Antes de ayer recibí un comentario de Ane a la entrada “NADA DIFÍCIL” con la siguiente pregunta: “¿Si el coche va en marcha, no debe ir siempre el pedal pisado, aunque sea para mantener constante la velocidad?” La pregunta es muy acertada, oportuna y de interés general por lo que bien se merece una entrada para su respuesta. Por supuesto, Ane, te agradezco mucho que me la hayas hecho llegar porque no me di cuenta, cuando escribí “NADA DIFÍCIL”, de explicar lo que tu demandas a pesar de saber, desde mis comienzos en el oficio que, prácticamente todos los alumnos se cuestionan lo mismo.
Los motores térmicos, gasolina y diesel, crean un movimiento de giro con la energía que extraen de la explosión o combustión de estos derivados del petróleo, este movimiento, a través del embrague, caja de cambios y demás elementos del sistema de transmisión (que no menciono porque los ya citados son sobre los únicos que puede actuar el conductor) llega a las ruedas motrices -las delanteras en la mayoría de los turismos, aunque para la cuestión es irrelevante qué ruedas sean motrices-, que a su vez, intentan trasmitir el movimiento y fuerza que reciben al suelo, y como este no se mueve -a Dios gracias-, lo hace el automóvil sobre él.
El número de vueltas a las que gira un motor se denomina régimen de giro y se mide en miles de vueltas por minuto (RPM). Todos los motores tienen un giro mínimo y máximo, el número de vueltas mínimo en el que el funcionamiento del motor es estable se denomina régimen de ralentí. En la mayoría de los motores, este régimen de giro suele ser un poco inferior a las 1.000 revoluciones, pero en él, el motor está funcionando y tiene movimiento y fuerza para ser transmitida al suelo a través de las ruedas.
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Foto tomada de la Web de Porsche |
Si arrancamos el motor, no aceleramos (estamos a ralentí), pisamos el embrague, ponemos la 1ª velocidad, comenzamos a soltar el embrague (embragamos, conectamos este con la caja de cambios) y cuando llegamos al punto de fricción del mismo (comienza la unión entre el disco del embrague que gira solidario con el motor con el que pasará el movimiento a la caja de cambios, más o menos a mitad de recorrido del pedal), mantenemos y modulamos muy suavemente ahí el pedal con nuestro pie izquierdo, el coche comienza a moverse, le dejamos un poco así, muy poco, acabamos de soltar el embrague totalmente (conexión completa) y ¡voilá! El coche se mueve sin acelerar, muy despacio, pero se mueve, nos lleva, en una imaginaria carretera horizontal, recta e infinita (qué aburrido) hasta que se acabe el combustible. Con todos los coches se puede hacer esto, con todos. Con unos habrá que afinar un poco más o menos en el punto de fricción, otros se moverán con más o menos fuerza o velocidad, pero todos andarían solos.
Además de la fuerza y movimiento que proporciona el motor tenemos otras dos que, en según qué situaciones también empujan: Una es la que proviene de la energía cinética que adquiere cualquier masa en movimiento y otra la fuerza de la gravedad, esta nos empuja en pendientes descendentes (cuesta abajo) y es una fuerza maravillosa que a mí me encanta, absolutamente democrática, para todos, y gratis, sobre la que nadie tiene poder ni gobierno, político me refiero. Claro, que cuando subimos también empuja gratis a todos, pero hacia atrás, y tenemos que compensar utilizando más fuerza del motor, es decir, pisando el acelerador cuanto sea necesario.
Teniendo en cuanta todo este fundamento, que todos hemos podido comprobar ya en la autoescuela, pero que a veces, no sé porqué se nos olvida (a mí también me pasó) podemos entender y utilizar el coche en muchos momentos sin pisar el acelerador y sin que se pare aquel ni se cale el motor. Seguramente, Ane, hayas andado o andes en bicicleta, ¿cuántas veces, sin pensarlo siquiera, dejas de dar pedales y la bici sigue en movimiento? En este vehículo, el motor es tu cuerpo, los pies en los pedales el embrague conectado (en el coche, suelto) y el resto, sistema de transmisión.
Si hay que frenar, inevitablemente, llegará un momento en el que el coche nos avisará de que se va a calar (siempre avisa, se nota que va mal, a “disgusto” antes de que empiece a dar tirones bruscos); es decir, el motor se para porque la fuerza que está dando es vencida por otra mayor y contraria que en este caso es la resistencia que ofrece el freno al avance. En este momento tenemos dos opciones: dejar de frenar, la situación que obligaba a ello ha desaparecido; o pisar el embrague a fondo (desconectamos motor y ruedas) y seguir frenando cuanto sea necesario hasta detenerse si hace falta; también es posible, que antes de la detención y con freno y embrague pisado, se pueda reanudar la marcha, entonces soltamos freno entero, conectamos embrague (soltamos) y aceleramos, salvo que comprobemos o sepamos que la velocidad es tan baja que el motor no pueda tirar del coche en ella, en cuyo caso, basta con poner una marcha inferior, generalmente 1ª, sin detenerlo del todo.
Es muy recomendable entrenar estas acciones en un lugar amplio y tranquilo, más o menos horizontal, tipo a un estacionamiento en superficie (en los subterráneos hay demasiadas columnas) de centro comercial, playa... en horas y días en los que apenas haya gente ni vehículos. No es necesario que tenga cuesta arriba porque se puede simular ésta utilizando el freno con una presión suave y constante; la cuesta abajo también se puede simular lanzando un poco el coche en 2ª o incluso 3ª velocidad. Estas prácticas nos darán mucha confianza y seguridad cuando en situaciones más complejas y muy habituales, que mencionaré a continuación, debamos utilizarlas. Pero antes, y volviendo a la bici, cuando vamos en ella y frenamos hasta detenernos, un poco antes de hacerlo ¿no soltamos al menos un pie de los pedales para apoyarlo en el suelo y no caernos al pararnos? Pues esa acción es equivalente a pisar el embrague a fondo antes de detenernos con un automóvil evitando que el motor se cale.
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Conste que no es cuestión de conducir así, claro. Pero la sensación de alegría y libertad que emana, me encanta. La foto la tomé de la Web MOTOR EN ASTURAS, gracias Eduardo. |
Lo que yo digo, mejor dicho, transmito, es que siempre que no sea necesario acelerar, colocar el pie derecho encima del pedal del freno es un factor de seguridad impagable que, por sí solo, evita muchos accidentes, por ejemplo, el que comento en “NADA DIFÍCIL”. Es cierto, sin embargo, que si circulo por autopista con tráfico fluido y decido soltar el acelerador con el fin de dejar que baje algo la velocidad por sí sola para no exceder el límite establecido, no cambio el pie de lugar porque es una situación clarísima en que no tendré que frenar y no hay ningún riesgo. Pero salvo situaciones semejantes así de fáciles, cuando dejo de acelerar paso el pie derecho encima del freno. No cuesta nada, y aunque a veces pueda ser un gesto inútil, en un instante podemos volver a acelerar. Lo hago muchísimo en vías urbanas, y frenando, por ejemplo: Cambios de dirección con calzadas o carriles estrechos, en giros cerrados de 2ª velocidad e incluso de 1ª en los que no veo con qué me voy a encontrar hasta que el morro del coche comienza a entrar en la otra calle; aproximación a pasos de peatones de los que no veo los extremos con antelación suficiente porque al lado de los mismos hay vehículos estacionados o, lo que es peor, contenedores de basura que muchos ayuntamientos colocan en esos lugares haciendo un auténtico atentado a la integridad física de los peatones, y luego nuestros ediles dicen velar por nosotros... Y cualquier otra situación en la que, a nada que pensemos, podemos darnos perfectamente cuenta de que alguna persona, animal, vehículo... puede ocupar repentinamente el espacio que tenemos por delante.
Dos últimos detalles para acabar, solía hacerles ver a mis alumnos, que cuando es necesario circular muy o bastante despacio por tener muy próximos a otros vehículos, sucede muchísimo en vías de poblado por mil razones, se puede ir incluso un poco más rápido y más seguro en 2ª con el pie derecho encima del pedal del freno que si se circula en 1ª a una velocidad algo inferior pero con el pie derecho en el acelerador. En el primer caso, si algo entra súbitamente en nuestra trayectoria, muy pocos metros por delante de nuestro coche, un niño, por ejemplo, que nos cause auténtico pánico, pisamos el freno a fondo, prácticamente, hasta sin querer y, muy probablemente, no pasará nada. En el segundo caso, ante la misma situación, salvo que tengamos bastante experiencia, pisaremos el acelerador a fondo... Entonces, el accidente es seguro; las consecuencias, pura cuestión de azar.
El otro detalle es, que en los coches modernos y desde hace ya unos cuantos años (unos diez o más), cuando mantenemos el freno con una marcha engranada y sin tocar el embrague, puede coincidir que la gestión electrónica del motor entienda que está a punto de calarse y en ese momento, sin quitar el pie del freno, la centralita ordena a la bomba de inyección que haga llegar más combustible al motor para evitar que se pare y como consecuencia notamos una aceleración y empuje que dura poco tiempo pero sorprende bastante, la situación es desagradable, pero basta con pisar a fondo el embrague para eliminarla y continuar con el freno lo que se precise. En los motores Diesel el empuje es notablemente mayor que en los de gasolina.
Ánimo, Ane, (y cuantos tengan la amabilidad y paciencia de leer estas líneas) tienes el fin de semana por delante, comienza a practicar, experimentar, ensayar... No te pesará, te lo aseguro.
Esteban