Riglos es un hermosos pueblo situado al noroeste de la ciudad de Huesca, famoso por sus peculiares montañas denominadas “mallos” que albergan unas clásicas vías de escalada en España.
Salí de Riglos una tarde por un camino diferente al que había utilizado para entrar, la calle me llevaba en pendiente descendente y en trazado algo sinuoso hasta una zona -ya casi llana- donde me encontré con un paso a nivel dede donde veía la estación al otro lado, hacia la izquierda, si mal no recuerdo.
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Los Mallos de Riglos. Fuente: pinturasdelpirineoaragones.blogspot.com.es |
El paso a nivel estaba regulado con barreras automáticas y éstas estaban arriba con luces y timbre apagados, pero paré, porque el espacio que tenía que cruzar perpendicular a las vías era enorme, de los más grandes que recuerdo haber visto. Había unas cuantas vías y las uniones entre ellas y el asfalto estaban muy rotas formando baches grandes y profundos que obligaban a pasar muy, muy lentamente so pena de dejar alguna rueda en ellos y quizá algo más. Según estudiaba el terreno pude ver que al andén de la estación llegaban bastantes personas, lo que entendí como un signo inequívoco de que en poco tiempo llegaría algún tren; muy probablemente, antes de que terminase de cruzar, así que hice un cambio de sentido y salí de Riglos por otra parte. No recuerdo haber visto nunca un paso a nivel tan difícil y peligroso, tanto, que no lo pasé y me di la vuelta. Muchas veces vale la pena parar (orillados, para no estorbar a nadie) y observar.
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Peatones cruzando con las barreras bajadas. Fuente: www.elperiodico.com/es/ |
También hay que detenerse antes de franquear un paso a nivel sin barreras, ¡siempre! Además, encontraremos una señal de “STOP” obligándonos a ello. Pero aunque no la hubiese, sin barreras, hay que detenerse siempre. Mirar, y si comprobamos que no se ve, escuchar muy bien. Vamos, en plan indio, pero sin apoyar la cabeza en el rail. Esto último lo digo, porque he visto muchas veces en carreteras secundarias de Castilla (“la vieja”, ahora Castilla y León) pasos a nivel en los que el punto donde se cruza carretera y vía es la “cumbre” de un cambio de rasante en nuestra carretera, muy corto, pero de pendiente muy pronunciada, debido a que las vías del tren están situadas a mayor altura sobre el terreno y la carretera por la que vamos. De modo, que detenidos en el lugar adecuado, parece que estamos en una rampa de lanzamiento de cohetes. Provoca una sensación extraña, puede distraer (¡CUIDADO!) y se ve poco y con dificultad, si además, en los bordes de las vías hay vegetación silvestre un poco crecida, la visibilidad es nula. Pero el tren se oye bien, se apagan radio y música si estaban encendidas, se bajan ambas ventanillas delanteras y escuchamos unos instantes, una vez seguros de que no se oye el tren por ninguna parte, cruzamos con decisión. También nos puede ayudar en esto una persona de las que nos acompañe en el coche, que se baje del mismo y nos indique, pero es un asunto delicado, desde luego nunca niños ni ancianos y con el resto habría que pensárselo. Es algo muy sencillo, evidentemente, pero nadie se debe permitir el más mínimo error de observación ni de indicación, tampoco se pueden admitir bromas en esto. Y es muy probable que las personas que nos acompañen crean que somos muy exagerados por querer asegurarnos e incluso afirmen tajantes que por ahí hace años que no pasa ningún tren. ¿Pero ellos lo saben realmente? NO. Bueno, es posible que sepan que no pasan trenes, pero si está la vía, pueden utilizarla para alguna prueba o trabajo que excepcionalmente deban realizar. Nada cuesta asegurarse bien de que sea imposible chocar con un tren.
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Peatones esperando. Si no fuese vía urbana y el tren circulase más rápido, conviene separarse más. Fuente: www.deia.com |
La misma seguridad debemos garantizarnos si vamos andando. Si el paso es sin barreras, mirando y escuchando. Si es con barreras esperando tras ellas, sin prisa, hasta que vuelvan a estar casi verticales y haya pasado el tren, mas, aún así, nada cuesta mirar en tanto cruzamos. Con o sin barreras, si hay que esperar el paso del tren conviene hacerlo a una buena distancia de las vías. Por estar demasiado cerca, ocurrió un accidente muy excepcional (el único de este tipo del que he tenido noticia hasta ahora) en un pueblo de la provincia de Álava a comienzos de los años noventa. Era verano, y varias personas esperaban el paso del tren, había barreras, dos o tres de aquellas personas llegaron a chocar con algunos de los vagones (lateralmente) porque la masa de aire que movió el tren creó un vacío que ocuparon sus cuerpos. Fallecieron. Recuerdo que el tren era un TALGO y supongo que iría bastante rápido. Pero si no se está lo bastante cerca no se hubiese producido la tragedia. Sin llegar a este extremo, conviene alejarse de las turbulencias que genera el tren a su paso porque además de muy incómodas pueden dar lugar a pequeños accidentes como que algún objeto: piedra, insecto, rama, polvo... se nos meta en el ojo, por ejemplo.
La mayoría de los pasos a nivel están dotados de barreras automáticas. Antes de que llegue el tren, se encienden dos luces rojas alternativamente colocadas una al lado de otra en horizontal y suena un timbre fuerte al tiempo que las barreras empiezan a bajar. Desde que comienzan estos avisos y hasta que las señales vuelven a su posición de reposo, está prohibido el paso de las vías tanto a vehículos como a peatones. Pero aún cuando se pueda pasar, conviene mirar, por si acaso. Este sistema automático a veces falla, y más de lo que creemos. Personalmente lo he visto un par de veces.
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Tren Articulado Ligero Goicoechea Oriol (TALGO) ¡Magnífico invento! Fuente: www.lctm.info/Secciones/Taller_old |
También he visto, y esto muchas más veces, que cuando las barreras cortan un solo carril, habiendo dos, uno para cada sentido, por ejemplo, llega un coche que se detiene correctamente a la vista de las señales o porque la semibarrera está horizontal, detrás del primero se coloca un segundo vehículo; bien, pero llega un tercero o cuarto vehículo que directamente, sin detenerse o incluso habiéndolo hecho, se va al carril izquierdo y circulando a contramano llega hasta las vías y franquea el paso haciendo zigzag, slalom o como quieran llamarlo entre las semibarreras. Me ahorraré los calificativos que me merecen la acción de ese conductor y, que seguramente, son los mismos en los que usted está pensando. Sin embargo, cuidado, MUCHO CUIDADO porque como después de haber visto eso, el tren tarde un poco en llegar empieza algún diablo a hacer de las suyas y es fácil que se nos pasen por la cabeza cosas de este tipo: igual está averiado el mecanismo, seguro que ése lo conoce y el tren aún tarda diez minutos en llegar, ¿qué pasa, que yo voy a ser más tonto? Pues sí, porque encima vas más tarde.
En el párrafo anterior sólo quiero resaltar esa actitud tan humana de intentar imitar la conducta ajena, aún a sabiendas de que es incorrecta. Este afán de copiar es proporcionalmente más fuerte cuando vemos que da lugar a un beneficio inmediato y cuanto más nos sintamos en ridículo si no lo hacemos. Es imprescindible mantenerse impermeables con este tipo de nefastas influencias que, en el tráfico se prodigan bastante, es un buen caldo de cultivo para ellas porque se toman y ejecutan decisiones en fracciones de segundo, también se ven mucho en maniobras de adelantamiento. Es vital que mantengamos nuestra mente blindada a la estupidez y armada con nítidos archivos de las acciones correctas. Silvio Rodríguez lo dice muy bien en una de sus canciones: “Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida”.
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El autobús jubiló al tranvía por versatilidad, eficacia, economía, seguridad... ¿Qué hace ahora detrás? Fuente: www.deia.com |
Hablando de caminos de hierro y pasos a nivel, quiero dejar constancia de mi asombro sobre la proliferación de tranvías en unas cuantas ciudades de España en los últimos años. No sé cuantas, pero creo que hay bastantes. Tengo Bilbao al lado con tranvía y Vitoria un poco más al sur, como muchos otros, soy testigo de que son una fuente de problemas y accidentes constante. Lo cual, era perfectamente previsible. Pero el entusiasmo con el que tantos han abrazado la idea me ha dejado totalmente estupefacto. Porque, vamos a ver, cuando allá por los años sesenta, más o menos, se quitaron todos los tranvías fue por una razón que no sólo no ha perdido ningún vigor sino que se ha reafirmado con creces a lo largo del tiempo. Y no hay ningún dato objetivo que apunte a la desaparición de aquel motivo. Por otro lado, ¿cuánto se ha escrito y protestado por eliminar los pasos a nivel en carretera? ¿Cuánto dinero se ha gastado en colocar muchos de ellos a distinto nivel incluso en lugares con muy escasa densidad de tráfico? Y ahora muchas ciudades son un paso a nivel ¡sin barreras! Y sin solución de continuidad. ¡Qué bien!
Esteban