miércoles, 28 de agosto de 2013

REVENTÓN PROPIO. CÓMO ACTUAR

Primer reventón. El hombre que me vendió mi primer coche, un Simca 1000 GLS de color blanco con once años y unos cuarenta mil kilómetros, un día de primavera con mis 23 años recién cumplidos, me advirtió de algo que siempre le agradecí: “Las ruedas que lleva no son nuevas aunque lo parezcan, están recauchutadas, las cuatro. Así que ojo, si andas normal no pasa nada, si vas de rallye igual te matas”.

Simca 1000
Fuente: www.simca1000.com
Por aquel entonces, el abajo firmante, llevaba conduciendo desde los 18 años, pero automóviles con los que trabajaba, de todo tipo: motocicletas, camiones con remolque, autobuses... hasta tractores agrícolas. Pero no tenía coche, ese Simca 1000 fue el primero. Y sin llegar a andar “como de rallye”, entre otras cosas, porque tenía la firme intención de que el coche me durase lo más posible, pocas semanas después de estrenarlo, cerca de La Felguera, camino de Sama de Langreo (Asturias) dentro de un túnel, en recta, en pendiente descendente  y un carril por sentido, con una velocidad indicada de 90-100 km/h -la real sería unos diez menos-, explotó un neumático.

Sonó un ruido muy parecido a un disparo, sentí que el volante vibraba claramente y que el coche tendía a perder trayectoria, pero sin mucho empeño. Sujeté con firmeza el volante, levanté algo el pie del acelerador, muy suave, y me acerqué un poco, muy poco más a la derecha porque quería dejarme margen con la pared de hormigón del túnel, puse el indicador de dirección de la derecha (por entonces las luces de emergencia las llevaban pocos coches y los de la quinta del Simca ninguno) y cuando salí del túnel comencé a frenar suave, me metí en una zona de tierra fuera de la vía y detuve el coche sin más novedad. He intentado recordar qué rueda era, pero no estoy seguro, sé que el coche tenía (como tantos que había por entonces) el motor atrás y su eje motriz en el mismo lado. Una combinación muy poco estable que nada tiene que ver con la de los coches actuales. Y recuerdo la sensación, que podría resumir así: Pues no es tan fiero el león como lo pintan, gracias a Dios. 

Segundo reventón. Habían pasado unos diez años y en esta ocasión llevaba un Citroën Visa de color rojo con un excelente motor Diesel para la época, por una pista de montaña pavimentada con hormigón lleno de hendiduras transversales para asegurar el agarre con agua y hasta con algo de nieve. También me coincidió bajando -en primera y con freno- una fuerte pendiente, muy despacio y en el centro de una curva muy cerrada. Apenas se oyó nada y el coche no se inmutó, paré para asegurarme y pensando que no habría pasado nada pero, por si acaso, prefería mirar.

Citroën Visa
Fuente: www.motorbase.com
Pude detener el coche casi nada más salir de la curva, orillándolo parcialmente en un trozo de tierra sin vegetación en el lado derecho. La rueda trasera derecha había reventado. No me lo podía creer, estaba en buen estado y con presión adecuada. Entonces anduve hacia atrás a ver si daba con la causa del incidente, y la única explicación que encontré fue que en la curva recién pasada había... como una protuberancia en el hormigón, una especie de picuda montaña a muy pequeña escala por la que imagino que pasó esa rueda y la rompió. Lo difícil, algo peligroso y bastante laborioso, fue cambiar la rueda en aquella cuesta; calcé las otras tres con piedras (está prohibido, pero no tenía calzos) lo mejor que pude, tensé el freno de mano con toda mi alma, puse la marcha atrás y me dispuse a la faena. No hubo más novedad. Fue una pequeña mala suerte, menos mal que no llovía.

Tercer reventón. Y último, hasta ahora. Fue en un tramo recto y llano de autopista. Conducía un Golf GTD blanco de segunda generación a cuyas ruedas ya les quedaba poca vida útil aunque la profundidad de su dibujo superaba el límite legal, pero por poco. Recuerdo que iba por el carril derecho con tráfico fluido y a 110 km/h. De forma inmediata solamente oí un pequeño ruido, muy sutil, mientras el coche seguía perfectamente su trayectoria; unas pocas fracciones de segundo después sí sentí una ligera vibración en el volante pero que no afectaba en nada a la trayectoria. Puse las luces de emergencia, levanté el pie, fui metiéndome en el arcén (pequeño, el coche entró justo), me detuve, bajé y me encontré rota la rueda trasera izquierda. Como pueden ver, en esta ocasión tampoco hubo ningún peligro. Me asombró el comportamiento del coche, sin un mal  modo, tan noble.

Golf II
Fuente: www.thefagetproject.eu
El peligro llegó en el momento de cambiar la rueda, por el lado de la calzada y en ella, eso que señalicé la posición con un par de conos grandes, pues aunque ya hacía años que llevaba un triángulo de aviso de peligro (todavía no eran obligatorios en aquellos años) aún se hacían maniobras en pista y todos llevábamos conos, palos y trozos de escayola (a modo de tiza para pintar marcas en la calzada) en el maletero de los coches de autoescuela. 

Trabajé tan pegado al coche como pude, pero el primer camión que pasó me “descamisó” (llevaba y suelo llevar la camisa por dentro del pantalón), luego el aire que desplazaban los demás hacía que se hinchase como un globo. Al principio miraba intentando controlar la situación pero enseguida dejé de hacerlo decidido a quitarme de allí cuanto antes. Nunca me vi tan cerca de ser atropellado y nunca cambié una rueda tan rápido.

Por el momento, esta es mi experiencia con los reventones, y espero y deseo que se quede ahí sin ampliarla más. Seguramente he tenido mucha suerte y doy gracias a Dios por ello, porque nunca se me ha roto un neumático súbitamente en un apoyo fuerte en plena curva ni en una frenada de emergencia, por poner dos ejemplos. Pero en todo caso, nunca daría la situación por perdida, sé que puedo soportar el pánico, si aparece, aunque tiemble como una hoja pasada la situación, pero no me obligará a hacer algo diferente a esto:
  • Sujetar con firmeza y ambas manos el volante sin que manos y brazos se queden bloqueados como una sola y rígida pieza, y moverlo muy suavemente si es necesario hacia donde quiera dirigirme.
  • Disminuir la velocidad soltando suave el pie del acelerador para luego frenar también muy suave y progresivamente sin urgencia, precipitación ni prisa cuanto sea necesario. 

La clave para superar las situaciones de emergencia no radica en negar el miedo de un modo alocado e inconsciente, sino en actuar correctamente a pesar del mismo porque estemos mentalmente preparados para ello. Si además podemos entrenar, mejor. Pero entrenar todo es imposible. Y el entrenamiento, por sí solo, no sirve; pero lograr la actitud mental adecuada, por sí sola, muchas veces sí, y siempre es condición sine qua non.

Una rueda viajando ligera de equipaje. ¿Tan sospechosa es?
Fuente: 2bp.blospot.com
Creo que respecto a este asunto, puede tranquilizar bastante saber que, actualmente, tanto vehículos, como carreteras y neumáticos son mucho mejores que en los años setenta y ochenta. Los tres elementos y en todos los sentidos. No obstante, con respecto a la posibilidad de reventar un neumático, es muy importante tenerla en cuenta y sopesarla seriamente todas esas veces que nos resulta tan tentador rebasar los límites de velocidad. En tantos excelentes tramos de autopista con los que nos podemos encontrar, y tan vacíos... Y no es porque a mí me guste el límite genérico de 120 en esas carreteras, desde luego, pero me gusta infinitamente menos hacerme daño o causarlo.

Esteban

7 comentarios:

  1. Es precisamente en autopista, con nuestro asfalto tan caliente, que en verano se ven tantos coches en el arcén y gente cambiando ruedas... Gracias por recodarnos estos puntos!

    Elisa.

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  2. De nada, Elisa.
    Tienes razón, sin embargo por aquí es raro encontrarte con gente cambiando ruedas, claro que hay mucho menos tráfico y bastantes menos días de mucho calor al año.

    Por otra parte, estoy convencido de que muchos de los pinchazos y reventones que ocurren, fundamentalmente, son debidos al nulo cuidado que tantas personas tienen con sus ruedas. Es que muchos, ¡ni las miran! Y este es un problema que se tiende a agravar y extender.

    Desde finales de lo 90 hasta (más o menos) 2007-2008, en España se vendieron más coches nuevos que nunca, muchas personas se acostumbraron a ir a las revisiones "obligatorias" periódicamente y la ley del mínimo esfuerzo junto con el hedonismo reinante hicieron el resto. Hoy, no son pocos los que no abren el capó motor de su coche ni a tiros. Desde el final de ese período acá, sufrimos la crisis, y también son muchos los que no gastan un céntimo en su coche como no sea para moverlo y lo imprescindible, aplicando muchas veces el famoso refrán "ojos que no ven...", sin darse cuenta que en ciertas cosas el ahorro puede resultar carísimo, tanto, que sea imposible pagarlo con dinero.

    A la mayoría de las personas les cuesta mucho asumir (aun pudiendo pagarlo sin mayores dificultades) que un juego de neumáticos nuevos supere el valor de su coche, por ejemplo. Siempre he sostenido, que un coche puede ser viejo y no valer nada en el mercado; bien, pero los elementos básicos de seguridad deben estar en condiciones, sino óptimas, al menos suficiente y razonablemente bien. Por su salud y la de todos, brindo con mis puñados de arena.

    ¡Saludos!

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    1. Tienes mucha razón. El valor que tiene para uno un objeto no tiene por qué ser el precio que marca el mercado. Si mi coche (8 años) no tiene ya demasiado valor en el mercado eso no quiere decir que no lo tenga para mí: es mi movilidad y por tanto me sale a cuenta cuidarlo para que mi movilidad sea cómoda y segura y me dure muchos años.

      Junto al 'ojos que no ven' que muy bien defines se ha apropiado también de la gente otra idea subyacente, algo así como que los coches modernos, como son tan 'sofisiticados', pues mejor no los toquemos, no sea que al abrir el capó metamos la pata y... mejor lo hagan en el taller. Es muy sorprendente. Yo pensaba que a 'los hombres' les iba esto de la mecánica...pero es que soy la única persona que conozco que tiene manómetro...Mis comprobaciones rutinarias son vistas como una exageración- hoy en día una visita anual al taller es todo lo que hace falta. Y tampoco lo entiendo, porque una mañanita dedicada al coche (limpieza, presiones, un paseíto tras dejarlo a punto, etc.) me parece una actividad muy relajante.

      Pero confieso que no sé cambiar una rueda (haberlo visto en Youtube no cuenta), aunque tengo previsto pedir en la autoescuela que me enseñen.

      Por aquí ver a alguien con avería en el arcén es habitual, sea invierno o verano. Desde luego que tiene mucho a ver el mantenimiento, estoy segura. Y en verano, pues es peor, porque hace calor y los desplazamientos son más largos.

      Saludos!

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    2. Pues a mí tampoco deja de sorprenderme (y mucho), la repentina pérdida de interés de la mayoría de los hombres en cuidar mínima, pero personalmente de sus coches. Es un fenómeno muy curioso en el que seguramente intervienen muchos factores y, sin duda, el que apuntas es uno de ellos. Yo también creo que es un mensaje subliminal muy potente, y del que tampoco hay duda, que los fabricantes propician muy interesadamente.

      En casi todos los coches modernos, abres el capó y el motor no se ve, localizar una correa es harto difícil, cuando no imposible; cambiar lámparas, en no pocos modelos, directamente imposible (es razonable con las luces de xenón, ¿pero con las demás?; muchas ruedas de repuesto parecen una burla, manifiestas tu desaprobación en el concesionario y te dicen (muy enteros) "ahora no se pincha", pues vaya, yo he pinchado con todos los coches que han pasado por mis manos, sin excepción y varias veces, con cada uno; o tengo muy mala suerte o soy un manazas conduciendo... Pero hace unas semanas me quedé de piedra al leer en un artículo de don Arturo de Andrés que no sé que BMW que estaba probando prescindía de la varilla para mirar el nivel del aceite.

      Con todo, lo que más llama mi atención es que conozco a veteranos conductores profesionales que cuando se han encontrado con que su coche tiene indicador de nivel de aceite y de presión de neumáticos, te lo dicen muy ufanos, les replicas con toda la naturalidad del mundo que, bueno, pero que hay que comprobarlo como siempre y te contestan que no, que para qué, con una benévola sonrisa que te hace cuestionarte seriamente quién es el que está tonto, con perdón, pero es que.... Es decir, que en un momento les han cambiado buenos hábitos de toda la vida. ¡Es impresionante!

      Para mí, que todo esto, básicamente, sólo tiene un fin: hacernos fuertemente dependientes de los servicios oficiales de los fabricantes, que por otro lado, cada vez más, tratan a sus clientes de forma despótica y tirana, con el complaciente silencio de las asociaciones de consumidores, otra cosa que también me sorprende muy desagradablemente. En fin.

      Menos mal que en todo este panorama, tú eres un oasis de alegría. Porque me alegra verdaderamente saber que haces con gusto las comprobaciones de la máquina que utilizas. Con respecto a aprender a cambiar la rueda, que conste que nada tengo que objetar sobre tu decisión de ir a la autoescuela, sin duda, es lo más eficaz y rápido; pero eso no quita que You Tube, sí cuenta y puede ser francamente útil. Cuando lo hagas, por favor, si te parece, pregúntale a mi colega cuántas veces en su vida se encontró con alguien que le demande esa clase. A mí nunca me ocurrió, y eso que lo he ofrecido siempre, y gratis.

      Llevas buena ruta, Elisa, sigue en ella.

      ¡Saludos!

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    3. Gracias, Esteban. Bueno, la diferencia entre la autoescuela y Youtube... es que supongo que en la autoescuela me dejarán practicar y eso me permitirá no destrozar mi coche!
      Sobre los indicadores electrónicos mi experiencia me da dos puntualizaciones: a) cuando algo electrónico falla, estos indicadores fallan, y b) no son perfectos, ni infalibles: tengo un 'detector de oscuridad' en mi coche que teóricamente es muy cómodo pero en la práctica lo llevé encendido los dos primeros días y luego ya no más (aparte de que ahora voy siempre con las de cruce). La razón es que siempre entraba en el túnel con las luces apagadas (el detector no detecta que llegas a un túnel, ¡claro!, sólo se entera cuando ya está dentro).
      Por eso también creo que hay que ir con cuidado con inventos como por ejemplo el detector de ángulos muertos. Puede ser un buen complemento para alguien que mire siempre bien, pero un desastre si se usa como sustituto de mirar.
      Saludos!

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    4. De nada, Elisa. Bueno, yo sólo estaba pensando en lo de cambiar la rueda, lo que, por muy “por libre” que lo hagas es, prácticamente imposible, que cause ningún daño a tu coche; aunque, eso sí, el aprendizaje es más eficaz y rápido en la autoescuela, sin duda. Y, por cierto, ayer olvidé comentarte que lo ideal, cuando vayas a la autoescuela, es que lleves tu coche y practiques el cambio de rueda con él; de paso, puedes aprovechar a que te indiquen cómo cambiar las lámparas, las que se puedan, si son todas, mejor.

      Tienes mucha razón, los indicadores o testigos de cosas pueden fallar, por mil motivos. Lo del “detector de oscuridad”, me ha hecho gracia, nunca había oído esa denominación, pero es cierto, eso es lo que hace y en función de eso encender o no las luces de posición y cruce; y sí, siempre las enciende tarde, y la obligación de llevarlas conectadas comienza a partir de la señal que lo indica, siempre unos cuantos metros antes del túnel. Bien, por esas luces de cruce siempre encendidas, aunque no sea obligatorio, siempre es un plus de seguridad ser visto más fácilmente.

      El detector de ángulo muerto, no lo he probado nunca, pero desde luego, si lo tuviese miraría igual que siempre, y si yo me equivoco y él funciona, perfecto. Esto, me ha recordado una cosa: Hace ya unos cuantos años los fabricantes afirmaban en sus catálogos que los espejos retrovisores exteriores eliminaban el ángulo muerto, gracias a que la parte más exterior del espejo era más convexa y se dividía de la otra por una especie de fina línea vertical de puntos. Bien, pues hacía el ángulo muerto más pequeño pero no lo eliminaba; por otro lado, era como llevar dos espejos en uno y en algunas ocasiones la información percibida resultaba confusa. Este es un ejemplo, entre muchos, de lo optimistamente peligrosos que pueden ser los cantos de sirena de los fabricantes de coches. Tampoco han advertido nunca de que cuanto más campo de visión muestre un espejo, menor es el tamaño del objeto y más distorsiona la imagen. Y todo esto con cosas que se aprecian a simple vista y a coche parado.

      Los concesionarios de coches (juntos o por separado), deberían tener un pequeño circuito donde poder demostrar las bondades que de sus modelos anuncian y no obligarnos a realizar actos de fe.

      Saludos i bona nit!

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    5. Muy de acuerdo en esto del circuito!

      Saludos!

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