martes, 30 de abril de 2013

ARQUETIPOS DE POLICÍAS


Antes de entrar en materia quiero contar, que ya a finales de los años setenta, en el puerto de Pajares y en pleno invierno fui testigo de como una pareja de la Guardia Civil de Tráfico ayudaba a poner las cadenas a algunos camioneros. También he visto a agentes de este cuerpo empujar coches a ver si arrancaban, cambiar lámparas, ruedas pinchadas, ingeniosas soluciones para salir del paso y poder llegar hasta el taller más próximo cuando se rompía un cable de acelerador, por ejemplo. En distintos lugares y a todo tipo de usuarios, el abajo firmante incluido. Y detenerse a preguntar: “¿Le pasa algo, le podemos ayudar?” Cuando estaba estacionado fuera de calzada y arcén simplemente para descansar o echar una cabezada. Y sí, también me ha ocurrido esto llevando matrícula vasca y muy lejos de Euskadi, aunque algunos no se lo crean.

Todo lo anterior, excepto lo de las cadenas (no me ha coincidido), lo he visto hacer también a la Ertzaintza de tráfico, incluido ayudar a cambiar ruedas en camiones (no me ha coincidido con la Guardia Civil). Otros tipos de policía de carretera, como hay en Álava, Navarra y Cataluña no he tenido ocasión de verles en esas tareas, pero tampoco tengo ninguna duda de que las lleven a cabo. Entre todos estos cuerpos policiales se controlan las carreteras de España. 

Fotograma de una película que vi en su día y me gustó:
"Con la piel en el asfalto (Electra Glide in Blue)"
Fuente: i.imgur.com
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Dentro de poblado, esta labor la hacen las distintas policías municipales. A estos policías, también les he visto hacer trabajos dignos de admiración y aplauso, por supuesto; pero, en general, su labor en el tráfico en cuanto a profesionalidad y eficacia deja bastante que desear con respecto a la que hacen los policías de carretera. Y este es un problema que tiene mala y difícil solución porque es estructural, la Policía Municipal (o Local o Guardia Urbana) es, valga la redundancia, muy local y muy dependiente del gobierno municipal de turno, que cada cuatro años se somete a elecciones, y cada partido político disputa un voto como un náufrago un salvavidas, lo que es una fuente de problemas que genera arbitrariedades, vicios, injusticias, pésima gestión, inseguridad jurídica, etcétera. Todo ello, se da en menor medida cuanto mayor sea el número de habitantes de una población, y por tanto, su plantilla de Policía Municipal, y viceversa. ¿Quieren un ejemplo? El 1 de julio de 2006 entró en vigor la normativa que regula el permiso por puntos (estamos en 2013) pues aún hay ayuntamientos en donde no se aplica, bastantes. Demasiados. Resulta evidente que un sólo municipio que no aplicase esta normativa justificaría que el Estado devolviese todos los puntos sustraídos y el importe de los cursos (no de las multas) a todas las personas que se han visto obligadas a hacerlos. O todos igual o rompemos la baraja.

Dan ganas de llevar uno de estos sombreros en el coche y regalárselo a algún policía,
tal vez de ese modo, se le cure el complejo.
Fuente: usuarios.multimania.es
Considero necesarios estos párrafos a modo de introducción para la entrada, porque tendemos a recordar -según de qué hablemos- sólo lo bueno o sólo lo malo, y esto último es lo que prevalece cuando de la policía se trata. Y sin negar que entre algunos de sus miembros ha habido y hay actuaciones delictivas, normalmente, lo que recordamos como “malo” es que nos han puesto una multa, han ordenado que la grúa se lleve nuestro coche (“si sólo fue un momento...” No, sabes que no y además lo hiciste muchas veces, así que... algún día tenía que ser), etcétera. Es rarísimo que un policía haga una denuncia  sin base legal, desde luego yo no lo he conocido, o lo que es lo mismo: siempre que me han multado tenían razón. Otra cosa es que sea justo, pero eso es otra historia de la que el agente no es responsable. También hubo varias ocasiones en que pudiendo denunciarme no lo hicieron. 

En todo caso, nada es totalmente blanco ni completamente negro, sino una variedad de grises con tendencia a infinito, y los seres humanos tenemos muchas facetas, como los ojos de una mosca, de la que por cierto nos diferencian unos pocos genes, (lástima de alas), lo que hace que hasta el criminal más abyecto a veces realice una buena obra y el más santo cometa algún pecado. De modo que he relatado sobre cosas buenas y útiles de su trabajo, sin mencionar lo mejor: la labor que prestan en los accidentes de tráfico. Pero esto creo que resulta evidente para todos a pesar de que no siempre se recuerde y valore en su justa medida.

En un lugar semejante a este comencé mi segunda etapa para aprender a conducir.
También nos enseñaba un policía municipal, excelente maestro y persona.
Fuente: Internet
En lo que he vivido en la carretera he visto, básicamente, tres tipos de policías con los que nos podemos encontrar: El de la vieja escuela, el padre y el chulo.

El chulo. Empiezo por el último (primero lo más desagradable). Suelen tener un aire a policía tejano de película y debe ser bastante frustrante para ellos tener que vestir un uniforme tan diferente, si al menos les dejaran llevar el sombrero, probablemente serían algo menos infelices y también algo menos chulos.  Se muestran más prepotentes con mujeres y jóvenes y es más probable que, estos últimos, entren al trapo ante sus impertinencias. ¡Mucho cuidado! Son un peligro. Conviene aguantar el chaparrón con ánimo templado y cabeza fría, será menos chaparrón; de lo contrario nos lloverá más fuerte al tiempo que costará más resistirse a darle la contestación que se merece y... con la policía nunca se puede ganar, a malas, nunca se gana: son muchos. Siempre lo comentaba en clase de teórica. Además, hay algo que se suele olvidar con demasiada frecuencia y es que, el desacato a la autoridad, es un delito de muy subjetiva definición que puede generar antecedentes penales con mucha más facilidad de lo que creemos, pero se ve muy a menudo en los juzgados. Este tipo de policía abunda más entre los municipales, la estructura (tipo Guardia Pretoriana) que tienen y que mencioné más arriba da mucho más pie para ello.

El padre. No será tan desagradable como el otro pero yo lo llevo peor, es el que menos me gusta de todos. Es el que intenta convencerte a toda costa del gravísimo riesgo mortal en que has puesto a tu familia y a ti mismo por pasar unos pocos kilómetros por hora sobre el límite indicado en una carretera seca, de día, recta, con excelente visibilidad y vacía haciendo que quienes te acompañen -si nada o poco saben de coches y carreteras- te miren como si fueses un asesino. Además engaña mucho, porque parece que cuando se quede a gusto después de echarte la bronca y mostrarse uno arrepentido te absolverá y no pondrá la denuncia, pues no, encima de tener que aguantarle te pone la multa. Tengo la impresión de que están muy repartidos entre los distintos tipos de policías

El de la vieja escuela. Es mi preferido. Suelen ser veteranos, pero he conocido agentes jóvenes con esta actitud y donde más los he visto es en la Guardia Civil. Se acercan, saludan, explican brevemente porqué te denuncian, te piden la documentación, rellenan el formulario y cuando te quieres dar cuenta te están indicando para reanudar la marcha. Me encanta: rápido, fácil y eficaz. Y aunque no lo parezca, son los que mejor te escuchan si tienes algo que alegar, cosa que conviene hacer -si procede- antes de que empiecen a escribir. Si nuestro alegato es coherente, verosímil, lógico y puede “justificar” la infracción, lo más probable es que nos vayamos sin denuncia. Y esta posibilidad, es una razón más para conocer bien las normas y señales.

Mossos d'Esquadra realizando un control de alcoholemia en Cataluña.
Fuente: Internet
Con todos ellos, creo que no está de más tener en cuenta que, normalmente, son impermeables a comentarios del tipo: estoy en el paro; no tengo dinero; si ya antes no llegaba a fin de mes, que será de mí; sepa usted que le está quitando el pan a mis hijos... Aunque sea cierto, tienen que estar muy hartos de haberlo oído, en todo caso, ellos no conducían su coche y estoy convencido de que agradecen que evitemos decirles ese tipo de cosas.

Otra cosa que observé muchas veces: en vías urbanas, durante el día y en las horas más habituales de tráfico, es muy probable que si cometemos una infracción con el vehículo en movimiento aunque se trate de un semáforo que nos pasamos en rojo (luz recién encendida o casi) y aunque nos vea un guardia, lo más probable, es que no nos diga nada. Pero esa misma infracción, de noche y prácticamente sin tráfico, no nos la pasan. Nos paran. Y muchas veces nosotros no los vemos pero ellos a nosotros sí. Se hace como muy evidente la falta, en esas condiciones y a esas horas, en las que además, resulta muy tentador pasar un semáforo rojo en un cruce con visibilidad al que nadie se acerca y tan próximo a casa. Cuidado.

Gendarme francés, lo poco que le veo la cara se me antoja simpático y agradable.
Y el Alpine... Siempre me ha gustado ese coche.
Fuente: Internet
Después de habernos parado la policía es muy importante ser conscientes de que hay que proseguir viaje. Aun estando cerca de nuestro destino, es fundamental evitar conducir dándole vueltas a la cabeza con: si hubiésemos ido por... o parado en... Y cosas por el estilo. Ya no tiene arreglo, todavía estamos en la carretera y cada pequeña fracción de atención que dejemos de prestar a la misma aumenta significativamente el riesgo de accidente. Conviene abrir un paraguas que nos proteja de reproches propios... y ajenos. 

Esteban

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martes, 23 de abril de 2013

SANT JORDI 2013


Mi tía Tere fue maestra sin escuela ni título. Mi tía Tere me enseñó a leer. 

Mi tía Tere, me recitó muchas veces siendo niño los versos que hoy dejo aquí a modo de celebración de un día que me resulta especial y querido. Y los declamaba siempre que se lo pedía, hasta cuando el tiempo de mi infancia -cronológicamente- quedó muy lejano.

Lo hacía tan bien y disfrutaba tanto que todavía puedo escucharla... Acérquense, les gustará.


(Rubén Darío)

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar:
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.

Éste era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes,

un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.

Una tarde la princesa
vió una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Pues se fué la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?"

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
"Fuí a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad."

Y el rey clama: "¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar."

Y dice ella: "No hubo intento;
yo me fuí no sé por qué;
por las olas y en el viento
fuí a la estrella y la corté."

Y el papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver."

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: "En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí."

Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento. 


Esteban

jueves, 18 de abril de 2013

ME PARA LA POLICÍA. ¿QUÉ HAGO?

Pare. Ante todo, pare. Resulta obvio, sin embargo no es tan raro que un conductor haga caso omiso a la orden de alto de un agente de tráfico, y sin haber tomado alcohol u otro tipo de drogas. ¿Despiste?, ¿no entiende la orden, generalmente tan explícita?, ¿o simplemente no se lo cree? Parecerá una bobada, pero yo apostaría más por esta última opción. Lo he visto muchas veces en las clases de coche, a personas de todo tipo y condición. En una situación tranquila, ven con tiempo de sobra una señal (en algunos casos incluso barreras de un paso a nivel a punto de bajar) y siguen como si no existiera. Entonces le preguntas, por si acaso, más que nada para asegurarte tu propia observación: ¿Has visto la señal? Sí, contestan. Y, ¿por qué no has hecho caso? No sé... Bueno, qué más da, ¿no? Después de ver esto muchas veces y de hablar con muchos alumnos tranquilamente de ello, sin que den una explicación mínimamente razonable de su desconcertante actitud, he llegado a la conclusión de que sencillamente no se lo creen. 
Policía Foral de Navarra
Fuente: www.navarra.es
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Dentro y fuera de la autoescuela, muchas personas (conductores prácticamente todos y no conductores la mayoría) conocen más que suficientemente bien las normas y señales de tráfico, al menos las básicas, las que realmente se utilizan en el día a día a la hora de conducir. Pero no tienen arraigada la autodisciplina de cumplirlas. No se las creen, porque sólo las han aprendido con la idea de superar un examen (el de teórica) porque generalmente olvidan que también hacen falta para el siguiente examen (el de circulación), sin pararse a pensar por qué y para qué existen, sin ser totalmente conscientes de que son un factor básico de seguridad, de su propia seguridad; salvo cuando razones de supervivencia aconsejen obviarlas, claro. 

El hecho de estar en movimiento y dentro de un coche crea una fuerte sensación de impunidad que conviene controlar, que se resiste mucho a ser percibida conscientemente y que casi siempre es muy falsa. Esa es la raíz de una idea que creo que pesa mucho en el subconsciente colectivo: “Tú preocúpate de sacar el carné que luego haces lo que te dé la gana, hombre. Como todo el mundo”. Una auténtica falacia que ha hecho y hace mucho daño.

Bien, pues pare, por favor. Cualquier otra opción será claramente peor y complicará notablemente las cosas. Pare con calma y sosiego, pero diligentemente, sin precipitarse y en el lugar que le indiquen, o casi, casi; tampoco se trata de sacar sobresaliente en la ejecución de esa maniobra, basta con no suspender. 
Guardia Civil de Tráfico
Fuente: Internet
Hay algo muy importante que da lugar a cometer errores muy notables, y que puede ser peligroso (los guardias son personas de carne y hueso y están a pie de carretera, son peatones, y muy vulnerables), y es que, desde que se ve la orden de detención y hasta que nos detenemos completamente, en la cabeza de muchos conductores empieza a funcionar frenéticamente una calculadora intentando saber cuánto se debe, cómo podremos pagarlo, con todo lo que tenemos encima, si nos aplicarán algún descuento, si nos quitarán algún punto. ¿Tendremos que hacer un curso de esos...? Y también hay que pagar... 

Si llevamos pasajeros, seguramente se sumarán a nuestras especulaciones en voz alta, las de los niños suelen ser muy alarmantes: ¡Jo! Te van a esposar, ¿y tenemos que ir todos a la cárcel? Yo no quiero ir a la cárcel... Todo esto, naturalmente, suele ir acompañado de un sentimiento de ser víctimas de una terrible injusticia, que por momentos y alternativamente, nos provoca una contenida ira o nos hace sentir profundamente desvalidos. Es necesario evitar que todas estas emociones tomen por asalto nuestro ánimo, todavía no nos hemos detenido y suceden en muy pocos segundos. Es necesario mantener la cabeza fría y atenta solamente a ejecutar una sencilla maniobra, hay una persona delante de nuestro coche, podemos hacerle daño. Cuidado. Y luego dicen que los funcionarios no hacen nada, pues vaya. Ya me gustaría ver a tantos que hablan por hablar torear en el asfalto, y aún queda lidiar con conductor y pasajeros, tan “justamente indignados”.

Ertzaintza de Tráfico del País Vasco
Fuente: www.noticiasdealava.com
Es necesario mentalizarse bien en cómo hacer para mantener la cabeza fría y ejecutar bien la maniobra. Hay otros motivos distintos a poner una multa por los que nos pueden parar, muchas veces se trata de controles de documentación, alcohol u otras drogas. Sea por lo que fuere, una vez tenemos el coche quieto, es importante tener en cuenta unas elementales normas de educación y cortesía que, por más que tantos las detesten tachándolas de hipócritas, cínicas, etcétera, la realidad es que sirven para hacernos la vida un poco más agradable y para tender puentes de comunicación entre las personas, máxime cuando se conocen por primera vez y la relación es puramente profesional. Personalmente, siempre trato de usted a la policía, aunque me tuteen, cosa muy rara y que vagamente recuerdo en uno o dos casos por parte de algún policía municipal. Lo que digo a continuación no está escrito en ningún BOE, pero son indicaciones que considero muy lógicas, que siempre aconsejé y que yo mismo me aplico, por supuesto:
  • Baje la ventanilla por completo, 

  • Apague la radio, conviene oírnos bien. 

  • Quite las gafas de sol (aunque el guardia no lo haga), mejor que pueda verle los ojos y ser fácilmente identificable. 

  • Responda al saludo, recuerde el refrán: “Más moscas se cazan con miel que con hiel”.

  • Siga las indicaciones que le dé el guardia, y si no: pare motor, freno de mano y ponga primera o marcha atrás.

  • No se quite el cinturón, salvo que tenga que bajarse del coche por alguna razón: la documentación está en el maletero, por ejemplo.

  • Déle la documentación que le pida, y escuche

  • Si es de noche, antes de que el policía llegue a la altura de su puerta, encienda la luz interior y apague la de cruce o corto alcance, pero mantenga encendidas las de posición y emergencia. De este modo, el agente puede ver algo del interior del vehículo (con la luz de cruce encendida no verá nada hasta que llegue a su ventanilla), conviene inspirarle tranquilidad y confianza, tenga en cuenta que usted sabe con quien trata, pero él (o ella) no. Por la misma razón, también es aconsejable mantener las manos a la vista (ambas sobre la parte superior del volante están bien) y no hay motivo para precipitarse en abrir la guantera.


Mossos d'Esquadra de Cataluña
Fuente: www.lyl-ingeniería.com
Esa mujer o ese hombre que le ha dado el alto, tan solo hacen su trabajo, aunque a veces conlleve cumplir con la desagradable orden (me consta que muchos policías así lo sienten) de esconder un coche en un tramo sin ninguna dificultad con el único fin de detectar algún inofensivo exceso de velocidad. Esa persona que tiene delante de usted vestida con uniforme, quizá hoy le denuncie y le cause un perjuicio, pero un día (Dios no lo quiera), tal vez arriesgue su vida por salvar la suya.

Por ley, la palabra de un agente, en materia de tráfico, da fe de un hecho. Es decir, que entre su palabra y la suya, siempre va a prevalecer la de él, salvo irrefutable prueba en contrario, lo que es prácticamente imposible y además tendría que validarla un juez.

Tanto si sabemos que nos han detectado cometiendo una infracción, como si no, ¿por qué exhibir modales de mal perdedor? Conocemos las reglas, si hemos infringido alguna hay que asumir las consecuencias. Que sea justo o injusto es otra historia, pero para que el agente formule la denuncia basta con que sea legal, y es sumamente improbable que el policía se equivoque en este punto, no obstante, si estamos seguros de que ha cometido un error, yo se lo mostraría sin hacer ostentación -sería muy poco inteligente y además nadie es perfecto-, aquí viene como anillo al dedo tener un profundo conocimiento de las normas y de las señales. También hay ocasiones en que cometemos una infracción para evitar un mal mayor, un muy probable accidente, pues explicamos nuestra versión de los hechos. Siempre que hice ambas cosas, teniendo base para ello, naturalmente, con sinceridad y franqueza, siempre, me han escuchado y siempre decidieron omitir la denuncia, aplicándome en alguna ocasión el famoso principio: in dubio pro reo.

Miñones de Álava
Fuente: www.elcorreo.com
Llegado el momento, en clase de teórica, preguntaba siempre a los alumnos si alguno había tenido en alguna ocasión trato con algún policía (profesional, me refiero, solía aclarar) y la respuesta, casi siempre y por parte de casi todos, era negativa. Bien, pues tened en cuenta que cuando se conduce, tarde o temprano, trataréis con algún policía. Conviene revisar los prejuicios que tenemos con respecto a estas personas y a que la sociedad se dote de sus servicios, porque a veces, es falso que trabajen por nuestra seguridad, sí. Pero otras es tan cierto, que hasta pierden su vida por salvar la tuya. 

Esteban

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sábado, 6 de abril de 2013

GLORIETAS Y ROTONDAS O LA TIRANÍA DEL MEDIOCRE

Hace unos pocos días, un amigo de la página de Facebook de Oye Radio Ibaizabal Nervión y de la mía, colgó en su muro un dibujo que encontró en en el Facebook de una autoescuela de Barcelona con la noble y muy de agradecer intención de aclarar las trayectorias que, en una glorieta o rotonda, son correctas o no.

Se agradece la intención y la atención, lo reitero, por supuesto. Pero, discrepo totalmente del contenido de ese dibujo. A día de hoy, NO existe ni ha existido nunca ninguna norma que obligue a circular por el carril de más a la derecha se vaya a donde se vaya. Además, si la hubiese, ¿a cuenta de qué ponen  a veces más de un carril dentro?, ¿están de adorno? Es cierto que, como norma general, y por muchos carriles que tenga una vía, debemos circular por el carril de más a la derecha; pero también lo es, que dentro de poblado y con carriles delimitados por marcas viales, se  permite circular por el que más convenga a nuestro destino y, que además, en esas circunstancias, hasta se permite adelantar por la derecha. La mayoría de las glorietas, o rotondas, naturalmente, están en poblado. Así pues, no se puede dar por bueno ese esquema.
Fuente: Facebook

Personalmente, si en una rotonda que da acceso a cuatro vías voy a la derecha (1ª salida), siempre voy por el carril de más a la derecha; si voy de frente (2ª salida), generalmente, también; si voy a la izquierda (3ª salida), por el carril central o izquierdo; y si hago cambio de sentido por el carril izquierdo o central. En los dos últimos casos, antes de abandonar la rotonda tendré que cambiar (más bien cruzar) uno o dos carriles y, por supuesto, no debo molestar a nadie que esté circulando por ellos; mas a poco que observe bien y me coordine no estorbaré a nadie. En caso de duda o error, antes de correr el riesgo de tener un accidente, mantengo posición, sigo rodeando la glorieta, y en paz. A semejanza de como hace el piloto de un avión cuando tiene algún problema al aterrizar: potencia, al aire y vuelta a intentarlo. 

Resulta evidente que quien cambia o cruza un carril debe ceder el paso escrupulosamente a quien esté utilizando ese carril. No tiene más. Y es bastante más fácil de lo que parece; basta con tener un dominio suficiente del vehículo (se supone que totalmente al alcance del conductor medio), observar y preparar la entrada a la rotonda con antelación (fundamental) y repetir la observación dentro generosamente. Es decir: trabajar la observación antes y durante el paso de la intersección. Una rotonda es un cruce normal y corriente en el que ponen una maceta en medio, generalmente, con la inconfesable finalidad de dar trabajo y repartir beneficios entre algún constructor y el edil correspondiente. Esto lo sabemos todos, si no, ¿por qué hay tantas rotondas que son una auténtica fuente de problemas?


Desde siempre, y hasta hace muy pocos años, en examen de circulación las rotondas se pasaban como dije en el párrafo anterior. En Vizcaya, allá por el 2006 ó 2007, un examinador en concreto comenzó a calificar como correcto el hacerlo siempre y en todo caso por el carril de más a la derecha; paulatinamente, ese criterio fue adoptado por el resto de sus compañeros, pero, curiosamente, la Jefatura Provincial de Tráfico de Vizcaya, en ningún momento envió una circular a las autoescuelas para avisarnos por escrito del cambio de criterio, como siempre hacía en esos casos. Muy curioso. Yo me enteré del cambio por algunos colegas, pero desde luego estaba totalmente determinado a no quedarme de brazos cruzados si me suspendían a un alumno por esa razón, como si tengo que ir a Estrasburgo. No ocurrió. En lo que yo he visto, los examinadores fueron siempre bastante tolerantes con el incumplimiento de su “nueva norma”, es más, en no pocas ocasiones y en rotondas grandes y delicadas (Aparcavisa, Artaza...) indicaban con todo lujo de detalles al alumno cómo y qué debían hacer en ellas. 

En todas las provincias se empezó a aplicar esta norma de hecho, pero NO de derecho, en los exámenes. ¿Por qué? Siento en el alma que no lo pueda probar pero, en mi opinión, esta idea se fraguó en la Cátedra de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia, que tenía y tiene (creo) como responsable al señor Luis Montoro. Este señor, tuvo una comunicación muy fluida (y muy influyente) con el que fue Director General de Tráfico desde 2004 (Pere Navarro) durante dos legislaturas consecutivas y nefastas. El caso es que, en mi opinión, esto de pasar las rotondas siempre y para todo por la derecha, fue una ocurrencia de Montoro que a Pere Navarro le pareció muy bien y lo impusieron como criterio de examen en todas las jefaturas. Del señor Montoro leí bastante (escrito y firmado por él, me refiero) y estoy en condiciones de afirmar que, por lo que dice, es obvio que no sabe lo que es la carretera. Vamos, que jamás iría con ese señor de pasajero.

Esto es otra cosa.
Fuente: Internet.
Esta decisión adoptada por la DGT sin sustento jurídico alguno, en sí misma, es un auténtico escándalo. Y no solo provoca largas y estériles discusiones en la barra de un bar, genera también cientos de verdaderas situaciones de riesgo cada día y accidentes, no sé si a diario, pero varios en cada semana, seguro. Perfecto ejemplo -y uno de tantos- de cómo velan por nuestra seguridad. Y hablo en presente, porque la actual cúpula directiva de la DGT mantiene una política continuista con la anterior, no en vano, el actual Ministro del Interior (Jorge Fernández) ha manifestado (en la noticia dejé comentario: el nº 10) públicamente admiración y amistad con el Director General de Tráfico anterior y lamentado su cese, hasta el punto, de que en mi opinión, la actual Directora General (señora María Seguí) está atada de pies y manos por el mencionado ministro. Con esta forma de actuar la DGT ha logrado un hecho inaudito: que el grupo de conductores más decididos a cumplir con las normas se divida entre los que aprobaron el examen para su permiso de conducir antes de Pere Navarro (mayoría) y los que que lo hicieron después. Con el agravante, de que el segundo grupo siembra la duda en buena parte del primero. ¿Se imaginan las animadas discusiones que tendrán padres e hijos cuando se vean conducir unos a otros? Fuera del coche no supone riesgo. Dentro, in situ, son un peligro real y concreto añadido a una situación delicada en sí misma. Y lo provocan quienes dicen ocuparse de nuestra seguridad... Gracias, pero no, prefiero cuidarme solo.

Tal como acabo de exponer, la DGT es la máxima responsable del alegal despropósito descrito pero en esta farsa comparten escenario (y responsabilidad) otros dos actores: usuarios y profesores de autoescuela.

Grabaré el paso por estas tres rotondas en cuanto deje de llover, son rápidas y con tres carriles.
Fuente: Google Maps
Usuarios. Entre estos hay una especie de lobby, generalmente, formado por el grupo que obtuvo su permiso de conducir de 2007 -aproximadamente- para acá. Generalmente, hacen gala de una actitud extremadamente intolerante que despierta vivamente mi atención: ¿Por qué tanto empeño en perseguir el cumplimiento de una “norma” al pie de la letra arriesgando su vida (imagínense rodear una glorieta con tres carriles -muy probablemente- grande y rápida) por el carril exterior en un cambio de sentido? Cada vez que tapona una entrada/salida asume el riesgo de que le partan en dos, literalmente, Sin embargo, con qué suicida orgullo se les ve dar la vuelta al ruedo. ¡Olé!

Creo que quienes así actúan, en su mayoría, lo hacen por comodidad y miedo, por pura vagancia. Ni saben conducir ni quieren aprender. Aparentemente es lo más fácil: carril derecho a donde quiera que vaya, todos los demás han de cederme el paso, si pasa algo... Si pasa algo: ¡es su culpa! Qué paz debe sentirse en otro mundo llegando a él con esta convicción; qué felicidad vivir lleno de limitaciones en este sabiendo que la culpa es de otro. Disculpen la ironía, pero no la quiero reprimir. He oído miles de veces “pero no es mi culpa” a mis alumnos y les contestaba más o menos lo mismo que ahora dije. Durante parte del aprendizaje, es lógico: están aprendiendo, no tienen permiso, a veces la presión interna y externa es excesiva... Lo importante es desterrar esa idea antes de poder conducir solos. Mantenerla después de obtener el permiso, es muy grave, porque salvo contadas excepciones, sin duda, conducirá a un accidente.

Profesores de autoescuela. Me consta que muchos de mis colegas abrazan con entusiasmo el criterio de Tráfico que aquí vengo criticando. Es lo más fácil: llevar siempre al alumno por el carril de más a la derecha, ya se encargarán ellos de conjurar el peligro con buena observación y actuando sobre volante y/o doble mando si es preciso. Después, qué importa lo que pueda pasar, ellos ya no van en el coche. Pues debería, debería importarles y mucho; por un mínimo de honestidad y decencia, para empezar. O, como mínimo, porque “hay que enseñar bien a los alumnos aunque sólo sea porque algún día te vas a encontrar con ellos en la carretera”, esto lo dijo hace años un buen profesor (Antonio) en una reunión intentando (sin éxito) que la mayoría pensasen en algo más que el dinero.

Plaza de Federico Moyúa, también conocida como plaza elíptica, en Bilbao.
Fuente: www.elcorreo.com

Detesto la actitud expuesta de muchos profesores, pero hay otra que todavía llevo peor, la de los que escriben en sitios de Internet, incluso en la revista de Tráfico dando por santo y bueno toda iniciativa sobre tráfico que provenga de organismos oficiales. Es... tan repulsivamente servil. Sobre el tema que hoy me ocupa, y contrariamente a lo que hacen en otros, no ponen como ejemplo lo que hacen en ningún otro país allende los Pirineos. Curioso. Muchos profesores argumentan también que, claro, el examinador... Pues hombre, la persona que examina, rara vez intenta imponer su criterio de un modo arbitrario; pero es que además, esa persona, su coordinador, el Jefe Provincial... Son personas, se puede hablar con ellas, exponer argumentos, protestar sus decisiones por escrito y formalmente si es preciso. Hay asociaciones de profesores, de autoescuelas, de examinadores... que si hiciesen algo más que mirar sus propios ombligos, podrían lograr que la DGT se pensase seriamente muchas de las peregrinas ideas que propone e impone.

Bulevar Manises, Paterna (Valencia).
Fuente: www.cmdingenieros.com

Casi olvido decir, que quienes defienden circular por el carril derecho a toda costa y se les pregunta para qué están los demás, contestan que para adelantar. Y se quedan tan anchos. Bien, no es imposible, no está prohibido (salvo señales concretas), pero desde luego, adelantar en una glorieta es una maniobra claramente atípica y muy excepcional. Tanto, que se pueden realizar “adelantamientos” a velocidades iguales: el que circule por el carril interior recorre menos espacio que quien lo hace por el exterior. En fin.

Hay otro aspecto de este asunto que también llama poderosamente mi atención, y es la extendida idea de que las glorietas, rotondas, redondas, o como quieran llamarlas es un invento reciente. Hace muchos siglos que existen plazas con fuentes, monumentos, jardines... Cierto que ahora hay muchas más, pero no es nada nuevo. Y dicho sea de paso, más de la mitad sobran, estorban, crean problemas. En muchas poblaciones, se puede ver durante la noche que el camión de la basura, el que pasa regando... en algunas glorietas, sólo pueden pasar si entran en ellas hacia la izquierda. ¿No saben que hay planos, no miden, no piensan...? He visto con mis ojos cómo recién construida una glorieta tuvieron que desplazarla unos metros porque a los autobuses que iban a una escuela cercana les era imposible pasar, me coincidió ser testigo del surrealista momento en que la Policía Municipal comprobaba los infructuosos intentos que hacían los conductores de los autobuses por pasar; y no, no había otro camino. Cuando vemos que tiran el dinero común de un modo tan evidente y a la vista de todos, da miedo pensar qué ocurre con lo que no vemos. Pero en fin, eso es otra historia.

Esteban