domingo, 10 de enero de 2016

EL CARNET MÁS BARATO (1)

Hoy contaré cómo se puede sacar el carnet al mínimo precio, o lo más barato posible, como prefieran. Considero perfectamente natural y lógico que se busque la forma más asequible de obtener el permiso de conducir, a mí tampoco me gusta pagar un sólo céntimo más de lo necesario por ningún bien o servicio ni que me tomen el pelo.
Este tiene que ser el árbol del bien y del mal y no el humilde manzano.
Fuente: www.canstockphoto.es
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Todos necesitamos ganar un dinero, disponer de unos ingresos mínimos para cubrir nuestras necesidades, poder pagar nuestras facturas, vivir incluso con una moderada holgura y disponer de algunos recursos en reserva para que algún imprevisto no suponga encontrarnos con la soga al cuello y poder ayudar a otros cuando sea necesario. Todos hemos sido ayudados en alguna ocasión, pasada, presente o futura; de un modo u otro.

Todo esto, desde luego, también es muy subjetivo, lo que no impide que debamos intentar buscar un justo equilibrio entre necesidad y sana ambición, ajeno siempre a la codicia. Cuando creamos haberlo encontrado, conviene fijarlo como referencia y someterlo a revisión de forma regular para ir ajustándolo. Creo que también puede ser de ayuda tener presente el significado de la famosa frase del Evangelio “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Y aprovecho para añadir que, el Evangelio, me parece un libro imprescindible para la infancia y la juventud, y siempre, porque independientemente de religiones y fe, ofrece unas pautas para la vida y su lucha perfectamente válidas en cualquier época e imprescindibles para alcanzar una sociedad y un mundo mejores.

A los jóvenes y no tan jóvenes, se les está mintiendo constantemente con la falacia de que hay cosas gratis. Y nada es gratis, todo se paga de una u otra forma en esta vida. Desde la perspectiva del alumno, aprender a conducir siempre resulta caro porque, generalmente, no se aprecia la necesidad de tener que hacerlo. Sin embargo, muchas personas no dudarían un segundo en pagar cantidades muy elevadas por lograr el carnet sin tener que dar ninguna clase ni pasar ningún examen. 

La anterior afirmación es un hecho claramente probado cuando la DGT tuvo la “brillante” idea de permitir conducir motos de hasta 125 cc a condición de tener tres años de antigüedad con el permiso de coche, ¿cuántas personas fueron a la autoescuela entonces? Un número puramente simbólico, ni siquiera se tomaron la molestia de dejarse enseñar por algún amigo que pudiese hacerlo. Y las ventas de motos crecieron más de un 600 %, que se dice pronto. ¿Tendrían comisiones algunos altos cargos de la DGT? Cosas tan significativas deberían investigarse de oficio, por si acaso. Luego, claro, los portavoces de la DGT se rasgaban las vestiduras ante la galería por el escandaloso incremento de los accidentes de motocicletas, algo perfectamente previsible.


Después de lo dicho a modo de introducción -pienso que no está de más- voy metiéndome en harina. La primera mentira que afecta a casi todo el mundo cuando se empieza a plantear seriamente sacar el permiso de conducir, tener el carnet, o “quitar el carné” -como se dice en algunos lugares- es que las autoescuelas no son más que incomprensibles intermediarios entre el estado y el individuo. Que sólo sirven para vender el carnet, un documento que nadie cuestiona y ve necesario para ejercer un control sobre los conductores, pero nada más. A la mayoría les parecemos poco menos que parásitos. Y no pocas veces -desgraciadamente-, con razón, a tenor de los hechos. 

La segunda gran mentira está enlazada con la anterior: o bien no es necesario aprender, o bien basta con practicar, o bien “ya... luego aprenderás, sobre la marcha”; o bien y como máximo reconocimiento a la labor y necesidad de las autoescuelas, algunos afirman “en la autoescuela aprenderás a conducir y a sacar el carnet, luego por tu cuenta aprenderás a circular, que es otra cosa”. Es el día de hoy que sigo sin entender la diferencia entre “conducir” y “circular”; y cuidado, que quienes afirman esto suelen dárselas de entendidos y conductores responsables. 

Se dirá lo que se quiera, pero el hecho es que los seres humanos, aun gozando de perfecta salud, nacemos inválidos, totalmente dependientes, indefensos y vulnerables. Y también es un hecho que moverse a una velocidad superior a la que nos permite el cuerpo utilizando un caballo, patines, bicicletas, un sencillo barco de vela o cualquier otro animal o máquina que nos facilite superar la limitación de velocidad de nuestras piernas, precisa de aprendizaje. Otra cosa es cómo se logre aquél, si de forma autodidacta (tutelada o no), reglada, normalizada, etcétera. Pero es incuestionable que precisa de aprendizaje. Y siempre es agotador explicar lo evidente. 

Las normas son necesarias para regular el derecho de todos a realizar una actividad.
Nos mienten, pero, generalmente, es responsabilidad de uno mismo dejarse engañar o no. ¿Y por qué nos dejamos engañar? Porque es más fácil evitar el esfuerzo de pensar y concentrarnos, es más fácil dejarnos distraer. Y conlleva una aparente ventaja: si el engaño nos lleva a algo indeseable nos salva de sentirnos responsables: “no es mi culpa, me han engañado”. El timo de la estampita es imposible sin la necesaria colaboración de la persona timada.

Respecto al uso del automóvil, ¿quién puede sentirse inocente ni engañado? Al menos se tienen 18 años y mayoría de edad cuando se empieza a conducir un coche y todos sabemos de sobra que se pueden causar y sufrir daños muy serios con él, todos conocemos a alguien próximo que ha tenido algún accidente de tráfico. Luego, al margen de posibles errores de los que nadie estamos totalmente libres nunca, la aplicación (aprovechemos a recuperar este concepto ya que la palabra está tan de moda) por aprender a hacerlo bien y decidir desempeñar lo mejor posible esta tarea siempre debería tener un interés y motivación máximas.

Aprender a conducir lo mejor posible es una responsabilidad ineludible para con nosotros mismos, nuestros pasajeros y todos los demás. Esa decisión, como muy tarde, debería tomarse antes de cruzar el umbral de la puerta de una autoescuela. Y, por supuesto, conlleva obtener el permiso para hacerlo. El proceso contrario no. Y, además, sin ninguna duda, es la forma más barata de lograr el carnet de conducir

Puedo afirmar y sostengo que un alumno y profesor que trabajen con ese objetivo, comparados con otro alumno y profesor que no lo hagan, garantiza un importe notablemente inferior en la factura final al alumno del primer caso, aunque las clases tengan un precio claramente superior

Ya utilicé esta foto en otra entrada, pero es que me encanta y me da mucha envidia
la sencilla y económica eficacia de esta forma de enseñar de una escuela sueca ¡en 1943!

Fuente: Internet
Porque, sin duda, dará menos clases, suspenderá menos veces (si es que suspende alguna) y pagará menos tasas y renovaciones. Y mucho más se ahorrará en cosas imposibles de cuantificar pero que siempre acaban pesando mucho más que el dinero, como ansiedades, miedos, frustraciones, disgustos, sentirse un inútil... Emociones y sentimientos que se pueden ir rumiando por mucho tiempo y que digan lo que digan tantos supuestos “estudios” y “expertos” son el germen del miedo a conducir, ahora llamado amaxofobia, y, que como tantas cosas, parece que con el empleo de una nueva palabra se trata de un fenómeno reciente, pero no, existe desde siempre.

Por favor, háganme caso: tengan por objeto aprender a conducir y busquen bien con quién pueden hacerlo. Les daré pistas. Sabemos de antemano que hay que superar dos exámenes: teórico y práctico.


LA TEÓRICA

En un principio se creó el automóvil y se empezó a conducir, a medida que se fue utilizando comenzaron a surgir problemas, sustos, algunos accidentes... surgieron detractores y entusiastas. Fue necesario entonces regular su uso y redactar normas que evitasen conflictos. Estas fueron evolucionando y llegamos a las actuales. Básicamente, lo que quiero decir es que la teórica nace de la práctica

El verbo acatar tiene acepciones muy interesantes en su definición del RAE
Pasa con todo, hasta en los juegos infantiles son necesarias normas y no podemos disfrutar de ellos sin antes conocerlas con el fin de poder hacerlo civilizada y equitativamente, de lo contrario sería un caos, nadie disfrutaría y se impondría la ley del más fuerte, con el que al final nadie querría jugar. Así pues es necesario aprender las normas y señales que regulan la utilización de vehículos, adquirir un conocimiento básico de su funcionamiento y de su uso. No estamos solos en el mundo y todos tenemos igual derecho. 

Aprender bien la teórica es fundamental para una buena práctica. Antes de empezar a conducir es necesario saber qué hay que hacer; otra cosa es cómo lo hagamos, pero conociendo de antemano lo que tenemos que hacer sólo es cuestión de entrenar lo suficiente para que se generen los hábitos de un uso correcto que reduzca al mínimo la posibilidad de consecuencias que nadie desea. 

Limitarnos a realizar test puede garantizar que superemos el examen pero no el conocimiento de las normas, y aprender de verdad estas durante las clases de coche resulta muy caro y carece de todo sentido

Al elegir una autoescuela, siempre conviene asegurarse de que recibiremos clases de teórica. Clases de verdad, impartidas por un profesor o profesora que conozca la carretera, que la haya vivido y la viva, que sepa transmitir las ventajas de utilizar y disfrutar de automóviles y carreteras; y las normas, por supuesto, porque sólo de ese modo podremos saber el por qué y la razón de las mismas, sin limitarnos a aprenderlas de memoria, sólo de ese modo entenderemos su sentido y su lógica, sólo de ese modo podremos comprender que nos serán útiles, sólo de ese modo podremos hacerlas nuestras, de forma natural y automática, al darnos cuenta de que trabajando con ellas evitaremos muchos riesgos de accidentes y percances. 

El coche ofrece muchas ventajas pero exige conocimiento y responsabilidad.
Es necesario que el profesor sepa explicar, utilizando ejemplos y experiencias propias y ajenas, porqué debemos ceder el paso o no en las intersecciones o porqué debemos adelantar como nos indican que lo hagamos, por citar dos ejemplos. 

Es necesario pensar, e imaginarnos haciendo lo que pensamos. Es necesario cumplir con las normas por puro y propio convencimiento producto de una decisión que tomamos libremente por nuestro propio bien y el de los demás. Cumplir con ellas por miedo a las multas y a que nos sustraigan puntos, no nos hace conductores seguros ni responsables sino temerosos. Es una aberración. 

Un ejemplo: a nivel puramente personal, no me importa nada que las drogas estén prohibidas o no. No tomo drogas ni las he tomado nunca porque sé, y me informé hace muchos años, que me harán daño si no es que me matan, y no sólo eso, también sé que harán que cause graves daños a las personas más próximas y a las que más quiero. Y me da igual que me inviten o que me las regalen. Me niego. Igual que rechazaría un veneno, ¡quiero vivir! Y salvo que me fuercen con violencia -y desde luego me defendería como gato panza arriba de no poder huir- no tomaría ni una cosa ni otra. Ojalá que en el futuro siga así y que nadie sufra tanto como para recurrir a ellas.

Otro ejemplo: ¿Se atrevería usted a jugar una partida de cartas con un grupo de mafiosos de los que se ven en las películas (la realidad es peor) en la que todos ponen su pistola sobre la mesa con el fin de tenerla a mano para volarle los sesos a quien haga trampa, sin saber jugar muy bien o sin respetar las reglas escrupulosamente? Seguro que no, y yo tampoco. ¿Y por qué en la carretera se salta un stop cruzando la trayectoria de un trailer próximo que circula a 80 km/h? No le acuso de nada, Dios me libre, es un decir; pero espero que coincidamos ambos en la respuesta: yo tampoco. 

Esta es una forma muy simpática de recordar que sí debemos cumplir las normas,
pero sin ser más papistas que el Papa y sin dejar que nos maten.
Fuente: Internet
Encontrar una autoescuela en la que se den clases de teórica es difícil, hay muy pocas, pero algunas hay. Sí hay bastantes en las que se hacen test conjuntos en el aula con el grupo de alumnos que la ocupen, pero eso no es dar clase; yo para eso los hago en casa. En la mayoría llaman clase a explicar algunas dudas cuando uno está haciendo algunos test en un ordenador; explicación que, normalmente, da la secretaria, que puede saber la teórica igual o mejor que un profesor, desde luego, pero carece de las vivencias de la carretera que tiene aquel, normalmente, y se ve muy limitada para establecer conexiones entre la normativa y la realidad, así que vuelvo a lo mismo: para eso los hago en casa.

Algunas autoescuelas aseguran en su publicidad impartir clases teóricas interrumpidamente desde que abren hasta que cierran. Mienten. La “sesión continua” era una práctica popular en las salas de cine, prácticamente desaparecida, y eso que lo hacía una máquina. ¿Va a estar un profesor toda su jornada laboral dando clase, o dos, suponiendo que se turnen? No me lo creo, acabaría loco; de hecho jamás he conocido un caso así. Lo que muchos llaman “clases teóricas con profesor”, es lo que contaba antes: los alumnos hacen test y cuando estos lo demanden alguien les da una explicación, normalmente la secretaria. 

Bastantes autoescuelas anuncian cursos intensivos para la teórica en tres o cinco días, una semana... Esto es posible. Pero NO se aprende nada. Se logra “apto” en teórica, sí, pero repito: NO se aprende nada. Y, como en las clases prácticas es necesario aplicar la teórica en buena parte, esta deberá aprenderse en el coche, en movimiento y entre el tráfico, lo que multiplica enormemente el número de clases prácticas y hace el aprendizaje teórico muy poco eficaz y muy, muy caro; por muy bajo que sea el precio de la clase

La “teórica exprés” surgió en este siglo (2006-2007), propiciada por la DGT, y en esta faceta no hago ninguna pregunta, porque sin su colaboración sería imposible. Y lo afirmo con carácter de informal denuncia, e indignado, por supuesto, como me consta que lo están muchos funcionarios de esa institución. Pero esto no exime la responsabilidad individual de cada uno, ¿permitiría usted que le operase un cirujano que logró su título como tantas personas obtienen su carnet de conducir? No, ¿verdad? Y eso que el médico sólo puede hacer daño a una sola persona cada vez, un conductor que maneje sin saber o con muy limitados conocimientos, no sólo puede hacer lo mismo, también puede sacar de la carretera a un autobús con cincuenta personas a bordo. 

En marzo de 2005 la DGT publica esto en su revista. Más o menos un año después,
sin previo aviso, hace lo contrario: repetir unos pocos exámenes una y otra vez.
Nace la "teórica exprés", el porcentaje de "aptos" se dispara a cotas nunca conocidas
y el examen se convierte en un puro trámite perfectamente prescindible.
¿Cómo se atreven a decir después que les preocupa la formación y la seguridad? 
Aprender a conducir es un asunto muy serio, por favor, eviten dejarse engañar, y la precipitación y las prisas. A toda semilla le lleva su tiempo echar raíces, crecer y dar su fruto. A mí me llevaba entre 3 y 4 meses dar el manual completo en clase, y siempre tuve alumnos que repetían ciclo desoyendo mi consejo de ir a examen porque decían que les gustaban mis clases, lo que nunca les agradeceré lo bastante. Quienes tenían prisa iban a las clases que más les interesaban y el resto lo estudiaban por su cuenta, algunos días quedábamos a solas y solventábamos las dudas, pero estudiaban. Se daban cuenta de que debían hacerlo y estudiaban, y esta es la clave: estudiar, estudiar y estudiar. ¿Hacer test? Sí, pero los necesarios para entrenar, descubrir los secretos de su mecánica y lenguaje y nada más. Sin ninguna obsesión ni empacho. Como dato, por si a alguien le resulta útil, diré que yo estudio la Ley de Tráfico y sus reglamentos directamente en el BOE con papel y lápiz al lado.

La cuestión es estudiar para aprender, haciendo nuestro un conocimiento y aplicarlo. Aprobar será una de sus consecuencias lógicas, necesaria, pero nunca la más importante.

12 comentarios:

  1. Hola Esteban: No puedo estar más de acuerdo con tu artículo, pero piensa que en todos los ámbitos de la educación pasa lo mismo. No se ve en ella nada más que el acceso a un 'título' que abre las puertas de lo que sea: conducir, ejercer una profesión,.. y obviamente se piensa que lo que se enseña, en un 90% como mínimo, no sirve para la 'vida real', sino nada más que para abrir estas puertas.
    Lamentablemente hemos mercantilizado la educación y seguimos en esta peligrosa línea sin darnos cuenta, sin pensar de que el conocimiento no nos abre sólo las puertas a hacer algo, sino las puertas a nuestra libertad, al control de nuestras propias mentes y nuestras propias vidas. Y a nuestra capacidad para trabajar por un mundo mejor.
    Pero seguimos así, no hacemos más que formar un rebaño, pasto de manipulaciones. Una pena. Saludos!

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    1. Hola Elisa:
      Tienes toda la razón. En esto también estoy plenamente de acuerdo contigo; por más que me pene, generalmente es así. Pero hay excepciones, yo las he visto y seguramente tú también conoces algunas.
      A este panorama tan deprimente y que tan bien describes al final de tu comentario con un par de frases memorables (“... sin darnos cuenta, ... que el conocimiento no nos abre sólo las puertas a hacer algo, sino las puertas ... al control de nuestras propias mentes” / “... así, no hacemos más que formar un rebaño, pasto de manipulaciones”) se suma la falsa sensación tan extendida de que importa muy poco aprender ya que tenemos un acceso muy fácil y cómodo a todo tipo de información, sin darnos cuenta de que información y conocimiento son conceptos muy diferentes, y que de nada sirve el primero sin una base sólida en el segundo que nos ayude a seleccionar y procesar aquel.
      Es como darnos un banquete llevados por la gula, se dejarán de percibir los sabores, se confundirán todas las sensaciones y nos impediremos disfrutar de los manjares. También habría que añadir el problema de los muchos docentes que han tirado la toalla y el permanente engaño de que los jóvenes actuales son la generación mejor preparada de la historia. Un halago constante que generalmente cala muy bien entre hijos y padres. Nunca hemos sido tan fáciles de dominar, da miedo.
      Saludos i bona nit!

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  2. Con la E:
    Estoy de acuerdo con los comentarios escritos por Elisa y Esteban. Y recordar lo de: Estudiar, Estudiar, Estudiar.
    Con la B:
    Eslogan típico cuando vas de compras:
    Bueno, Bonito y Barato.
    Sin olvidarnos de consultar el BOE.
    Con la S:
    Sin obsesionarnos.
    Saludos.

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    1. Gracias, Manuel. Haces una buena masa con humor, ingenio y letras, a modo de creativo panadero.
      Buen fin de semana. Un abrazo.

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  3. interesante y documentado articulo ESTEBAN lleno de verdades pese a quien pese , todo esta en funcion del sacar mas y mas cada vez , muchas gracias por compartirlo.desde mis horas rotas un fuerte abrazo .JR.

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    1. Bienvenido y muchas gracias, José Ramón. Me alegro que te haya gustado y agradezco que me des la oportunidad de conocerte. Me pasaré por esas “horas rotas” a disfrutar de esos pedazos de tiempo hechos con corazón y alma.
      Un fuerte abrazo.

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  4. Un gran artículo. Enhorabuena Esteban.

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    1. Muchas gracias, Juan. Me honran y alegran tus palabras. ¡Gracias!
      Buena noche y un abrazo.

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  5. Estupenda descripción tocayo. En Chile tenemos escuelas de conducción particulares de todo tipo, esto es buenas, regulares y malas. A los postulantes les resulta a veces difícil determinar bien su elección, porque podrían dejarse llevar por el menor precio.

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    1. Aquí tenemos el mismo problema, amigo, y me da que se extiende por todo el mundo con mayor o menor intensidad. Un precio claramente inferior a la media es muy tentador, y aunque no siempre es sinónimo de menor calidad, ni lo contrario, conviene sopesarlo muy bien porque a la postre puede resultar muy caro. Creo que lo ideal es definir lo más nítidamente posible qué es lo que se quiere, y luego informarse, indagar, preguntar a otros, observar... los coches se ven trabajando por la calle. No es fácil ni rápido, pero puede merecer mucho el esfuerzo.
      Un abrazo.

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  6. ¡Hola Esteban!!!

    Todo un gran texto de enseñanza del buen maestro que eres tú, mi buen amigo.
    Me parece un buen presagio el árbol del bien y del mal es como el árbol de la vida que nos muestra dos caminos... Y estoy totalmente de acuerdo con lo que comenta nuestra amiga Elisa.
    Uno de mis hijos que es licenciado en informática y profesor en un instituto, tiene algunos alumnos qué, lo único que quieren es un aprobado a toda costa, no les importa si el examen no es correcto, y en éstos casos son los que menos se preocupan por aprender. Como ves en todos lugares de enseñanza, se cuecen habas.

    He visto el vídeo de a Cesar lo que es del Cesar. Me gustó mucho, aunque he visto la escena no sé donde, pero debe haber sido en una película.

    Ha sido un inmenso placer leerte, como siempre se aprende algo nuevo algo bello.
    Te dejo mi inmensa gratitud por tus palabras en mi espacio y mi estima siempre por tu buen hacer aquí en el tuyo.
    Un abrazo y feliz semana.

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    1. ¡Muchas gracias, Marina!

      Me acuerdo con frecuencia de tu hijo y de otros profesores de instituto que conozco, están obligados a llevar una carga muy pesada, y están muy solos. Da mucha tristeza ver en lo que se ha convertido la enseñanza en este país en los últimos años, debería ser la joya de la corona y lo más respetado por nuestros políticos y por toda la sociedad. Es básico que los niños y jóvenes se formen bien para que sepan pensar por sí mismos, para que sean libres, para que puedan descubrir sus talentos y cómo desarrollarlos. Claro que eso les haría muy difíciles de manipular por parte de quienes detentan el verdadero poder, estos prefieren que estemos sumidos en la ignorancia, anestesiados y embrutecidos. Se valora lo superficial, lo falso, la apariencia, se potencian los bajos instintos (como decían antes los curas, con razón), satisfacer los deseos primarios de inmediato, potencian nuestro ser animal, se iguala a la baja.

      Muchas personas dicen envidiar a los jóvenes de hoy en día, yo no, les hemos puesto muy difícil distinguir el trigo de la paja. Les hemos obligado a transitar por un laberinto lleno de espejismos. Vamos a pagar un precio muy alto durante muchas décadas. ¡Cómo me gustaría equivocarme!

      Buena noche. Un abrazo.

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