viernes, 14 de octubre de 2011

EMOCIONANTE ANGLOFILIA EN GIJÓN (ASTURIAS)

Lo vi por primera vez el pasado mes de mayo, iba en coche hacia el lugar donde se celebra la Feria de Muestras de Asturias, en Gijón, pasando por el campo de fútbol de El Molinón, margen izquierda del río Piles que desemboca en el extremo este de la playa de San Lorenzo.
Muy próximo a mi destino, la calle que me lleva a él va paralela y muy cerca del río, viéndose claramente que hay que pasar un puente para cambiar de margen y llegar a la Feria. La calle desde la que se accede al puente tiene un solo sentido y dos carriles, el izquierdo lleva al puente y está bien indicado, en ligera subida se ve una isleta que corta el carril antes de lo esperado y que obliga a entrar por el lado izquierdo. En un principio, pensé que el puente sería de un solo sentido, pero antes de entrar, veo que no. Me sorprende, disminuyo la velocidad, repaso las marcas viales, compruebo si voy bien... Y, sí, voy bien, pero bajo un poco más la velocidad, estiro el cuello y levanto la vista tanto como puedo comprobando que no me voy a encontrar a nadie de frente. No hay nadie, detrás tampoco, así que aprovecho a ir despacio observándolo bien todo. Durante un puñado de segundos parece que estoy en Inglaterra, en el mismo tiempo hago España - Inglaterra - España, teletransporte. ¡Qué bien!

El día era soleado y el tráfico muy escaso, el riesgo, en ese momento, prácticamente nulo. Uno se puede permitir el chiste y la risa; pero de noche, con lluvia y tráfico ya no tiene cabida el humor, puede ser demasiado emocionante.
El susodicho puente
Hay un artículo en la Ley de Tráfico que otorga a los ayuntamientos libertad plena para ordenar la circulación de vehículos dentro de sus términos municipales como mejor convenga, y es lógico; pero sin contravenir dicha Ley, también es lógico. Escribo de memoria y, francamente, en este momento, no sé si ese artículo habrá sido modificado o derogado porque en este país las leyes cambian más que una veleta en un día de galerna, desgraciadamente, sin necesidad y sin causa la mayor parte de las veces. Así pues, tengo serias dudas de que en el lugar del que hablo, la ordenación del tráfico se ajuste a derecho, y más aún, de que no pueda hacerse de otro modo para que no genere duda, incertidumbre, angustia, zozobra... ¡Y peligro! Cosas que, seguro, provocará el paso por ese lugar a cualquier conductor que no lo conozca como la palma de su mano.
Pocos días después de pasar por primera vez por el lugar descrito, lo hice acompañado por mi hijo Jonathan. Conducía yo, no le advertí de que íbamos a ser “teletransportados”, no es tan buen conductor como persona, mas conduce muy bien. En cuanto vio que enfilaba el morro del coche al sentido contrario, sin perder el control, se sobresaltó y me avisó de inmediato, “eh, eh, que vas mal, vas al revés”; le tranquilicé de inmediato, le dije que mirase bien y todo se aclaró, pero durante unos segundos, seguro que creyó -preocupado- que yo debería pensar seriamente en dejar de conducir. 
Llevo más de tres millones de kilómetros a mis espaldas, en todo tipo de circunstancias y con todo tipo de vehículos -incluida la bici-, es difícil, muy difícil que pueda perder el control de mí mismo y del vehículo que maneje -mas no imposible, claro-, pero una persona que está empezando a conducir, o que conduce muy poco, en una situación como la descrita, ¿qué hará?

Otra vista del puente
El lugar del que hablo tiene muy poco tráfico, normalmente; la velocidad de paso es baja, el puente es corto, tiene un pequeño cambio de rasante y las curvas de entrada y salida son a 90º, pero durante los dieciséis días que estuvo abierta la Feria de Muestras este mes de agosto, el tráfico de personas y vehículos fue muy intenso. Durante esos días, pasé por allí en todos ellos, algunos, hasta dos veces, sorprendentemente, sólo en tres ocasiones vi circular a un coche por el carril que no debía -en los tres casos, los conductores eran hombres mayores con coches viejos y en aparente buen estado-, afortunadamente, en ningún caso pasó nada, sólo molestias, la policía municipal estaba próxima y a la vista, siempre, pero nunca les vi llevar a cabo ninguna actuación concreta, ni a priori ni a posteriori, para reforzar la seguridad del extraño tramo inglés.
De acuerdo, España es diferente. Demasiado. Y, dentro de España, parece que nos hace muy felices distinguirnos al máximo hasta del vecino más próximo. En el norte, es conocido un... no sé si notable, pero, desde luego, sí significativo gusto por las costumbres y la cultura británicas, lo he percibido siempre en Gijón, Bilbao y Santander; y lo comparto, mas tampoco hay que exagerar.
Esteban

4 comentarios:

  1. Pues es verdad no me había dado cuenta, realmente curioso, mostraré el video en mi blog GijonDenuncia com

    Saludos

    asturiasverde

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  2. Para asturiasverde:

    Muchas gracias por su comentario. No conocía su blog, lo visitaré enseguida.

    Saludos. Esteban

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  3. Hay otra zona en Gijón donde se conduce por la izquierda: al final de la calle General Suárez Valdés, al girar hacia la calle Manuel Junquera, para entrar en la calle Zorilla.

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    1. Muchas gracias por el comentario y la información. No conozco el lugar, pasaré en cuanto pueda.
      Un saludo.

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