sábado, 2 de junio de 2012

PARAR Y NO PARAR, EJEMPLOS (1)

Conducía de noche, sola, por una carretera convencional en el este de Cantabria. Le faltaba poco para llegar a su casa cuando notó que había tropezado con algo, le pareció ver uno o varios animales pequeños, pero el coche seguía funcionando como si nada y los faros continuaban alumbrando con toda normalidad, así que se dejó llevar hasta llegar a casa. Al bajarse del coche, comprobó que el golpe que tenía era bastante más considerable de lo que se había imaginado -como todo seguía funcionando, creí que sería muy poca cosa-, me dijo.

No es tan tenebroso como parece, fuera del coche, 
la adaptación puede durar solamente un puñado de minutos.
Fuente: lamujersinatributos.blogspot.com.es/2012/03/panico-en-los-mayos
Ya en casa, su marido se alegró de que estuviese bien y le dijo que seguramente habría tropezado con dos o tres jabalíes, si le pareció que eran pequeños, pues seguramente serían muy jóvenes. También le dijo que al día siguiente llamarían al seguro y pasarían por el cuartel de la Guardia Civil. Lo que sí hizo ella esa misma noche fue llamar a su profesor de la autoescuela, no era novata ni mucho menos, pero ambos tenían amistad con él. También yo. Estando con él hace unos días de charla y tomando un vino le saludó esta pareja y conocí esta historia.
Mi colega y amigo (Julio Santamaría, Autoeskola EL PUERTO de Santurtzi) lo primero que le dijo es que debería haber parado y llamado al 112 -y luego a tu marido que te estaba esperando-, pero con eso ya no se podía hacer nada, de modo que le preguntó si tenía seguro a todo riesgo, le dijo que sí -bueno, entonces das parte al seguro y no te preocupes, ellos te dirán todo lo que tienes que hacer. Puedes llamar a la Guardia Civil, por lo menos que lo sepan, pero ya no tienen nada que hacer, si hubieses parado y llamas, hubiesen ido y hecho el atestado-.

Siempre inocentes y siempre víctimas.
Fuente: www.motor.mapfre.com
El saludo no había sido un simple hola y adiós, Julio nos presentó y hablamos un rato los cuatro, el suceso que comentábamos había sido bastante reciente y nuestro común amigo contó que a mí me había ocurrido algo parecido el pasado otoño. En un momento de la conversación ella se interesó por mi choque con el jabalí y me preguntó si había parado. Le dije que sí, que siempre paro, que estoy muy acostumbrado desde hace muchos años, pese a lo cual, todavía me cuesta un cierto esfuerzo y trabajo crear la resistencia necesaria que evite seguir la marcha, pero eso sí, la lucha soló dura una brevísima fracción de segundo. Aproveché a decirle (insistiendo en lo que ya le había dicho Julio) que, ojalá nunca más le pase nada pero -si alguna vez vuelves a tener otro incidente, por Dios, ¡para! Pon luces de emergencia y llama al 112, el resto hasta te lo puedes pensar o seguir indicaciones, y si no bajas del coche sigue con el cinturón puesto-. Me contestó mirándome a los ojos (me pareció ver en ellos algo de culpa, verdad -sin duda- y tristeza) que le pasó como un relámpago por la cabeza la idea de parar, pero, ¡qué miedo! Todo tan oscuro, allí sola... Y el coche seguía andando como si nada. Me miró con más intensidad, asomándose más clara la tristeza, para añadir: “Aquella noche me metí en la cama y no pude dormir, pensaba, ¿y si fuese un hombre? Pero no, era algo pequeño, un hombre... ¡como no anduviese a cuatro patas...! Me pasé la noche con la misma pregunta e idéntica respuesta, pero sin dormir. Al día siguiente no llamé a la Guardia Civil, fuimos al cuartel, les conté lo que había pasado, ya sabían que era un jabalí, no una cría, pero pequeño, lo había visto un compañero, me dijeron que no me preocupase y que diese parte al seguro. Entonces me quedé tranquila, gracias a Dios”. Y yo vi su mirada hermosa y alegre.

Guardia Civil de Tráfico en busca de las causas de un accidente.
Fuente: EFE / Juan Ferreras
Cuando esta señora acabó su relato, no obstante, la advertí de que encontrarse con un hombre cruzando una carretera a cuatro patas, a gatas, o como quiera decirse, no es ningún imposible aunque sí ciertamente raro y muy excepcional; mas conocí dos casos, uno de oídas y otro que les ocurrió a dos hombres que conocía muy bien. En ambos casos, el peculiar peatón iba completamente borracho y no resultó atropellado de puro milagro. En el segundo de los casos, era de noche, muy tarde, en carretera abierta, invierno y lloviendo muy fuerte; el chófer (un hombre joven) llevaba un camión rígido de cuatro ejes con 38.000 kg en total y a 80 km/h. De no ser porque alguna especie de alarma saltó en el sexto sentido de su acompañante (un veterano de la carretera) y le dijo: “¡Pon la larga, parece que ahí hay algo!” Hubiese matado a aquel hombre y hubiese seguido sin saber qué era y sin casi notar nada (o nada en absoluto) en el camión. Al día siguiente, todo el mundo estaría seguro de que algún desalmado había atropellado a un pobre hombre y se había dado a la fuga. En el informe forense de la víctima, muy probablemente, apareciese el siguiente texto: No se realiza autopsia dado que la causa de la muerte ha sido evidente. Por increíble que parezca, en España, se han admitido y se admiten informes así en un juzgado.

Debemos ayudarnos.
Fuente: www.pequesymas.com
La protagonista de esta historia, en un momento de la conversación también dijo lamentarse de no haber visto a los animales un poco antes, pues, de ese modo hubiese girado el volante y quizá los hubiese esquivado. Tanto mi amigo como yo, le aseguramos que si hubiese dado un volantazo, es casi seguro que se hubiese hecho daño. La salida de la vía estaría garantizada; salvo raras excepciones, lo mejor es mantenerse en la carretera y en la trayectoria que se llevaba o desviarse de ella muy sutilmente. Julio añadió: “Lo que nunca puedes atropellar es a un caballo, se te mete en el coche o te cae encima. Como pilles a un caballo, es difícil que no te mate”. Y tiene razón.

Fuente: www.abogadosvalladolid.net
Detente y ayuda
Por último, debo decir, que la pareja de la que hablo tiene un aspecto de lo más normal; pasan de los 60 (no mucho), aparentan ser de clase media y algo conservadores, tienen un aspecto muy saludable, feliz, amable, agradable y, lo más importante, tienen cara de ser buenas personas. Nunca les había pasado nada especialmente significativo en esto del tráfico y, sin embargo, el no estar mentalmente preparados para ello, dependiendo de azarosas circunstancias, podrían hacer, en un determinado momento en el que todo sucede de forma muy rápida y confusa, que causasen una irreparable desgracia a otros y a sí mismos. Podrían ser una de tantas personas que implicadas en un accidente, siguen su camino. Se dan a la fuga. Evitar esto pasa, inevitablemente, por “ver” con nuestra mente (de forma reiterada) las situaciones que se pueden dar en la carretera y “ver” la respuesta concreta que podemos dar a cada una de ellas. Hacerlo es fácil y gratis. ¡Ánimo! 
Esteban

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