Extraña colocación de la "L" en el exterior de la luneta trasera. Será raro que dure mucho tiempo ahí, pero como el vidrio está muy tintado... Fuente: www.carandriverthef1.com |
Es justo reconocer que para un conductor veterano es harto difícil viajar como pasajero-instructor de alguien que recién comienza a conducir, lo cual en absoluto justifica la perniciosa influencia que generalmente ejercen sobre este y sobre la que ya hablé. Sin embargo hay también un nada despreciable número de personas que no pretenden dar ninguna lección, que pueden ser conductores o no, que actúan a buena fe, pero, a quienes les resulta casi imposible evitar manifestar -de algún modo- un cierto temor ante el conductor novel que les lleva como pasajeros.
Por muy grande que sea un automóvil su habitáculo siempre es muy pequeño como para que su conductor no perciba la inseguridad que algún acompañante siente, aunque este no diga una sola palabra, además, casi siempre son gente de confianza que se conocen mutuamente desde hace años, cuando no de toda la vida. Todo esto acaba por crear una cadena de malas sensaciones que circulan en doble sentido y se alimentan mutuamente: el conductor se da cuenta del disgusto del pasajero aunque este haga esfuerzos por disimularlo, lo que a su vez hará que cometa más errores, lo que lleva al acompañante a expresar más su incomodidad... Una buena razón para conducir solos un tiempo, ¿no les parece?
Siempre he contado a mis alumnos que yo tuve mucha suerte cuando empecé a conducir, entre otras cosas, porque no tenía novia. Y no, no es que interprete el Génesis de un modo simplista y vea en la mujer un vehículo del mal que nos conducirá a ambos fuera del paraíso. Siempre me he sentido muy consciente de que, como todos, vengo de mujer; y mujeres han sido, por abrumadora mayoría, las primeras personas que me amaron y amé: madre, abuela, tías y hermana; y entre todas ellas un hombre: mi padre. No obstante, es bastante evidente que una novia o una mujer que nos gusta, acompañando a un joven y novato conductor es un factor de distracción por más que ella adopte un papel de pasajera distante y fría, e incluso anime al conductor a que se centre en su tarea. Quizá generalice mucho, habrá excepciones, se podrá controlar en más casos de los que imagino... Sé, que cualquiera puede ir completamente distraído yendo solo, bien, pero creo que debo advertir del riesgo para compensarlo o evitarlo y, que en general, es una razón más para conducir solos un tiempo, ¿no creen?
Aunque estas emociones se vivan antes o después, no es fácil abstraerse de ellas en tanto se conduce. Pero debemos hacerlo. Fuente: pennspeakradio.com |
Y están los amigos. Personalmente tampoco tuve problemas, porque como les dije en una entrada anterior, empecé a conducir manejando una furgoneta con la que trabajaba como “mozo de almacén y repartidor”, haciendo básicamente la segunda función y solo; de modo que para cuando tuve oportunidad de llevar amigos y amigas en mi coche, ya habían pasado unos años; a excepción del de moto, tenía todos los permisos, ya trabajaba en una autoescuela, había acumulado bastante experiencia y, lógicamente, ni nadie ni yo mismo, veíamos necesidad de que demostrase nada. Pero en otros aspectos he vivido en carne propia, y sufrido física y literalmente, la primitiva costumbre de aceptar retos estúpidos que a veces pueden costar muy caros, por ejemplo, con la bici: ¿A ver quién baja esa cuesta sin frenar? La bajé, cómo no. Sin tocar los frenos, sí, pero la subí muy dolorido, medio arrastrastras con la bici, como un nazareno y llevándome un montón de piedritas del camino incrustadas por buena parte de mi cuerpo. Gracias a Dios no tropecé con nada y no rompí ni una uña, pero el arrastrón fue de órdago. Otro motivo más para conducir solos un tiempo.
Los hombres tenemos una fuerte tendencia a exhibirnos asumiendo retos absurdos, las mujeres también, desde luego, pero es raro que conlleven riesgos tan explícitos, es algo mucho más sutil. Nosotros, ni siquiera necesitamos de apuestas ni de retos, por más que llevemos amigas y amigos que no nos tienten lo más mínimo, es bastante probable que queramos dejar patente lo bien que conducimos, -que se enteren estos de lo mucho que controlo, van a “flipar” en colores-. Y sí, “fliparán” en cuantos colores tiene el arcoíris y sus posibles combinaciones, pero de pánico, al ver la inconsciencia del conductor, comprobar que su instinto de supervivencia no está a bordo y que maneja con un absoluto desprecio a la integridad física propia y ajena. Con lo bien que irían sus pasajeros si en cada frenada el coche no da un solo cabeceo, si cambia de marcha sin que se note, lleva una trayectoria precisa y una velocidad adecuada anticipándose holgadamente a cualquier riesgo potencial, etcétera. Entre otras muchas cosas, hay algo muy bien repartido entre mujeres y hombres: el miedo a lo que los demás piensen de nosotros, lo que suele llevar a conducir por encima de las posibilidades de uno haciendo lo que no se sabe, ni se ha aprendido ni entrenado; esto, es una causa bastante frecuente de suspenso en los exámenes. Sumo así dos razones más para conducir solos un tiempo, y creo que ya he citado las más importantes.
Desde luego, jamás debe hacerse algo semejante con el coche en movimiento. Fuente: gaats.wordpress.com |
De cuánto tiempo estoy hablando no lo sé, es muy variable, depende de cuánto y cómo se practique, pero creo que la medida la conoceremos con poco margen de error cuanto más conscientes seamos de la responsabilidad que entraña llevar a alguien con nosotros en el coche y de tener muy bien definidas nuestras limitaciones. A medida que una persona va practicando con una cierta regularidad, método y disciplina, avanzando de menor a mayor dificultad sin mayores sobresaltos, con esfuerzo y trabajo, dándose cuenta, conscientemente y disfrutando con sus aparentemente pequeños logros y cada vez más del hecho en sí de conducir, llega un momento en que se reconoce de un modo más que razonablemente objetivo como una conductora o conductor que ha llegado a la mayoría de edad.
En ese aprendizaje conviene intercalar algunos pequeños viajes, el primero claramente corto de unos 50 km (sólo ida), se puede repetir, luego hacer otro algo más largo y llegar a uno de unos 100 km (sólo ida); hacerlos de día, planificando la ruta, sin prisa, pensando que se puede parar a descansar, si hace falta, o desistir a mitad de camino, por ejemplo. Pero es un hito importante que hace mucha ilusión y resulta muy motivador, saber que uno ha llegado solo y de forma autónoma a... donde sea, produce una gran satisfacción.
No quiero dar por finalizada esta parte sin antes contarles que, desde hace muchos años, hay una pregunta que planteo a mis alumnos: ¿Habéis tenido algún trato profesional con la policía? Excepto en contadas ocasiones la respuesta siempre ha sido y es negativa, entonces suelo decir que a partir de que uno empieza a conducir comienzan a aumentar considerablemente las posibilidades de tener ese tipo de trato con policías, seguros, abogados, juzgados y servicios de emergencia. La relación con todos estos profesionales no tiene porque ser traumática siempre, pero es seguro que si manejamos un automóvil tarde o temprano acabará deteniéndonos la policía, aunque sólo sea como consecuencia de un rutinario control de documentación, alcohol u otras drogas (aquí pueden ver algo sobre esto).
Control rutinario de policía, algunas veces a todos nos paran. Fuente: www.diarioinformacion.com |
Con seguros, abogados y juzgados, puede ser simplemente porque se ha producido un pequeño accidente con leves consecuencias materiales en forma de un pequeño golpe. Pero todos sabemos, todos (permítanme que lo repita), que en ocasiones, desgraciadamente, puede ser por estar implicados en un accidente más serio. Evitar esa posibilidad en términos absolutos es imposible, para todos; pero reducir al mínimo esa probabilidad está al alcance de todos. ¡Es imperativo intentarlo en cada segundo que conducimos! Este es el fin último de "Conducir sin miedo", en libro, blog, audios, vídeos y cuantos medios estén a mi alcance y se me ocurran; a esto he dedicado mi vida y en este camino seguiré. Por favor, ayúdenme, solo nada o muy poco puedo; comiencen por ustedes mismos, amplíenlo a parientes y amigos y hagamos entre todos un sencillo ejercicio de matemáticas reduciendo la posibilidad de accidente a su mínima expresión. ¡Gracias!
Esteban