Por estas fechas, recién acabado el mes de junio, terminaron también exámenes y curso -selectividad incluida, donde aún pervive dicha prueba- muchos jóvenes y, normalmente, un significativo porcentaje de ellos deciden que es el momento ideal para sacar el carné de conducir. Seguramente tienen razón, pero también es un tiempo ideal para disfrutar de los días largos, de las noches breves, hermosas y cálidas; del sol, el mar, el monte, de fiestas, verbenas, conciertos, viajes, etcétera. Piensan, la mayoría, que es perfectamente posible lograr el permiso de conducir mediado el mes de julio o en sus últimos días como mucho. Ayuda en la consolidación de esta idea, y no poco, el incomprensible hecho de que la Dirección General de Tráfico (DGT) deje de examinar durante el mes de agosto en la mayor parte de las provincias de España, decisión consensuada con asociaciones de autoescuelas, lo que la hace aún más surrealista, máxime, cuando la mayoría de los representados por éstas abren y mantienen operativos sus centros en ese mes, ¡en fin!
Volviendo al tema principal de esta entrada, lo que me gustaría transmitir a esos jóvenes es que, salvo excepciones, no lograrán obtener su permiso de conducir antes del mes de agosto y, por supuesto, no albergo intención alguna de desalentarles en su legítimo deseo pero es lo que he visto verano, tras verano -ininterrumpidamente- durante casi treinta años, claro que mi experiencia profesional, en ese tiempo, se limita a la provincia de Vizcaya. Hay, desde luego, lugares en los que por tener un término municipal poco extenso, pocos habitantes y estar alejados de otras poblaciones en unas cuantas decenas de kilómetros aprobar el examen práctico es, a igualdad de aptitudes y actitudes, notablemente más fácil y rápido.
Aprobar el examen teórico, hoy por hoy, y desde hace unos pocos años, es muy fácil. Tanto, que sólo dependiendo del tiempo que uno esté dispuesto a invertir haciendo tests, podría estar listo para superarlo en una semana, sin demasiado esfuerzo, y quizá hasta en un día, aprovechándolo bien de sol a sol ahora que son tan largos. Claro que estoy hablando de aprobar; no de aprender, no de saber. Y de la forma descrita, se aprueba; pero casi nada se aprende y casi nada se sabe. Hay excepciones, sí; pero salvando las mismas, quiero dejar muy claro que el proceder descrito, sin ninguna duda y por sí solo, aumenta de un modo significativo el número de clases, de exámenes, de renovaciones y el importe de la factura en la autoescuela. Eso, sin contar la frustración y disgustos que todo ello conlleva, tan difícil de medir por el patrón de moneda en curso y, que generalmente, releva a este a un desenfocado último plano.
¿Solución? En paralelo con el camino de lograr un APTO en teórica se puede andar otro que permita, mediante esfuerzo y estudio, un conocimiento profundo de las señales y normas de circulación, reduciendo éstas a las verdaderamente necesarias para conducir un turismo en cualquier calle o carretera. Siempre he insistido en este detalle, es insuficiente un conocimiento puramente intelectual, aunque sea bueno, de la normativa de tráfico; es preciso que ese conocimiento sea, además, profundo, que impregne el subconsciente, porque nada más ver hay que actuar, sin dudar, y se está en movimiento recorriendo muchos metros por segundo. La teórica es la base de la práctica.
A pesar de la seguridad que inspira el saberse al volante de un coche dotado con doble mando y un profesor al lado, cuesta más de lo que parece hacerse a la idea de que el día del examen, aunque el alumno no estará solo, debe actuar como si lo estuviera, moviendo el vehículo con agilidad dentro del tráfico y, además, de un modo estrictamente legal, salvo causas de fuerza mayor o indicación expresa de la persona que examina. Vamos, que en un mes o poco más, el examen teórico es perfectamente factible -y de sobra, como ya dije- pero el práctico, generalmente, no.
A todo esto se añade una suerte de efecto psicológico que añade ansiedad a quien se empeñe en ser estricto con el logro de obtener el permiso de conducir antes del mes de agosto. Solía decir a mis alumnos, generalmente con nulo resultado, que en agosto no se acaba el mundo. Los 31 días del octavo mes del año, sólo son eso: treinta y un días.
El camino que lleva a conseguir el permiso de conducir debe andarse sin prisa pero sin pausa y cuanto más se quiera aumentar la velocidad (como en el coche), más esfuerzo y trabajo será necesario invertir. ¿Se ha fijado que cuando se ve una retransmisión de una carrera de Fórmula 1 una de las palabras que más se repiten es, trabajo? Cuanto más se centre una persona en aprender a conducir, sin duda, más fácil y barato resultará aprobar. Y lo que es mucho más importante, más fácil será que lo haga bien cuando conduzca sola y, por tanto, más difícil que se vea implicada en algún accidente.
Esteban
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