jueves, 5 de marzo de 2015

CONTESTANDO UN ARTÍCULO DE "STOP ACCIDENTES"

Hace tiempo que siento necesidad de escribir una o varias entradas sobre las asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico. Y confieso que me daba y me da miedo porque en ellas hay una carga emocional tremenda, que puede ser, si me permiten el símil, tan explosiva e inestable como la nitroglicerina. Y es lógico y natural. Hay un dolor infinito que surge súbitamente cuando a unos padres les comunican que ha muerto uno de sus hijos en un accidente de tráfico, por ejemplo; así, de pronto. He leído hace años que dicen los chinos, que no hay mayor dolor que el que supone sobrevivir a la muerte de uno de tus hijos. Y ciertamente, no imagino nada peor, da escalofríos sólo pensarlo, uno hasta se resiste a tenerlo en la mente. Como es natural, respeto absolutamente el dolor de quien sufre esta tragedia y cualquier otra, por la razón que sea, y mi sentimiento de solidaridad se mantiene totalmente despierto ante ellas. 

Consecuentemente con lo dicho, las personas que forman parte de asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico, cuentan con mi profundo respeto y solidaridad hacia su dolor a nivel personal, esto es una cosa; otra muy distinta, es que me sienta obligado a aplaudir y respetar todas las acciones que dichas asociaciones, como tales, lleven a cabo en la comunidad. Como también es natural, de estas acciones hay algunas que me gustan y otras que no; a través de los medios de comunicación me llegan bastantes más de las segundas. Y lo siento muchísimo, pueden creerme. 

En los últimos años, en los medios se afirma, por ejemplo, que surgen de estas asociaciones conceptos que me parecen sumamente peligrosos y que parecen ir calando en la sociedad, como: “delincuencia vial”, “violencia vial”, “conductores asesinos y homicidas” (no pocas veces sin haber causado daño a nadie), “terrorismo vial”... confieso que esta última expresión ha colmado el vaso de mi paciencia, entre otras cosas porque, a Dios gracias, es intrínsecamente falsa; pero, por favor tampoco den ideas. 

Esta es una película que me gustó, pero con algunas reservas. Y aún me da más
reserva recomendarla; hay violencia y crueldad, sobre una base innegable de realidad.
Curiosamente, para los conductores puede ser muy aleccionadora, pero cuidado,
porque hasta dan ganas de dejar el coche. Me duró muy poco, pero tuve esa sensación.
Fuente: www.diariouno.com.ar
Todos estos conceptos, a poco que calen en un grupo social, pueden causar mucho daño, sobre esto, hay un ejemplo muy ilustrativo en una reciente película: “Relatos salvajes”; en una de las seis historias que narra, un hombre inocente es asesinado en el transcurso de un linchamiento espontáneo que surge derivado de un accidente y de cómo los medios calientan los ánimos. Y ahora que lo acabo de mencionar, la palabra “accidente”, también la quieren eliminar de muchos sucesos de tráfico; otro peligro, porque si un conductor hiere grave e irreversiblemente a una persona que amo y yo me convenzo de que eso no es un accidente, ¿qué debo pensar? ¿Que el conductor que provocó el suceso lo hizo adrede? Pues hombre, afortunadamente, salvo rarísimas excepciones, eso será falso. No es lo mismo que un conductor borracho mate a un peatón, a que a ese mismo peatón otro le dispare un tiro; aunque las consecuencias sean iguales, no es lo mismo.

Hay una cosa que me sorprende mucho de las asociaciones de víctimas, he pensado mucho en ello y no acierto a saber porqué tantas veces tienen un discurso tan extremo cuando en sucesos de tráfico nadie estamos libres de cometer un error de centésima o milésima de segundo que tenga como consecuencia un hecho trágico. Nadie estamos libres. Incluso sin cometer ningún error. Y esto lo sabe cualquiera que de verdad conozca la carretera.

Hace unos pocos días me encontré con esta noticia en el blog de la Asociación de Examinadores de Tráfico (ASEXTRA) y no pude evitar contestarla párrafo por párrafo. En realidad, es un artículo de la señora doña Jeanne Picard, Delegada de Stop Accidentes para Galicia y Asturias. A continuación les dejo íntegro y tal cual lo que escribí al respecto, los párrafos en azul son mi contestación.

Estimada señora Picard:

Respeto profundamente el dolor ajeno y me siento solidario con él, nada excepcional, porque considero que ambos aspectos son inherentes a la condición humana. Además, yo mismo he sufrido dramas y tragedias, y seguramente la vida aún me depare más; pero tampoco es nada extraño: nos pasa a todos. Sin embargo, ser víctima, por lo que sea, en sí mismo, ni nos hace expertos en nada ni nos otorga ningún derecho adicional. Dicho esto, a modo de preliminar que considero necesario, paso a responder a su escrito correspondiéndose cada uno de los siguientes párrafos con los suyos.

El radar no recauda dinero, recauda vidas. Es una herramienta preventiva y necesaria que permite controlar la velocidad inadecuada de los conductores y gracias a su implantación en muchas carreteras de España se han salvado muchas vidas evitando miles de dramáticas consecuencias.

Que recauda dinero es un hecho; que “recauda vidas” está por ver, al menos yo no conozco ningún estudio científico que así lo avale, pero si usted lo conoce y tiene la amabilidad de indicarme cómo acceder a él, cuando le sea posible, se lo agradeceré y lo estudiaré con mucho gusto.

El radar, por cierto, sólo detecta excesos de velocidad respecto a un límite prefijado, pero no detecta nunca la velocidad inadecuada, eso es otra cosa y eso sí que incide en la seguridad.

Las normas de circulación son normas de obligado cumplimiento, son normas de respeto y convivencia porque en el tráfico estamos todos. El no señalizar la presencia del radar hace que los conductores se saben "vigilados constantemente" y esto les obliga a cumplir por miedo a la multa. ¡Nos duele más el dinero que perder la vida o ser responsable de la muerte de otra persona! 

Las normas son necesarias y deben cumplirse, naturalmente. Pero antes el legislador debe asegurarse de que se imponen bajo criterios técnicos y no por subjetivas opiniones impuestas por grupos de presión; además, deben ser posibles de cumplir. Por ejemplo, en las ciudades difícilmente estaría bien abastecido el comercio si no se incumpliesen numerosas normas, cada día, relativas a paradas y estacionamientos. Los periódicos no estarían a primera hora en los quioscos si los conductores que los transportan no exceden los límites de velocidad. En un semáforo en rojo con cámara de control, ¿qué ocurre cuando llega una ambulancia en servicio urgente? Si me lo salto me cuesta 200 € y pierdo 4 puntos, si no, puede ser mucho peor. Y podría ponerle muchos más ejemplos de incongruencias entre normas y realidad.

Saberse “vigilados constantemente” en la realización de cualquier tarea la hace más falible y odiosa, por tanto más insegura. Y como no se puede mantener una vigilancia permanente, aumenta el riesgo de actitudes insensatas cuando uno se cree a salvo. Inculcar el miedo nunca es una buena idea, y en la medida que este aumenta disminuye la responsabilidad.

No deja de sorprender este anuncio de la DGT que propone hacer más visibles los controles de radar. No va a ir en beneficio de una mayor seguridad vial ya que todos sabemos que el conductor reducirá la velocidad y en cuanto haya escapado de la vigilancia del radar aprovechara para apoyar en el acelerador y seguir sin respeto a las normas de circulación. Nos parece una medida más bien permisiva en tiempos electorales? y echamos de menos una reflexión global y prioritaria que debería primar los valores de la educación y de la formación de los conductores.

Mi sorpresa es a la inversa: un radar escondido no evita la infracción ni el supuesto grave peligro que conlleva; uno anunciado o visible, sí, ¿no es esto lo que importa y de lo que se trata, de que se generen menos situaciones de riesgo? De todos modos, y esto es sólo una opinión, con esta estrategia creo que la DGT conseguirá más multas; y están los helicópteros...

Totalmente de acuerdo en lo que respecta a educación y formación. Por cierto, y discúlpeme y corríjame si me equivoco, por favor, nunca he visto que ninguna asociación de víctimas de accidentes solicitase al Gobierno que ningún aspirante al permiso de conducir lograse el carnet sin demostrar que sabe hacer una frenada de emergencia. Algo, que sin duda tendrá que hacer alguna vez, que casi nadie sabe y que genera muchos accidentes.

Falla la conciencia del riesgo, y consideramos que esto se presta de nuevo a conductas irresponsables, pero también suena algo a negocio ya que si se va a permitir y facilitar la ubicación a las nuevas tecnologías, los GPS avisarán y tendremos tramos bien vigilados donde el conductor respetará la velocidad y en cuanto pase el control? ¿a correr? 

No entiendo a que se refiere en este párrafo con la palabra “negocio”. Tampoco sé que significa “correr”; pero sí entiendo que está expresando un prejuicio. Y en lo que yo veo no coincide con la realidad, pocos conductores exceden los límites genéricos, pero eso sí, la mayoría van a piñón fijo: si circulan a 100, así siguen aunque se encuentren límites inferiores.

El radar permite una conducción responsable y hace que el tráfico sea más ordenado, más fluido y sobre todo más seguro. Todos los estudios de accidentología en el mundo ponen en evidencia el papel de la velocidad que produce y agrava las consecuencias de los accidentes: bajar la velocidad un 10% hace bajar los accidentes un 40%.

Discrepo totalmente, el radar es el equivalente a aquella detestable máxima de “la letra con sangre entra”; tráfico ordenado lleva a conducir en pelotón (más riesgo), por supuesto menos fluido (más riesgo); la velocidad, por sí misma, no produce accidentes; pero eso sí, si se produce este, los daños son más graves, en principio, porque he visto morir a un conductor a 50 km/h que iba delante de mí, y no se cayó por un barranco, fue en la M-30.

Ese 10-40 que menciona, lo siento, por supuesto no es nada personal, pero no me lo creo. No obstante, si está probado y me indica cómo puedo acceder al estudio que lo demuestra se lo agradeceré enormemente. Por otra parte, pienso que si un conductor entiende que el límite actual de 120, por ejemplo, significa que hay que ir a esa velocidad, es que esa persona no debería conducir, no con esa premisa.

Un dato, para quienes ponen siempre el ejemplo de las autopistas alemanas, en los tramos sin límite de velocidad, se calcula que la mortalidad es superior al 36% en relación a los tramos limitados. Lo que viene a confirmar que aumentar la velocidad en tramos de autopistas en España es también un verdadero disparate.

Respecto al dato de Alemania me remito a lo dicho para el párrafo anterior. En lo referente a España, es muy respetable, pero no deja de ser su opinión.

Es verdad que la mayoría de los accidentes ocurren en carreteras secundarias, y es donde hay que centrar los esfuerzos pero añadiendo más vigilancia y contemplando todas las medidas posibles porque la seguridad en la carretera no está ligada a un riesgo aparente, sino al riesgo real que además crece con la potencia del vehículo.

En carreteras secundarias lo que de verdad resultaba efectivo era lo que hacía antes la Guardia Civil de Tráfico colocando a un agente a cada lado de la carretera observando giros a la izquierda prohibidos, cambios de sentido, adelantamientos en curvas y cambios de rasante con visibilidad reducida... y no porque me diese miedo, al contrario, me inspiraba confianza porque percibía inequívocamente que estaban velando por mi seguridad, y cuánto lo agradecía y cuánto lo echo de menos. Un radar escondido no vela por mi seguridad; ni visible ni anunciado, la verdad, al contrario, hace que aumente el riesgo de alcance.

No sé en qué se basa para afirmar que el riesgo real aumenta con la potencia del vehículo, de hecho, y al menos en términos absolutos, es muy raro saber de accidentes con vehículos que superen los 300 cv, por ejemplo.

A día de 18 de febrero, durante 49 días del año 2015, 183 personas han perdido la vida en el tráfico, y no es una estadística voluble es una realidad. Muchas de estas personas, la mayoría víctimas inocentes, iban a trabajar o de vacaciones, tenían un proyecto de vida pero les mataron en la carretera. Una catástrofe diaria que representa 183 dramas familiares que no encuentran consuelo ni explicación, porque nos dicen que el accidente se puede evitar.

Me siento totalmente solidario con la tragedia de esas personas, desde luego. Pero todos los accidentes no se pueden evitar, es imposible. Los imponderables existen. Por otra parte, yo tampoco encuentro consuelo ni explicación si me muere un ser querido, sea por la razón que sea.

Una cifra escalofriante de difícil justificación, porque es imposible cuantificar el dolor humano que provoca, pero sí una investigación de la DGT ha calculado el valor monetario de una vida estadística y los costes sociales de los accidentes de tráfico ¿cuánto cuesta salvar una vida anónima en el 2010? 1, 3 millones de euros. ¡Lo que representa aproximadamente un coste en 49 días de una pérdida de 239 millones de euros!

Un enorme coste social y económico para el Estado.

Perdone mi torpeza pero esto último no lo entiendo, tampoco me importa mucho el tema del dinero en este contexto, sinceramente.

No estamos sufriendo solo una crisis económica, estamos padeciendo una crisis de valores y la sociedad mira indiferente, tiene otros problemas que le preocupan, seguimos siendo las víctimas olvidadas con una justicia que no actúa, dicta sentencias "disculpatorias "para el infractor dejando a las víctimas con total desprotección. Recordemos que también la justicia debería tener un papel preventivo y reeducador.

No comparto su opinión en este párrafo, con todos mis respetos, me parece demagógico. La Justicia, sí actúa; las sentencias... habría que estudiar una por una, pero por lo que nos llega a través de los medios hay de todo, según los casos, y,  en principio, se supone que en los juzgados hacen bien su trabajo, si cometen errores se puede apelar... La pena sí tiene un doble fin: castigar y reeducar; pero prevenir no veo que proceda, cuando un asunto llega a un juez los hechos ya se han producido. Y que las víctimas estén desprotegidas, francamente, me cuesta mucho creerlo, pienso que deberían detallar casos.

Sabemos que los factores que causan los mal llamado accidentes de tráfico son múltiples pero también lo son las soluciones y esta nueva medida es un retroceso para la seguridad en las carreteras donde todos queremos vivir y convivir.

También discrepo en las líneas finales, lo siento, aunque sólo es mi opinión, creo que no todos quieren vivir y convivir (sobre todo lo segundo), ni en la carretera ni en ninguna parte. Seguramente sabe que desde hace unos años en España, desgraciadamente, mueren bastantes más personas por suicidio que por accidentes de tráfico, y eso, sin contar los suicidios que encubren algunos de ellos.

Gracias por su atención.

Un saludo.

Esteban

14 comentarios:

  1. Estimado Esteban: Sabes que comparto la idea de que nadie está libre de un accidente, y que lo mejor que podemos hacer es intentar impedir todos esos factores que lo propician, tanto a nivel personal como colectivo. Siempre me gustó la idea nórdica de que hemos de partir de la premisa de que los humanos fallan, y que no es justo que un error me cueste la vida, por lo que hay que avanzar para que esto no sea así. A nivel personal podemos formarnos, estar atentos, no exceder nuestras capacidades...
    De un tiempo acá se ha extendido la idea de que no hay accidentes, sino culpables. Basta haber tenido niños a cargo (no hace falta conducir) para saber que hasta el adulto más responsable puede acabar siendo culpable de un despiste, un error, o lo que sea, con trágicas consecuencias. Desde luego que hay conductas culpables (alcohol, mirar el móvil, etc.) pero como he dicho por más que seas responsable nunca estarás exento de cometer un error.

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    1. ¡Hola Elisa!
      Comparto totalmente lo que dices, excepto con algún ligero matiz. Será porque he viajado muy poco por el extranjero, por la diferencia de edad... pero mi percepción de que los humanos nos equivocamos tiene su raíz en la Roma de hace más de 2.000 años (“errare humanum est”). Lo que no impide que quizá ahora los nórdicos sean más conscientes de ello y tú hayas sido testigo directo.

      Cuando se enseña a conducir, una de las cosas más difíciles (por no decir la que más), es hacer comprender al alumno que debe trabajar muy, muy duramente con el fin de reducir al mínimo la posibilidad de accidente, y, al mismo tiempo, asumir un cierto riesgo porque es imposible evitarlo al 100%, lo que no significa: “algún día tendré un accidente”. Quizá no lo tenga nunca, ¡ojalá! Pero alguna posibilidad, por pequeña que sea, siempre la habrá. Y claro, cuando uno está aprendiendo, es fácil razonar: “bueno, pues si no puedo eliminar del todo ese riesgo, ¿para qué esforzarme tanto?” Evitar que el alumno caiga en el fatalismo es muy difícil, y sin embargo (a mi entender) resulta vital lograrlo. Y los mensajes que constantemente nos envía la sociedad (DGT incluida) no ayudan nada, porque da la impresión, y así pude (y puedo) verlo muchas veces, que si uno no toma drogas (alcohol incluido), respeta los límites de velocidad y usa cinturón o casco no tendrá accidentes, y como muy bien sabes es falso. Por otra parte, conduciendo, hasta es posible sufrir un accidente sin haber cometido ningún error. En realidad, estas cosas ocurren en muchos o todos los aspectos de la vida: todos conocemos a personas que hacen bien las cosas y, sin embargo, obtienen resultados indeseables.

      Por todo esto, y más, cada vez llevo peor ver a tantas personas rasgarse las vestiduras y aprovisionarse de piedras animosamente para lapidar a alguien. ¿Es que no tienen espejo?
      Es muy cierto que hay conductas culpables (y lo que voy a decir no va por ti porque sé que aprecias infinidad de matices), pero la mayoría sólo se fijan en lo grueso: “yo no bebo, paro cada dos horas, jamás paso de 120 (pero el límite de 40 por razón de obras que se encuentra en una autopista se lo pasa a 100)... Si se mira bien se pueden ver muchas conductas y acciones aparentemente inocentes y nada alarmantes que encierran un alto potencial de accidente. Pero eso no importa. Se ve la viga en el ojo ajeno sin percatarnos de que una simple mota de polvo puede cegarnos.
      Saludos i bona nit!

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    2. ... Es cierto, es una idea que viene de la antigua Roma. Pero hoy en día en los países nórdicos parece haber más amabilidad hacia el conductor: se le forma, se le hacen buenas carreteras, se escuchan sus propuestas, se enseña en las escuelas...De un tiempo acá aquí se ha jugado la carta de la culpabilidad, con todas sus consecuencias: conductores atemorizados más que conductores responsables, con todas las consecuencias que esto implica.
      En lo que discrepo es en que alguien sea capaz de pensarse que cumpliendo los límites, llevando cinturón y evitando el alcohol está fuera de peligro. Es que me parece increíble de creer, pero tú lo debes saber mucho mejor que yo. Saludos!

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    3. Respecto a lo que dices de los países nórdicos, en relación al tráfico lo que más les envidio es la enseñanza que dan en las escuelas. Estoy convencido de que se debería aprender a conducir de forma continuada desde niños.
      No me sorprende que discrepes, Elisa, a mí también me costó creerlo, las primeras veces pensaba que me tomaban el pelo, pero no, hablando y hablando en el coche, con las emociones a flor de piel salía a relucir ese asunto, y luego, al final, hablando con más tranquilidad te lo confirmaban. Así que te puedo asegurar que, básicamente, lo que dije es cierto, en un porcentaje... como mínimo, claramente significativo, más en hombres que en mujeres, jóvenes y universitarios. Son... y lo digo sin ningún ánimo peyorativo y generalizando mucho, desde luego, como muy inocentes, ¿no observas tú esto? También hay muchos que te afirman, muy seriamente, que saben conducir al tiempo que te comentan que nunca han llevado un coche pero que ya saben cómo va. Luego, cuando ya tienes confianza les comentas pero... a ver, que esas cosas se las digas a algún amigo mientras tomáis unas cervezas... tiene un pase, pero a la persona que te va a dar clase... Ahora, la inmensa mayoría se acaban dando cuenta de cómo funciona esto del tráfico una vez que se lo muestras y lo viven, y suelen expresar tristeza. En fin, hay muchas cosas curiosas, un coche de autoescuela encierra un pequeño mundo muy peculiar, irán saliendo más.
      ¡Saludos!

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    4. Estimado Esteban: Es que en los países nórdicos no sólo les enseñan seguridad vial en la escuela... es que circulan en sus bicis desde pequeños. ¡Y qué gran escuela es la bicicleta!
      Aquí lo estamos haciendo mal. Ahora ya ni caminan. Van en coche a todas partes, hasta que a los 18 se les da el carnet. ¿Cómo va a tener la más remota intuición del tráfico alguien que previamente no ha sido casi ni peatón?
      Lógicamente el coche de autoescuela es un lugar ideal para aprender cómo son las personas. Yo aún no me acabo de creer lo de las normas y el casco, y menos en ...¿universitarios? Ai socorro! ¡Saludos!

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    5. La bici es muy buena escuela, ciertamente. Yo estoy convencido de que a mí me fue muy bien, y en todos los alumnos que tuve que andaban en bici habitualmente (no sólo cuatro días en verano), todos, sin excepción, destacaron con el coche.
      Sobre los niños... no estoy del todo de acuerdo, yo creo que les facilita el aprendizaje y el entendimiento del tráfico el hecho de haber viajado como pasajeros desde que nacen, prácticamente. Son auténticas esponjas aprenden rapidísimo y bien, otra cosa es el ejemplo que tengan. También se ve en la autoescuela, que cuando una persona ha vivido sin que hubiese coche en casa, normalmente, les cuesta más aprender. Así mismo, hay mucha diferencia entre quienes viven en zonas rurales y los que viven en Bilbao; los primeros tienen un manejo del vehículo excelente y se desenvuelven muy bien en carreteras retorcidas y sin tráfico, hasta que llegan a la capital, ahí casi ni los reconoces y les cuesta superarlo; los segundos, en cambio, no manejan tan bien el vehículo pero se defienden bastante bien en ciudad y sin ninguna angustia, sin embargo en carretera cometen muchos más errores en cuanto a velocidad, toma de curvas, dónde y cuánto hay que frenar... son mundos opuestos, es muy curioso. Ah, y en Bilbao y Gijón los niños sí que andan, y en Portugalete en concreto, además, son todo cuestas y fuertes; por otro lado en todas las poblaciones de la margen izquierda aparcar es un suplicio, así que si no se sale del pueblo es raro que se use el coche.
      Tu último párrafo me ha hecho reír, y sigue sin extrañarme que no lo creas, pero es lo que he visto y coincide con lo que han observado algunos colegas. Como te decía, irán saliendo más cosas, pero te adelanto dos: No son pocos los que creen, por ejemplo, que yo podía vivir (y muy bien) con darle clase sólo a él; pasada la hora, me han dicho muchas veces "qué bien, ahora te vas a casita, y a vivir"; y no era broma, te lo aseguro; lo mismo pensaban de los examinadores que cuando acababan las pruebas con una autoescuela se iban a casa. Deben de existir los mundos paralelos.
      ¡Saludos!

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    6. Estimado Esteban: Estoy de acuerdo en que ir en coche de niños facilita el aprendizaje, pero cuando esto se hace a expensas de no circular en bici... pues creo que es contraproducente. Me sorprende mucho leer que por Bilbao los niños caminan tanto. Por aquí, si hay que hacer más de 1Km, ya se busca el transporte a motor.
      Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices sobre el entorno rural y el urbano, y es que yo también lo veo muchas veces. Pero es normal, son conducciones muy diferentes. Fíjate: en el entorno rural ... ¡se usan las largas!, no se te cruzan motos y las carreteras son más difíciles. Es todo un descubrimiento para un urbanita, y supongo que para alguien acostumbrado a un entorno rural, eso de verse en medio de un mar de coches-y tenerse que coordinar con ellos- debe ser estresante. He conocido mucha gente que, pareciéndome ases al volante en carreteras de vértigo, no se atreven a circular por la ciudad ni a tomar una autopista.
      ¡Saludos!

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    7. Hola Elisa:
      Bueno, no sé si andan mucho, pero sí andan y también en bici. En Bilbao y alrededores es muy incómodo utilizar el coche, es muy difícil aparcar; para las bicis hay un carril que me gusta mucho que va bien separado de calles y carreteras (hay tramos largos en los que ni se ven) y, si no me equivoco, ya arranca en Bilbao y acaba en una playa casi en el extremo oeste de Vizcaya (playa de La Arena), cuando hace buen tiempo suele utilizarse mucho, también hay caminos por el monte... Pero, claro, muchas veces el problema es que hay que ir con los niños y las bicis en el coche, aparcarlo cerca de alguna entrada al Bide Gorri (así se llama este carril) y luego a dar pedales, pero muchas veces los padres tienen poco tiempo, trabajan mucho, se vive con mucha presión... ya sabes, desde luego no me atrevo a decir nada porque la vida está muy complicada y es un asunto difícil.
      Es verdad lo que dices, el entorno habitual marca mucho; sin embargo, una de las características básicas de cualquier conductor es adaptarse rápidamente a cualquier circunstancia; claro que tampoco veo mayor problema siempre que uno conozca sus limitaciones y no las sobrepase, después de todo, nadie está obligado a conducir por donde no quiere. A mí me gusta entrenar algo en cualquier terreno, pero confieso que la primera vez que entré en Sevilla con un camión lo pasé muy mal y me pareció un milagro salir sin provocar ninguna barbaridad; me esforcé mucho, desde luego, sudé como nunca hasta entonces, pero también creo que tuve mucha suerte, gracias a Dios.
      ¡Saludos!

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    8. Tienes razón en lo del conductor. Yo también creo que se ha de estar preparado para todo, y que si vives en un sitio no está de más aprovechar la oportunidad de practicar en otro, por más que cueste.
      Si no te pasó nada en Sevilla fue porque con tu experiencia y actitud era muy difícil que pasara. Yo sí tengo la sensación que la suerte ha estado estos años de mi lado... nunca he tenido ni un solo parte, pero sinceramente no criticaría a nadie. Nadie es tan perfecto. Una vez leí un comentario en una página de seguridad vial que era muy lúcido: se preguntaba (quien escribía el comentario) si todos los demás habían sido toda su vida unos conductores perfectos, sin un solo fallo, sin una sola imprudencia ni un sólo despiste..me gustó mucho, pero es que no sé dónde lo leí. ¡Saludos!

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    9. Gràcies, Elisa! Pero con el camión era novato, es cierto que me esforcé cuanto pude, pero aún así creo que tuve suerte, de verdad, era la primera vez que andaba con un vehículo así en una ciudad tan grande.
      Te felicito por no haber tenido nunca un accidente por leve que sea, alguna influencia puede que tenga el factor suerte, pero en tu caso, de ser así, creo que es ínfima; has tenido mucha determinación, realizas un gran esfuerzo constantemente, tienes una actitud sobresaliente y estoy seguro de que conduces francamente bien. ¿Has tenido suerte? La poca que te asista, te la has ganado a pulso.
      Estoy totalmente de acuerdo con el comentario del que me hablas, en esto (y seguramente en todo, o casi), nadie está en libre de pecado como para lanzar ninguna piedra.
      ¡Saludos!

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    10. ..Bueno, en el caso del camión creo que la suerte favorece a los que se la trabajan...
      Sabes que me gusta conducir y que procuro hacerlo cada día. Espero ir haciéndolo mejor. ¡Un saludo!

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    11. ¡Seguro que lo haces! Saludos.

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  2. ¡Hola Esteban!!!

    Uy cuantos pogs he perdido, este es muy bueno y te dejo un aplauso bien prolongado te lo mereces. Eres un campeón del volante y, un maestro reconocido de enseñanza en autoescuela. Tu lema es conducir sin miedo, eso pesa mucho. Gracias por darnos tanto y tan instructivo.
    Ha sido un inmenso placer, aunque no haya hoy un café,
    Un abrazo y toda mi estima. Se muy muy feliz.

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    1. ¡Hola Marina!
      Muchas gracias. ¡Ay...! Me sacas los colores, y te lo agradezco, claro; pero
      campeón no soy de nada y maestro... en ello estoy, pero creo que aún me
      queda grande esa palabra (y probablemente me quede siempre), después de
      todo, esto de conducir tampoco tiene tanto misterio, lo que pasa que hoy día
      se da muchas vueltas a todo. Yo me veo (y quienes me conocen lo saben)
      más bien como un artesano que hace su labor con cariño y esmero poniendo
      toda la carne en el asador, eso sí. De todos modos tus sinceros halagos son
      bienvenidos pues son como un aire de juventud sumamente grato que
      acerca, como ninguna otra cosa, mi vida a esa etapa.
      ¡Gracias, amiga! Un abrazo.

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