Hizo ayer una semana y me sigue pareciendo increíble, tanto el rápido paso del tiempo como lo sucedido siete días atrás. Hasta la noche que dio paso al día 21 no supe si podría ir a Madrid. La vida suele darnos monedas con dos caras distintas y antagónicas, no me parece mal, pues si en ambas hubiese cruz multiplicaría por dos pena y dolor; sin embargo, en aquellos días (y en estos) personas a las que quiero han de lidiar con una moneda a la que no se le ve cara en ninguno de sus lados, de ahí, el tomar la decisión de viaje y rumbo a última hora, y la sordina que tiene la gran alegría que viví y aún disfruto.
A pesar de mis dudas entre realidad y sueño puedo probarme como hecho que el jueves de la semana pasada, a eso de las seis de la tarde llegaba a la Villa y Corte, con ilusión, esperanza, y suerte de poder alojarme en un hotel más que digno por un precio muy asequible y muy próximo al lugar donde se celebraba la gala de la entrega de los Premios 20Blogs VII Edición; a dos minutos andando o quizá menos. Perfecto.
Sí, señor Jorge Lorenzo Guerrero, ha sido todo un honor. Un verdadero honor. ¡Muchas gracias! Fuente: 20 MINUTOS |
Un antiguo matadero, que conserva arquitectura y nombre, reconvertido en centro cultural fue el lugar elegido por el diario 20 MINUTOS para el evento. Reconozco que me gustó el sitio y la función para la que se utiliza, también me impresionó su tamaño, pero... qué quieren que les diga, un lugar que albergó tanto horror entre sus paredes me da que debe estar cargado con una ingente cantidad de energía negativa. Y sí, también como carne y pescado, no mucho pero lo como, lo siento Erick, no soy vegano.
Dentro del Matadero y en un lugar que me recordaba mucho a un hangar (esto ya está mejor) acontecería la gala. En la entrada mostré mi invitación y pasé, me gustó la iluminación, había música, se repartían bebidas y comida para picar pero sólo tomé una copa de vino tinto y dos pintxos, me gustó todo y el resto tenía muy buen aspecto pero no me entraba nada más; había algunas mesas altas y redondas, una barra (ningún lugar donde sentarse), el escenario... y el conjunto me resultó agradable, sencillo y diáfano. Intenté localizar alguna cara que me resultase conocida por las fotos de los blogs, pero sólo reconocí al señor Arsenio Escolar (director de 20 Minutos), tampoco tenía ninguna referencia de los otros dos finalistas de la categoría de Motor, me hubiese gustado conocerles pero no pudo ser, o no fueron, no lo sé.
El diploma |
Fue pasando el tiempo y a las 21:30 en punto el señor Toni Garrido (periodista y presentador de la gala) abrió el acto de entrega de premios tras un breve, elegante y simpático discurso al que siguió otro algo más breve del señor Escolar. Hasta ahí me había sentido tranquilo mas empezaba a notar un cierto desasosiego y nerviosismo que iba suavemente in crescendo a medida que Toni deshojaba nominaciones y procuré concentrarme en la mecánica de la ceremonia sin quitarme de la cabeza la imagen tantas veces vivida con mis alumnos en espera del examinador, me di cuenta de que en el escenario se estaba muy poco tiempo y que no había que decir nada, lo que por una parte lo hacía todo más sencillo pero por otra me daba un poco de pena, pues tenía algo en mente por si acaso -aunque sabe Dios cómo hubiese transmitido mi lengua el pensamiento-. Después puse mucha atención en cómo subir al escenario sin caerme, tengo una cierta tendencia a hacer el ridículo en los momentos más inoportunos. Al escenario se llegaba por un plano inclinado situado en el centro y perpendicular al mismo y un mal paso en los ángulos superiores podría significar una importante lesión en mi ego y en mi cuerpo.
El lugar tiene aspecto de hangar, eso me gusta. Autor de la foto: Rodrigo Díez (¡gracias!) |
Entretenido con esos pensamientos, sintiendo tan próximo el momento -a la vez deseado y temido- observando en mi ánimo el baile de contradictorias y variopintas sensaciones, oigo: “Los finalistas son: Catálogo práctico de mis circuitos de slot, coches con historia y conducir sin miedo. El ganador es... ¡Conducir sin miedo!”. El punto antes de “ganador” parecía punto y final, y los puntos suspensivos una eternidad. Tomé aire y subí la rampa como los toros por Estafeta en pleno San Fermín, allí no me di cuenta, pero poco después de bajar, sí: Señor Garrido, le presento mis disculpas desde aquí, porque le ignoré totalmente, qué menos que haberle dirigido una mirada y una sonrisa. Claro que a la persona que entregaba los premios se la veía salir por el lado izquierdo del escenario -según se está en él y cara al público- y el presentador estaba en el otro extremo, así que yo le daba la espalda buscando a ver a quién tendría que saludar y... me llevé una enorme sorpresa cuando vi que subía las escaleras un bicampeón del mundo de Moto GP: ¡Jorge Lorenzo! Me quedé de piedra, no me lo esperaba ni sabía nada de su presencia allí. Antes de darle la mano le dije “es todo un honor”, a lo que respondió: “el honor es mío”. Intercambiamos algunas palabras, muy pocas, y no me daba cuenta de que me mantenía de perfil como dispuesto a aprovechar la ocasión de hablar con el señor Lorenzo, hasta que me indicó con un gesto muy claro y discreto que me girase para que nos hiciesen la foto. Por cierto, apenas sigo las carreras de motos, francamente, pero prestaré mucha más atención ahora al Campeonato del Mundo de Moto GP, el señor Jorge Lorenzo me causó una excelente impresión a pesar del breve encuentro lo percibí como buena persona, afable y cercano, nada engreído; si tuviésemos oportunidad, seguramente podríamos ser amigos. Siempre me pareció muy difícil llevar bien fama, dinero y honores siendo joven, pero este hombre parece que lo hace muy bien y me resulta tan admirable como su indudable mérito.
Por aquí entramos al Matadero, literalmente. Da miedo hasta escribirlo, pero salimos vivos y alegres por la misma puerta. |
Bajamos del escenario, se me indicó amablemente que volviese con el público para no colapsar la zona y cuando me dirigía de nuevo a donde más o menos estaba antes, de un modo muy parecido a como salgo del agua en la playa y sin las gafas, casi como un náufrago que acaba de llegar a tierra, veo que una mujer me felicita y enseguida se identifica como ¡Towanda! Me dio mucha alegría y me presentó a dos amigos con los que estaba: Asun y Ramón Ferrera. Estuve un rato con ellos, charlamos, hicimos algunas fotos, comí algún dulce que me ofrecieron, tomé otro vino, conocí “al taxista”, a los autores de Yo fui a EGB, a un miembro del blog El Ojo de Darwin (Martín, si no recuerdo mal, natural de Huesca), a Elisa Lastres (a punto de publicar una novela) y a su marido que fueron a recoger el premio de Fundición Príncipe de Astucias (Humor), a Rodrigo y su novia Laura (acompañaban a Martín) y él me hizo una foto que me envió de inmediato a mi correo además de ofrecerme generosa y desinteresadamente su ayuda, y también conocí a los tres integrantes del blog ganador en Medio Ambiente (Pensando el territorio), con uno de los cuales tuve una interesante conversación.
Towanda (¡Vamos, Towanda!) y sus dos amigos se fueron antes. Terminada la fiesta, los jóvenes que menciono al final del anterior párrafo decidieron ir a tomar algo y seguir charlando y me invitaron a que los acompañase, lo hubiese hecho con mucho gusto pero había que ir hacia otra zona de Madrid, tomar el metro... Imaginé que se alargaría demasiado la velada y al día siguiente tenía faena y asuntos familiares bastante urgentes que atender, así que decliné la invitación y cuando pasábamos enfrente del hotel me despedí de ellos, lamentado no poder disfrutar de su grata e ilustrada compañía un tiempo más.
Hace dos días en OYE RADIO IBAIZÁBAL NERVIÓN. La foto la hizo José Ángel Rubio, un genuino artista en las ondas. ¡Muchas gracias! Lo cierto es que me gusta la fotografía, pero no estar delante del objetivo. Se supone que las circunstancias lo requieren... Bueno, por una vez. |
Hasta aquí mi subjetiva y breve versión de la gala tal como la he vivido. Me gustó, aún con sordina, como dije antes, lo pasé bien y me pareció que estaba perfectamente organizada, puestos a hilar fino, eché de menos que no hubiese dónde sentarse -aunque quizá fuese peor- y la única pega relevante que le encontré es que se realizase en jueves. Para quienes vivimos fuera de Madrid -en provincias o en la periferia, como se suele decir- es un inconveniente que determina mucho la posibilidad de ir; incluso para quienes viven en la capital puede ser incómodo, el día siguiente es viernes, laborable, hay que trabajar... Creo que lo ideal sería hacerla en sábado, o viernes, en el peor de los casos, pero en fin, no sé, imagino que sus razones tendrán aunque yo no las vea. Como dije en una entrada anterior (PREMIOS 20BLOGS), participar en este concurso siempre tiene premio, siempre se gana algo: más difusión para cualquier blog, se aprende, y se conocen personas y trabajos muy interesantes, no pocas veces excelentes, eso por lo menos. Luego animo encarecidamente a cualquier persona que lleve un blog a participar en estos premios sistemáticamente. No se arrepentirán.
De este estilo eran aquellas sandalias. Pero si vienen a ser como unos zapatos rotos, por Dios. Es el día de hoy que no las utilizo. Fuente: www.arte-aborigen.com |
No quiero terminar sin contar una anécdota de mi infancia que tiene que ver con premios y vehículos, un disgusto, una espinita clavada que me he sacado el pasado jueves. Tendría el abajo firmante unos diez o doce años y una preciosa bicicleta BH roja y de hombre con la que participé en una carrera celebrada ni más ni menos que en el velódromo de Las Mestas de Gijón: Por aquellos años, eran muy conocidos dos velódromos en España, el ya citado y el de Anoeta en Donostia (San Sebastián), en ambos hasta se hacían a veces etapas de La Vuelta a España, más de una vez he visto pasar alguna edición de esa gran carrera ciclista por etapas desde la ventana de la casa en la que entonces vivía en Gijón.
De niño jugué algo al fútbol (muy mal) aunque una vez (pura suerte) evité un gol ya casi cantado con una parada imposible que arrancó el aplauso de todos (equipo contrario incluido) y que fue alimento de mi autoestima durante mucho tiempo, pero nuca llamó gran cosa mi atención eso del balompié. También jugué algo al baloncesto, balonmano... Pero lo que más me gustaba era andar en bici y jugar al frontón, casi todos los días.
Velódromo de Las Mestas, Gijón. Fuente:www.gijon.es |
El caso es que en aquella carrera con mi BH roja (que unas veces se me antojaba un caballo, otras una moto, un coche de carreras... hasta llegué a hacer rústicos planos para ponerle alas a ver si conseguía volar) participé, ¡y gané! Hasta había preparado un pódium, donde subí al último peldaño, tal como me indicaron. Estando allí, naturalmente, yo esperaba una copa, aunque no fuese muy grande (bastaba con que fuese mayor que las de mis dos compañeros, eso sí) y mi sorpresa fue mayúscula y tremenda cuando después de felicitarme, un cura muy sonriente, veo que me entrega una caja de cartón. Me quedé mirándole como las vacas al tren, ¡no me lo podía creer! Hasta que dándome una palmadita me indicó claramente que me bajase, la ceremonia había terminado. No recuerdo qué les dieron al segundo y tercero. De camino a recoger la bici que había dejado tumbada en el prado, abrí la caja y había unas sandalias, ¿unas sandalias? Miré bien la caja por si había escondida alguna medalla, qué menos, pero no, sólo había un miserable par de sandalias. ¿Quién se iba a creer, mostrando “eso”, que había ganado una carrera ciclista?
No se me ve, pero ahí estamos todos. Por cierto, no me caí, ni siquiera tropecé. Fuente: 20 MINUTOS |
Cuando llegué a casa, disgustado y compungido... Otra mala sorpresa: a mi madre le encantaron las sandalias “qué bien fiu, así ya tienes sandalies p’al verano; y son de piel buena”. Le contesté de inmediato con rabia, bajando la cabeza y alzando la mirada como hacen los toros antes de embestir: “eses sandalies no les voy a poner nunca, NUNCA. Voy descalzu”. En esto me salí con la mía, mi madre acabó regalándolas a una amiga para uno de sus hijos. Aquel verano que estaba a punto de comenzar, no tuve sandalias pero tampoco anduve descalzo. Así pues, hace una semana me quité esa espina (otra cosa que tengo que agradecer) porque me dieron un trofeo, además, diseñado por mi admirado Eneko. Me gustó y es muy significativo. ¿Se apuestan algo a que a mi madre NO le va a gustar nada dicho trofeo y afirmará tajante que no se acuerda del asunto de las sandalias? Si no acierto se lo haré saber.
Solo una cosa más: de haber tenido oportunidad de decir algo en la ceremonia, al menos, hubiese dicho lo siguiente y en este orden:
¡Esta va por ti, Carmen!
¡Por el maestro D. Arturo de Andrés! De quien tanto aprendí y aprendo.
Y por supuesto...
¡Va por todos ustedes! Amables, pacientes y atentos lectores.
¡Muchísimas gracias!
Esteban de nuevo me tienes aquí felicitándote, he leído de un tirón tus "experiencias" anteriores con los premios, y lo que más me gusta es comprobar que las madres somos iguales, ahora y siempre, miramos lo práctico, como la tuya con las sandalias. Muy típico.
ResponderEliminarY tengo que reconocer que tampoco veo yo muy agraciado estéticamente al trofeo este de los 20 minutos, pero eso sí que no se me ofenda Eneko, que sé que no es nada fácil crear y diseñar.
En fin un gusto de nuevo saludarte.
Abrazos desde Madrid.
Muchas gracias, Asun. ¡Ay, ese sentido tan práctico de las madres...! Puede destrozar la autoestima de un niño.
EliminarSobre el trofeo te diré que a mi madre sí le gustó, hubiese perdido la apuesta (parcialmente) porque la historia de las sandalias no la recordaba. Y a mí también me gusta, la verdad; está en la línea de las viñetas de Eneko, me gustan desde que las conocí, ¡es absolutamente admirable decir tanto con un dibujo! Y hasta me recuerda esta cita de San Agustín: "La esperanza tiene dos hijas maravillosas: la ira y el valor. La ira por como son las cosas y el valor para cambiarlas."
Un abrazo.
Enhorabuena Esteban!
ResponderEliminar¡Muchas gracias Andrea!
Eliminar¡Saludos!
Felicitaciones por este logro!!!! cariños desde una jardinera argentina!!!!
ResponderEliminar¡¡¡Muchas gracias, Mariela!!! Y perdón por el retraso.
EliminarUn abrazo.