martes, 29 de diciembre de 2015

LOS ÁNGULOS MUERTOS

Firma invitada.  


Desde la hermosa ciudad de Granada -cuya visita considero imprescindible, dicho sea de paso) me llega un texto muy interesante de un atento lector y seguidor de este blog con el que llevo en contacto un tiempo y del que, entre otras cosas, me sorprende muy agradablemente por su interés en el mundo del automóvil y por su notable experiencia como conductor con un buen número diferente de vehículos, máxime, dada su juventud. 

Es necesario comprobar siempre el buen reglaje de todos los retrovisores
antes de iniciar la marcha.
Los exteriores puede moverlos cualquier persona accidentalmente,
y el interior nosotros mismos de igual modo. 
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Además, muy pronto seremos colegas, pues ya queda muy poco tiempo para que termine su curso de Profesor de Formación Vial en el que pone tanto entusiasmo y afán.
Con ustedes: Alberto Gutiérrez.


LOS ÁNGULOS MUERTOS

Simplemente quería contar una anécdota muy reciente, de hoy mismo, y que bueno... quizás al español medio de 100 km anuales y conductor formado (nótese la ironía) le dé igual pero habrá alguien que esté empezando a conducir y le pueda venir bien la experiencia y el consejo.

Cualquier momento es bueno para aprender y crear buenos hábitos,
como entrenar con esa palanca de la izquierda (sí, los intermitentes)
mientras estamos sentados a la mesa, por ejemplo.
Cómo la teoría es muy aburrida, mejor cuento lo vivido hace un rato mientras conducía un Focus MK2, que cuenta con unos retrovisores más que decentes que, por supuesto, siempre me aseguro de que están bien reglados.

Cada vez hay más coches que cuentan con avisador de objeto en ángulo muerto.
Pero recuerdo muy bien en cuántos catálogos de coches los fabricantes afirmaban
que con esa línea vertical de la izquierda, ese extremo del espejo los eliminaba. Y no,
no era cierto, se reducía. ¿Pasará lo mismo ahora con los sensores?
Hagan como nos dice Alberto, eso sí es lo más seguro.
Fuente: t.mercedes-benz.es
Voy aproximándome a un carril trenzado (los que sirven de enlace de una carretera con otra) y lo típico: retrovisor (si veo que se puede acelero), señalizo y maniobro (regla RSM). Pues bien, simplemente he mirado por mi espejo exterior izquierdo y veía un coche a lo lejos, respecto al cual de sobra me daba para acelerar sin molestarle pero ni por asomo. A eso que, como de costumbre y de forma totalmente automática, he girado la cabeza y he visto de refilón un Seat León rojo que estaba en mi ángulo muerto. Por supuesto, antes de tan siquiera iniciar mi maniobra y por tanto sin ningún riesgo gracias a anticiparme. Lo he dejado pasar y a continuación vuelvo a readaptar la velocidad y me incorporo.

Mirar por encima del hombro, un gesto imprescindible antes de hacer cualquier cambio
de trayectoria. Siempre. Y más hacia la derecha, el ángulo muerto es mayor.
Y ya que estamos en Navidad, ¿recuerdan el estribillo del famoso villancico de los peces
en el río? Pues cambien "beben" por "miren", y miren y miren y vuelvan a mirar... 
(les dejo la canción aquí).
La famosa regla RSM está muy bien en un principio, luego hay que desarrollarla mucho más.
Fuente: es.slideshare.net
Un gesto tan simple, sencillo, fácil, cómodo, rápido, tan al alcance de todos como completar la visión del espejo con la observación directa, que sólo nos costará mover un músculo, como quien dice, puede marcar la diferencia entre provocar o no un grave accidente de forma gratuita. 

A pesar de que los fabricantes están incorporando progresivamente en sus coches, ya sabéis, el sistema automático de avisador de ángulo muerto. 

Otro caso más de que yendo con tu vehículo en condiciones optimas, con velocidad adecuada, con cinturón, sin beber ni drogarte puedes provocar un accidente grave de los que parece que no interesa hablar.
Saludos.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

N A V I D A D


Estas letras me recuerdan notas de música, diría que invitan a cantar y bailar. La estación oscura ya pasó, y por duro que llegue este invierno, lentamente, el Sol nos dará un poco más de luz cada día convirtiendo, lentamente, esperanza en certeza. Preparándonos para admirar la explosión de la vida en una primavera cada vez más cercana.

Contemplando la naturaleza y su magnífico espectáculo permitimos que su esencia nos vista por dentro llevando luz a nuestro entendimiento y fuerza a nuestros corazones, disipando temores como un soplo de viento se lleva a la niebla. Desaparecerán los miedos a movimientos y cambios, nos hará mejores. Podemos renacer, multiplicar lo bueno que hayamos hecho, darnos y dar más alegría, sumergiéndonos en el significado profundo de la Navidad, pensando en ello, seamos o no religiosos, creyentes o ateos. No importa, lo mismo da, porque ayuda igualmente a reconducir el mundo, un pequeño esfuerzo de cada uno aplicado sobre el volante nos alejará unos milímetros de la trayectoria del desastre.

Estas letras me recuerdan las notas de música... ¡Aleluya! 

Esteban

P. D.: La foto la hice este año en la Torre de Loizaga

Entradas relacionadas: A MODO DE POSTAL DE NAVIDAD, TORRE LOIZAGA O VIVIR UN CUENTO EN 3D

Etiquetas: Navidad, felicitaciones, feliz, aleluya, alegría.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

¿ESCÁNDALO Y CORRUPCIÓN EN LA DGT?

Todo parece indicar que la respuesta es afirmativa, claro que este supuesto escándalo es peccata minuta comparado con el grueso calibre que tienen tantos, por todos conocidos y ya probados, en salas judiciales bien repartidas por toda la geografía española, muy lamentablemente, para nuestra desgracia y vergüenza. 
Existiendo estos maniquíes, ¿a qué viene hacer pruebas con personas fallecidas?
Fuente: www.abc.es
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Hace algo más de tres años llamó mi atención un articulo publicado en el blog Circula Seguro, patrocinado por Michelin y la Fundación Mapfre, que anunciaba un proyecto de la Universidad de Zaragoza para hacer pruebas de choque con cadáveres humanos a fin de estudiar la cinemática de la columna vertebral en colisiones frontales y oblicuas para lograr dos objetivos y por este orden:

Primero. “La posibilidad de realizar tales ensayos reforzará y expandirá las capacidades de investigación de la Universidad de Zaragoza en este campo a nivel mundial.” 

Segundo. “...estos experimentos contribuirán a caracterizar los seis grados de libertad del movimiento de la espina dorsal humana durante colisiones frontales y oblicuas, lo cual aumentará el conocimiento actual existente en esta materia.” Citas literales que pueden ver aquí

Por favor, corríjanme si me equivoco, pero en mi modesta opinión, el primer objetivo definido nunca debería figurar como tal -en ningún orden-, sino como una consecuencia natural y lógica del brillante resultado de la investigación.

En cuanto al segundo y último, cualquier traumatólogo o fisioterapeuta (por poner dos ejemplos), sabe de sobra que muchas veces un hueso no se rompe ni daña por un golpe sino por la tensión que los músculos en él insertados ejercen por el estrés que sufren en los instantes previos al impacto, lo que con un cadáver nunca puede ocurrir por razones obvias, razón más que suficiente para -en mi modesta opinión- desechar este tipo de investigación. Se me ocurren unos cuantos motivos más, pero creo que los expuestos son suficientes y este tampoco es el motivo de esta entrada.

El señor Josep Camós, autor del artículo, no sólo se hacía eco de la noticia, sino que además expresaba su entusiasmo por la misma. A mí me escandalizó por morbosa, innecesaria e inútil, y así lo manifesté en un comentario que abrió una discusión un tanto acalorada pero correcta y que pueden ver aquí si lo desean, en ella también participó Elisa Alòs, habitual comentarista de este blog (gràcies!), como bien saben todos ustedes. 

María Seguí, actual Directora General de Tráfico.
Fuente:www.bolsamanía.com
Recuerdo, entre otras cosas, que en el citado artículo se afirmaba que por cada cadáver utilizado en esos estudios se salvarían sesenta vidas, ¡60! Ni más ni menos, oiga, y se quedan tan anchos. Una afirmación absolutamente gratuita que todavía me indignó mas que lo truculento del estudio. ¿Cómo demonios se puede afirmar eso? Por favor, si hablamos de ciencia dejemos la fe aparte, los hechos se muestran y sustentan con pruebas empíricas

Dicen que el tiempo pone a personas y cosas en su sitio, y a veces tenemos ocasión de comprobar que tal afirmación resulta esperanzadoramente cierta. El pasado mes de septiembre me encontré casualmente con esta noticia (pueden verla aquí) y, hace unos días, una persona amiga me hizo llegar otra también relacionada con este asunto y que creo que justifica de sobra el título de esta entrada que, dado cómo lo planteo, he decidido que debo publicarla cuanto antes debido a las elecciones que tenemos en capilla (pueden verla aquí). 

Elegir quién esté al frente de la Dirección General de Tráfico (DGT) es una decisión puramente política; considero que hay mucha incertidumbre acerca del resultado de las elecciones del próximo día 20 y más aún de cómo se formará el gobierno resultante. Si la señora María Seguí sigue en su cargo, no tendría prisa en hablar de esto, de lo contrario sí, sería -cuando menos- muy poco elegante. Así pues, por si acaso... 

Las mentiras crecen en progresión geométrica, por lo menos.
Es necesario estar muy alerta para separar la paja del trigo.
Fuente: www.elexitoenvida.com
Ahora ya me voy acercando a donde quería llegar que es, básicamente, invitarles a que se planteen conmigo la vieja cuestión de si el fin justifica los medios. En mi opinión no, rotundamente no; aunque hay casos en los que a nivel puramente personal, cuando sé de alguien que vive situaciones extremadamente terribles, dudo muy seriamente sobre lo que haría en su lugar. Dejando al margen casos individuales y extremos, socialmente me resulta inaceptable que con acciones huérfanas de moral y ética se justifique el logro de un buen fin. No puede ser. 

Sin embargo vivimos en una época que cada vez tiende más “al todo vale con fin de...” Lo vemos en los medios de comunicación y en muchas películas, diariamente, en ocasiones de forma muy sutil y en todos los campos. En el tráfico, esta tendencia comenzó a ser relevante y peligrosa hace ya unos cuantos años, se intensificó y se refuerza cada día. Basta con afirmar o negar algo, citar supuestos estudios (a los que casi nunca podemos acceder para verlos completos), afirmar gratuitamente que con ello se salvarán o perderán no sé cuántas vidas (esto es mano de santo) y listo el aro por el que pretenden que pasemos todos. Aunque luego alguien pruebe estudios falsos, afirmaciones estúpidas, manipulaciones en datos y estadísticas, es igual, si con ello se salva una sola vida... Sin que nadie parezca apreciar que esto último también es falso, ¿Cómo lo prueban? De ningún modo, ni se molestan en intentarlo. Nos lo han hecho creer, nos han inducido una fe ciega que impide cuestionarnos nada

El carnet por puntos es responsable de curiosas paradojas:
Parece que endurece la ley, pero la hace más blanda.
Iba a retirar del asfalto a "esa minoría de conductores peligrosos que..."
y hace que más gente circule sin permiso.
Fuente: www.soymotero.net
Ejemplos hay muchos, mencionaré sólo uno. El anterior Director General de Tráfico (Pere Navarro) impuso el carnet por puntos, se dijo que eso haría disminuir el número de accidentes. Entra en vigor el 1 de julio de 2006, cuando la crisis económica comenzó a mostrar sus primeros síntomas en España, aunque casi nadie los veía y todos nuestros gobiernos derrochaban superávit, pero el trafico empezó a disminuir, lentamente al principio, claramente como un año más tarde y espectacularmente poco después, y con ello el número de accidentes y víctimas, ¿gracias a qué? Al carnet por puntos, claro. ¡Falso! Fue debido a la crisis, que aún persiste. Pero aquel director general de infausto recuerdo, el peor con clara diferencia entre todos cuantos ocuparon ese cargo en la larga historia de la DGT, se cubrió de gloria, cuando en realidad el carnet por puntos no es más que un fraude y un gran negocio para unos pocos, pero aunque cada vez hay más personas que se dan cuenta de esto, incluso la mayoría de ellas lo ven con buenos ojos porque “ha salvado vidas”. ¿Pruebas? Ninguna.

Aldous Huxley lo explicó muy bien: “El fin no puede justificar los medios, por la simple y obvia razón de que los medios empleados determinan la naturaleza de los fines producidos.” 

Les sugiero encarecidamente que lean los enlaces que les he dejado, sobre todo este que repito aquí, y aprovecho para expresar todo mi respeto, solidaridad y admiración por el señor don Juan José Alba, dada la injusta persecución que sufre y el valioso ejemplo de integridad y dignidad con que la enfrenta, porque este es el tipo de actitudes que alimentan la esperanza de un país y un mundo mejores. 
Esteban

INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.


P. S.: Ayer, 8 de marzo de 2016, el periódico Heraldo, ubicado en Zaragoza, publicaba una esperanzadora noticia para los legítimos intereses del señor D. Juan José Alba (@juanjo_alba). Un paso más en el esclarecimiento de este turbio asunto que espero y deseo llegue a buen puerto y a restablecer la reputación y honor del citado investigador como merece por su labor. De la noticia se hace eco el blog de los examinadores de Tráfico (ASEXTRA) y pueden verla aquí.

martes, 8 de diciembre de 2015

INCORPORACIÓN A AUTOPISTA, CARRIL DE ACELERACIÓN O DE ENTRADA

Hace unos días y para la entrada que pueden ver aquí, recibí un comentario con estas dos preguntas:

¿Qué hacemos cuando se está incorporando alguien por la derecha? 
¿Cómo hacemos estando nosotros a la derecha? 

Ambas cuestiones tienen por respuesta una palabra clave: coordinación. Es imprescindible. Lo contrario nos aboca a una situación crítica que nos pone a las puertas de una de las dos principales causas de sufrir un accidente: que dos o más vehículos intenten ocupar el mismo lugar del espacio. La otra es una salida de la vía, pero esta depende -casi siempre- exclusivamente de nosotros. 

Esa señal de peligro (no lo olvidemos), es una de tantas que nunca
se nos debe pasar desapercibida.
Fuente: Google Maps
La incorporación a autopistas y autovías se hace, prácticamente siempre, por carriles de aceleración; empleándose también este tipo de carriles -ocasionalmente- para acceder a carreteras convencionales y vías urbanas. Siguiendo el planteamiento de las preguntas, vamos a imaginar que estamos circulando por el carril derecho de una autopista, en carretera abierta o algo alejados de cualquier población importante y que lo hacemos al límite legal (120 km/h) o poco menos. 

Para coordinarnos con los vehículos que acceden a la vía en la que estamos sólo podemos actuar sobre dos factores: velocidad y trayectoria. O ambos. Haciendo variaciones de velocidad a más o a menos podemos asegurarnos un espacio delante o detrás de un determinado vehículo que está entrando sin cambiar nuestra posición en la calzada; cambiando al carril contiguo mantenemos la velocidad que llevábamos, en principio, y luego volvemos al carril de más a la derecha. 

Como siempre, observar anticipadamente siempre nos dará ventaja, seguridad y tiempo para decidir con mejor criterio y ejecutar con más precisión alejándonos al máximo de toda precipitación. 

Es fundamental desterrar de inmediato cualquier pensamiento del tipo: “qué hace ese”, “a ver cómo actúa”... y mucho más aún, centrarnos en que es él quien tiene un “ceda el paso” y nosotros gozamos de preferencia. Es un grave error entender el concepto de preferencia como un valor absoluto y más aún forzar a que nos lo respeten, salvo excepciones -que alguna hay- como luego veremos. En dos palabras, y aprovechando que están tan de moda... mejor ser proactivos que reactivos.

Planteado un problema y entendido su enunciado, debemos centrarnos exclusivamente en su solución. Recrearnos en su génesis, contemplarlo, hacernos preguntas sobre la persona que lo provoca o soltar toda una sarta de improperios, insultos y demás hacia ella verbal, gestualmente o con el pensamiento sólo conduce a retrasar la solución (en el mejor de los casos), o a impedir su aplicación. Seamos prácticos, ahorremos recursos y energía o empleémosla en salvar la situación.

Este es el mejor carril de aceleración que he visto en mi vida, sin embargo,
es descorazonador ver los pocos conductores que lo utilizan bien.
Está en la autopista A-8 a la altura de Baracaldo en sentido Bilbao, en la recta
popularmente conocida como "recta del Max Center", tomando el sobrenombre
del centro comercial que está a la derecha de la imagen.
Fuente: Google Maps
Situaciones, que en su inmensa mayoría son perfectamente previsibles, por tanto, bien podemos haberlas vivido miles de veces en nuestra mente y con nuestra imaginación, lo que nos llevará a tener las soluciones grabadas en el subconsciente, de forma que sólo sea cuestión de ver y actuar. Además, esta forma de trabajar en la carretera sin estar en ella, aparte de ser gratis, por lo menos, también desarrolla algo nuestra inteligencia, lo que sin duda nos dará muchas más opciones de encontrar la solución correcta cuando estemos ante alguno de los muy improbables casos imprevisibles, que luego añadiremos cuidadosamente a nuestro archivo y entrenamiento mental. 

Variaciones de velocidad. Generalmente es mi solución preferida, viendo con antelación cuántos vehículos se incorporan y cómo lo hacen, un poco más o algo menos y enlazo con ellos delante o detrás. Es la solución que más he entrenado y entreno con mis alumnos siempre por su eficacia: evita dos cambios de carril, evito interferir con otro conductor que me esté adelantando o pensando en hacerlo, ayuda mucho a quitar el miedo (muchas veces se conduce un tramo en paralelo con otro vehículo que aparentemente se echa encima de nosotros) y también ayuda mucho a eliminar la tendencia innata a dar volantazos, causa de muchos accidentes y que conviene cortar de raíz en la autoescuela. 

Esta es la foto aérea del lugar de la anterior, como pueden ver, este carril es enorme. 
Fuente: Google Maps
¿Inconvenientes? Surgen cuando la situación prevista cambia al hacer anómalas variaciones de velocidad el conductor del vehículo que se incorpora, que suelen producirse cuando esa persona hace una muy deficiente observación o a última hora; prefiero que esa persona no mire en absoluto pero mantenga una aceleración constante, al que lo hace in extremis, se asusta y frena. Prefiero, sin duda, al que actúa como pensando “que se aparten que voy”, por lo menos sé a qué atenerme; y también prefiero al que aumenta decididamente su velocidad empecinándose en entrar en la autopista aunque se a base de utilizar el arcén en parte o totalmente como prolongación del carril de aceleración.

Los conductores que frenan asustados son los que crean el mayor riesgo, es un acto suicida y homicida. Los más peligrosos, normalmente, son los que se detienen en la primera mitad del carril de aceleración, siempre muy próximos al límite izquierdo de este, y especialmente cuando una vez detenidos miran directamente a su izquierda y hacia atrás; en estos casos suelen girar el volante a la izquierda un cuarto de vuelta o más y reanudar la marcha lentos y con torpeza en el momento menos propicio. Los que se detienen casi al final del carril de deceleración de pronto y sin motivo es bastante menos probable que giren el volante, también saldrán con lentitud y torpeza, pero suelen girar menos el volante y hacerlo cuando no tienen a nadie a la vista o lejos. 

También A-8 sentido Bilbao, en Cantabria, muy cerca de la frontera con Vizcaya se puede
ver un carril de aceleración muy peligroso por su poca visibilidad, proximidad a una curva
y pendiente descendente recta de los vehículos que ya están en la autopista. 

Fuente: Google Maps
En los casos citados, lo más probable es que no haya más remedio que cambiar de carril, de ahí que, aunque decidamos coordinarnos exclusivamente a base de velocidad, conviene tener en mente otra puerta abierta: desplazarnos al carril central o izquierdo. Para ello es muy importante observar con antelación, no sólo cómo van circulando los vehículos entrantes sino también los que tengamos -y podamos tener- detrás o al lado, con el fin de asegurarnos un hueco en el carril situado a nuestra izquierda, también es muy probable que en estos casos sea mucho más seguro incrementar la velocidad, de forma clara y rápida, lo que se garantiza mejor bajando con antelación a cuarta (si estábamos en quinta o sexta) sin perder velocidad. 

Actuando así, es muy difícil que alguna vez tengamos un accidente en las proximidades de las incorporaciones. Habré tenido mucha suerte, pero tocando madera y dando gracias a Dios, les puedo asegurar que, hasta ahora, nunca he tenido un sólo roce en estos casos. Y he pasado por situaciones muy críticas cientos de veces, sobre todo en los exámenes. Si compramos los boletos de la buena suerte con las monedas de la preparación mental, entrenamiento, trabajo, concentración y esfuerzo el premio está casi asegurado. Sí, hay que asumir un cierto componente de riesgo, pero esto es consustancial a la naturaleza humana, ¿conocen alguna actividad que esté totalmente ausente de él?

Cambio de trayectoria o de carril. En el apartado anterior ya he citado un caso en el que es necesario. Otros casos en los que también lo suelo hacer es cuando, por lo que sea, circulo a un ritmo de marcha más alto que el resto, no tendré ningún problema para cambiarme de carril y evito bajar la velocidad, casi con toda seguridad, este “casi” lo entenderán enseguida. También lo hago cuando estoy muy cerca de ciudades grandes que no conozco, aunque sólo sea de paso; bueno, en este caso suelo elegir carriles centrales cuando hay mucho tráfico y cambiar resulta difícil porque, aunque no es lo más habitual, puedo encontrarme con una salida que me interesa tomar en la izquierda de mi calzada. Lo mismo hago cuando, en circunstancias similares, me acerco a bifurcaciones en las que debo tomar el ramal izquierdo. 

Vista aérea del lugar anterior, es peor de lo que parece en la foto.
Un lugar que procuro evitar, prefiero hacer unos pocos kilómetros por la carretera
que se puede ver a la izquierda. Pero siempre entreno esa entrada con los alumnos.

Fuente: Google Maps
El cambio de carril en plan preventivo, resulta muy tentador, pero sostengo que se debe evitar hacerlo de forma sistemática; debe ser la excepción. Lo contrario supone estar muy desentrenados para cuando resulte imposible hacerlo, además, se tiende a olvidar una posibilidad que no es tan raro que ocurra: imagínense en una calzada de autopista con tres carriles, van por el derecho, se aproximan a una incorporación, ven que por el carril de aceleración circulan algunos automóviles y cambian al carril central, pero cuando están  a la altura del carril de aceleración uno de los coches sale desde él directamente al carril central y un segundo coche que iba detrás, más rápido y hacia el izquierdo adelantando. Cuando se dan estos casos, esos vehículos suelen hacerlo bastante rápido y no crean ningún problema, no es lo suyo, pero allá ellos; sin embargo no es tan raro que lo hagan con muy poca diferencia de velocidad y creen un riesgo inesperado y absurdo, de ahí el “casi” del párrafo anterior. 

Tal vez se pregunten si es aconsejable, y cuándo, hacer algún destello con luces largas o dar algún toque de bocina, aunque sólo sea con el fin de anticipar a quien se incorpora nuestra clara intención de facilitarle esa maniobra. Bien, pues yo es muy raro que lo haga ya; de un tiempo acá vengo observando que estas señales o se malinterpretan o simplemente no se entienden, con lo cual sólo se logra aumentar el riesgo, me he encontrado hasta con algunos conductores de camiones y autobuses que no lo comprenden. Lo que un servidor no entiende es cómo en plena fiebre de la “comunicación” se haya olvidado un lenguaje tan básico y tan útil. Salvo para ciertas situaciones de peligro bastante alto, y porque uno no pierde la esperanza, ya no uso ese tipo de avisos; es que ni te miran, aunque estés avisando a alguien de que lleva una rueda pinchada, una puerta abierta, el portón del maletero abierto, lo he visto no hace mucho subiendo y bajando en un coche cuyo conductor desatendió avisos hasta de los peatones y siguió tan feliz. Cosas veredes... 

Comenté antes que a veces se dan casos en los que debemos forzar por mantener nuestra posición en la calzada. Hay uno muy típico que se da cuando circulamos por el carril derecho y quien se aproxima por el carril de aceleración está empeñado en entrar sea como sea y al mismo tiempo nos está adelantando un camión. Desde luego, esto no sucede circulando a 120 km/h si no a unos 80, límite muy habitual en las circunvalaciones; tampoco es nada raro que ese camión sea seguido por otro como si fuese un vagón de tren por lo tan próximo que va. Naturalmente,  en esta situación, si el conductor del turismo que llega lo mueve con lentitud y torpeza pero con una clara voluntad de entrar a la autopista no estoy dispuesto a dejarme romper el cuello por quien me siga si yo freno lo necesario (sería demasiado) ni a meterme debajo del camión, así que fuerzo, utilizo tercera (me permite recuperar rápido después de frenar) y, aquí sí, utilizo la bocina. 

Comienzo de un carril para vehículos lentos, coincidente con uno de salida.
Es el mismo lugar de la foto anterior pero en sentido Santander.
El carril es muy largo, pero aunque no encontré ninguna fotografía
en la que se pueda apreciar, desde 1'5 km antes se puede ver su final. 

Fuente: Google Maps
Fuerzo, por supuesto, a que ese conductor frene o utilice el arcén, si es que se le acaba el carril, cuanto sea necesario; en el primer instante en que se salga de mi trayectoria acelero fuerte, gano la posición claramente y desaparezco aún a costa de adelantar al camión por la derecha. Ante todo la salud, y primero la mía y la de mis pasajeros (sí, por este orden, estoy conduciendo). Lo siento. En el peor de los casos, si tengo un accidente en esa situación que sea con en ese coche que se está empezando a cruzar en mi camino cuando ya estoy llegando a su altura.

A propósito de lo anterior, ya he leído en varias partes que los coches autónomos, inteligentes o como gusten llamarlos, muy probablemente, decidirán por nosotros y contra nosotros si lo estiman necesario. Por ejemplo, en el caso anterior, si yo voy solo y el coche que pretende entrar mal va con cinco personas, me sacrifican a mí. Pues no, no estoy dispuesto, si quiero sacrificarme lo decido yo. Faltaría más. Y en ese caso no, de ningún modo. 

El comentario al que aludía al comienzo, plantea también otra cuestión interesante. La copio en cursiva a continuación: 

...donde vivo, hay una autovía que tiene un tercer carril a la derecha para vehículos lentos, ya que es un tramo en cuesta y los camiones van más lentos de lo normal. Llega un momento en que la cuesta se acaba, y los camiones han de incorporarse de nuevo al terminarse el carril ‘lento’. ¿Cómo hacemos estando nosotros a la derecha? En la autoescuela me reprendieron una vez por apartarme a la izquierda, diciendo que debía mantenerme a la derecha ‘que ya los coches se apañarían’ y que a mí me resultaría una complicación volver a mi carril derecho. Pero en sitios como esta autovía que comento, no apartarme me parece un peligro, puesto que hay costumbre de ‘yo me incorporo y el de detrás que se aguante, que a mí se me acaba el carril’. 

Primer aviso del fina del carril de lentos anterior. En este caso también
se repite en el lado izquierdo para que no quede oculta por los camiones. 

Fuente: Google Maps
Bueno, aunque no es estrictamente obligatorio, si es muy aconsejable circular también por ese carril de lentos si está más o menos despejado (yo lo hago así), si hay tantos camiones como para andar entrando y saliendo con frecuencia, pues no. Entiendo que esta pregunta está planteada pensando en que se circula por el carril derecho normal, y en ese caso, y en general en todos en los que hay carril para vehículos lentos, comparto el consejo de mi compañero. Es decir, mantenerse en el carril derecho normal sin cambiar al de más a la izquierda. Lo que no comparto es la explicación, que puede servir en ese momento (en el coche, la mayoría de las veces no da tiempo a explicar gran cosa), pero luego, terminada la clase o la jornada, en algún momento, sí se debe razonar con el alumno tranquila y tan ampliamente como sea necesario el motivo de esa decisión. Yo la baso en lo que vengo haciendo hace muchos años, no da ningún problema y cumple la norma. 

Un carril para vehículos lentos se distingue muy bien por las señales verticales que nos advierten de él y por su marca vial que lo hace constantemente: línea discontinua ancha y corta. Si los hay, siempre están en subida, y si observamos el terreno desde atrás y con distancia, podemos ver con bastante detalle dónde acaba, porque siempre será donde corona la cuesta, en un cambio de rasante y bastantes veces con curva. Bien, pues basta con asegurarnos el evitar coincidir en esa zona con un camión (o cualquier otro automóvil) en paralelo, y tenerlo muy presente con bastante antelación. Es algo claramente más fácil que las incorporaciones por carriles de aceleración. Además, conviene hacerlo porque si esperásemos a ver los anuncios de su fin en las señales verticales (suelen ser grandes y poner dos), no es nada raro que estas nos queden ocultas por algunos camiones. 

También conviene tener perfectamente clara una cosa, por más que pongan dos señales de “ceda el paso” en el carril de lentos (vertical y marca vial), un camión no se va a detener. Cederá el paso, pero repito, no se va a detener. Y es lógico, porque entre otras cosas, supondría un serio y mayor peligro para todos reanudar su marcha en una situación muy difícil para él, si es que puede, que esa es otra.

El conductor de ese coche debe asegurase unos decenas de metros antes
de este punto que no tendrá a nadie en su derecha en él. 

Fuente: Google Maps
Viajando de noche y sin conocer la zona, sí que es más difícil saber dónde acaba el carril, pero aunque sea con menos precisión y puesto que tenemos tiempo para ir observando el relieve del terreno desde que nos encontramos el carril de lentos, tampoco resulta tan complicado, en realidad, evitar tener un camión al lado en el fin de ese carril. También contamos con una capacidad de aceleración, frenado, estabilidad y de maniobra muy superior a la que puede tener un vehículo pesado, especialmente subiendo.

Para acabar, tan solo recordar la norma que regula el uso de los carriles de aceleración. Impone, con buena lógica, obligaciones para ambos conductores: el que está en la autopista debe facilitar la entrada del que llega, en la medida de lo posible, incluso haciendo variaciones en su velocidad o trayectoria si fuese necesario. El conductor que circula por el carril de aceleración debe ceder el paso, llegando a detenerse para ello si la situación así lo requiere. En una palabra: coordinación. En principio, se requiere el trabajo de dos conductores para ello, pero como ya expliqué antes, si uno solo de los dos quiere, será más laborioso, pero también sumamente probable que lo consiga. Trabajen su buena suerte y la tendrán.