Informativos Telecinco, hora 15 del jueves 18 de junio. Se expone un vídeo grabado desde un helicóptero de la Guardia Civil de Tráfico en el que se ve a un Audi Q7 circulando por una autopista o autovía a 227 km/h. La voz en off de una locutora, además de transmitir asombro y escándalo, hace varios juicios de valor sin fundamento alguno como: “a esa velocidad hasta el helicóptero pierde por unos segundos la estabilidad de la cámara”. ¿Y qué tendrá que ver la velocidad del coche, digo yo? Será por un error de encuadre o porque el piloto tuvo que cambiar su trayectoria momentáneamente por algún motivo.
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La foto de la infracción. Fuente: www.telecinco.es |
La misma voz afirma, que como el conductor va tan rápido “se le va” el coche, lo que es rigurosamente falso y a la vista está. Ese coche y otros muchos pueden llevar esa velocidad, y más, manteniéndose perfectamente estables y como si fuesen sobre raíles. Se puede ver que el conductor del vehículo mantiene el control en todo momento y que sale parcialmente del carril para trazar, intencionadamente, claro. Y sin que se aprecie que importune a nadie ni que genere ningún peligro. Además, ese coche tiene control de estabilidad y, aunque ignoro cómo funciona ese sistema a esa velocidad, o si está desconectado (no lo creo) o averiado, lo que sí sé, es que si el coche “se va”, a esa velocidad el accidente está garantizado.
Para subir el nivel de escándalo y dramatismo a su discurso, la locutora nos presenta el famoso dibujo de un coche que cae desde el tejado de un edificio muy alto. Estoy harto de estas comparaciones, francamente, porque también son falsas, a no ser que en plena carretera nos encontremos con la pared de un frontón. Aun en este supuesto, tendría que ser en un tramo recto o ligeramente curvo para poder ir a más de 200 km/h, vamos, con buena visibilidad y por tanto con espacio suficiente para poder detenerse sin riesgo alguno de tocar con la piedra blindada de esa pared.
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Sin ánimo de ofender, porque es muy obvio, pero, por favor, nunca intenten localizar al helicóptero. Aunque...
a veces es muy fácil, como pueden ver aquí,
dicho sea con cierta malicia, la verdad. Fuente: www.diariomotor.com |
Para rematar la faena, recurre a otra manida comparación: “pero además, ante cualquier obstáculo, si quisiera frenar, a 227 km/h recorrería antes 250 m, como mínimo. Como dos campos de fútbol”. La verdad es que no sé ni encontré datos sobre el espacio que recorre el mencionado automóvil para pasar de 227 a 0 km/h, supongo que será menos, que exageran, pero no lo sé, claro que ninguna de las muchas veces que he leído u oído este tipo de afirmaciones he visto que se presentase una sola prueba de las mismas.
Bien, hasta aquí los hechos y el burdo intento de manipular el juicio y criterio de los espectadores. Pueden ver el telediario completo aquí, esta noticia aparece cuando faltan 5‘ 49’’. Hace años que los medios de comunicación nos traen noticias de esta índole regularmente, echándose siempre las manos a la cabeza por este tipo de infracciones que, curiosamente y a Dios gracias, nunca tienen por final que el infractor hubiese tenido un accidente como consecuencia de la misma.
Nunca he conocido en toda mi vida (literalmente), hasta ahora, a ninguna persona que respete siempre todos los límites de velocidad, y en lo que he podido vivir en la carretera nunca me he sentido en peligro cuando algún conductor se encontró conmigo a velocidades en el entorno de los 200 km/h, cosa que me ha sucedido pocas veces, a pesar de superar los tres millones de kilómetros recorridos. Y en la mayor parte de esos casos, quienes me adelantaron aproximadamente a esas velocidades, eran coches oficiales. Mire usted por dónde.
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Torre Picasso, Madrid. Cuántos años llevan mostrándonos este falso ejemplo... ¿Acaso la carretera se va a poner vertical y nosotros ciegos de repente? Fuente: www.telecinco.es |
Cuando hablo de coches oficiales me refiero a los que se utilizan para trasladar a políticos o a ciertos funcionarios de la administración. Estos coches carecen totalmente de amparo legal para incumplir normas o señales; los únicos que lo pueden hacer, sólo en servicio urgente, si es necesario y bajo la responsabilidad de sus conductores son los denominados vehículos prioritarios: policía, ambulancias, bomberos, protección civil y salvamento. Y utilizando luces giratorias y sirena, pudiendo desconectar esta si no hay peligro. Digo todo esto porque me consta que algunas personas creen a buena fe que los coches oficiales se pueden saltar los límites de velocidad; y no, tienen las mismas obligaciones que todos los demás.
Desde hace muchos años intentan convencernos de que los excesos de velocidad son la causa principal de todos los males de la carretera, y es falso. El exceso de velocidad (superar el límite permitido) pocas veces es causa de accidente, muy pocas. Sí lo es en cambio la velocidad inadecuada, muchas veces inferior al límite establecido, cosa por la que no denuncian por más que podamos morir o matar. Ya ven. Pero claro, ¿cómo van a justificar nuestros gobernantes si no, la forma tan fácil, cómoda y rentable de obtener ingresos que supone llenar las carreteras de radares? Ellos, que ordenan a sus chóferes que hagan un viaje de 400 km en dos horas (verídico, doy fe); ellos, que ni van a ser denunciados ni a pagar ninguna multa. Además, cuando alguien tiene un accidente por exceso de velocidad... ¿por qué lo hace? ¿Cómo es que no percibe el peligro y frena con lo fácil que es hacerlo? ¿Acaso se quiere suicidar? Lo importante es determinar por qué se produce el exceso de velocidad, y eso nunca nos lo explican.
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¿De verdad saben la distancia de frenado de ese coche a esa velocidad? Francamente, no me lo creo. Fuente: www.telecinco.es |
Hacer un viaje al ritmo de marcha que acabo de indicar (media de 200 km/h) es algo muy raro por parte de un conductor “normal”, entre otras cosas porque exige muchísima concentración y esfuerzo. Conducir verdaderamente rápido cansa mucho. Los excesos de velocidad notables, normalmente, duran poco tiempo: unos segundos, algunos minutos... Quizá en viajes largos alguien los repita en varias ocasiones, pero rara vez pasa de ahí.
Muchas personas dicen que, bueno, por más que el Gobierno ponga radares, si uno no rebasa la velocidad máxima permitida, no se ganará ninguna multa. Y es verdad. Pero también lo es, que el Gobierno sabe perfectamente que tarde o temprano todos sobrepasaremos algún límite, porque siempre, siempre, hay algún momento en el que uno no ha visto una determinada señal, sobre todo, cuando la ausencia de peligro es total y perfectamente visible en muchos cientos de metros por delante, cosa que ocurre muchas veces. Luego cuantos más radares dispongan más denuncias conseguirán, aunque avisen de su situación, tampoco siempre, y nunca con los helicópteros.
Limitadores/reguladores. Muchos conductores utilizan estas sistemas graduándolos a 120 km/h para hacer un viaje por autopista y esperando evitar así, unos días después de su regreso, la notificación de una denuncia por exceso de velocidad. Pero no es nada raro, que en algún tramo de la ruta que hicieron hubiese un límite inferior (110, 100, 90...) que se les pasó desapercibido porque nada lo justificaba, sin embargo, curiosamente, en él había un radar móvil escondido y al final sí reciben la desagradable noticia de que los detectó.
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Mando para limitar y regular la velocidad o control de crucero. |
Personalmente, no me gusta el limitador/regulador de velocidad y sólo lo uso muy excepcionalmente. Percibo la sensación de que tiendo a relajarme demasiado aumentando mi tiempo de reacción y que surge (al menos a mí me pasa) una especie de resistencia absurda a desconectarlo cuando me encuentro algún vehículo que circula a una velocidad muy ligeramente inferior a la mía, lo que me lleva a quedarme sin distancia de seguridad. En el momento de adelantar, la maniobra es mucho más lenta y con unas diferencias de velocidad ridículas que obligan a utilizar los espejos mucho más de lo que sería razonable y lógico para evitar el riesgo de un choque por alcance si aparece otro automóvil circulando claramente más rápido que yo.
Cómo evitar un accidente con quien circula muy rápido. Partimos de la base de que estamos circulando por autopista, que no hay más límite que el genérico (120 km/h), que vamos por el carril de la derecha (tal como indica la norma con toda lógica) y que sólo lo dejaremos durante el menor tiempo posible y cuando tengamos una buena razón para ello: una bifurcación que nos obliga a dejar el carril para seguir nuestra ruta o un vehículo que circula más lento delante de nosotros (lo más habitual); pongamos que es un autobús (irá a 100 km/h) y comenzamos a pensar en adelantarle.
Cualquier maniobra debe ser planteada con suficiente antelación, más un adelantamiento y más aún cuanto más rápido se circule. Incluso en calzadas de sentido único. Esto es muy importante. Yo siempre comienzo a pensar en adelantar en cuanto veo a alguien circulando más lento, aunque luego decida no hacerlo porque vea o sepa que delante del autobús, por ejemplo, está próximo un túnel con límite en 90, que yo respeto, pero el autobús seguramente no; luego para no llevarlo pegado detrás de mí o que tenga que adelantarme, mejor igualo mi velocidad con la suya poco a poco, mantengo distancia y espero.
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El coche oscuro que va en cabeza, si quisiera cambiar de carril, debe estar completamente seguro de que no obliga a nadie a levantar el pie del acelerador ni un milímetro. Fuente: www.lcoches.es |
En cuanto comienzo a pensar en adelantar observo el carril izquierdo con mucha más frecuencia. Si hay buena visibilidad en un espacio claramente grande con ese carril vacío, empiezo a determinar con la mayor precisión posible en qué punto haré el cambio de carril al tiempo que voy aumentando la velocidad en el que estoy. Reitero las observaciones del carril izquierdo, si sigue igual (sin nadie) señalizo la maniobra, vuelvo a mirar, lo ocupo progresivamente, aumento más la velocidad, rebaso, observo, señalizo, observo, vuelvo a la derecha, compruebo que tengo buena distancia con el vehículo adelantado, ajusto mi velocidad recuperando mi ritmo de marcha (superior al del vehículo adelantado, si no la maniobra carece de sentido, pero inferior a la velocidad del adelantamiento) y listo.
Si en tanto estoy observando el carril izquierdo, y sin ocuparlo, veo que alguien que circula detrás de mí inicia el adelantamiento (lo señalice o no) espero, y en el mejor de los casos salgo detrás de él.
Si en el carril izquierdo veo un vehículo, incluso muy lejos, espero a comprobar la diferencia de velocidad que lleva conmigo. Puede ser superior, igual o inferior. Pero tengo que saberlo. Se teme mucho a un choque frontal y apenas se da importancia a una colisión por alcance, cuando en realidad, ambas pueden ser igual de letales.
En un momento concreto, al vehículo que estoy viendo a lo lejos en el carril izquierdo mi perspectiva le da un determinado tamaño. Si este aumenta, es que va más rápido que yo; si aumenta muy rápido, es que va mucho más rápido que yo; si se mantiene el tamaño, vamos a la misma velocidad; y si se reduce es que va más lento con respecto a mí, en cuyo caso no tendré ningún problema por desplazarme al carril que él ocupa; tampoco si vamos a igual velocidad -salvo que esté próximo-, porque en este caso es mejor esperar para no asustarle. Todas estas observaciones suelen parecer muy complicadas, pero de hecho no lo son si nos entrenamos; y este entrenamiento podemos hacerlo de forma sistemática cada vez que nos ponemos al volante, queramos adelantar o no.
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Con las motos debemos tener muchísimo cuidado, las podemos tumbar sin tocarlas. Cruzarse en su trayectoria, en mi opinión, es un acto criminal. Fuente: www.motofichas.com |
Punto de no retorno o cuando abortar la maniobra ya es imposible. Es muy importante determinarlo con mucha precisión antes de realizar ningún adelantamiento, porque evidentemente, podemos errar en alguno de los cálculos de distancias y velocidades, cosa que bien puede suceder por distraernos inoportunamente alguna de las personas que nos acompañan, o el sonido que nos avisa de un mensaje o llamada en el teléfono que debíamos de haber dejado en el maletero y en modo “avión” o en “silencio”, o por mil razones más.
Lo que es seguro es que nos vamos a dar cuenta del error a nada que miremos por el retrovisor interior, o por los destellos o toques de bocina que el otro conductor nos dedique; y con razón, por más que esa persona circule muy por encima da la velocidad máxima permitida y nosotros vayamos justo en el límite, ¿acaso queremos dejar que nos rompa el cuello y nos quedemos tetrapléjicos de por vida?
Ni por un instante debemos pensar: “yo voy bien, allá él, que frene...” ni cosas por el estilo. Sólo hay que centrarse en volver a ocupar el espacio que dejamos a la derecha (si aún está libre, lo más probable, pero hay que verlo) sin bajar velocidad (para evitar el alcance) y frenando en cuanto estemos en la derecha para no chocar con el vehículo al que íbamos a adelantar; no hará falta mucho, basta con igualar su velocidad. Bien, pues hay un punto -para cada circunstancia concreta- a partir del cual es imposible hacer esto.
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Cuando andamos por la acera, ¿se nos ocurre estorbar a quienes van corriendo? ¿Y se han fijado que van más atentos que nadie y que nunca tropiezan con nada? Pues con los coches y en la carretera igual. Fuente: www.werunbarcelona.com |
Si hemos rebasado ese punto, sólo queda acelerar a fondo hasta poder recogernos en la derecha para que el conductor cuya trayectoria hemos interceptado pueda igualar su velocidad con la nuestra y evite el alcance. ¿Les suena aquello de que a la hora de adelantar es necesario tener engranada la marcha adecuada con antelación y asegurarse así una reserva de potencia? Pues con sentido único también puede ser vital.
Ahora, rebasar el punto de no retorno y tener problemas supone haber cometido un error de apreciación de grueso calibre; o una cadena de errores, o no haber mirado siquiera, o, lo que desgraciadamente es mucho más habitual: empecinarnos en hacer una maniobra con alto riesgo de accidente convirtiéndonos en casi absolutamente dependientes de las decisiones que tome una persona a la que ni tan siquiera conocemos y además estamos importunando, cuando no poniendo en peligro, arriesgando nuestra salud y vida en tan absurdo y gratuito empeño, y lo que es peor, la de los familiares y amigos que llevamos, sin olvidar a los ocupantes del vehículo delante del cual nos cruzamos.
Aunque la carretera tenga más de dos carriles en el mismo sentido no debemos obligar a nadie a desplazarse.
- Porque no tenemos ningún derecho a hacerlo.
- Porque igual el otro conductor no puede hacerlo.
- Porque, aunque pueda, quizá le hemos asustado tanto, que verse obligado a frenar fuerte, girar a la izquierda, a la derecha, y recto, le lleva a perder el control y acaba provocando un accidente en el que seguramente nos veremos implicados.
Otra cosa es que, cuando todavía estamos en el carril derecho, el otro conductor decida irse al tercer carril. Bien, sin problema si es porque él lo decide, nunca porque nosotros le obliguemos.
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La actitud del coche oscuro es intolerable y un vicio muy extendido en nuestras carreteras. Fuente: www.antena3.com |
Hacer todo esto es más fácil de lo que parece, sin salir de la autoescuela hay alumnos que logran hacerlo muy bien, y los que no lo consiguen es porque no se dan tiempo. Por otro lado, la forma correcta de actuar en esta y otras maniobras parte de sentir un profundo respeto por los derechos, salud y vida de los demás. Y por sentir lo mismo por el deber, salud y vida propios.
Esteban
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