A modo de paréntesis, pues tampoco quiero esperar más para decirlo, he de contar que entre la anterior entrada y esta recibí una muy buena noticia que disparó mi alegría: Una pequeña y familiar empresa de Basauri denominada Irrintzi Soluciones Adaptadas (Autoescuela Irrintzi) ha sido elegida como ganadora en la categoría de “Mejor empresa privada” en los premios Telefónica Ability Awards. Así pues: ¡Felicidades y enhorabuena!
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ZORIONAK! Fuente: Página de Facebook de Autoescuela Irrintzi. |
Este logro es muy importante, significativo y aleccionador. Hace años que conozco la labor de Jose Mari y de las pocas personas que con él trabajan; siempre me resultó admirable. Les animo a que se unan a mi aplauso, para todos ellos, pero para que lo hagan con conocimiento de causa les invito a que lean aquí, aquí y aquí lo que escribí no hace mucho sobre esta escuela.
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Fuente: Página de Facebook de Autoescuela Irrintzi. |
Llevo décadas escuchando reiteradamente a muchos de mis colegas que “hay que dignificar la profesión” e, inmediatamente, añaden como único modo un acuerdo de precios al alza. Seguirán en sus trece, pero al menos aquí tienen un ejemplo perfecto de cómo se alcanza la dignidad y el respeto en cualquier oficio: entrega, trabajo, esfuerzo y perseverancia, gusto por lo que se hace y aliñarlo con pasión. No hay más.
Cerrado el paréntesis, me estoy dando cuenta de que algo de lo que prometí contar sobre los haigas va a tener una cierta relación con él... Bueno, en primer lugar diré que la palabra “haiga”, desde hace unos años, está recogida en el RAE y la define así: “Automóvil muy grande y ostentoso”. Es una palabra que me resulta muy familiar, la utilicé y oí miles de veces, coloquialmente, pues en ámbitos serios como la escuela, por ejemplo, era sinónimo de ser casi analfabeto y de convertirse en objeto de burlas, y castigos.
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Un haiga, ya relativamente moderno... pero encaja en la idea. |
En Asturias, “haiga”, era sinónimo de un coche espectacular y americano, siempre americano; no se denominaba así a un Mercedes o un Jaguar, por ejemplo, al menos, no los que éramos aficionados a los coches. El origen de la palabra, y sigo en Asturias, se daba por sentado que era porque los indianos que venían tras largos años de ausencia a su tierra natal ricos, cuando llegaban a Madrid (una vez que se hacían la mayoría de esos viajes ya en avión), una de las primeras cosas que hacían era ir a una tienda de coches y comprar el más grande que “haiga” para ir con él hasta su pueblo y hacer así inequívoca ostentación de su gran patrimonio. Cuando el coche era comprado en España tenía matrícula turística, estaba exento de impuestos y sólo podía ser conducido por una persona residente en el extranjero, siendo su autorización para circular temporal. Pero muchas veces traían su propio coche en barco o en avión, se supone que en el país de residencia, algunos de estos indianos también pedían allí el coche con el mismo principal criterio y expresión: “el más grande que haiga”.
En general, creo que por toda España se llamaba indianos a los que habían emigrado a América y hecho fortuna; pero muy en particular esa denominación se utilizaba en el norte de España. Las vacaciones de estos paisanos solían durar meses, tres o más fácilmente, tampoco solían repetirse cada año sino de cuando en cuando. Todo esto dio lugar a que en los años 50, 60 y 70, especialmente, todos los veranos se diera una importante representación de indianos con unas cuantas decenas de sus grandes coches concentrada en el concejo de Llanes, lugar donde habían nacido una buena parte de aquellos hombres, parece ser. Pero también era fácil verles por Gijón y otros lugares de Asturias con matrículas de países americanos, predominando los de México D. F., del sur de Estados Unidos (Texas, Nevada, Nuevo México, Florida, California...), tampoco eran raras las matrículas de Venezuela, pero se veían menos. Y hablando de matrículas... no me gusta nada la que actualmente se utiliza en España para vehículos históricos, no respeta historia ni estética, algunos coches da dolor verlos con ese pegote; dudo mucho que pueda ser realmente necesaria, y de serlo, ¿por qué no mantenerla del modo más fiel posible a la placa original?
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Fuente: www.matriculasdelmundo.com |
Como seguramente ya imaginarán, y conociendo el paisanaje de España, estos indianos, en general, eran mal considerados; la mayoría los tenía por ignorantes que habían gozado de muy buena suerte y era frecuenta hacerles burla a sus espaldas mientras se mantenía un trato servil de cara. Nunca me hizo gracia la maliciosa ironía de que eran objeto porque siempre pensé que nacía de actitudes envidiosas y cobardes. Por si fuera poco, tuve ocasión de conocer personalmente a algunos de ellos, en Asturias y en Vizcaya, y escuchar con mucha atención extraordinarias historias que me resultaron totalmente verosímiles en algunas largas tardes de verano, habrá de todo, pero no pocos de aquellos hombres llevaban a sus espaldas terribles experiencias y habían sido perseguidos “a causa de la justicia”, como dice el Evangelio, tras la guerra tan cruel que padecimos. De las conversaciones a las que acabo de aludir, guardo como un tesoro su esencia en mi recuerdo, y en ellas, aquellos hombres se ganaron totalmente mi admiración y respeto; francamente, les percibí como buenas personas. Ya sé que está escrito que “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los Cielos”, pero Jesús no dijo que fuese imposible. Por algo será.
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Casa de indiano en el concejo de Llanes. Suelen tener una peculiar arquitectura, y palmeras. Esta se ve desde la N-634 Fuente: www.debates.coches.net |
Lo que muy pocas veces se dice, lo que gran parte de los jóvenes no sabe, porque entre otras cosas nadie se molesta en enseñárselo, es que muchos de aquellos indianos construyeron escuelas, lavaderos, fuentes, hospitales, carreteras, hospicios, dieron generosas donaciones anónimas... Ejercieron la teologal virtud de la Caridad. ¿Cuántos magnates actuales hacen ahora algo semejante? Sí, existen las fundaciones, es cierto; pero me temo que la mayoría de ellas no son más que una tapadera para servir mucho más a sus propios intereses que al bien común. Aquí es a donde quería conducir el haiga.
Voy con las fotos, y les anuncio que si esto fuera un pastel, tienen la guinda al final.
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11 Ligero, también conocido como "Pato". Marcó un hito en la historia del automóvil al ser el primero en llevar carrocería autoportante. De niño, viajé en él algunas veces y me gustaba mucho. |
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Ciclomotor con tracción delantera, no recuerdo la marca, creo que eran franceses, y se hicieron muy populares en mi infancia. |
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Una interesante maqueta, que funciona, de una máquina de vapor. La "madre", de los actuales motores térmicos. |
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Unimog, un pequeño camión muy efectivo en todo tipo de terrenos. Los vi en acción muchas veces en explotaciones madereras por los montes de Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa, hasta fui de pasajero una vez en su plataforma de carga por una pista bastante aérea y subiendo y bajando en marcha. Muy emocionante. Las versiones modernas pueden verse fácilmente en los parques de bomberos. |
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4/4, el coche que tenía mi padre cuando nací. Me gustaba muchísimo, también me sirvió de simulador. |
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El Isetta, conocido como "El Huevo", al menos en Asturias. Estaba convencido de que era para niños,, cuando veía un adulto a sus mandos me parecía un impostor, no lo entendía, me daba rabia. Aún sigo enamorado de él, no me negarán que es una preciosidad y una idea muy ingeniosa. |
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El Goggomobil, se fabricó en Munguía, muy cerca de Bilbao. Este coche nunca me gustó, y desde luego, también me parecía para niños.
Nunca he visto uno de estos coches trabajando en autoescuelas, pero ya que tiene ese letrero,
quiero aprovechar para decir que esa fue la primera autoescuela de España, fundada en 1912, en Bilbao,
y que toma el nombre del apellido de su titular. Ya no existe (desde hará uno o dos años), y es una pena,
porque era una autoescuela elegante, en el mejor y más amplio sentido de la palabra, tenía hasta biblioteca. |
La guinda del pastel, o la joya de la corona. Como prefieran.
Fue una auténtica y muy agradable sorpresa encontrarme en la edición de este certamen con esta pequeña muestra de la Colección Miguel de la Vía del museo de automóviles de Torre Loizaga.
Dentro de poco, si Dios quiere, visitaré ese museo y, por supuesto, escribiré sobre él de forma más extensa y detallada aquí. Por eso, y salvo en una, no pondré pie de foto; pero les animo a que visiten su web.
Me pasaría horas observando estos coches, sentándome en el suelo, metiéndome debajo... me encantaría escuchar el sonido de esos motores, pero, después de pensarlo, coincido con mi primera impresión: no me atrevería a conducirlos, creo, que ni en circuito cerrado. Son demasiado excepcionales como para arriesgarme a cometer un error. Y sería imperdonable.
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Esta información hace referencia al coche de la foto anterior.
Además de pensar en lo que ya dije, también me fascina la cantidad de historias de las que han sido testigos y protagonistas estos automóviles. ¿No creen que a veces hay objetos y máquinas que parece que tienen alma?
Esteban
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