jueves, 17 de enero de 2013

A PROPÓSITO DE LA NIEBLA: DESLUMBRAMIENTOS

Escribí hace unos días sobre la niebla, que como todos sabemos es un fenómeno metereológico que dependiendo de su densidad puede dificultar sumamente la visibilidad y por tanto la conducción de cualquier vehículo. Aprovechando que echo un vistazo al retrovisor sobre este tema y aunque no tenga nada que ver con el tráfico -pero sí con la circulación de personas- quiero advertir sobre una situación de peligro muy elevada que se puede dar aún cuando sólo vamos andando, y es cuando nos encontramos con niebla densa durante el transcurso de una excursión o salida a la montaña. 

Peña Santa de Enol (2.486 m) y el Neverón de Cemba Vieya,
 macizo occidental de los Picos de Europa, Asturias.
Fuente: www.tiatordos.net/605
INFO CURSOS Y LIBROS: AQUÍ AQUÍ.

Se puede estar andando por un sendero que en condiciones normales no ofrece ninguna dificultad pero que tiene un precipicio en uno de sus lados (o en ambos) y si estamos bajando, sobre todo, es muy fácil dar un paso en falso y despeñarnos. Tuve dos compañeros que perdieron así la vida; ninguno, sin embargo, que le ocurriese nada conduciendo con niebla.

Me he encontrado con niebla densa muchas veces en la montaña, pero hay dos que no olvidaré nunca. Una bajando de Peña Santa al refugio de Vegarredonda en los Picos de Europa, era otoño, no veíamos más allá de nuestra mano poniendo el brazo horizontal, para más inri, bajaba muy rápido a velocidad absolutamente inadecuada y excesiva porque el que iba delante de mí corría mucho y no quería perderle y aunque le decía a voces que fuese más despacio que se iba a matar y yo con él, estaba obsesionado con que no se nos hiciese de noche porque entonces tendríamos que parar, buscar algún hueco entre las piedras y aguantar allí hasta el día siguiente pegados uno al otro pues íbamos muy ligeros de equipaje con muy poca ropa de abrigo, provisiones acabadas y solo nos quedaba un poco de agua, el resto estaba en el refugio porque a la cumbre siempre subíamos justo con lo imprescindible. Cuando por fin llegamos al refugio milagrosamente sanos y salvos me dieron ganas de matarle, me enfadé, reñimos, y al final me dijo que no sabía muy bien qué le había pasado pero que sentía que tenía que ir así. Yo lo pasé muy mal, además se mojaban las gafas, se empañaban, vamos que llevaba niebla extra y particular a un centímetro de los ojos. 

Vega de Brañagallones, Asturias.
Imgínese: de noche, niebla extremadamente densa y completamente solos. ¡Inolvidable!
Fuente: losdelasclaras.blogspot.com.es
La segunda fue en la Vega de Brañagallones, también en Asturias, no hubo peligro, la niebla llegó al caer el sol pero estábamos ya en la Vega donde pasaríamos la noche, la cumbre nos esperaba al día siguiente, la Peña del Viento, un 2.000 justo pero una montaña preciosa. Llevábamos una canadiense, pero el día y la subida hasta la Vega estuvo precioso y hasta pensábamos vivaquear mirando a las estrellas hasta dormirnos. Llegó la noche y la niebla espesaba cada vez más, hicimos una hoguera éramos seis, jóvenes, sanos, fuertes, valientes... así nos sentíamos (no digo que sea objetivo), pero empezamos a observar cosas raras en la niebla bastante inquietantes hasta que nos dimos cuenta y comprobamos que eran nuestras propias sombras; reímos, hablamos, todos estábamos de acuerdo en que era absurdo tener miedo, ¿qué nos podía pasar? Los fantasmas no existen, animales salvajes, sí, pero no se acercan al hombre... Toda la palabrería que derrochamos y la comprobación racional del “fenómeno” no logró ahuyentar totalmente el desasosiego ni el absurdo miedo que nos costaba confesarnos. Nos metimos en la tienda apretujados y echamos a suertes a quien le tocaba la puerta -cosa que nunca hacíamos-, creo que esa noche rezamos bastante, cada uno para sí, claro. Le costó, pero al final venció el sueño; amaneció un día espléndido de finales de primavera y pudimos hacer la cumbre sin más novedad.

En otras ocasiones y también en el monte, aún en lugares muy seguros, he observado que hay bastantes personas a las que la niebla afecta considerablemente en su ánimo; en la montaña vamos andando, si no hacen bajadas suicidas como la que conté antes difícilmente les pasará nada malo, pero en el coche, es imperativo mantenerse muy sereno y alerta, por despacio que se circule, la velocidad es mucho más alta que a pie.

Peña del Viento (2.000 m), Asturias.
Preciosa cumbre y entorno, hacia cualquier punto que se mire sólo se ven montañas.
Fuente: aristacimera.blogspot.com.es
Durante el otoño y el invierno, cuando por estas latitudes los rayos del sol inciden de forma más oblicua hay una situación que se repite mucho más que la niebla y que puede cegarnos momentáneamente cualquier día despejado al ocaso o al alba de forma muy sorprendente y repentina en cualquier vía, pero más en las de poblado. Sucede cuando nos encontramos con el sol bajo y de frente deslumbrándonos mucho e incluso totalmente. Para mí es peor, como ya dije, en vías urbanas; en carretera me resulta mucho más previsible y a pesar de que la velocidad es claramente mayor nunca he tenido problemas serios con ello, además, generalmente, voy bastante orientado. En una calle de cualquier población, sin embargo, podemos estar conduciendo en sombra y al hacer un cambio de dirección encontrarnos con el sol directamente enfrentado a nuestros ojos.

Aún con gafas de sol polarizadas y con lentes antirreflejos, apartamos la vista o cerramos los ojos; bajar el parasol, normalmente es inútil. La mayor parte de las veces que me ocurre esto me arreglo mejor soltando una mano del volante y cubriendo mis ojos del sol con ella; antes, inmediatamente antes, lo primero que hago es frenar. La velocidad es baja, ciertamente, pero puedo tener un peatón encima y no verle, además el peatón puede estar hasta pasando un semáforo con su muñeco en verde, totalmente confiado y ajeno a que yo no he visto ni el poste del semáforo. Algunas veces me he visto obligado a detenerme, totalmente, reanudando la marcha muy suave y de inmediato. Tanto en vías urbanas como interurbanas, si la calzada está mojada el reflejo del sol en el agua la convierte casi en un espejo y las marcas viales resultan invisibles. 

Deslumbrado por el sol.
Fuente: freeimagefinder.com
El mes pasado, viajando un día por la tarde hacia Gijón, en la A-8 y aproximadamente poco antes de la salida hacia Noja (Cantabria) en un tramo con tres carriles muy poco desnivel, recta corta entre dos curvas fáciles, límite en 120, salía de una curva a izquierda en ligera bajada, cuando vi en el arcén derecho una moto parada, no en el suelo, de pie y con la pata de cabra, sólo la moto, Me pareció raro, yo no dejaría una moto ahí, puede pasar alguien con una furgoneta y llevársela fácilmente; como no vi a nadie por esa zona se me ocurrió mirar a la izquierda al tiempo que pasé la vista por los retrovisores, detrás nadie, entonces vi a un hombre de pie en el borde de la calzada, sin casco, miró hacia mí girando claramente la cabeza, estaba en actitud de cruzar, yo ya tenía el pie en el freno pero cuando vi que miró volví a acelerar entendiendo que esperaba o avanzaría un poco para cruzar detrás de mí. Pues no, cruzó antes, corriendo y obligándome a frenar bastante fuerte hasta que se quitó de mi trayectoria. Un acto muy suicida por su parte que, afortunadamente no tuvo consecuencias, era el motorista, vi por el espejo que se subía a la moto pero, ¿qué demonios hacía cruzando los tres carriles de aquella calzada? No recuerdo haber visto nunca a un peatón haciendo eso. Pero bueno, a lo que que voy, esa zona estaba completamente en sombra pero antes y después predominaban los tramos con el sol de frente y bajo (viajaba hacia el oeste), me di cuenta que si hubiese coincidido en uno de estos últimos hubiese visto al motorista claramente más tarde, y ante una situación semejante, lo que se saldó con un pequeño susto, se hubiese convertido en una situación bastante crítica.

Fuente: blog.pucp.edu.pe
Para acabar, la falta de visibilidad también puede venir determinada por nubes de polvo o humo. Con las nubes de polvo nunca he tenido mayor problema, si acaso reducen la visibilidad de un modo notable un brevísimo instante. El humo es otra cosa. Los primeros problemas que tuve con él fueron en la provincia de Sevilla, quemando rastrojos en los campos, muy aparatoso y llamativo, especialmente de noche y en verano pero bastante llevadero. Cuando lo pasé verdaderamente mal, muy mal, fue una vez, sólo una (hasta ahora) en que viajando entre Logroño y Burgos en una larga recta entré en una especie de tubo de humo que parecía que me llevase directamente al infierno. El caso es que lo vi de lejos, pero sin duda me dejé engañar por la perspectiva y pensé que sería un tramo muy corto, el largo de un coche o muy poco más, también me pareció que el humo, aunque cubría la carretera, sólo estaba a la derecha. 

En el caso que cuento el humo cubría por entero la carretera en unas cuantas decenas de metros.
Fuente: www.clarinveracruzano.com
La recta estaba orientada, en mi sentido, este-oeste y el humo lo llevaba el viento de norte a sur, pero cuando entraba en la nube me di cuenta de que también se estaban quemando rastrojos en el lado izquierdo así que que se formaba como un cilindro de humo muy denso con llamas muy vivas hasta el mismo borde del asfalto. Se sentía el calor de un modo notable (también en Sevilla) pero aquí a ambos lados y la visibilidad llegaba justo hasta el parabrisas, no veía nada más. Estuve tentado a colocar el coche en el centro, pero se me vino a tiempo a la cabeza, que si había entrado bien colocado y la recta era muy clara, sin mover el volante tendría que salir bien y si alguien estuviese al otro lado haciendo más o menos lo mismo no chocaríamos, igual había suerte. Y la hubo, a Dios gracias. ¡Que alivio cuando salí! Pero se me hizo eterno, el tramo desde luego era bastante más largo de lo que había pensado y daba miedo, las llamas se veían muy cerca a ambos lados, también se me pasó por la cabeza parar y volver atrás, pero lo estimé más arriesgado. Al final el coche salió bien y en su carril, esta recta de Castilla fue muy noble pero el susto muy gordo. Ocurrió hacia 1980 u 81, la carretera era convencional con un carril por sentido y arcenes pequeños de tierra. 

Me propuse que la próxima vez que viese humo en la carretera pararía el coche antes de meterme y observaría el asunto con calma. No tuve que hacerlo, nunca más me coincidió una hoguera así. Pero toco madera, por ustedes y por mí.

14 comentarios:

  1. Sí, el deslumbramiento, es horrible. Y muchas veces he visto conductores haciendo lo que comentas de dejar el volante para protegerse de los rayos de sol. Y esto pasa en la ciudad, o fuera, por mucha lente polarizada que lleves.
    Aquí cerca en la autovía hay un sitio donde al mediodía no se ven las líneas por el reflejo, pero es cierto que es peor cuando en una vía urbana te viene el sol al atardecer y como tú bien dices, puedes tener algo muy cerca y no verlo. Saludos!

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    1. Es una situación muy mala, desde luego. Me parece que olvidé decir que también disminuye la sensación que percibimos de la velocidad, en la misma medida en que nos quedamos sin referencias; normalmente dura muy poco tiempo pero es imperativo disminuir la velocidad de un modo proporcional a la falta de visibilidad, llegando a parar si fuese necesario.
      ¡Saludos!

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    2. Tienes razón. Me encanta este blog porque hablas de muchas situaciones que casi nunca se comentan pero a la vez importantes. Creo sinceramente que daría para escribir unos cuantos libros muy interesantes, llenos de sustancia. Saludos!

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    3. Tus palabras son muy halagadoras, Elisa, y te las agradezco enormemente. Y sí, sí... sé que son sinceras, por eso las valoro aún mucho más. Moltes gràcies!
      Hum... creo que necesitaría vivir algo más de cien años y con buena salud para escribir esos libros; es que soy muy lento para todo.
      Gràcies i bona nit!

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    4. Pues te animo a escribirlos. No es frecuente encontrar materiales sustanciosos y realmente prácticos de seguridad vial, que traten temas a fondo y con rigor que no se limiten a lugares comunes y llamadas al buenismo.
      El problema en este mundo es que, como dijo alguien, los sabios callan y los ignorantes se atreven a hablar.
      Saludos!

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    5. Moltes gràcies, Elisa. Moltes gràcies! Cuidaré de ese ánimo.

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  2. He visto tu comentario en el blog de Arturo de Andrés. Conciso, cierto, ceñido al tema (no como otros). Me ha gustado, ¡muy bien! Además me recordó un par de cosas: lo del taxi, que no sé en BCN pero por aquí sí los utilizan bastante los jóvenes y me parece muy bien; los utilizamos mucho menos los de mi quinta, sin ninguna duda. Y otra que tuve en mente referente a la idea de Ford, es que el hecho en sí de que un hijo/a salga frecuentemente a discotecas o sitios similares es muy preocupante por sí mismo, al margen de que lleven o no el coche. Vale, tienen que salir al mundo, ver, probar... y también elegir y formarse un criterio propio. Es un dolor que buena parte de un par de generaciones consecutivas se pierdan en el laberinto de las drogas (siempre incluyo el alcohol en esta palabra), parece una guerra.

    No sé si hago bien, pero te comento esto aquí porque en el blog del maestro me da la impresión de que es un poco abuso por mi parte. Sabes que le tengo mucho respeto, aprendí mucho de él y que siempre le estaré agradecido. Dudo que me explique bien... pero creo que me entiendes.
    Moltes gràcies y bona nit!!!

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    1. Claro que entiendo que contestes aquí. Yo acostumbro a pasar por su blog, muy sustancioso, aunque nunca escribo. No obstante la idea de ver a uno de mis hijos conduciendo sin haber dormido llevando amigos bebidos me horrorizó, por eso sí que no paso, ni que sea a un max de 80km/h, suficiente para hacer mucho daño. Es que no se trata ya sólo de su seguridad. ¿Cómo van a tener luego una vida normal si en su mezcla de inexperiencia-sueño-amigos se llevan un motorista por delante? Nadie está exento de un accidente, pero como mínimo que tu conciencia sepa que estabas por la labor, que conducías en plenitud de facultades y vigilando por los demás (en cuyo caso las probabilidades son muy muy pocas).
      Lo de las discotecas es un negocio, no creo que aporte nada de bueno, pero parece que se ha instalado como la principal oferta lúdica. Una pena, desde luego.
      Saludos!

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    2. Hasta donde yo sé de historia, creo nunca hubo una época en que los jóvenes estuviesen rodeados de tantos espejismos tan tentadores, cercanos y seductores como la actual. Estoy harto de oír a casi todo el mundo que nunca los jóvenes han vivido mejor, que les envidian. Yo no. Es mucho más difícil ahora evitar cometer errores que pueden marcar toda una vida.
      Nunca olvidé algo que le oí a mi padre: “A veces, algunos errores se pagan como crímenes”.
      Pero sin miedo, Elisa. No temas. Habiendo una buena base, es muy difícil que pase nada malo. El espontáneo comentario de tu primogénito, que por aquí andará, así lo prueba.
      ¡¡¡Saludos!!!

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  3. Por favor ayudenme, siento verdadero pánico cuando conduzco y hay niebla,por muy poca q sea. Todo comenzó una noche que regresaba a mi casa,n Sanlucar de Barrameda, desde el lugar donde estudio,el puerto de santa Maria. Lo q hay son 15 minutos en el coche, pero una noche había muchísima niebla y lo pase muy mal, y los dias siguientes tuve muchas pesadillas y llorando a cada rato. Cada vez q hay niebla aunque sea poca me entra algo q no se ni como explicar. Que puedo hacer por favor?

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    1. Hola Aibitaa:
      Agradezco tu confianza y atención. Te remito a un enlace:
      http://conducirsinmiedo.blogspot.com.es/2012/12/n-i-e-b-l-a.html
      Y te sugiero que lo imprimas y lo leas con calma y sosiego una y otra vez regularmente, puedes hacer lo mismo con esta misma entrada, graparlas, tenerlas siempre a mano y leerlas totalmente o en parte en esos “tiempos muertos” que tenemos alguna vez casi todos los días. Así puedes subrayar lo que más te interese, ir directamente a ello cuando quieras y hacerlo tuyo permitiendo que se grabe en tu subconsciente con el fin de que cuando vuelvas a vivir esa situación ya no te resulte tan extraña y sorprendente porque la has vivido en tu imaginación cientos de veces y tienes la respuesta para ello, de forma que adoptarás las soluciones posibles al problema automáticamente.

      Cuando te imagines conduciendo con niebla procura que sentimientos y emociones se mantengan distantes, como si te vieses desde otra dimensión, sé lo más aséptica posible, como un buen cirujano; estás en busca de soluciones, evita complacerte en la angustia.

      Entrenar con la imaginación es muy útil y tiene una probada eficacia desde hace siglos, tenemos un ejemplo muy claro en todos los ejércitos que en el mundo han sido y son.

      Para conducir con niebla no existen soluciones precisas, claras ni contundentes. No hay milagros. Pero sí se pueden adoptar medidas que reduzcan el riesgo haciendo mucho menos probable el accidente y, sobre todo, nos permite cambiar el miedo por trabajo y esfuerzo sin dejar que aquel nos paralice y sin permitir que su angustia disipe nuestra concentración. Esto sí podemos hacerlo, ¡puedes Aibitaa, sin duda!

      Por otra parte, me parece perfectamente normal lo que te ha pasado con la niebla. Es un fenómeno metereológico con el que cuesta mucho familiarizarse por la limitación tan fuerte que impone a nuestro sentido dominante por excelencia: la vista. Genera sensaciones y emociones extrañas que nos cuesta procesar hasta estando cómodamente en nuestras casas observándola por la ventana. Todos hemos pasado o pasamos miedo en la carretera, como en tantas otras situaciones, quien diga lo contrario miente, tenlo por seguro. La clave está en poder seguir haciendo un buen trabajo a pesar de él, evitar que nos paralice y poder seguir concentrados en la tarea. ¡Ánimo que puedes, Aibitaa!

      Ah, y sobre sueños y pesadillas... no me sorprenden. Yo no recuerdo haber tenido pesadillas relacionadas con el hecho de conducir, pero sueños y malas noches, sí. Me solía pasar cuando con bastante frecuencia hacía viajes de noche conduciendo unas cinco horas, lloviendo todo el tiempo y en carreteras con doble sentido. Cuando al final me acostaba, era cerrar los ojos y seguir conduciendo, como repitiendo el viaje, viendo las luces de los vehículos con los que me cruzaba constantemente, escuchando el ruido que hacen las ruedas al surcar el asfalto mojado y el de los motores. Lograba dormirme pero descansaba mal, seguía trabajando...

      Prueba a hacer lo que te sugiero, sé constante, y cuando proceda y puedas, por favor, cuéntame qué tal te ha ido. Entre tanto, por supuesto, puedes ponerte en contacto conmigo cuando quieras, o llamarme incluso desde la carretera, parando antes en un lugar seguro, claro, bar de carretera, gasolinera, área de servicio...

      Gracias y mucho ánimo de nuevo. ¡Saludos!

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  4. Hola Esteban!!! Me pasó volviendo en el último visje; por la zona de Altas Cumbres! Un camino maravilloso! Pero traicionero con niebla! No hay vanquina y camino de corniza. Cuando nos atrapa la misma no veía ni con las luces antiniebla! Y ahí vi la imprudencia de muchos conductores que se adelantaban a altas velocidades! Sin tomar conciencia del peligro! Yo no tenía paraje! Así que merme la velocidad rogando que nada ni nadie se cruzara! Te felicito por esta entrada! Cariños!

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    1. ¡Hola Mariela!
      Pues sí que fue difícil y emocionante ese recorrido... Me alegro mucho de que hayas salido con bien de él y te felicito; no obstante, por lo que me has contado en otros comentarios veo que eres una conductora experta y una mujer resolutiva y valiente.
      Tal como apuntas, el peor problema que genera la niebla son los comportamientos tan dispares que se dan entre los conductores: unos van demasiado lentos y otros muy rápido. También cuesta muy poco poner dispositivos de guía en las carreteras que reflejen la luz de los faros y permitan ver los límites, y poner protecciones en estos; no entiendo por qué no lo hacen sistemáticamente. Es increíble.
      Sigue cuidándote así de bien. Un abrazo.

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