Cómo estar mentalmente preparados
¿Alguno de ustedes es de esas personas que nada más montarse en el coche lo primero que hacen es encender la radio o poner música? Espero que no, porque a mí siempre me da mala espina cuando veo hacer eso a quien me conduce, pienso que es una prueba significativa -por lo menos- de que quien me lleva no va a poner toda su atención en conducir y que da demasiada importancia a cosas ajenas a la carretera. De hecho, siempre que me ha coincidido ser testigo de este tipo de conducta, también lo fui de la falta de atención, ya fuese más o menos preocupante.
Es cierto que también podemos conectar música y radio después de arrancar el motor y dejarnos distraer por ella cuando estemos en marcha, pero nada más entrar... es casi seguro; no se desconecta de lo demás para conectarnos (ahora que está tan de moda) sólo con vehículo y vía.
Cuando conduzcamos y no tengamos otras cosas más importantes en las que pensar, está muy bien acostumbrarse a observar la carretera y detectar mejores y peores lugares en los que nos podríamos detener en caso de emergencia; saber dónde estamos, número y tipo de carretera, punto kilométrico aproximado, en qué sentido circulamos, el nombre de poblaciones próximas... detalles muy importantes si tenemos que pedir ayuda para nosotros o para terceros. Y conviene hacer estos ejercicios aunque tengamos GPS, podría dejar de funcionar o quedarse sin cobertura, una vez tengamos el hábito lo haremos regularmente de forma automática.
En carretera convencional y de noche, detenerse por avería es menos peligroso que en el caso de la siguiente foto. La velocidad de paso es menor y se circula con más atención, normalmente. |
Naturalmente, lo mismo conviene hacer respecto a cómo actuar, y hacernos preguntas: ¿cuánto me durará la energía cinética que lleva el coche ahora en la cuesta que estoy subiendo? ¿En esta curva grande a izquierdas que estoy pasando a 120 km/h podría irme al arcén derecho sin que el coche tenga algún comportamiento extraño? Cosas así. Por cierto, las respuestas son: muy poco y sí, respectivamente. En el caso de la curva se puede ir al arcén muy progresivamente sin ningún problema, incluso a esa velocidad, con dejar de girar un poco a la izquierda. Sólo si actuamos exageradamente y con brusquedad podemos tener un susto o perder el control.
Es fundamental en todas estas situaciones mantener la calma y la cabeza fría, centrando nuestra atención en lo más importante y afrontando los problemas en orden de mayor a menor dificultad. Siempre he sostenido y sostengo que los coches son muy nobles, muchos accidentes se producen sólo por dejarnos llevar por el pánico y sobreactuar pidiéndole al coche, sin querer, que haga maniobras imposibles. Recuerden el refrán: “Se cazan más moscas con miel que con hiel”.
Puente de Rontegi, muy cerca de Bilbao. El tramo es coto, pero suele haber mucho tráfico y ¡nada de arcén! Fuente: Google Maps |
Y ya que estábamos con preguntas, ¿Se han fijado que en autopistas y autovías, normalmente, el arcén izquierdo es bastante más pequeño que el derecho? Una razón más para circular siempre por el carril derecho, salvo cuando tengamos una buena razón para dejarlo. ¿Y han visto que en muchas carreteras convencionales las cunetas parecen trincheras? Incluso a poca velocidad, una sola rueda que nos quede descolgada en ellas es casi seguro que provoca un accidente. En la última fase de la detención, suele aparecer una fuerte tendencia a acercarnos lo más posible al guardarraíl o al borde de la cuneta, ¡cuidado! Aproximarnos con precisión a la derecha debe hacerse a una velocidad muy, muy baja; como si estuviésemos estacionando en un espacio pequeño, así, en el peor de los casos tendremos un simple roce de chapa o podremos parar el coche antes de que la rueda quede sin suelo que pisar.
Imagínense las situaciones, una y mil veces, en casa y en el coche (siempre que se pueda) y tendrán la respuesta correcta de forma automática cuando sucedan. A pesar del susto y a pesar del miedo.
La última vez que se me paró el motor de repente, fue una noche sin luna y sin lluvia, no muy tarde, sobre las once, en la A-8 sentido Gijón y como cuarenta minutos a falta de llegar a esta ciudad; con un coche de “cortesía”, ya saben, de esos que te dejan en un taller mientras reparan el tuyo. Por supuesto y como siempre, comprobé niveles, ruedas y luces antes de salir de Bilbao, es algo que hago con todos los coches sean míos o no.
El tramo en el que ocurrió era en curva a izquierda y había algunas farolas encendidas porque hay entrada y salida. Tres carriles, más el de aceleración, y pendiente ascendente con mediana inclinación. En ese momento circulaba por el carril izquierdo porque estaba adelantando a dos coches (uno en cada carril), no había nadie más a la vista. Cuando empezaba a desplazarme a la derecha noté una clarísima perdida de fuerza, aceleré a fondo de inmediato y seguí igual, miré por el espejo vi a los que acababa de adelantar acercándose, girando muy suave a la izquierda dejé libres los carriles central e izquierdo para que me adelantasen sin problemas, como así hicieron. Puse luces de emergencia, vi humo blanco por el escape, se paró el motor haciendo un ruido como algo bronco y neumático a modo de quien exhala el último suspiro y diciéndome claramente que la junta de la culata había cedido; luego se encendieron los chivatos, clavé el embrague, puse punto muerto, comprobé que detrás no había nadie y crucé los dos carriles en diagonal -no fuera que no llegase- hasta el arcén derecho, en el lado izquierdo no lo había. Si hubiese habido tráfico tendría que haberme quedado pegado a la mediana porque, aun siendo una posición peligrosa, la otra opción me llevaría a un accidente inmediato. Aunque parezca mentira, todo esto es mucho más difícil describirlo que hacerlo, se lo aseguro.
Después respiré hondo, dejé luces de posición y de emergencia, salí del coche con el chaleco en la mano y me lo puse (sí, ya sé que dicen que debemos ponerlo dentro del coche pero, además de ser incomodísimo, eso no está escrito en el BOE). Comprobé andando, que el coche había quedado bastante cerca del final del carril de aceleración que mencioné antes, no era muy largo y los coches accedían por él a la autopista en subida, por lo que pensé que sólo tendrían visibilidad cuando ya estuviesen cerca del final del mismo, luego los conductores prestarían bastante más atención hacia su lateral izquierdo que al punto en el que estaba yo.
Como cuando se unen el carril derecho de la calzada con el que llega a ella se forma un vértice señalizado como una isleta -zona excluida de la circulación-, y esta era grande, decidí mover el coche hasta el lugar más ancho de la misma dejándolo caer por gravedad ya que hacia atrás era cuesta abajo y el motor no funcionaba, pero sí puse el contacto y la marcha atrás -manteniendo el pedal de embrague pisado- para que se encendiesen las luces blancas que la señalizan. Desde luego esta maniobra pude hacerla porque había muy poco tráfico. Luego coloqué el triángulo, llamé al servicio de asistencia, necesitaba una grúa, y mientras esperaba salté el guardarraíl para adentrarme un poco en el prado contiguo y contemplar el cielo ausente de nubes y lleno de estrellas, hasta el punto de que se veía la Vía Láctea, todo un lujo en Asturias y orilla al mar Cantábrico.
Buena y completa información sobre los triángulos en la revista de la DGT.
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