miércoles, 29 de febrero de 2012

ELLAS O NOSOTROS, ¿QUIÉNES CONDUCEN MEJOR? ➋

A N T E S
Constatado que en España las mujeres comenzaron a conducir... con normalidad a finales del siglo XX, resulta muy curioso que algo más de un siglo atrás fuese precisamente una mujer la primera persona en realizar un viaje en automóvil: Bertha Benz. Lo hizo un día de agosto de 1888 acompañada de sus dos hijos y a espaldas de su esposo, Karl Benz, inventor y constructor de la máquina con la que ella decidió realizar el primer viaje en automóvil de la historia. Viaje largo para la época, la velocidad que podía desarrollar aquel vehículo y el estado del camino a transitar; además, fue generador de un inestimable impulso tanto publicitario como económico para la empresa de su marido que, al menos en buena parte, también financiaba ella.

Bertha Benz
Foto tomada del sitio: www.autobild.es
Tal como pongo, a modo de subtítulo en esta entrada, hay un antes, durante y después del paso por la autoescuela para toda persona que obtiene un permiso de conducir. Pero debo aclarar primero que, generalmente y salvo que especifique, cuando hablo de permiso de conducir me refiero al que autoriza a conducir turismos. Del mismo modo, cuando hago referencia al paso por la autoescuela como si se tratase de un imperativo legal, también estoy haciendo una generalización porque de hecho es así en más del 90 % de los casos, pero no es obligatorio. En España, no estoy seguro si siempre, aunque creo que sí, pero desde luego, desde que comencé a trabajar en este oficio en 1977 y hasta ahora es posible lograr el permiso de conducir por libre sin necesidad de pasar por una autoescuela, se pueden hacer de este modo los dos exámenes: teórico y práctico. Siempre me resultó asombrosamente paradójico y curioso que existiendo esta posibilidad casi nadie la utilice, a pesar de ser tantas las personas que abominan de las autoescuelas, pero eso es otra historia.

Karl Benz
Foto tomada del sitio:
www.theautomotiveindia.com
Antes de llegar a la autoescuela, las mujeres, generalmente, ni se sienten ni se piensan conductoras. Tampoco suelen mostrar interés por coches ni por el fenómeno del tráfico, de niñas no suelen pedir como regalo de Navidad, Reyes o cumpleaños un Scalextric o un coche de radio control, por ejemplo, al menos yo no he conocido ningún caso. Si en su infancia, adolescencia y primeros años de juventud tienen y utilizan bicicleta -lo cual es bastante común-, generalmente, hacen un uso bastante más limitado de este vehículo en tiempo, distancias a recorrer y kilometraje que sus homólogos masculinos. He conocido muchas mujeres, de todas las edades, que al preguntarles qué coche tienen en casa, solo han sabido decirme la marca y el color, esto también me ha pasado con algunos hombres, desde luego, pero en un porcentaje muy pequeño aunque, curiosa y claramente al alza en los últimos años. 

Creo que este vivir de espaldas al mundo del automóvil obedece a hábitos educacionales, sociales y culturales. Por supuesto, nada tiene de reprochable, si una mujer elige mantener las limitaciones que le imponen estos tres factores, mas indudablemente serán un handicap para cuando decida empezar a conducir. Ah, y claro que tengo algo que objetar, pero no a las chicas, sino a sus padres. Verán, no he tenido hijas, pero sí una hermana cinco años menor que yo. Respecto a mí, y desde que tengo memoria, nunca albergué la más mínima duda de que conduciría coches y pilotaría aviones; es más, siempre me he sentido perfectamente capaz (este “sentirse capaz” es muy importante para cualquier cosa que se emprenda, por muy torpe que uno se vea, sea, o sienta) de 

Bertha Benz conduciendo.
Foto tomada del sitio:
www.dtlux.com
manejar cualquier cosa que pueda moverse por tierra, mar o aire, e incluso por el espacio; así que mi hermana soportó toda la vida que pasamos juntos viéndome jugar y oyéndome hablar de coches y aviones, sintiéndose abandonada de pronto cuando íbamos andando por la calle y yo me paraba de repente a ver un coche que me gustaba (todavía lo hago) y daba por hecho que cuando ella se acercase a los 18 años se plantearía seriamente aprender a conducir, pero no, llegado el momento no mostró el más mínimo interés en conducir y el mundo del automóvil no le atraía en absoluto, así pues, intenté convencerla. Vas a ir en coche de todas formas (le decía), seguro, con distintas personas que apenas conoces, ¿por qué dejar tu integridad física y tu vida en manos de ellas cuando tú puedes conducir bien y alejar al máximo la posibilidad de sufrir un accidente? Este argumento se lo repetí por activa y por pasiva yo qué sé cuántas veces, además soy muy pesado, pero en vano. Aprendió a conducir, pero unos cuantos años más tarde y llevando ya varios viviendo en Inglaterra; pude comprobar, viajando de pasajero con ella y con mucha alegría, que lo hacía muy bien. Un beso, Carmen. ¿Un beso? No, todos.

El primer automóvil
Foto tomada del sitio: www.dtlux.com
Seguro que algunos padres han hecho razonamientos similares al mencionado a sus hijos, independientemente del éxito obtenido. Pero me consta que la mayoría no, parece que no se dan cuenta de que antes de cumplir los dieciocho años de edad sus hijos van a ir de pasajeros en coche, por primera vez, conducidos por personas que no son ni su madre ni su padre. Esta es mi objeción a la pasiva actitud de muchos padres. Creo que es mucho mejor que los jóvenes (ellas también y quizá con más razón) aprendan a conducir cuanto antes y que lo hagan bien, evitando que su salud y sus vidas dependan de las decisiones de otras personas.

Ruta del primer viaje en automóvil
Foto tomada del sitio: www.autoevolution.com
Resumiendo, antes de llegar a la autoescuela, son más y en mayor medida las mujeres que han vivido despreocupadas del automóvil y su mundo. Pero esta tendencia manifiesta un cambio, lento, pero constante desde, aproximadamente, los dos últimos años del pasado siglo hasta ahora y en sus dos vertientes: aumenta el número de mujeres interesadas en los coches y disminuye el de hombres.

Esteban

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