Lo que voy a decir ahora no es un consejo, sino más bien una observación que les invito a hacer. Y lo hago, porque muy probablemente lo hayan oído o puedan saber de ello por cualquier medio en cualquier momento. Parece una panacea, pero no lo es. Se trata de que cuando circulamos en un tramo más o menos recto, largo y llano, cuando un coche que viene de frente está lo bastante lejos veremos como que lleva una sola luz, según nos vamos acercando, llegaremos a distinguir los dos faros, en este momento, dicen algunos, que es cuando debemos cambiar a corta. Pues a veces se acierta y otras muchas no, es muy relativo: depende de qué tipo de luces, coches, velocidades... podría ser una moto, poco probable de noche en carretera abierta, pero...
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Palanca de la izquierda: intermitentes, luces y destellos. Palanca de la derecha: limpia y lavaparabrisas. Simulador con software libre y muy próximo: su imaginación. |
Las fórmulas mágicas no existen. Son muy tentadoras, todos los alumnos las demandan, es lógico, es lo más fácil y yo también lo hice. Pero NO las hay. A mí me dieron algunos consejos, conductores supuestamente muy expertos, que eran auténticas barbaridades. Y no era broma, lo decían muy en serio, personas de confianza que, supuestamente me apreciaban -menos mal-, si me llegan a tener por enemigo... No discutí, no me atrevía, pero nunca los puse en práctica; de haberlo hecho, hace tiempo que hubiese dejado este mundo, y seguramente, llevando a alguien conmigo. Lo que todavía es peor.
Está muy bien “beber de todas las fuentes”, aprender de todas partes. Pero siempre con espíritu crítico. Pensando.
Cuando aparece la lluvia, la niebla, o ambos fenómenos metereológicos, aumentan considerablemente el trabajo. Además de estar pendientes de la palanca situada a la izquierda del volante para efectuar los cambios de luces, debemos estar pendientes de su compañera de la derecha para activar los limpiaparabrisas y lavaparabrisas. Ambas se accionan con un sólo dedo y sin soltar las manos del volante, pero requiere una cierta práctica que debemos evitar que nos reste atención de la carretera. También es muy probable que tengamos que ir conectando y desconectando las luces de niebla delanteras y, sobre todo, traseras lo que, normalmente, requiere tener que soltar la mano izquierda del volante.
Creo que es más complicado decirlo que hacerlo, pero sí que nos da más trabajo y exige diversificar muy bien nuestra atención, por lo cual, suele ser muy recomendable apagar la radio y pedir a nuestros pasajeros que ni nos hablen. En todo caso, cuando aparecen dificultades mientras conducimos, estas disminuyen notablemente de forma proporcional a la disminución de la velocidad. Pero, cuidado, todo es cuestión de medida, si bajamos demasiado la velocidad puede que nos sintamos muy cómodos y seguros sin darnos cuenta de que nos metemos de lleno en un peligro mayor del que pretendíamos evitar.
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Luces antiniebla delanteras en uno de los mercedes que más me gustan. La foto la hice en el Salón del Automóvil de Asturias 2012 Próxima edición: 9 y 10 de noviembre, también en Avilés |
Si bajo la velocidad para trabajar menos, estaré circulando a una velocidad inferior a la que exigen las circunstancias y convertiré mi coche en un atractivo imán para que choquen con él todos los demás. Es necesario seguir trabajando al máximo de nuestra capacidad y disminuir la velocidad solamente para ganar seguridad, nada más.
Aprovecharé para citar una norma sobre el uso de la luz antiniebla delantera que es bastante desconocida y no menos interesante: Se puede utilizar (no es obligatorio) aun sin niebla, lluvia, nieve, humo o polvo en tramos de vías estrechas con anchura de calzada (la zona comprendida entre arcenes o cunetas, si aquellos no existen) de 6’5 m o inferior y afectados por la señal de curvas peligrosas. Deben darse ambas condiciones: calzada estrecha y la citada señal de peligro.
En el tipo de carreteras mencionado, con o sin esa señal y aun en tramos rectos yo suelo usar la luz de niebla delantera junto con la de cruce y carretera (según proceda) porque siempre ilumina algo mejor los bordes de la calzada, y aunque sea a corta distancia, es un plus de seguridad que puede permitir ver -antes de que llegue al borde de la calzada- a algún animal. Pero, cuidado, mucho cuidado; el uso que acabo de mencionar no se ajusta a la normativa y podría ser objeto de denuncia. Nunca he tenido problemas hasta ahora (toco madera), pero igual es que simplemente tuve suerte. Sobre esto, les recomiendo encarecidamente leer el siguiente artículo y sus comentarios, pueden verlo aquí. Lo firma el maestro don Arturo de Andrés y Urrutia (A. de A.) y de él extraigo esta cita: “Lo del “nunca se sabe” o “por si las moscas” conviene aplicarlo con generosidad; y en un arcén puede saltar la liebre del bache, la piedra o el animal que va a cruzar, y le ves brillar los ojos un crucial segundo antes de que el coche gire más y entonces le iluminen “los cruces”.
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A partir de aquí, en 500 m, si la calzada no pasa de 6'5 m de anchura, se puede utilizar la luz antiniebla delantera de noche y en condiciones metereológicas buenas. ¿Dónde acaban los 500 m, cuánto mide esa calzada? Apostaría que no pasa de 6'5 m de ancho esa carretera, pero tampoco voy a medirlo. Si el ciclista fuese con ropa oscura sería casi invisible. ¡Y es de día! |
Contrariamente a lo que muchas personas creen, la luz antiniebla delantera no deslumbra ni molesta nunca. Tiene un alcance inferior a la de cruce y su haz de luz es muy plano, de ahí que abra tanto en forma de abanico, lo que permite que penetre mejor a través de las diminutas gotas de agua que forman la niebla que, no lo olvidemos, en realidad es una nube en cota cero.
Peatones y ciclistas.
En carretera abierta y de noche, es muy raro que los encontremos circulando por arcenes o bordes de calzada. Pero es posible, ¡ojo! Ni conviene obsesionarse ni buscar donde no hay, pero tampoco cuesta nada llevarlo en mente aunque no sea siempre en primer plano.
En tramos de carreteras próximos a poblaciones, aun completamente a oscuras, sí es mucho más probable de lo que parece que nos encontremos con peatones y ciclistas. También en lugares salpicados de pequeñas aldeas y casas aisladas como sucede mucho por Galicia y muchos lugares del norte de España.
En lo que yo veo, los ciclistas que andan por carretera durante la noche, suelen llevar luces y prendas reflectantes, la mayoría, pero no de forma sistemática como los automóviles. Y los peatones... Muchos ya no es que lleven linterna ni nada que refleje la luz del coche para localizarlos, es que encima van vestidos con ropas oscuras. Así pues, en curvas sin visibilidad y a la derecha, cuidado con ceñirse.
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Luz de cruce. |
Tanto a quien conduce una bicicleta como a quien va andando, también se le puede deslumbrar con la luz larga y, evidentemente, debemos evitarlo. Sin embargo, muchas veces, es difícil saber si se trata de un peatón, un ciclista, la rama de un árbol, sombras... eso que parece que tenemos por ahí delante. Cuando no estoy seguro, cambio varias veces de luces o utilizo destellos manteniendo la palanca unos instantes en varias ocasiones y bajo la velocidad para darme más tiempo hasta resolver la incógnita; no me gusta molestar a nadie, naturalmente, pero entre eso y arriesgarme a darles un susto o algo peor, elijo lo primero. Después de todo, se mueven a una velocidad muy inferior y tienen mucho más margen para desviar la vista que el conductor de un automóvil, a parte de que pueden llegar a detenerse o disminuir notablemente su velocidad de forma inmediata, sobre todo quien va andando.
Una costumbre que tengo desde hace muchos años, es la de señalizar siempre con el indicador de dirección de la izquierda cuando paso a ciclistas o peatones. Bien, pueden pensar -no sin razón- que faltaría más. De acuerdo, porque generalmente es obligatorio, en el caso de los ciclistas siempre. Pero con los peatones, puede darse el caso de que los carriles y arcenes sean anchos, una persona vaya andando bien recogida por alguno de estos, que exista claramente más de 1’5 m entre ella y el coche, y, por lo tanto, ni tenga que cambiar la trayectoria separándome (aunque algo me distanciaré en todo caso). Bien, pues en esta situación, sí pongo el intermitente igualmente, porque de ese modo el conductor que pueda tenerme a vista, aunque sea lejos y da igual en qué sentido, al ver mi indicación quizá piense que algo habrá para que yo lo señalice. Si así ocurre, la seguridad del peatón aumentará.
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Luz de cruce con antiniebla delantera. Aun sin la señal de las curvas, en estas carreteras y sensiblemente mejores, utilizo las luces de niebla delanteras, pero sé que me pueden denunciar. ¡Ojo! |
Entrenamiento.
Creo que nunca haré suficiente alusión al importante y vital concepto que encierra esta palabra. Me consta y sé, que muy pocas personas salen de la autoescuela con su recién y flamante permiso de conducir en el bolsillo y, a la vez, con el firme propósito de entrenarse en la conducción. Y es algo fundamental e imprescindible.
En cuanto se pueda disponer de un coche con una cierta libertad, sea nuestro o no, se debe entrenar uno en su manejo. Del mismo modo que estando en la autoescuela se disponía de un tiempo cada día para ir a clase se debe disponer para practicar. Uno solo y con ese único objetivo, lo que no impide que, además, se utilice el coche para lo que sea necesario; ni es óbice, para que pensemos en volver a la autoescuela a dar algunas clases sobre los aspectos concretos que más nos interesen. Puede ser un día por semana, tres, o una vez al mes, eso no importa; lo que sí importa es hacerlo con el propósito de aprender utilizando disciplina, método y regularidad.
Es necesario entrenar muchas cosas, en realidad, todos los aspectos de la conducción: Carreteras con curvas, puertos de montaña, autopistas, paso de intersecciones, paso por glorietas o rotondas, maniobras de estacionamiento, cambios de carril, cambios de marchas, observaciones, anticipación, reconocimiento de indicios, ir conociendo el coche, carriles de entrada y salida de autopista, callejeo por vías urbanas, con lluvia... Y de noche. Conducir de noche con unos mínimos de seguridad y soltura requiere entrenamiento. Ese estar inmersos en oscuridad, y soledad, moviéndonos en ella, ese sentirnos vulnerables (que no es sinónimo de débil o incapaz), esa necesaria adaptación de nuestra vista y demás sentidos con las emociones que provoca, ese percepción tan diferente de los parámetros de tiempo, distancia y velocidad... requiere entrenamiento. Lo exige.
En cuanto a detalles concretos respecto al método, probablemente, les pueda orientar el profesor que les dio clase en la autoescuela; desafortunadamente, sé que... no sé cuántos, pero sin duda, demasiados de mis colegas no estarían por la labor si un ex-alumno “les viene con esas”; otros, se lo tomarían a broma y responderían expresando una serie de tópicos, prejuicios y frases hechas, que yo me tomaría más como una burla que otra cosa. Pero algunos, sí se lo toman en serio y les serán muy útiles. De todas formas, por preguntar no se pierde nada; y en todo caso, también pueden contar conmigo, de forma pública o privada, como prefieran. En la Web de “conducirsinmiedo”, hay una dirección de correo electrónico y un número de teléfono, si me llaman y no contesto es que no puedo hacerlo, pero si me dejan mensaje de voz devolveré la llamada en cuanto pueda, suelo hacerlo sin mensaje, pero es más seguro que lo recuerde si me lo dejan.
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Ahí están unos buenos "cuneteros" en un precioso Alpine. Largo alcance encima, y en los faros principales corta y larga normal, supongo. |
Esa carretera oscura que se ve en el segundo vídeo de la anterior entrada (y aquí), se encuentra a quince minutos del centro de Bilbao (o menos). Esta ciudad tiene en torno a los 350.000 habitantes, pero sumado el censo de las poblaciones que están pegadas a ella y que, de hecho, hacen una sola ciudad, llega al rededor de los 700.000 habitantes. Sin embargo, se pueden encontrar carreteras muy solas y sin luces muy cerca.
Es mejor comenzar a practicar por vías suficientemente iluminadas, conocidas y en recorridos cortos, después por autopistas o vías de circunvalación también iluminadas. Por último, en las carreteras convencionales sin luz, pasando antes durante el día, estudiándola antes en Google Maps (una herramienta muy útil), acercándonos a esas carreteras antes de ser completamente de noche, observando si hay lugares para hacer cambio de sentido, estacionar, cómo están señalizadas las intersecciones... Después, ya solo es cuestión de repetir la ruta y practicar ampliando poco a poco espacio recorrido, y nuestros límites en sí, pero sin forzar nunca esta expansión. Los límites debemos ampliarlos de un modo natural: con esfuerzo y trabajo. Y estando en casa, dedicar un tiempo regularmente a imaginarnos conduciendo, a pensarnos conductores. También es muy aconsejable tomar notas: kilómetros recorridos, tiempo empleado, en qué nos vemos mejor y peor...
Por si aún tienen alguna duda sobre la necesidad de practicar, les diré una cosa que sabemos todos: ¿Dónde se pasa el tiempo del partido de fútbol del domingo el jugador que no entrena -por la razón que sea- durante la semana? En el banquillo o en su casa, ¿verdad? Pues eso. Y aquí está en juego algo mucho más importante que ganar la liga: nuestras vidas.
Esteban
P. D.: A falta de una entrada sobre el sueño y algunos sustos, que quizá no pueda publicar hasta la próxima semana, doy por terminada esta serie sobre conducir de noche. No obstante, sobre el sueño adelanté detalles importantes que pueden ver aquí y aquí.
Si Dios quiere, a partir de mañana y durante dos o tres días, estaré ausente de este espacio hasta para poner en él comentarios. Pero no, no es por nada malo y daré cuenta del motivo.
Muchas gracias por su atención y paciencia.