domingo, 11 de marzo de 2012

MADRID, 11 DE MARZO DE 2004

Como si fuese una carta, porque hoy mi corazón habita esa ciudad y ese día. En una vía muerta -vaya, nunca mejor dicho- dentro de un vagón destrozado, encogido, en tiniebla; sin sentir su latir porque el horror anula los sentidos cuando mata y cuando no, como la muerte rompió los raíles de la vida, ese día. En Madrid.

Monumento a las víctimas del 11-M en Atocha, Madrid.
Foto tomada del sitio: www.europaenfotos.com/madrid
Sirvan estas palabras a modo de un puñado de minutos de silencio, un minúsculo beau geste, que vivo cada año desde hace ocho en este día y otros muchos. Nunca lo olvido. Pero mantengo intacta mi esperanza (cual David contra un Caín gigante) de que habrá de llegar un tiempo en el que ningún hombre provoque horror en otro, en ningún lugar.

Foto tomada de Internet, no recuerdo el sitio, pero es relativo al 11-M
He hablado demasiado, pero no pude evitarlo a pesar del abismal contraste entre mis palabras y las que componen los hermosísimos versos que aquí dejo.
Esteban
¡Madrid, Madrid! ¡Qué bien tu nombre suena,
rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena,
tú sonríes con plomo en las entrañas. 
                                                  Antonio Machado
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Me sobra el corazón

Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato. 
                            Miguel Hernández
* * * * * * * * 
Elegía a Ramón Sijé
                                                                      (En Orihuela, su pueblo y el mío, se me
                                                                          ha muerto como el rayo, Ramón Sijé,
                                                                                                         con quien tanto quería.)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo voy
de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano está rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes,
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero mirar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera,
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.

Alegrarás la sombra de mis cejas
y tu sangre se irá a cada lado,
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas,
mi avariciosa voz de enamorado.

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
                                              Miguel Hernández
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Esta va también por un 11 de diciembre. ¡Esta va por ti, Carmen! 




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2 comentarios:

  1. Hermoso poema de Miguel Hernández. Y Joan Manuel Serrat lo borda.
    Este pequeño homenaje que le has hecho también a ella, seguro que se lo
    entregaron las aladas almas de las rosas del almendro y desde allí te mira
    y te cuida.Siempre estará presente en ti.
    saludos!

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  2. Confieso que me has hecho llorar, Azul. ¡Muchísimas gracias!
    Estoy seguro de que en algún lugar vive, y por supuesto, en mí siempre. Siendo este “siempre” igual a infinito.

    Nunca debemos olvidar 11 de marzo y Madrid. Ni muchas otras fechas y lugares en cualquier parte del mundo y en cualquier tiempo de la historia. Hay que poner aunque sea un microscópico grano de arena, con toda nuestra fuerza puesta en el deseo de que hechos semejantes no vuelvan a repetirse, ni a minúscula escala, en ningún lugar. ¡Nunca!

    “¡Muchísimas gracias!” Las envuelvo en un beso.

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