miércoles, 31 de agosto de 2011

UNA VEZ MÁS, ¡GRACIAS!


Hoy, haré una entrada muy breve porque es el último día del octavo mes del año y no quiero dejarlo pasar sin expresar públicamente mi gratitud a todas y cada una de las personas que, aunque fuese por unos instantes, pusieron su atención en el stand en el que exponía mi trabajo en la Feria de Muestras de Asturias, en Gijón (FIDMA 2011).
Muchas gracias, también, por supuesto, a quienes se llevaron tarjetas, se dignaron a hablar conmigo, consultaron www.conducirsinmiedo.com (web y blog) y, cómo no, a quienes decidieron llevarse un ejemplar de mi libro. A estas personas, espero -con ansia y anhelo-, no sólo que no les defraude su lectura, sino que, además, les sea verdaderamente útil.
A Cristina (en la foto junto con el que suscribe) y  Carlos Cummins,
 hijos de mis hermanos Carmen y Mike: Thank you very much!
Gracias a ustedes, e incluyo a compañeros de pabellón y a personas de la Cámara de Comercio que me brindaron una importante y desinteresada ayuda, Conducir sin miedo, disfrutó de una importante y notable acogida. Así pues, a todos, mi alma sólo puede dedicarles dos palabras: ¡Muchas gracias!
Esteban

domingo, 7 de agosto de 2011

GIJÓN

En Gijón y en la Feria de Muestras, desde ayer y hasta el día 21 de agosto, en el pabellón Nº 4 (Palacio de Congresos) muy cerca de la entrada principal y enfrente del stand de Mapfre está situado el que ocupo con el libro llevando por nombre su título: Conducir sin miedo. 
La feria está abierta de 11:00 a 22:00 horas, pero los pabellones se cierran entre las 14:30 y las 16:30 horas.
Tumbemos el ocho, y adiós horizonte. ¡Sin límites!
Si alguna de las personas que leen este blog le va bien pasar por la citada villa y feria, ambas muy agradables y con sobrados y buenos motivos para ser visitadas, me encantaría poder conocerla y charlar un tiempo con ella. Por supuesto, también firmaré libros a quien así lo desee.
A usted, señora o señor que lee estas líneas, muchísimas gracias por su atención y su tiempo, además, demuestra un grado de amabilidad, humildad y paciencia tan poco común como digno de elogio. Podamos vernos personalmente o no y a pesar de tanta nube negra acechando por todos (¿todos?) los horizontes ojalá disfrute de un espléndido verano. Hasta pronto.
  Esteban
PD: En principio, hasta los últimos días de agosto no volveré a editar más entradas. Aunque dudo mucho que pueda reprimirme tanto. Ah, el tratamiento de señora o señor, lo aplico independientemente de estado civil y edad.

jueves, 4 de agosto de 2011

Aprovechar la autoescuela. En el coche

Ahí lo tiene. “Todo tuyo”, solía decir a mis alumnos, añadiendo: “Siéntelo como propio”. Pero antes de empezar, es muy recomendable, es más: imprescindible -si quiere que su paso por la autoescuela sea eficaz, rápido y económico-, que sepa de antemano cómo funciona esa máquina que se dispone a manejar.
Por la otra puerta, por favor.
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Las clases de coche son, evidentemente, clases prácticas y a ellas se debe llegar sabiendo de antemano lo que se va a hacer. Si vamos a practicar algo, tendremos que saber qué, cómo y por qué. Actuar de otro modo supone hacerlo como una marioneta cuyos hilos mueve el profesor, siempre que le dejemos, claro. Pero nunca le vamos a dar el control total y es muy difícil salirse del círculo de problemas  en el que nos veremos inmersos y que se van retroalimentando como el ojo de un huracán. Esto nos lleva siempre a dar muchas más clases de las necesarias -se aprovecha una ínfima parte de cada una-, a tener que pagar mucho más de lo estimado, a suspender numerosas veces, a sufrir serios disgustos y frustraciones, y lo que es peor, a salir de la autoescuela sin una base sólida que nos impedirá seguir creciendo como conductores, adaptando poco a poco nuestro propio estilo pero permitiéndonos conducir -dentro de nuestras limitaciones- siempre seguros desde el primer día. 
Para conseguir este último objetivo les presento una herramienta que, sin ninguna duda, les será de gran utilidad: el libro del que soy autor, Conducir sin miedo. Quizá se vea mal que yo mismo lo diga, pero la falsa modestia no deja de ser una actitud bastante hipócrita, ¿no? Además, qué demonios, es cierto y muy fácilmente comprobable. Aunque tampoco puedo evitar recordar lo que tantas veces le oí a mi abuela y a mi madre: “Pondérate boroña que no hay quien te coma”.
Pero no, es comestible, sienta muy bien, logra una digestión perfecta y evita el raquitismo en el crecimiento como conductor. Quien lo tome como alimento para su conocimiento sobre conducir, no se arrepentirá. Seguro.
Todo el mundo me dice que los jóvenes no leen, que no quieren leer. No me lo acabo de creer, pienso que leen y se informan por distintos medios sobre todo lo que les interese, ¡no son idiotas! Lo que ocurre es que sobre el tema de la conducción han sido vilmente engañados desde su infancia de un modo permanente, tal como ya escribí en entradas anteriores. En su paso por la autoescuela se observa que todos se dan cuenta del engaño sufrido, pero, normalmente, no da tiempo en este paso a reaccionar adecuadamente, y salen mal preparados. Yo apelaba al instinto de supervivencia de mis alumnos: “Tú conduces, haz tuyo lo que te transmito y no te harás daño. Cuidando de ti, cuidarás de los demás”.
Por eso insisto tanto en mentalizarse y prepararse antes de la primera clase de coche; hay que aprender bien todas las señales, normas esenciales -las que realmente son necesarias cuando se conduce- y saber cómo funciona el coche y qué vamos a hacer con él. Conducir sin miedo, contiene la práctica. ¿Por qué pagar -y sufrir- clases para aprender tan poco y prendido con alfileres? 
La llave
Conviene aprovechar al máximo la experiencia del profesor que nos enseñe. Preguntar, generalmente, antes de empezar a mover el coche; hacer fotos del salpicadero, preparar la clase práctica antes y trabajarla también después; beber de todas las fuentes observando cómo conducen las personas que nos llevan de pasajeros, con espíritu crítico pero evitando discusiones estériles y distinguiendo perfectamente lo malo de lo bueno para quedarse con esto último; observar también cuando vamos andando por la calle; sentirse uno con la máquina, como si esta fuera un apéndice de nuestro cuerpo; analizar las propias acciones de un modo radical, buscando las raíces de las mismas para cultivar las buenas y eliminar las malas; mirar los mapas de Google para estudiar recorridos, secuencias de películas... Hay tantos recursos. Utilícelos, es su vida la que está en juego. 
Hasta la propia DGT reconoce que “no podemos conducir por ti”, ¡gracias a Dios! Pero tienen razón, naturalmente, nadie puede conducir por usted. Haga que su buena suerte como conductor dependa de sí mismo. Ah, y, por ejemplo, evite cosas como esta: “Sí, sí, he visto el stop, pero como nadie se para...” Nunca es cierto, que siempre, todo el mundo, haga o deje de hacer determinada acción.
Esteban

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miércoles, 3 de agosto de 2011

Aprovechar la autoescuela. En el aula

Acudir a una autoescuela es lo primero que hacen la mayoría de las personas cuando deciden sacar el carné de conducir. Y no es imperativo, que conste, el permiso para conducir un turismo se puede lograr por libre -teórica y práctica- pero casi nadie lo hace, aunque lo sepa; es muy curioso.
Creo que he dejado muy claro en entradas anteriores la importancia de saber perfectamente las normas de circulación -al menos las que realmente se utilizan para conducir, que no son tantas- y el significado de todas las señales de tráfico, ”los signos”, como me decía un alumno y amigo chileno que tuve y tengo. Y este conocimiento, independientemente del sistema que se emplee para aprobar el examen teórico, debe estar perfectamente a punto antes de comenzar con la primera clase práctica.
Aston Martin en MOTORASTUR, 2011. Gijón
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Es recomendable buscar una autoescuela en la que todavía den verdaderas clases de teórica. Y digo verdaderas, porque muchas veces se venden como tales meras realizaciones de tests llevadas a cabo en grupo y comentadas por un profesor que, a veces, no lo es. Y, francamente, que tenga o no título me parece irrelevante, pero es difícil y raro, que si carece de él, tenga la experiencia y aptitud necesaria para hacer llegar al alumno el conocimiento que este precisa. Aunque no la encuentre, lo más probable, le resultará fácil y rápido aprobar el examen teórico, entonces, aprenda por su cuenta -y muy bien- las normas esenciales para conducir y todas la señales, como ya dije, antes de comenzar con la primera clase de coche.
En las autoescuelas suele haber abundante material didáctico, moderno, atractivo, útil y, generalmente, infrautilizado. ¡Aprovéchelo al máximo! Se ahorrará clases. Pida ayuda, consulte, pregunte, indague. En casi todas las autoescuelas les resultará sorprendente que usted muestre un vivo interés en aprender, en algunas -porqué no decirlo- les molestará, pero un verdadero profesor -superado, seguramente, un inicial escepticismo- se sentirá entusiasmado con su actitud. “Preguntar es facultad del que sabe”, nos decía un excelente maestro del que tuve la fortuna de poder contarme entre sus alumnos.
Desde que formalice la inscripción en una determinada autoescuela, intente entrar en ambiente lo más posible con el automóvil, su mundo y el fenómeno del tráfico. El automóvil, pese a sus inconvenientes, nos permite una extraordinaria autonomía como ninguna otra máquina, hasta ahora conocida, nos puede dar. Siempre he dicho a mis alumnos, que si yo hubiese nacido en la Edad Media, por ejemplo, hubiese querido tener un caballo. 
Vuelo del ángel en el fin de la Tierra
Foto cedida por cortesía del autor, D. Javier Gómez Larrea (Trapagaran)
¡Gracias, Javi!
El ansia de poder movernos de forma autónoma, como el de volar, son anhelos universales del ser humano desde que este existe. Conducir y volar, cuando se hace con entusiasmo y bien, amplían nuestra percepción de la libertad, la hacen físicamente tangible. Todas las personas que conozco y he conocido que conducen y/o vuelen bien, son dueñas de un espíritu libre y crítico. Quizá por eso, a quienes detentan el poder les da miedo y por ello reprimen, limitan y encarecen artificialmente tanto la utilización de coches y aviones. Lo más triste, es que estos poderosos -que para sí no aplican limites ni restricciones- son jaleados y aplaudidos por algunos iguales a nosotros que tienen miedo a conducir y a volar. Y volar, no vuelan, desde luego, pero como se ven obligados a utilizar el coche y ni saben hacerlo ni quieren aprender, pretenden que los demás lo hagamos igual de mal que ellos, y eso sólo tiene un nombre: Envidia.
Siempre ha habido personas que eligen vivir en una jaula pero no soportan que otros se muevan con libertad y soltura. Esta es también la raíz de algunas normas de tráfico, desafortunadamente, pero también una poderosa razón más para conocerlas. 
Esteban

INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

PD: ¡Bravo! He conseguido poner un vídeo en You Tube.
Este es el enlace:
www.youtube.com/watch?v=P43UoAx-4Dk
Poniendo "conducirsinmiedo" en You Tube, también sale.

lunes, 1 de agosto de 2011

NORMAS DE TRÁFICO

Ni tu madre jugaría contigo al parchís si no sabes las reglas de ese juego”. Esto lo he dicho muchas veces a muchos alumnos al descubrir en las clases prácticas el escaso conocimiento que tenían de normas y señales, también invité a muchos a que suspendiesen las clases de coche un tiempo en tanto se las aprendían. Es muy caro y muy poco eficaz aprender la teórica en las clases de coche, no tiene sentido.

Para aliviar un poco la cainita tragedia, mi tía
Mª Teresa Flórez Blanco -con quien tanto quería-
hizo este parchís en plena Guerra Civil Española
(1936 - 1939)
Cuando les hacia dicha invitación, me contestaban que tenían aprobada la teórica -cosa que de sobra sabía- y entonces les respondía que con eso, evidentemente, no basta. Hay que saber qué hacer, para poder actuar. Es como cocinar, no es suficiente con aprobar un examen sobre varias recetas de cocina desmenuzadas y descontextualizadas en preguntas tipo test que se contestan correctamente porque las repiten hasta la saciedad tanto examinador (DGT) como alumno, no; hay que cocinarlas y, al menos, deben ser comestibles. Por cierto, nunca fue tan fácil aprobar el examen teórico del permiso de conducir como desde que el Sr. Pere Navarro está al frente de la DGT; en una futura entrada hablaré más ampliamente de este aspecto.
Es un hecho que una persona no participaría, ni entre parientes ni amigos, en un juego de mesa cuyas reglas ignora o sólo conoce muy superficialmente. Y eso que no está en riesgo alguno la integridad física de nadie. Sin embargo, en la carretera, a sabiendas de que peligran vidas y haciendas -porque todo el mundo lo sabe-, propias y ajenas, la mayoría pretende conducir sin aprenderlas y las pocas que sabe, ignorarlas. ¡Es increíble! Y esto parte de la premisa del autoengaño que la mayoría practica: el accidente es una cuestión de suerte.
Pues hombre, si uno acude a la autoescuela y no quiere aprender y en las clases prácticas se ve como un sufrido Pinocho y a quien le enseña como a un perverso Pepito Grillo, está comprando un buen puñado de boletos -y antes de empezar- para que en la lotería le toque el accidente.

Casa de Juntas, Gernika
Por supuesto que no es imposible sufrir un accidente por muy bien que se conduzca, pero aquél será más improbable cuanto mejor se realice esta tarea. Esto, que resulta obviamente indiscutible, casi nadie lo admite cuando se hace referencia al automóvil privado. Sin embargo, nadie querría ir de pasajero en un avión a sabiendas de que el piloto -por mucho título que tenga- hace mal su trabajo. En este caso, nadie dice: Bah, qué más da, si total es una cuestión de suerte. ¿Por qué tan diferente actitud? Porque en este caso la responsabilidad es de otro; y en el caso de manejar nuestro coche, nuestra. Y son muchas las personas que evitan hacer la importante inversión de esfuerzo, trabajo y tiempo que conlleva conducir bien, ¡y lo saben! Pero eligen engañarse con el azar y la suerte. E insisto, eligen; y el que busca encuentra. 
Tengo mis dudas de que siempre que se busca algo bueno se encuentre, pero no albergo ninguna, de que cuando se busca algo malo -aunque sea por omisión y más o menos conscientemente- se tope uno con ello. 

Esteban