A imagen y semejanza de como indico en el título, trabajamos cuantos nos dedicamos a enseñar a conducir, de ahí que tengamos tan poco conocimiento unos y otros de cómo desarrollamos nuestra labor. Y esta es, básicamente, la razón que responde a la acertada observación que Elisa Alòs -habitual comentarista de este blog y a quien nunca agradeceré lo bastante su atención, colaboración y diligencia- hace en la entrada que aquí pueden ver, cuyos comentarios les invito a leer y, cómo no, a enriquecer con sus opiniones.
¿Será este el niño que llevo dentro? Fuente: fotosmundo.net |
Dice Elisa en su comentario: “Cuando comencé a leerte hace unos años no te veía tan crítico con tu profesión”. Y es verdad, no lo era. Pero mi percepción ha ido cambiando y mi crítica se agudiza, gracias a ustedes, o al menos a muchos de ustedes. ¿Por qué? Antes de responder, quiero aclarar que, desde luego, podía haber contestado a Elisa a renglón seguido de su comentario, y en ello estaba hasta que me llegó la idea de hacerlo en una entrada aparte -porque será mejor, pensé, sin identificar bien el motivo-. Luego me di cuenta, de que cuanto digo a continuación bien puede ser útil a muchas personas que estén pensando en ir a una autoescuela o ya estén en ella. De ahí esta entrada, pues creo que será más visible que un comentario en el post.
Aunque cueste creerlo, lo cierto es que no sabía que hubiese tantos motivos para ser crítico con mi oficio hasta que comencé con el blog. Nuestro trabajo es muy solitario, absorbente, con jornadas casi interminables y con un pedal de embrague muy duro para desconectarse de él.
Cada cual va con su alumno en su coche, entre compañeros sólo intercambiamos breves comentarios en las citas de examen en tanto llega el examinador -muy poca cosa, porque lo prioritario es atender a los alumnos-, muy de cuando en cuando y con más tiempo, en alguna reunión; dos o tres veces al año en alguna cena o comida con algunos colegas y amigos, estas últimas siempre con los más afines, claro... Y nada más. Realmente, es muy difícil saber cómo trabajamos unos y otros mutuamente, hasta el punto, que el titular de una autoescuela puede contratar a un profesor con buenos indicios de que comparten la misma idea de enseñar y, sin embargo, trabajar este de un modo muy diferente al esperado sin que el primero pueda darse cuenta hasta pasados bastantes meses echando por tierra una buena y justa reputación largamente gestada.
No me cuesta nada identificarme con esta imagen, y el aullido no es una queja, por supuesto. Fuente: carinteriordesign.net |
A raíz de empezar con el blog, poco a poco y cada vez más, hay personas que se ponen en contacto conmigo y me cuentan su experiencia presente o pasada en la autoescuela y así es como empiezo a darme cuenta de tantas actitudes absolutamente impresentables bien repartidas por toda nuestra geografía que me llenan de estupor, rabia, vergüenza... hasta ira, francamente. Hay cosas que nunca me hubiese ni imaginado por tan estúpidas, groseras y peligrosas. Luego nos quejamos de que tenemos mala fama, de que la sociedad no reconoce nuestra labor... ¡Cómo no!
Descarto que quienes me cuentan tales historias mientan, no veo razón para ello; casi todas me las hacen llegar de forma privada, casi nunca dan nombres de empresas ni personas, simplemente parece que les inspiro confianza (¡gracias!) y se desahogan, o me piden consejo o datos para cambiar de autoescuela, casi siempre con miedo a posibles represalias hasta por parte de los examinadores, cosa que, en este sentido y en ningún otro he apreciado nunca que hiciesen, ni veo motivo alguno para ello.
Cabe pensar, claro, que aunque una persona no tenga ninguna intención de engañar, quizá inconscientemente proyecte sus propias frustraciones en la persona del profesor, no sé, habrá algún caso, supongo, pero creo que son los menos o poco significativos, ya que, por otra parte, estas comunicaciones no se limitan a un solo correo o llamada de teléfono y ya está, sino que da lugar a una cierta correspondencia en la que, además de intentar ayudar en la búsqueda de soluciones, suelen quedar patentes hechos muy claros.
Creo que es necesario recorrer caminos en soledad, ayuda a ser más conscientes, templa carácter y espíritu, y también es ocasión de profundas alegrías. Fuente: www.femautotalleres.com |
Por si fuera poco, en las redes sociales me encuentro sin querer con no pocos colegas que vierten en ellas auténticas y peligrosas tonterías y se quedan tan anchos, además de ser muchas veces fervientes y hasta fanáticos defensores de los dogmas de la DGT y de muchas asociaciones con tan poco conocimiento como famoso nombre. Podían limitarse a nadar a favor de la corriente si en ello tienen algún interés o amordazan su espíritu crítico, o por ambas cosas; pero no, defienden a capa y espada las posturas oficiales hasta cuando carecen totalmente de base jurídica que ni contempla el BOE y contradicen inequívocamente la realidad y lógica de la carretera.
Como colectivo (como se dice ahora), todavía no he encontrado una asociación que me convenza, ni de profesores ni de autoescuelas. Básicamente, que yo sepa, enarbolando la bandera de la seguridad vial, con más o menos descaro, todas se afanan en arrimar el ascua a su sardina buscando aumentar sus beneficios, cosa que no me parece mal en sí misma, siempre que se haga sin engaños y honestamente. Ahora mismo, por ejemplo, y de un tiempo acá, hay bastantes profesores que pretenden que se pase por la autoescuela cada vez que se renueve el permiso de conducir, obligatoriamente, claro. Pretensiones de ese tipo minan totalmente mi fe en el “colectivo”, y, por supuesto, no nos reconcilian con la sociedad.
Jugaba tan mal al fútbol que casi siempre me ponían de portero, pero curiosamente fue en ese puesto donde viví el primer momento de gloria de mi vida. Fuente: desmotivaciones.es |
Bien saben que soy un firme defensor de la formación continua, para todo, pero esa semilla debemos sembrarla nosotros en los alumnos cuando pasan por la autoescuela y estamos en estrecho contacto con ellos; a veces se pudrirá, pero es seguro que otras dará fruto, sin dejar de mencionar que algunos alumnos ya la tienen, doy fe. Para antes de que se malogren, siempre hemos conocido el teléfono, el correo postal... ahora también Internet, como vehículos para hacer llegar el agua que las riegue y los nutrientes que la alimenten. Luego sólo es necesario que cada ex-alumno la ilumine con la luz de su entendimiento y se haga la fotosíntesis, a partir de ahí la alimentarán ellos mismos. Siempre.
Esteban
P. D.: Ya ves, Elisa, después de más de tres décadas en el oficio estoy conociendo cosas del mismo que, salvo muy contadas excepciones, ignoraba por completo.