TERCERA ETAPA, 18 AÑOS (1)
EN LA AUTOESCUELA
No recuerdo la fecha exacta en que empecé a ir a la autoescuela, pero tuvo que ser más o menos cuando cumplí los 18, a comienzos de la primavera, porque el 5 de mayo de 1972 tenía mi ansiado permiso de conducir. En total habría visitado unas diez autoescuelas solicitando información e intentando captar la sensación que me transmitían aquellas visitas para luego extraer su esencia pensando sobre ello y con calma en casa.
La Autoescuela Gijón, estaba en el altillo que se ve en la foto. Fue la elegida. Ya hace unos años que no existe. |
No preguntaba sólo por el precio, sin duda un factor importante pero muy abstracto que, en el caso de cualquier tipo de aprendizaje está muy condicionado por otras variables muy difíciles de medir y bastante subjetivas; también preguntaba por los horarios, cómo se organizaba la enseñanza, cómo se realizaban los exámenes, qué coches había disponibles (entonces había poco donde elegir, pero si puedo, soy de los que elijo hasta entre dos lentejas), qué ocurriría si se me acababa el dinero, si daban clase -de verdad- de teórica, si podría dejarlo durante unos meses, ahorrar y volver después... Con lo que me respondían y cómo me lo decían, más las sensaciones a las que aludí antes sobre profesores, coches y locales intentaba llegar a percibir la esencia de cada autoescuela en concreto para calcular la mayor o menor probabilidad de sentirme a gusto en ella y acertar con la elección.
Creo que al dinero hay que tenerle respeto, pero mi objetivo era aprender lo más y mejor posible en un mínimo de tiempo, que era sinónimo de mínimo precio. Repito lo de aprender, porque puede parecer que lo hago condicionado por mi oficio, pero no, y creo que esto es perfectamente verosímil dada la atracción que sentía y siento por el mundo del automóvil desde que tengo memoria y que ya conté en entradas anteriores.
Cuando uno llega a la autoescuela, al menos, tiene 17 años largos; poco o mucho, mal o bien, algo habrá estudiado, ha tenido numerosos profesores, y todos tenemos en nuestro recuerdo y para siempre algunos que nos han merecido un profundo respeto, gratitud y cariño por lo bien que hacían su labor y por su entrega. De modo que era tan evidente entonces como ahora que recibir una buena enseñanza es fundamental y barato -casi con independencia del precio-, porque: Si se aprende se sabe, si se sabe se puede hacer bien y si se hace bien, se aprueba. Y lo más importante: Con una buena base y trabajando sobre ella constantemente, las posibilidades de supervivencia en la carretera y de evitar daños propios y ajenos se acercarán al 100% desde el primer momento en el que empecemos a conducir solos. Naturalmente, esta última afirmación sólo será cierta en la medida en que respetemos nuestras propias limitaciones, que se irán ampliando automática y progresivamente a medida que vayamos trabajando como conductores.
En aquellos años, si se aprobaba teórica y maniobras a la primera se podía ir tres veces a carretera. Después había que renovar expediente, volver a pagar tasas... Actualmente, y desde hace bastantes años, sólo hay examen teórico y de carretera, pero con la teórica aprobada en la primera convocatoria sólo se puede ir a examen de carretera dos veces, después hay que renovar expediente. Las tres pruebas, si se iban aprobando, se hacían en el mismo día a lo largo de toda una mañana. Los examinadores venían de la Jefatura Provincial de Tráfico de Oviedo y las pruebas se realizaban los jueves.
Los exámenes de teórica y de circulación en vía pública eran bastante similares a como lo son actualmente con la salvedad de que en teórica sólo había que aprender normas y señales, en cambio ahora y desde hace bastantes años, a parte de que se han añadido más señales y normas también hay que aprender cuestiones varias de seguridad vial, principios básicos de socorrismo y mecánica (muy elemental), mantenimiento del vehículo y, cómo no, algo sobre conducción eficiente. Vamos, algo así como una especie de cultura general sobre el mundo del automóvil. En circulación o carretera, la diferencia fundamental está en la duración del examen, antes unos 10 minutos contra los 25 minutos como mínimo de ahora (en teoría), que de media suelen rondar los 20 de hecho.
Examen de maniobras. Aquí está la diferencia más importante. Actualmente, durante el desarrollo de la prueba de circulación se hace una maniobra de estacionamiento, normalmente sólo una. Antes, se hacían como segunda prueba de examen, en pista cerrada al tráfico y sólo con el alumno a bordo. Cuando yo me examiné se hacían las siguientes maniobras, seguidas y por este orden:
- Bordillo o “L” izquierdo, la describo más adelante.
- Estacionamiento en línea a la derecha o a la izquierda.
- Estacionamiento en batería, sólo a la derecha.
- Garaje o “cajón”, consistía en realizar un cambio de sentido empleando la marcha atrás.
- Rampa, había que iniciar la marcha en mitad de una pendiente ascendente deteniéndose al coronar la misma, y donde el examinador ya nos daba el resultado de esa prueba que daba paso a la de circulación, caso de haber realizado bien todas estas maniobras. Se permitía que se fuese un poco hacia atrás el coche, muy poco, como un palmo aproximadamente y que se calase dos o tres veces, siempre que no hubiese ningún error en las maniobras anteriores.
La teórica.
La sabía bastante bien desde mi paso por el parque infantil de tráfico y, afortunadamente, en aquel tiempo, las normas y señales de circulación apenas experimentaban cambios, no como ahora que es una locura de cambios frecuentes por razones -casi siempre- puramente políticas que van a terminar por convertir la Ley de Tráfico en una enciclopedia. Aun así, como ya dije, ante todo quería aprender y asegurar ese examen que era en el que más variables podía controlar yo mismo.
Iba a la autoescuela todas las tardes (excepto los viernes porque trabajaba y el intervalo de la media hora de clase práctica), desde que abría hasta que cerraba. Era la única persona que hacía eso, y me daba la impresión de que la secretaria ya empezaba a verme como un bicho raro, pero yo intentaba exprimir al máximo las posibilidades que se me ofrecían.
Pero no tanto como este, el salpicadero estaba sin tapizar, tampoco tenía esa consola central, ni esos asientos... Fuente: www.autobild.es |
Estudiaba en la autoescuela el manual (y en casa), hacía tests (y en casa), escuchaba las partes que me interesaban de las conversaciones que oía entre otros alumnos, secretaria, profesores... No había clases, propiamente dichas, excepto los miércoles por la tarde (víspera del examen) impartida por el entonces titular y director de la autoescuela con proyección de película o diapositivas, me parecían buenas y tenían mucha audiencia. El resto de la semana, la secretaria se encargaba de respondernos todas las dudas que surgían del manual o de los tests. Leía revistas de coches y de autoescuelas que había allí, estudiaba las maquetas, enredaba con ellas, preguntaba algunas cosas, desde las ventanas se veía perfectamente un cruce que también estudiaba y cómo circulaban los coches, cómo estacionaban e iniciaban la marcha... Me convertí en una esponja con todos los poros abiertos que intentaba absorber todo lo que sobre el mundo del automóvil pudiese encontrar por allí. Todo. Además, tenía muy arraigada la costumbre y desde bien niño de ir por la calle fijándome en todo tipo de vehículos y sus movimientos, en las señales, en los guardias (que en en aquel tiempo regulaban el tráfico en muchos cruces), en los coches y motos estacionados... Es el día de hoy que todavía lo hago.
Certificado médico.
Un día que entraba en la autoescuela, directo al aula, según saludaba, la secretaria me paró en seco con una pregunta:
-Un momento, ¿tienes que llevar las gafas siempre?
-Sí... ¿Por qué?
-Para el certificado médico
-Ah, ya, pero me verá un médico, ¿No?
-No
-¿No? ¿No me tiene que ver un médico?
-¡No! ¿No estás bien?
-Sí
-Pues ya está, lo de las gafas te lo pregunto porque no estaba segura y los que las usamos para todo debe quedar constancia en el carnet. Tú lo único que tienes que hacer es comprar el impreso oficial en el Colegio de Médicos, me lo traes, se lo paso con tus datos al médico nos lo devuelve y san se acabó. ¿De acuerdo?
-...De acuerdo (daban ganas de decir “a sus ordenes”, pero pensé que no le iba a gustar).
El caso es que por aquellos años teníamos certificado médico sin que nos viese ningún galeno. Y eso duró hasta comienzos de los ochenta cuando se crearon los centros de reconocimiento médico-psicotécnico tal y como se conocen ahora. También se pedía, hace muchos años que ya no, certificado de antecedentes penales, y había que pedirlo con una cierta antelación porque se expedía en Madrid.
Las clases prácticas.
Quise hacerlas con el Mini 850 rojo, pero estaba ocupado a las horas que yo tenía disponibles, de modo que, o esperaba o empezaba con el 600 “último modelo”. Nunca me gustaron esos coches, pero no quería esperar, además, ni se sabía cuánto. Así que empecé con el 600 y, mira por dónde, cuando llevaba unas 8 clases se hizo un hueco con el Mini y la secretaria me ofreció cambiar, fue muy tentador, pero decidí seguir con el Seat, no fuese que el cambio de coche implicara tener que dar alguna clase más y mi presupuesto era muy ajustado. Lo que sí hubo fue un cambio de profesor a mejor. Muy a mejor.
En las primeras clases de coche tuve como profesor a un señor mayor con cara de pocos amigos, trato distante y seco. Bueno... me daba igual (relativamente), el que tenía que aprender era yo y daba por hecho que me enseñaría lo suficiente. Seguí actuando como una esponja, pero apenas me humedecía. Me llevaba desde la autoescuela hasta el campo de fútbol de El Molinón donde había una explanada para estacionar en días de partido y para circular en el resto. Quienes conocían la zona pasaban por una especie de calzada imaginaria que unía una calle con una carretera trazando una curva amplia con buena visibilidad. Lo malo era pasar por allí de noche y lloviendo porque la imaginación a duras penas daba para “ver” aquel camino. Pero de día, y aunque lloviese, fuera de esa zona de paso quedaba un amplio espacio donde casi todas las autoescuelas iban a practicar las maniobras.
"El bordillo", imagínense esta maniobra sin remolque y con el carril más estrecho. Fuente: dgtexamenesweb.com |
El mencionado señor llegaba allí conmigo, pintaba una raya en el asfalto con curva de 90º con un trozo de escayola me decía que colocase el coche recto, paralelo y a la derecha de la raya, y que la siguiese marcha atrás asomando la cabeza por la ventanilla hasta que pasada la curva anduviese unos metros recto, me detuviese y vuelta a empezar. El movimiento debía de ser continuo, próximo a la raya (por supuesto sin pisarla) y sólo con el embrague. Esta maniobra se llama “bordillo” o “ele”, según lugares, muy polémica entre profesores, pero opino que es muy útil para aprender a dominar el coche a muy baja velocidad, y desde luego sirve para templar muy bien el recorrido del pedal del embrague. Dicho esto, el profesor se iba aun pequeño bar que había por allí hasta el momento de volver para la autoescuela. Ni me tenía a la vista. Es el día de hoy que no sé cómo se atrevía. Entonces me tuvo un tanto desconcertado y preocupado, por una parte, hasta se me llegó a pasar por la cabeza (“los hombres somos pura vanidad”, que dice una canción de Víctor Manuel) que vería unas cualidades en mí fuera de lo común para dejarme solo, por otra, sin duda la única y buena opción, pensaba que aquel hombre era un inconsciente o un alcohólico que no podía controlar su dependencia. Pensé en decírselo a la secretaria, pero no me atrevía, tampoco quería causarle ningún perjuicio, si me hacían caso y le despedían, ¿qué sería de él? Claro que si no, acabaría perjudicándome a mí, aunque era menos grave. Tuve un largo dilema unos días, pero fueron pocos. Una tarde, cuando llegó la hora para mi clase la secretaria me presentó a mi nuevo profesor. Llevaba corbata... pero por todo lo demás me pareció ideal, y así fue. La secretaria me explicó que habían tenido quejas del anterior, que comprobaron que eran justificadas y que aquel hombre no estaba en condiciones para aquel trabajo. Nunca más le vi ni supe nada de él, y del nuevo tampoco; les perdí la pista a ambos por completo. Y bien pensaba que me los encontraría cuando yo comencé en el oficio unos años después, pero no.
El nuevo profesor era dinámico, extrovertido, jovial, resolutivo, de trato amable y cercano a la par que muy educado y correcto, transmitía cosas casi constantemente sin hacer que me sintiese agobiado, tenía sentido del humor, contestaba a todas mis preguntas... Tuve mucha suerte. Y estoy seguro de que le debo haberme evitado unos cuantos accidentes, porque, entre otras cosas, me enseñó una muy importante que nunca olvidé y siempre transmití: “Siempre que tengas que soltar el pedal del acelerador pon el pie derecho encima del pedal del freno, porque igual tienes que parar y así ganas un tiempo precioso. ¿Que no hay que frenar? No cuesta nada mover otra vez el pie al acelerador”. No recuerdo su nombre, y lo siento, nunca más he vuelto a verle, pero si por alguna muy remota razón llega a su conocimiento este escrito. Desde aquí le expreso toda mi gratitud.
Como dato, diré que este señor estuvo como profesor en la Autoescuela Gijón en la primavera de 1972. Y reitero lo dicho: ¡Muchas gracias, maestro!
Las siguientes clases transcurrieron combinando maniobras y circulación, excepto unas dos dedicadas sólo a carretera para poder ir hacia las afueras de Gijón. Los dos días anteriores al examen fuimos a la pista oficial para hacer todas las maniobras en ella. Previa consulta con el profesor, decidí reservar dos por si suspendía alguna de las pruebas, y por supuesto, fui a examen con su consentimiento.
Yo creo que lo de aprender maniobras en algún circuito cerrado/descampado tendría que volver. Lo de aprender a hacer ir el embrague en medio de una vía de 5 carriles en hora punta me parece muy antinatural, especialmente a quien 'le toque' un profesor tipo el que describes. Hoy en día ese profesor no iría a tomar el café, se limitaría a confiar en que el alumno lo hará bien y a sobresaltarse y chillarle en caso contrario.
ResponderEliminarClaro que la gente ha encontrado una solución a este problema, que es muy criticada pero-según en qué autoescuela caigas- hay que reconocer que es eficiente: me refiero a tantos jóvenes que van los domingos con sus padres a practicar en polígonos industriales. Y sí, ya sé que es ilegal, que yo misma no lo haría (entre otras porque sé de una buena autoescuela), pero poniendo el dedo en la llaga: ¿quién dice que el padre/madre no es mejor profesor que según quién? ¿acaso no es muy natural practicar estas maniobras antes de lanzarse practicar la carretera? Saludos!
Totalmente de acuerdo, Elisa. Campañas aparte (donde ha habido de todo y es más difícil hacer valoraciones), en mi opinión, los tres errores más graves que ha cometido la DGT a lo largo de su historia han sido eliminar el examen de maniobras en pista, implantar “la teórica exprés” (se va corrigiendo, aunque no lo suficiente) y facilitar el canje de permisos de conducir extranjeros de países en los que se obtiene de un modo nada homologable con el nuestro y con un nivel de exigencia muy inferior, cuando no se compran directamente.
EliminarUnos diez años (quizá ocho) después de obtener mi primer permiso de conducir, el examen en circuito cerrado pasó de 5 a 10 maniobras, de las que se hacían dos elegidas por sorteo. Desde luego, quien superaba esa prueba, demostraba sin ninguna duda, públicamente y de un modo muy objetivo que tenía pleno dominio del vehículo a baja velocidad. La carencia de esta exigencia está en la raíz de muchos “inexplicables” y escandalosos accidentes que suceden en ciudad, donde también podemos observar la falta de pericia que genera en muchos conductores cada vez que salimos a la calle simplemente andando.
También te diré que, en lo que he visto hasta ahora y me han contado muchos alumnos y algunos padres, aprender a conducir (aunque sólo sea en parte) con parientes y amigos, en general, es muy poco efectivo cuando no claramente contraproducente. Básicamente por dos razones: Exceso de confianza, lo que suele dar lugar a muchas discusiones y que el asunto acabe como el rosario de la aurora; y hacerlo con el único fin de ahorrar dinero. Comprendo la importancia económica de este asunto, claro, pero si se marca este como objetivo número uno, siempre resulta peor el remedio que la enfermedad; es imprescindible que haya una buena comunicación entre padre e hijo (por poner el ejemplo más común), que ambos compartan gusto por el automóvil, que la brecha generacional no sea un obstáculo insalvable, que tengan puentes tendidos de antemano sin que nada amenace romperlos, que se respeten, que se lleven bien... Desgraciadamente esto es muy poco habitual. Una prueba de ello es que una vez que el joven tiene su carnet, afirmando él y su padre que sólo “le enseñaron a aprobar”, y pudiendo este hacer de profesor de un modo perfectamente legal, casi nadie lo hace. Y hablando de legalidad, aunque tú bien lo sabes, repetiré que cuidado con enseñar a conducir “por libre”, porque se puede imputar como autores de un delito tanto a quien enseña como al aprendiz, y tiene pena de entre 3 y 6 meses de prisión, además, este último no podrá presentarse a examen hasta que transcurran dos años, si ocurre cualquier percance el seguro no se hará cargo, ah, y las zonas de estacionamiento de centros comerciales, polígonos industriales, etc. Son vía pública por más que tengan titularidad privada. Es un tema mucho más serio de lo que parece. Sin embargo, se puede obtener el permiso por libre de un modo perfectamente legal reuniendo los requisitos necesarios y logrando la autorización para ello en cualquier Jefatura Provincial de Tráfico. Y, curiosamente, casi nadie lo hace.
¡Saludos!
Tres cambios sin duda letales e incomprensibles desde el punto de vista del aprendizaje y la seguridad. Pero no veo que haya ninguna intención de dar marcha atrás, cuando creo que hacerlo sería un paso importante en la enseñanza de la conducción. También lo sería reconvertir las autoescuelas en auténticas escuelas de conducción y no en simples sitios donde 'sacarse el carnet'. ¿Estaría la gente para eso? Pues no sé, pero es que buenas campañas de márketing hacen que la gente haga cosas increíbles... ¿por qué las administraciones no prueban en este campo? Saludos!
EliminarComparto totalmente tu opinión respecto a estos nefastos cambios, Elisa. Han corregido algo con respecto al examen teórico, aunque no es suficiente; con respecto a maniobras y canjes, nada, y no veo ningún indicio de que lo hagan. Bueno, hay un detalle con los permisos de moto, han cambiado hará dos años, aproximadamente, la prueba de pista y algunos compañeros que conozco afirman que el nivel con el que salen los alumnos a cuenta de eso es considerablemente mejor, por contra, han aumentado los accidentes en pista, pero que yo sepa con consecuencias leves, también se hacen las prácticas con bastante más protección en cuanto a la vestimenta y el uso de cascos bastante buenos.
EliminarLas autoescuelas, independientemente del empeño que cada una y cada profesor ponga en hacer bien su trabajo, están muy, muy condicionadas por la exigencia de los exámenes, los alumnos las conocen bastante bien, y, salvo excepciones nadie quiere aprender más de lo necesario para superarlas. Lo que sí podrían hacer las escuelas es intentar, por lo menos, mostrar a los alumnos las ventajas de ir algo más allá de lo que hace la DGT, de un modo constante y sistemático, por más que casi ningún alumno decida tomar conciencia y actuar en consecuencia. Con esto, creo que he contestado tu primera pregunta.
En cuanto a una buena campaña de marketing en el sentido que propones me parece perfectamente viable por parte de la administración, bastaría con destinar a ello el presupuesto que dedican a las campañas que, generalmente, sólo sirven para alimentar el miedo. Y estoy seguro que la confederación de autoescuelas (CNAE), algo, por lo menos, también podría hacer al respecto, pero no, sólo tienen ojos para un supuesto beneficio inmediato presionando a la DGT para que obligue a los alumnos a un número mínimo de clases, reciclajes, etc. Contestando a tu última pregunta, creo que a las administraciones la seguridad vial, de verdad, no les interesa lo más mínimo; bueno, ya no es que lo crea, estoy convencido, lo demuestran hasta la saciedad. En la búsqueda inmediata de resultados e ingresos es mucho más rentable castigar que educar; es más, cuanto menos sepamos mejor, así aumenta el número de castigos y por tanto los ingresos. Es descorazonador que hasta en los presupuestos del Estado se contemple una partida de ingresos por multas de tráfico.
¡Saludos!
...Y no has visto la última que tenemos por aquí. Pensé que era por la campaña de verano, pero es que es 15 de septiembre y sigue: cuando vamos por la autopista, por aquí, no paran de salir mensajes en los paneles del tipo: 'vehículo detectado a 136km/h', ... es horrible porque además todo el mundo frena/para según estas 'amenazas'... En fin.Saludos!
EliminarPues no, Elisa, no tenía ni idea de lo que me comentas, nunca había tenido noticias de algo semejante. ¿Pero dónde van a llegar? Me parece vergonzoso, y tu calificativo perfecto: "amenazas". Que tienen como consecuencias inmediatas inducir miedo, provocar distracciones y generar riesgos que se acabarán saldando con algunos accidentes tarde o temprano, sólo es cuestión de tiempo.
EliminarTe propongo una cosa: Un día que puedas, sin ninguna prisa, por supuesto, pídele a alguien que te acompañe que haga una foto de alguno de esos avisos, por favor. No es que no te crea, lo sabes y hasta huelga decirlo, pero es muy ilustrativo; aunque no sé si sería buena idea divulgarlo, no vaya a ser que lo copien enseguida DGT y Gobierno Vasco.
Moltes gràcies i bona nit!
Pues lo intentaré. Hace poco he venido con el coche pero era de noche y lloviendo y no había estos mensajes (hubiera sido 'too much' aderezar una noche de lluvia con esto).
EliminarHe de decir que realmente el efecto de dichos mensajes es muy perturbador, no sé cómo describirlo pero no ayuda nada a concentrarse en la conducción. Saludos!
Moltes gràcies, Elisa!
EliminarNo te preocupes, cuando buenamente puedas. No hay ninguna, ninguna prisa. Ya te coincidirá. Y, bueno, yo no he vivido como tú lo de esos mensajes, pero me da que la palabra que empleas ("perturbador") les debe ir como anillo al dedo.
Aprovecho para adelantártelo aquí porque ando fatal de tiempo: MUY BUENO el comentario que me has dejado en el último post, además puede ser muy útil a muchas mujeres, si me das tu permiso lo divulgaré citándote por tu nombre o por tu blog, como quieras.
Gràcies de nuevo, bona nit!!!
Hola Esteban:
EliminarSupongo que en la lista de consejos me dejé alguno útil. Uno muy obvio es no viajar según dónde, y otro es evitar ciertos destinos si no tienes amigos/familia que vivan allí y puedan 'cuidar' de tí. Parece todo muy exagerado pero es que el mundo no es precisamente de color de rosa, y viajando solos somos muy vulnerables.
Intentaré si coincide que llevo a alguien con cámara hacer tu encargo. Saludos!
¡Cómo pasa la vida!
ResponderEliminarEn cualquier situación de aprendizaje es importante el profesor que te toque, y aunque cada maestrillo tenga su librillo, me parece que no todos enseñan igual. A la vista está, según lo que queda explicado.
Visto lo visto, solo puedo añadir:
"Adelante el hombre del 600, la carretera nacional es tuya"
Saludos para todos y tened buena conducción. Siempre es mejor prevenir que curar.
¡Y parece que fue ayer, amigo mío!
EliminarCiertamente, el profesor es una pieza fundamental y hay de todo como en botica, qué te voy a contar a ti...
Acepto encantado ese "adelante" teniendo en cuenta tus consejos: buena conducción y prevenir.
Un abrazo.
Yo también me recorrí varias Autoescuelas Esteban, o mejor dicho, no recuerdo si dejé alguna sin visitar, jajaja. Iba con una carpeta y folios, donde apuntaba lo que me decían en cada una. El precio iba más o menos por el estilo de unas a otras, pero me fijaba mucho en cómo me atendían, pues presentía que sería el reflejo de cómo me enseñarían. En algunas me invitaron a quedarme de oyente a una de sus clases, y entre esas elegí. Un abrazo y buen fin de semana amigo.
ResponderEliminarPues me alegra saber que has mirado autoescuelas de forma tan metódica, Pepe, que no te hayas fijado sólo en el precio, mucho en cómo te atendían... Y también es muy buena idea la de ofrecerte a probar sus clases sin ningún compromiso, en sí mismo, desde luego creo que es una señal inequívocamente buena.
EliminarQue tengas una estupenda semana, amigo.
Un abrazo.
Encantada de leer otro "relato verídico"...y siempre con enseñanza final. Yo me saqué el carnet ya mayor...tras un divorcio...y como anécdota diré que en esa ocasión fueron mis hijos quienes me costearon el carnet. Por eso dije anteriormente...que el carnet de conducir lleva consigo, en muchos casos, una bella historia. En mi caso...muy bella. Mi fraterno abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Francisca. Y por partida doble, triple, más bien: Por el comentario en sí, porque te gustó la entrada y, sobre todo, por la sincera y franca historia que cuentas tan generosamente.
EliminarMe alegra que tu carnet de conducir haya estado envuelto en un hermoso contexto que, además, tiene un poco de "el mundo al revés". El detalle que cuentas de tus hijos les honra y ennoblece, ¡te felicito! Debes estar muy orgullosa de ellos y con sobrados motivos.
Creo saber, que la palabra "fraterno" significa mucho para ti; y por motivos que ahora serían muy largos de explicar para mí también. Así que te agradezco mucho ese abrazo y te hago llegar otro igual.
¡Felices sueños!
Unos consejos muy buenos Esteban para darles a nuestros alumnos y que puedan conducir lo mejor posible, gracias por compartirlos
ResponderEliminar¡Muchas gracias a vosotros por divulgarlos! Y por vuestra perseverante atención.
ResponderEliminarAprovecho para disculparme por mi retraso en contestaros, os aseguro que no es desidia ni pereza, ni falta de respeto, por supuesto. Es que... "no me llega la vida", como se dice ahora.
¡Felices vacaciones, a pesar de todo!
¡Saludos!