lunes, 23 de abril de 2012

SANT JORDI


Me gusta mucho esta fiesta que se celebra en Cataluña y que aúna la leyenda de San Jorge y el dragón con la celebración del día del libro. Además la viví una vez allí, en Figueres, en 1988, por pura casualidad. Creo que esta celebración debería extenderse al resto de España y del mundo. Una rosa y un libro, dándose ambos regalos unos a otros. Hermosa, alegre y pacífica costumbre. Una misma moneda con dos caras distintas y buenas: en una lo bello, la fuerza puesta en la razón en la otra. Y no como tantas veces, como casi siempre, la cruz y la espada: fe ciega y fuerza bruta para quien se atreva a pensar. No solo es posible cambiar esto último, ¡es imprescindible!


Siempre disfruté con la poesía y la primera que vino a mi mente cuando tuve la idea de hacer esta entrada fue una de Miguel Hernández, poeta y hombre al que también admiro profundamente por cómo me emocionó de súbito en cuanto leí unos pocos de sus versos. Ojalá pudiéramos convertir este poema en el más largo del mundo, sólo habría que ir añadiendo gentilicios y, al tiempo, ir dándonos cuenta de que las diferencias -en realidad tan pocas- son eslabones que unen sólidamente tanto como todos tenemos en común. Con ustedes: Vientos del pueblo me llevan.

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.



Miguel Hernández

2 comentarios:

  1. Esta es una costumbre de Aragón donde se sigue celebrando.

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    1. Agradezco tu información, tu atención y tu comentario.
      Este año me enteré por un amigo que en Aragón se celebra esta fiesta de un modo similar a como acostumbran en Cataluña, y eso que he estado muchas veces en tierras y cielos maños y guardo imborrables y preciosos recuerdos de ambos, también cuento con buenos amigos por esos lares que, curiosamente, nunca me hablaron de esa buena y recomendable costumbre. Pero no es excusa, debí darme cuenta, desde luego.
      En Santurce también se celebra San Jorge, pero no se aprovecha a regalar libros y flores u hortalizas, una pena.
      En los comentarios de esta entrada (http://conducirsinmiedo.blogspot.com.es/2014/04/sant-jordi-2014.html) puedes ver lo que comentaba al principio.
      Mucha gracias.
      Un saludo.

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