viernes, 27 de febrero de 2015

REVISIONES BÁSICAS Y... ¿PUBLICIDAD ENGAÑOSA? (y 2)

Les decía en la entrada anterior, en el pie de la misma foto que pongo aquí en primer lugar, que debemos tener muy en cuenta el significado de los dibujos que vienen en el tapón. No en todas las marcas y modelos de coches viene tan claro, pero en todas existe el mismo peligro: quemarnos.

Bote de expansión o depósito de líquido refrigerante.
La pegatina que vemos en la foto nos indica que estando el bote de expansión caliente debemos evitar abrir su tapón, una vez está frío sí se puede hacer. También vemos una señal de peligro, una invitación a consultar el libro de mantenimiento y una indicación precisa de las presiones a las que puede llegar el vapor de agua dentro de ese depósito. Muy respetables, como pueden observar, y es un motor de gasolina, en los turbodiesel son más altas.

Cuando hacemos la revisión de niveles, en frío (lo mejor es que el coche haya pasado la noche entera sin utilizarse y lo miremos por la mañana antes de arrancar), normalmente, ni hay que abrir el tapón porque ya habremos visto que el nivel del líquido refrigerante está en valores normales entre las marcas de mínimo y máximo. De cuando en cuando, será necesario añadir algo de liquido refrigerante, pero no habrá problema porque está frío y aún no hemos arrancado el motor. 

Una invitación imposible de rechazar.
Mazda MX-5, también conocido como "Miata".
Es el coche al que pertenece el bote de expansión anterior.
Sin embargo, es posible, que debido a alguna avería, alguna vez y cuando estamos circulando, veamos que la temperatura que nos indica el termómetro del salpicadero está por encima de su valor habitual, o simplemente al disminuir la velocidad porque vamos a realizar una parada en un área de servicio, por ejemplo, veamos que sale humo blanco por delante del parabrisas y directa e inequívocamente desde el interior del motor. En este caso, es posible que sepamos o alguien nos lo diga, que si falta poco para llegar a destino, con añadir líquido refrigerante o agua corriente (si no hay más remedio), será suficiente. Luego ya iremos a nuestro taller habitual. Es entonces cuando aparece el peligro, y multiplicado por dos: riesgo de quemarnos y riesgo de romper el motor.

El riesgo de quemarnos se produciría si abrimos el tapón sin esperar un buen rato a que se enfríe el motor, además cuando se actúa así, el gesto más habitual es aflojar el tapón con una mano al mismo tiempo que acercamos la cara con el fin de estar preparados para ver si hay o no líquido nada más abrirlo; naturalmente, en este caso las lesiones que podemos sufrir pueden ser graves porque el chorro de vapor que salga, a más de 100ºC, nos llegará directamente a la cara y a los ojos, haciendo que la quemadura de la mano -pudiendo ser considerable- se convierta en un mal menor. 

¿Solución? Esperar una media hora y con el capó abierto a que se disipe el calor. Es imposible determinar el tiempo de espera con precisión, pero ante la duda es mejor equivocarse por exceso. Esto es así, porque en según qué circunstancias, el calor se disipará más o menos rápido; no es lo mismo que suceda en pleno invierno en la montaña de Teruel, donde fácilmente podemos estar a -10ºC, que en mitad de La Mancha en pleno verano y al mediodía, donde bien podemos estar a unos 45ºC. En el primer caso pueden ser suficientes diez minutos y en el segundo media hora puede ser poco. También influye el tiempo que pase desde que el motor sufre la sobrecarga de temperatura hasta que paramos, hasta el punto de que si no lo hacemos enseguida igual ya no importa que rellenemos líquido porque la avería ha ido a más y el coche no funciona, por favor, tengan mucho cuidado con esta última idea porque puede llevarnos a tomar una decisión precipitada que genere un accidente. Antepongan siempre su propia seguridad a la posibilidad de producir daños serios en el motor o incluso romperlo. ¡Siempre! 

En este caso, y si además estoy en un área de servicio, como puse antes como ejemplo y  que es un lugar muy seguro, lo primero que suelo hacer, ahora que todos llevamos teléfono, es avisar a quien me pueda estar esperando, después me lo tomo con tranquilidad, aprovecho a tomar un café, picar algo, leer el periódico, estirar las piernas dando pequeños paseos, contemplo el paisaje... Y, cuando ya me parece que es suficiente me acerco al coche cubriendo el brazo, la mano envuelta en un trapo o enfundada en un guante de trabajo, la pongo sobre el tapón, me estiro, giro la cabeza y aflojo haciendo fuerza con mucha suavidad; si en cuanto se afloja un poco oigo algo así como “pssss...” con fuerza, cierro de nuevo y espero un poco más, si no se oye el silbido o es suave sigo abriendo. Esto siempre me ha funcionado bien, pero antes de añadir líquido hay que tener muy en cuenta el punto siguiente.

El riesgo de romper el motor. Evitarlo pasa por arrancar el motor inmediatamente antes de echar el líquido. Piensen, que aunque ya no salga nada de vapor de agua, los hierros que forman la estructura del motor todavía están muy calientes, si hacemos llegar a ellos el líquido a temperatura ambiente la diferencia térmica es muy alta y puede romper o formarse una minúscula grieta por su parte interna que en poco tiempo cause una seria avería. Cuando supe esto entendí porqué mi madre me reñía tanto cuando de niño mojaba los dedos en agua y estirando el brazo dejaba caer las gotas sobre la chapa de la cocina de carbón cuando estaba caliente a modo de justo bombardeo contra crueles y malvados enemigos imaginarios.

Poniendo en marcha el motor y añadiendo el líquido después, la bomba de agua está en funcionamiento y el agua fluye por todo el circuito con rapidez tomando buena parte del calor que le sobra al motor muy rápidamente y evitando dañar este por el "shock" térmico, permítanme la expresión. 

Junta de culata.
Parece mentira que cueste tanto cambiarla, pero es que supone abrir el motor.
Puede que nunca les pase esto, sin embargo, tengan en cuenta que por muy bueno, caro, moderno y nuevo que pueda ser un coche, el sistema de refrigeración es su talón de Aquiles. Y a lo largo de su vida útil -otra cosa es que se cambie de coche mucho antes- alguna avería surge en él. Con más probabilidad cuanto más alto sea el rendimiento de ese motor. Especialmente delicados en este aspecto son los modernos y famosos turbodiesel, excelentes motores, en mi opinión, algunos son auténticas joyas mecánicas, pero las presiones que soportan son muy fuertes, están muy “apretados”, ofrecen muy buenas prestaciones con un consumo muy bajo, una autonomía que en muchos casos supera los 1.000 km y que hasta nos puede dejar tirados porque simplemente se nos olvide repostar... pero en cuanto algo va mal en la refrigeración nos obligan a detenernos pudiendo sufrir averías graves y muy caras con facilidad. De hecho, nunca se han roto tantas juntas de culata y culatas como de unos años acá, averías derivadas de problemas de refrigeración.

Sustituir una junta de culata tiene un precio que va de unos 1.000 euros a unos 2.000-2.500 fácilmente en casi cualquier parte; la reparación supone abrir motor y lleva mucho tiempo de mano de obra, además, es habitual que haya algunos daños menores colaterales que suman. Si se trata de cambiar una culata, el precio se puede multiplicar por dos o por tres fácilmente, de modo que si el coche ya tiene una cierta edad, repararlo supera su valor.

Para prevenir estos disgustos y hacerlos más improbables, es necesario observar el nivel del líquido refrigerante en el bote de expansión de marras con frecuencia, normalmente estará bien casi siempre. Para que se hagan una idea, con motor turbodiesel y un uso intensivo del mismo con un kilometraje que ronda los 100.000 km anuales yo tengo que reponer un poco de líquido unas tres o cuatro veces al año, por supuesto nunca dejo que llegue al mínimo, si aumentase un poco esta frecuencia lo llevo al taller. Cuando hacemos el control de niveles conviene observar si en el líquido refrigerante se observa alguna anomalía, como si estuviese un poco grasiento, pues sería un síntoma suficiente como para consultar a un mecánico. Otro detalle importante es añadir, cuando lo tengamos que hacer, líquido refrigerante de la misma marca y tipo del que está en el circuito, para lo cual, lo ideal es hacerse con una garrafa que tengamos siempre a mano. En caso de emergencia sirve agua corriente, pero sólo en ese caso y si no tenemos otra opción. Otra cosa que pocos conductores hacen y que es bastante más importante de lo que parece es cambiar el líquido refrigerante de todo el circuito y limpiar este con la frecuencia indicada por el fabricante, que aunque varía de unos motores a otros suele andar por los dos años o 100.000 km. Y mirar de vez en cuando el termómetro de agua que está en el salpicadero comprobando si la temperatura se mantiene en su valor normal (suele ser 90ºC, pero también oscila un poco de unos motores a otros) que, en realidad, es el equivalente a nuestros 37ºC.

La culata. Parte superior de las tres de las que consta el motor.
Las otras son el bloque y el cárter inferior.
Cada vez son más los coches que no llevan termómetro de agua, tiende a desaparecer, muy a mi pesar, cosa que me pone de los nervios porque conduciendo miro más este indicador que el del nivel de combustible, y desde luego lo prefiero a un chivato que cuando me avise ya puede ser demasiado tarde. Además, resulta muy útil para saber en qué momento podemos disponer de todo el rendimiento del motor si fuera necesario, de forma, que cuando el motor está frío y la aguja del termómetro aún no llega a su valor normal, lo suyo es no pedirle mucho esfuerzo para no someter a los materiales a una fatiga extra. En estas observaciones se aprecia una notable diferencia en el tiempo que pasa hasta llegar a la temperatura óptima de funcionamiento según sea invierno o verano.

Como también comenté en la entrada anterior, cuando hablamos algo de estas cosas en un concesionario, sobre todo con alguno de sus vendedores, suelen afirmar tajante e irónicamente que sería absurdo declinar la compra de un determinado modelo o versión porque no tenga termómetro de agua, por ejemplo, cosa que para mí sí es importante y motivo suficiente para no comprar un coche; también suelen reírse cuando uno pide la garrafa de líquido refrigerante y una lata de aceite, y no les cuento nada de cómo me miran cuando estreno un coche en viernes y antes de sacarlo del concesionario pido cita para el lunes próximo a primera hora con el fin de cambiar el aceite, su filtro y el aceite de la caja de cambios, como si fuese un marciano. Claro que cuando llego ese lunes con 2.000 o 2.500 km recorridos en dos días, suelen cambiar algo de actitud; y es que un servidor todavía hace rodaje a los coches, por más que casi todo el mundo diga que no es necesario yo me quedo mucho más tranquilo y a gusto, sobre todo cuando ese coche se va a dedicar como herramienta para enseñar a conducir soportando un trato muy duro ese mismo lunes, lo que desde luego es perfectamente lógico.

Bomba de agua.
En lo que yo he visto en todos los coches acaba fallando.

Fuente: soyogroup.en.made-in-china.com
Por último, y sobre el difícil equilibrio que mantiene el sistema de refrigeración entre eficacia y fiabilidad, creo que un buen ejemplo es el caso de los deportistas profesionales. Imagínense un ciclista en el Tour: su cuerpo, básicamente, es una máquina igual que el nuestro, pero en su caso, intensa y largamente entrenada, formada y “construida” para resistir duras y larguísimas etapas a la mayor velocidad posible sobre una bicicleta. Supongamos que va octavo en la general, un día tiene catarro, unas pocas décimas de fiebre, una ligera infección por lo que sea y baja diez o más puestos de golpe en la clasificación, es más, si no logra recuperarse rápidamente tendrá que abandonar. Cuando un periodista da esta noticia, en las típicas charlas a pie de barra de bar se critica con dureza y burla al deportista afirmando que qué poco aguante tienen, qué delicados son, con lo que ganan... nosotros tenemos que ir a trabajar con la cabeza debajo del brazo, y cosas por el estilo. Nos cuesta comprender que nuestro cuerpo puede perder algo de prestaciones y seguir con nuestras tareas igual, pero nuestro rendimiento no se mide a la centésima de segundo y el del ciclista sí. Pues bien, el cuerpo del ciclista profesional se puede comparar -sin ánimo peyorativo alguno, por supuesto- con los motores modernos; y los nuestros con el de los motores de hace treinta o cuarenta años. 

Les animo a que cuiden de sus máquinas, un coche nuevo supone un gasto considerable y si es usado tampoco es buen argumento “si total, este coche ya no vale nada...” Por supuesto que vale, hace su servicio igualmente y, por el momento, es lo que podemos tener. O queremos, porque desde luego cada vez añoro más los coches viejos, en buen estado, eso sí, y perfectamente operativos. ¿Qué piensan ustedes?

Esteban

domingo, 22 de febrero de 2015

REVISIONES BÁSICAS Y... ¿PUBLICIDAD ENGAÑOSA? (1)

Maldita la gana que tengo de hacer publicidad gratuitamente aquí, y menos a una poderosa empresa multinacional. Me queda el consuelo de la excepción, sumado a que me parece necesario y a que, al menos y hasta donde llega mi escaso conocimiento, este grupo empresarial fabrica cosas tangibles que dan soluciones a problemas y no obtiene sus beneficios cambiando el dinero de manos desde un lujoso despacho y con un ordenador. Al menos que yo sepa, o al menos no sólo de ese modo.

Ya en pocos coches se ve tan bien el motor y sus accesorios.
La mayoría llevan una enorme tapa de plástico que a mí me produce de
inmediato sensación de que me han estafado, no obstante se pueden revisar niveles.
Este motor es de un Mazda MX-5 nuevo. Una rara avis, porque está en el mercado,
pero llegó a él hace más de 20 años, si mal no recuerdo.
Todo un clásico que aún se puede comprar nuevo. Me encanta.
Vivo sin televisión -se puede, doy fe- desde mediados de los ochenta, pero a veces la veo algo en casa de otras personas, en estos días he podido ver varias veces un anuncio de Toyota en el que el pasajero de un coche formula la siguiente pregunta a su conductor: “¿Alguna vez te has preguntado qué hay debajo del capó de este coche?” “¡Pues deberías!” Dispara mi mente de inmediato, porque tal como está planteado el anuncio, antes de que el conductor conteste ya sabemos que su respuesta será “no”. Y, efectivamente, la respuesta de quien va al volante es un inquietante “no”. 
Pueden ver aquí el anuncio.

Estar en el lugar de ese pasajero me resultaría angustioso, sinceramente, y pienso resistirme a hacer esa pregunta siempre que alguien me lleve, creo que prefiero no saberlo, porque difícilmente alguien que nunca ha mirado el compartimento que alberga el motor de su coche puede ser un buen conductor. Habrá casos, supongo, porque la diversidad humana y sus contradicciones parecen infinitas. Pero qué poca confianza inspira esa negativa. ¿Se imaginan que respondiese a igual cuestión, negativa y tan lacónicamente -como se ve en el anuncio-, el piloto del avión que les lleva rumbo a América en mitad del Atlántico, por ejemplo? O, por poner otro ejemplo, ¿el conductor del autobús que lleva a sus hijos al colegio? Pues eso.

Desde luego el anunciante quiere dar una imagen de fiabilidad absoluta, y creo que lo consigue. Pero no es real, y con esto no pretendo poner en duda la calidad del producto, que podrá ser todo lo excepcional que se quiera, pero alguna vez falla. Ni siempre ni a todos, pero por muy bien que se hagan las máquinas a veces se averían; después de todo, no dejan de ser objetos construidos por humanos y una de las características de nuestra especie es que nos equivocamos. Todos, sin excepción. 

Tapón para añadir aceite a la izquierda, varilla a la derecha con tapón amarillo.
Hablando de Toyota, automáticamente llega a mi mente el famoso incidente que sufrió Carlos Sainz en Lloret de Mar al tomar la salida en un tramo del Rallye de Cataluña, cuando al iniciarlo se encontró con que el coche no arrancaba. Según leí, pasar una horas nocturnas al lado del mar en una noche -previsiblemente húmeda- provocó que la electrónica fallase. Curiosamente, su coche fue el único que no había sido cubierto por una funda en ese tiempo de reposo. Y se jugaban mucho, se había invertido mucho tiempo, esfuerzo, trabajo y dinero. Pero no arrancó. No me resisto a recordar que Carlos Sainz, hasta ahora, ha sido el único piloto español que ha ganado el Campeonato del Mundo de Rallyes (dos veces, y bien que se mereció más); es un piloto que siempre admiré, y me molesta bastante la generalizada mofa que se suele hacer de él por estos lares, dándose una vez más la circunstancia de que es más reconocido y respetado fuera de nuestras fronteras que aquí.

Comprobaciones básicas.

Por más fiable que sea el coche que manejamos -sea nuestro o no- hay que abrir el capó, comprobar los niveles y observar regularmente uno mismo. Además, en época de frío, no es raro que un gato se refugie en él en busca de calor, aunque se guarde el coche en un garaje. Aquí pueden ver un caso sobre esto.

Acostumbrarse a realizar comprobaciones rutinarias en la máquina, previene averías y nos ayuda a ser conductores más conscientes y mejores. Estoy convencido; ya saben, una cosa lleva a la otra... Lo que se debe mirar es:

  • Nivel de aceite.
  • 
Nivel de líquido refrigerante.

  • Nivel de agua en el depósito del limpiaparabrisas.

  • Líquido de frenos.
  • 
Líquido de la dirección asistida, si la hay y lo tiene.

  • Bornes de batería, si están limpios, y nivel de agua si es que se puede ver (algunas van selladas). Si hay que añadir, sólo agua y destilada.
 
  • Comprobar tensión de correas, si está a la vista y se puede, y observar posibles síntomas de desgaste en ellas. 
  • 
Presión y estado de neumáticos.
 
  • Comprobar luces.
 
  • Y, al menos de cuando en cuando, comprobar consumos de combustible.
Depósito de líquido refrigerante o bote de expansión.
Debe tenerse muy en cuenta el significado de esos dibujos,
en la próxima entrada explicaré con detalle los motivos.
Estas observaciones, normalmente, si se anda todos los días con el coche y bastante, una vez por semana; si se utiliza poco, por lo menos una vez al mes. Y siempre, antes de un viaje largo. Aceite, líquido refrigerante y presión de neumáticos siempre en frío; lo ideal es hacer estas comprobaciones por la mañana, antes de arrancar, después de que el coche haya pasado la noche en reposo y en terreno horizontal.


Parece mucho, pero en realidad lleva poco tiempo, a nada que nos esforcemos creamos un hábito y luego hasta nos sentimos raros y a disgusto si algún día nos dejamos llevar por la pereza. Ah, y procuren hacerlo sin prisa (son muy malas consejeras), asegúrense también de que todos los tapones que hayamos abierto están en su sitio, bien cerrados y la varilla del aceite bien metida antes de bajar el capó. Por cierto, algunos motores actuales ya no llevan varilla para comprobar el nivel de aceite, concretamente algún modelo de BMW, imagino que habrá más, lo que considero un despropósito de tiranía y subestima inaceptable.

A todo esto, y aunque no se trate de una operación básica de revisión, por supuesto, es necesario añadir el saber y entrenarse en cambiar una rueda pinchada por la de repuesto. Algunos coches no la llevan, pero sí tienen algún dispositivo que, teóricamente, la sustituye. No me gustan estas alternativas ni las ruedas de emergencia, prefiero rueda de repuesto de la misma medida que las otras; cuando el coche viene así, en algunos modelos se puede pedir rueda de repuesto en opción, opción que se paga a parte, lo que me sienta muy mal, pero si el coche nos gusta mucho o por todo lo demás lo consideramos ideal, yo pagaría, no sin antes intentar negociar ese aspecto en el concesionario o visitar otros porque me parece un abuso, francamente. En todo caso, si por lo que sea carecemos de rueda de repuesto convencional, naturalmente, habrá que saber perfectamente cómo funciona y cómo se utiliza el sistema que nos ofrecen a cambio. 

En este lado del bote de comprobación del líquido de frenos
pueden verse las marcas de máximo y mínimo.
A poco uso que tenga el coche, será necesario pasar un trapo para poder verlas.
Discúlpenme si insisto, pero saber cambiar una rueda lo considero imprescindible, por más que muchos vendedores de coches nos digan en el concesionario lo contrario, algunas veces se pincha alguna rueda, cosa más probable cuanto más desgastado esté su dibujo, aunque todavía permanezca algo por encima del mínimo legal, ya saben, el famoso 1’6 mm. También influye, y en la posibilidad de reventón (cuidado), el número de veces y la violencia con la que tropecemos contra los bordillos de las aceras al estacionar e iniciar la marcha, lo que puede causar daños poco o nada visibles en la estructura del neumático provocando un buen susto en alguna ocasión.

Siempre está situado enfrente del conductor y arriba.
Se puede ver el símbolo de freno, el mismo que vemos en el
salpicadero indicando que está puesto el freno de mano o de estacionamiento.
Respecto a este asunto, no me resisto a contar, que muchas veces el vendedor de turno esboza una irónica e insolente sonrisa al tiempo que afirma que las ruedas ya no pinchan cuando uno está interesándose por un coche y quiere ver dónde va la rueda de repuesto y cómo es, si la tiene. Es una actitud que me resulta incomprensible, y, contrariamente a lo que se suele pensar, los vendedores que la adoptan no discriminan por sexo, edad... No, nos tratan a todos por igual; un servidor lo ha vivido en unas cuantas ocasiones, a pesar de que el vendedor sabía perfectamente a qué me dedicaba y, hombre, aunque no tanto como quisiera, se presume que algo sabré de coches, digo yo. En cualquier caso, todas las personas se merecen un respeto y una información veraz.

Depósito de comprobación de líquido para la dirección asistida o servodirección.
Algunos coches ya no llevan asistencia hidráulica, parece que tiende a desaparecer.
Algunos seguros incluyen el cambio de rueda en el de asistencia en viaje. Es un detalle que se agradece, pero prefiero cambiarla yo, estar a pie de carretera esperando la asistencia supone un riego añadido en cada minuto que pase, se producen bastantes accidentes por colisión de alguien que va circulando contra otro que está detenido. Y, sí, podemos pinchar en una carretera perdida de noche y lloviendo a mares, circunstancias en las que nada convendría ignorar lo que debemos hacer. En este caso, vendría muy bien un impermeable de plástico o un capa de las que se usan para ir al monte, cuestan muy poco dinero, tienen un peso insignificante, apenas si ocupan espacio y nos pueden librar de calarnos hasta los huesos. Y una linterna.

Anímense a abrir el capó, ya hace tiempo que pregunto a los alumnos si, por lo menos, no tienen curiosidad por saber si realmente hay un motor dentro, si es el que hemos pagado... No se encontrarán con un monstruo y el coche no es un electrodoméstico, ¡vamos en él!

Esteban

domingo, 15 de febrero de 2015

ALGUNOS SANTOS DEL CUENTO EN TORRE DE LOIZAGA (y 2)

Vengo observando desde hace unos cuantos años una tendencia que parece en imparable aumento entre nuestros jóvenes, y es su falta de interés en el manejo de automóviles. La mayoría acuden a las autoescuelas porque es “algo que hay que hacer”, un imperativo en casi cualquier currículum, independientemente de que sea necesario o no conducir para el puesto de trabajo ofertado, pero las perspectivas de trabajar son como una fuente con un menguado caudal sin visos de que este aumente, de modo que esta motivación se reduce mucho.


La Colección Miguel de la Vía de estos soberbios automóviles es
absolutamente impresionante. Parece irreal.
En la mayoría de las ciudades el transporte público funciona bien y el uso del vehículo privado es poco o nada aconsejable en la mayoría de los casos, también parece haber cambiado sustancialmente la mentalidad a la hora de enfrentar viajes de media y larga distancia, muchos jóvenes optan por el avión incluso a la hora de pensar en viajes de unos 500 km, cosa que a mí me resulta impensable salvo por razones de justificada urgencia. Por otra parte, los medios de comunicación son como el rayo que no cesa mostrándonos trágicas imágenes de accidentes prácticamente a diario, además, hacer un viaje de unos pocos cientos de kilómetros es fácil que conlleve un gasto extra de unos 200 euros en multas por algún exceso de velocidad (normalmente muy inocente y exento de riesgo), y evitarlo lleva consigo conducir con bastante atención y estar muy por la faena.

No sé qué función tiene la luz que se ve en el centro del techo.
Resulta muy singular la colocación de los espejos exteriores
y su amplia regulación en altura.
Las administraciones públicas, en tiempos de crisis como el que sufrimos, ven en las sanciones de tráfico un nada despreciable modo de incrementar o mantener sus ingresos, y sus políticas de seguridad vial suelen reducirse a labores puramente represivas. Por si fuera poco, de un tiempo acá están incidiendo también en el supuesto riesgo que se asume si se conducen automóviles con edades próximas o superiores a los 10 años. En buena lógica, cualquier joven puede concluir que conducir un coche asequible y viejo es algo así como jugar a la ruleta rusa y uno nuevo está fuera de su alcance.

El faro central se encendía en color rojo
cuando el coche albergaba al personaje que lo poseía.
Las razones expuestas son sólo un apunte pero las considero bastante objetivas, no obstante creo que hay otra de más peso aunque de difícil valoración, y es la falta de anhelo que percibo en muchos de mis alumnos desde finales de los años noventa hasta hoy en dos sentimientos que me parecen básicos y universales: libertad e independencia. Y pueden observarse en otros muchos aspectos, no sólo en los relativos a conducir. El automóvil es un símbolo de independencia y de libertad. Por supuesto que se puede y se debe sentir y anhelar libertad sin la intervención de ninguna máquina ni objeto alguno, incluso confinado en la celda de una prisión. Pero si esos sentimientos se tienen arraigados, ¿cómo se puede evitar “amar” los automóviles?

Espíritu del éxtasis en gesto de reverencia.
El museo que se puede apreciar en este puñado de fotografías mantiene vivo ese espíritu de libertad e independencia; las máquinas que en él se pueden admirar reflejan que miles de personas en muy diferentes lugares del mundo y asumiendo muy diversos papeles han actuado, trabajado y buscado la perfección en la realización y manejo de estas preciosas máquinas impulsadas por el soplo de ese espíritu directamente en la vela del alma. 


Años sesenta. La banda blanca del neumático fue un signo de distinción
de ciertos automóviles durante bastantes años.
Me parece un lugar imprescindible para que sea conocido por grupos de estudiantes de todas las edades con el fin de encontrar en él la inspiración para el trabajo bien hecho, el conocimiento, el estudio, la paciencia, el esfuerzo, el cariño por la labor que uno hace; el respeto en la utilización de unas máquinas que no sólo sirven para ir a un determinado lugar, sino para disfrutar durante el viaje y de su manejo buscando hacer la tarea lo mejor posible. Respeto que se extenderá de forma automática hacia los demás ayudándonos a ser tolerantes con sus errores y solidarios con sus necesidades. Esto es formación y educación vial, ¿no creen? Y es útil para todo.


Década de los setenta y quizá alguno de los ochenta.


Para mi gusto, el color blanco de los coches ingleses es el más bonito que se
ha hecho nunca. Destaca hasta en un Rover, "el Rolls de los pobres", como dicen en UK.

Salón de la Música en la Torre de Loizaga.
No todo van a ser coches.

Vista de la entrada principal a la torre y su foso desde el mencionado salón.

El órgano que preside el mismo salón.
Don Miguel también amaba y practicaba este arte.

Tapiz con el escudo del municipio que alberga la colección: Galdames.

Detalle de un dormitorio.

Un acogedor y cálido comedor.
Fin de la visita con una espléndida muestra de manjares de Las Encartaciones.
Me gustó mucho el queso.
...el pan. Hacía mucho tiempo que no probaba este modesto alimento tan rico.


Y, cómo no, el vino más autóctono de Euskadi: el txakoli. De allí mismo, última cosecha y, en mi modesta opinión, muy buena. Se lo recomiendo vivamente, tiene un sabor tan peculiar como agradable. Quienes me van conociendo un poco, sin duda se darán cuenta de que me complace la aparente contradicción de esta foto en este blog. Naturalmente, no es más que un guiño a eso que ahora se da en llamar "políticamente incorrecto". Una cosa no quita la otra, lo importante es evitar mezclarlas. Y no lo hago, así pues: ¡va por ustedes!


Estos son algunos de los enlaces que nos aproximan al lugar del que les hablo y a sus alrededores: 
Torre LoizagaGaldames (municipio donde se ubica el museo), Las Encartaciones (comarca vizcaína muy poco conocida y a la que pertenece Galdames), GetxoBlogBMW i8. Más información y datos
Esteban

sábado, 14 de febrero de 2015

ALGUNOS SANTOS DEL CUENTO EN TORRE DE LOIZAGA (1)

Este no es el tipo de santo al que me refiero en el título, pero ya que estaba en la torre y le hice una foto, con él empiezo. Dejo un total de 33 fotografías, contando una que tomo de Google; poco menos de las que salían de los antiguos carretes estándar, me ha resultado bastante más difícil y laborioso de lo que pensaba hacer la selección, sigue un cierto orden cronológico poco estricto y totalmente subjetivo, centrándome en coches y detalles que en un primer momento más sedujeron mi atención. Y como podrán ver, no hay solamente coches. Espero que les gusten y sean motor de arranque de evocaciones y pensamientos que pueden ser muy diversos, pero también ayudarnos a poner una mirada más amable hacia el automóvil, prodigioso invento al que nuestra sociedad parece haberle declarado la guerra pretendiendo hacerle cautivo al desnaturalizar su esencia (el coche autónomo) y esclavizando su preciosa mecánica con la tiranía de la electrónica, castrándola, me atrevería a decir.

Una foto aérea para situarnos un poco, gracias a Google.
Tantas criminales acusaciones se han vertido y vierten sobre los coches (siempre injustas) que parece estar llegando el momento del triunfo a sus detractores, tal es el profundo recelo con que muchos miran a los coches y a quienes siempre nos hemos sentido fascinados por ellos. Mas quizá sea lógico, claro, porque el automóvil es la mejor respuesta que se ha encontrado hasta ahora para cumplir un sueño ancestral del ser humano: ampliar su capacidad de movimiento de forma autónoma, lo que conlleva sentirse independiente y libre. Pero hoy parece que predominan los hombres con ansia de ser árboles, enterrando sus piernas en la tierra a modo de raíces, esperando que aquella les nutra y les sostenga para ver pasar la vida. Vida que maldicen y detestan como expresión del miedo que padecen por negarse a sentirla y a tirarse a su corriente, porque saben que todo cuanto vive se mueve, que esta es una de sus características fundamentales; lo saben, y el seguir quietos les empuja al odio.


He tenido que oír muchas veces a lo largo de mi vida que porqué miro a ese coche o al otro, porqué leo cosas de coches, porqué... si nunca podrás comprarlo, añaden. No importa, contesto, eso es igual; también me gusta mucho la catedral de León y no puedo comprarla ni lo haría aunque pudiese, pero siempre que voy a León la visito. Si limitamos hasta nuestra capacidad de admirar a lo que podamos comprar, qué pobres resultarían nuestras vidas por más dinero que tuviésemos.


Me hizo ilusión encontrarme con esta diligencia.
Y fíjense en el detalle, esto no lo había visto yo en las películas del oeste: retrete.
El automóvil más antiguo del museo.

Su motor.

Y su transmisión.

La perspectiva engaña, el acelerador está en el centro.

Hermoso contraluz en una fría mañana de invierno.

Uno de los coches que más me gustaron a pesar de ser tan "cuadrado".
Vino de Australia.

Su espacio para los pasajeros es muy acogedor.
A pesar de haber pasado casi cien años el sistema utilizado para llevar los sombreros,
aún se utiliza en los coches de rallyes para los cascos.

Otro detalle del interior. Esa forma de subir y bajar las ventanillas la he conocido
en los trenes de madera en los que tantas veces fui en mi infancia y adolescencia.

El motor: joya mecánica por dentro y obra de arte por fuera.

El chófer goza de un amplio espacio, pero apenas sin protección para las inclemencias
metereológicas. Parece que viene de lejos descuidar lo más importante.

Sencilla y eficaz forma de sujetar la manivela.

Parece el abuelo de los actuales volantes de F 1 

Unas pocas curiosidades sobre Rolls Royce, y algunas no sé hasta qué punto serán ciertas, en una marca tan legendaria es tan fácil generar historias como difícil comprobar su veracidad.

  • Siempre oí, que sobre el motor de un Rolls en funcionamiento se podía colocar una moneda de canto sin que esta se cayese.

  • En un primer momento, la suavidad de sus motores tenía por finalidad evitar asustar a los caballos.

  • Se dice que en el interior de un Rolls, a 100 km/h sólo se escucha el reloj.

  • La figura conocida como "espíritu del éxtasis" es opcional e intercambiable, alguno de la reina de Inglaterra lleva la imagen de San Jorge; y en los de algunos mandatarios la figura tiene una rodilla en tierra a modo de reverencia.
  • Los rasgos de la mencionada figura reproducen los de Eleanor Velasco, de madre española y padre australiano, que vivió un amor secreto con un importante aristócrata inglés.
  • Durante muchos años, cuando se preguntaba a los responsables de la marca británica por la potencia de sus motores siempre contestaban: la suficiente.
Mañana vuelvo con el resto de las fotos, creo que será mejor dividir por si la entrada tarda mucho en cargarse. Gracias.

Estos son algunos de los enlaces que nos aproximan al lugar del que les hablo y a sus alrededores: 
Torre LoizagaGaldames (municipio donde se ubica el museo), Las Encartaciones (comarca vizcaína muy poco conocida y a la que pertenece Galdames), GetxoBlogBMW i8.

Esteban

domingo, 8 de febrero de 2015

TORRE LOIZAGA O VIVIR UN CUENTO EN 3D

Al hilo del título, quizá sea más preciso decir: leer un cuento en tres dimensiones. Y el texto lo escribe uno mismo inspirado por las sensaciones que percibe, haciendo que los ojos sean generosas puertas completamente abiertas que permiten el paso de las mismas a todos los demás sentidos, cuidando previamente de que su umbral esté libre de prejuicios. Quizá... Seguramente, uno no pueda firmar honestamente como autor de ese cuento, porque, en realidad, son las sensaciones que en el lugar habitan las que toman el mando de la pluma, suavemente, seducida nuestra voluntad por ellas, con ese “no hubo intento” que diría Rubén Darío. 

La cita era a las 10 de la mañana del sábado 24 de enero,  poco antes de esa hora
ya iba desplegando encanto y magia a la puerta de Torre Loizaga.
Pero ese cuento sólo puede leerse allí, luego, tan sólo recordarlo ensimismados. Que no es poco. Copiarlo aquí, una vez vuelve la pluma a mi mano, no es más que un torpe intento de compartirlo con ustedes, un servidor, carece del talento necesario. Por eso les animo, aún más si cabe, a que vayan a leer su cuento en cuanto tengan ocasión. Abran los poros de su ser: cuerpo y alma, corazón y mente. Déjense inundar por la magia de un lugar, tan próximo a Bilbao, y tan lejano en sensación, que les puede hablar de romanticismo, perfección, belleza, silencio, tranquilidad, música, arte, técnica, arquitectura, historia, ingeniería, pintura... Un paraje natural pleno de modesta hermosura en todas las luces del día ya se vista este de otoño, invierno, verano o primavera, porque les puedo asegurar que puede vestirse de cualquier estación cualquier día del año. Un lugar en el que también se puede sentir que fue habitado por esfuerzo, perseverancia, estudio y trabajo, por sueños que se han cumplido y por otros que no. Que en este lugar hubo amor y pasión está escrito hasta en el aire. 

El cielo azul no duró mucho, pero el encantamiento y el frío sí.
A MODO DE NOTA

Poseo una modesta tierra y soy un torpe labrador, sin embargo tengo mi empeño puesto en ofrecer el fruto de mi cosecha con la mayor fidelidad posible. Los dos párrafos anteriores son lo mejor que he logrado de mi primera visita a la Colección Miguel de la Vía albergada en la Torre Loizaga. 

Montes encartados y banco de niebla.
Sí, sé que es imperdonable no haber visitado antes este lugar, pero creo que agradecerán que evite dar explicaciones que ni yo mismo logro entender. El feliz día en que lo hice, por fin, fue el pasado 24 de enero, y volveré cuantas veces pueda. Este evento fue organizado por el grupo GetxoBlog, que a su vez conocí por primera vez el pasado 22 de noviembre, también sábado, en su encuentro anual celebrado en Getxo, agradeciendo enormemente haber sido invitado a los mismos y extendiendo mi gratitud a cuantas personas los hicieron posibles.

Salón de la Música.
La visita a un museo se puede relatar desde muy distintos puntos de vista, como ya han podido comprobar, elegí el más personal posible, casi íntimo, diría yo, por más subjetivo que sea, es el que prefiero. También se puede contar a modo de crónica, reportaje, guía de turismo... Pero, dado que hoy día es tan fácil encontrar información utilitaria en Internet acerca de prácticamente cualquier cosa, mejor evitar ser reiterativo. No obstante, al final dejaré algunos enlaces sobre estos aspectos y, por supuesto, responderé con mucho gusto a quien me pregunte sobre la zona, cómo llegar, etcétera.

Otro salón, donde nos daban la bienvenida dos veteranos automóviles.
Confieso que me he quedado con ganas de hacer un catálogo propio con fotos y datos de todos y cada uno de los coches expuestos, pero en una sola visita resulta imposible, y desde luego, tengo intención de hacerlo en otras próximas. A propósito de las fotos, pude hacer algo más de 100, tengo pendiente encontrar un modo de ponerlas en algún sitio donde mediante un enlace que deje en esta entrada se pueda llegar a ellas. Hay otra cuestión más sobre las fotos que me parece importante advertir: no hacen justicia a cómo se ven in situ los coches, y, en mi modesta opinión, creo que hay un problema de iluminación que sólo se percibe al ver las fotografías; seguro que tiene solución, pero todavía no la conozco, sin olvidar -todo hay que decirlo- que tengo muy poca práctica con el flash y que tampoco soy ninguna maravilla utilizando una cámara. 

...y lo iluminaban unas preciosas lámparas.
En este encuentro en Torre Loizaga, un concesionario de BMW “presentaba” un interesante nuevo modelo de esta marca, actual propietaria, por cierto, de Rolls Royce; puse las comillas, porque no fue una presentación típica sino un hacer acto de presencia, sin más. Hacía un contraste bonito entre el Lomborghini y el Hispano Suiza, pero eché de menos una presentación de verdad con prueba incluida, al menos (y ahora barro descaradamente para mi casa, y la del concesionario, que conste), a quienes llevamos blogs de motor. Claro que entonces hubiese sustraído mucho tiempo de la contemplación de las verdaderas joyas, pero, a mi entender, podría haberse previsto y cerrado una cita con ese fin para el día siguiente, u otro. No me resisto a comentarlo, y más que a modo de crítica lo hago como sugerencia para futuras ocasiones.

BMW i8
Curiosamente, lo que más me impresiona de este coche es su increíble motor  térmico:
Un tres cilindros de gasolina y litro y medio que entrega 231cv, todo un alarde técnico.
En la próxima entrada pondré algunas de las fotos que hice, dejaré algún comentario al respecto y contaré alguna curiosidad sobre la mítica marca británica Rolls Royce; algunas las conocí allí mismo, otras ya las sabía, y muchas más las ignoro pero, como ya dije, volveré, iré aprendiendo más y se lo contaré llegado el momento. Espero que les interese. Y también estos enlaces que ofrecen un acercamiento al lugar del que les hablo y a su entorno:

El primer Rolls en posar.
Estos son algunos de los enlaces que nos aproximan al lugar del que les hablo y a sus alrededores: 
Torre Loizaga, Galdames (municipio donde se ubica el museo), Las Encartaciones (comarca vizcaína muy poco conocida y a la que pertenece Galdames), GetxoBlog, BMW i8.

Esteban

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