Antes de entrar en materia quiero contar, que ya a finales de los años setenta, en el puerto de Pajares y en pleno invierno fui testigo de como una pareja de la Guardia Civil de Tráfico ayudaba a poner las cadenas a algunos camioneros. También he visto a agentes de este cuerpo empujar coches a ver si arrancaban, cambiar lámparas, ruedas pinchadas, ingeniosas soluciones para salir del paso y poder llegar hasta el taller más próximo cuando se rompía un cable de acelerador, por ejemplo. En distintos lugares y a todo tipo de usuarios, el abajo firmante incluido. Y detenerse a preguntar: “¿Le pasa algo, le podemos ayudar?” Cuando estaba estacionado fuera de calzada y arcén simplemente para descansar o echar una cabezada. Y sí, también me ha ocurrido esto llevando matrícula vasca y muy lejos de Euskadi, aunque algunos no se lo crean.
Todo lo anterior, excepto lo de las cadenas (no me ha coincidido), lo he visto hacer también a la Ertzaintza de tráfico, incluido ayudar a cambiar ruedas en camiones (no me ha coincidido con la Guardia Civil). Otros tipos de policía de carretera, como hay en Álava, Navarra y Cataluña no he tenido ocasión de verles en esas tareas, pero tampoco tengo ninguna duda de que las lleven a cabo. Entre todos estos cuerpos policiales se controlan las carreteras de España.
Fotograma de una película que vi en su día y me gustó: "Con la piel en el asfalto (Electra Glide in Blue)" Fuente: i.imgur.com |
Dentro de poblado, esta labor la hacen las distintas policías municipales. A estos policías, también les he visto hacer trabajos dignos de admiración y aplauso, por supuesto; pero, en general, su labor en el tráfico en cuanto a profesionalidad y eficacia deja bastante que desear con respecto a la que hacen los policías de carretera. Y este es un problema que tiene mala y difícil solución porque es estructural, la Policía Municipal (o Local o Guardia Urbana) es, valga la redundancia, muy local y muy dependiente del gobierno municipal de turno, que cada cuatro años se somete a elecciones, y cada partido político disputa un voto como un náufrago un salvavidas, lo que es una fuente de problemas que genera arbitrariedades, vicios, injusticias, pésima gestión, inseguridad jurídica, etcétera. Todo ello, se da en menor medida cuanto mayor sea el número de habitantes de una población, y por tanto, su plantilla de Policía Municipal, y viceversa. ¿Quieren un ejemplo? El 1 de julio de 2006 entró en vigor la normativa que regula el permiso por puntos (estamos en 2013) pues aún hay ayuntamientos en donde no se aplica, bastantes. Demasiados. Resulta evidente que un sólo municipio que no aplicase esta normativa justificaría que el Estado devolviese todos los puntos sustraídos y el importe de los cursos (no de las multas) a todas las personas que se han visto obligadas a hacerlos. O todos igual o rompemos la baraja.
Dan ganas de llevar uno de estos sombreros en el coche y regalárselo a algún policía, tal vez de ese modo, se le cure el complejo. Fuente: usuarios.multimania.es |
Considero necesarios estos párrafos a modo de introducción para la entrada, porque tendemos a recordar -según de qué hablemos- sólo lo bueno o sólo lo malo, y esto último es lo que prevalece cuando de la policía se trata. Y sin negar que entre algunos de sus miembros ha habido y hay actuaciones delictivas, normalmente, lo que recordamos como “malo” es que nos han puesto una multa, han ordenado que la grúa se lleve nuestro coche (“si sólo fue un momento...” No, sabes que no y además lo hiciste muchas veces, así que... algún día tenía que ser), etcétera. Es rarísimo que un policía haga una denuncia sin base legal, desde luego yo no lo he conocido, o lo que es lo mismo: siempre que me han multado tenían razón. Otra cosa es que sea justo, pero eso es otra historia de la que el agente no es responsable. También hubo varias ocasiones en que pudiendo denunciarme no lo hicieron.
En todo caso, nada es totalmente blanco ni completamente negro, sino una variedad de grises con tendencia a infinito, y los seres humanos tenemos muchas facetas, como los ojos de una mosca, de la que por cierto nos diferencian unos pocos genes, (lástima de alas), lo que hace que hasta el criminal más abyecto a veces realice una buena obra y el más santo cometa algún pecado. De modo que he relatado sobre cosas buenas y útiles de su trabajo, sin mencionar lo mejor: la labor que prestan en los accidentes de tráfico. Pero esto creo que resulta evidente para todos a pesar de que no siempre se recuerde y valore en su justa medida.
En un lugar semejante a este comencé mi segunda etapa para aprender a conducir. También nos enseñaba un policía municipal, excelente maestro y persona. Fuente: Internet |
En lo que he vivido en la carretera he visto, básicamente, tres tipos de policías con los que nos podemos encontrar: El de la vieja escuela, el padre y el chulo.
El chulo. Empiezo por el último (primero lo más desagradable). Suelen tener un aire a policía tejano de película y debe ser bastante frustrante para ellos tener que vestir un uniforme tan diferente, si al menos les dejaran llevar el sombrero, probablemente serían algo menos infelices y también algo menos chulos. Se muestran más prepotentes con mujeres y jóvenes y es más probable que, estos últimos, entren al trapo ante sus impertinencias. ¡Mucho cuidado! Son un peligro. Conviene aguantar el chaparrón con ánimo templado y cabeza fría, será menos chaparrón; de lo contrario nos lloverá más fuerte al tiempo que costará más resistirse a darle la contestación que se merece y... con la policía nunca se puede ganar, a malas, nunca se gana: son muchos. Siempre lo comentaba en clase de teórica. Además, hay algo que se suele olvidar con demasiada frecuencia y es que, el desacato a la autoridad, es un delito de muy subjetiva definición que puede generar antecedentes penales con mucha más facilidad de lo que creemos, pero se ve muy a menudo en los juzgados. Este tipo de policía abunda más entre los municipales, la estructura (tipo Guardia Pretoriana) que tienen y que mencioné más arriba da mucho más pie para ello.
El padre. No será tan desagradable como el otro pero yo lo llevo peor, es el que menos me gusta de todos. Es el que intenta convencerte a toda costa del gravísimo riesgo mortal en que has puesto a tu familia y a ti mismo por pasar unos pocos kilómetros por hora sobre el límite indicado en una carretera seca, de día, recta, con excelente visibilidad y vacía haciendo que quienes te acompañen -si nada o poco saben de coches y carreteras- te miren como si fueses un asesino. Además engaña mucho, porque parece que cuando se quede a gusto después de echarte la bronca y mostrarse uno arrepentido te absolverá y no pondrá la denuncia, pues no, encima de tener que aguantarle te pone la multa. Tengo la impresión de que están muy repartidos entre los distintos tipos de policías
El de la vieja escuela. Es mi preferido. Suelen ser veteranos, pero he conocido agentes jóvenes con esta actitud y donde más los he visto es en la Guardia Civil. Se acercan, saludan, explican brevemente porqué te denuncian, te piden la documentación, rellenan el formulario y cuando te quieres dar cuenta te están indicando para reanudar la marcha. Me encanta: rápido, fácil y eficaz. Y aunque no lo parezca, son los que mejor te escuchan si tienes algo que alegar, cosa que conviene hacer -si procede- antes de que empiecen a escribir. Si nuestro alegato es coherente, verosímil, lógico y puede “justificar” la infracción, lo más probable es que nos vayamos sin denuncia. Y esta posibilidad, es una razón más para conocer bien las normas y señales.
Mossos d'Esquadra realizando un control de alcoholemia en Cataluña. Fuente: Internet |
Con todos ellos, creo que no está de más tener en cuenta que, normalmente, son impermeables a comentarios del tipo: estoy en el paro; no tengo dinero; si ya antes no llegaba a fin de mes, que será de mí; sepa usted que le está quitando el pan a mis hijos... Aunque sea cierto, tienen que estar muy hartos de haberlo oído, en todo caso, ellos no conducían su coche y estoy convencido de que agradecen que evitemos decirles ese tipo de cosas.
Otra cosa que observé muchas veces: en vías urbanas, durante el día y en las horas más habituales de tráfico, es muy probable que si cometemos una infracción con el vehículo en movimiento aunque se trate de un semáforo que nos pasamos en rojo (luz recién encendida o casi) y aunque nos vea un guardia, lo más probable, es que no nos diga nada. Pero esa misma infracción, de noche y prácticamente sin tráfico, no nos la pasan. Nos paran. Y muchas veces nosotros no los vemos pero ellos a nosotros sí. Se hace como muy evidente la falta, en esas condiciones y a esas horas, en las que además, resulta muy tentador pasar un semáforo rojo en un cruce con visibilidad al que nadie se acerca y tan próximo a casa. Cuidado.
Gendarme francés, lo poco que le veo la cara se me antoja simpático y agradable. Y el Alpine... Siempre me ha gustado ese coche. Fuente: Internet |
Después de habernos parado la policía es muy importante ser conscientes de que hay que proseguir viaje. Aun estando cerca de nuestro destino, es fundamental evitar conducir dándole vueltas a la cabeza con: si hubiésemos ido por... o parado en... Y cosas por el estilo. Ya no tiene arreglo, todavía estamos en la carretera y cada pequeña fracción de atención que dejemos de prestar a la misma aumenta significativamente el riesgo de accidente. Conviene abrir un paraguas que nos proteja de reproches propios... y ajenos.
Esteban
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