ilusión demostrarles lo bien que manejábamos nosotros haciendo ejercicios mucho más difíciles, sobre todo con las bicis. Además, todos nosotros estábamos firmemente convencidos de que si nos hubiesen dejado probar, haríamos aquellas maniobras con los coches mucho mejor que la mayoría de los alumnos de las autoescuelas; de hecho, con mi perspectiva actual, estoy seguro de que así hubiese sido. Desde luego, para algunos de aquellos aspirantes nuestra presencia tuvo que ser un trauma. Y para algún profesor, pues a veces, para ahorrarse algún tiempo y alguna maniobra invadían parte de nuestro espacio, pero como siempre estaba alguno de nosotros en el papel de guardia, con silbato en boca y seriamente indignados y enfadados les llamábamos la atención. Acababan saliéndose con la suya, claro, porque en unos segundos daban la vuelta, pero no se atrevían a repetir, porque entonces nos acompañaría el policía de verdad que siempre estaba de nuestra parte. Y también les poníamos en evidencia ante sus propios alumnos y compañeros que, generalmente, no hacían eso y se reían del infractor abogando por nosostros. 

Parque Infantil de Tráfico de Gijón hacia 1967
¡Un paraíso!
Fuente: recuerdogijon.blogspot.com.es   
Había una autoescuela en particular -cuyo nombre omito porque aún existe- que era especial y absurdamente reincidente con esta infracción; ni que decir tiene que todos los niños, con espontánea unanimidad, teníamos clarísimo que cuando cumpliésemos los dieciocho años no iríamos a ella para aprender a conducir automóviles. Los buenos ejemplos son importantes en sí mismos, por propia dignidad, respeto a uno mismo y a la labor que realiza, pero también por propio y legítimo interés: se pierden alumnos potenciales presentes y futuros; y cuando digo presentes, aunque entonces tuviésemos doce o trece años, lo hago pensando en que, si por ejemplo, yo mismo hubiese tenido un hermano mayor, difícilmente hubiese ido a esa autoescuela una vez supiera lo que les he contado, ¿verdad? Pues eso.

En base a lo anterior, y por si a algún compañero de oficio le pudiese venir bien saberlo, diré que cuando ya estaba trabajando como profesor y llevaba un coche al taller sabiendo de antemano que algún mecánico lo probaría en vía pública -o tenía mis dudas al respecto- siempre le quitaba el letrero de la autoescuela, pues no es raro que ese mecánico cometa alguna infracción sin tener en cuenta que lleva un coche de escuela y sin cuidar por tanto de la imagen que puede dar. Naturalmente los profesores de autoescuela no somos santos ni perfectos, pero, normalmente, nos cuidamos muy mucho de no cometer infracciones, especialmente cuando el coche lleva los distintivos propios del trabajo, y con el tiempo, como uno se va acostumbrando tanto, llega un momento en que ya ni en viaje largo y utilizando el coche para un uso puramente particular se da cuenta de que va sin letrero.

Un moderno y sofisticado kart de pedales.
Pero los hay mucho más baratos y muy eficaces.
Fuente: www.fierrosclasicos.com
Con las bicis hacíamos muchos ejercicios de destreza y cronometrados. El más difícil consistía en pasar por un tablón estrecho en cuyo centro se ponía una pieza de hormigón para elevarlo del suelo y que hiciese de balancín; en paralelo con él y sobre dos bidones de aceite se colocaba otro tablón con dos botes pequeños, uno en cada extremo, y en el primero se colocaba una pieza de acero semejante a un lápiz algo más largo de lo normal.  Bien, pues a la vez que se pasaba con la bici sobre el balancín -que al bajar su segunda mitad solía girar un poco hacia un lado- con la mano derecha había que coger esa pieza del primer bote y dejarla en el segundo; y más difícil todavía: cuando se pasaba en sentido contrario, se cambiaba la pieza de bote con la mano izquierda. Esta prueba se realizaba de uno en uno, y mientras tanto los demás miraban o ayudaban a recolocar el tablón y la pieza de acero en el bote correspondiente, por lo que era la que más miedo escénico nos provocaba, también era la más peligrosa: era fácil caerse, “comerse” un bidón, el tablón que hacía como de mesa... Pero sentíamos una enorme satisfacción cuando lo hacíamos bien; todos llegamos a dominar esa prueba, pero sólo un pequeño grupo de cuatro no la fallamos nunca, en él estaba la niña de la que les hablé antes, era muy buena y nos tenía totalmente intrigados.

Aquel policía que nos tenía a su cargo, excelente maestro, y cuyo nombre lamento mucho no recordar, de cuando en cuando nos hacía un inmejorable regalo: nos dejaba hacer una carrera con los karts de motor utilizando toda la pista. Con más frecuencia nos permitía disfrutar de la velocidad, muy a nuestro aire, con las bicis y los karts de pedales; pero los de motor... ¡Qué sensación! Pegados al suelo, sintiendo el motor en la espalda y sus vibraciones por todo el cuerpo, a pelo, con pantalón corto y un niqui, sin casco... Sólo faltaba el peralte de las curvas de los extremos para sentirnos como en las 500 Millas de Indianápolis. La sensación era maravillosa, les puedo asegurar que si ahora me dejasen con un Ferrari en un circuito y con toda libertad, no disfrutaría ni la mitad que entonces.

El Parque Infantil de Tráfico de Gijón, fue un pilar absolutamente básico en mi formación como conductor. A él se podía ir siempre que se quisiera, hasta los catorce años, la formación que ofrecía era continua, sin importar dónde vivía o estudiaba cada cual, sin exigencia de empadronamiento, sin necesidad de presentar un sólo documento, uno iba por allí, y en lo que yo lo conocí, siempre era bien recibido por todos. Había muy buen ambiente, y probablemente, fue donde por primera vez experimenté satisfacción al comprobar que la prueba que antes les describí con la bici, la llegamos a dominar todos. Es una sensación muy gratificante que se da pocas veces, desafortunadamente, creo que el mundo sería un lugar mejor si se diese con más frecuencia.

Un moderno kart de motor.
Nada que ver con los primeros que conocí, pero me gustó la foto.
Fuente: www.youtube.com
Este parque de tráfico sigue existiendo y funcionando, me consta que de un modo bastante diferente, no sé si mejor o peor. Para averiguarlo tengo solicitada una entrevista con el responsable actual, cuando me la pueda conceder la trasladaré aquí y podremos comparar y valorar.

Es muy curioso comprobar las sorpresas que nos aguarda la vida, el destino, o como quieran llamarlo. ¿Quién me iba a decir a mí, con doce años, que no muchos después estaría en aquella otra mitad reservada a las autoescuelas los días de labor ejerciendo de profesor? Como alumno lo daba por hecho, ¿pero como profesor? Y eso ocurrió a poco de cumplir mis veintitrés. Pero esa es otra historia. 

Esteban

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