Ante una luz roja encendida en el cuadro de instrumentos de un coche, algunas personas actúan como si viesen a un OVNI con intención de abducirles y aplican la táctica defensiva, que dicen, utilizan las avestruces cuando están en peligro: ignorarla. De modo, que siguen conduciendo manteniendo su rumbo y velocidad o, si acaso, disminuyendo un poco ésta momentáneamente al tiempo que su cerebro despliega toda una batería de sin razones para confeccionar la armadura del autoengaño.
El cerebro tiende a hacer esto... Fuente: tao-sai.blogspot.com.es |
Será un fallo del chivato; ¡bah! no tendrá importancia; dentro de poco se apagará; bueno, llamaré al taller mañana a ver si me dan cita para uno de estos días; da igual, ya estoy cerca... En algunos casos el conductor comenta en voz alta que debería parar y sus pasajeros, asustados, le replican algo así como -¿parar?, ¿dónde?, si estamos en mitad de la nada, ¿estás loco?-.
...Y a seguir corriendo alegremente. Fuente: www.taringa.net |
Muchas veces, esta errónea decisión de evitar hacer caso a los avisos del coche de que algo va mal, supone que el propio vehículo “decida” detenerse de un modo más o menos súbito y en el lugar menos apropiado porque ya no puede más y se ha generado una avería, frecuentemente, muy costosa, no siempre amparada por la garantía (si es que aún se tiene) y, dependiendo de la edad del automóvil, hasta antieconómica. He visto en varias ocasiones con mis propios e incrédulos ojos, motores rotos -literalmente- sobre todo culatas y alguna vez hasta bloques, y el mecánico me contaba asombrado que el dueño del coche juraba que no había notado nada raro hasta que de repente se paró. Evidentemente, bastante antes de que se rompiese el motor, su conductor tuvo que ver encendidas todas las alarmas, y el ruido de los hierros al romperse tenía que haber sido bastante horroroso, pero, aún suponiendo que el conductor estuviese completamente sordo, las vibraciones que tuvo que sentir su cuerpo hubieron de ser muy alarmantes, necesariamente. Por increíble que parezca he conocido unos cuantos casos de estos, siempre hombres, en teoría, conductores veteranos y con coches de gama media-alta generalmente. Curioso.
Hubo que parar. Fuente: www.clubclio.com/public/foro |
Desde hace unos veinte años acá, por lo menos, normalmente, las averías más graves y caras que se pueden dar ocurren por hacer caso omiso a los avisos emitidos por la máquina. Hay que parar, en cuanto un testigo luminoso y/o acústico nos informe de que alguna anomalía se está dando en algún sistema importante para el correcto funcionamiento del auto. También si se producen ruidos o vibraciones extrañas, o percibimos un funcionamiento claramente distinto del habitual en algún elemento. Hay que parar, sin precipitarnos, sin prisa pero sin pausa -como suele decirse- tomando la decisión de inmediato y buscando el lugar más seguro posible a partir de la misma, para nosotros y los demás.
Motor roto Fuente: www.mememosa.com/motores.html |
¿Y luego qué? Me han dicho muchísimas veces. Pues te pones el chaleco reflectante, señalizas el lugar e intentas averiguar causa y solución. “Pero si no tengo ni idea de mecánica” (muchas personas no saben ni abrir el capó del motor de su coche -no es broma-), pues consultas el manual de instrucciones (en algunos casos puede ser muy útil para decidir con fundamento si podemos seguir o no) y, si no te despeja ninguna duda, disponte a pedir ayuda. La mayoría de los seguros incluyen asistencia en viaje las 24 horas del día todos los días del año, cierto es que también hay conductores que no lo saben, mas, se supone que uno lleva consigo la póliza de su seguro, así pues, no hay más que mirarla un poco y buscar el número de teléfono de la asistencia. Si no tenemos este servicio, siempre nos quedará el 112. Si, entre tanto, pasa alguna patrulla de policía, de cualquier tipo de policía, pero muy especialmente si son de tráfico, es casi seguro que se detendrán a preguntarnos qué nos sucede para prestarnos ayuda.
Fuente: www.autofacil.es |
Si estuviésemos en algún lugar muy remoto, sin cobertura o sin batería en el teléfono y con poquísimo tráfico... calma y sosiego. Alguien aparecerá, nunca estamos solos (siempre lo he dicho) y seguro que no estamos en mitad del desierto del Sáhara (donde el asunto podría ser muy preocupante), además, a menor intensidad de tráfico más probabilidad de ser socorridos por el primero que pase, pero claro, ese que pase tiene que percibir claramente que estamos en apuros y no contemplando el paisaje o cogiendo setas. He conocido bastantes casos (la mayoría de ellos protagonizados por mujeres, francamente) en los que tan solo habían orillado el coche y puesto las luces de emergencia pero manteniéndose dentro del mismo y quejándose de que tardaron mucho en recibir ayuda, porque -todo el mundo pasaba de largo-, pero, -¿cómo no van a pasar si tú no les haces saber claramente que estás en problemas?-.
Control de la Guardia Civil Fuente: www.teleprensa.es/a |
Hace unos pocos meses, en Cantabria, ante un control de la Guardia Civil (no de tráfico) sino de los que utilizan los Nissan Patrol blindados, armas y uniforme de guerra rematado con un boina en la cabeza, pude ver cómo la persona que conducía el coche que me precedía, aunque circulaba muy despacio, hacía caso omiso a la orden de detenerse que inequívocamente le estaba dando un guardia delante de ella, en mitad de la carretera y alto como una torre. Al ver la extraña actitud que mantenía el conductor que tenía delante aumenté aún más la distancia de seguridad y mi cabeza empezó a tener algunos pensamientos poco tranquilizadores sobre lo que podía ocurrir allí. Desde luego, la escena era bastante surrealista, coche pequeño, cuatro ocupantes, los de atrás jóvenes, “L” en la luneta trasera (el guardia que le daba el alto no podía verla) y el coche seguía -muy despacio- pero sin pararse a pesar de las reiteradas y clarísimas indicaciones del agente para detenerlo. Yo paré del todo y quedé a la expectativa, muy poco después, el guardia -con bastante riesgo para su integridad física, a mi parecer- estiró el brazo izquierdo manteniendo el derecho en posición de alto, se agachó y golpeó con la mano abierta sobre el capó del coche al tiempo que gritó muy alto “¡pare, pare!” Entonces el coche paró en seco, menos mal. Guardia y conductor mantuvieron una breve conversación y aquél les dio orden de que continuasen, después pasé yo. Unos cuantos kilómetros más allá adelanté a aquel coche, lo conducía una chica joven; quiero pensar que aquella experiencia le habrá servido como buena lección.
Puerto de Vegarada, provincia de León. Autor de la foto: Carlos Cummnins |
Una vez más, insisto en la importancia de llevar en mente la posibilidad de que siempre puede suceder algo que nos obligue a detenernos. Tendemos a dar por supuesto, con un convencimiento tan fuerte como huérfano de razón, que podemos ir de A a B sin sufrir ninguna incidencia propia o ajena por el camino, y cometemos así un error evidente. Siempre puede pasar algo, no importa lo corto o largo que sea el recorrido que hagamos con un automóvil ni lo conocida o desconocida que nos resulte la ruta. Siempre debemos tener en mente la posibilidad de detenernos. Sólo así podemos evitar los muchos y graves problemas que pueden derivarse de seguir ciegamente la inercia del movimiento, el más grave, el cargo de conciencia que supone incurrir en esa figura penal denominada denegación de auxilio.
Esteban
¡Cuántas situaciones -propias o que me han explicado- me ha hecho recordar este post! Si es que es verdad que siempre (y no sólo en la carretera) asumimos que podemos ir de 'A a B' sin problemas, ni incidencias, y nuestra preparación es nula de cara a los contratiempos que nos da la vida.
ResponderEliminarMe alegro que te guste, Elisa. Y agradezco muchísimo tu atención.
EliminarComo bien dices, “no sólo en la carretera”, actuamos demasiadas veces de un modo tontamente optimista. Pero bueno, siempre podemos pensar, imaginar, aprender, cambiar... Siempre.
¡Muchos saludos!
Sí, claro! Y lo bueno es que tus posts ayudan mucho a mejorar porque nos anticipan mentalmente a muchas situaciones, de manera que nos convierte en conductores más conscientes, más solidarios y más dueños de la situación.
Eliminar¡Dios te oiga! Porque ese es mi afán.
Eliminar¡Muchas gracias de nuevo!
Bona nit, Elisa!