Vuelven como todos los años los balances, estadísticas, alarmas, opiniones... Me cansan. Llevo muchos años leyendo, escuchando, viendo y atendiendo casi todo cuanto se dice sobre los accidentes de tráfico y ya me resulta agotador ver cómo se repiten los mismos esquemas una y otra vez; aún así, sigo vigilando, haciendo más esfuerzo pero sin perder la esperanza de encontrar algún dato nuevo, alguna opinión diferente. Por ello, normalmente, no me gusta... entrar al trapo, como suele decirse, y hacer una supuesta valoración en base a estadísticas que, dicho sea de paso, no son santo de mi devoción porque tengo fundadas razones para dudar de cómo se hacen las mismas. He visto unos cuantos atestados en los que explican un accidente de tráfico con menos renglones de los que ocupa este párrafo que ya acabo.
Foto tomada del sitio: turismosalud.wordpress.com |
He leído la nota de prensa que la Dirección General de Tráfico (DGT) publica en su Web y en la que expone el balance provisional de accidentes durante esta recién pasada Semana Santa. Antes de continuar, deseo aclarar -por muy obvio que resulte- que desde un punto de vista puramente humano considero que una sola víctima mortal -por la razón, o sin razón, que sea- siempre es protagonista de una desgraciada tragedia que genera una onda de profundo dolor en cuantos la amaban y estimaban. Normalmente, en menor medida, sucede lo mismo con respecto a los heridos, especialmente, cuando sufren lesiones graves que les provocan secuelas irreversibles de por vida. Dije que es obvio y aún así me explico, porque creo que no todo el mundo ni siempre es consciente de esto: todos, en algún momento de nuestra vida conoceremos dolor y muerte, próxima y propia. Así pues, sentirnos solidarios con quienes sufren debería ser algo perfectamente natural.
Foto tomada del sitio: elpacienteytu.blogspot.com.es |
Como no podía ser de otro modo, la DGT presenta sus datos y el breve y provisional análisis de los mismos desde una perspectiva política. Vistos desde esta faceta se puede afirmar que no están mal, ya que comparando con el año pasado el incremento en términos absolutos de las víctimas es pequeño y en términos relativos mayor, pero creo que no puede considerarse significativo porque es muy probable que quede diluido en un cómputo de varios meses o anual. También es cierto que los fenómenos meteorológicos adversos influyen negativamente en el tráfico y esta Semana Santa hizo mal tiempo en prácticamente toda España todos los días llegando a cubrir la nieve buena parte del territorio.
Subiendo a Artxanda desde Galdakao (Vizcaya), febrero 2012 |
De la citada nota de prensa, los datos que más me han llamado la atención son los siguientes:
- Salidas de la vía, 49 % de los fallecidos.
- Colisiones frontales, 22 % de los fallecidos.
- El 78 % de los fallecidos en carretera convencional.
- En autopista y autovía 4 % y 16 % de los fallecidos respectivamente.
- Al menos, un 10 % de los fallecidos no utilizaba el cinturón de seguridad.
- Fallecidos por grupos de edad, de 65 y más años 20 %; de 45 a 54 años, 18 %; de 15 a 24 años, 16 % y hasta 14 años, 4%
Creo que hace más de una década que las salidas de la vía se producen en un porcentaje muy elevado de accidentes, es casi una constante. Algunas colisiones frontales, probablemente, sean salidas en las que se invade carril contrario y se choca con alguien que lo estaba utilizando, pero la mayoría de las mismas seguramente se producirán por adelantamientos indebidos. En cuanto el camino deja de ser muy fácil y aumenta notablemente el número de vehículos se disparan los accidentes, ¡78 % de las víctimas mortales en carreteras convencionales! Parece evidente que, en general, se conduce muy mal. Cinturón de seguridad, ¿pero cómo es posible que todavía haya alguien (y no son pocos) que se resista a utilizarlo? El último dato no me sorprende, hace tiempo que vengo leyendo en repetidas ocasiones -además salta bastante a la vista- que la población española es una de las más envejecidas del mundo; también observo, que muy pocos jóvenes hacen viajes largos en automóvil.
El dato que más me sorprende, sin embargo, es el de la notable diferencia porcentual entre los fallecidos en autopista (4%) y autovía (16%), siendo en realidad dos tipos de carreteras muy semejantes sólo diferenciadas por sutiles matices más teóricos que prácticos. Pensando un poco, se me ocurre que, al menos que yo sepa, en España aún no hay autovías de peaje (ay, no quiero dar ideas), pero sí bastantes autopistas con él; quizá por ello son menos utilizadas. Además, generalmente, las autopistas de peaje son las carreteras que en mejor estado se encuentran en este país luego, si en ellas hay menos accidentes y están mejor conservadas, ya tenemos dos buenas razones para no dudar en utilizarlas cuando hagamos un viaje largo, especialmente, si lo hacemos pocas veces. Conste que no tengo comisión con ninguna concesionaria de autopistas. También tengo oído que muchos kilómetros de autovías están en un estado de conservación lamentable, hace pocos años (en este siglo) yo mismo lo he sufrido en la A-1 (Burgos - Madrid) y en la A - 4, desde Ocaña hasta Despeñaperros era escandaloso, sé que este último lugar ahora está muy mejorado (lo de antes era para escribir un libro) y con trazado nuevo pero aún no he pasado por él.
Foto tomada del sitio: www.teinteresa.es |
Durante estos días festivos los medios de comunicación han ido dando cuenta de los accidentes que se iban produciendo. Inculcando el miedo cual rayo que no cesa (como decía Miguel Hernández), especialmente la televisión, uno está comiendo o cenando tranquilamente en tanto dan las noticias y ahí está: “El trágico accidente que ven en sus pantallas se ha saldado...” Pienso que las noticias se dan con ánimo de intimidar, sólo cuentan lo malo para tenernos inertes sumidos en el pánico, para que tengamos miedo, no sólo a conducir, sino a todo: a la prima de riesgo, a la Unión Europea, a salir a la calle, a Alemania, a Francia, al “dios mercado”, a los extranjeros, al frío, al calor... ¡A vivir! ¡Ay mísero de mí!
Vivo sin televisión desde mediados de los ochenta, no obstante la veo algo en casa de mi madre, pero cada vez que lo hago, más me reafirmo en lo bien que se está sin ella. Lo recomiendo vivamente porque creo que la televisión está siendo utilizada por la clase dirigente como el medio más eficaz, hasta ahora, para diluir la capacidad de análisis y de crítica, de pensar, de la mayor parte de la población.
Albert Einstein ¿Qué puedo decir? Si hasta escribir su nombre huelga. Le admiro y me impresiona profundamente este hombre. Foto tomada del sitio: www.todohumor.com |
Pero lo peor viene después de mostrar las terribles imágenes, cuando de un modo más o menos encubierto, se pide al Gobierno que tome o cambie alguna medida. Esta parte es la que más miedo me da, porque generalmente, en lo que llevamos de siglo (antes no tanto), cada vez que el Gobierno modifica la ley de Tráfico o alguno de sus Reglamentos, en el mejor de los casos y dicho muy suavemente, sólo sirve para añadir confusión. Este país es el paraíso del: “lo que no está prohibido es obligatorio”. También sucede que estas peticiones para que el legislador actúe, incluyen un subliminal y perverso mensaje, una llamada al fatalismo, a la pasividad, al “no es mi culpa”, “es que deberían...” Siempre pensando en los demás, claro; la culpa siempre es de los otros. En estos días, pude ver en la televisión cómo hay quien afirma que el año pasado el límite estaba en 110 km/h y eso hizo disminuir mucho los accidentes, cuando es evidente que un aumento o disminución del límite de velocidad en 10 km/h, per se, es imposible que pueda influir en que se produzca o disminuya en uno solo el número de accidentes. También es imposible lograr una tasa de accidentes igual a cero; quienes son profesionalmente responsables del manejo de barcos, aviones, trenes, autobuses... algunas veces también sufren accidentes. Albert Einstein dijo: “Sólo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana... y no estoy seguro de lo primero.”
Esteban
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