domingo, 31 de enero de 2016

EL CARNET MÁS BARATO. ANEXO

Siempre se quedan cosas en el tintero, pero estas son demasiado importantes como para no mencionarlas, les ruego que me disculpen. Considero, y así lo he comprobado a lo largo de los años repetidamente, que la actitud es -con diferencia- el factor más determinante, y creo que ya hice hincapié en él en las dos anteriores entradas; sin embargo, en igualdad de buena predisposición hay tres aspectos que pueden influir de forma notable en hacer más asequible aprender a conducir y sacar el carnet. Son los siguientes: 
  1. Carnet por libre o licencia de aprendizaje.
  2. Coche con cambio automático.
  3. Simuladores de conducción.


Aprender a conducir por libre es una posibilidad real difícil de utilizar en la práctica,
que nunca debe tener en el dinero su principal objetivo, así saldrá mal.
Fuente: www.autoscout24.es
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Carnet por libre o licencia de aprendizaje 

Sin duda es la forma más económica de aprender y lograr el permiso de conducir, pero también la más difícil, dado el número de favorables circunstancias que han de darse para que sea posible. Y no, no me refiero a la colocación del doble mando, cosa perfectamente lógica para poder impartir clases prácticas en vías públicas abiertas al tráfico y en condiciones normales de circulación, sino a la necesaria concurrencia de dos factores que muy rara vez se dan:
  1. Conductor con una cierta y buena experiencia que cuente con muy buena disposición para enseñar, y que hará de profesor.
  2. Alumno con muy buena actitud para aprender. 
Ambos deben coordinarse muy bien, conciliar y definir objetivos previamente. Antes de iniciar ningún trámite mantener varias conversaciones, imaginarse metidos en faena y prever con el mayor detalle posible los problemas que surgirán, porque se darán con toda seguridad, y en la carretera con el coche en movimiento un segundo (1) puede ser demasiado tiempo para solventar una situación que no esté prevista de antemano. 

Por supuesto, quienes trabajamos enseñando a conducir también nos vemos sorprendidos en no pocas ocasiones y obligados a improvisar, pero intentamos cada día y en cada instante ampliar el abanico de posibles problemas al máximo. La clave para la seguridad del alumno, la nuestra y la de todos es prever lo mejor posible lo que aquel hará, sin esta condición el doble mando sirve de muy poco. 

En este tipo de aprendizaje profesor y alumno siempre tienen una relación previa muy estrecha de parentesco o de amistad, y es fácil que se haga cierto el viejo dicho de “donde hay confianza da asco”. Si esto no ocurre y todas las demás condiciones se dan de antemano, se profundiza en ellas y se trabajan, adelante. Ahorrarán mucho dinero, porque pueden dar muchas clases (cuantas más mejor), prácticamente, sólo por lo que cueste el combustible que quemen. 

Fuente: Internet
A título de curiosidad y por incidir en la seguridad una vez más, les diré que ni sé los miles de kilómetros que habré hecho con el pie derecho acariciando el freno, la mano izquierda sobre mi rodilla de ese mismo lado (lo más cerca posible del volante pero sin molestar al alumno) y el entrenamiento que hice yo solo para quitarme el cinturón de la clavícula con un gesto muy rápido del tronco y el hombro por si tenía que llegar al volante con ambas manos, cosa que llegué a tener que hacer algunas veces, aunque pocas. 

Les dejo aquí la normativa sobre la licencia de aprendizaje y al final algunas entradas relacionadas.

Coche con cambio automático 

La normativa actual permite obtener el permiso de conducir con un coche dotado de cambio automático, aunque luego limita la conducción a este tipo de automóviles, permitiendo ampliarla a todos pasando posteriormente un examen práctico con uno que tenga cambio manual.

No obstante es una buena opción para ahorrar clases en un primer momento y que puede ser muy interesante para muchas más personas de las que en principio parece. Es seguro que se ahorrarán un buen número de clases prácticas, y que aumenta la seguridad de forma notable en un buen número de miles de kilómetros cuando luego se empiece a conducir solo. El cambio automático, por sí solo, debería considerarse un importante sistema de seguridad activa porque elimina de raíz muchos de los errores que tan frecuentemente se cometen con el cambio manual, y por tanto sus correspondientes riesgos, bastante más considerables de lo que también suelen parecer. 

Si les cuesta creerme, piensen en cuántas personas conocen que verdaderamente usen bien el cambio manual y sea imposible que cometan un error que agrave una situación crítica o les impida salir de la misma. Eso cuando no convierten una situación normal en peligrosa por un error en el manejo del cambio.

En contra de esta, generalmente muy recomendable opción, se suele argumentar que si se compra después un coche automático no se podrá utilizar ninguno sin este cambio. ¿Pero cuántas veces un conductor utiliza un coche que no es el suyo? Normalmente es muy raro, y si esa posibilidad se presenta, se podrá usar el transporte público o alquilar un coche si nos resulta muy imperativo, ¿verdad? Pero lo más probable, es que excepcionalmente se pueda dejar el coche por uno o unos pocos días sin ningún problema.

Todos los coches híbridos llevan cambio automático, y los eléctrico no lo necesitan.
Fuente: www.patentati.it
También se pueden plantear muchas personas aprender y lograr el carnet con un coche con cambio automático, practicar luego con él sobradamente y volver a la autoescuela para quitar la restricción preparándose para un segundo examen. Aún así les sale más barato, porque en esa segunda vuelta sólo tendrán que ocuparse de aprender el manejo del mecanismo del cambio manual, solamente, todo lo demás ya lo saben y lo han practicado mucho. Otra ventaja del cambio automático: se ahorran averías. Recientemente el RACE ha publicado un estudio (aquí) en el que afirma que el año pasado aumentó un 89 % el número de asistencias prestadas en carretera relativas a averías en el disco de embrague, lo que en su gran mayoría, sin duda, se corresponden con un mal uso de dicho mecanismo.


Simuladores de conducción

Sin duda, el mejor lo tenemos todos: nuestra imaginación. A nuestro simulador debemos sacarle el máximo partido, siempre; antes, durante y después del carnet de conducir. ¿Los otros? Pues ya que existen y están ahí vendrá bien utilizarlos. Yo he probado varios y no me han gustado, pero sí sé que un alumno le puede extraer beneficio, sobre todo antes y durante las primeras clases prácticas. Resumiendo mucho y en general, diría que si estamos ante dos autoescuelas que nos parecen semejantes, para deshacer el empate elegiría a la que tiene simulador. Pero jamás cambiaría a un buen profesor por una máquina. 

Por ahora, los simuladores para autoescuelas en España aún tienen mucho margen
de desarrollo. Y el precio es excesivamente elevado, una lástima.
Fuente; www.abc.es
Se están descubriendo y aprendiendo muchas cosas sobre el cerebro, y se aplicará cuanto se pueda de ellas al mejor funcionamiento de los robots, pero no me creo que lleguen a ser tan eficaces como el ser humano, ni aunque nos clonen; no en vano, nos dejamos la vida haciendo copias de nosotros mismos de forma natural. 

Aprovecho para comentar algo a lo que creo que nunca hice referencia por aquí. El reconocimiento médico-psicotécnico que tenemos que hacer obligatoriamente para optar al permiso de conducir y renovarlo, ese que casi todo el mundo cree que no sirve para nada -pero que en realidad sí tiene bastante más utilidad de la que parece-, entre otras cosas, proporciona un dato muy significativo que tengo comprobado cuantas veces pude hacerlo.

Una de las pruebas del psicotécnico consiste en llevar dos pequeños segmentos horizontales por unos carriles en la pantalla de un ordenador manejando con una mano cada uno mientras dichos carriles se mueven haciendo rectas y curvas simétrica y asimétricamente. En cuanto cometemos un error y uno de los segmentos toca con el borde de uno de los carriles suena un pitido y nos lo contabiliza. El margen de error permitido es del 20 % (si no ha cambiado recientemente), bien, pues cuando un alumno tiene un error como de un 10 %, más o menos, siempre, sin excepción, coincide que esa persona tiene importantes problemas para mantener la trayectoria del coche en el carril. Se acaban corrigiendo, desde luego, pero naturalmente suponen unas cuantas clases más. 

Esta es la prueba "de los carriles"; coordinación bimanual, si no me equivoco.
Fuente: www.elpais.com
No siempre disponía de estos datos que, por supuesto, me los daba el alumno si quería y lo sabía, no siempre lo dicen los psicólogos que hacen las pruebas, algunos lo hacen de forma sistemática, otros a veces, algunos sólo si se les pregunta... Hace años se me ocurrió preguntarle a un alumno y desde entonces lo suelo hacer; cuando no lo saben o no lo recuerdan, pregunto qué les ha parecido a ellos o cuántas veces, aproximadamente, han oído los pitidos; luego observo y compruebo en qué medida se corresponde con la realidad. Siempre hay una relación directa. La prueba resulta siempre muy significativa. En mi caso tuve que hacerla muchas veces a lo largo de los años -y espero que aún me queden unas cuantas-, siempre en centros diferentes y con un margen de error que oscila entre uno y cero. Dios nos dé larga vida y salud a todos. 

miércoles, 27 de enero de 2016

EL CARNET MÁS BARATO (y 2)

Clases prácticas. 

También llamadas “de coche” o “de carretera”, sin duda, son el caballo de batalla que más va a influir en el importe total de la factura a pagar en la autoescuela, aunque en ocasiones se da una excepción de la que luego hablaré. Este factor, en igualdad de condiciones, será determinante para que aprender a conducir y sacar el carnet resulte asequible.

Tiendo a ser un tanto "peliculero", y no en vano las "del oeste" también han sido
parte de mi formación en valores (como se dice ahora). Además, la expresión de
este actor se me antoja un buen ejemplo de adecuada actitud para conducir, me
recuerda la tensa calma del buen soldado antes de la batalla. Tranquilo y alerta.
Fuente: cinemaadhoc.info
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

¿Cómo se puede ahorrar en las clases prácticas? ¿Qué hay que hacer para dar el menor número posible? Aplicarse al máximo en ellas. Aprovechar cada minuto y sus fracciones sin pensar en el dinero que cuestan, en serio, de verdad: sin pensar en el dinero que cuestan, ni el mayor o menor sacrificio que nos puede suponer. Tengan sed de aprender y beban de la fuente que es un buen profesor, no ya hasta saciarse, sino con afán de dejarla seca. 

Hagan como los niños cuando van a un bar al lado del parque en el que están jugando a pedir un vaso de agua. Tómenlo con una controlada ansiedad y con paciencia, sin sentirse torpes e inútiles, si lo derraman les darán otro. En la autoescuela, ni tan siquiera les exigirán ninguna responsabilidad si rompen al vaso. No la tienen. Pero luego sí, pongan su empeño en ese tiempo, vayan más allá en su intención, ¡plus ultra! Ya nos lo enseñaron los romanos hace más de 2.000 años. Tener como meta sólo la obtención del carnet es como querer navegar por el mundo poniendo como límite el horizonte que se ve desde la costa.

Hagan oídos sordos, por completo, a tantos comentarios que escucharán una y otra vez de personas de nuestra máxima confianza (curioso e inquietante aspecto este) del tipo: “con 20 clases, de sobra”, “yo lo saqué con 10 y a la primera”, etcétera. Mienten. Generalmente mienten, lo he comprobado miles de veces. ¿Por qué? Casi mejor no saberlo, tampoco importa demasiado, lo importante es no dejarse engañar. Son cantos de sirena. Ustedes a lo suyo: aplicarse y aprender. 

Las 20 clases. Parece que fuese un número cabalístico, ya desde unos cuantos años acá muchas personas creen que llegado a este número de prácticas uno está preparado para ir a examen, cosa que generalmente no ocurre. Es lógico que una persona quiera hacerse, al menos, una idea aproximada de lo que le puede costar su paso por la autoescuela, ¿cuántas clases tendré que dar?, ¿cuánto me costará en total? Son preguntas que siempre nos hacemos (me incluyo, claro) pero que sólo tienen una respuesta: no se sabe. Es impredecible, salvo que se pacte un precio cerrado, lo que es muy raro. 

Aprendamos de cómo aprenden los niños.
Son los que mejor y más rápido lo hacen.
Utilicen juguetes, maquetas... imaginen.
¡Imagínense!
Se puede conocer una simple media aritmética, desde luego, ¿pero se ajustará a nuestro caso? Es imposible saberlo. Si se cuenta con un presupuesto ajustado, como me ocurrió a mí en su día (aquí), lo mejor es ponerse en faena aplicándose al máximo teniendo muy en cuenta la idea de que rebasarlo, sin haber conseguido aprobar, sólo supondrá interrumpir las clases un tiempo, volver a ahorrar y continuar (y no, no se olvida lo que se haya aprendido); y, muy importante, entre tanto abstraerse del dinero. De lo contrario nos crearemos mucha ansiedad y seguramente nos saldrá bastante más caro y largo. Será un suplicio, se lo aseguro. Habrá quien piense que esto es muy fácil decirlo, y es verdad, pero también es cierto que es muy fácil hacerlo y todos tenemos experiencias en este sentido, ¿acaso nos impide disfrutar de una copa en compañía de unos amigos el precio de aquella?, ¿no hacemos lo mismo cuando disfrutamos de una comida en un restaurante? Se puede, y lo hemos hecho, ¡claro que nos podemos abstraer del precio!

Ya comenté en la entrada anterior la importancia de aprender bien la teórica para dar comienzo con las clases de coche, en base a la necesidad de conocer las reglas del juego antes de participar en él. Sin embargo se pueden simultanear ambas, se gana algo de tiempo; de hecho, cuando existía examen de maniobras en pista cerrada (grave error de la DGT eliminando esta prueba) y en el mismo día se hacían los dos exámenes, se trabajaba de ese modo sistemáticamente. 

También ocurre que la normativa objeto de aplicación en la práctica es mucho menor que la del examen teórico, que por cierto considero innecesariamente excesiva. No obstante, una autoescuela es un lugar ideal para trabajar “a demanda” o “a la carta”, valga la expresión; y es tarea del profesor aceptarla o explicar los inconvenientes del menú elegido, así como proponer otras combinaciones posibles y sus razones. Pero en todo caso hay dos aspectos que deben tenerse muy en cuenta:
  1. Lograr “apto” en teórica en absoluto garantiza un conocimiento suficiente de señales y normas. 
  2. Aprender la teórica en las clases de coche, esto sí, es sumamente caro. 
Entren en ambiente, utilicen objetos cotidianos que se puedan relacionar con el
manejo de un coche directamente o no. Esto es un corcho.
Un regalo que me gustó mucho. Eskerrik asko, neska!
Las primeras clases de coche. Son muy importantes, su primer objetivo es aprender el manejo de la máquina, y antes hay que aprender a sentarse bien tras el volante, lo que implica disponerse a trabajar. El asiento del conductor no es el sillón del salón de casa ni el parabrisas la pantalla de la televisión, hasta en el papel de pasajero es importante ser consciente de esto. Una buena postura al volante implica lograr dos fines:
  1. Eficacia, para actuar sobre los mandos con inmediatez y precisión.
  2. Seguridad, para que en caso de accidente logremos la máxima protección de cinturón, reposacabezas y airbag. Y sí, es muy improbable tener un accidente, más en un coche de autoescuela, pero nunca es imposible, lo que debemos asumir con naturalidad y sin fatalismo. Sobre un automóvil en movimiento actúan fuerzas muy importantes capaces de sesgar una o más vidas en una fracción de segundo. Es un hecho que nunca debemos utilizar para alimentar el miedo, sólo para motivar nuestro cuidado y estimular nuestro instinto de supervivencia, nada más. 
Luego se pasa a reconocer los mandos, saber para qué sirven y cómo actuar sobre ellos, igual que haría un niño cuando se le pone al volante. Son auténticas esponjas, hagamos lo mismo. Después se empieza a mover el coche muy despacio, muy suave (la palabra que más repetirá un profesor que se precie), sin tocar el acelerador, más tarde usando todos los mandos, y, teniendo siempre (y para siempre) dos objetivos: lograr la máxima perfección en mantener una trayectoria correcta y una velocidad adecuada. Cometeremos muchos errores con estos dos factores básicos, pero se aprenderá a corregirlos de forma tan inmediata y suave que hasta pasarán desapercibidos. Siempre es importante recordar que se llevan los pies en los pedales, las manos en el volante y la vista en el camino

Lo ideal es dar las primeras clases en una pista cerrada o en un lugar que se le parezca lo más posible. En muchas poblaciones estos lugares quedan lejos de la autoescuela y es un serio inconveniente comenzar las prácticas en calles con una intensidad de tráfico normal, hay demasiados estímulos que dificultan mucho la atención y por más que el profesor responda a ellos distraen mucho al alumno; en esta situación, lo más importante para este es que confíe en su profesor y que él o ella se centren sólo en lo que les indica. También puede ayudar bastante invertir en clases dobles, si son de 45 minutos en total estaríamos hora y media; si son de una hora, estar dos, normalmente es excesivo y muy cansado, pero también se puede dar hora y media. Este, en mi opinión, sería el tiempo ideal para las primeras clases y para las últimas.

También es fundamental que el alumno tenga mucha paciencia consigo mismo. En las primeras clases es importante aprender lo básico muy bien, aquí las prisas son totalmente contraproducentes. Intentaré explicarme: no es suficiente con un aprendizaje puramente intelectual, de este modo se pueden aprender muchas cosas de forma prácticamente inmediata, pero es insuficiente. No basta. Es necesario que llegue a la memoria del músculo, de todos, lo que lleva su tiempo. Es necesario hacerse al movimiento del propio cuerpo, que le llega transmitido por el vehículo y las fuerzas que sobre él actúan, y todo ello en un entorno en el que todo está en movimiento o puede estarlo en cualquier instante y con respecto al que debemos actuar. Somos uno con la máquina, pasamos a ser una pieza más, y esto lleva un tiempo sentirlo, pero una vez se logra se ha dado un gran paso adelante

Un indicio de que una clase ha sido bien aprovechada es acabarla sintiéndose notablemente cansado físicamente. Las clases que salen muy mal, muchas veces, son aquellas en las que más se ha aprendido, normalmente, en la próxima se invierte la tendencia por completo y se vuelve a dar otro gran paso hacia adelante

Una lección de humildad y un mensaje liberador.
Es importante que, como alumno, uno se proponga que el profesor no tenga que repetirle nada (o muy poco) del día anterior. El alumno debe percibir claramente que progresa, aunque sea lento ha de sentir, ver y saber objetivamente que avanza. Eso es lo importante. No se debe permitir acabar una semana igual que la empezó; vale la calidad de lo aprendido no cuánto, y sentirse satisfecho por sus logros

Para aprender bien el funcionamiento de todos los mandos, su posición y símbolos ayuda mucho hacer unas fotos del salpicadero del coche, así como también del motor, gato, puntos de enganche del mismo y rueda de repuesto. Y por supuesto, tomar algunas notas acabada la clase, repasarla y anotar también preguntas que queramos hacerle al profesor. 

Las clases prácticas deben trabajarse antes, durante y después; y por el tiempo anterior y posterior la autoescuela no cobra, es gratis. 

Nunca es bueno obsesionarse, sí trabajar mucho y duro, poner toda nuestra atención y agarrarse a los momentos en los que se disfruta como a un clavo ardiendo, son enormemente motivadores y lograremos multiplicarlos, sin duda. Estaremos empapados en sudor pero felices, sintiéndonos inequívocamente capaces (de lo que nunca debemos dudar). Son como borracheras de sol que nos ayudarán muchísimo a sobrellevar las oscuras tormentas que aún nos esperan. 

A medida que el alumno comienza a desenvolverse por sí mismo en el tráfico y va tomando sus propias decisiones, es muy importante evitar actitudes beligerantes con los demás, por más razón que se tenga, no importa, distraen mucho. Por ejemplo: alguien debe cedernos el paso y al ver un coche de escuela sale en el momento más inoportuno dando por hecho que somos lentos y torpes. Bien, pues solemos responder muy indignados y la vista se nos queda clavada en el obstáculo y donde ponemos la vista allá va el coche. Evítelo, nada importa el problema sino la solución, céntrese en ella; y una vez adoptada no vuelva a pensar en ello ni una milésima de segundo, ¡A otra cosa! Agua pasada no mueve molino, deja de rumiar, eso es para las vacas, te sentará fatal, es lo que suelo decir en estos casos. 

Modestia aparte: Haga suyo su
contenido y ahorrará un buen
dinero. Está comprobado.
Luego, acabada la clase, en casa o donde sea, está bien analizar lo que pasó y revisar si omitimos algo importante: frené bien, ¿pero miré atrás?, frené y esquivé un poco después, ¿pero era necesario?, ¿estuve a punto de dar un volantazo?... Si nos detectamos algún error, nos aplicamos la solución para la próxima, y listo. Hombre, en ocasiones también puede ser muy saludable despotricar a discreción contra el energúmeno que se nos cruzó, para desahogarnos, sin más, pero nunca en la situación crítica y sin dejar que nos amargue un sólo minuto de nuestra vida. Además, después de todo, nosotros también nos equivocamos. Nadie es perfecto. 

En la medida en que invirtamos tiempo, esfuerzo y trabajo en aprender a conducir reduciremos el número de clases sin intención siquiera, sin pensarlo, sin darnos cuenta

Sin embargo ese esfuerzo debe estar bien dirigido, he visto a muchas personas trabajar duro, pero atenazadas, bloqueadas, quedándose en la superficie. Hay que buscar la esencia. 


Cita facilitada por D. Arturo de Andrés y Urrutia (A. de A.). ¡Gracias!
Quizá uno llegue a la autoescuela... porque hay que ir, cómo no voy a sacar el carnet, pareceré un bicho raro... Viene a ser casi tan sospechoso como cuando, no hace tantos años, uno libraba de la mili. Y va y trabaja, pero no le cunde el esfuerzo porque, por poner un ejemplo, no es lo mismo conectar el intermitente porque este me dice que lo tengo que hacer y el manual lo pone, que hacerlo porque se entiende que debo comunicar a los demás mis intenciones para que no les sorprenda ni menos aún les asuste, porque se ve la necesidad de aprender un lenguaje, porque lo que yo haga puede influir en lo que están haciendo los demás. 

El esfuerzo es útil si armados con él vamos a capturar la esencia y nos vestimos con ella. Y aprovecho para avisarles de que es muy frecuente encontrarse en Internet y en todos los medios de comunicación con trucos y atajos para conducir que en realidad no sirven para nada, su utilidad es pura apariencia, se quedan en lo superficial. Tengan cuidado, hasta ahora no he encontrado nada decente que vaya precedido de “10 trucos para aparcar a la primera”, por ejemplo. Aparcar supone ser capaz de mover el coche en un espacio limitado pero suficiente a la mínima velocidad posible (la esencia) y, si la calle es un poco ancha, sin estorbar a quien por ella circule. Si en esas condiciones y teniendo carnet uno necesita “trucos” es que no debe conducir sin antes pasar un tiempo por la autoescuela. 


He observado en los últimos años que un alto porcentaje de los jóvenes que llegan a la autoescuela arrastran consigo cinco preocupantes lastres muy difíciles de soltar: 
  • Falta de concentración. 
  • Poca resistencia a la presión. 
  • Baja tolerancia a la frustración, parece que nunca les han dicho “no”.
  • Difícil comunicación, no nos entendemos ni en el plano intelectual. Hablando el mismo idioma parece que lo hagamos en lenguas diferentes.
  • Necesidad inmediata de lograr lo que desean. 
Entre mi generación y la siguiente hay puentes, con las anteriores también; con muchos de los jóvenes que ahora tienen 18-20 años no. Me parece grave, pero aún lo es más cuando se comprueba que con quienes ahora andan cerca de los 40 tampoco los hay, y no les separa ni una generación. En estas observaciones coincidimos unánimemente cuantos compañeros y examinadores hemos podido hablar sobre ello. También aparece el miedo a conducir en cuanto las circunstancias son un poco exigentes. 

En este siglo he visto cosas en clases y exámenes que no había visto jamás en el anterior, como tener que quitar el pie del acelerador (pisado a fondo) con mis manos a algunos alumnos después de haber detenido yo el coche. Estaban como en trance y, desde luego, no se apreciaba ningún síntoma de que hubiesen tomado ninguna droga ni la situación era nada extraordinaria, sólo un poco complicada. Todo esto lo digo a modo de apunte porque llega a mi mente y se pone en primer plano, no sé por qué ocurre ni me siento capaz ni preparado para averiguarlo, pero algo inédito muy grave está pasando. 

Habrá días malos, pero siéntete siempre capaz.
Fuente: www.groupon.com.co
La excepción a la que me refería en el primer párrafo de que hay un  modo de que el carnet se dispare de precio sin que el número de clases se convierta en exageradamente alto, se da cuando un alumno decide ir a examen sin estar preparado, suspende, lo achaca a la mala suerte, da una o dos clases antes del siguiente examen, vuelve a suspender, luego da una o ninguna clase, repite la prueba, mismo resultado y así sucesivamente. Aquí se encarece muchísimo la factura total porque cada dos exámenes es necesario renovar el expediente (por cuya gestión la autoescuela cobra un dinero que puede rondar los 150 € de media en España y al que hay que sumar las tasas de Tráfico cada vez que se hace, actualmente 90’30 €. 

Algunas personas prueban suerte un examen tras otro de una forma similar a cuando los niños quieren correr sin haber aprendido a andar, a tropezones;  y de un modo tan compulsivo como un ludópata con las máquinas tragaperras. Ni que decir tiene que se hace muy difícil salir de ese círculo, en el que enseguida se percibe que el dinero ya es lo de menos puesto que el malestar y disgustos que se generan superan con creces ese problema. Entre otras posibles y diversas razones que llevan a esto, paradójicamente, siempre está presente el hecho de dar mucha importancia al precio de las clases.  

Curiosamente, y también es una paradoja, los carnets más baratos siempre se dan entre alumnos que llegan de antemano... entregados, por decirlo así. Aunque no siempre, son habitualmente hijos de antiguos alumnos que se llevan bien con sus padres, llegan con ellos a la autoescuela, después de saludar te dicen “aquí te traigo al chaval para que le enseñes como hiciste conmigo”, se arañan unos minutos de conversación rememorando viejos tiempos, y ni preguntan cuánto cuestan las clases ni lo quieren saber. Al final y tras insistir, se lo dices, se lo anotas en un papel que guardan sin mirarlo, y te llaman pesado al tiempo que reiteran que les da lo mismo. Bien, pues las facturas que generan estas personas siempre tienen los importes más bajos. Y esto lo pueden corroborar la mayoría de los colegas que lleven suficientes años en el oficio como para dar clases a una segunda generación. Ténganlo en cuenta, si dan con un buen profesor, déjense llevar, no les defraudará, aprenderán y tendrán su carnet a muy buen precio. 

Antes de terminar, necesito hacerles una observación: sean prudentes con muchas tentadoras ofertas que muchas escuelas anuncian, ni siempre ni todas, pero a veces tienen trampa. No obstante, es obligatorio firmar un contrato escuela-alumno, léanlo antes. Por otra parte, no siempre lo que más cuesta es mejor ni viceversa, y aunque muchos lo nieguen, hay profesores y autoescuelas que se han visto obligados a trabajar con precios muy bajos manteniendo un nivel de calidad muy elevado, como han hecho siempre y totalmente entregados al alumno, entre otras cosas, porque aunque muchos no se lo crean, algunos no podemos hacerlo de otro modo. Y mira que a veces tientan los demonios, pero es igual, algunas cosas resultan físicamente imposibles. 

"LIBERTAD: VIVE LA VIDA"
Título y foto de Arantza Basauri.
Me encanta esta foto, y es tan perfectamente explícita que sólo puedo decir
 dos cosas: Eskerrik asko, Arantza! Y que ustedes disfruten de su arte.
Como ven, hago hincapié en la actitud y apelo a desarrollar una inquebrantable voluntad de esfuerzo y trabajo llenas de ilusión y alegría. Conducir nos abre las puertas a un mundo pleno de dinamismo que amplía enormemente nuestra capacidad para movernos, siendo en sí mismo, una magnífica expresión de libertad e independencia, quizá por eso todos los gobiernos se esfuerzan tanto en que le tengamos miedo, esas sensaciones no se quedarán sólo en el coche y en la carretera. Aprendemos a tomar importantes decisiones en fracciones de segundo, a ser más tolerantes y respetuosos con los demás porque tomamos más consciencia de la fragilidad del milagro de la vida. Nos muestra otra perspectiva de tiempo y espacio, amplía nuestro mundo. Ayuda a vivir mejor. 

viernes, 22 de enero de 2016

SEÑORES DE LA REVISTA EROSKI: ESTOY MUY HARTO

Señores de Eroski, por favor, definan de una vez qué es "muy caro". 

Señores de Eroski, por favor, muestren una comparativa del margen de beneficio medio de las autoescuelas con el de sus productos de primera necesidad. ¿Se atreven?

Señores de Eroski: ¿Por que omiten que conducir sin carnet es delito (Art. 384 del Código Penal) y está castigado con pena de prisión de 3 a 6 meses? Pueden ver el artículo completo en la segunda foto.

Señores de Eroski: Les invito a que me acompañen durante media jornada dando clases de coche (con el consentimiento de los alumnos, naturalmente), luego escriban qué viven y sienten. De nada. 


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Todo esto viene a cuento de lo publicado por la revista Eroski Consumer en las páginas 48 y 49 en su edición del presente mes y que pueden ver aquí. El artículo, cómo no, comienza así: "Aprender a conducir es muy caro".

Llevo un cuarto de siglo, aproximadamente, soportando esta afirmación en diversas publicaciones supuestamente serias de asociaciones de consumidores, de automovilistas y medios de comunicación en general. Reiteradamente, una y otra vez, año tras año. Y estoy muy, muy harto. ¡Ya está bien de señalar la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio!

Las he contestado en varias ocasiones, detallada y extensamente, y en el mejor de los casos me remitieron una breve respuesta ratificándose en lo dicho sin hacer, por supuesto, una sola mención en sus publicaciones a mi razonada protesta. 

No me gusta nada tener que hacer un paréntesis ente la lista que tengo de entradas previstas y les ruego que me disculpen la interrupción entre la anterior y la que debería ir a continuación. Pero hoy no pude resistirme, se me ocurrió lo que dije al principio y me animé a publicarlo por rabia, para desahogarme, y también, porque seguramente el contenido de la revista de Eroski referente a lo que cuenta sobre el carnet de conducir será ampliamente divulgado en estos días. Además, después de todo, guarda una estrecha relación entre la anterior entrada y su continuación.


El platillo de la balanza se inclinó claramente a editar lo que ahora escribo de forma inmediata, cuando descubrí la frivolidad y falsedad con la que habla Eroski en su publicación al obviar el conducir sin carnet como delito. Cada cual es muy libre de opinar lo que quiera, pero eso no deroga un solo artículo del Código Penal. Hacer creer lo contrario, en base a una sentencia concreta (que tampoco invalida el texto legal), me resulta intolerable y absolutamente irresponsable, puede hacer mucho daño a una persona, o a muchas, y resulta sumamente irritante. ¿Cómo se puede hacer esto? No hay derecho. 
Esteban


INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

P. D.: Puesto que en el articulo de Eroski se hace también referencia al aprendizaje por libre de forma legal, dejo aquí el enlace que lo regula y permite.





domingo, 10 de enero de 2016

EL CARNET MÁS BARATO (1)

Hoy contaré cómo se puede sacar el carnet al mínimo precio, o lo más barato posible, como prefieran. Considero perfectamente natural y lógico que se busque la forma más asequible de obtener el permiso de conducir, a mí tampoco me gusta pagar un sólo céntimo más de lo necesario por ningún bien o servicio ni que me tomen el pelo.
Este tiene que ser el árbol del bien y del mal y no el humilde manzano.
Fuente: www.canstockphoto.es
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Todos necesitamos ganar un dinero, disponer de unos ingresos mínimos para cubrir nuestras necesidades, poder pagar nuestras facturas, vivir incluso con una moderada holgura y disponer de algunos recursos en reserva para que algún imprevisto no suponga encontrarnos con la soga al cuello y poder ayudar a otros cuando sea necesario. Todos hemos sido ayudados en alguna ocasión, pasada, presente o futura; de un modo u otro.

Todo esto, desde luego, también es muy subjetivo, lo que no impide que debamos intentar buscar un justo equilibrio entre necesidad y sana ambición, ajeno siempre a la codicia. Cuando creamos haberlo encontrado, conviene fijarlo como referencia y someterlo a revisión de forma regular para ir ajustándolo. Creo que también puede ser de ayuda tener presente el significado de la famosa frase del Evangelio “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y aprovecho para añadir que, el Evangelio, me parece un libro imprescindible para la infancia y la juventud, y siempre, porque independientemente de religiones y fe, ofrece unas pautas para la vida y su lucha perfectamente válidas en cualquier época e imprescindibles para alcanzar una sociedad y un mundo mejores.

A los jóvenes y no tan jóvenes, se les está mintiendo constantemente con la falacia de que hay cosas gratis. Y nada es gratis, todo se paga de una u otra forma en esta vida. Desde la perspectiva del alumno, aprender a conducir siempre resulta caro porque, generalmente, no se aprecia la necesidad de tener que hacerlo. Sin embargo, muchas personas no dudarían un segundo en pagar cantidades muy elevadas por lograr el carnet sin tener que dar ninguna clase ni pasar ningún examen. 

La anterior afirmación es un hecho claramente probado cuando la DGT tuvo la “brillante” idea de permitir conducir motos de hasta 125 cc a condición de tener tres años de antigüedad con el permiso de coche, ¿cuántas personas fueron a la autoescuela entonces? Un número puramente simbólico, ni siquiera se tomaron la molestia de dejarse enseñar por algún amigo que pudiese hacerlo. Y las ventas de motos crecieron más de un 600 %, que se dice pronto. ¿Tendrían comisiones algunos altos cargos de la DGT? Cosas tan significativas deberían investigarse de oficio, por si acaso. Luego, claro, los portavoces de la DGT se rasgaban las vestiduras ante la galería por el escandaloso incremento de los accidentes de motocicletas, algo perfectamente previsible.


Después de lo dicho a modo de introducción -pienso que no está de más- voy metiéndome en harina. La primera mentira que afecta a casi todo el mundo cuando se empieza a plantear seriamente sacar el permiso de conducir, tener el carnet, o “quitar el carné” -como se dice en algunos lugares- es que las autoescuelas no son más que incomprensibles intermediarios entre el estado y el individuo. Que sólo sirven para vender el carnet, un documento que nadie cuestiona y ve necesario para ejercer un control sobre los conductores, pero nada más. A la mayoría les parecemos poco menos que parásitos. Y no pocas veces -desgraciadamente-, con razón, a tenor de los hechos. 

La segunda gran mentira está enlazada con la anterior: o bien no es necesario aprender, o bien basta con practicar, o bien “ya... luego aprenderás, sobre la marcha”; o bien y como máximo reconocimiento a la labor y necesidad de las autoescuelas, algunos afirman “en la autoescuela aprenderás a conducir y a sacar el carnet, luego por tu cuenta aprenderás a circular, que es otra cosa”. Es el día de hoy que sigo sin entender la diferencia entre “conducir” y “circular”; y cuidado, que quienes afirman esto suelen dárselas de entendidos y conductores responsables. 

Se dirá lo que se quiera, pero el hecho es que los seres humanos, aun gozando de perfecta salud, nacemos inválidos, totalmente dependientes, indefensos y vulnerables. Y también es un hecho que moverse a una velocidad superior a la que nos permite el cuerpo utilizando un caballo, patines, bicicletas, un sencillo barco de vela o cualquier otro animal o máquina que nos facilite superar la limitación de velocidad de nuestras piernas, precisa de aprendizaje. Otra cosa es cómo se logre aquél, si de forma autodidacta (tutelada o no), reglada, normalizada, etcétera. Pero es incuestionable que precisa de aprendizaje. Y siempre es agotador explicar lo evidente. 

Las normas son necesarias para regular el derecho de todos a realizar una actividad.
Nos mienten, pero, generalmente, es responsabilidad de uno mismo dejarse engañar o no. ¿Y por qué nos dejamos engañar? Porque es más fácil evitar el esfuerzo de pensar y concentrarnos, es más fácil dejarnos distraer. Y conlleva una aparente ventaja: si el engaño nos lleva a algo indeseable nos salva de sentirnos responsables: “no es mi culpa, me han engañado”. El timo de la estampita es imposible sin la necesaria colaboración de la persona timada.

Respecto al uso del automóvil, ¿quién puede sentirse inocente ni engañado? Al menos se tienen 18 años y mayoría de edad cuando se empieza a conducir un coche y todos sabemos de sobra que se pueden causar y sufrir daños muy serios con él, todos conocemos a alguien próximo que ha tenido algún accidente de tráfico. Luego, al margen de posibles errores de los que nadie estamos totalmente libres nunca, la aplicación (aprovechemos a recuperar este concepto ya que la palabra está tan de moda) por aprender a hacerlo bien y decidir desempeñar lo mejor posible esta tarea siempre debería tener un interés y motivación máximas.

Aprender a conducir lo mejor posible es una responsabilidad ineludible para con nosotros mismos, nuestros pasajeros y todos los demás. Esa decisión, como muy tarde, debería tomarse antes de cruzar el umbral de la puerta de una autoescuela. Y, por supuesto, conlleva obtener el permiso para hacerlo. El proceso contrario no. Y, además, sin ninguna duda, es la forma más barata de lograr el carnet de conducir

Puedo afirmar y sostengo que un alumno y profesor que trabajen con ese objetivo, comparados con otro alumno y profesor que no lo hagan, garantiza un importe notablemente inferior en la factura final al alumno del primer caso, aunque las clases tengan un precio claramente superior

Ya utilicé esta foto en otra entrada, pero es que me encanta y me da mucha envidia
la sencilla y económica eficacia de esta forma de enseñar de una escuela sueca ¡en 1943!

Fuente: Internet
Porque, sin duda, dará menos clases, suspenderá menos veces (si es que suspende alguna) y pagará menos tasas y renovaciones. Y mucho más se ahorrará en cosas imposibles de cuantificar pero que siempre acaban pesando mucho más que el dinero, como ansiedades, miedos, frustraciones, disgustos, sentirse un inútil... Emociones y sentimientos que se pueden ir rumiando por mucho tiempo y que digan lo que digan tantos supuestos “estudios” y “expertos” son el germen del miedo a conducir, ahora llamado amaxofobia, y, que como tantas cosas, parece que con el empleo de una nueva palabra se trata de un fenómeno reciente, pero no, existe desde siempre.

Por favor, háganme caso: tengan por objeto aprender a conducir y busquen bien con quién pueden hacerlo. Les daré pistas. Sabemos de antemano que hay que superar dos exámenes: teórico y práctico.


LA TEÓRICA

En un principio se creó el automóvil y se empezó a conducir, a medida que se fue utilizando comenzaron a surgir problemas, sustos, algunos accidentes... surgieron detractores y entusiastas. Fue necesario entonces regular su uso y redactar normas que evitasen conflictos. Estas fueron evolucionando y llegamos a las actuales. Básicamente, lo que quiero decir es que la teórica nace de la práctica

El verbo acatar tiene acepciones muy interesantes en su definición del RAE
Pasa con todo, hasta en los juegos infantiles son necesarias normas y no podemos disfrutar de ellos sin antes conocerlas con el fin de poder hacerlo civilizada y equitativamente, de lo contrario sería un caos, nadie disfrutaría y se impondría la ley del más fuerte, con el que al final nadie querría jugar. Así pues es necesario aprender las normas y señales que regulan la utilización de vehículos, adquirir un conocimiento básico de su funcionamiento y de su uso. No estamos solos en el mundo y todos tenemos igual derecho. 

Aprender bien la teórica es fundamental para una buena práctica. Antes de empezar a conducir es necesario saber qué hay que hacer; otra cosa es cómo lo hagamos, pero conociendo de antemano lo que tenemos que hacer sólo es cuestión de entrenar lo suficiente para que se generen los hábitos de un uso correcto que reduzca al mínimo la posibilidad de consecuencias que nadie desea. 

Limitarnos a realizar test puede garantizar que superemos el examen pero no el conocimiento de las normas, y aprender de verdad estas durante las clases de coche resulta muy caro y carece de todo sentido

Al elegir una autoescuela, siempre conviene asegurarse de que recibiremos clases de teórica. Clases de verdad, impartidas por un profesor o profesora que conozca la carretera, que la haya vivido y la viva, que sepa transmitir las ventajas de utilizar y disfrutar de automóviles y carreteras; y las normas, por supuesto, porque sólo de ese modo podremos saber el por qué y la razón de las mismas, sin limitarnos a aprenderlas de memoria, sólo de ese modo entenderemos su sentido y su lógica, sólo de ese modo podremos comprender que nos serán útiles, sólo de ese modo podremos hacerlas nuestras, de forma natural y automática, al darnos cuenta de que trabajando con ellas evitaremos muchos riesgos de accidentes y percances. 

El coche ofrece muchas ventajas pero exige conocimiento y responsabilidad.
Es necesario que el profesor sepa explicar, utilizando ejemplos y experiencias propias y ajenas, porqué debemos ceder el paso o no en las intersecciones o porqué debemos adelantar como nos indican que lo hagamos, por citar dos ejemplos. 

Es necesario pensar, e imaginarnos haciendo lo que pensamos. Es necesario cumplir con las normas por puro y propio convencimiento producto de una decisión que tomamos libremente por nuestro propio bien y el de los demás. Cumplir con ellas por miedo a las multas y a que nos sustraigan puntos, no nos hace conductores seguros ni responsables sino temerosos. Es una aberración. 

Un ejemplo: a nivel puramente personal, no me importa nada que las drogas estén prohibidas o no. No tomo drogas ni las he tomado nunca porque sé, y me informé hace muchos años, que me harán daño si no es que me matan, y no sólo eso, también sé que harán que cause graves daños a las personas más próximas y a las que más quiero. Y me da igual que me inviten o que me las regalen. Me niego. Igual que rechazaría un veneno, ¡quiero vivir! Y salvo que me fuercen con violencia -y desde luego me defendería como gato panza arriba de no poder huir- no tomaría ni una cosa ni otra. Ojalá que en el futuro siga así y que nadie sufra tanto como para recurrir a ellas.

Otro ejemplo: ¿Se atrevería usted a jugar una partida de cartas con un grupo de mafiosos de los que se ven en las películas (la realidad es peor) en la que todos ponen su pistola sobre la mesa con el fin de tenerla a mano para volarle los sesos a quien haga trampa, sin saber jugar muy bien o sin respetar las reglas escrupulosamente? Seguro que no, y yo tampoco. ¿Y por qué en la carretera se salta un stop cruzando la trayectoria de un trailer próximo que circula a 80 km/h? No le acuso de nada, Dios me libre, es un decir; pero espero que coincidamos ambos en la respuesta: yo tampoco. 

Esta es una forma muy simpática de recordar que sí debemos cumplir las normas,
pero sin ser más papistas que el Papa y sin dejar que nos maten.
Fuente: Internet
Encontrar una autoescuela en la que se den clases de teórica es difícil, hay muy pocas, pero algunas hay. Sí hay bastantes en las que se hacen test conjuntos en el aula con el grupo de alumnos que la ocupen, pero eso no es dar clase; yo para eso los hago en casa. En la mayoría llaman clase a explicar algunas dudas cuando uno está haciendo algunos test en un ordenador; explicación que, normalmente, da la secretaria, que puede saber la teórica igual o mejor que un profesor, desde luego, pero carece de las vivencias de la carretera que tiene aquel, normalmente, y se ve muy limitada para establecer conexiones entre la normativa y la realidad, así que vuelvo a lo mismo: para eso los hago en casa.

Algunas autoescuelas aseguran en su publicidad impartir clases teóricas interrumpidamente desde que abren hasta que cierran. Mienten. La “sesión continua” era una práctica popular en las salas de cine, prácticamente desaparecida, y eso que lo hacía una máquina. ¿Va a estar un profesor toda su jornada laboral dando clase, o dos, suponiendo que se turnen? No me lo creo, acabaría loco; de hecho jamás he conocido un caso así. Lo que muchos llaman “clases teóricas con profesor”, es lo que contaba antes: los alumnos hacen test y cuando estos lo demanden alguien les da una explicación, normalmente la secretaria. 

Bastantes autoescuelas anuncian cursos intensivos para la teórica en tres o cinco días, una semana... Esto es posible. Pero NO se aprende nada. Se logra “apto” en teórica, sí, pero repito: NO se aprende nada. Y, como en las clases prácticas es necesario aplicar la teórica en buena parte, esta deberá aprenderse en el coche, en movimiento y entre el tráfico, lo que multiplica enormemente el número de clases prácticas y hace el aprendizaje teórico muy poco eficaz y muy, muy caro; por muy bajo que sea el precio de la clase

La “teórica exprés” surgió en este siglo (2006-2007), propiciada por la DGT, y en esta faceta no hago ninguna pregunta, porque sin su colaboración sería imposible. Y lo afirmo con carácter de informal denuncia, e indignado, por supuesto, como me consta que lo están muchos funcionarios de esa institución. Pero esto no exime la responsabilidad individual de cada uno, ¿permitiría usted que le operase un cirujano que logró su título como tantas personas obtienen su carnet de conducir? No, ¿verdad? Y eso que el médico sólo puede hacer daño a una sola persona cada vez, un conductor que maneje sin saber o con muy limitados conocimientos, no sólo puede hacer lo mismo, también puede sacar de la carretera a un autobús con cincuenta personas a bordo. 

En marzo de 2005 la DGT publica esto en su revista. Más o menos un año después,
sin previo aviso, hace lo contrario: repetir unos pocos exámenes una y otra vez.
Nace la "teórica exprés", el porcentaje de "aptos" se dispara a cotas nunca conocidas
y el examen se convierte en un puro trámite perfectamente prescindible.
¿Cómo se atreven a decir después que les preocupa la formación y la seguridad? 
Aprender a conducir es un asunto muy serio, por favor, eviten dejarse engañar, y la precipitación y las prisas. A toda semilla le lleva su tiempo echar raíces, crecer y dar su fruto. A mí me llevaba entre 3 y 4 meses dar el manual completo en clase, y siempre tuve alumnos que repetían ciclo desoyendo mi consejo de ir a examen porque decían que les gustaban mis clases, lo que nunca les agradeceré lo bastante. Quienes tenían prisa iban a las clases que más les interesaban y el resto lo estudiaban por su cuenta, algunos días quedábamos a solas y solventábamos las dudas, pero estudiaban. Se daban cuenta de que debían hacerlo y estudiaban, y esta es la clave: estudiar, estudiar y estudiar. ¿Hacer test? Sí, pero los necesarios para entrenar, descubrir los secretos de su mecánica y lenguaje y nada más. Sin ninguna obsesión ni empacho. Como dato, por si a alguien le resulta útil, diré que yo estudio la Ley de Tráfico y sus reglamentos directamente en el BOE con papel y lápiz al lado.

La cuestión es estudiar para aprender, haciendo nuestro un conocimiento y aplicarlo. Aprobar será una de sus consecuencias lógicas, necesaria, pero nunca la más importante.