Comienzo por el final: Nueva Zelanda. De ese lejano país nos llega un vídeo que la mayoría de los medios de comunicación califican como “impactante”. Hasta dudé en verlo, por si contenía escenas especialmente dramáticas o morbosas que evito mirarlas siempre que puedo. Cuando se pasó por mi mente que ese país, a priori, parece bastante paradisíaco y que de sus habitantes tengo la impresión de que conviven muy civilizadamente, se despejaron mis temores y me dispuse a ver el vídeo.
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Monte Cook (3.754 m), Nueva Zelanda. Fuente: www.fondos12.com |
Y me gustó. Me gustó mucho, porque de esa grabación se pueden extraer varias conclusiones que nos resultarán muy útiles e inciden en aspectos bastante sutiles, respecto a los cuales, es fácil que los conceptos a los que aluden, se nos pasen desapercibidos; que nos cueste aprehenderlos y hacerlos nuestros ya que vienen a ser una carga de profundidad en la línea de flotación de nuestro egoísmo.
A continuación pueden ver el vídeo y después lo que yo saco de él.
Por si acaso, dejo aquí enlace para el vídeo.
Creo que de esta corta película podemos y debemos incorporar a nuestro subconsciente cuatro cosas, para que luego modifiquen nuestra actitud y nos hagan crecer como personas y como conductores más seguros. Son estas:
- Evite pensar que la preferencia de paso es un derecho absoluto.
- La culpa puede estar repartida.
- Conversación y diálogo.
- Velocidad.
1. Evite pensar que la preferencia de paso es un derecho absoluto.
Durante muchos años los manuales de conducción que se empleaban en España para aprender a conducir lo decían de forma expresa, desafortunadamente, ya hace tiempo que no lo veo en ninguno. “¿Entonces tengo preferencia o no, en qué quedamos?” He oído millares de veces esta pregunta porque, verdaderamente, parece una contradicción, pero en realidad es una llamada de atención para evitar bajar la guardia. Quien debe cedernos el paso puede:
- No habernos visto.
- Calcular mal nuestra distancia y velocidad.
- Pensar: “Que frenen, no me da la gana de esperar”. Esto también pasa, cuidado.
- Puede calar el coche y quedarse en medio.
- Sufrir una avería que le detenga la marcha de su vehículo súbitamente en el peor momento...
Esto último es muy raro, pero, a mí me pasó una vez dando clase, no nos quedamos en medio porque todavía faltaban un par de metros para llegar al stop cuando el motor se detuvo. En un primer momento parecía que se había calado, aunque de forma extraña, sin tirones previos. Al dar al arranque este funcionaba pero el motor no hacía nada. Después de orillar el coche en una isleta, señalizarlo, etcétera, supuse (vagamente) que se había roto la correa de la distribución, y así fue. Al abrir el tapón del aceite pude ver que el árbol de levas no se movía a pesar de hacerlo el cigüeñal con el motor de arranque, y eso que dicha correa aún estaba lejos de cumplir su kilometraje. Pasó una grúa estando allí de vacío y sin servicio y le pedí que nos llevase al taller.
Así pues, debemos de poder frenar y evitar el accidente si, por lo que sea, el otro incumple su obligación.
Es necesario también desterrar estas o similares frases de nuestra mente:
“Yo voy bien, son los otros los que me tienen que ceder”. “Si pasa algo no es mi culpa”. ¿Y?... ¿Acaso eso nos quitará un ápice del dolor que nos provoque la lesión que suframos? Sería un triste e inútil consuelo, ¿verdad?
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Sí, a la vista de esta señal tenemos preferencia en la próxima intersección, pero sin olvidar que es una señal de peligro. Fuente: agrega.educacion.es |
Un caso de preferencia que sí se debe entender en términos absolutos es el de un tren cruzando un paso a nivel. Ni puede detenerse ni cambiar la trayectoria, ambas cosas le resultan imposibles. Aunque las barreras estén levantadas hay que mirar siempre. Pueden ver dos sustos importantes que tuve en estos lugares aquí.
En España, la señal que más se utiliza para indicarnos que tenemos prioridad es una señal de peligro. Conviene tenerlo muy en cuenta.
Enseñando a conducir, en una primera fase, pido a los alumnos que actúen en función de las normas y de las señales. Cuando les toca, les toca y adelante, claro que yo voy con ellos y tengo doble mando. Una vez que aprenden a desenvolverse bien así, y en una segunda fase, les pido que vayan más allá y hagan como, en referencia a este tema, he indicado más arriba: “Bien, tienes preferencia pero... observa, recaba indicios, estáte preparado, ten respuesta por si... pero sin perder soltura y sin miedo, sólo se trata de adoptar precauciones”. Además, muchos conductores cuando tienen a la vista un coche de autoescuela dan por hecho que pueden hasta tomar un café mientras salen del stop. Curiosamente, esa actitud nos obliga a tener más cuidado a nosotros, cuando conducimos con el letrero puesto, que a los alumnos.
2. La culpa puede estar repartida.
Sigo con el vídeo. En un primer momento, parece claro que el conductor que sale del stop es el responsable del accidente, ¡el otro tiene preferencia! También queda patente la ausencia de mala fe por parte del que debe ceder el paso: se ha detenido, ha mirado a ambos lados... Pero, sin duda, debió repetir más veces la observación; sobre esto se suele insistir mucho en las autoescuelas a pesar de que a los alumnos les cuesta, y es normal, darse cuenta del motivo.
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Con esta señal o sin ninguna, debemos ceder a la derecha. Se ve poco y se ignora mucho, cuidado. Fuente: www.ite.educacio.es |
En no pocas ocasiones, y aprovechando lo fácil que resulta bajar las ventanillas ahora -sólo apretando un botón que está muy a mano-, bajo algo una o las dos con el fin de utilizar el sentido del oído además del de la vista: puede que no vea lo bastante pero sí oiga. Andando en bici es muy útil, y una temeridad usar auriculares para ir escuchando música, por cierto, aunque ojo con los coches eléctricos e híbridos.
A veces, hay como una sensación aparentemente extrasensorial que, sin razón objetiva alguna, me hace estar unos instantes más detenido y, normalmente, en esos casos suele aparecer algún automóvil como si emergiese de repente del asfalto, bastante o muy rápido, que me hace respirar tranquilo por haber esperado esos brevísimos instantes más.
En la película de la que hablamos, hay un momento en el que el conductor que goza de preferencia percibe que el todoterreno se le cruza y no va a poder detenerse antes ni esquivarlo. No le da tiempo. Seguramente porque iba demasiado rápido. Eso es velocidad inadecuada, que puede ser inferior a la máxima permitida, cuidado.
La responsabilidad legal del accidente recaerá totalmente en el conductor que sale del stop, casi con toda probabilidad. Pero, realmente, la responsabilidad moral es de ambos. Eso queda patente en la breve conversación que mantienen los dos conductores.
3. Conversación y diálogo.
Quizá sea lo mejor de la película. Aunque supongo que me pierdo algún matiz porque no sé inglés y dependo de los subtítulos, pero también está el lenguaje corporal de los dos hombres, sus gestos, expresiones y percibo en ellos una situación muy dramática, sí, pero también una ausencia total de hostilidad, un comportamiento ejemplarmente cívico; a pesar del dolor, hablan. No veo, a Dios gracias, la sombra de Caín en sus corazones.
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Duelo a garrotazos, Goya. En las antípodas, lugares y comportamientos. Fuente: wikipedia.org |
Aun siendo inocentes hay qué preguntarse si hicimos algo mal o dejamos de hacer algo bien. Ir más allá del hecho de que el seguro del otro es el que va a pagar, de que en el nuestro nos han dicho que no somos culpables, etcétera. Es muy importante omitir el papel de víctima. Incluso cuando sólo hemos tenido un susto, un pequeño golpe... Es necesario repasar la secuencia completa del accidente, golpe o susto; con el ánimo lo más libre posible de emociones, con asepsia, como un cirujano, como si fuésemos meros testigos, terceras personas; y también retroceder en el tiempo unos cuantos minutos, tal vez hasta algunas horas. Hay que intentar descubrir si cometimos algún error que se pueda relacionar con el suceso, por acción u omisión, y que haya podido ser el germen del mismo. Es necesario hacer esto para tener las máximas posibilidades de que, eso, no nos volverá a ocurrir.
4. Velocidad.
Suceden accidentes graves de este tipo aun yendo a velocidad perfectamente adecuada y sin superar la velocidad máxima permitida, incluso claramente por debajo, vamos, circulando “suave y tranquilo”, de un modo muy parecido al que nuestras autoridades pretenden que conduzcamos ahora “pacificando el tráfico”, que dicen. Pero eso tiene un problema: se va atontado. Y aunque tengamos tiempo y espacio suficientes para poder detenernos y evitar el accidente del que hablamos, lo sufrimos igual porque NO SE REACCIONA. Se está viendo la situación de riesgo con toda claridad pero muchas personas NO se la creen, y en su mente afloran pensamientos que no pocas veces salen de su boca en estos términos: “¿Pero qué hace? Es que hay cada uno...” Y esto es algo que se ve muy bien una y otra vez en un coche de autoescuela. Pero el alumno está aprendiendo y no va solo. Es curioso, que una vez aprende y va solo, su propio gobierno (y en esto coinciden todos) le envíe mensajes una y otra vez para que “no corra”, vaya tranquilo, relajado... ¡NO! Hay que ir en guardia, vivos, preparados, en alerta.
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Aparentemente, esta conductora va muy atenta. Bien. Fuente: www.abc.es |
Además, con la velocidad sucede otra cosa, pues es un concepto muy relativo y una temeridad reducirlo a la simpleza de no pasar de una determinada cifra, ¿y hasta ella, qué? Lo que me interesa decir es que, uno puede ir sobradamente legal pero el conductor que sale del stop lleva un trailer de 16 m que pesa en total 40.000 kg.
Puede hacer la detención perfecta, mirar y remirar, tener visibilidad suficiente, pero hay también una pendiente ascendente que superar. El chófer lo ve todo bien y reanuda la marcha, pero claro, estará un tiempo ocupando toda la calzada, un tiempo muy superior al que emplearía cualquier turismo, y la velocidad que lleve el que va con preferencia puede ser muy adecuada para el caso del turismo pero convertirse muy peligrosamente en lo contrario para el caso del camión. Si sólo se nos ocurre pensar en la “locura” del camionero y en la mala suerte que tenemos, la vamos a tener: Acabaremos empotrados con el camión o fuera de la carretera.
No son pocos los accidentes que hay de este tipo. Legalmente, el camionero será el responsable porque “se saltó un stop”, pero no es cierto. Y el conductor del turismo puede evitar el accidente con tan solo empezar a frenar (con normalidad, de más a menos) en cuanto ve al camión, cuyo conductor, ya estará con la maniobra iniciada y para el caso, viene a ser como el ejemplo del tren del que hablé antes.
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A la vista de esta señal, tenemos preferencia en todas las intersecciones. No indica peligro, pero cuidado. En España se ve muy poco, y generalmente mal colocada. Pues en autopistas, sobra. Es una gran desconocida. Fuente: www.que.es |
El vídeo coincide en esencia y de pleno con un par de cosas que nunca olvidé:
- Una se la oí a mi padre y a sus compañeros desde niño, aparte de que él me la recordó hasta por escrito: “No basta con que tú vayas bien, tienes que evitar chocar con los que van mal.”
- La otra fue una advertencia de un sargento de tráfico en la mili a los nuevos conductores: “No me vengáis con que el otro se saltó un semáforo en rojo, no os cedió el paso, entró en vuestro carril... Si tenéis un accidente, para mí, la culpa siempre será vuestra, y actuaré en consecuencia. No me importa qué digan los seguros, la Guardia Civil, ni el coronel; para mí, la culpa es vuestra. Porque seguro que podías haber hecho algo por evitar el accidente.” Lo que decía aquel sargento -buena persona de la que aprendí mucho- no es cierto en el 100 % de los casos pero le ronda muy cerca. Y no, no tuvimos ningún accidente, gracias a Dios. Tampoco lo tengan ustedes, por favor.
Esteban
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