Es una tarde soleada y suavemente cálida de un plácido domingo, recién comenzado el mes de agosto. Estamos en Gijón y en 1989. Por una acera, más bien estrecha y poco transitada, de una calle en ligera pendiente descendente camina de paseo un matrimonio de unos cuarenta años de edad; delante va su hija de cinco años en su pequeña bicicleta. Los niños suelen acelerar tanto como pueden en estos casos, al tiempo que miran frecuentemente atrás comprobando con satisfacción lo rápidamente que se separan de sus padres; quizá cuando intuyen que tanta independencia puede dejarles desvalidos, se paran, los esperan, y vuelta a empezar.
El movimiento es consustancial a la vida, sin velocidad todo está quieto. Muerto. Desde muy niños nos gusta movernos y disfrutar de la velocidad. Fuente: www.bikegracia.com |
La secuencia parece idílica, sencilla, feliz... forma parte de las grandes pequeñas cosas de la vida, que al final son siempre las mejores, dejan una borrosa huella que va ganando una hermosa y apreciada nitidez con el tiempo y, como las mejores cosas de la vida, es gratis, o casi, o así lo parece, normalmente.
No sé qué velocidad llevaría la niña en una de esas puntas que hacía explorando los límites de un imaginario pero sentido cordón umbilical, estimo que unos 8 km/h, más o menos, pero así llegó hasta la esquina mientras que por el otro lado de la manzana se acercaba andando una señora, ya mayor, anciana en realidad. Sus trayectorias iban a coincidir pero no podían saberlo ni verse, hasta unas pequeñas fracciones de segundo antes. La mujer cayó al suelo, la niña también, pero se levantó enseguida sin daño alguno, la señora no. Los padres corrieron en su ayuda, y un coche de la Policía Nacional que en ese momento pasaba por la calzada, en ese mismo punto, se detuvo. Los policías auxiliaron a la mujer y la llevaron al hospital. Allí compartió habitación con mi madre, convaleciente de una rotura de rodilla por haber sido arrollada por un perro a la carrera, y entonces no era ninguna anciana y se movía ágil y bien, perfectamente.
No fue en esta esquina, pero podía haberlo sido. |
Han pasado unos cuantos años y no deja de sorprenderme que los causantes de ambos accidentes fuesen perfectamente inocentes, y sus dos víctimas coincidieron solas y juntas en la misma habitación de un hospital. El accidente de mi madre no viene al caso ahora, pero como la visitaba todos los días y su compañera (María) tenía pocas y cortas visitas, pude conocer bastante bien su historia.
María (nombre ficticio) tenía 80 años; cuidado con este dato, se tiende a pensar que con ciertas edades... Hombre, claro, se cae al suelo y le pasa de todo. Porque se prejuzga que su estado de salud es muy precario, y muchas veces esto es completamente falso, sobre todo en mujeres; hay personas que pasan de los 90 años con un estado de salud y una capacidad funcional envidiables, conozco unos cuantos casos. Así pues, insisto, cuidado con la distorsionada percepción de la realidad que nos da el comparar nuestras edades con otras, nos engaña mucho. En todo caso, es incuestionable que todos tenemos derecho a que nuestra integridad física se preserve al máximo así tengamos mil años. Bien, pues a pesar de su edad, María, que era una mujer soltera, sin hijos, perfectamente capaz, sana, independiente; que vivía sola en una casa de aldea a las afueras de Gijón y que cuidaba de su huerta, gallinas, gatos y un perro. En lo que yo la conocí, me pareció una mujer fuerte, valiente, resuelta, con inteligencia despierta y mente viva y, lo que es más importante: buena, en el mejor sentido de la palabra, como diría mi querido Machado, don Antonio.
A pesar de lo fácil que es circular por esta calzada en bicicleta, casi siempre está así de vacía; y la foto está tomada en lunes a las 13:00 h, no es raro ver ciclistas por esta acera. |
María llegó al hospital con casi todo su cuerpo dolorido, unos cuantos huesos rotos: una cadera, un par de costillas, fracturas múltiples en su muñeca derecha, un codo... Soportó dos intervenciones quirúrgicas, salió con bien; pero ya no pudo vivir independiente y sola. Su “calidad de vida”, como se dice ahora, se redujo a niveles muy bajos. De súbito, una agradable y cálida tarde de un domingo de verano.
La niña que la atropelló, circulando en bici y por la acera, por supuesto, era inocente y carecía de responsabilidad civil y penal, naturalmente, pero sus padres no. Y cuando se causa un daño se debe reparar, e indemnizar si procede, con nuestros bienes presentes y futuros. A María la llevó la policía al hospital, antes identificaron a los padres de la niña, lógicamente, el hospital, la policía, o ambos, notificaron lo sucedido al juzgado. Con los padres de la niña coincidí las dos únicas veces que la fueron a ver al hospital; la primera, me pareció que tuvieron un comportamiento correcto, amable y sincero con María; la segunda no; pretendían que quitase la denuncia -pero si me trajo la policía delante de vosotros, yo no hice nada, estoy aquí, no sé nada de eso-, pero este argumento no les sirvió, e insistían. Al final, no me pude aguantar, con buenos modales y pidiéndoles permiso, me metí en la conversación, les expliqué a los padres de la niña que, hasta donde yo sabía, María no podía hacer nada, la denuncia fue formulada de oficio, que no había ninguna responsabilidad penal, pero la civil era ineludible y con dos policías por testigos. Me dijeron que les habían dicho que tendrían que pagar millones y que no tenían dinero, sólo el piso en el que vivían, que igual hasta se lo embargaban... Pues puede ser, respondí, pero lo que está claro es que esta señora está mal y ahora lo único que importa es que se recupere lo más y mejor posible. Los padres de la niña, se fueron acalorando y no entraban en razones, así que les pedí que se fuesen de la habitación, estaban molestando a dos personas literalmente traumatizadas, les abrí la puerta y les “invité” a irse de forma muy explícita, se fueron, la madre había mejorado su actitud, pero la del padre era miserable.
Este ciclista se detuvo en un semáforo en rojo. Después, aprovechó para mirar el móvil. Pude verlo con detalle. Para que luego digamos... |
Tiempo después, supe que el piso de los padres de la niña llegó a estar en proceso de embargo (no sé si se llegó a ejecutar), pero María acabó sus días en este mundo sin cobrar su indemnización. No puedo saberlo, desde luego, pero tengo la sensación, de que aquella buena mujer -pongamos que de nombre María- sufrió una larga agonía -física y psicológica- que comenzó aquel inocente domingo de agosto.
Lamento que esta historia no tenga un final feliz, pero puede servir para tomar conciencia, para darnos cuenta, para abrir los ojos, para extremar el cuidado, para pensar qué daños podemos hacer, de qué daños podemos ser responsables. Es cierto que ocurren cosas totalmente fortuitas ante las que ninguna previsión parece razonablemente posible, pero si utilizamos al máximo nuestra capacidad para pensar, nuestra imaginación, nuestra inteligencia, nuestra capacidad para ponernos en el lugar del otro; las reduciremos mucho y al mínimo. Seguro, sin ninguna duda. Y con ello, esa conocida expresión de: quién iba a pensar que... Pues eso, pensemos.
Las consecuencias de unas circunstancias, hacen que los problemas, marquen a las familias.
ResponderEliminarMuy buena entrada.
un abrazo
fus
Así es. Muchas gracias, fus. ¡Y feliz verano en tan cara compañía!
EliminarUn abrazo.
Muy interesante reflexión. Y voy a romper una lanza en favor de nuestra sociedad actual, pues realmente ha sido muy consciente de la responsabilidad de acabar con muchos accidentes que antes se consideraban 'fortuitos'.
ResponderEliminarEn cualquier casa hay muchos más sistemas de seguridad que hace 30 años: enchufes, balcones, cocinas, baños,... Los parques son mucho más seguros, y estoy convencida de que la escena de un niño corriendo en bici por una acera a toda velocidad pertenece al pasado, ya que la mayoría de padres son conscientes de estos problemas y los evitan.
En los años 80 según que cosas eran 'cosas de niños' y quizás no nos acordamos pero que un niño (con las niñas era diferente) hiciera ciertas 'animaladas' (por decirlo de alguna manera) era señal de que era realmente un 'macho', cosa que hoy, por fortuna, estamos erradicando.
Tú mismo lo debes ver en la conducción: ¿cuántos jóvenes hoy han roto un coche o han conducido borrachos?? Creo que muchos menos que en los 80. Hoy en día, esto es socialmente inaceptable.
Saludos y gracias por esta reflexión!
Elisa.
(1)
EliminarEs cierto que nuestra sociedad, en general, ha evolucionado muy positivamente; es raro ver a niños corriendo en bici por las aceras, no tanto a adolescentes y jóvenes, pero con todo, los peores suelen ser adultos que andan lentos, torpes y distraídos, manteniendo a duras penas el equilibrio y sin saber utilizar los frenos.
Entre los niños, creo que hay dos grandes grupos: los que tienen padres que se preocupan por educarles; y los que delegan esta responsabilidad en la escuela, y estos últimos parecen mayoría, los niños de este grupo crecen sin saber lo que significa la palabra “no”; son los que incordian y molestan constantemente en playas, piscinas, terrazas... si te coinciden cerca, y mejor ni se te ocurra decirles nada a sus padres porque igual te linchan.
Los niños de ese segundo grupo, cuando llegan a adolescentes y jóvenes, son un peligro potencial nada desdeñable, y cuando se tropiezan con una negativa, su respuesta, muchas veces, es utilizar la violencia y de un modo tan desproporcionado como exhibicionista, cobarde y estúpido. Pero eso sí, son muy conscientes de que son menores, y por lo tanto, prácticamente irresponsables.
Esas “animaladas”, de los 80 y 70, en general, eran un juego de niños comparado con lo que hacen ahora. De todas formas, me temo, que los ritos iniciáticos seguirán existiendo por mucho tiempo; biología y genética son muy poderosas. También te puedo asegurar que las novatadas y bromas que se gastan ahora en universidades, institutos, despedidas de soltero/a son mucho más crueles, violentas y humillantes que las que se hacían en la mili en los 70, y mi experiencia coincide con la de todos mis amigos que por aquellos años pasamos por el ejército.
También discrepo en lo que dices sobre el machismo, Elisa, creo que ahora la sociedad es bastante más machista que la de hace 30 años, en todos los sentidos. y es algo que me apena profundamente, sobre todo, cuando hablas (y escuchas) a chicas que se expresan y actúan teniéndolo por muy asumido, adoptando una actitud sumisa; para mí y por más que se diga lo contrario, totalmente desconocida en las chicas con las que traté siendo joven, afortunadamente.
(y 2)
EliminarAhora bien, en la mayoría de esos chavales que con 18 ó 20 años te llegan a la autoescuela sin haber conocido la palabra “no”; sin salir de la autoescuela, llegaba un punto en el que, la inmensa mayoría, se daban cuenta de la trampa sobreprotectora que les habían tendido. Se daban cuenta, Elisa, luego eran recuperables. Tanto trabajando por cuenta ajena o propia, nunca me limité solamente a dar los 60’ de clase de coche y hasta otro día. Hablaba con mis alumnos, les escuchaba, y me escuchaban, no era fácil, pero convivir unas dos decenas de horas -por lo menos- en un metro cuadrado sometidos a estrés permanente da para mucho, y compartir una cerveza en un bar terminada la jornada, también, y charlar en la autoescuela, vacía y solos a última hora, también. He visto a la mayoría de estos chicos y chicas, en algunos momentos con la mirada perdida, tristes; pero lúcidos y dándose cuenta. Es una lástima que la sociedad no disponga de métodos ni medios para recuperarles, sólo los hay (aparentemente), cuando ya ha ocurrido alguna desgracia. Normalmente, demasiado tarde.
Contesto tu pregunta. En términos absolutos, creo que los jóvenes rompen menos coches ahora que antes, sí; en términos relativos no estoy tan seguro. ¿Que conducen muchos menos jóvenes borrachos ahora que antes? Creo que sí, tanto relativa como absolutamente. Pero en general, prefiero a los jóvenes conductores de los 80 y 70, a la mayoría les gustaba conducir, tenían menos miedo, eran más conscientes, entendían mejor el tráfico y la máquina, se comunicaban mejor, eran más críticos... Muchos de los jóvenes actuales son víctimas de esa “santísima trinidad”: No bebas, no te drogues; pon el cinturón o el casco y respeta los límites de velocidad. Así nada malo te pasará. ¡Y es falso, es mentira! Otra trampa, otro espejismo. De ese modo, cometerán otros errores que les pueden llevar a la tragedia, inconsciente e inocentemente, pero a la tragedia.
La trilogía imperante de buenas carreteras, buenos coches y respeto ciego a las normas, es un campo de minas a donde la sociedad envía a nuestros jóvenes engañados y sin preparar. Y luego hay que oír a padres (no todos) y autoridades (todas) que les preocupa mucho su formación y su futuro. ¡Pues menos mal!
Moltes gràcies, saludos!!
Ui! Cuántos temas tocas, y qué difícil sacar conclusiones, pues quizás dependen mucho del entorno social, cultural, geográfico,... de cómo te educó tu familia o de dónde te tocó hacer la mili.
EliminarSobre el machismo, pues diré que, objetivamente, hay más oportunidades para las chicas hoy en día. Otra cosa es el 'machismo mental' que como bien dices ellas mismas arrastran. Cierto, siempre será más cómodo para una chica seguir siendo 'machista' que no tormar las riendas de su propia vida. Pero hoy en día hay más posibilidades de tomar estas riendas si realmente es lo que quieres.
Saludos!
Usted perdone (¿”Cuántos temas...”?), los que tenía enunciados en su comentario. Si no me equivoco...
Eliminar(Es broma, claro, no me pude aguantar)
Desde luego, todos los factores que mencionas tienen su influencia, y los que caben en los puntos suspensivos también; pero tenemos cabeza, eh. No somos máquinas, a Dios gracias. Sentimos, pensamos, vemos... existe una percepción natural del bien y del mal. Uno puede estar “perdido” en determinadas circunstancias y tiempos, pero también puede leer perfectamente dónde indica el norte la brújula. Y, sí, es difícil extraer conclusiones, pero en mi caso, Elisa... uno ya tiene “una cierta edad” y, aunque me doy cuenta de que que no puedo saber ni aprender tanto como quisiera, que el tiempo de esta vida que conocemos es muy limitado, pero a pesar de todo, veo, siento, percibo, pienso, procuro tener los ojos abiertos y la mente expuesta a todos los vientos... pues he decidido intentar extraer la esencia de las cosas, dejar la puerta abierta a las excepciones y considerar lo absoluto como cosa de Dios. Y con estos tres pilares, me atrevo a extraer conclusiones. Espero no equivocarme demasiado o, al menos, tener tiempo para corregir.
Bien, pues con lo dicho, me parece que lo que dices de “hoy en día hay más posibilidades...”, es cierto en pura teoría; pero pienso que actualmente, la sociedad emite mensajes subliminales cada día con el fin de afianzar el machismo, que para mí, tiene su raíz en establecer relaciones de poder entre sociedades, grupos e individuos. El día que abandonemos este modus operandi de relacionarnos, la humanidad habrá dado un salto cualitativo enorme en su evolución. ¡Ojalá lo veamos y lo disfruten nuestros hijos y descendientes per saecula saeculorum!
A ver si me he equivocado y tenía que haber sido cura...
Saludos i bona nit!!!
Sobre el tema de si se conduce hoy mejor o peor, pues mi opinión (me atrevo a extraer conclusiones) es la siguiente: antes los coches y las carreteras eran peores, lo cual propiciaba tanto el aprendizaje como los accidentes. Por tanto, los 'supervivientes' aprendieron a conducir mejor. Pero los hubo que se quedaron en el camino. Mi generación ha dejado compañeros de clase, de juego, de excursiones, madres o hermanos de amigos... en el asfalto, a edades muy jóvenes. Hemos sabido lo que son las UVI, las familias rotas y los funerales de gente joven.
EliminarEl trinomio no alcohol-cinturón-normas no es garantía suficiente, pero es un primer paso, es mucho mejor que lo que fue 'la ruta del bacalao'. Otra cosa es que, con los medios actuales, la enseñanza continuada de la conducción, en circuitos cerrados, simuladores, tendría que jugar un papel muy importante en lugar de ser algo marginal. Sería un segundo paso muy interesante.
Saludos!
Se conduce peor, Elisa, y la tendencia va al alza; sin perspectivas de que disminuya ni a corto ni a medio plazo. A nuestras autoridades la seguridad vial les importa un rábano y la educación ídem, menos. No te aseguro cuándo, pero acabaré haciendo una entrada sobre este tema. Sin entrar ahora en coches ni carreteras, te adelanto algo: si observas (y me consta que lo haces y muy bien), puedes ver cada día que muchos conductores cometen “pequeños errores” potencialmente causantes de accidentes, sólo la ausencia de algún factor que los desencadene los evita, pero sólo es cuestión de tiempo que la conjunción necesaria se dé para que sucedan. Y la mayoría de esos conductores no se da cuenta, luego no corrigen, no toman medidas. Cada vez se conduce de forma más aislada, sin comunicarse; está lleno de conductores... como autistas, con el permiso y perdón de quienes sufren esa enfermedad. Entre mis colegas y examinadores veteranos, hay unanimidad en lo que te acabo de decir, también entre conductores expertos, y veteranos, sean profesionales o no. Y no es porque estemos anclados en el famoso “cualquier tiempo pasado fue mejor”, no; es que lo estamos viendo cada día desde hace unos veinte años acá.
EliminarHablas de tragedias de tu generación relacionadas con el tráfico, pero, desgraciadamente, es algo común en todas las generaciones. Desde que existe el automóvil. En realidad, moverse, en lo que sea y como sea, siempre ha dado y dará lugar a accidentes. A un árbol se le podrá asesinar, pero él no se puede matar porque se mueva. Por otra parte, el ser humano es mortal, por definición; al menos en la dimensión, mundo y realidad que conocemos. Y creo que sabes que ni soy ni quiero ser fatalista, pero los hechos son los que son. Sobre esto, fíjate, yo pienso, que si fuésemos más conscientes de nuestro “ser mortal”, seríamos más cuidadosos con nosotros mismos y los demás. Y, para mí, esta es una negativa e importante diferencia entre mi generación y la actual. Llevamos más de dos décadas en las que a los niños, adolescentes y jóvenes no se les enseña prácticamente nada, sobre la muerte.
Respecto a lo que dices sobre la enseñanza continuada, estoy totalmente de acuerdo. Es más, y te lo digo muy en serio, sobre este asunto, tú, me has abierto mucho los ojos. Porque yo hace mucho tiempo que estoy convencido de la necesidad de aprender a conducir de un modo continuado (aquí también tengo pendiente una entrada), pero antes del carnet; lo de después, lo veía más como un... os llegará por añadidura. Así que moltes gràcies, Elisa!
Saludos i bona nit!
Una vez vi en Internet (pero no sé dónde) un interesante servicio que me parece recordar ofrecía una universidad americana: se trataba de que filmaban cómo conducías y luego te 'revisaban' los errores. Vi un video en el que hacían la prueba con un periodista y luego le señalaban los puntos en los que, con más mala suerte, hubiera podido ocasionar un accidente: que si no miraste bien al entrar aquí o éste tuvo que frenar o el peatón tuvo que cederte el paso... Luego le comentaban que una de las cosas peores en conducción es que, como normalmente hay suerte y no pasa nada, uno va repitiendo el mismo error una y otra vez y consolidándolo.
EliminarLa enseñanza continuada es lo que nos falta, realmente, junto con desprendernos de este individualismo que tanto daño nos hace en todos los aspectos.
Saludos!
¡Claro! Cuando allí es de día aquí es de noche... algún satélite espía de la CIA me habrá robado la idea cuando dormía (hasta rima). ¡Demonios!
EliminarAhora en serio, me alegra mucho lo que me dices, hace años que tengo eso en mente. Lo retomaré, a ver si veo alguna forma de llevarlo a la práctica. Efectivamente, se consolida la cadena de errores y, un día, termina sucediendo el desenlace fatal. Y si uno sobrevive (lo cual celebro), continua cometiendo los mismos errores por pura inconsciencia. Le diré a mi sobrino que indague en Google USA, a ver si lo encuentra, es un lince buscando por Internet y yo no sé idiomas, y con la faena que tengo ya lo dejo para otra vida.
Moltes gràcies! ¡Saludos!
Pues yo no sé dónde lo vi, pero era muy interesante, porque el periodista en sí era 'normal' (no era un temerario, ni un lentorro, ni un novato, ni nada especial).
EliminarComo leí una vez en la página de Paco Costas (me gusta mucho oír a Paco Costas), hoy en día el coche perdona muchas cosas al conductor. Lo que antes hubiera sido un accidente o un buen susto, hoy puede pasar inadvertido. Y claro, si no te asustas, pues lo vuelves a hacer. Es bueno juntar lo mejor de antes y lo mejor de ahora. Los estándares de seguridad en carreteras y vehículos, junto con las técnicas de aprendizaje que ofrecen tanto circuitos como nuevas tecnologías serían una mezcla ideal.
Saludos!
No te preocupes, lo buscaré. Bueno, mi querido sobrino. Pero me ha hecho ilusión conocer esa noticia, te lo agradezco mucho.
EliminarPaco Costas también me gusta, pero lo veo de cuando en cuando (es que es imposible, no se llega a todo). Su padre fue pionero en divulgar seguridad vial en España en un medio de gran difusión, y, sorprendentemente, no ha tenido sucesor. Es increíble. Es curioso, que en su día, aquella "Segunda oportunidad", me parecía bastante mejorable, pero con la perspectiva del tiempo, he llegado a apreciarlo mucho más. En clase de teórica siempre contaba uno de sus episodios.
Los coches actuales son mucho mejores, sí, pero no tanto como creen la mayoría de los conductores. Depositan una fe ciega en ellos olvidando hasta las más elementales leyes de la física, y no se dan cuenta de que eso puede llevarles a ser un cadáver muy presentable en un coche muy bonito. Me viene ahora a la mente: ¿a cuántas personas tengo oído que con una bici de montaña se puede subir hasta por una pared sin esfuerzo? Y lo decían muy en serio, y eso referente a una bici, que está todo a la vista. Algunos hasta creerán que un coche lleva a la Virgen de Lourdes. En fin, paciencia.
¡Saludos, Elisa!
¿El padre? Yo me refiero al de 'La Segunda Oportunidad'. Tiene tanto criterio, fundamento y educación que es imposible no estar de acuerdo con él en el 99% de cosas que dice. ¡Saludos!
EliminarHablamos del mismo hombre, Elisa. Pero te he hecho dudar porque me equivoqué, no es el hijo, si no el nieto, Javier Costas, quien sigue la estela de su abuelo.
Eliminar¡Saludos!
OK!
EliminarEsteban leyendo tu interesante exposición, creo que efectivamente a pesar del resultado tan grave del incidente de la niña con la bici, es un accidente fortuito y sin maldad.
ResponderEliminarPero no deja de ser fruto de una negligencia, la de los padres al permitir que su hija circulara por la acera montada en bici, y a cierta velocidad, suficiente para arrollar a la anciana. Cierto que todo es un cúmulo de casualidades, la niña no puede esquivarla, y la anciana se lastimó mas de lo que parecía normal en esa inocente caída.
Pero el hecho es que así ocurrió la cosa, y que alguien es responsable de lo ocurrido, en este caso los padres. Sea por causalidad o por mala suerte, pero han de hacer frente a las consecuencias, muy graves para la anciana.
Y es una lección a tener en cuenta, un pequeño descuido, o negligencia, puede desencadenar auténticas tragedias, e importantes consecuencias, en este caso también económicas, que encima parecen ser las más dolorosas, al menos para la familia de la niña que causó todo.
Conclusión hay que ser responsables en todo momento, y pensar en el alcance que pueden tener actos tan inocentes como este de una niña paseando en bici por la acera, y otros tantos que son cotidianos, por ejemplo se me ocurre el de pasear a perros sueltos etc...
Una estupenda reflexión, Esteban, te felicito y agradezco que la compartas.
Besos madrileños.
Gracias, Asun. Pienso igual que tú, desde luego, maldad no hubo ninguna y creo que es un caso de mala fortuna, si no al 100 %, casi, casi ¿verdad? Porque, vale, a toro pasado podemos pensar que cómo los padres de la niña la dejaban ir por delante con la bici, porqué uno de ellos no echó una carrera hasta llegar a su altura antes de alcanzar la esquina... Pero, francamente, yo no me siento seguro de que a mí no me hubiese podido pasar algo así. Ahora, ha habido una víctima tan inocente como la niña y la responsabilidad civil está ahí.
EliminarNo me di cuenta de escribirlo en la entrada, pero si no me equivoco, algunos seguros de hogar cubren también estas responsabilidades. En todo caso, existen seguros para este tipo de accidentes, aunque lo mejor siempre es prevenir y evitarlos, por supuesto. Sin embargo, ¿Cuántas veces tomamos nota de un peligro después de saber que a alguien le pasó no sé qué...? Yo mismo, como conductor, tomo precauciones ante ciertos indicios porque antes he visto o sabido que dieron lugar a accidentes, pero no porque a mí se me pasara antes por la cabeza la posibilidad del mismo.
Lo que dices de los perros sueltos, pues mira, mi madre estaba en el hospital porque uno, corriendo, tropezó con su hocico en su rodilla, y se la rompió, eso que por aquel tiempo no era ninguna anciana, ni mucho menos. Y no es que el perro fuese a por ella ni atacase a nadie, ni era peligroso... Coincidieron sus trayectorias, sin más, pero el dueño del perro se hizo cargo del asunto, no puso ninguna pega y ni se llegó a juicio. ¿Llevarlos siempre atados? Pues, creo que debe ser así, pero también da cosa que el perro no se pueda expansionar un poco, claro que según por dónde y lo concurrido que esté. Otra cosa, es el de los denominados perros peligrosos, durante muchos años yo sólo los veía en alguna que otra película, pero por aquí no los tenía nadie; luego se pusieron de moda y se ven por todas partes; pero es algo que no entiendo, la verdad, me parece una forma extraordinaria de complicarse la vida. En fin, bueno, lo importante es aprender, tomar nota, observar, pensar...
Gracias de nuevo. Un abrazo.
Creo que el ciclista de la 4º foto soy yo
ResponderEliminarMe alegra mucho verte por aquí, Santiago. Pero:
Eliminar1º) Si quieres que quite la foto sólo tienes que decírmelo.
2º) Mira que lo pensé. ¡En serio! Pero cuando vi la foto. Como andaba atento, más que nada, a ver qué podía surgir de interés para aprovechar a hacer más fotos y miraba bastante por la pantalla del móvil pues, no te identifiqué. Tampoco volví a ver la foto hasta el día que publiqué la entrada, pero desde luego, me dije que o eras tú, o se te parecía muchísimo.
Bueno, el destino cruza nuestros caminos una vez más. Y me alegro.
Hasta pronto. Un abrazo.
Hola, Esteban.
ResponderEliminarHablando de bicis, ¿te he comentado alguna vez que a mí me pilló una bici en la puerta de una iglesia? Creo que no.
Pues eso es real y me dio un buen golpetazo. Codos y rodillas ensangrentados y dolor de huesos durante una semana. Tendría 7 u 8 años y aún lo recuerdo con pavor.
Un abrazo.
No, no lo sabía, Towanda. ¡Hola!
EliminarPues, vaya por Dios, qué rabia. ¿Recuerdas quién conducía la bici, niño, adulto...?, ¿se portó bien contigo, fue responsable? Veo que tienes aquel accidente muy vivo en el recuerdo, me pregunto si después de aquello has andado en bici; imagino que sí, pero...
Gracias por contarlo. Un abrazo.
Hola, Esteban.
EliminarLa bici la llevaba un chico joven; no puedo precisar la edad porque desde la perspectiva de los 7 años todos parecen mayores. Me tiró al suelo y se marchó, dejándome los codos y las rodillas masacrados...
Claro que monté en bici después y mucho. Me gustaba pedalear, jajajaja.
Un abrazo.
¡Buen día, Towanda!
EliminarAsí que se dio a la fuga, el muy... dejándote tirada, dolorida, asustadísima, sangrando, gritando... ¡Qué mal!
Bueno, me alegro que sólo sea un recuerdo y que no te haya creado manía a bicis ni a ciclistas. Pero te agradezco mucho que me lo hayas contado, y contestado.
Espero que disfrutes (disfrutéis) del verano; excepto cuando era niño, siempre me han parecido cortísimos.
Un abrazo.
Hola de nuevo, acordándome de estos desenlaces fortuitos, te voy a dar el enlace de un relato corto que he escrito para una página. Da la casualidad de que tiene algo que ver, pues se produce un pequeño caos a causa de una situación inocente.
ResponderEliminarTe dejo el enlace.
http://estanochetecuento.blogspot.com.es/2013/07/jul31-no-le-gustaba-mentir-y-preferia.html
La página es esta noche te cuento, y el relato el nº 31
Besos
Asun, desarrolla un guión, que se convierta en comedia en el cine; no hay buenas comedias y nos hacen falta, ¡es bueno! Vamos, por favor, ponte a trabajar, no duermas... Me ha encantado. He sentido la misma sensación que con algunas secuencias de las grandes comedias clásicas de Hollywood. Y hablando de la meca del cine, ¿conoces el libro "El guión" de Robert McKee? A mí me gustó mucho, creo que está muy bien para cualquiera que escriba.
Eliminar¡Gracias, un beso!
Ay gracias Esteban, sabía que te iba a gustar, ya ves.
EliminarNo es la primera vez que me comentan que algunos relatos parecen guiones de cine. Por lo pronto tomo nota de tu sugerencia, y procuraré hacerme con el libro que me recomiendas, junto con el tuyo, son dos lecturas que procuraré hacer estas vacaciones.
Un beso grande.
No se merecen, Asun. Me ha gustado de verdad, me has hecho "ver" lo que cuentas, me he reído. Gracias a ti por decírmelo, porque sabía que estaba Towanda en ese concurso y he leído en él varios de sus relatos (aunque no comenté en todos), pero no había visto ninguno de los tuyos, Asun. Estaré más atento.
EliminarDel relato que hablamos ahora, olvidé decirte una cosa: generalmente, todos nos mostramos como responsables, serios, decimos siempre la verdad... Sin embargo en este relato, creo que nos identificamos inmediata y espontáneamente con esa madre, que miente y pretende desaparecer de escena esperando que nadie la relacione jamás con el caos creado. Es un detalle muy significativo (a ver quién no ha vivido nunca una situación de esas de "tierra trágame") y hace que nos pongamos cara a cara con lo que menos nos gusta de nosotros mismos. Te felicito.
Buena noche. Un beso.
¡Hola Esteban!
ResponderEliminarVaya, el tema de hoy da para mucho, te cuento, hace unos quince días un amigo mío salió de su casa para dar un paseo tranquilo y, fue directo al hospital, nomas salir de la puerta de casa y caminando por la acera, lo atropella un chaval con su bici, de 17 años que le dio un buen trompazo del cual quedó inconsciente y magullado y un buen corte en la cara cerca del cuello donde le dieron unos cuantos puntos y tuvo que estar en observación cuarenta y ocho horas. Tiene sesenta y cinco años y se está recuperando despacio.
Yo también fui atropellada por un ciclista, cuando tenía 7 años y que ademas se escapo dejándome tirada en la cuneta inconsciente. Un buen señor que vivía en frente, me cogió en sus brazos y me llevó junto a mi madre que corrió conmigo en brazos al médico. Nunca lo olvido porque me dejó una huella.
Y cuando camino por la acera voy pendiente de las bicis porque aquí van con frecuencia por las aceras. Las autoridades deben mirar para otro lado...
Ha sido un inmenso placer leerte. Sigo mi descanso pero hago una escapa para dejarte un abrazo.
Se muy muy feliz. Te lo mereces buen hombre.
Muchas gracias por tu “escapada” y por ese piropo tan guapo que me regalas “buen hombre”; en esa lucha procuro estar siempre, porque muchas veces dan ganas de hacer lo contrario, pero al final no creo que merezca la pena, dormir con la conciencia tranquila no tiene precio y gracias a Dios duermo muy bien.
EliminarSiento mucho lo que le pasó a tu amigo, aunque sea lento espero que se recupere bien y sin que le deje secuelas. Y lo que tu sufriste con siete años... tuvo que ser serio para quedarte inconsciente, y no prestar ayuda a una niña... no tiene perdón. Esa huella espero que sea alguna cicatriz, pero que no te limite nada de nada.
Haces muy bien en tener cuidado con las bicis, son un peligro. Yo también estoy convencido de que las autoridades miran para otro lado respecto a este asunto, porque si no no se entiende. No me gusta nada tener que utilizar medidas represivas, pero a veces es la única posibilidad que queda: vigilar y multar sin contemplaciones. Pero es muy impopular, casi todo el mundo ve bien actuar con dureza contra conductores de coches, motos... incluso ciclomotores, pero los ciclistas parecen vacas sagradas.
Disfruta de tu descanso cuanto puedas, Marina, lo tienes muy sobradamente merecido. ¡Se feliz!
Un fuerte abrazo.